Rumbos & desafíos

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Por: JUAN FRANCISCO DEL CAMPO ZAMUDIO Son las seis de la mañana, Alberto se despierta desmotivado, como todos los días, y se prepara para un nuevo día en el trabajo que nunca deseó. Se baña, se cambia y toma el Metropolitano para dirigirse a su oficina, situada a una hora de su casa. Al llegar, se encuentra nuevamente en ese lugar en el que guarda rumas de documentos viejos de juicios todos perdidos. Alberto piensa: “¿Dónde estaría si hubiera elegido una carrera que realmente me gustara?” Y se lamenta, al percatarse, una vez más, de que con la profesión que hoy ejerce, nunca logrará ser feliz. Muchas veces tenemos miedo de que la carrera que decidimos seguir no esté acorde con nuestros talentos y habilidades y terminemos por no sentirnos a gusto con lo que estudiamos. En ese momento es cuando surge la posibilidad de un cambio de carrera; sin embargo, muchas veces está el temor de que esta rectificación no sea positiva, pues se habría perdido todo ese tiempo. Por esta razón es que dedicamos el siguiente artículo para

romper el paradigma de que cambiar de carrera “… es una decisión que no hará más que retrasar tus estudios y que hará que pierdas tiempo y dinero...” Como vemos en el ejemplo, el abogado Alberto es un profesional que no vive feliz, pues lo que hace no va con él y piensa que podría ayudar a la sociedad y a él mismo desde otro contexto laboral. No obstante, debemos darnos cuenta de que la situación actual de este personaje ficticio es consecuencia de sus propias decisiones. Él prefirió continuar con la carrera que decidió estudiar sin pensar en que se dedicaría a ella por siempre. Lamentablemente, Alberto es consciente de que es muy tarde para lograr un cambio en su vida. Entendiendo la idea planteada en el párrafo anterior, podemos decir, en pocas palabras, que cambiar de carrera no es una pérdida de tiempo, si se compara con el tiempo que perderías al hacer algo que no te gusta por el resto de tu vida. Por otro lado, los cono-

cimientos afianzados no nos los quita nadie y, por lo tanto, tenemos que entender que lo que sabemos nos servirá en nuestra carrera (cualquiera que elijamos) y a lo largo de nuestra vida. Si lo vemos desde otro punto de vista, tomaremos en cuenta que conocer más cosas nunca está demás y, por ello, no habría problema en cambiar los estudios que seguimos. Como último punto de vista, analizando esta situación, podríamos hacer que la decisión de rectificar nuestra vocación repercuta positivamente. ¿Cómo? En este caso, para no haber tirado al agua toda una inversión (si es que la consideramos como tal), podríamos continuar posteriormente estudiando, de modo que tengamos una segunda carrera, la que fortalecerá nuestro currículum vitae, lo que es siempre positivo. En conclusión, no importa cuántas horas, días, meses o años perdamos en busca de lo que realmente nos hace felices y realizados. Lo importante es encontrar eso que nos llene y

nos mantenga sonrientes y motivados todos los días en el ejercicio de nuestra profesión. Además, como espero hayamos entendido, no existe el tiempo perdido, porque si este es invertido en abrirnos nuevos horizontes, buscando adquirir cada vez mayores conocimientos, nunca podremos decir que lo malgastamos. Deseo finalizar dejando esta frase para que los lectores la puedan analizar y con ella generen sus propias conclusiones (dado que cada uno de nosotros la puede tomar de diversas formas): “El tiempo es cuestión de tiempo, la vida es cuestión de vida, la vida dura un momento, el tiempo toda la vida.” Los invito a no ser como Alberto: busquen siempre lo que los haga mejores personas que sirvan a la sociedad, porque es en esa entrega, en beneficio de los demás, cuando encontramos la satisfacción que nos debe dar una profesión bien escogida. Recordemos que todo está en nuestras manos.

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