Vacunaciones sistemáticas en cuestión

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Vacunaciones sistemáticas en cuestión

faciales, 5 crisis convulsivas, 5 neuropatías radiculares lumbares, 5 neuritis ópticas, 4 mielitis transversas y 3 neuropatías braquiales, lo que unido a los 9 síndromes de Guillain-Barré, da un total 41 efectos neurológicos con una tasa de incidencia de 1/20.000 vacunados. Por tanto, aunque no sepamos exactamente la incidencia de la Hepatitis B a mitad de los ochenta (en 1997 era inferior al 3 por 100.000), vemos que solo los efectos adversos neurológicos tienen una incidencia muy superior; la desproporción entre el beneficio y el riesgo se dispara si tenemos en cuenta que solo un porcentaje muy pequeño de personas padecen hepatitis B, generalmente adultos pertenecientes a los grupos de riesgo, mientras que el volumen de personas que se sometieron y se someten al riesgo vacunal es muy superior. Michel Georget pone de manifiesto que en una encuesta realizada en diferentes centros europeos, con un total de 16.720 personas y publicada en el nº 175 (junio-julio 1985) de Pharmacie Mondiale, se registraron 459 efectos indeseables moderados de tipo general (reacciones cutáneas, digestivas, astenia, insomnio) y 11 efectos severos: 1 neuropatía periférica, 1 síndrome meníngeo, 1 shock anafiláctico, 1 lupus eritematoso sistémico, 1 crisis de asma, 2 síndromes nefróticos, 2 pericarditis agudas y 2 síndromes abdominales agudos.431 Se podrá aducir, dice Georget, lo que por otra parte muestra su rigor y honestidad, que de los 16.720 encuestados, 404 son declaraciones directas de afectados; no obstante, si restamos esta cantidad del total tenemos 66 efectos adversos sobre una población vacunada de 16.316 personas, es decir 1 efecto secundario cada 250 vacunados. Otra consecuencia de las vacunas plasmáticas fue la transmisión del virus del SIDA a principio de los años ochenta, cuando esta enfermedad despuntaba. El escándalo saltó a la luz pública cuando el Instituto Pasteur fue denunciado por un laboratorio rival. Dada la carencia de plasma de portadores franceses para la fabricación de la vacuna, se importó sangre contaminada de los EEUU para la obtención de estos productos. El Instituto Pasteur protestó enérgicamente, pero es conocido que recientemente autoridades sanitarias francesas se han sentado en el banquillo de los acusados y han sido condenados, por utilizar sangre contaminada por el VIH para transfusiones, esta vez a sabiendas. M. Georget se preguntaba con razón sobre el devenir de las 12.000 personas vacunadas en Francia contra la hepatitis B en 1982 con vacunas fabricadas con plasma de dudosa procedencia.432 431 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 157. 432 GEORGET, M. Op. Cit. Pág. 98.

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