En chiloe a traves del año

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Existen culturas que manejan un amplio espectro en los sentidos respecto de su zona de origen. Los esquimales conocen más de 100 tipos de tonalidades del color blanco; la gente del desierto conoce los cambios, imperceptibles para otros, en los tonos rojizos de su arena y la gente de Chiloé, que vive en contacto con la naturaleza, conoce tanto de lejos como de cerca los distintos tipos de ecosistemas en los cuales vive, sus detalles, las señales del clima, temperaturas, sensaciones y colores poco evidentes. El chilote, en base a su experiencia, conoce del bosque y de sus distintas especies la gama infinita de colores, de los verdes, de formas y contornos, lo que le permite -por ejemplo- reconocer en un bosque desde “lejos” un Tepual, un bosque abierto de olivillos o un bosque siempre verde. Desde “cerca” observa en las especies de la tupida maraña del bosque, detalles y diferencias en el color de las hojas, el tono de su posición respecto de la luz, la orientación, entre otras. El observar de “lejos” y saber qué es lo que se ve, es una cualidad del conocimiento adquirido por la experiencia, la observación y la contemplación respecto del patrimonio local natural, que en sentido funcional permite a un campesino poder diferenciar la mancha verde lejana en sus diferentes tonos y poder distinguir un bosque Tepual, de un siempre verde, un alerzal o una pampa y así poder adentrarse en zonas secas y no caer en los zanjones tupidos y de lento recorrido, o reconocer desde “cerca” canelos, coigües o arrayanes, para usarlos de leña, tejuelas, etc. Todas estas observaciones se desarrollan por un reconocimiento visual y práctico. El niño que vive en contacto con la naturaleza, aprende a reconocer distintas especies y zonas del bosque en los detalles percibidos, en los colores del paisaje, la forma, mancha y tonos de verdes. La acumulación de experiencia visual sumada a la experiencia de recorrido en esta zona boscosa de verde multitono, genera en la persona un conocimiento particular y único de su zona de origen. ¿Y qué pasa con los párvulos más citadinos, que no tienen la suerte de que sus familias establezcan una relación más compleja y llena de detalles con la naturaleza? Es tarea de la educación, desde muy pequeños, hacer ese proceso de reconocimiento, de vivenciar y desarrollar el lenguaje descriptivo preciso en los niños y niñas que asisten a nuestros establecimientos. ¡Que bello sería tener a futuro una generación de párvulos que puedan referir a las diversas experiencias con el verde, con un lenguaje variado, preciso y vivencial!

A través del año, en Chiloé. / capítulo XI Noviembre

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Actividades sugeridas: 1.Bitácora de color Verde a. Obtener distintos colores verdes sobre rectángulos de cartón como muestrario de colores: - El párvulo mezcla colores primarios, azul y amarillo + rojo en distintas proporciones para lograr distintos tonos de verde. - Se pintan varias cartillas de cada color realizado y se arma con esto una bitácora, como carta de colores verdes. Se les nombra según el cuadro de tonos de colores verdes. - Esta bitácora le servirá al niño de guía para las siguientes actividades. b. Paseo a un renoval nativo (en Castro, calle Lillo hacia la playa, villa Guarelo Playa o más lejos, etc.) Los niños observan con su bitácora de colores en mano el entorno, comprobando dónde están los colores verdes anteriormente creados. Se seleccionan hojas de distintas especies y se realiza una especie de muestrario con el material. 2. Creaciones con color a. Se realiza una composición de cuadrados superpuestos y cruzados en los cuales se pinta cada espacio desde el color azul, amarillo puro y rojo, pintando los demás espacios con los colores resultantes. b. Jugar con papel celofán interponiendo varios colores sobre los ojos, observar las mezclas de luz de color, como se aprecian los objetos y árboles. Realizar un móvil de papel celofán en el cual al girar se crucen visualmente los colores. c. Observar distintas figuras geométricas de distintos colores por 30 segundos, cerrar y tapar los ojos con las manos para ver el contraste. Cada niño dibuja un paisaje, se fotocopia, y luego pinta uno de los dibujos con colores cálidos y el otro con colores fríos. Compartir las apreciaciones de sus cuadros. Mauricio Álvarez Abel


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