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utopía futurista
En 1908 aparece el movimiento futurista, encabezado por el poeta italiano Filippo Tommaso Marinetti, quien luego en 1909 publicaría el manifiesto del movimiento. Velocidad, movimiento, energía, las fábricas, el hombre al volante, son algunos de los términos que aparecen en el mismo. Años después, en 1914 aparece El Manifiesto de la Arquitectura futurista, escrito por el arquitecto italiano Antonio Sant’Elia, donde entre otras cosas dijo :
“... la arquitectura futurista es la arquitectura del cálculo, de la audacia temeraria y de la sencillez; la arquitectura del hormigón armado, del hierro, del cristal, del cartón, de la fibra textil y de todos los sustitutos de la madera, de la piedra y del ladrillo, que permiten obtener la máxima elasticidad y ligereza…”
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Lo que se creía algo utópico, años más adelante comenzó a ser una realidad, dando lugar a nuevas formas de arquitectura.
Entre 1961 y 1971 , el arquitecto inglés Cedric Price y la directora de teatro Joan Littlewood, trabajaron en una idea, que no se llevaría a cabo por su carácter ambicioso, pero que generó un cambio en la forma de pensar el espacio y la arquitectura. El Fun Palace, un proyecto que tomaba muchas de las cosas habladas en aquel manifesto futurista, proponía la flexibilización total del espacio.
Este proyecto hacía hincapié en las nuevas tecnologías y materialidades que aparecían en la época, creando así un gran espacio urbano techado, donde la envolvente consitía en una repetición de casi 70 porticos. Por dentro pasarelas móviles y tabiques desmontables, que permitían usar el espacio según el flujo de gente y necesidad.
Este concepto de espacio flexible e involucrado fuertemente con lo urbano fue mutando y de a poco dejó de ser una utopía dando paso a nuevos conceptos de edificios, donde se busca una multifuncionalidad en base a la flexibilización del mismo.
