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ANTECEDENTES HISTÓRICOS
El actual ex Palacio de Correos y Telecomunicaciones ubicado entre las calles Leandro N. Alem, Corrientes, Bouchard y Sarmiento, no fue el primer edificio especialmente erigido para Correos en Buenos Aires. Fue en 1748 que la Institución de Correos se oficializó en el Rio de la Plata, pero poco nos ha llegado de lo actuado hasta 1769, fecha en que el correo marítimo y el terrestre se unificaron; debemos considerar que para ese entonces el sistema de funcionamiento era lento y engorroso, considerando que en ese entonces quienes realizaban las entregas eran jinetes que iban de posta a posta realizando los llamados correos de número. En 1826 se creó la Dirección General de Correos, Postas y Caminos y 50 años después se fusionó la Dirección de Correos con la de Telégrafos, lo que, poco a poco, incrementó los servicios de mensajerías nacionales, nuevos buzones y carteros, encomiendas, giros y cartas certificadas, con el fin de afianzar los servicios postales en la totalidad del territorio Nacional. En el proceso, las oficinas continuaron rotando su ubicación sobre la zona, para finalmente en 1873, durante el período presidencial de Sarmiento y como parte del programa de remodelación del área donde había estado el fuerte de Buenos Aires en la época española, comenzar la construcción de un edificio para Correos, proyectado por el arquitecto sueco Carlos Kihlberg. Años más tarde las oficinas volvieron a relocalizarse una vez más y fue a Ramón J. Cárcano, director general de Correos y Telégrafos en ese entonces, quien entre 1887 y 1890, impulsó la construcción de un nuevo edificio que respondiera a la voluntad de las expectativas del momento. Si bien el proyecto arquitectónico inicial, y el comienzo de las obras datan de 1888, éstas no continuaron más allá de los cimientos. Recién
Sarmiento ordena construir una nueva sede (derecha) de 3500m2 en Balcarce e Hipólito Yrigoyen, la cual con su mezcla de neo-renacimiento italiano la casa de Gobierno (izquierda) no quedaba nada
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importante por ello fue que Julio Roca (presidente desde el 1880) solicita un proyecto de ensanche y reparaciones. Con el tiempo se unificaron ambos edificios.
casi 10 años más tarde el gobierno decidió reiniciarlas, para lo cual Maillart elaboró un nuevo programa de necesidades que se adecuaran a los menesteres de ese entonces, en consideración a que el original parecía haber quedado obsoleto, con el propósito de incluir nuevos servicios e integrar el edificio al entorno urbano; la idea inicial establecía que la entrada mayor estuviera en el actual nivel del segundo piso, al que se llegaría por una serie de puentes y calles peatonales sostenidas por arcos, logrando un acceso fluido desde la ciudad (imagen derecha); sin embargo el ambicioso plan fue dejado poco a poco de lado por su costo entre otras razones y debido a desacuerdos con las autoridades. Maillart rescindió su contrato en 1911 y se retiró del proyecto, haciéndose cargo su colaborador, el arquitecto ruso Jacques Spolsky, empleado del Ministerio de Obras Públicas. Las obras, además, sufrieron varios atrasos debido a las varias crisis financieras acaecidas entre 1890 y el final del siglo, sumado a que en 1916, producto de la Primera Guerra Mundial, estuvieron dos años paradas por la falta de materiales. Adicionalmente, el proyecto fue reformulado varias veces con intervención de la M.O.P. y la Compañía General de Obras Públicas -GEOPE-, en el cual uno de los tantos cambios decisivos fue suprimir las plataformas y circulaciones altas, que llevaban las entradas y vestíbulos al actual segundo piso. En las fachadas se adicionó un basamento que abarcó el piso bajo y el primer nivel, lo que explica que el edificio tenga prácticamente dos basamentos y que las columnas apareadas con órdenes griegos comiencen tan altos. Finalmente, luego de 41 años y a pesar de los obstáculos, el Palacio se inauguró el 28 de septiembre de 1928 sobre el final de la presidencia de Marcelo T. de Alvear.

