Desde Siempre - Jessica Bird

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Alex se acercó cojeando hasta ella. —De hecho, prefiero tenerte a ti detrás del volante. Spike insulta a los otros conductores, nunca pone el intermitente y no sabe aparcar bien. No estoy seguro de que tenga permiso de conducir. Cass lo miró a la cara y deseó poder estar tan relajada como él. —¿Adónde vamos? —A ver a mi abuela. Está en una residencia. Joy solía cuidarla, pero la demencia que padece ha llegado a un punto que necesita cuidados profesionales. Y es importante que Joy tenga su propia vida —dijo y se acercó a una chaqueta de cuero que colgaba de la pared—. Procuro ir a verla un par de veces en semana. Soy el único al que todavía reconoce, aunque piensa que soy su padre. Tomó la chaqueta y abrió la puerta. —¿Te importa que utilice tu cuarto de baño? —pregunto Cass. —Claro —dijo él cerrando la puerta—. Tómate tu tiempo. Cuando Cass volvió, él estaba hablando por teléfono. —Soy Moorehouse —se hizo una pausa antes de continuar—. ¡Perro Loco! ¿Qué demonios? ¿Cómo pudiste…? ¿Lo hizo? No, me alegro de que fueras tú — hubo un largo silencio. Entonces su expresión se tornó de preocupación—. No sé. Estoy trabajando en ello. Bien, mejor. ¿Qué estás qué? Perro Loco… No, por Dios, no. Maldita sea —sus labios se tensaron—. Sí, estaré aquí. Ahora, cuéntame la verdad —rió y se quedó callado—. Nos veremos pronto, te echo de menos. Cuando terminó de hablar, miró a Cass. —¿Estás lista? Cass asintió. —Hablaba con un miembro de mi tripulación —dijo él mientras se dirigían al coche. —Ah. —Sí, Perro Loco es una persona extraordinaria, única.


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