la guitarra fender brilla excelsa en el aparador aun cuando la tienda de música ha cerrado ya y a esta hora sobre la acera no hay más que cinco cuerpos tumbados en el anonimato del sueño sus ropas raídas sus acres humores envejecidos todos por los golpes de la carencia la necesidad las identidades se diluyen en la niebla del desamparo y en la perpetua noche de su mutismo los autos cruzan la calle indolentes se suceden las horas se agazapan los cuerpos la guitarra sigue brillando
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