Senderos de argentina

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SENDEROS DE ARGENTINA

tir de los 2.400 metros, se habla de pastizal de altura o pastizal de neblina. Desde Valle Grande y San Francisco parte por la tarde el transporte público que deja a los caminantes –después de unos 40 kilómetros de recorrido- en el camping agreste Aguas Negras del Parque Nacional. “Aquí se hace noche, y a la mañana siguiente se emprende nuevamente el camino a pie por la ruta hasta llegar a La Junta, o se toma el colectivo que va hasta la entrada del Parque Nacional y también pasa por La Junta, que es el punto de partida del sendero que invita a terminar la Huella Andina del Norte dentro de Calilegua”, explica Nicolás Ferrari, guardaparques de la seccional Mesada de las Colmenas dentro del Parque Nacional. El ingreso por el sendero La Junta es bien ancho, porque era parte de la antigua traza de la RP 83, que todavía hoy se puede ver en sus dimensiones y en el sostén de pircas de piedra en los bordes. La ruta original fue modificando su traza debido a derrumbes y otros obstáculos, hasta llegar a su dibujo actual entre laderas y abras. “Era un viejo camino de caballos, un camino de herradura como se le dice a cualquier senda de caballos, lo mismo que ocurre desde Santa Ana a Valle Colorado. El caLas Yungas

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Huella ANDINA DEL NORTE | JUJUY

mino es ancho y se ven las estructuras de piedra, pero sobre todo da la sensación de meterse en un amplio túnel cerrado por la vegetación. La ruta se generó en 1942, vinculada con la necesidad de mano de obra para el ingenio Ledesma, y tiene su punto más alto a 1.700 metros: ella es la que hizo que San Francisco, que no era siquiera un pueblo sino un asentamiento muy joven, fuera creciendo, mientras otros lugares como Alto Calilegua, que datan de tiempos prehispánicos, quedaron con apenas un puñadito de casas”, agrega Nicolás. Ese túnel vegetal del comienzo del sendero invita a apreciar el diverso entretejido de los árboles, las lianas, enredaderas, hongos, entre cantos de aves y zumbido de insectos: “Cuando la gente entra en la selva siente que se ahoga, pero acá es más amplio: sentís que la selva te va apretando de a poco”. En noviembre, el túnel se pone florido con los lapachos amarillos y rosados y los palos borrachos, que los pobladores llaman yuchán. A medida que se avanza, el camino va bajando en un zigzag pronunciado y se pasa de la selva montana a la pedemontana. Poco después de un mirador, cuando el camino se bifurca se toma a la izquierda y el susurro del agua parece invadir el ambiente: casi sin darse cuenta, se habrá llegado a una ventana en la vegetación donde se ve la unión de los arroyos Aguas Negras y Toldos. Un gran cauce que arrastra poco agua, pero donde se siente más frescura porque los arroyos son grandes reguladores térmicos en esta región donde el invierno apenas dura 20 o 25 días. “Cuando se llega aquí –recomienda Nicolás- hay que acercarse sutilmente al lecho del arroyo, porque es un lugar de paso que los animales usan para saciar su sed. Y aunque no siempre se los vea, sí están presentes a través de la gran cantidad de huellas que suelen quedar impresas en los márgenes arcillosos del arroyo. Como las del tapir, el gran mamífero sudamericano; las del simpático mayuato; algún gato montés y con suerte… el gran yaguareté”. El yaguareté -tigre u overo, como se lo llama localmente- es el gran animal de la región, el que concentra temores y suscita respeto con su solo nombre: “Un poblador que trabajó muchos años en Vialidad solía contar que su abuela decía que, cuando ruge el yaguareté, se caen hasta las hojas de los árboles. Se le tiene mucho respeto: de hecho muchos pobladores son incapaces de matar a un yaguareté porque les haya comido un ternero. Ellos son respetuosos del ‘monte’, como le dicen a la selva, y están convencidos de que el monte te va a cuidar.


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Senderos de argentina by Mariano Masariche - Issuu