cine
cine
Guillermo del Toro nos habla de sus monstruos, amigos y el amor en La forma del agua Por Mariana Mijares
G
uillermo del Toro se ha caracterizado por llevar a la pantalla criaturas muy particulares: Hellboy, o las hadas y el Fauno de El laberinto del fauno. Para La forma del agua creó algo muy especial: un ser anfibio proveniente del Amazonas (interpretado por Doug Jones), que entabla una conexión única con Elisa (Sally Hawkins), una conserje de limpieza muda. La relación de estos dos personajes tan distintos resulta especialmente pertinente en un tiempo en el que la empatía y la aceptación hacia alguien diferente son tan necesarias…
Durante la más reciente edición del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), platicamos con el ahora ganador del mayor reconocimiento del Festival de Venecia: el León de Oro; el Golden Globe como Mejor Director y uno de los grandes favoritos para el Óscar. Guillermo, ¿cómo llegaste a la concepción de esta criatura?, porque tus monstruos tienen características muy especiales, pero también defectos; sin embargo, son seres con los que vale la pena tener un acercamiento… Guillermo del Toro: Bueno, depende de quién... Lo que es muy bonito es que lo que para alguien es monstruoso, para otra persona es bellísimo, y esa es la clave: la plasticidad. El defecto y la virtud son exactamente la misma cosa, es exactamente el mismo objeto.
¿Qué es para ti la plasticidad? Plasticidad quiere decir... Por ejemplo, para esta película duré cuarenta y tantos años viéndola de un solo lado, ¿me entiendes?, pensando tenía que ser como las películas que vi de chiquito, tenía que... De repente llegó Daniel Kraus, y estábamos desayunando, cuando me comentó: “Tengo la idea de hacer una historia donde una mujer que limpia los baños ve a esta criatura y...” Y dije: “¡Eso es!”. La plasticidad es agarrar el mismo edificio, voltearlo y encontrar otra entrada. ¿Cómo elegiste a tu elen-co: Sally Hawkins, Michael Shannon, Richard Jenkins, Doug Jones, Octavia Spencer? En esta película hay una plasticidad, pero la historia fue hecha a la medida de ellos. Sally no es una actriz que parezca modelo de perfume, ni Michael, un actor que luzca como modelo de Armani... Hay una plasticidad, o sea, se muestran dos cosas que no podían perderse: una es el humor y la otra, la plasticidad; van muy de la mano y resulta bien difícil lograrlo porque parece que vienen de lugares diferentes, pero en las peores crisis, incluyendo el secuestro de mi ‘jefe’ (su padre), lo que te salva es la plasticidad y el humor… Eso es lo que creo que tenemos como herramientas de construcción. El público en Toronto estaba muy agradecido contigo porque durante años has trabajado con y por la co-
munidad cinematográfica de esta ciudad. ¿Qué te ha dado este lugar? Es que cada sitio te da una cosa diferente; hay que mantener el acuerdo que sea que tengas con un lugar. Por ejemplo, Bertha Navarro sabe perfectamente que para mí es mi mamá cinematográfica, es una mujer que va a estar cerca de mí toda la vida. Ella sabe que lo que me pida, lo voy a hacer, es un trato que nunca podrá romperse. Con Toronto el pacto para mí es: puedes integrarte a la ciudad de manera constructiva, en lugar de explotadora, o sea, en vez de sólo llegar y decir: “Voy a usar el rebate (estímulo fiscal) que hacen y luego me voy”. Por ejemplo, en los últimos cuatro años, J. Miles Dale –mi socio– y yo nos la pasamos planeando cómo íbamos a estructurar esta película para que hubiera cabezas de canadienses que estuvieran a cargo de departamentos importantes. La misma estructuración que hicimos Bertha y yo con Alfonso Cuarón en El laberinto…, en la cual tuvimos a mexicanos en puntos clave.
¿Cuánto tiempo llevas en Toronto? Voy y vengo desde hace cuatro años y medio o cinco. Mis hijos estudian aquí. Realmente lo que es muy padre de Toronto es que cuando dices que eres mexicano o chileno, la conversación se anima, en lugar de que sientas que se cierra. Por ejemplo, hace tiempo estuvimos con un doctor en California y le preguntábamos por una cirugía para alguien y como sabía que éramos mexicanos, nos dijo: “Es una operación muy cara... Bueno, ¿para qué seguimos perdiendo el tiempo, si no les alcanza?”. En cambio, en Toronto, cuando saben que eres mexicano o latino, la plática va por otro lado; es una ciudad muy plural, liberal, es muy chido.
Mencionaste que algo que te atrae es la vida cultural de Toronto, los libros... ¿Cómo ha sido tu vida aquí?, porque además hay leyendas urbanas que cuentan que todo el mundo te encuentra siempre en las librerías y hasta en restaurantes mexicanos… ¡Sí! En uno muy bueno: Xola. Tienen una muy buena cochinita pibil. Fotos: Cortesía Fox
8
tiempo libre
www.tiempolibredigital.com.mx
9