Arauca: "La guerra por aquí no se ha acabado, se acaba pa'l que se muere"

ARAUCA: “La guerra por aquí no se ha acabado, se acaba pa’l que se muere”

Bogotá, junio 2022 Mientras escucho Mi querencia de Simón Díaz como un intento por transportarme a ese lugar de mis afectos, escribo, siento, lloro, vomito, doy a luz estas palabras para ti: Para el cacao, el plátano, el arroz y el maíz, para el naranjo, la mandarina, el limón, el mango, el mamón, la madroña y la guama, para la cayena, el araguaney, el apamate, la caraqueña, el caracucho, la rosa y la amapola, para el pardillo, el samán, los cedros, la palma y la ceiba, para las tardes con olor a mastranto y la sinfonía de alcaravanes, coclíes, araucos, turpiales, guacharacas, mirlas y pavos.

Para las garzas blancas, corocoras y chigüires, para el ganado y el venado, para el canto del becerrero, para los mitos, las leyendas, para cada canción, tonada y copla que acompaña nuestros días, que inspira y emociona.

Para las tardes grises de junio y la llanura inundable, para los ríos y el piedemonte, que a la fuerza han abrigado la guerra y la muerte, para mi tierra, que brilla por encima del humo, que suena por encima de las balas y que florece a pesar de los muertos.

Para su gente que es mi gente, que soy su gente, para los campesinos y campesinas, que siguieron trabajando su tierra cuando por primera vez las armas llegaron a sus casas, para las matronas, las madres, las hermanas, las hijas, las niñas y mujeres, para la gente que anda de a caballo, con sombrero y cotiza, para mi familia y su historia, que es mi historia.

Para el extranjero que visite por primera vez esa tierra soñada por el sol, para quienes siguen creyendo y apostando por la paz con sus vidas, para todos y todas, para nadie…

Esta es mi declaración de amor por esta tierra que cimentó las bases y aún hoy en día sigue dotando de sentido mi quehacer antropológico. Es un intento por decir, por gritar que hay vida más allá de la muerte, que hay esperanza más allá del caos y la crisis, enredando palabras y tejiendo historias que no son mías; son nuestras. Es un intento por cuestionar, por interpelar, por convocar al perdón y al abrazo. Es un intento por no abandonar la utopía de lo posible. Agradezco tu tiempo y espero que puedas encontrar algo aquí que pueda permitirte y permitirnos soñar e imaginar, proyectar otros mundos posibles y un futuro diferente para nuestro país.

Con amor, Luz.

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23 de mayo, 10.21 pm Terminal el salitre Viajo de noche porque con eso ahorro el día, tengo nauseas. He hecho esta ruta un montón de veces. Conozco cada parte del camino, el clima y la carretera me va avisando en qué lugar me encuentro. Las curvas siempre están cuando ya casi salimos de Boyacá, lo mismo el frío que congela. Sin embargo, me siento muy nerviosa En gran parte es por el estado de mis relaciones familiares y en parte es por lo que ha pasado en territorio. Cuando llegué a Bogotá sentí que salía, que lograba salir y alejarme del peligro. Y así es. Aquí no se

siente, hasta aquí no llega. No realmente, quizá alcanza Twitter y alguna que otra noticia, pero nada más.

La idea de hacer esta travesía para encontrar información, para encontrar conocimiento me pone nerviosa. Pero al mismo tiempo me emociona. Muchos se encuentran precavidos, incluso yo misma si me detengo a pensar un momento y soy objetiva. Es zona donde hay que ser precavido. No obstante, también siento que voy a casa y eso me llena el corazón -Diario de campo

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Paisaje sobre ruedas: llanura casanareña; Instalaciones para industrialización de arroz de la compañía Fedearroz en Casanare.

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Paisaje sobre ruedas: Corral y paisaje llanero sobre la vía Casanare-Arauca

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Paisaje sobre ruedas: Bienvenida a casa, trayecto de entrada al departamento de Arauca por el municipio de Tame.

Paisaje sobre ruedas: Cambio por la vida sin paredes, sin techo, sin piso. Beyoyes, Tame-Arauca

El camino para llegar a Arauca, esa tierra soñada por el sol, es largo. Desde Bogotá hay dos rutas. Por Boyacá o por el Meta. Por la primera, se atraviesa Tunja, Sogamoso, Pajarito y Aguazul en el Casanare. Por la segunda, se atraviesa Villavicencio y Restrepo en el Meta; Villanueva, Monterrey y Tauramena hasta llegar nuevamente a Aguazul y de ahí seguir hasta Yopal, Pore, Paz de Ariporo y Hato Corozal en Casanare, hasta finalmente llegar a Tame, Cuna de la Libertad, en Arauca. De ahí hasta la capital del departamento son 3 horas de viaje, para un total de 16 horas de trayecto aproximadamente.

Por cualquiera de los caminos, la entrada a la

región es fácilmente reconocible. La planicie del paisaje empieza a aparecer, la temperatura aumenta y las carreteras se hacen más angostas y desgastadas. La señal definitiva son los corrales y las plataneras, que dejan atrás las enormes instalaciones para industrialización de arroz en el Casanare. Y aunque Arauca es una sola, diferentes dinámicas territoriales se manejan en cada municipio. Es en la ruta desde Tame hacia la capital araucana donde por primera vez en todo el trayecto, la guerra, como le llaman los locales, empieza a ser visible y palpable. Es ese momento en el que se cae en cuenta que se está yendo lejos y que allí las cosas funcionan de manera diferente.

Adentrarse hacia Arauca capital marca el inicio de esa Colombia profunda. Sin necesidad de una revisión documental, ante los ojos del viajero se presenta una región olvidada por los gobiernos nacionales y desangrada por los gobiernos locales. A diferencia de otros pueblos pequeños en el Meta y el Casanare, en Arauca el paisaje que se asoma sobre unas vías secundarias casi en su totalidad deterioradas, está compuesto por casas

Paisaje sobre ruedas

desteñidas construidas en madera, zinc y algunas que otras en concreto; pequeñas fincas y sus corrales en madera en contraste con grandes y medianas haciendas de las cuales solo se ve su nombre, elaborado letra por letra en hierro sobre las barandas del broche de entrada; y, retenes, requisas y puestos del ejército cada cierto tramo apuntando (te) con sus fusiles hacia la carretera.

Inscripciones de paz y de guerra: Un simple número puede pesar demasiado en medio del silencio de la carretera y la llanura

27 mayo, 11.30 am Pueblo Nuevo Ssiento que por mi color de piel y por mi ropa llamo la atención. Tal vez ya estoy muy sugestionada, o tal vez no, pero tengo miedo de sacar la cámara.

Especialmente porque hay un tipo montado en una moto enfrente del super que está al lado de dónde estamos parqueadas, que no deja de mirarnos.

Todo mundo parece sospechoso, estamos alertas de todo mundo -Diario de campo

Inscripciones de paz y de guerra: Pueblo Nuevo y Flor Amarillo

La bienvenida termina con el elemento protagonista: inscripciones simples con una caligrafía descuidada como “FARC-EP 57 años de lucha”, “FARC”, “57”, “ELN” y “FDL” presentes durante todo el trayecto en puentes, señalizaciones de tránsito y las paredes de los caseríos. Mientras tanto, en las zonas urbanas y en el epicentro de las zonas rurales, es decir, las escuelas, la

escritura es otra. Desde el lenguaje de la paz, murales alusivos al voto por el Sí en el plebiscito y frases como “territorio de paz” y “no más guerra”, resisten y al mismo tiempo denuncian esa presencia silenciosamente apabullante e intocable de los actores armados.

Es la disputa simbólica entre la paz y la guerra. Las inscripciones de guerra en medio de los caseríos podrían funcionar como el hierro en el ganado. Su disposición en locales comerciales y casas ubicados a la orilla del camino pareciera intentar dar un mensaje sobre quién manda en la zona a todo aquel que por allí transita. Y ni hablar siquiera de borrarlo.

Nadie sabe qué pasaría y la comunidad prefiere no averiguarlo. Incluso detenerse a leerlo de cerca parece un acto prohibido y peligroso. Mientras que, por otro lado,

Inscripciones de paz y de guerra: Tame-Arauca

las expresiones de paz parecen una utopía lejana, escasa y tímida es su presencia. Así las cosas, la sensación final de bienvenida es la militarización de la cotidianidad y la irrevertible impresión de la guerra en la vida misma.

Frente Domingo Laín de la guerrilla del ELN que maneja la zona Araucana.

Inscripciones de paz y de guerra: Escuela Alto Caño Martin, vereda Carraos, Tame-Arauca

Inscripciones de paz y de guerra

Mural en la escuela Alto Caño Martín en la vereda Carraos, zona rural del municipio de Tame en memoria de 3 niños, hermanos y estudiantes de la escuela. Asesinados en noviembre de 2010 por un miembro del ejército que abusó sexualmente de

ellos, los asesinó y enterró a tan sólo 200 metros de la casa donde vivían con su papá, quien en el momento de los hechos se encontraba trabajando en el campo. Mi primo Daniel era compañero de la niña e hizo parte de los estudiantes que pintaron el mural.

“La guerra se ha librado mayoritariamente en el campo colombiano, en los caseríos, veredas y municipios, lejanos y apartados del país central o de las grandes ciudades. Es una guerra que muchos colombianos y colombianas no ven, no sienten, una guerra que no los amenaza. Una guerra de la que se tiene noticia a través del lente de los medios de comunicación, que sufren otros y que permite a miles de personas vivir en la ilusión de que el país goza de democracia plena y prosperidad, a la vez que les impide entender la suma importancia de cada decisión, afirmación o negociación política para quienes la sufren”.

GMH. ¡BASTA YA! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional, 2013.

Recuperado https://www.centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/informeGeneral/descargas.html

de

En el campo la jornada empieza a las 4 de la mañana. El sol aún no ha salido y el silencio lo irrumpe el bullicio de los trabajadores que empiezan a arriar las vacas y los becerros hacia el corral. El primer café del día está listo para ahuyentar el frío de la madrugada, música llanera suena desde en un parlante y la jornada de ordeño ha empezado.

La guisa o cocinera, siempre una mujer, alista la cocina para el desayuno y a los niños para la escuela.

El llano es libertad: guisa preparando el desayuno en fogón de leña y a los niños para la escuela

El llano es libertad

Ya en el corral, 3 hombres y dos niños, aprendices de las labores del llano que han decidido no ir a la escuela, se dividen las tareas: los más pequeños aseguran las patas de las vacas para que no pateen ni el balde de la leche, ni al ordeñador, y también al becerro que hará soltar la ubre y la leche de la vaca; mientras los más grandes ordeñan y transportan la leche.

El llano es libertad

Retrato animal

Retrato animal

Retrato animal

Todos están en sus actividades y este animal me está mirando. ¿Será consciente de que estamos teniendo contacto visual? ¿Quién soy yo al lado de aquel animalito que me mira fijamente, encerrado por madera? ¿Quién es él al lado de este supuesto ser racional, encerrado por ideologías que crean circunstancias?

El tránsito por vías terciarias está prohibido después de las 6 de la tarde.

-Diario de campo

Trabajo y desayuno en el cacaotal

Retrato tomando tinto en el parque, Tame-Arauca

Madres

Retratos familiares

“Yo viví una vez una balacera, no sé cómo. Yo estaba… mis papás se fueron una vez por allá a buscar un ganado y me dejaron donde un vecino. Yo me fui y en la tarde, ahí al frente de la casa había una mata y estaba pues el ejército… y como a las 3 de la tarde llegó la guerrilla a asaltarlos y pues, hubo una balacera como hasta las 8 de la noche todavía y pues nosotros estábamos ahí cerquita. Y pues nada, sí los miraba obviamente, allá se miraba cómo peleaban, helicóptero dando plomo desde arriba… yo tenía como 11 años, yo creo, 11 años, 12 años aproximadamente” -Entrevista personal, Daniel Eduardo, 18 años

Retratos familiares

“La historia mía es que los paramilitares una vez me llevaron y tuvieron medio día. ¿Cómo es que llaman eso? ¿Secuestrado? Si, retenido desde las 8 de la mañana como hasta las 12 del mediodía. Siempre es berraco porque uno no está acostumbrado a eso y el cuento era que el que caía a manos de los paramilitares, lo mataban […] Pero si, por aquí que hayan tenido estadía como las guerrillas no, porque las guerrillas si han tenido estadía todo el tiempo aquí en Arauca… y aún todavía. La guerra por aquí no se ha acabado, se acaba pa’l que se muere” -Entrevista personal, Daniel, 60 años

Retratos familiares

“Hasta ahorita el 2 de enero comenzó otra vez el conflicto fuerte, fuerte. Las FARC dicen que supuestamente el ELN tiene vínculo con el gobierno, y el ELN dice lo mismo de las FARC. Pero en sí es por posesiones de rutas de drogas. Porque por donde yo tenia mi casa ahí mandaba el 10 frente y el frente 28 de las FARC, y demasiada droga. Incluso yo conozco a los comandantes de esos grupos porque ellos se la vivían por ahí donde yo tenía mi casa. Un camino por donde ellos pasaban y entraban ahí a mi casa y era demasiada droga que pasaban. Decían que era un campamento de unos 200 metros como por 30 de ancho. Eran toneladas. Las FARC tenían demasiado dinero.

Mientras que los Elenos no. Las FARC en zona fronteriza con Venezuela andaban en camionetas blindadas, carros últimos modelos. Estamos hablando del año pasado”.

-Entrevista personal, Jeison, 25 años

“Esos días de comienzos de año fueron terribles. En mi zona la mayoría se fueron, quedamos pocos. El miedo era que decían que venían los Elenos matando a todo mundo, pateando las puertas y sí venían un poco agresivos. Yo estaba por Canciones, de La Esmeralda pa abajito en Arauquita y como el 8 de enero bajaron como 300 hombres de una columna. Donde yo estaba, pues yo me paraba en la mañana y ordeñaba y no salía porque no había autorización de nadie para salir al pueblo hasta nuevo aviso. Aparecieron en las vías, uniformados, encamuflados, enfusilados y dijeron que uno no podía salir. Después abrieron de las 11 hasta las 3 de la tarde. Después de las 3 de la tarde hasta las 11 de la mañana no podía salir. Después abrieron de 6 a 6.

Y si fue un poco tenebroso porque cuando bajó la columna esa, yo ordeñé y eso, y como no podía salir pues yo me acosté y me puse a ver televisión y me quedé dormido. Ellos dicen que ellos llamaron, tocaron la puerta pero yo dormido no escuché. Cuando escuché fue que patearon la puerta duro y la ventana, entonces yo me desperté y me paré. Cuando me paré pues me estaban apuntando afuera, que qué escondía. Normal les abrí, entraron, requisaron, me pidieron documentos, me preguntaron que si había visto FARC, que si no conocía a alguien de las FARC. Me dijeron que si llegaba a mirar FARC que les avisara, que eran narcoguerrilleros y había que sacarlos de la zona. Por lo menos en mi vereda, cada teléfono lo chuzaron. Va alguien en una moto con otra persona y van armados. Piden los celulares, les meten un cablecito y chuzan todo, llamadas, WhatsApp, Facebook, todo. Es muy complejo.

La verdad es que el Acuerdo de Paz no benefició a nadie prácticamente, porque las FARC en nuestro departamento nunca desapareció. Jamás se ha acabado la guerra”

-Entrevista personal, Jeison, 25 años.

A pocos metros del caserío de Flor Amarillo, Tame-Arauca, hay una novedad en el paisaje: en la entrada de una carretera que conduce hacia el llano adentro está clavada una cruz que bien podría hacer las veces de epitafio. En marzo asesinaron a un taxista justo en ese tramo del camino. Dicen que fue la guerrilla en un “ajuste de cuentas”, no hay exactitud de cuál grupo.

También dicen que lo confundieron con otra persona.

Don Urbano Daza era uno de los más grandes ganaderos de la región del piedemonte araucano. Desapareció hacia el mes de abril en zona rural del municipio de Cravo Norte y a los días fueron encontrado sus restos óseos. Estaba negociando ganado por esa zona y dicen que fue interceptado por la guerrilla. No se sabe con exactitud qué grupo fue. Su finca está ubicada sobre la vía Tame-Arauca.

Vía terciaria que dirige hacia la vereda Carraos en el municipio de Tame-Arauca. A comienzos de año, sobre la entrada de esta misma vía aparecieron muertos dos campesinos que hacían trabajos en algunas fincas de la vereda de vez en cuando. Dicen que fue la guerrilla quien los enjuició por haber estado hurtando. No hay claridad sobre qué grupo pudo haber sido.

Pequeña cartografía visual

Finca El Progreso, Carraos, TameArauca 4:50 pm En Arauca se cabalga entre un paisaje verde, sonoro y perfumado, que no pareciera albergar tanta muerte y tanta violencia. Pero la realidad es que si lo hace. Cada caño, cada estero, cada carretera albergó la vida de muchos y es nuestro deber rehabitar este territorio con plena conciencia de lo que aquí ha sucedido. Por la dignidad de los que ya no están, sin importar en que circunstancias fallecieron. Dignidad que también es de los que aún están, dignidad de nuestro país y nuestra región que sigue luchando por la paz y la defensa de la vida.

Mañana me voy, sé que estando en Bogotá olvidaré el miedo corporal de ver la tarde caer, olvidaré el olor a mastranto, olvidaré el silencio de las madrugadas, el sabor del agua y de la leche recién salida de la vaca. Espero que estas fotografías y estos escritos siempre me recuerden la razón por la que estudio lo que estudio, por la que hago lo que hago. Que nunca me permitan olvidar de dónde y de quiénes vengo.