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MONUMENTO HISTÓRICO

El valor patrimonial de una obra involucra dos dimensiones, una material o tangible -el edificio en si- y otra inmaterial, los valores que hacen que esa obra sea considerada patrimonio. Tales valores pueden ser de tipo histórico, artístico, arquitectónico o social o, como en este caso, ser concurrentes en un conjunto urbano arquitectónico; configurando tales valores el significado de la obra. En este sentido, la idea de patrimonio se ha identificado progresivamente con los bienes de carácter cultural legados a una sociedad por las generaciones precedentes, concepto que resulta de una construcción histórico-social que primitivamente remitía sólo a obras consideradas como monumentos u obras de Arte pero que se ha ampliado progresivamente. Por ser un edificio con valores históricos, es preciso conservar, recuperar o procurar darle nuevos usos para integrarlo al presente, por lo que la comprensión de algunos principios básicos y determinantes sobre los valores aplicados a esta obra, lograrán un análisis complejo que derive en su correcta aplicación y compresión del proceso de restauración que se llevó a cabo, a fin de preservar estos valores significativos en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y que sirven para reafirmar la entidad del lugar. Hablando en conceptos generales, Aloïs Riegl define monumento como “una obra realizada por mano humana, creada con el fin especifico de mantener hazañas o destinos individuales (o un conjunto de éstos) siempre vivos y presentes en la conciencia de las generaciones venideras”. El valor histórico testimonial del Palacio de Correos se ha visto influenciado desde su concepción por acontecimientos y personajes de distintas épocas históricas. Pero ¿qué significado tiene la denominación “histórico”? Llamamos histórico a todo lo que ha existido alguna vez y ya no existe ni puede volver a existir, considerado como un eslabón imprescindible e indispensable de una cadena evolutiva, donde toda actividad y destino humano del que se conserve testimonio tiene derecho a reclamar para sí un valor histórico, al que además se le adiciona un valor artístico relativo, sujeto a la opinión subjetiva del sujeto que lo contemple, un valor de contemporaneidad que se basa en la posibilidad de que obras de generaciones anteriores puedan ser apreciadas no sólo como testimonios de la superación de la naturaleza, sino también respecto a su propia concepción, forma y color. Los monumentos históricos, como es el caso de la obra en estudio, representan una etapa determinada en la evolución de la humanidad y, aunque en un primer momento pudieron ser intencionados ya que en principio solo pretendían satisfacer a sus contemporáneos y no dejar a generaciones posteriores testimonios de vida, carecen de ser intencionados como tal. Aunque que en ambos casos encontramos un valor rememorativo del cual nos interesa la obra en su estado original, sin mutilaciones, la diferencia yace en quien le otorgó esa intención al monumento. Mientras que el valor del monumento intencionado es impuesto por su creador, el del no intencionado lo determinamos

nosotros, dado que este valor rememorativo no forma parte de la obra en su estado de génesis, sino en la idea del tiempo trascurrido desde su génesis en otro tiempo obra humana, parte del interés patriótico-nacional. Este valor histórico que le aplicamos, considera en principio al monumento intocable, dada su posición y valor artístico relativo y ante la presencia del valor instrumental del edificio, dado por la condición previa de ser un edificio utilizable y que por tal, su forma física debe albergar al hombre sin que peligre la seguridad de su vida o salud, prevalece sobre toda consideración de antigüedad y tiende desde un principio a no considerar el monumento como tal, sino como una obra contemporánea recién creada, al que le exigirá también la apariencia externa de una obra en estado de génesis, es decir, que tenga su apariencia original del momento en que fue creada, de carácter perfectamente cerrado y no afectado por las destructoras influencias de la naturaleza. Por lo que su restauración se ve prácticamente obligada a tomar lugar de acción, eliminando y reparando toda grieta producto de estas acciones de desgaste naturales (a la que también se incluye la humana), indiferente a su tratamiento, mientras no afecte su existencia y se presuma en estado de génesis. Este carácter cerrado que exigimos se relaciona directamente al valor de novedad que toda obra nueva tiene; producto de una percepción visual inmediata, y aunque el monumento no puede poseer este último valor, su fusión es dada por valida; encontrándonos en un área mixta de refuncionalización y restauración donde la convivencia entre lo histórico y lo nuevo toma lugar.

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En resumen, el actual Ex Palacio de Correos y Telégrafos de Buenos Aires posee una numerosa serie de valores aplicados tanto desde su génesis como por el pensamiento evolutivo actual. Se relaciona con la percepción que tenemos del lugar a través de la forma, la escala, el color, la textura y el material; con el estilo y su calidad de diseño, formas, usos y tipos de materiales; no solo eso sino su volumetría, proporciones y recorridos que le otorgan calidad espacial; mientras su estilo, composición, coherencia, figura, color y textura le otorgan calidad formal; y su coherencia espacial y el uso correcto de los locales confieren calidad funcional. Las soluciones técnicas espa- ciales, el uso de materiales y la economía de recursos generan una alta calidad técnico-constructiva. Su relación con el entorno, como sus atributos ambientales y paisajísticos, guardan relación con otros edificios, en armonía con el entorno urbano circundante y como un valor urbanístico de relevancia. Su calidad constructiva y técnica ori- ginal, junto con su emplazamiento, estado de conservación y grado de autenticidad constituyen una plusvalía a su valor económico tra- dicional. Y destaca su alto valor simbólico, consecuente con los edi- ficios que poseen cualidades o evocativas con las que se identifica la comunidad, genera sentimientos de pertenencia, arraigo y orgullo.

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