Mallorca Caprice by Mallorca Global, edición Navidad

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PRIMER PLANO FOREFRONT

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Grietas en el mejor sistema de salud del mundo J.E.I. / Palma Aunque España ha sufrido la peor incidencia de COVID-19 de Europa en determinados momentos de la pandemia, la mayoría de los científicos consultados por Mallorca Global mantienen que el sistema público de salud español sigue siendo de los mejores del mundo y achacan en gran medida a los recortes presupuestarios las deficiencias puestas de manifiesto por la crisis sanitaria. Desde 2009, año de la pandemia de la gripe A, las arcas de la salud pública no han tenido ninguna alegría, sino todo lo contrario, han sufrido un empobrecimiento injustificado que explica ahora las grietas de la estructura sanitaria. Tanto Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública y director general del Ministerio de Sanidad entre 2008 y 2011, desde cuyo puesto dirigió en 2009 la lucha contra la Gripe A, como el científico referente en enfermedades infecciosas y colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Sebastián Crespí o el jefe de Investigación de Atención Primaria en Baleares, Joan Llobera, ratifican la mezquindad presupuestaria de la sanidad pública en estos años. Crespí añade otro hándicap que ha provocado fuertes tensiones en el sistema: “La deslocalización salvaje de la producción de suministros sanitarios esenciales – desde mascarillas hasta respiradores, pasando por la capacidad de testeo o de producción de vacunas- nos ha dejado desprotegidos cuando más lo necesitábamos”. Joan Llobera aclara que en la primera ola “no se actuó con la celeridad necesaria, aunque las medidas fueron efectivas. Baleares tuvo buenos indicadores en los meses de marzo y abril debido a las restricciones de movi-

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mientos, un ejemplo evidente de que de haberse tomado antes las duras medidas de confinamiento, España habría tenido mejores indicadores y el sistema sanitario público no habría estado tan tensionado”. Ildefonso Hernández vislumbra tres motivos para los malos datos en España: la alta mortalidad en las residencias, como problema fundamental; el tipo de relaciones familiares que se dan en España, y un servicio de salud muy abierto, una ventaja que se puede volver en contra porque es posible que se hubiese contagiado gente vulnerable. Un doble circuito de pacientes en las islas Como responsable de investigación de la vanguardia de la sanidad pública, Llobera desbroza la respuesta a la pandemia en las islas: “Para evitar contagios se tuvo que crear un doble circuito de pacientes: los posiblemente infecciosos y los pacientes con otros problemas de salud, evitando al máximo la atención directa. Por necesidades de los centros se suprimió la atención a los pacientes de cupo de cada médico/enfermera. La medida, justificada al principio, ha tenido efectos no deseados. La atención telefónica por parte de un profesional que no es tu referente implica una pérdida de continuidad en la atención, dificulta la toma de decisiones clínicas y supone un mayor riesgo para la seguridad del paciente. El estrés que soportan los profesionales de atención primaria es mayúsculo y es lógico el cansancio y desgaste que padecen”. “Desde este año estamos doblando los médicos y enfermeras en formación especializada de atención familiar y comunitaria en Baleares, pero hasta

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Ildefonso Hernández. dentro de cuatro años no notaremos su impacto”, añade Llobera. Secuelas sobre la actividad sanitaria habitual Esta actividad frenética que han tenido estos meses los profesionales sanitarios con las urgencias de la COVID ha desplazado la actividad habitual de los centros de salud, consultas externas y hospitales. Si no colapsado, el sistema ha afrontado un volumen inusitado de trabajo que se nota en la agenda del día a día. “Se están empezando a evidenciar los efectos de retrasos en la atención -sigue el responsable de investigación de Atención Primariaporque el paciente no acudía o no se le facilitaba acudir a los servicios sanitarios. Están aún por valorar las secuelas y sobremortalidad que ha provocado la crisis de la COVID-19 y en especial las consecuencias psicológicas derivadas de la pandemia”. Sebastián Crespí concluye que “la crisis sanitaria es de una enorme magnitud y es lógico que buena parte de los recursos se destinen ahora mismo a esta situación de emergencia. Las infecciones por coronavirus pueden haber eclipsado la atención de otras patologías. Habrá que estar muy atento para que esto no ocurra en el futuro. Paradójicamente, también es


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