Las siete formas de combate

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-¡Ajá! ¿Entonces concluye que éste también está muerto? -No dije tal cosa. En mi sentencia anterior, insinué que este individuo ha estado muerto alguna vez, pero en ningún momento aseveré que lo estuviera ahora. -Usted habla muy bonito, Profesor. Pero ya me impaciento y usted no puede decir con certeza quién vive. Recuerde que debemos regresar al Pueblo antes del anochecer para encender las calaveras y preparar el chocolate, y usted no obtendrá el trabajo a menos que logre convencerme. -Estoy a punto de llegar a una conclusión.- el Profesor se dirigió al cuerpo de la izquierda y le repitió el discurso que el otro cuerpo había dicho. Al concluir le preguntó -Si usted estuviera vivo y en desacuerdo con el cuerpo junto a usted, ¿de qué forma le respondería? -Colocaría su cara pálida sobre las filosas cumbres de las Montañas y lo arrastraría desde la cima hasta la sima, para luego bailar con alegría entre sus entrañas desparramadas. -Y usted,- el Profesor volvió su atención hacia el cuerpo de en medio -¿qué haría si este cuerpo intentara hacerle tal cosa? -No podría importarme menos.- respondió el cuerpo.

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