Tom Regan - La Cuestión de los Derechos Animales

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LA CUESTIÓN DE LOS DERECHOS ANIMALES por Tom Regan

Me considero a mí mismo como un defensor de los Derechos Animales—como una parte del movimiento por los Derechos Animales. Este movimiento, como yo lo concibo, se ha comprometido a una serie de objetivos, incluyendo:

●la abolición total de la utilización de animales en la ciencia. ●la disolución total de la ganadería comercial. ●la eliminación total de la caza y las capturas deportivas y comerciales.

Existen, lo sé, personas que profesan creer en los Derechos Animales, pero que no reconocen estos objetivos. La ganadería industrial, dicen, está mal—viola los Derechos Animales— pero la ganadería tradicional es aceptable. Las pruebas de toxicidad de los cosméticos realizadas en animales violan sus derechos, pero la importante investigación médica —la investigación contra el cáncer, por ejemplo— no lo hace. El apaleo de bebés de foca es aborrecible, pero no así la captura de focas adultas. Solía pensar que entendía estos razonamientos. Pero ya no. No se cambian instituciones injustas sólo con retocarlas. Lo que está mal —fundamentalmente mal— en la forma en que se trata a los animales¹ no son los detalles que varían en uno y otro caso. Es todo el sistema. La desolación del ternero es patética, desgarradora; el dolor palpitante del chimpancé con electrodos profundamente plantados en su cerebro es repulsivo; la muerte lenta, tortuosa, del mapache atrapado en el cepo es angustiosa. Pero lo que está mal no es el dolor, no es el sufrimiento, no es la privación. Esto se combina con lo que está mal. A veces —a menudo — hacen que el mal sea mucho, mucho peor. Pero no son el mal fundamental. El mal fundamental es el sistema que permite ver a los animales comonuestros recursos, como para nuestro uso —para ser comidos, o manipulados quirúrgicamente, o explotados deportiva o económicamente. Una vez que es aceptada esta manera de ver a los animales —como nuestros recursos— el resto es tan predecible como lamentable. ¿Por qué preocuparnos por su salud, su dolor, su muerte? Desde el momento en que los animales existen para nosotros, para beneficiarnos de una u otra forma, lo que a ellos les dañe no tiene verdadera importancia —o importa sólo si empieza a molestarnos, como cuando comernos nuestro escalope de ternera nos hace sentir incómodos, por ejemplo. Entonces sí, libremos al ternero de su confinamiento solitario, démosle más espacio, un poco de paja, algunos compañeros. Pero sigamos con nuestro escalope de ternera. Pero un poco de paja, más espacio y algunos compañeros no eliminarán —ni siquiera


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