Magda Torres Gurza Revista Personae

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Pintora hiperrealista MAGDA TORRES GURZA La magia, cualidad perenne en su obra


Mi abuelo, que era un señor encantador, era pintor y escritor. Viajaba mucho y narraba sus historias en su Diario de Viajes. Mi mamá también pintaba. En ella yo cifraba mi creencia de que ella era la artista. Mi mamá me enseñó a pintar desde niña, porque era maestra y tenía una academia que fue muy importante aquí, en Cuernavaca. Sin embargo, en técnica, era totalmente lo opuesto a ella, ya que su pintura era impresionista. Cuando yo tenía 11 años, mi madre me pedía que le ayudara a sus alumnas. A mí me daba mucha pena. ¡Imagínate, cómo una niña iba a estar corrigiendo a señoras de 40 años!

Después, a los 18, dije: ‘está muy bonita la pintura, pero seguro mi mamá me dice que soy talentosísima porque soy su hija’. En ese tiempo yo tenía un galán argentino y nos encantaba jugar squash.


En una ocasión, estábamos jugando y, de repente, llega su sobrinito también argentino y se ofrece a retar. Todas las paredes de la cancha eran de acrílico y tenían un agujerito. Cuando me salgo, mi novio hace un saque y pega en el agujerito y va a dar directo a mi ojo derecho. Me desmayo, ya sabes, un drama y amanezco en la Cruz Roja, conectada con sueros y demás y lo primero que veo es a mi hermano llorando. Tenía un día ahí. Llega mi mamá, que era una mujer muy fuerte, titubeando. Al verla, le pido al doctor un espejo y me lo niega porque me dice que me puedo traumar.

‘Mami’, le digo, ‘pero ¿cómo tengo?, ¿qué pasó? Y me dice: ‘Mira, tu ojo es como una rebanada de sandía. El golpe fue directo en el glóbulo ocular’. Este aspecto me hizo valorar mucho el sentido de la vista. Fueron días muy difíciles. Llegaba el especialista y me decía: ‘a ver, ¿ves uno?, ¿ves dos?’, en fin, diversas pruebas. Lo peor, es que empecé a perder la visión del otro ojo. Era por un efecto reflejo. ¡Pero de repente, no veía! ¡De verdad! Ahí te das cuenta de lo importante que es el sentido de la vista.


Trajeron a Otho Solórzano, el especialista de Cuernavaca, y me tocaba el ojo y no había reacción. Me vieron 4 especialistas diferentes y me dijeron que ese globo ocular se tenía que extraer. Porque, además, tenía un coágulo importante y tenían temor de que al intentar moverlo se fuera al cerebro. Mis opciones eran: o me sacaban el ojo o me moría. ¡Tuertita a los 18 años! ¡Tampoco está padre! Me iba a poner a llorar cuando el médico me dice: ‘no llores porque le hace daño al ojo’; ‘no te agaches porque genera más presión’. En fin: ‘Te vamos a tener que operar, mañana que es 10 de mayo y, aunque sea tu cumpleaños, es buen día, ¿por qué no?’ Me fui a mi casa con el algodón, la venda, la pomada y, obviamente, enojada, pensando en el por qué a mi me pasaba eso. ¿Y el novio?: ¿El novio?, se peló. Lo amenazaron con meterlo a la cárcel y, bueno… pobrecito, porque se fue y vivió 10 años con la duda. Diez años después regresó y me vio en la calle, me abrazó y me dijo: ‘¡No puede ser!, ¡qué bueno que estás bien! Todos estos años estuve con la duda y el temor’.

Llego al hospital; el especialista me prepara; me presenta al anestesiólogo, me ponen la bata y voy en la camilla al quirófano. Me van retirando la venda, el algodón y veo al doctor con su tapabocas.Para no hacerte el cuento largo, al día siguiente, previo a ir al hospital para la operación, yo estaba muy enojada pensando que no era posible que me pasara todo eso y soy católica, así que le dije a Dios: ‘Yo nunca te he pedido nada, pero mañana es el día de mi cumpleaños y yo quiero mi ojo, ese va a ser mi regalo de cumpleaños’. Le digo: Doctor, ¡veo! ¡Usted trae su tapabocas y la señorita lo trae en la cabeza! Me mandan a hacer estudios porque resultaba increíble que pudiera ver. No había nada, ni coágulo. Me pusieron en observación durante seis meses. No me podía acostar, dormía sentada. ¡Un milagro! De hecho, hoy veo más con ese ojo que con el otro. Cuando pasó el accidente, yo estaba estudiando el propedéutico en psicología. Pero como la noche previa a la operación le prometí a Dios que si me daba mi ojo lo iba a usar. Me metí a estudiar fotografía; después, artes plásticas; más adelante, técnicas y materiales para las artes plásticas.


Lo poco que estudié de psicología me ha servido mucho porque el taller es una constante terapia y, de hecho, doy terapia en el taller. ¿En general te parece que el arte es terapéutico?: Totalmente. Te abre nuevos caminos en la mente; es una constante meditación. Cuando tienes un problema, pintas, y se soluciona, porque encuentras distancia en el mismo y orden en tus ideas; estás más centrada para tomar decisiones. Para mí la pintura es todas las respuestas.Con mis alumnos, dejo que se expresen y después participo con ellos en la selección de los colores, que suelen ser cálidos; los alimentan y hasta modifican su estado de ánimo.Sí, la pintura es terapéutica. ¿Todo lo que pintas es satisfactorio para ti? O, ¿hay trabajos que te hacen sufrir, que te generan ansiedad?: Me genera emoción. Pero sí, te debo decir que el arte es de ida y vuelta

¿En qué momento continuaste tu preparación como artista?: Al recuperar la vista me empecé a fijar en los detalles. Empecé haciendo surrealismo; posteriormente incursioné en el hiperrealismo. Nunca he dejado la magia. Creo, incluso, que la realidad es más mágica. ¿Quiénes han sido tus influencias?: En un principio Dalí; después, Remedios Varo. Mi madre pintaba absolutamente impresionista y, he hecho, algunos, como este cuadro de flores que es de mi mamá. Cuando falleció, dejó inconcluso este cuadro en su caballete y yo lo terminé. Ella fue maestra. También lo eres. ¿En qué momento decides dedicarte a la docencia?: Empecé sin querer en el taller de mi madre, cuando ella me pedía que ayudara a sus alumnas. Me he vuelto especialista en materiales y colores. Al principio era inconsciente, hoy ya tengo preparación. Seguí en el Museo de David Alfaro Siqueiros. Entonces el director era Alberto Vadas. No lo conocía ni tampoco sabía que para dar clases ahí, había una fila de espera de grandes artistas. Dejé mi currículo en espera de las personas de Bellas Artes que evaluaban a los interesados haciendo unas pruebas. Hice mis pruebas y a los tres días me llamaron para darme la bienvenida y empecé a trabajar en un salón contiguo al del maestro Rafael Cauduro.


Después me hice amiga de Rafa, que es un encanto y ha sido una gran influencia para mí.

¿Cuándo empiezas a exponer?: La primera exposición profesional que tuve fue a los dieciocho años. Lo del accidente fue un parteaguas en mi vida. Cuando estudié óptica, me enfoco mucho en el detalle. Yo creo que por eso me volví hiperrealista. ¿Cómo pinta Magda? ¿Hay una planeación? ¿Esperas a que lleguen las musas? o ¿te paras frente al lienzo en blanco?: Hay planeación, pero una vez que inicio, lo dejo existir. Puedo pintar más de un cuadro a la vez, pero soy perfeccionista y cada cuadro me lleva alrededor de un mes, claro, según el cuadro.


¿Cuántos cuadros habrás pintado?: Alrededor de 100. He participado en muchas exposiciones, tanto colectivas como individuales. Nunca he entrado a ningún concurso, pero ahora es posible que lo intente. Mis cuadros han viajado a varias partes del mundo y he expuesto en diversas galerías reconocidas, como las que debe tener todo artista con trayectoria seria. Planes futuros: Expondré en Nueva York y en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México.


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