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Sábado 26 de Octubre 2013

Mutis antes de pronunciar su conferencia sobre la poesía mística en lengua española en el Congreso del estado. Lo acompañan, Eraclio Zepeda, Manue

Con ocasión de la presentación del disco con la voz y la poesía de Álvaro Mutis, el maestro ofreció una lectura en el Congreso del Estado. En la mañana habíamos ido a pasear por el Cañón del Sumidero. Antes de iniciar el recital afirmó: Esta mañana con Ricardo Cuéllar fui a recorrer el Cañón del Sumidero. Una cosa debo advertir. Hace años escribí el poema al Cañón del Sumidero sin conocerlo. Leyó el Cañón de Aracuriare. Todos quedamos vilo, suspendidos ante la gracia narrativa del poema. Al terminar la lectura la respiración del público asistente regresó a la normalidad. Logró transmitir la celebración poética a la naturaleza. Fue jubiloso ese momento. Al día siguiente se inauguraba, casualmente, una exposición de pintores colombianos en el Museo de Antropología. Allí estuvimos con el maestro Mutis, el embajador de entonces, el presidente Municipal, Enoch Cansino Casahonda, Manuel Suasnávar y varios amigos viendo trabajo de Leonel Góngora, Omar Rayo, Grau, Alcántara, entre otros. Un día, Mutis y yo, nos encontramos en Villahermosa, Tabasco, donde el maestro había llegado a dar una conferencia invitado por el poeta y ensayista, muy apreciado por los dos, Ciprián Cabreara Jasso. Allí lo entrevisté sobre la poesía colombiana, publicada luego en Tras las rutas de Maqroll El Gaviero (1988-1993), en 1993, por el Instituto Colombiano de Cultura. Antes de la conferencia Pano, como llamábamos cariñosamente a Cabrera Jasso, quien hace dos años se suicidó, nos llevó a un restaurante a la orilla del río Grijalva. Un hombre de porte humilde, amanerado, cantaba con una cierta confusa alegría. Todos lo mirábamos con un dejo de tristeza. De pronto comentó Mutis: ese pobre hombre cuando se encuentra sólo debe ser un ser absolutamente miserable, tiene el semblante de un

perfecto derrotado. Así es, comentó Pano, que lo conocía, confirmando la apreciación del poeta. Algo observé en torno a que el río Grijalva une a Chiapas y Tabasco, estados que tienen una intrincada y rica historia común. Y comentó Mutis: por aquí pasaron los conquistadores y seguramente durmieron en estas orillas. Y afirmó Pano: no lo dudo. En la conferencia, en un saloncito muy concurrido del centro, con librería y todo, Mutis hizo un elogio del café, refiriendo la ceremonia que demanda el cultivo, la preparación, hasta ingerir la exquisita bebida. Habló de su Maqroll El Gaviero: lo que lo llevó a destacar los viajes, el sentido del viaje y sus experiencias de niño que lo llevaron a concebir el personaje al lado del río de Coello. Visitamos la librería y allí se encontraba el Diccionario General de Americanismos de Francisco J. Santamaría, en tres tomos, editado por el Gobierno de Tabasco, su estado natal. Cómpralos le dijo a Carmen, su esposa, de origen catalán, que lo acompañaba, a ti que te gusta saber de todos estos asuntos. Como ya habíamos hablado de José Celestino Mutis, en una ocasión anterior, le comenté que también era poeta. No inventes Ricardo, me quieres alagar. No maestro, le dije, aquí traigo una fotocopia del poema. Se los entregué y me dijo: eres terrible. Obvio que habían sido publicados en Colombia. Jorge Pacheco Quintero edito Antología de la poesía en Colombia, tomo II, el neoclasicismo, los romances tradicionales, editados por el Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1973. Álvaro Mutis para mí fue un hombre definitivo. No sólo por la sabia poesía que leía, leo y leeré siempre con entusiasmo. Cuando publicó los inolvidables Un homenaje y siete nocturnos, en Ediciones El Equilibrista, me estampó la siguiente dedicatoria: Para Ricardo Cuéllar, poeta, amigo y dos veces paisano, con el afecto de Ál-

varo Mutis, 11-4-88, México. Para terminar este apretado, desordenado y fragmentario recuento de mi relación con el poeta Álvaro Mutis debo contar que cuando cursaba los seminarios del doctorado Cervantes y la novela moderna, varios de los profesores nos preguntaron qué tema habíamos escogido para la tesis. Yo respondí con la propuesta que ya había definido desde antes de empezar los estudios. Miguel de Cervantes y Álvaro Mutis: el sentido del fracaso y la idea de la desesperanza. Ninguno mostró el más mínimo interés por mi propuesta. Poco después supe por un profesor de literatura hispanoamericana, un joven español muy amable, José Luis de la Fuente, lo siguiente: Mira Ricardo, ese tema es muy importante, pero los cervantistas españoles andan embarcados en la risa del Quijote, en el humor y ese tipo de festejos. Ahí llevas en la mano el estudio sobre el humor de Cervantes de Anthony Close. Acepté con desgano su comentario y cambié de tema: La poesía de Miguel de Cervantes visitada por siete biógrafos. Al regresar a México en 1996 visité a Álvaro Mutis en su casa de San Jerónimo y lo entrevisté sobre Cervantes. Con una frase me dijo todo al indicarle mi tema para la tesis: Miguel de Cervantes y Álvaro Mutis: el sentido del fracaso y la idea de la desesperanza. Hay una diferencia esencial, Ricardo, me dijo: yo radicalizo a Cervantes. Lo cual es absolutamente cierto. Una sola cita de un poema me sirve para atestiguar lo que afirma el maestro y cerrar esta crónica: Ninguno de nuestros sueños, ni la más tenebrosa de nuestras pesadillas es superior a la suma total de fracasos que componen nuestro destino. El poeta Álvaro Mutis seguirá vivo, no lo dudamos, per secula seculoron, entre sus amigos y fieles lectores. *(Texto leído el miércoles 10 de octubre en el Homenaje a Maqroll El Gaviero en el Auditorio de la Facultad

de Humanidades, de la Universidad Autónoma de Chiapas, organizado por profesores y estudiantes de la licenciatura de Lengua y Literatura Hispanoamericanas).


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