Desgracia y polvo 4. Sacar provecho.

Sacar provecho

Desgracia y polvo

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Era noche cerrada.

En algún lugar de la sierra, se hacía el cambio de turno de los vigilantes de un lujoso rancho amurallado.

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― ¡Eh, Chuy, hasta que llegan! El cambio de turno fue hace una hora.

CH: Ya sé pendejo. ¿Qué? ¿Se andan cagando o por qué la prisa? ― Que te valga verga, ustedes nomás lleguen a tiempo y ya.

CH: ¿Yo qué? Dile al jefe, estaba hablando con los nuevos esos. ― ¿Vas a hacer el turno con esos? Nooombre tan bien pollitos, a ver cuánto aguantan jaja. ― ¿Así se visten o andan disfrazados? Cuándo se andan viendo esas mamadas aquí.

CH: Yo no sé carnal… a mí me dijeron que les echara un ojo… me dijeron que me anduviera con cuidado, sobre todo con el chino flaco ese. ― Pues sí wey, míralo, no te vaya a pegar lo puto.

CH: ... Pos ya tú sabes si me haces caso o no… ... ¿A qué no saben quién los trajo? ― ¿Quién? ― ¡Échalo!

CH: La Karina. Karina Farías. ― No mames.

CH: Te lo juro te lo juro. Me lo dijo el Roni, que la morra se vio con el Patrón en la ciudad y le pidió el paro. ― ... A la… ― De seguro le hizo un favorsito al Patrón para que aceptara.

CH: Ya no trabaja, los únicos que se la han de coger ahorita son esos dos. O eso me contó Roni. ― ... A la… ― ... A la...

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― Epale, jefe... JEFE. ― ¡Ese mi Chuy! ¿Cómo andas? Véngase pa' acá. Se rifaron anoche.

Niuno dejaron que se metiera. Pero se pasaron de verga poquito con lo de dejar las cabezas en el patio, porque la familia del Patrón las vio, pero yo le dije: “A ver, ¿qué prefieres: las cabezas de esos pelados o las de tus hijos?" y ya se calmó poquío. Eso no lo vuelvan a hacer… los cuerpos al almacén, ya de ahí vemos, igual casi nunca viene la familia… ― Jefe, es que al chile… al chile… yo no hice nada. ― Jajaja ¿y pa qué me dices eso? Que no hubo pedos, ya te dije. ― No… es que… es que lo hicieron los otros dos solos. Pa mí sería bien fácil decir que fui yo también, pero de lo que pasó anoche yo no quiero saber nada. Es que no sabes lo que pasó. No mames, ‘ira, se me pone la piel chinita chinita nomás de acordarme. ― ¿Pos qué traes Chuy? Parece que el nuevo eres tú. Así es esto. Al que se meta a los terrenos del Patrón a armar pedos, se lo carga el payaso. ― ¡No es eso! ¡No es que los hayan matado! Muertos he visto a montones.

Lo que está bien culero es cómo pasó. Esos vatos son del demonio… ¡Pero tú ya sabías! por eso me dijiste que me cuidara del flaco, de René. ― … Pues, algo sabré. ¿Qué pasó? ― Es que ni sé explicarlo… En primera, yo no sé cómo le hizo René para verlos, porque estaban bien bien lejos cuando los vio. En segunda, es que no mames, hubieras visto chingado, no mames… ― ¡Ya dime!

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― Sé que a lo mejor no me crees pero ese vato tiene como que… poderes…

Te digo que es del demonio… UN DEDO movió, y uno a uno los fue agarrando. Pero desde allá arriba donde estábamos vigilando, y los otros estaban abajo, como si pudiera mover cosas con la mente, como si tuviera dos brazos imaginarios y larguísimos. Con un brazo los alzaba y con otro les rompía la mano pa' que soltaran las armas… Y luego, no mames y luego los levantaba en el aire… no mames… hasta que quedaban a nuestra altura. Y ahí ya estaba esperando el otro, Salvador, que les daba un tiro en la frente, ¡PAM! y René, con su… brujería o yo que sé, con sus brazos imaginarios, les arrancaba la cabeza de un jalón.

Ni una gota de sangre le cayó y se los chingó a todos. Y yo ahí viendo, sí me dio miedo, pa qué te miento. ― 'Ta gacho eso ¿no? ― Está de la chingada. Al chile cámbiame de lugar, no seas culo. ― 'Tas pendejo. Mira, yo ya sabía de ese pedo, ¿por qué crees que el Patrón los aceptó así nomás? Yo no pregunto. Yo no sé nada. Ya Dios sabrá qué chingaderas hicimos en este mundo y que él nos juzgue. Pero ese René algo tiene, y le está sacando provecho. Tú sácale provecho a él. Ahorita los pusieron a vigilar allá contigo porque Salvador es bueno tirando, pero esos dos van a subir rápido. Pégateles y sube con ellos. Estos muchachillos no se van a quedar aquí, nomás están empezando, capaz y hasta te sacan de este rancho olvidado del mundo. ¿O qué? ¿Quieres pasarte las noches trepado en ese techo por el resto de tu vida? Piénsale.

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― Buenas noches. ― (…) ― ¿Ya te calmaste? Necesito que estés tranquila, si no, no podemos hablar ni llegar a un acuerdo. ― (…) ― (…) Carlota está bien, si tenías la duda. ― ... ¡Le juro que yo no le hice eso! ¡Se lo juro! Se lo hizo sola. No sé por qué, pero yo lo vi. No sé qué quiera de mí pero no tengo nada que darle, por favor déjeme ir. ― Te prometo que cuando terminemos de hablar te dejaré ir. Ya te lo dije, quítate esa idea de que te voy a hacer daño. ― … ¿Y a mi abuelo? ¿A él sí le hizo daño? ― Es verdad que falleció. Lamento eso. ― ¿Y usted qué tuvo que ver? ¿Qué le pasó a él? ― No pienses mal. Tu abuelo, Gustavo, no se iba a recuperar nunca, estaba al borde de la muerte, yo solo le ayudé. No lo sabes, pero hoy por la mañana volvió a hacerse daño, mucho daño. ― En el hospital los médicos de verdad... le iban a… ayudar... ― Ellos no podrían hacer nada por él. Y ya murió. Tú sí pudiste hacer algo, pero decidiste no hacerlo. ― Por Dios, ¿de qué habla? ― Sabes qué pasó con él. Qué pasó con Carlota. Tienes hermanos, ¿verdad? Seguro ellos te temen tanto como tu madre.

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― Ya le dije que yo no le he hecho daño a nadie. ― Pero sabes quién sí. ― (…) ― Por cada día que permanezcas en silencio pones en peligro a alguien más. Ya no puedes seguir negando lo que está pasando. Mejor dicho, yo ya no puedo permitírtelo. ― (…) ― Podemos percibirla, Carlota y yo. Mi sobrina puede incluso escucharla, dice que habla todo el tiempo. ― (…) ― Seguramente debes desear que se calle. ― ¿Quién es? ¿Quién es ella? ― ¿Quién crees? ― … ¿Es... es la dueña del corazón que tengo ahora? ¿La persona que murió? ― Desconozco si donó más órganos, pero decidió aferrarse al corazón. ― (…) ― No es poco común que suceda. Aunque no sé si su habilidad para controlar de esa manera la mente de las personas fue algo que adquirió en vida o si fue después de morir. Terminará controlando la tuya si la dejas hacerlo. ― (…) ― Cuando lo aceptes y hables conmigo podré empezar a ayudarte... Tenía 10

planeado quitártela de encima y ya, pero tal vez te sea útil. Puedes decidir qué hacer con ella, sacarle provecho. No me parece que seas alguien que vaya a hacer uso indebido de un poder como ese. ― (…) ― Puedes pensarlo... un par de días solamente... ya dejamos pasar mucho tiempo. Y puedes quedarte aquí mientras tanto. ― (…) ― Bueno, eso era todo. Te voy a soltar, puedes irte si quieres... Si cuentas algo de lo que acaba de pasar, de quién soy yo o de lo que he dicho, ahora sí te voy a hacer daño. Y si me entero de que esa persona que cargas en tu corazón le ha hecho daño a alguien más en este pueblo, voy a tomar mis propias decisiones. ― … ¿Ahora sí me está amenazando? ― Si. Estás en tu derecho de juzgarme. Pero dudo que encuentres a alguien más que te ayude con tu problema. ― … ¿Cómo... cómo sé que es verdad lo que dice, que puede ayudarme, que no me hará daño de todos modos? ¿Cómo sé que es verdad lo que dice de mi abuelo? (…) ― Si decidieras que quieres sacarte de encima a esa persona, yo llevaría a esa persona a un lugar, ahí podría por fin irse a donde vamos todos al morir. Quisiera mostrarte ese lugar, aprovechando que voy a llevar ahí a alguien, a tu abuelo. Tal vez te convenzas un poco.

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― ¿Qué haces? ― ¡Hey, Salvador! ¡Me asustas! ¡Toca la pinche puerta! ¿Qué haces aquí? ― Tuvimos una vuelta a la ciudad. Con cuánta alegría me recibes, eh. ― ¿Dónde está René? ― Se quedó allá en el rancho. ― Estoy haciendo enchiladas. Voy a calentarte más tortillas para... ― No, ya me ando yendo. Me están esperando... ¿Y cómo estás, Karina? ― Dos-tres. Me siento sola sin ustedes. ¿Y eso que te importa cómo estoy? ― No me importa, pero son cosas que uno tiene que decirle a los amigos. ― Eres un grosero. ¿Cómo esta René? ― Bien. ― Aparte de grosero, aburrido. ¡Dime más! ¿Comen bien? ¿Les va bien? ― Mira, nos va bien, muy bien de hecho. Pero necesito un favorcito. ― A ver dime. ― Las cosa es que, René... o sea se está portando bien, no digo que no... ― ¿Qué hizo? ― Espérate... nada, nada necesariamente malo... Pero ya sabrás que siempre le he recomendado que se mida, con sus poderes. Toda la pinche vida andamos de aquí para allá metiéndonos en problemas y... ― Pero ahí siguen, como uña y mugre los dos. ― Déjame hablar, chingado. El punto es que allá en la sierra René está teniendo la oportunidad de... lucirse, por decirlo de alguna manera... de no andarse escondiendo, de no esconder lo que él es... Y presiento que 14

si no se mide nos vamos a meter en pedos otra vez. Tú eres su novia, hace todo lo que dices, cuando lo veas dile que le baje a su desmadre. ― Ahhh, ya veo. Te gusta que la gente les tenga miedo a ustedes dos, pero no te gusta que René se de a respetar, ¿cómo así? ― Puta madre. Tú estás igual que él. Por eso se entienden... Yo no necesito que René extienda sus alitas para darme a respetar. Yo puedo solo. ― Jajaja si tú lo dices... Ya, está bien. Le voy a decir. Mucho me costó que el Patrón los contrate para que René lo arruine... Qué buen amigo, te preocupas por él. De una vez te advierto que yo no soy así, si ustedes la cagan yo no voy a poner las manos al fuego por nadie. Ni por René. ― También decías que no ibas a hablar con el Patrón y míranos. ― … Bueeeno... eso, eso fue diferente... Necesito que hagan mucho dinero y luego me lo den a mí jajaja. ―... Espero que René te mande a la verga pronto. ― Me las arreglaré... ― Te las das de que no te importa, pero estás enculadísima de él. Dejaste todo por seguirlo. Y ahora yo te tengo que aguantar. ― Uy, qué cruel eres. ¿Y tú? Admite que me quieres, así poquito, ¿no dijiste que éramos amigos, eh? Ya te acostumbrarás a mí. Mira, te hice las enchiladas de todos modos. ― Te dije que ya me voy. ― Yo te veo muy sentadote. ― … Échalas, pues.

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― No mames tengo como una hora esperándote afuera Carlota...

Alaverga ¿Qué te pasó?… Hey, te estoy hablando, ¿Quién te hizo eso? ¿Eh?... ¡Mira cómo andas! ¡Toda madreada de la cabeza! ― Te cuento en tu casa, vámonos. Rápido, no quiero andar así en la calle. ― Si ¿verdad?, van a decir que fui yo. Al que sí le voy a partir la madre es al pendejo que te hizo esto, no vayas a salir con que te caíste porque... ― ¡Aza! ― De por sí la gente se inventa cada cosa de ti... Ya ya, me callo. Me callo. (…) ― … Ni siquiera me pude defender. ¿Tan débil soy? ― Pues hay gente más grande y más fuerte que uno. ― No hablo de fuerza física. (...) ― ¿Quieres que llegue a la paletería, por unas paletas de las que te gustan?... Y en la casa me cuentas todo. ― … Si sí quiero... Perdón por arruinar la noche. ― ¿De qué hablas? No arruinas nada... Ándale, vamos. ― ... ¿Están Vlad y Olegario en tu casa? ― Olegario no sé, andaba con sus amigos. Vlad ahí anda. ― Le dije que iba a ir. ― No creo que puedas hablar mucho con él hoy. ― ¿Coyote? © lucreyn, 2022 ― Sip. Capítulo 5: 22 julio 2022