Mandala filosofia

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Jamás la Ninfa se volvió a sentar frente a la pensión, regresó a la puerta de cristal de la farmacia y de ahí nunca se mudó, me volvió a perseguir, me olvidó, ya no me reconoció ni pidió de nuevo los inseguros y falsos acordes de mi guitarra. Después de un año le dije “adiós” a la histórica y heroica ciudad de Zacapoaxtla y nunca, nunca, aunque he vuelto a visitar el lugar, nunca he visto de nuevo a La Ninfa. A mí solo me queda el recuerdo, el arrepentimiento de no haberle regalado esa torta que la señora de la pensión ponía en mi mochila y que no me comía, me queda la dicha de haberle dado esas rancias galletas, de haber tocado la guitarra para ella y de haber conocido a una verdadera Ninfa sentada frente a mi puerta, la lastima de verla dormir con esa cobija a cuadros, la tristeza que provocaba en mi con su de por si triste mirada, me queda la canción que más de Lucha Villa, ya era de aquella Ninfa que con su tristeza alegraba y enseñaba:

“ Siento en el alma, unas ganas inmensas de llorar, Tú me haces falta y juré no decírtelo jamás, Yo quiero hacerte, con mis lágrimas un collar de perlas, Déjame llorar, porque hoy que te perdí, Queriéndote olvidar, me acuerdo más de ti. Si es un delito amar, un delincuente soy, Porque no he de pagar, las culpas de mi amor, J. Cracket Yo quiero hacerte, con mis lágrimas un collar de perlas, Déjame llorar, porque hoy que te perdí, Queriéndote olvidar, me acuerdo más de ti”. Karen Jeanette Reyes Badillo

Fotografía: Adriana Saac


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