REVISTA FESTES ASJ - 1962

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rada y sensibilidad exquisita que un día debiera conquistar la fama, Entre ellos, y perteneciente a esta primera época, puede verse a una pareja versallesca —sedas y empolvada peluca él, deliciosa y sutil afectación ella— que danzan al son de una música que, por el ademán de las figuras, no puede ser otra cosa que un minué. Cuando Gisbert mezclaba los colores sobre la paleta para pintar por primera vez esta pareja, la luz que sobre las esbozadas figuras se proyectaba era la luz brillante, clara y trasparente de la Ciudad de Alcoy, que, exacta y definida, sin bruma alguna, fecundaba la pupila casi virgen del pintor. El color limpio del cielo alcoyano, la línea quebrada de las montañas que circundan la ciudad, los verdes de la «Font Roja», los grises y los blancos de la «Serreta» y de San Cristóbal, fueron ios primeros maestros de color y de dibujo que tuvo Antonio Gisbert. Y las noches estrelladas de enero - creo que en todo el mundo no hay unas estrellas tan brillantes como las estrellas de Alcoy, en una fría noche de invierno — . Pintaba Gisbert, allá en sus mocedades, una pareja que bailaba el minué. Y el minué era de Francia; pero la luz era alcoyana. Y el muchacho estaba aquí Cuando el 25 de noviembre de 1902, el pintor exhalaba en la capital francesa su último suspiro, sobre su caballete podía verse un cuadro, terminado y firmado, pero con su pintura fresca aún. En este cuadro pueden verse unos músicos interpretando un minué, en un bello salón, con espejos de dorados marcos. Discretean unas damas. Al fondo hablan, tal vez de amor, una pareja y en el centro del cuadro bailan otras dos, una de las cuales responde a la pareja que años antes había iniciado en Alcoy Antonio Gisbert, El ciclo se había cerrado. Gisbert había estado en Roma y en Madrid y había muerto al fin en París; pero en su caja de pintor seguía latente la idea de ta pintura tal como la había concebido.en Alcoy, Inmerso en un mundo ganado por nuevas formulas, Gisbert seguía pintando en París tal como en su juventud alcoyana había sentido la ilusión de pintar. El niño que había correteado por las empinadas calles de nuestra ciudad, el joven que despertaba por las mañanas oyendo el rumor de aquellos telares movidos a mano, que más tarde devendrían en la espléndida industria textil que hoy es, sabía que una montaña se define bajo el cielo por una línea quebrada y precisa. Y que la limpieza de esa línea postula un pulso firme que la traslade al lienzo, y e! rigor objetivo y la seguridad de.una exacta plasticidad. , Al terminar en París, aquel cuadro que en Alcoy fue concebido, Gisbert nos daba una lección de fidelidad a sus ambiciosas ilusiones juveniles, lo que bien vale decir, una lección de fidelidad a la tierra que le vio nacer Que a veces se ama más a lo que lejos queda. Nunca fueron pinceles franceses los de Gisbert mientras pintaran junto al Sena. Fueron pinceles alcoyanos. Y luz de Alcoy hay en sus cuadros, aunque pinte afectaciones versallescas o comuneros de Castilla.

FRANCISCO

ABAD ABAD


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