REVISTA FESTES ASJ - 1952

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N el año 1244 los dos reyes más importantes de la reconquista: D. Jaime I de Aragón y D. Fernando 111 de Castilla, firmaron el Tratado de Almizra, colocando a Biar como frontera entre sus dos reinos. Sometidos los moros, procedió el Rey Conquistador a repartir tierras entre sus hombres, y de este modo pobló de cristianos las comarcas incorporadas al Reino Aragonés. Entre las tierras que se repartieron figuran las de Alcoy, y en el Repartimiento del Reino de Valencia consta, que en 1248 se concedieron casas y alquerías de Alcoy a diversos caballeros. Entre los nombres de alquerías que se citan están Barcheta, Turch, Benehadal, Cota y Uxol. La entrega de las tierras a los cristianos sembró el descontento entre los moros, y un astuto jefe, Alazrach, aprovechó estas circunstancias para conspirar Alazrach era un moro que había prestado vasallaje al Rey D. Jaime, y éste, atraído por su simpatía y talento, le había conservado en sus tierras y hasta le había distinguido con su amistad. Al tener noticias D. Jaime de lo que se tramaba y de algunos desmanes habidos en Pego y Gallinera, en contra de la opinión interesada de sus ricoshombres, publicó en febrero de 1249 un decreto en que se expulsaba a todos los moros desleales. Esta decisión del Rey precipitó los acontecimientos, y unos 60.000 musulmanes se declararon en rebeldía. Los sublevados trataron de dominar los puntos neurálgicos de la región montuosa de la provincia de Alicante, Alazrach ordenó a su capitán Abenbazel la ocupación inmediata del castillo de Peñacadell, antiguo baluarte del Cid. Sabedor D. Jaime de la toma de aquella fortaleza que dominaba el paso a Cocentaina, Alcoy, Xexona y Alicante, según dice Zurita: .determinó socorrer Peñacadell t ir en persona*. La expedición era tan arriesgada, que la nobleza le hizo desistir de su intento, y la expedición fue dirigida por el propio hijo del monarca, el infante D. Pedro, y e! prestigioso caballero Eximen Pérez de Árenos,

El combate de Peñacadell o Benicadell fue duro y en él perdió la vida Abenbaze!, y los rebeldes se refugiaron en Alcalá, guarida de Alazrach. El cabecilla musulmán escarmentado por este descalabro solicitó una tregua que D. Jaime concedió viéndose escaso de tropas y que el rebelde aun era señor de los valles de Alcalá y Gallinera y de 16 formidables castillos de aquella áspera comarca. En 1253, cuando Alazrach esperaba pactar una nueva tregua, D. Jaime convoca en Valencia a sus hombres, y a su frente inicia la campana, contando con capitanes tan insignes como D, Ramón de Cardona y D. Guillem de Anglesola. El domingo de Pascua Florida el ejército estaba reunido en Valencia; el martes acampaba en Xátiva y el viernes el monarca entraba en Cocentaina, donde permaneció hasta el jueves, en que llegó a un acuerdo con el alcaide de Planes, de Castell y de Pego, dando comienzo at día siguiente el ataque a las posiciones musulmanas de Valí de Alcalá. Alazrach, sorprendido, no acertó a defenderse con éxito y, tras una guerra rápida, tuvo que negociar una paz en la que, según la Crónica del Rey don Jaime; «trizo promesa el moro át ífuesaldría de nuestra tierra para siembre y no volvería a ella nunca jamás*. La primera sublevación había fracasado. Alazrach cabalgaba hacia Granada con la vergüenza en el rostro y la ira en el corazón. ¡Volveré!, exclamaría para sus adentros, pero allá en las azuladas lejanías San Jorge recogería el guante de desafío, En 1276 volvió el moro acompañado de numerosas tropas granadinas. Sembró el terror a su paso y se dispuso a conquistar la pequeña villa de Alcoy. Los alcoyanos lucharon desesperadamente; abrumados por el número iban a perecer, cuando e¡ Celestial Caballero, San Jorge, derribó la altivez diabólica de Alazrach, que quedó moribundo, mientras sus bárbaras huestes huían aterrorizadas. Los planes de Dios tuvieron cumplimiento y la bandera del Conquistador, coronada con la Cruz de Cristo, quedó para siempre clavada en nuestro suelo. ROGELIO SANCHIS


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