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[MARCELINO CHAMPO] El juego sucede dos veces, en la cancha y en la mente del público

L

Juan Villoro

a concepción del héroe en la cultura griega es inherente a la tragedia, el sino de este personaje ve su fin en la desventura. Con el afán de redimirse de la furia de los dioses, el héroe (representación máxima de los hombres o de un pueblo) asume la condición ineludible de su destino. El camino entonces está plagado de pruebas y desventuras, toda una travesía que se gesta tanto en la tierra como en las profundidades del océano o el infierno. El objetivo, por supuesto, es sumamente claro: la eternidad. En 1974 uno de los eventos más importantes en el mundo tenía lugar en Alemania: el mundial de fútbol. Dos gigantes del deporte se disputaban el máximo trofeo del balompié: Cruyff y Beckenbauer. La balanza se inclinaba de lado de la escuadra holandesa, la bien llamada “Naranja mecánica”, con un fútbol total en el que se abarcaba hasta el último centímetro de la cancha, un juego de conjunto de ritmo y armonía como en una orquesta sinfónica, el equipo liderado por Johan Cruyff era el ejemplo de la perfección futbolística, no así de la

eficacia. Los alemanes, con un juego menos vistoso pero de una determinación a prueba de bombas, dieron la campanada que les permitió alzar su segundo título de campeones del mundo. Al fondo, en la oscuridad de la derrota, uno de los jugadores más emblemáticos y virtuosos de la historia era testigo de su propia tragedia. El fútbol, desmesura de la voluntad, trae consigo su propia lista de héroes y villanos, epopeya que se vive día con día en escenarios impecables como el Allianz Arena, El Olympic Stadium, El Camp Nou, San Ciro, San Mamés, El Parque de los Príncipes, El Santiago Bernabéu o en rincones apartados de la vista de Dios: terrenos baldíos, jardines públicos, barrios populares, el patio de alguna cárcel o la orilla de la playa, todo espacio puede ser terreno propicio para que el arte de la patada y la pelota se haga presente. Instrumento de enajenación, producto de mercadotecnia, suceso catártico, evocación poética de botines, desafío de leyes físicas, mutilación de esperanzas, desenfreno de victoria, eso es el fútbol, uno de los fenómenos de mayor resonancia en la tierra. ¿Qué es entonces un partido sino la conjunción de tiempo y catarsis, batalla legendaria entre dos ejércitos de pantalones cortos? Ahí aparece el destino, la gracia divina, el virtuosismo, la hazaña, la falla imperdonable, el antagonismo del villano o el suplicio del espectador. Dios es redondo es la conmemoración de un

suceso que va más allá de la razón, un estudio que trata de entender o explicar la pasión desbordada por este deporte. Juan Villoro nos trae uno de los libros más memorables de literatura y deporte, un acercamiento a los 22 de hombres que se disputan un balón en un espacio delimitado por el blanco de la pureza. Villoro describe con gran precisión e impecable lenguaje los diferentes contenidos y pormenores que han escrito la historia de la cancha, anécdotas que han encontrado eco en la memoria de los hinchas. “Es posible que el futbol represente la última frontera legítima de la intransigencia emocional; rebasarla significa traicionar la infancia, negar

al niño que entendió que los héroes se visten de blanco o de azulgrana”. Dios es redondo, de Juan Villoro, un libro imprescindible para los amantes del fútbol y la literatura. Villoro, Juan, Dios es redondo, Barcelona, Anagrama.

Sábado 08 de Junio de 2013. Año IV. Suplemento sabatino de arte, literatura y sociedad

Heiner Müller

Rayuela 216

No creo en una historia que tenga pies y cabeza.

Pág. 09

La Máquina Hamlet

Entiende mejor el fútbol quien sabe un poco de teología

Fútbol: fe, necedad y utopía


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01rayuelade2013copenchiapasde0101ok by Luis Enrique Rios Aguilar - Issuu