PACIENCIA DE BUEY

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trabajado en eso”. Es Anahí Ginarte, uno de los miembros del Equipo. Veo a otra mujer, algo transpirada y con apariencia de estar haciendo un alto para descansar. Es Patricia Bernardi, que está en el Equipo desde 1984. “...cuando tuve la oportunidad de hacer este trabajo, no lo descarté, pero indudablemente sí que se me presentó esa duda y el miedo. El miedo de decir: lo hago ¿y después qué pasa? ¿Qué pasa en este país? ¿Qué pasa conmigo? ¿Estoy preparada para hacerlo?, no sé qué pasaría si levanto el esqueleto de un humano. No tengo familiares desaparecidos, no tengo amigos directos desaparecidos, sí conozco de gente... pero también me costó porque los primeros años, cuando trabajaba estaba tan inmersa en el trabajo que la persona a la cual estábamos exhumando resultaba ya como un amigo mío, entonces eso me ocasionaba muchos problemas internos. Porque cuando se producía la restitución yo sentía realmente mucha amargura como si fuera un familiar mío. Ya había tenido muchas pérdidas, mi mamá, mi papá, y no encontraba la diferencia entre las pérdidas de mis padres con las pérdidas de estas personas a las cuales yo jamás había conocido”. Su cara, más lo que dice, me recuerda una frase de Osvaldo Soriano: “Hay días terribles que se quedan incrustados para siempre alrededor de los ojos”. A fines de 2005 el Equipo llevaba identificadas a unas doscientas cincuenta personas que habían sido desaparecidos de la dictadura argentina. En esos están tanto los restos que fueron devueltos a sus familiares como los que se pudieron identificar pero no se encontraron los cuerpos, y cuya identidad se conoció por medio de documentos o de huellas dactilares. A veces comparan las huellas de los dedos de un cadáver que le tomó la policía cuando lo encontró, con la huella archivada en el Registro Nacional de las Personas, donde están las fichas dactilares de todos los argentinos. Muchas veces esa tarea la hacía la misma policía que los había matado, porque la burocracia es la burocracia y la institución debía hacer lo que se llama la “instrucción”. En democracia, el Equipo ha podido acceder a dos fuentes valiosas, ambas de la provincia de Buenos Aires, donde se produjeron la mayoría de las muertes: el Registro Provincial de las Personas, con su acopio de actas de defunción por causa violenta; y los expedientes iniciados en los juzgados penales y en los federales cuando se encontraban cadáveres en la calle o en baldíos. En otro video, “Tierra de Avellaneda”, de Daniele Incalcaterra, una cámara sigue a los miembros del Equipo mientras trabajan en su sede de la calle Rivadavia y en el cementerio de Avellaneda, a comienzos de los ’90. Cuenta el caso de un hombre, una mujer y su hijo de 8 años que fueron asesinados y enterrados como NN durante la dictadura, y la espera de dos hijas sobrevivientes. Una de ellas dice “Ahora empieza mi vida” cuando Alejandro Incháurregui, integrante del Equipo en ese entonces, le dice que los huesos encontrados en ese cementerio son los de sus padres y su hermanito que murieron cuando ella tenía 4 años y


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