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La Gran Piramide

En la Necrópolis de Guiza, a 14 km al suroeste de El Cairo, hallarás las pirámides Micerinos, Kefrén y Keops, esta última la más atractiva para los turistas pues es la única de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo que se mantiene en pie. Además, es la mayor de las pirámides egipcias y fue la construcción más alta del planeta por casi 4 milenios.

Keops tiene una altura de 136.9 metros y cada uno de sus lados mide 230 metros y fracción. Fue construida por el faraón, Keops, hacia el año 2570 a.C. y no deja de causar asombro la forma en que los antiguos egipcios minaron, transportaron, tallaron, levantaron y ensamblaron, sus más de 2 millones de bloques de piedras, en una de las obras de ingeniería más colosales de la historia de la humanidad.

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Sus cámaras, galerías y pasajes interiores, son espacios llenos de misterio.

Las pirámides muestran, para su época, el gran conocimiento de los técnicos egipcios y la capacidad organizativa necesaria para construir tales monumentos con medios muy simples; pero nada parece indicar que hiciera falta una tecnología superior a la que disponían los egipcios representada por “ingenios” de madera, trineos, y como no conocieron la rueda hasta el Imperio Medio, rodillos de madera y rampas.

No se sabe con certeza cómo se construyeron las pirámides, pues no han perdurado documentos de su época que lo describan.

La hipótesis más aceptada es la siguiente: previamente se procedía a aplanar el terreno rocoso, y excavar canales para inundarlos de agua y así poder marcar líneas de nivel con las que se preparaba una superficie horizontalpor otro lado los bloques se colocaban a continuación sobre trineos y se arrastraban hasta su emplazamiento definitivo.

Anubis es el dios egipcio de la momificación y la otra vida, así como el dios patrón de las almas perdidas y los desamparados. Es uno de los dioses más antiguos de Egipto, que muy probablemente se desarrolló a partir del dios chacal anterior (y mucho más antiguo), Wepwawet, con el que se lo suele confundir. La imagen de Anubis se puede ver en las tumbas reales desde la Dinastía I de Egipto (en torno a 3150-2890 a.C.), pero no hay duda de que ya se había desarrollado un culto antes de este periodo para que se lo invocara en las paredes de las tumbas por protección. Se cree que se desarrolló en respuesta a los perros salvajes y los chacales que escarbaban en las tumbas recientes en algún momento durante el Periodo Predinástico de Egipto (en torno a 6000-3150 a.C.), ya que los egipcios creían que una poderosa deidad canina era la mejor protección contra los perros salvajes.

El faraón representaba el grado más alto de la pirámide social: como portador de la sangre divina era el sumo sacerdote que debía construir templos y mantener el culto a los dioses, comandante de los ejércitos egipcios, juez supremo… En definitiva, garante del orden cósmico que asegura el correcto funcionamiento del universo. El faraón contó con determinados atributos característicos de su rango y función. Así, entre otros, destaca la corona pschent, emblema de la unión de los dos reinos en los que estuvo dividido Egipto; o la cobra erguida (ureo), protectora de la realeza. Incluso para la redacción de su nombre se utilizó un protocolo especial, formado por cinco elementos en su momento de máximo desarrollo, dotado con símbolos específicos como el serej o el cartucho. Entre los más de 300 faraones que se han documentado, hubo reyes sobresalientes y reyes de los que se conoce poco más que su nombre

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