Tito Kuramotto pinta como le da la gana. Él no cree en los complacientes halagos y aplausos. Su camino como pintor lo traza lejos de los gustos del público y clientes, lejos de la tentación de vender, de la moda, de las tendencias artísticas o dictámenes del momento. Tito busca la libertad.
Y la libertad es lo máximo a lo que podemos aspirar los humanos. Es el valor supremo.