Tour de France 2009

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Viernes, 3 de julio de 2009 Deia

TOUR 2009

L O S FAV O R I T O S

EL HEREDERO RUSO DE INDURAIN Denis Menchov dominó el Giro de Italia del centenario con elegancia y contundencia.

Menchov reta a la leyenda cuando se cumplen 60 años del primer doblete Giro-Tour de la historia que logró Coppi Denis ha ganado el Giro de una manera tan soberbia que recordaba al navarro TEXTO ALAIN LAISEKA FOTO EFE BILBAO. Desembarcado en Italia con sigilo, la reserva habitual en un ciclista parco en palabras, de mirada mustia y sonrisa profunda e íntima, Denis Menchov (Orel, 1978), que el año anterior había debutado en el Giro y se había quedado prendado de una carrera que intuyó se adaptaba a sus condiciones, excelente escalador, notable contrarrelojista, irrumpió en la edición del centenario en Alpe di Siusi. Oculto tras la resurrección de Ivan Basso, que dirigió las operaciones en la escalada, se propulsó el ruso en los últimos 350 metros con una fortaleza tan descomunal que desarboló a todos sus rivales, incluido Di Luca, líder, rosa. La noche anterior, tras la cena, alguien se había acercado a Menchov tratando de que éste dejara libre su pensamiento. El ciclista del Rabobank, equipo en el que recaló en 2005 tras ser esculpido por la factoría de talentos de José Miguel Echavarri y Eusebio Unzue después

de que Francis Lafargue detectara su esplendoroso porvenir en la Ronde de l’Isard de 1998, le pidió entonces encarecidamente que no alzase la voz, que no le señalara, que no extendiese su condición de candidato al podio, que no hablase de él, que le dejase seguir en la sombra. “No quiero responsabilidades, no quiero proclamarlas, no quiero que me pasen factura”. Al día siguiente habló con las piernas en Alpe di Siusi y etapas más tarde asestó un golpe brutal en la terrible crono de Cinque Terre, larga, eterna, desalmada, en la que arrebató el rosa a Di Luca. Medio Giro era suyo; para cerrar su obra, seleccionó de entre el amplio elenco de actitudes ciclistas, la pose de Miguel Indurain, el navarro que encandiló a Italia en 1992 por su superioridad física, a la que se oponían Chiappucci y Chioccioli, y su humanidad. Líder, rosa, Menchov batalló con la misma solidez, sin demostraciones humillantes, la valerosa propuesta atacante de Di Luca, Sastre, Pellizotti o Basso. Pareció Indurain el ruso, tan sere-

no, tan poderoso. Al navarro le une además, una trayectoria pausada, paciente, en las manos de Echavarri y Unzue desde que debutara en 1999 con el Banesto amateur; su carácter introvertido; su entorno, pues vive Menchov desde hace más de diez años en Multiva Alta, integrado en la sociedad navarra, y, desde que se abrochara al torso el último maillot rosa del Giro, el ruso tiene posibilidades de equipararse al navarro si logra el decimotercer

doblete Giro-Tour de la historia, un hito que sólo han logrado siete ciclistas. Indurain fue el sexto en conseguirlo en 1992 y repitió un año más tarde para convertirse en el sexto corredor en fusionar el rosa del Giro y el amarillo del Tour en una misma temporada. Sin embargo, fue el primero que encadenaba dos dobletes consecutivos, algo que Coppi (1949, 1952), Anquetil (1964), Merckx (1970, 1972, 1974), Hinault (1982, 1985), Roche (1987) y Pantani

D O B L E T ES G I RO -TOU R

Ha planteado el Tour desde la creencia de que su físico precisa de la exigencia de una grande antes de afrontarlo

AÑO

CORREDOR

1949 1952 1964 1970 1972 1974 1982 1985 1987 1992 1993 1998

Fausto Coppi Fausto Coppi Jacques Anquetil Eddy Merckx Eddy Merckx Eddy Merckx Bernard Hinault Bernard Hinault Stephen Roche Miguel Indurain Miguel Indurain Marco Pantani

El doblete Giro-Tour le incluiría también entre el selecto grupo de ciclistas que han ganado las tres grandes

VICTORIAS EN LAS TRES GRANDES CORREDOR

Jacques Anquetil Felice Gimondi Eddy Merckx Bernard Hinault Alberto Contador

TOUR

GIRO

VUELTA

1957-61-62-63-64 1965 1969-70-71-72-74 1978-79-81-82-85 2007

1960-64 1967-69-76 1968-70-72-73-74 1980-82-85 2008

1963 1968 1973 1978-1983 2008

(1998) no fueron capaces de lograr. Indurain basó su éxito en la economía del esfuerzo. Una forma inteligente, menos vistosa, quizás, que la de sus predecesores; idéntica a la que despliega Menchov. La victoria del ruso en la Vuelta de 2007 y la del pasado Giro son gemelas. En la ronda estatal se vistió de oro en la crono de Zaragoza y ganó luego en la cima de Ordino; en el Giro invirtió el orden: ganó primero en Siusi y se pintó, después, de rosa en la crono. Es una fórmula contundente, económica. La única, seguramente, que otorga la posibilidad de lograr una gesta que parece cosa de otro tiempo, del siglo pasado. Menchov, que con su victoria en el Giro entró en el selecto club de los once ciclistas que han subido al podio de las tres grandes, tiene su gran reválida en el Tour, la carrera que ocupó el espacio reservado a sus sueños. “Siempre quise ser un hombre-Tour”, reconoce. Lo es. Nadie, mucho menos su mentor Unzue, le niega su aptitud física y su capacidad mental. Ocurre que el ruso, inexplicablemente, no acaba de explotar en la ronda gala. Mejor joven en la edición de 2003, quinto en 2006, año en el que ganó su única etapa, y tercero en 2008 (tras la descalificación de Bernhard Kohl por dopaje), sustenta su asalto definitivo al amarillo del Tour, precisamente, en su triunfo en el Giro: “Me da confianza. Ahora sé que puedo ganar el Tour de Francia”.


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