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Crónicas de un diseñador
from Revista Malla
Una semana antes de ingresar a estudiar ni sabía bien lo que era el diseño gráfico. Y claro, me creo ilustrador, fotógrafo, me gustan los animes, hacer logos, admirar los empaques. Básicamente dibujaba en mi cuaderno mientras el profesor de matemáticas me explicaba a cuanto equivalía el coseno de sesenta. Y ya, de pronto estaba en aulas: -¿Cuándo empiezo con los logos? Sólo escucho que debemos llevar cursos de fundamentos del diseño, dibujos -¡Hay varios cursos de dibujo, pero en ninguno de mangas!- matemáticas, lógica, ¿creatividad? (yo soy creativo, ¿qué pasa?), estadística, sólo pienso que elegí mal, esto no es diseño, es el mismo sanatorio de cursos aburridos. Nooo. El día a día me consume, voy reconociendo la importancia de todo, mucha retórica, mucha lectura, mucha investigación, nunca agarré la computadora. Un profe aburrido me dice que la vida del diseñador es así. El aburrido horizonte laboral me abruma y pienso muchas veces en escapar por la ventana rota del aula pero una vez mas respondía a mis demonios personales: He de seguir.
*** En vacaciones, extraño mi aula, mi gente, ya voy avanzando, sintiéndome ya un veterano, con las heridas propias de aquel que luchó para dominar el lápiz, la tinta, los colores, la témpera y las tizas de sanguina que una vez terminada no se podía deshacer y ya capo en el dominio de temperas y
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escuadras, miro con desdén a novatos cachimbos que llegan para ocupar el lugar que legamos. Párvulos diseñadores que algún día beberán de las aguas de la victoria. Ya a estas alturas me he vuelto un fanático de “yutubers” diseñadores, acopiadores de trucos y mañas para poder solucionar los encargos digitales. Llego a clase e interrumpo al ancestral docente que trata de convencerme que antes de diseñar debo revisar un brief y me salto el proceso, convencido de que las ideas anacrónicas hay que pisarlas. Nada mas iluso, porque finalmente la voz de la experiencia me aplasta y me sopla, para perderme en el vacío. Casi todos hemos llegado aquí, sin vislumbrar un horizonte preciso o lo que vendrá. En la recta final intento relajarme, pues la idea de pasarme a la fila de los estudiantes caducos me agobia inexorablemente, la situación se aproxima y recién empiezo a entender todo el camino recorrido. Voy juntando los puntos de la red que he tejido con cada curso de la carrera y asumo que la experiencia es
“Antes de diseñar debo revisar un brief y me salto el proceso... Nada mas iluso, porque la voz de la experiencia me aplasta y me sopla, para perderme en el vacío”.

el saldo y el conocimiento mi fortaleza. Ya vislumbrando la inminente salida, trato de dominar el miedo escénico de cara a la rutina laboral que se aproxima, ya mis viejos hicieron un hit con su rap “consigue chamba com


padre”. Es hora de sacar mi cuentita en Linkedin, Bumeran y Computrabajo.
*** Tres años transcurrieron, el videojuego de la vida va eliminando participantes, a sobresaltos y apuros, hemos culminado la malla curricular. Recuerdo los desayunos de pie, las amanecidas frente a la computadora, las maratones de tutoriales, los archivos dañados que me hicieron llorar, el Illustrator que se cerró aun sin guardar y las añoro cual amor platónico de verano. El diseño gráfico es una carrera, que a pesar de enseñarnos a convivir con el estrés de lidiar con algunos clientes bárbaros y otros más prácticos, libera encarnizadas pasiones que cargan de emoción nuestro día a día. Ahora ya comprendo que el diseño es más que combinar formas, colores y trazos.///