Rumbos & desafíos

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Por: SEBASTIÁN GORDILLO DEL CASTILLO

Sebastián llega a su casa. Son las 4:30 P.M. Está cansado, un día de colegio en quinto de secundaria siempre te quita energías. Almuerza, se ducha y se sienta frente a la computadora. Hace un tiempo ha estado dibujando, dibujar le ayuda a quitarse el estrés, por eso nadie lo ve fatigado; al contrario, se le ve bien, hasta el punto de parecer despreocupado. Es un chico sano, no bebe, no fuma; no es muy simpatizante del estudio, por no decir que lo aborrece. Aún así, es un buen alumno y saca buenas notas en la mayoría de cursos. Entonces, llega su madre, quien lo ve en la computadora y le recrimina por qué no está estudiando cuando sus exámenes finales son en cuatro días. Se arma una discusión que empieza con el no estar estudiando, pasa por el por qué de estar en la computadora, gira a la derecha y termina en el rumbo de su carrera. Sebastián

tiene

una

vaga idea de qué quiere estudiar. Le gusta la psicología, pero también la literatura. Sus dibujos no son tan buenos, así que sabe que arte no es una opción. Siente que lo están presionando para que tome una decisión. Se pregunta: ¿Por qué tengo que apresurarme tanto por entrar? ¿No es acaso una decisión importante? ¿Acaso el ser humano no vive como ochenta años? ¿Por qué cada vez se quieren hacer las cosas más rápido? Su madre estudió administración de empresas y, según Sebastián, quiere que él siga la misma carrera. Pero Sebastián no sabe muy bien si le gustará, a él no le gustan las empresas y el dinero le importa muy poco. No es que no sepa que si no se tiene dinero la vida se te puede hacer un infierno, pero piensa que lo primordial de la vida es vivir para disfrutarla, no para ganar papeles verdes y arrugados que se ven a diario. Su madre también le recrimina que por qué no se toma en serio su entrada a la universi-

dad, que si sigue así se le va a pasar la fecha o que, mejor dicho, ya se le pasó, pues tiene que presentar todo (certificados, papeles y demás) en cuatro días y le faltan unas cuantas cosas. Sebastián simplemente no sabe qué hacer. La carrera de administración no le agrada mucho y lo que piensa que es mejor para él a sus padres no les gusta o piensan que de esas carreras uno no puede vivir bien.

Para comenzar, te propongo plantear la situación de la siguiente manera: tú, alumno egresado del colegio o a puertas de hacerlo (preparado para salir a un mundo totalmente nuevo, desconocido), ya estás bastante grandecito para que te estén diciendo tus responsabilidades y para que tomen tus decisiones. ¿Permitirías que tus padres te obligaran a escoger la carrera?

La discusión se vuelve un poco acalorada (por no decir que de discutir se pasó a pelear) y se dicen cosas en ambos bandos que no se pretendían decir. Un final malo para una discusión con inicio malo.

No es necesario remarcar el hecho de que tus progenitores se preocupan por ti y quieren lo mejor para su retoño, pero deben respetar tus decisiones, tu manera de pensar. Aquí tenemos el punto número uno: los padres pueden aconsejarte, mas no obligarte a escoger una opción.

Esta es una típica situación que se da (o puede darse) cuando de escoger tu carrera se trata: tus padres no concuerdan contigo. Es normal que este tipo de situaciones te desesperen, te asusten y te hagan desear que la madre Tierra te trague. Yo te digo: ten calma, la ayuda va en camino.

También es necesario analizar el por qué de la negativa de tus padres y plantear tus contraargumentos. Como en toda batalla verbal, el peso de los argumentos es decisivo para vencer. Investiga a fondo la ca17


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