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EL HERALDO Viernes 28 de febrero de 2014 fotos andrés alonso
Nueva Colombia...
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Viene de la págINA 4C
“¿Que si me he desmotivado? Claro, pero sigo aquí adelante por los niños, pa’ alejarlos del vicio y el alcohol, pa’ que no sigan malos caminos, como les pasó a los que ya no están aquí”, cuenta Yilda mientras peina el cabello de la nieta, que está impaciente porque su abuela salga a la calle y siga el ensayo. En sus 44 años de vida, esta barranquillera se ha desempeñado en distintos ámbitos laborales con el fin de sostener una familia de dos hijas menores de edad: ha sido bailarina de danza folclórica, camarera de hotel y empleada doméstica. Cuando pasa el Carnaval, tal y como el del año pasado, en el que quedó endeudada tras haber comprado zapatos y accesorios para los niños, tiene que salir a dar la cara y solucionar. En ese entonces tuvo que ingresar por un tiempo a una casa de familia y trabajar en los oficios del hogar. Ella mantiene su convicción de que eso no importa si al final queda la satisfacción de haber cumplido su objetivo. “A veces hacemos rifas con los mismos integrantes del grupo, unos se llevan unos números, otros no los pagan, y bueno… Yo soy la madrina y directora del grupo de corazón: aquí viene to’ mundo, y a to’ mundo recibo. Es que a mí sí me preocupa mucho la situación de los niños, porque es que ya no tenemos niños, como diríamos… ‘inocentes’. ¡Ya estos niños saben!”, dice recalcándolo, y señala afuera, a unos niños que aprovecharon que los músicos se fueron y dejaron sola la tambora, para
La familia de la profesora Yilda Fruto se vincula en el diseño y la confección de los trajes del grupo.
Desde los primeros años de vida, los niños de este barrio aprenden a dominar el mapalé. cogerla y hacer bulla. La seño Yilda es consciente de que tiene que hacer esto todos los años de su vida para proteger la identidad cultural que les pertenece, para explicarles a todos los niños quiénes son, de dónde vienen, para dónde van y por qué hacen eso. Por eso se ha ido formando y hoy es técnica en artes escénicas con énfasis en danza, graduada de la Escuela Distrital de Artes, y además es instructora de un programa que maneja la Secretaría de Cultura
de la Alcaldía de Barranquilla. Irónicamente, con este proyecto trabaja con las comunidades de La Paz, Rebolo y La Luz, menos con la suya. Ella va a donde la Alcaldía la lleve. Entonces, en su tiempo libre, les enseña todo lo que sabe a los menores de Nueva Colombia, utilizando sus propios medios. A todo el grupo se lo echa al hombro, porque de ninguna parte llegan ayudas o recursos significativos, ni para atuendos, ni para traslados o incluso refrigerios. Difícil de creer pa-
ra una ciudad que se proclamó Capital Americana de la Cultura en el 2013. Con todo y esto, ya están ultimando detalles: el sábado van para la calle 17 a bailar en la Batalla de Flores, que para Yilda, es evento de público agradecido, que logra ver la expresión en el rostro de los jóvenes que bailan sobre el asfalto, bajo rayos de un sol inclemente que penetra y quema la piel. El domingo salen por la Vía 40, y concursan por los premios que da Carnaval S.A. a las mejores comparsas, como una forma de estimular el trabajo. Raíces de Nueva Colombia, con su mapalé, va por lo suyo, tal y como en años anteriores, en los que han ganado menciones. Lizaura, de 13 años, entra a la casa. Cruza unas palabras con la seño, así como también otros niños que entran y se pasean por la sala como si estuvieran en sus casas. Ellos son realmente una sola familia, no solo por esa fraternidad que un grupo de baile puede provocar, sino porque en realidad, en el grupo de danza, hay primos y hermanos del barrio entero. Todos se conocen y saben bien lo que es compartir cuando hay poco. Vuelven y suenan los golpeadores de la tambora. Es el llamado para la segunda tanda de ensayo de la noche y Yilda tiene que regresar a la tarima improvisada a seguir regando a punta de mapalé las ‘raíces’ del barrio. Nueva Colombia, que en su momento fue considerado un territorio de invasión, representa mucho más que un sector de afrodescendientes en Barranquilla: es una mina virgen llena de riqueza cultural, ansiosa de ser explotada por quienes de verdad creen que a través de la cultura y la educación hay forma de salir adelante.
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La Quinta Vergara vibró con la música de Carlos Vives Obtuvo las gaviotas y las antorchas de plata y oro en Viña del Mar. Viña del Mar. Después de 14 años de ausencia Carlos Vives se presentó en el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, en Chile. Su vuelta trajo toda la energía acumulada en ese tiempo, algo que se notó en el escenario y en la emoción reflejada por el artista y sus músicos. El cantante samario inundó el miércoles en la noche la cuarta jornada del festival con vallenato, cumbia y pop rock. Solo bastaba ver bailar a las 15 mil personas que abarrotaban las gradas de la Quinta Vergara, sede del evento, entre los que se encontraban cientos de colombianos residentes en
el país austral. El repertorio de Vives inició con el tema Como le gusta a tu cuerpo, seguido de Déjame entrar, Carito, Bailar contigo, Fruta fresca, Voy a olvidarme de mi, Volví a nacer, Pa Mayte, Matilde Lina, Tu amor eterno, La hamaca grande, La gota fría, La foto de los dos, La cañagüetera, Quiero verte sonreír y finalizó con La tierra del Olvido. “Estoy muy contento, estamos conectados emocionalmente con Chile. Faltaba en mi vida un reconocimiento así. Estamos tragados de este monstruo”, dijo Vives en la conferencia de prensa posterior a su presentación. El samario ganó con sus interpretaciones las gaviotas y las antorchas de Oro y Plata,los premios que entrega el festival a los mejores artistas. Efe
Carlos Vives ondea la bandera colombiana y sostiene las dos gaviotas al finalizar su presentación en Viña del Mar.