TOMAS URBINA REYES

Tomás Urbina Reyes:

¿Olvidado de la Revolución Mexicana?

Tomás Urbina Reyes:

¿Olvidado de la Revolución Mexicana?

Compilación de Alfredo Ramón Urbina Valenzuela

Chihuahua, México, Nov. 20 de 2021

PREFACIO

M

i agradecimiento a los autores de la obras aquí citadas. Desde John Reed, Martín Luis Guzmán, Nelly Campobello y Pablo Machuca, sin dejar de hacer mención del Coronel villista José María Jaurrieta, a quién se le atribuye la referencia “Estoy presente General” grabada en el propio sepulcro. De igual forma debo agradecer a autores contemporáneos como Taibo III, Pedro Salmerón, Héctor Chávez Barrón, José De la O Holguín y Reidezel Mendoza de quien escuché por vez primera sobre la presencia de Tomás Urbina, en mi pueblo natal. Gracias también a todos aquellos autores anónimos del material fotográ co, musical y narrativo de fácil búsqueda y acceso en la maravillosa red de información. El trabajo de todos ellos, han sido de gran valía y fundamentales en la estructuración de un ensayo-disertación, consciente de que no están todos los que son, por lo cual es menester, ahondar en el tema.

La información de los personajes revolucionarios de esta historia con su color y sus matices, son referencias que me han permitido ofrecerles una semblanza biográ ca de Tomás Urbina Reyes. Encontraran aquí, una recopilación de lecturas e imágenes de un caudillo, lleno de claroscuros, un tanto cuanto desdibujado y soslayado de la historia de la Revolución Mexicana, tal y como lo atestigua José De la O Holguín en “Guerrero Mestizo”.

Historias, crónicas, anécdotas, leyendas o mitos, corridos, cuentos o simplemente chirinolas… narrados por el propio Tomás Urbina como vivencias propias o como vivencias de su muerte, por así decirlo, en el instante en que su alma abandona el mundo e incluso dando cuenta de algunos hechos posteriores a su ejecución.

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Tomás Urbina Reyes: hijo ilegitimo, mestizo iletrado, adobero, peón de hacienda, abigeo, saqueador, insurrecto y

guerrero, anticlerical pero creyente y devoto del Santo Niño de Atocha, antirreleccionista-revolucionario… Un hombre con defectos y virtudes naturales de los mortales, que llegó a General porque sab a de balazos y sab a pensar con el corazón, aunque de acuerdo a Nelly Campobello en los cuentos de su “Cartucho”, Urbina el general, perdió la batalla ante Urbina el hombre.

Le escuché decir a Taibo II, “Urbina es uno de los generales más sólidos de la División del Norte. Él es el plani cador de la primera etapa de la batalla de Zacatecas junto con Ángeles, de hecho él, es el responsable de la manera en que se articula el cerco y es uno de los corazones de la revolución en Chihuahua, compadre de Villa desde su juventud, cuatrero como él, hombre de pocas palabras de mirada atravezada, no ha tenido el biógrafo que se merece y no se ha contado su historia y desde luego su importantísima intervención en la construcción de esta batalla”. La historia sin las pasiones humanas seguramente no sería tan apasionante, a rmó el mismo historiador.

Las acciones y las pasiones asociadas, de nuestro caudillo, motivadas quizá por las circunstancias que le tocó vivir a nales del siglo XIX y principios del XX, cuando prevalecían sueños de libertad y justicia en la inmensa mayoría de los mexicanos. ¡Sueños perennes y aunque distintas las exigencias, indudablemente mantienen su vigencia.

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A decir de algunos, Tomás Urbina es una gura clave de la Revolución Mexicana. Él y Villa estaban predestinados a ser mas que simples forajidos “roba vacas” al margen de la ley, a pesar del abyecto actuar de ambos, antes y durante la revolución. Predestinado también como todo personaje secundario, a ser un casi olvidado de la historia. De otra manera, no se entiende el porque sólo Villa, Natera y Ángeles están presentes en el cerro de La Bufa, no obstante la relevante participación de Urbina durante la Toma de Zacatecas.

¿Será acaso que el hecho de “su traición”, sea motivo de tal punitivo desdén?, pues había cometido el imperdonable pecado de perder la importante plaza del Ébano. Y si así fue la supuesta traición, suponiendo sin conceder, ¿cuáles fueron sus motivos?, ¿qué personajes revolucionarios estuvieron del lado correcto de la historia?, ¿cuáles nalmente fueron las aportaciones de tales personajes a la causa?, ¿cuáles fueron los impactos que dichas aportaciones tuvieron en el contexto nacional de entonces y en el actual.

Así como Villa fue absolutamente leal a Madero, en su momento también dio muestras de lealtad a Carranza en la lucha contra Huerta. El mismo Venustiano, horas antes de su asesinato, reconoció que Villa nunca le fue desleal ni a Madero ni a él. No obstante el con icto de estos personajes, durante la Convención de Aguascalientes.

En ese momento en que el con icto era de villistas y zapatistas contra carrancistas, ¿A quién le asistía la razón?; ¿A Villa?; ¿A Carranza? y por lo tanto ¿Quién habría entonces traicionado la causa?.

Una verdadera capirotada es encontrarse con los restos de Madero, Carranza y Villa juntos, en el Monumento de la Revolución de la Ciudad de México. Ahí mismo, Villa y Zapata en cera representando la famosa fotografía de la silla presidencial. Y para completar el platillo, ahí están también Plutarco Elías Calles y Lazaro Cardenas.

Hoy también, constan los nombres en letras doradas de Madero, Obregón, Villa, Zapata y Carranza en la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión.

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Aquellos que alguna vez estuvieron en bandos contrarios, hoy están juntos y se les rinden los mismos honores. Entonces ¿Todos héroes?; ¿Todos absolutamente buenos?; ¿No hay villanos?. Supongo entonces que sus contribuciones a la historia están debidamente acreditadas y validadas por los extensos y arduos debates legislativos.

Como haya sido, me quedo con que sólo los personajes de cierta importancia, suelen ser motivo e inspiración para la construcción de leyendas, mitos, cuentos, crónicas…

Parafraseando a Mayté Sánchez Chuliá, me he atrevido a elegir la forma, el estilo, el tamaño de letra, el color, los detalles, las palabras… por lo cual antepongo mis disculpas.

Con especial dedicación y mucho cariño, comparto con mi familia, la información que hasta este momento poseo.

V

NI TAN LENTO QUE LA MUERTE NOS ALCANCE, NI TAN RÁPIDO QUE LA VIDA NOS ASFIXIE

ox populi, vox Dei: Cuando la muerte está próxima dicen que la vida de uno, pasará en instantes ante nuestros ojos, Tomás acababa de cumplir 45 años e irremediablemente estaba a punto de constatarlo en carne propia.

Pancho Villa había perdido en Celaya frente a los constitucionalistas de Álvaro Obregón, por lo cual, encomendó a su compadre Tomás, se fuera al Ébano S.L.P. (2) a reforzar con sus hombres al General Chao que llevaba días tratando de tomar aquella plaza. La misión era arrebatársela a los constitucionalistas por la importancia que tenía para ambos bandos. Era el paso obligado al puerto de Tampico y signi caba la posibilidad de recibir abastecimientos y armas desde el extranjero. Era también una región petrolera cuyos pozos operados por extranjeros, veían amenazados sus intereses económicos. Y en de nitiva porque una victoria resultaba de suma importancia sobre todo para el ánimo de los villistas que habían fracasado en Celaya.

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Los enfrentamientos ahí, caracterizados por ataques violentos de ambos lados, siempre habían tenido los mismos resultados; villistas replegados por las fuerzas constitucionalistas de Treviño.

El ejercito constitucionalista había incorporado una otilla de aviones realizando vuelos de reconocimiento y de bombardeo, lo cual fue fundamental para inclinar la balanza a su favor, teniendo como consecuencia, después de 72 días de combate, el desalojo de nitivo de los villistas. El General Urbina ordena la retirada de la plaza, abandonando artillería, armamento, municiones, prisioneros, y más de mil revolucionarios muertos.

No lo sabe aun pero para él, fue la del Ébano su ultima participación en el campo de batalla. Desconoce también que en breve, librará otro difícil enfrentamiento, ésta vez con su querido compadre Pancho Villa.

En su casa en Las Nieves, recién se había “levantado y al poquito rato llegaron dos de sus soldados a pedirle permiso para ir a Villa Ocampo a la iglesia por las festividades de San Miguel Arcángel, luego llegaron otros dos y después mas, hasta que les dijo que se fueran todos si querían irse, por lo que nalmente quedó solo… a la mesa de la cocina tomando café… a un lado estaba Salvador… enseguida Juan…cuando de pronto entraron los primeros balazos. Una de las balas pegó en el terrón que estaba puesto en la mesa saltándole azúcar a los ojos… lo primero que hizo fue llevarse las manos a la cara y tallarse los ojos porque no veía… extendió sus brazos y agarró a Salvador y lo arrojó por debajo de la mesa. Sacó su pistola y se fue a la ventana, de ahí les estuvo disparando… pidió su ri e pero cuando se lo llevaron, ya estaba herido y la pistola tirada porque le habían pegado en el brazo derecho”.

(4) El caudillo está por revivir la sucesión de hechos uno tras otro hasta que súbitamente todo terminara para él. La cita predestinada septiembre 5 de 1915, muy cerca del poblado en el cual había nacido: La Congregación de Nieves, distrito de Ocampo, Durango.

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Tomás Urbina Reyes (3) (1870-1915)

LO QUE PERMANECE EN EL RECUERDO, NUNCA MUERE

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éctor y Eva, casi 42 años de lo acontecido en Las Nieves, se unían en santo matrimonio y conformarían una familia de diez hijos: Seis mujeres y cuatro varones, Xavier, Silvia, Alfredo, Blanca, Alma, Ramoncito -prematuramente fallecido, a decir de la madre, por negligencia del doctor-, Rosa, Octavio, Claudia y Adriana.

Un retrato colgado en la casa de los abuelos paternos, captó la atención de Fredo desde su infancia. Héctor su padre le había contado que aquel jinete fue Tomás Urbina, amigo y compadre de Pancho Villa. Habían peleado juntos antes y durante la Revolución Mexicana, que había muerto en 1915 y que era su bisabuelo. Ante la confusión infantil, el padre, con sus manos en los hombros del pequeño, le aclara: —¡Es el padre de tu abuelito Ramón, mi abuelo y bisabuelo tuyo!.

La madre como buena católica y maestra de educación básica, le había comentado que el bisabuelo en efecto había sido un revolucionario muy importante, pero que también en sus andanzas tomaría malas desiciones. Ávido de riquezas, había cometido algunas fechorías dándose a conocer como gran depredador de haciendas e iglesias en los pueblos que llegaba. Habían sido este tipo de pesos y contrapesos en el matrimonio de Héctor y Eva, los que habían contribuido en un balance de crianza de sus hijos.

El abuelo Ramón nacido en 1903 y admitido al cristianismo a través del bautismo con el padrinazgo de Francisco Villa, rondaba por los 12 años a la muerte de su padre, por lo cual es probable que se haya dado la relación padre-hijo, si acaso las vicisitudes de la época lo hubiesen permitido. El retrato del general Urbina, fue bastante atesorado por su hijo Ramón por lo que representaba, pero también porque seguramente le

Enlace matrimonial de Héctor Urbina Barraza y Eva Valenzuela Holguín Don Ramón Urbina García y sus hijos Jesús, Héctor y Raúl (5)

había sido heredada por su madre Felipa García. Ramón tuvo un medio-hermano menor que él, de nombre Polo Urbina Avila, y aunque residían en pueblos vecinos y mediaba entre ellos una distancia de 25 kilómetros, se visitaban con frecuencia y se veían con cariño, no obstante que eran de madre distinta.

El tío Polo era un tipo alto, ojiverde, de tez clara, escaso pelo, siempre de sombrero y botas. Era como el Tito Guizar de “Allá en el rancho grande”. Fredo desde su perspectiva infantil,

lo veía grandote, güero como gringo, como un vaquero que al arribar solo le faltaba desensillar y amarrar al cuaco.

Al fallecer Ramón en 1968, el tío Polo continuó visitando a la familia en el poblado minero de Santa Bárbara, por lo que Fredo varias veces lo vió sostener largas conversaciones con su padre recordando a Ramón y remembrando a Tomás. De aquellas pláticas, supo entonces que en un pequeño poblado de Durango llamado Las Nieves, había una tumba, una hacienda y bastante familia del bisabuelo.

Ramón Urbina y Sara Barraza (6)

En el retrato antiguo en blanco y negro, como de 45 centímetros de altura en un portarretrato oval de madera y cristal convexo, el General Tomás Urbina posaba de frente con su mostacho encerado, sombrero mejicano (7) de paja y una carrillera de cuero transversal sobre el pecho. Vestía pantalón y saco de tela oscura, con la diestra sujeta las riendas de un zaino lucero, manteniéndolo quieto. Colgada del fuste y atada a la montura una reata charra y, del estribo derecho apenas se asomaba una espuela.

Al verlo, Fredo identi có en el General, un aire familiar. Era su complexión y sus manos huesudas de venas gordas y palpitantes bajo la piel morena, idénticas a las de su padre.

Tomás Urbina decía al general Argumedo: pa’ mí el amigo más el, es mi caballo Lucero (8) El jinete era una representación el del revolucionario: “hombres que diestros para montar a caballo y el manejo de las armas, soportaban largas caminatas a lomo de los animales devorando las distancias, ya fuera cruzando las candentes arenas del desierto o escalando las heladas alturas de las montañas. Tenían la cara requemada y curtida por el sol y el viento, y las manos encallecidas. Hechos de cuerpo entero para el sufrimiento y las privaciones, por eso fueron invencibles y fueron capaces de destrozar un ejercito profesional organizado”. (9)

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Años más tarde, Fredo con 7 años y Xavi su hermano con 10, hicieron un viaje en autobús acompañando a su padre al poblado de Las Nieves, un viaje de poco mas de 100 kilómetros entre el sur de Chihuahua y el norte de Durango.

De allende conocieron familiares, visitaron por vez primera la tumba de Las Catarinas, la del cementerio y la casa que sirvió de cuartel a Tomás Urbina, que en ese entonces era utilizada como asentamiento de soldados del ejercito mexicano. La antigua casa donde el General Urbina había nacido, conservaba su fachada y torreones de adobes encalados, tal vez manufacturados por sus mismos familiares, adoberos de o cio.

DEL BANDOLERISMO A LA GUERRA CÍVIL

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stá todo ya dispuesto, la muerte tiene permiso.

Arrodillado a la fuerza, a la sombra de éste viejo árbol, con el cañón de un revólver en mi cabeza y el ejecutor amartillando, presto a jalar del gatillo.

Con la venia divina, el 18 de agosto de 1870 recibí la vida del vientre de María del Refugio y los apellidos de Juan Urbina y Agustina Reyes mis abuelos maternos. Mi padre un “desconocido” hijo de pudientes hacendados en el sureste de Chihuahua, se llamaba Leonardo Martínez (10). Yo sabía que era mi padre y él bien sabía que yo era su hijo, pues había visto un tiempo por mi madre y por mi, pero nunca me reconoció.

Al parecer mi madre habiendo prestado servicios domésticos en “una nca propiedad de la familia Martínez, en Las Nieves…tuvo un amorío con el joven Leonardo, quien poco después retornó a su natal Jiménez, Chih., donde heredó el rancho El Chacate.

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Leonardo Martínez,: El padre biológico (3)

De ahí creo que me viene el odio contra todo lo que tuviera que ver con el orden establecido: la autoridad que identi caba con el amo de la hacienda. Veía pues en los hacendados a aquel que me había engendrado y negado la oportunidad de ser un hombre socialmente reconocido”. (11) De origen mestizo por parte de la familia materna mis hermanos María de Cleotilde de Jesús; María del Pilar; Francisca quien murió muy pequeña de extraña enfermedad; María Juliana; Margarito; Juan y yo, heredamos sangre tarahumara. Nuestro padre lo fue el tío Sabino porque en habidas cuentas siempre había estado presente, cuantimás que Leonardo había desposado a la señora Teódula Barrón.

De chamaco me dediqué a labrar la tierra y cuidar del ganado, de joven fui peón de hacienda y luego caporal, adobero y ladrillero… y cuando no había trabajo, a salto de mata perseguido por la acordada, por “robar ganado de las haciendas cercanas, que luego vendía en las carnicerías de Parral y Santa Bárbara, Chihuahua. (3) Es así como en 1903, Pancho Villa y yo nos conocimos en San Bernardo, Dgo. Yo contaba con 33 años y Villa con 8 menos. Andábamos en lo mismo y junto con Eleuterio Soto nos “asociamos” en la venta de la carne que obteníamos de la matanza clandestina del ganado arrebatado a los hacendados, actuábamos en las cercanías de Chihuahua y cuando la cosa se ponía fea subíamos a la sierra Azul. (12)

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A partir de 1904 en la banda comandada por el charro Beltrán, estábamos Jesús Seáñez, Rosendo Gallardo, mi compadre Villa y yo, operábamos en toda en la región de Parral y Santa Bárbara, hasta Guanaceví, Durango donde teníamos fama de compartír lo robado con los pobres. (13). A causa de la actividad, a Gallardo primero y Seañez después les tocó “chupar faritos” y mas tarde Beltran, quien sólo y su alma, se batió como nadie frente a la acordada, pero pos no pudo con ellos y nalmente fue acribillado.

Desde nuestras andanzas en la sierra de La Goma habíamos construido una gran amistad que se fue haciendo cada vez mas fuerte debido a nuestro compadrazgo y también a ciertos acontecimientos sucedidos ya en nuestros tiempos como revolucionarios, de esos que suelen marcar la vida de los hombres, que me signi caron la entrada a “la cosa política” de la revolución y, que habrían de serme muy útiles dentro de la carrera revolucionaria y jar posturas ventajosas para la causa armada” (14) En el año ocho, Por rio Díaz anunció en el periódico, su intención de retirarse de la presidencia de la República, lo cual vino a motivar la carrera presidencial. Es a partir de este año cuando empieza a cambiar mi vida, mi compadre no se como había iniciado comunicación con un señor Abraham González, que pertenecía a un centro antirreleccionista allá en Chihuahua, a favor de las ideas de Don Pancho Madero y en contra del gobierno por rista.

Yo no entendía muy bien las razones por las cuales políticos como González y Madero quisieran ser vistos y ligados a unos bandoleros como nosotros, sobre todo por que Madero con el clamor en contra de la reelección” (15), buscaba ser el Presidente de México.

A partir de entonces abrazamos la causa maderista aunque en veces y hasta el verano de 1910 seguimos operando en la banda.

Madero perdió la elección frente a Por rio Díaz, declarando fraude y desconociendo el gobierno por rista, se va a San Antonio, Texas desde donde continua la lucha.

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Para esas fechas corrió muy fuerte el rumor de que el compadre había muerto en Parral, yo como muchos lo dimos por cierto, dispersé la tropa y me fui a Valle de Allende. Luego me enteré que en su huída, mi compadre se había refugiado en Satevó, de donde me envió mensaje el 10 de noviembre re riendo las proclamas maderistas e invitándome a entrarle al refuego. Nace así, el brazo armado de la Revolución.

Por rio Díaz no nos tomó muy en serio, creía que el movimiento armado era de solo unos cuantos revoltosos en una pequeña área del estado de Chihuahua. Pero como el miedo no anda en burro, nos mandó una comisión paci sta encabezada por el Gobernador de Chihuahua.

Las pláticas se dieron apenas iniciado el mes de diciembre en San Andrés, estando por parte de los insurrectos mi compadre, yo y otros cuatro. Ahí, entregamos nuestras peticiones, destacando entre otras cosas la formación de una comisión… para arreglar la paz y poner n a los con ictos armados. Los tratados preliminares no rindieron los frutos deseados para el viejo Don Por rio, siendo por lo mismo, un rotundo fracaso.

Madero, pensando quizá en su retorno a México, desde los Estados Unidos, llama a todos los ciudadanos de la República a tomar las armas con el propósito de arrojar del poder a las autoridades . (16) El ingreso de Madero al país en 1911, para encabezar en persona la rebelión y el levantamiento de Zapata en Morelos, a mi humilde parecer, hicieron mas fuerte el movimiento; pero seguro que fueron las victorias en Torreón y en Ciudad Juárez, que hacen renunciar a Por rio Díaz y elegir a Francisco I. Madero como Presidente de México.

Yo no combatí ahí, poco antes de lo de Ciudad Juárez había logrado apoderarme pací camente de Valle de Allende y posteriormente con hostilidades, de los partidos de Indé y el Oro. Fíjense ustedes, hasta este momento todos éramos maderistas y aunque no lo crean, Pascual Orozco y Victoriano Huerta lo eran, y por supuesto Venustiano Carranza que era ministro de guerra y marina en el gabinete maderista, también.

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Al consolidarse el gobierno de Madero la mayoría de las tropas fueron licenciadas buscando la paci cación del país pero el miserable pago a los licenciados, la persecución de que algunos de ellos fueron objeto en sus lugares de origen y otras inconformidades, tuvieron un efecto contrario. Es por

esto, que en agosto 10, envié carta a Abraham Gonzalez solicitándole su intervención ante el Presidente Madero, en los siguientes términos:

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“Tengo el gusto de acompañar a Ud. una lista de varios soldados del Estado de Durango que trabajaron conmigo durante todo el tiempo de la Revolución o más bien dicho, gran parte de la Revolución y conforme a las ordenes superiores fueron dados de baja y liquidados en Jiménez durante la segunda quincena de junio y volver a sus hogares, con la sana intención de dedicarse al trabajo, los han perseguido brutalmente varias autoridades de Durango. Como Ud. Comprenderá, debido a la Revolución en todas partes en que operamos nos contrajimos muchas enemistades, ven virtud de habernos provisto de fondos, mercancías y caballos para la subsistencia de nuestra tropa y en virtud de estar autorizados por el Plan de San Luis Potosí; pero como en el estado de Durango predomina el elemento antiguo, o sea el caciquismo y la in uencia de los cientí cos, son a estos a lo que obedecen las persecuciones injustas que sufren actualmente nuestros hermanos; por lo mismo, han recurrido a mi los individuos que forman la lista que adjunto, para evitar el derramamiento de sangre que sería perjudicial a nuestros hermanos y a la causa de la República. En tal virtud, suplicamos a Ud. se sirva interponer sus in uencias ante el Primer Magistrado de la Nación, a n de que se liberen las ordenes respectivas al Gobernador de Durango y a las demás autoridades militares para que no sean molestados en ninguna manera a ninguno de nuestros repetidos hermanos , en la inteligencia de que si no es atendida nuestra respetuosa súplica, indudablemente nos veremos obligados por la fuerza”. (17).

Zapata al poco tiempo se inconforma con el gobierno del Presidente Madero pues a su parecer, este no entendió que la tierra debiera ser de quien la trabaja. De igual forma se le subleva Pascual Orozco” (18). Pero a este “jijodelmaíz“ si había que atorarlo porque quería sitiar la ciudad de México y derrocar al Presidente Madero.

Así que retomamos las armas, mis tropas y las de mi compadre bajo las ordenes de Victoriano Huerta que había sido designado por el propio Madero para hacerse cargo de la defensa. Enfrentamos “colorados” varias veces hasta derrotarlos. En lo particular mis tropas salieron victoriosas sobre las tropas de Orozco en Tlahualilo, Dgo., y por lo cual se me otorga el grado de Coronel.

Urbina, el Coronel (19)

Entre el compadre y Huerta había enemistades y pretextando insubordinación Huerta lo manda fusilar, sin embargo, hubo contraorden de Madero mandándolo en calidad de preso a Lecumberri. Estoy seguro que para el Presidente era necesario mantenerlo preso y evitar que se convirtiera en el centro del campesinado del norte, no

obstante logra fugarse de la prisión, antes de que terminara el año 12 y se fue pa´ los Estado Unidos.

Venustiano Carranza Gobernador de Coahuila había advertido a sus homólogos de Sonora, José María Maytorena y de Chihuahua Abraham González, sobre la eventualidad de movilizarse para defender el gobierno de Madero (20). Huerta por su parte conspiró contra Madero, lo mandó a ejecutar y se autoproclamó Presidente de México.

Al poco tiempo Carranza proclama el mani esto Plan de Guadalupe, negando la autoridad del gobierno usurpador y se n o m b r a b a a s í m i s m o Pr i m e r J e f e d e l E j é r c i t o Constitucionalista buscando la obediencia a la Constitución y la restauración del orden alterado. Fue entonces que su llamado a la rebelión contra Huerta, nos convenció, nos sumamos de nuevo a la lucha y pusimos el brazo armado a la ordenes de la Revolución Constitucionalista.

Otro de esos importantes acontecimientos sucedió en septiembre del año 13 en Lerdo, Durango en la hacienda de la Loma donde, Generales y Coroneles, nos juntamos para decidir sobre un mando común de todas las fuerzas. La decisión estaba entre mi compadre Villa, Calixto Contreras o yo pero nalmente tomamos la decisión de otorgarle el mando único del ejército de la División del Norte al General Villa, quedando como generales de la Brigada Morelos un servidor y de la Brigada Benito Juárez, Maclovio Herrera.

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La División del Norte inicia con una fuerza de diez mil hombres con una estructura y un nivel militar mas elevado, con servicio médico, infraestructura del ferrocarril, y se procuró dotar a cada soldado con una cabalgadura. (12). La primera misión fue atacar Torreón, refugio de militares huertistas entre los que se encontraba Benjamín Argumedo, logrando tomar la ciudad el primero de octubre de ese mismo año

General Brigadier. (21)

Por encomienda de Venustiano Carranza, el General Villa se convierte en Gobernador del Estado de Chihuahua por unas cuantas semanas, siendo el mismo Carranza quien le pidió entregarle el encargo a Manuel Chao. (22)

Urbina y Villa en Chihuahua. Entre 1913 y 1914. (23)

Mi compadre y yo habíamos librado muchas batallas juntos, compartimos victorias pero también la amarga experiencia de la derrota. Batallas sucedidas en el año 14, que son difíciles de

olvidar: las previas a la Segunda Toma de Torreón y la sangrienta Batalla de Zacatecas, en las que logramos salir victoriosos gracias a la coordinación de miles de hombre.

En marzo de ese año, había partido de Chihuahua hacia Torreón una caravana de 15 trenes con 6500 hombres, artillería y caballada. Trenes de exploración y reparación de puentes y vías; y trenes hospital con médicos, enfermeros y camilleros. El plan era envolver Torreón desde distintos rumbos y en perfecta coordinación.

Al mismo tiempo, salía con mis tropas de Las Nieves, para atacar Mapimí y de ahí a Bermejillo donde nos encontraríamos con el grueso de la División. En pocos días la caravana de trenes arribaría a la estación del Vergel muy cerquita de Gómez Palacio donde desembarcó la caballería para aprestarse a la batalla.

Mi general Ángeles había intentado ya tomar el cerro de la Pila pero estaba muy bien resguardado por 500 federales. Con poco parque, granadas defectuosas y, sin “el niño y el chavalito” que se habían quedado en las plataformas del tren, poco pudo hacer.

El 25 de marzo por la noche, dos mil hombres muy bien escogiditos al mando de José Rodríguez, Maclovio Herrera y un servidor nos echamos sobre el cerro de la Pila apoyados fuertemente por tropas de Villa con acciones del centro y extrema derecha.

En la oscuridad, el fuego de bombas y granadas de ambos bandos se acercaban, alumbrando en todo momento el cerro.

Los federales, con mucha pericia y valor al principio rechazaron nuestros ataques pero al siguiente día pudimos apoderamos de dos de sus fortines y en pocas horas tuvieron que abandonar Gómez Palacio.

De inmediato, por distintos rumbos avanzamos sobre Torreón: mi Brigada y la de Toribio Ortega avanzamos por el centro hacia el cerro de Santa Rosa logrando poner en retirada

a las fuerzas federales; por la derecha las tropas de Calixto Contreras conquistaron el cañón del Huarache desbaratando la defensa del cerro de la Cruz, las fuerzas de Villa que esperaban en la margen del río Nazas cruzaron el rio seco e iniciaron combate en Paloma Azul y por la izquierda las de Maclovio Herrera lograron apoderarse de la alameda.

El 2 de abril ya caída la noche, un lejano ladrerío se escuchó por el camino a Matamoros, perros de los alrededores daban cuenta de que las tropas federales, abandonaban Torreón (11).

Al día siguiente, muy temprano, entrábamos a Torreón en medio de la aclamación de la gente pues habíamos derrotado a Huerta y sus “pelones”. A pero como batallamos para arrebatarles sus posiciones que tenían muy bien resguardadas.

Pero la mas sangrienta de todas las batallas sin duda lo fue la de Zacatecas donde miles de hombres comandados por mi compadre Villa, Felipe Ángeles, Pán lo Natera y un servidor, bajo el mando del Jefe del Ejercito Constitucionalista Venustiano Carranza, emprendimos la Toma de la ciudad.

“Elegí Estación Calera como punto de concentración, no quería acercarme demasiado porque aunque no las tenía muy claramente identi cadas sabía yo que las defensas federales de Zacatecas eran muy potentes” (24).

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“En ese momento, Zacatecas era la última defensa militar de la dictadura y la última barrera con la que Huerta pensaba contener el avance revolucionario hacia el sur e impedir la toma de la Ciudad de México. Pán lo había intentado tomar Zacatecas varias veces sin éxito por lo que la División del Norte avanzó en tren con 105 vagones, desde Torreón hacia aquella ciudad. Después de varios días de organización la batalla fue el 23 de junio, la División del Norte atacó al ejército federal instalado en La Bufa y todas las cumbres aledañas a la barranca que rodean la ciudad, tales como los cerros de La Virgen, del Padre y del Grillo”(25).

“Al disparo de un cañón como lo tenían de acuerdo, empezó duro el combate lado derecho e izquierdo Le toco atacar La Bufa a Villa, Urbina y Natera por allí tenían que verse lo bueno de su bandera”(26) Cerro a cerro ganamos posiciones a los federales: la Sierpe, Loreto y el Cerro Gris. Faltaban nomás los cerros de La Bufa y El Grillo donde se concentraron los fuegos: La Bufa por mis tropa y la de Ángeles y El Grillo por la tropa comandada por mi compadre.

Fue una batalla, como les decía, bastante sangrienta, “tomamos los cerros e izamos la bandera de la División del Norte, empezaba a caer la tarde cuando las fuerzas federales bajaron de La Bufa y emprendieron la huida hacia Guadalupe, donde eran esperados y acribillados por la gente de Pán lo Natera. Creo que ésa fue la gran batalla de la Revolución Mexicana, ninguna otra fue pensada, proyectada y planeada con tanta meticulosidad y organización” (20), no obstante, murieron más de 5 mil valientes.

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Mural “La Toma de Zacatecas”. (27)

¡Qué caray! desde entonces y por un buen de tiempo rondaron por mi cabeza aquellas escenas en los cerros, caminos y calles tanto de Gómez Palacio como de Torreón y de Zacatecas. Montones de cuerpos insepultos de hombres y caballada, que a pesar de lo frío del ambiente, en poco tiempo se percibía el putrefacto olor de la muerte por lo que se ordenaba la incineración de cadáveres con petróleo.

Pero como ya se los comenté también, compartimos el amargo sabor de las derrotas. Recuerdo que allá, en Estación Tr i n i d a d , G t o . , e n t re m a y o y j u n i o d e 1 9 1 5 , l o s constitucionalistas, después de 39 días de combate, nos derrotaron. En ese entonces, muy cerca de ahí, en Santa Ana del Conde, Alvaro Obregón, perdería el brazo derecho a causa de granadas enemigas.

No menos importante fue lo acontecido en Aguascalientes en ese mismo año, cuando participamos de algunas reuniones de la disque Soberana Convención, de inicio con pocas probabilidades de éxito por tantos intereses en juego, incluyendo los internacionales. Fue la asamblea política más auténtica y democrática por su representatividad. y Las fuerzas de la convención estuvo formada principalmente por la División del Norte dirigida por Villa y por el movimiento agrarista, por Zapata. Mi compadre, había delegado para los asuntos de la convención a diferentes generales de brigada por lo cual, ahí estuvimos presentes Felipe Ángeles, Manuel Chao, Rodolfo Fierro y yo.

“Se había dado la dichosa convención cuando todavía no se disipaba el estruendo levantado por las batallas de Zacatecas.

Venustiano Carranza fue quien convocó a los jefes revolucionarios y gobernadores a la Ciudad de México, donde acudieron mas de 100 delegados y caudillos. Luego en un terreno neutral como Aguascalientes por todo un mes y posteriormente en San Luis Potosí. Ahí se desarrollaron las más importantes discusiones como un ejercicio democrático y un primer esfuerzo para traducir la Revolución en Constitución.

Entre los acuerdos más importantes que la Convención tomó

Álvaro Obregón con una gran capacidad de manipulación, cinismo y engaño, quien se la había pasado haciendo grilla entre carrancistas, villistas y zapatistas, compró una bandera nacional a la que mandó bordar alrededor del Escudo Nacional: “Convención Militar de Aguascalientes, Ejército Constitucionalista”, bandera en la que él mismo propuso que se rmara y ante ella juraran cumplir los acuerdos de la Convención. La rmaron sobre el color blanco: Obregón, Felipe Ángeles, Eulalio Gutiérrez, Raúl Madero, Roque González, Rafael Buelna, Gregorio Osuna –representante del hermano de Carranza-, Eduardo Hay, y por el mismísimo Pancho Villa, entre muchos otros revolucionarios. A pesar de rmar, aquel que compró la bandera, no cumplió el compromiso ni hizo valer su juramento”. (28).

El mandato no satisface a Carranza, no lo acepta, mucho menos lo acata.

Después de la Convención, 60 mil villistas y zapatistas, comandados por los respectivos jefes, entramos a la ciudad de México el 6 de diciembre. Adelante del contingente Villa, Zapata, Fierro y un servidor al frente del Ejercito Libertador del Sur, más atrás mi general Ángeles al frente de nuestro ejercito de la División del Norte.

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Carranza y sus seguidores habían huido hacia Veracruz ante un posible enfrentamiento con ambos ejércitos. ¡Ya no estábamos pues a las ordenes de Don Venustiano, pero no signi caba que la guerra había terminado..

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en Aguascalientes fueron, la declaración de la soberanía nacional, la adopción en lo general del Plan de Ayala de Emiliano Zapata, la designación del villista Eulalio Gutiérrez Ortíz como Presidente provisional de la República, el cese de Venustiano Carranza como Primer Jefe del ejército constitucionalista y el cese del general Francisco Villa como jefe de la División del Norte.

Villa y Urbina en la Convención de Aguascalientes. Oct. 1914 (29)

Antirreleccionistas consumados muy serios en veces y otras no tanto. Mi compadre con frecuencia tenía actitudes infantiles, a mi parecer, como cuando se juntaron el Norte y el Sur en el centro del país: Zapata con el Ejercito Libertador del Sur y la División del Norte de Villa. Habíamos desayunado mole con guajolote, tamales y frijoles con epazote en Xochimilco donde Zapata cedió a Villa la cabecera de la mesa. De ahí des lamos los 60 mil hombres por las calles de la capital hacia Palacio Nacional (30).

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En Palacio, fue, donde el compadre se sentó en la silla presidencial nomás para ver que se sentía, no sin antes, como para devolver la cortesía en Xochimilco, se la ofreció a Zapata pero éste no quiso diciendo que la silla convertía a los hombres buenos en malos. Yo a la derecha de mi compadre Villa; Montaño a la izquierda de Zapata y Fierro de pie (31).

Muy serios todos menos mi compadre que sonrió por su travesura en la silla del poder. !Ni imaginábamos siquiera que en menos de 10 años los cinco estaríamos muertos!. El niño detrás de Zapata también sonrió, Otilio, portaba su trapo apretado en la cabeza por las jaquecas que frecuentemente padecía y la mujer muy seria ella, detrás del compadre, era la maestra Dolores Jiménez y Muro, luchadora social y coronela zapatista

Urbina, Villa, Zapata y Montaño. Fierro (de pie). Dic. 1914. (32)

Urbina y Villa en el Bosque de Chapultepec. Dic. 1914. (33)

Villistas y zapatistas des lan en la Ciudad de México. Dic. 1914. (34)

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Urbina con salacot inglés, Zapata con sombrero charro, Villa con gorra divisionaria y Fierro con sombrero de tres pedradas. Dic. 1914 (35)

ENCUENTRO CON JOHN REED

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or ahí de mediados del año 14 conocí a un tal “Yon Rid”, un periodista gringo que había cruzado de Presidio a Ojinaga para escribir sobre la Revolución. Lo había llevado a Las Nieves un comerciante árabe que iba pá Parral.

Ahí en la casa, me encontró con un grupo de hombres parados unos y otros recostados alrededor de un pozo en el centro del patio. Estaba sentado entre ellos, en un sillón roto de mimbre, alimentando con tortillas a un venado manso y a una oveja negra coja… y uno de los peones vaciaba de un saco de lona, cartuchos máuser. ¡Ni tan ancho, mister! (36) El mister, como mis muchachos le decían, se me acercó y al momento de darnos la mano me dijo que quería ir al campo de batalla conmigo. Me muestra sus papeles y pos como yo nunca aprendí a leer me daba igual.

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Me describió como un hombre ancho, de mediana estatura, tez caoba, con una barba negra, esparcida hasta los pómulos que no oculta la ancha y na boca inexpresiva, las amplias aletas de su nariz y los brillantes, pequeños y voluntariosos ojos de animal. Todo eso dijo ¡Ah que Mister!.

Estuvo unos días ahí conmigo y con su cámara me hizo la merced de tomarme unas fotografías, pero él quería irse pá Chihuahua y encontrarse con mi compadre Villa. A pesar que le ofrecí cigarrillos, sotol, coñac, pistola, caballo, dinero y, hasta mujer, no le convencí que se quedara más tiempo.

Entre nuestra gente era muy conocido el enojo contra la iglesia y hacia los curas. De ello el mister se dió cuenta por las palabras en las propias bocas de la tropa: En las Nieves, en casa de Don Jesús el administrador.

— ¡Curas sinvergüenzas, vienen cuando uno está tan pobre y se llevan el diezmo!…¡Dios no come!, ¡lo curas engordan a nuestra costa!

En Torreón de Cañas donde la tropa pasó la noche, el cura de la iglesia presidió la cena y le habían traído platillos selectos… nosotros tomamos sotol y aguamiel mientras el cura vaciaba toda una botella de anís…habló sobre las virtudes del confesionario, en especial lo referente a las jovencitas e hizo comprender que poseía ciertos derechos feudales sobre las nuevas novias.

—¡Sé que el muy cochino... y mi hermana ...! ¡La Revolución tendrá algo que ajustar con estos curas!, comentó un valiente entre los miembros de la tropa.

— Casarse es muy costoso, seis pesos nomás pa’l cura. Aquí cuando un hombre y una mujer se enamoran, vuelan el uno y el otro sin las formalidades del cortejo, y cuando se cansan uno del otro, simplemente se separan.”(37), dijo otro.

Pese a ello, toca decir que me matrimonié dos veces, la primera vez a los 26 y luego a los 38 años. Reconozco que por andariego, montañez y revolucionario fui en el amor una ave de paso. Y es por esto que me cae una turbulencia de rostros de algunas señoras con las que compartí vida.

Pude volver a ver a Juana, a Felipa, a Francisca y a María.

Ellas cuatro nomás y en ese orden, ¡por algo será!, me dije.

Como era natural, tuve chiplayates con ellas y seguramente con otras mujeres, porque “además del gusto de montar potros, lazar bestias y tomar sotol o aguardiente pá las riumas, gustaba de adormecerme entrelazado en los cabellos negros de alguna señora” . (38).

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Al morir, dejo algunos chamacos y otros ya más creciditos, casi hombres como el soldado Panchito con tan solo 11 años de edad que apenas podía el ri e y solo con ayuda podía montar a caballo, o como su compadre Victoriano de 14 años que ya era todo un veterano de guerra. (37)

RECUENTO DE LOS DAÑOS

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iren ustedes, dicen que nadie es totalmente malo ni absolutamente bueno, que por consiguiente, nuestro actuar es según las mismas circunstancias de uno.

Después de los encontronazos de más de setenta días en El Ébano donde fuimos derrotados por el ejercito constitucionalista de Jacinto Treviño, sucedió que me encontraba en Las Nieves con solo mi estado mayor, cuando fuimos atacados por mi compadre Villa y doce de sus hombres entre los cuales estaba Rodolfo Fierro. Habían viajado de noche y en completo sigilo con el objetivo de sorprendernos antes del amanecer. ¡Vaya que lo lograron!.

Mi compadre Villa alguna vez dijo: “He aprendido a hacer las cosas en silencio y se me ha formado el hábito de atacar a mis enemigos por sorpresa” (39), y yo pues la verdad no tenía ni la mínima sospecha de que me atacaría, menos que me consideraba su enemigo.

El pensaba que le había traicionado dejándome ganar en “El Ébano” y de favorecer a Carranza. ¡Paparruchas de Fierro! ¡Puras ideas que venía metiéndole a mi compadre!.

— Tu compadre se hizo pendejo en la batalla del Ébano, Pancho.

— No Fierro. Yo creo que ahí fue pendejada de Petronilo Hernández.

— ¡Pendejada ni madres, Pancho!. Se dejó ganar (40).

Se consumó la sorpresa y se armó la balacera. En minutos los hombres de Villa controlaron a los pocos “plateados” aún borrachos por la esta de la noche anterior. Esta vez, la devoción que siempre profesé al Santo Niño de Atocha no me valió, ni tampoco tuvieron efecto los diarios rezos de mi madre para que el Santo Niñito me cuidara.

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A causa del tiroteo me hirieron en el brazo derecho, “partiéndome completamente el antebrazo... Tenía otro balazo en el costado y no pudiendo ya disparar, me rendí”(40).

Mi compadre dudó, no estaba absolutamente convencido respecto a la supuesta traición. “Nos encontramos en el zaguán, no pudiendo ambos más que estrecharnos en un prolongado abrazo… le protesté mi lealtad aclarándole que si había abierto el fuego fue debido a un error, pues creí que se trata de una partida de carrancistas, de las fuerzas de los hermanos Arrieta. Luego de una larga plática que sostuvimos, en la que prevaleció nuestra amistad y el cariño fraternal, nos abrazamos y fue el caso que después de haber convenido que saliera con dirección a Chihuahua, para que de allí se me prodigaran los cuidados que mis heridas requerían, fui conducido hacia Parral en un automóvil, escoltado por Martín López y cuatro muchachos de la escolta de mi compadre.

Fierro, Seáñez, Javiercito y Nicolás, dijeron a mi compadre que yo les había dirigido una serie de amenazas, amagándolos que pronto acabaría con todos así tuviera que matarlos uno por uno.

Fierro supo, lo que tenía que hacer a la voz de, ¡está bien Fierro, dirigete a interceptar el auto y dispón de Urbina como mejor te parezca!” (40).

Ha de haber emergido en él, el coraje que me tenía guardadito de un tiempo para acá. Encantado, a galope “hecho la mocha”, nos dio alcance y aprovechó la oportunidad que nalmente le brindó la vida. Ahí, en el camino a las Catarinas, diez kilómetros antes de llegar a Villa Ocampo, me apeó del coche y me arrodilló junto a un árbol frondoso. Por su libre albedrío, sin miramiento alguno y para darse el gusto (42), me asestó un tiro en la nuca.

“Caí en un profundo sueño. Tan profundo como aquel, cuando los rurales queriendo aprendernos, habían emprendido encarnizada persecución de una semana.

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Todo aquel tiempo, apenas si habíamos probado el sueño o el descanso y eso intermitentemente, por minutos…

Finalmente, una mañana nos creímos seguros… desensillamos, echamos grano a los caballos y nos dispusimos a dormir.

Haríamos turnos de dos horas, primero yo dormiría y mi compadre Villa vigilaría. Desperté muchas horas después en un lugar distinto y con la cara negra de polvo y congestionada.

Vi que mi compadre Villa dormía tumbado en el suelo y me dormí de nuevo” (43). ¡Siempre fui de sueño muuuuy pesado!.

Pero, este sueño de ahora es mucho más profundo que aquel. Como en aquella ocasión, volví a escuchar los gritos de mi compadre Villa: —“¡Compadre, compadre! ¡Despiértese, que ya vienen! ¡Despiértese, compadre, que ya están allí los rurales!…”(43).

Yo escuchaba muy lejos sus gritos pero no podía despertar… de hecho ya no desperté.

Es el sueño más profundo que he tenido… es el sueño eterno. ¡Cosas de la vida!, instantes previos que la bala atraviese mi cabeza me dije: ¡Con una chingada!, había conocido a Fierro dos años atrás por que quería enrolarse como “plateado” y había sido yo quien lo llevó ante mi compadre, quien lo integró a sus fuerzas.

Desde entonces, ¡este cabrón está en la Revolución!. No se separaba de mi compadre, quería ser su mano derecha y su único amigo. Por eso me agarró tirria, por eso era el pleito. Así mero eran las cosas, pero el sentir de Fierrito, era muy bien correspondido.

Una visión me confortó provocándome la última y maliciosa sonrisa. Al poco tiempo, un Fierro soberbio con los labios azulados de as xia me daba alcance de nuevo, pero esta vez, en el camino que según creo nos lleva al mismísimo in erno. ¡Pá donde mas, si no!.

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El que a hierro mata a hierro muere se había cumplido en mí, por su parte, Fierro sería su propio hierro. Creyéndose capaz de cruzar las aguas pantanosas de una laguna en Casas Grandes, él y su caballo se hundieron. Parado sobre la montura de su caballo pedia le arrojaran cuerdas, pero los hombres que

le acompañaban no pudieron o, según cuentan, no quisieron salvarlo, y ahí terminó. ¡Pobre Fierro!, la verdad es que su vida fue muy triste, empezó a morir con la muerte de parto de su esposa y la pequeña hija de ambos y cuando empezaba a construir nuevamente familia, su segunda mujer muere también, y mas adelante los dos niñitos de ambos.

Así las cosas, yo había sido su padrino en la Revolución y él, mi carnicero y sepulturero porque sucedió entonces que se dió el tiempo y el placer para enterrarme a un lado del camino.

Los últimos días

(44)

Mis hombres contaron, “que al general Villa le había sorprendido mucho la noticia de mi muerte, pero todos supieron que Fierro le dijo que me estaba volteando y que realmente el había tenido que intervenir a balazos, además, y como ya estaba muy herido, yo mismo le había solicitado que me terminara.

Llegaron mis tropas a Parral… todo fue espantoso, andaban tan enojados, las caras las tenían desencajadas de coraje. Por

todos lados iban y venían, preguntaban, tenían la esperanza de que yo apareciera . No creían que estuviera muerto. Nadie lo sabía, mas bien lo adivinaron.

— Son mentiras las que dicen del Chapo Urbina. El Chapo era buen hombre de la revoluci n. ¡Ni lo conoc an estos “curros” que hoy tratan de colgarle santos!” (38).

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Muchos causamos baja por las balas pero Fierro que se ahogó, Don Porfirio y Pánfilo que mueren de viejos, Toribio por tifoidea y Huerta de cirrosis por borracho, escaparon de la máxima de morir por el mismo hierro que mataron. Finalmente me tocó ser del mas del millón de muertos, que dejara la revolución entre 1910 y 1917.

PEOR QUE LA MUERTE, ES EL OLVIDO

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n ese camino a Catarinas estuve por muchos años, igualito que mi compadre en la tumba que tendrá en Parral, aquel lugar que le gustaba hasta pa´ morirse. “Solo y el canto de jilgueros y cenzontles… solo y las hojas secas que ofrenda el vendaval”. (45) Primero tan solo tres piedras señalaron mi sepulcro, luego alguien me dispensó un losa en cantera con una leyenda a manera de sentida plegaria para los andantes de esos caminos.: “REZAD UN PADRE NUESTRO Y UN AVE MARÍA POR EL ALMA DEL GENERAL TOMÁS URBINA”. (40)

La tumba solitaria en Las Catarinas (46)

De ahí me llevaron al cementerio de Las Nieves. Me encontraron en los purititos huesos, entre-terrados y en cuclillas, como si me hubieran solamente acomodado o dejado caer en una fosa del tamaño mínimo necesario. Mi craneo además del agujero de bala, tenía restos de cabello rojizo que al contacto con el aire y por la brisa proveniente del monte, se desprendió, emprendiendo su propio viaje hacia el pueblo (47).

Mi sepulcro en Las Nieves como epita o dice: “EL SEÑOR GENERAL TOMAS URBINA FALLECIÓ EL 5 DE SEPTIEMBRE DE 1915. SU ESPOSA Y SU HIJO DEDICAN ESTE RECUERDO”. (40) Y de ahí me volvieron a sacar para llevarme, quesque por ilustre, al Panteón de Oriente de Durango, lugar preciso donde reposo hasta ahora. Oiganme bien lo que les voy a decir, 1870 es el año de mi nacimiento (48), no 1877 como dice la placa en mi nicho.

Rotonda de Hombres Ilustres en Durango (49)

Uno como muerto tiene mucho tiempo para pensar, mas si, se es alma en pena, pues ahí tienen ustedes que me han visto rondar con mi caballo lucero, allá por Las Nieves y sus alrededores. Tengo el gran pendiente de decir a la descendencia los sitios exactos de mis tesoros.

Les cuento pues que entre recriminaciones mutuas, abrazos y lagrimas, en nuestro último encuentro le entregué a mi compadre, dólares, oro y alhajas en cantidad considerable (50), de aquello recabado durante la Toma de Durango, pero luego, cuando me fui a curar, ordenó buscar mas en la casa de la que sacaron seis costales de yute llenos de dólares.

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Parece que mi viuda María abandonó la casa con dos maletas llenas de joyas y se refugió en Estados Unidos. Luego informó al gobierno carrancista sobre unos “entierros”, a cambio de la mitad de lo que encontraran. De una zanja frente al cuarto de máquinas, los sacaron el 3 abril del año 16 sin

especificar que encontraron y de que valor, menos le entregaron a María la parte pactada. Otra parte fue encontrado y denunciado por Nicolás Barbosa, administrador de una hacienda allá por Rosario.

Dicen que llegué acumular como seis millones de pesos en barras de oro y plata, dinero y objetos de arte. ¡Me lleva la que me trajo, nadie sabe pa´ quien trabaja!. Nada que ver con los cien pesos oro que el gobierno me había entregado durante el licenciamiento de las tropas, como una gratificación por los años de servicio a la patria. ¡Y eso porque era Jefe!.

Lo otro, se encuentra en una de las tantas cuevas que hay en la sierra duranguense. A ese lugar bastante intrincado pero que se podía llegar a caballo, me hacía acompañar de uno o dos jinetes en largas travesías por la noche.

Herrada la caballada y cargadas muy bien las mulas llevamos a la cueva poco más de quince cajas repletas de monedas de oro.

Cuentan que ya clareaba cuando yo regresaba a la hacienda pero de mis acompañantes nunca se volvía a saber nada. ¡Ah pero que carajo, eso cuentan, seguiré penando pues!

EN PRO DE HUELLAS DE UN CAMINO CORTO

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urante su juventud y ya en la mayoría de edad, Fredo mantuvo la fascinación hacia su antepasado y como lo había hecho su padre, no perdía oportunidad de allegarse información sobre él. A pesar de los tantos desencuentros y desacuerdos , lo comprendía, sin justi car su actuar. Asumir el rol de defensor o de scal no le era permitido, ello es complejo cuando se involucra la consanguinidad.

Así fue como caen en sus manos, por vez primera, las crónicas del “México Insurgente” de John Reed, donde este narra que durante su estancia en Las Nieves, habría tomado varias fotografías al General Urbina montando tres diferentes caballos. Fredo llegó a pensar en la posibilidad de que una copia de éstas, pudiera ser aquella que colgaba en casa de los abuelos.

Sin embargo al adentrarse en la lectura se percata de lo errado de su creencia, cuando Reed, da cuenta de su huída durante la batalla en Mapimí entre plateados de Urbina y colorados de Orozco, batalla acontecida en la hacienda La Cadena y sus alrrededores.

En su atropellada carrera entre matorrales y gatuños, entre balas perdidas y no perdidas, la cámara se le enreda a Reed entre las piernas y la tira.

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Gracias a las crónicas de Reed, en una de las visitas a Las Nieves, con Paty su esposa, Gabriel, Freddy, Alex y Liliana, los cuatro hijos, Fredo, pudo ubicar entre la maleza y los maguelles del patio junto a lo que parece fue un pozo, a un costado de lavadores de piedra y concreto, el sitio exacto donde Reed vió por vez primera al General sentado en aquel sillón roto de mimbre.

Ex-Hacienda de “Las Nieves”. (51)

Placa exterior en la casona. (51)

Del retrato antiguo en la casa del abuelo Ramón, se desconoce su paradero. Fredo no ha tenido éxito en ubicarla en el entorno familiar ni en las super carreteras de la información a pesar del abundante material fotográ co disponible, por lo cual, encargó un óleo de su pariente revolucionario El retratista tomó el rostro de una fotografía como Jefe de la Brigada Morelos donde Urbina porta traje y gorra divisionaria, la imagen montando a su caballo lucero en el Bosque de Chapultepec de la capital de la República y como fondo, los agrestes cerros que circundan al poblado de Las Nieves y la fachada de la otrora nca de “imponente cuadrado de paredes blancas con torreones en las esquinas y puerta de hierro con clavos de adorno”. (38)

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Historia y Arte: El General en Las Nieves (52)

EPÍLOGO

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onstruir una identidad y visión del futuro a partir del presente y de nuestros nexos con el pasado nos hace seres humanos mas críticos.

Sin duda que algún bene cio debemos obtener el saber de nuestro origen, simplemente porque nos aporta a un reconocimiento individual y al de la genética heredada, pero también por el bene cio de indagar en la historia misma para no ser víctima de condena por alguna repetición.

Urbina, Villa y Zapata. ¡No es lo mismo, pero es igual! (53)

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Sin duda ha sido, un ejercicio retrospectivo e introspectivo persé, que permite conocernos bien a nosotros mismos para saber cuales son nuestros defectos y sobre todo, cuales nuestras virtudes con que haremos de este mundo un mejor lugar. Soy un convencido de que: “Un pueblo que carece del conocimiento del pasado es un pueblo sin aspiración y sin proyecto de desarrollo social”. Vox populi, vox Dei.

REFERENCIAS 1. Urbina, A. (2021). Portada, composición del retrato antiguo, motivo del ensayo.

2. Torre-Pérez, Arturo de la, & Rodríguez-Paz, Carlos Agustín. La Batalla de El Ébano, descripción de los logros de la tecnología médica, quirúrgica y sanitaria en la Revolución Mexicana. Cirujano general, 40(4), 286-290.

Recuperado el 07/01/2020, en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php? script=sci_arttext&pid=S1405-00992018000400286 3. Mendoza, R. (2015). Fotografía en Bandoleros y Rebeldes: Historia del Forajido Doroteo Arango (1878-1911). (2a. Edición). CreatesSpace Independent Publishing Plataform.

4. Reidezel Mendoza. María Esparza, mujer de Tomás Urbina relata.

Recuperado el 04/09/2020, en: https://twitter.com/ReidezelM/status/ 1301929427467599872.

5. Del álbum familiar Urbina Valenzuela: Boda de Héctor Urbina Barraza y Eva Valenzuela Holguín. Presentes, Don Ramón Urbina García con sus hijos Jesús, Héctor y Raúl de apellidos Urbina Barraza. La niña es Sara Urbina Delgado, paje e hija de Raúl.

6. Del álbum familiar Urbina Barraza: Don Ramón Urbina García y su esposa Sara Barraza.

7. La RAE convierte “México” del náhuatl (centro de la luna) a “Méjico”, debido al fonema de la “equis” como “jota”, en el castellano del siglo XVI. En 1992, acepta su escritura con “x” pero pre riendo el uso de la “j”, siendo en 2001 cuando lo acepta sin condicionamientos, Consulta del 10/05/2020 en https://www.mexicodesconocido.com.mx/por-que-mexico-se-escribecon-x-y-no-con-j.html 8. Corrido de la Toma de Torreón de la autoría de Santos Palomar V. Orfeón LPE-103.

9. Machuca, P. (1978). 1910 La Revolución en una Ciudad del Norte. B. Cotsa-Amic Editor.

10. Serrano P. (2012). Historias de familia. “…mi abuelo Arturo Arnulfo Mart nez Barr n me contaba que su padre Leonardo Mart nez, hab a tenido un hijo ileg timo y a quien no hab a reconocido, pero con quien s ten a una relaci n…era el general Tom s Urbina,”. p. 95. Narración de María de Lourdes Martínez Sánchez. https://inehrm.gob.mx/work/models/inehrm/ Resource/493/1/images/historias.pdf

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11. Chávez Barrón, Luis Terrazas. (2014). p. 190. Editorial Clío.

12. Taibo, I. (2007). Pancho Villa una Biografía Narrativa. Editorial Planeta.

13. En el México del siglo XIX, 80% de población vivía en pobreza. La actividad del abigeato era bastante común, trascendiendo a generaciones post-independentista y pre-revolucionarios. Desde la cción de Ignacio M. Altamirano “El Zarco”, hasta la realidad de Ignacio Parra “el tigre de Canatlán”, jefe gavillero de Doroteo Arango por cuatro años. Parra y su banda tenían fama de compartir lo robado con los mas necesitados y a su muerte en 1998, Villa, Urbina y Soto, “los tres compadres” continúan con la actividad.

14. De la O, J. (2000). Tomás Urbina: El Guerrero Mestizo. Instituto de Cultura del Estado de Durango.

15. Sufragio Efectivo, No Reelección, eran los principios del Partido Antirreleccionista y declarados en el Plan de San Luis.

16. Redacta el Plan de San Luis que desconocía los poderes electos en julio de 1910 y llama a la rebelión contra el gobierno a partir del 20 de noviembre a las seis de la tarde.

17. Salmerón, P. & Avila, F. (2018).

101-102. Editorial Crítica.

Breve Historia del Villismo, p.p.

94,

18. Desconociendo el gobierno de Madero, Zapata proclama el “Plan de Ayala” el 25 de nov. de 1911, y Orozco el “Plan de la Empacadora” el 25 de marzo de 1912.

19. Coronel Tomás Urbina. Recuperado el 19/10/2021 en https:// www.facebook.com/VivelaRevolucionMexicana/photos/general-deb r i g a d a - t o m á s - u r b i n a - r e y e s d i v i s i ó n - d e l norte18081870-04091915mestizo-/1738901996348101/ 20. La Batalla de Zacatecas. Prologo a cargo de José Enciso Contreras, cronista de Zacatecas.

21. Diaz, G. “De cuando Pancho Villa mandó matar a su compadre Tomás Urbin“.

Recuperado el 19/10/2015 en: https://relatosehistorias.mx/ nuestras-historias/de-cuando-pancho-villa-mando-matar-su-compadretomas-urbina 22. Francisco Villa, fue nombrado Gobernador entre el 8 de dic de 1913 y el 7 de enero de 1914.

23. Gallegos, C. (2010). Retratos de la Bola. Editorial Universidad Autónoma de Chihuahua.

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24. Narrativa de Taibo II. YouTube.com

25. La Toma de Zacatecas, la peor tragedia en el estado durante el siglo 20: Enciso. junio 22, 2013. https://ljz.mx/2013/06/22/la-toma-de-zacatecasla-peor-tragedia-en-el-estado-durante-el-siglo-20-enciso/ 26. Dominio popular, Corrido “La Toma de Zacatecas”.

27. Mural en el Castillo de Chapultepec. Autor: Ángel Bolívar (1965) 28. Ernesto Ortiz Diego, LA CONVENCIÓN DE AGUASCALIENTES EN SU 101 ANIVERSARIO, 28 de septiembre del 2015.

29. Jefes revolucionarios en la Soberana Convención http:// www.colloqui.org/colloqui/2013/8/23/la-soberana-convencin-deaguascalientes 30. Flores, Laura, Otra revolución: fotografías de la ciudad de México, 1910-1918. Colección Ricardo Espinosa, colaboración de Miguel Ángel Berumen, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 2010, González www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/ otra_revolucion/fotogra as.html 31. LA FRAGUA DE LOS TIEMPOS No. 682. UACJ. “Eran cinco generales los que se juntaron para jugar un poco con la silla de la ambici n presidencial estaban felices como ni os traviesos, cada quien a su manera…antes de 10 a os los cinco morir an violentamente: Tom s Urbina, con la venia de Villa lo matar a Fierro; a Otilio Monta o, con la venia de Zapata lo matar an sus compa eros; a Zapata y a Villa los carrancistas; y a Fierro, lo matar a la soberbia, en una laguna de Casas Grandes Chihuahua.”.

32. Famosa fotografía de Francisco Villa en la silla presidencial. https:// www.reddit.com/r/mexico/comments/ikvzz1/ pancho_villa_sentado_en_la_silla_presidencial_al/ 33.

Villa y Zapata en Chapultepec. www.memoriapoliticademexico.org/Biogra as/VIF78.html

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34. Emiliano Zapata y Francisco Villa toman la Ciudad de México. https:// www.undiacomohoy.com.mx/1914/diciembre/6/emiliano-zapata-yfrancisco-villa-toman-la-ciudad-de-mexico 35. Entrada de Villa y Zapata a la Ciudad de México. www.pinterest.com.mx/pin/390546598913394548/

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36. Tomás Urbina. http://latelaranal.blogspot.com/2011/10/tomasurbina.html

37. John Reed, México Insurgente, pp. 19-29. Otras traducciones de la obra de Reed, se re eren a Tomás Urbina como un hombre ancho, o fornido, o robusto.

38. Campobello, N. (1931) Cartucho: Relatos de la lucha en el Norte de México. Editorial Sudamericana.

39. El Paso Times. (nov. 16 de 1913). Entrevista a Francisco Villa.

40. “Villa asesina a su compadre Urbina”. Alejandro Basáñez Loyola. Líder Empresarial. 29 marzo, 2020 41. Jaurrieta, J. “Con Villa (1916-1920), memorias de campaña” pp207-208.

42. “Rodolfo Fierro o la sordera de los héroes”En Fierro se combinan dos palabras: “matar” y “gusto”, así consigna el general Scott, estadounidense que cuenta que sus hombres lo vieron disparar, sonriendo contra 34 personas desarmadas, en Parral." Lorenzo León Diez. Ciclo Literario. http:// www.cicloliterario.com/ciclo66noviembre2007/rodolfo.html 43. Guzmán, M. (1928). “El Águila y la Serpiente” , Capítulo “El sueño del compadre Urbina”. pp. 219-222 44. Berumen, M. (2010) “Pancho Villa: la construcción del mito”. Editorial Océano.

45. “La tumba abandonada” corrido de José Albarrán Martínez.

46. Fotografía propiedad de la familia Urbina Valenzuela.

47. Narrativa anónima ante la exhumación de la tumba de Catarinas.

48. Ébano: batalla que cambió la historia | Oct. 21, 2018 | https:// expreso.press/2018/10/21/ebano-batalla-que-cambio-la-historia. Al casarse con Juana Lucero en 1896, Tomás Urbina declaró tener la edad de 26 años. 15 años después al casarse con Francisca Avila declaró 38 años de edad. Por ello es mas creíble que su año de nacimiento sea 1870.

49. Nicho en el Panteón de Oriente en Durango, Dgo. 50. Rivas, Á. (1970) “El verdadero Pancho Villa”. B. Costa Amic Editor.

51. Del álbum familiar Urbina Jaramillo (2011).

52. Pintura al óleo de Oscar Soto. (2015), propiedad de la familia Urbina Jaramillo

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53. Del álbum familiar Urbina Jaramillo (2019).

GENEALOGÍA

1. Hermano: Sabino.

2. Familia Urbina Reyes: María de Cleotilde de Jesús, María del Pilar, María Juliana, Margarito y Juan.

3. Medio Hermano: Polo.

4. Familia Urbina Barraza: Carmen, Raúl, Héctor, Jesús, Francisca, Socorro, Elba, Hilda y Esperanza.

5. Familia Valenzuela Holguín: Herminia, Ramón, Eva, Luz, Jesús, Maria Elena y Martha.

6. Familia Urbina Valenzuela: Héctor Javier, Martha Sylvia, Alfredo Ramón; Blanca Alicia, Alma Delia, Ramón, Rosa Isela, Octavio; Claudia y Adriana Aideé.

7. Familia Jaramillo Núñez: Genaro, Emilio, Alejandro, Lilia, Patricia y Lourdes.

8. Primogénito de Héctor Alfredo y Melanie Rodríguez.

9. Primogénito de Alejandro y Gemma Beltrán.

ADDENDA

Fotografía motivo de la narrativa. “ Tomás Urbina de bandido a revolucionario”. De la O Holguín.

Plática. https://www.youtube.com/ watch?v=asgd9qaQyMs

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Acta 104/Estado civil de Hidalgo del Parral, Chihuahua El 12 de abril de 1902, Felipa García Cobos y Tomás Urbina Reyes mani estan su propósito de contraer matrimonio. De prestar atención es el hecho de que al margen del documento fue tachado el apellido Urbina y sobrescrito el apellido Elizalde.

Acta 126/ Estado cívil de Hidalgo del Parral, Chihuahua.

El 3 de mayo de 1902, Tomás Elizalde y Felipa Garcia contraen matrimonio civil. Tomás mani esta tener 32 años y ser hijo de Crescencio Elizalde y Refugio Urbina. Felipa García dijo tener 20 años e hija de Máximo García y Francisca Cobos.

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Acta 234/Estado Cívil de Hidalgo del Parral, Chihuahua.

Con fecha 11 de marzo de 1903 nació Ramón Elizalde García, hijo legítimo de Tomás “Lizalde” y Felipa García. Nieto por línea paterna de Crescencio “Lizalde” y Refugio Urbina y por la línea materna de Máximo García y Francisca Cobos.

Eran hombres que diestros para montar a caballo y el manejo de las armas, soportaban largas caminatas a lomo de los animales devorando las distancias, ya fuera cruzando las candentes arenas del desierto o escalando las heladas alturas de las montañas. Tenían la cara requemada y curtida por el sol y el viento, y las manos encallecidas.

Hechos de cuerpo entero para el sufrimiento y las privaciones, por eso fueron invencibles y fueron capaces de destrozar un ejercito profesional organizado.

La Revolución en una Ciudad del Norte Pablo Machuca Macías