DISEÑO Y ATMOSFERAS
GRUPO 1
A menudo, hablamos del "rural" y lo "urbano" como mundos separados, divididos por una línea que parece incorruptible. Sin embargo, entre ambos conceptos existe un espacio intermedio, un terreno que no pertenece exclusivamente a ninguno de los dos, pero que es vital para ambos: el paisaje emergente. Este paisaje es una especie de frontera viva, un lugar donde lo tradicional y lo contemporáneo se entrelazan, configurando una identidad que no se puede reducir a simples etiquetas.
En nuestro país, este paisaje vibrante es el campo. Es un corazón latente que se mueve con fuerza, lleno de historias, saberes y ritmos propios. Su esencia no solo reside en los cultivos y la tierra, sino también en su gente, en su capacidad de resistencia y en el eco de las tradiciones que perduran. Sin embargo, aparentemente, este paisaje está condenado a quedarse en los márgenes, aislado en la periferia. Es por eso que creemos firmemente que debe ser recordado, integrado y revitalizado en el núcleo de nuestras ciudades, como un recordatorio constante de nuestras raíces y de la riqueza que proviene de este vínculo.
Es con este propósito que presentamos El Azúa, una propuesta que busca traer el campo al centro urbano, transformando el paisaje emergente en el protagonista de la vida citadina. A través de este proyecto, aspiramos a resignificar el espacio metropolitano como un lugar que celebre el diálogo entre lo rural y lo urbano, entre el pasado y el presente, entre lo natural y lo construido.
El término "Azúa" no es casual. En lenguas indígenas, sugiere fertilidad, vida y agua: elementos esenciales para la conexión entre el campo y la ciudad. Con El Azúa, queremos sembrar la idea de que el paisaje emergente no divide, sino que une, generando nuevos relatos culturales donde todos somos parte.
FIN.
