comunicacionpluralde2013sabado09demarzo

Page 1

De la revolución y otros demonios [Primera parte]

Rayuela 204

Sábado 09 de Marzo de 2013. Año IV. Suplemento sabatino de arte, literatura y sociedad

Marcelino Champo No deberíamos estar buscando héroes, deberíamos estar buscando buenas ideas.

H

Noam Chomsky

ace mucho que las revoluciones humanas han olvidado esa cualidad constructora de ideas, las arquitecturas del pensamiento se han visto disipadas por el ímpetu y la furia. Razones no faltan: inestabilidad política, desconcierto social, crisis económica, y la eterna espera de un cambio, nos vuelve personajes Beckettianos, seres absurdos sumergidos en el fantasma de la esperanza. Hoy que el mundo se colapsa desde su partícula más elemental (el individuo), las problemáticas no son sólo de los países llamados tercermundistas o de aquellos ocultos al sol del “progreso”, ahora las grandes potencias naufragan en la inestabilidad, victimas de sus propias decisiones. Nunca como en estos tiempos, “el otro” se hace tan cercano y a la vez tan a la distancia, hermosa paradoja para esta segunda década del nuevo milenio. Al igual que el americano, el europeo conoce la desigualdad social, la migración, la manipulación de medios, el desempleo o la imposición del poder, fenómenos que no son nada nuevos, pero que ahora brillan por su semejanza con otros países latinos. El hambre ya no es una “singularidad” exclusiva de los pobres. Pero, ¿cómo respondemos ante estos impactos? La respuesta ahora la podemos encontrar en las calles: marchas, huelgas, paros laborales, protestas en las puertas de las instituciones, movimiento tras movimiento, las leyes de Newton aplicadas a la dinámica del hombre. Todo es un fluir constante, acciónreacción. Ahora bien, ¿Es ese movimiento un acto generador de ideas? ¿Es acaso ese frenesí el portador de una revolución? Habrá que respirar un poco antes de emitir respuesta alguna. Si la voluntad desenfrenada le ha ganado el paso al pensamiento, no es mera coincidencia, se trata tan sólo del fenómeno de las nuevas generaciones; portadoras de la ruptura, del rompimiento que destruye, a punta de lanza, las puertas del conformismo. Sangre nueva, ojos renovados, un arsenal completo de cuerpos irrumpen esta realidad, y los otros, los de ayer, observan impávidos desde el palco. Fuerza y espíritu

La Máquina Hamlet No creo en una historia que tenga pies y cabeza. Heiner Müller

concentrados en un solo momento, he ahí la esencia de los que vienen detrás, aquellos cuyas decisiones no estarán opacadas por la duda. Pero la contingencia necesita algo más que el impulso de la sangre, que el arrebato momentáneo, para sosegar su paso. Se necesitan conciencias, pensamientos para sustentar toda esa efervescencia. Sin idea, no hay objetivo claro, las rutas se dispersan, el origen se pierde y la trayectoria no es más que

confusión. México, al igual que el resto del mundo, ha sentido ese embate de las nuevas generaciones. Las voces que antes callaban, ahora se escuchan por todas partes: en las calles, en las casas, en la fábrica, en la universidad, en los restaurantes, en los parques, cualquier espacio es inundado por la crítica. La furia, antes mencionada, es moneda de cambio, pan nuestro de cada día, la compartimos al igual que el espacio, a

veces nos asfixia. Por lo tanto, ¿cómo no tomar la furia como estandarte o como símbolo de guerra? Para los jóvenes el futuro no admite letargo o pasividad, pero ese dinamismo intempestivo genera también confusión. La falta de pensamientos claros se ven reflejados en diversas manifestaciones que no tienen un fin exacto, más que la del mero hecho de existir. En estos días es difícil encontrar un ideal que no se corrompa en la intempe-

rie , que soporte el acecho del crimen o la violencia, que se muestre estoico ante la adversidad , y más que nada que presuma un soporte que haga trascender sus palabras. Los ideales son ahora sustituidos por las penas, por la tragedia particular que se cierne en cada individuo. Víctimas y victimarios se pasean por las arterias de un país que padece de amnesia. Con la memoria dispersa, desgastada y reconstruida a conveniencia de algunos, el individuo busca reconstruir su propia historia, pero no como algo que aparece distante en los eones del tiempo, sino como un resorte que impulse las acciones del presente. Para eso habría que ser un parricida, tomar el lugar de Edipo y matar a nuestro progenitor, a la idea que nos engendro. Los jóvenes de ahora adoptan, por inercia o por empatía, la postura del homicida, sus manos alzan el puñal que ha de terminar con la vida del tirano. E tu Brute, muera entonces César (William Shakespeare). Pero aniquilar el pasado, es olvidarnos del presente. Pese a todo, somos historia, la síntesis de acciones, pensamientos, errores, tragedias, desacuerdos, correspondencias que se presentan en la trayectoria de la vida. Cuando Edipo mata a su padre no cumple solo con las visiones de Tiresias, también acaba con su propia unión con el tiempo, el lazo que lo mantenía unido al todo. Después del crimen, ahora es solo un barco a la deriva que busca, desesperadamente, unirse de nuevo al universo. Así las nuevas voluntades destronan al rey, lo enjuician, lo sentencian y lo llevan al paredón. No existe otra alternativa, toda revolución, si se quiere tomar como tal, genera pérdidas. La muerte es entonces, inevitable. Lamentablemente esa lucha de fuerzas opuestas, de aquellos que intentan conservar un orden preestablecido contra aquellos que buscan el desequilibrio de las circunstancias, es una guerra perpetua. Bajo ese estigma su existencia y su rivalidad se extenderá hasta el fin de los días, tal es la naturaleza humana.

La filosofía del siglo XX, según Emerich Coreth Rigoberto Martínez Sánchez


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.