Tfm jose antonio lópez perez

MASTER EN MÉTODOS Y TÉCNICAS AVANZADAS DE INVESTIGACIÓN HISTÓRICA, ARTÍSTICA Y GEOGRÁFICA

TRABAJO FIN DE MÁSTER ITINERARIO: HISTORIA MEDIEVAL

LOS PATRONATOS EN LA BAJA EDAD MEDIA DEL SEÑORÍO DE VIZCAYA: UNA APROXIMACIÓN AL TEMA EN GENERAL. EL TEMA EN LAS VILLAS. CUATRO EJEMPLOS.

Jose Antonio López Perez Curso 2015-2016

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MÁSTER EN MÉTODOS Y TÉCNICAS AVANZADAS DE INVESTIGACIÓN HISTÓRICA, ARTÍSTICA Y GEOGRÁFICA TRABAJO FIN DE MÁSTER ITINERARIO: HISTORIA MEDIEVAL

LOS PATRONATOS EN LA BAJA EDAD MEDIA DEL SEÑORÍO DE VIZCAYA: UNA APROXIMACIÓN AL TEMA EN GENERAL. EL TEMA EN LAS VILLAS. CUATRO EJEMPLOS.

PROFESOR TUTOR: Dr. Carlos Barquero Goñi ALUMNO: Jose Antonio López Perez

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RESUMEN Este trabajo busca una aproximación al tema de los Patronatos laicos en la Baja Edad Media del Señorío de Vizcaya. Esta institución medieval tuvo en el País Vasco una especial incidencia favorecida por las especiales circunstancias que existían en el territorio. Por un lado las luchas banderizas y los Parientes Mayores, que en ocasiones eran a la vez jefes de bando y patronos de Patronatos de iglesias (de cuyos ingresos obtenían parte del dinero para mantener sus luchas y estatus), y por otro la prohibición de entrada en el territorio que se aplicaba al obispo de la diócesis.

Asimismo examinamos el caso de cuatro villas de diferente tamaño, un campo en que se encuentra menos información.

Palabras clave: Patronos, Patronatos, Iglesia, Parientes Mayores, diezmo, clero.

SUMMARY This work seeks an approach to the laity Boards in the late Middle Ages the Lordship of Bizkaia. This medieval institution had a special impact in the Basque Country favored by the special circumstances that existed in the territory. On the one side, the factional struggles and the Elders, which sometimes were camp's leaders and patrons of Boards of churches, and on the other side, the entry ban in the territory that was applied to the bishop of the diocese. Also, we examined the case of four towns with different sizes, the field has less information.

Keywords: Patrons, Broads, Church, Elders, tithe, clergy.

LABURPENA Lan honek Behe Erdi Aroan Bizkaiko Jaurerriko Patronatu laikoen gaira hurbilketa bat bilatzea du helburu. Erdi Aroko erakundea honek eragin handia izan zuen Euskadin lurraldean zeuden zirkunstantzia bereziek lagunduta. Alde batetik, gatazka banderizak eta Ahaide Nagusiak, batzuetan bando-nagusiak eta eliza Patronatuen nagusiak zirenak, eta beste alde batetik, diozesiko apezpikua lurraldera sartzera zuen debekua.

Halaber, tamaina desberdineko lau hiribilduren kasua aztertuko dugu, arlo honetan informazio gutxiago aurkitzen dugu.

Gako-hitzak: Nagusiak (Patrioiak), Patronatuak, Eliza, Ahaide Nagusi, hamarrena, kleroa.

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ÍNDICE INTRODUCCIÓN ................................................................................................................. 6

1.-

1.1.-

1.2.-

1.3.-

1.4.-

Motivación de la investigación ...................................................................................... 7 Objetivo de la investigación .......................................................................................... 8 Ámbito geográfico y cronológico .................................................................................. 8 Fuentes documentales ................................................................................................ 10

2.-

ESTADO DE LA CUESTIÓN ................................................................................................ 12

4.-

LOS PATRONATOS ........................................................................................................... 23

LA PARROQUIA ................................................................................................................ 22

3.-

4.1.-

4.2.-

Los orígenes................................................................................................................. 25 Clases y características ................................................................................................ 31

4.2.1.-

5.-

4.2.2.-

Patronatos de realengo ....................................................................................... 31 Patronatos deviseros ........................................................................................... 32

LAS PARTICULARIDADES .................................................................................................. 34

5.1.-

Patronatos e Iglesia ..................................................................................................... 35

5.1.1.-

5.1.2.-

5.2.5.3.-

6.-

6.1.-

Situación eclesial en Vizcaya ............................................................................... 36 El conflicto de los Patronatos .............................................................................. 41

Los Parientes Mayores ................................................................................................ 45 Situación al final del medievo ..................................................................................... 48

EL CASO DE LAS VILLAS .................................................................................................... 52 Bilbao ........................................................................................................................... 55

6.1.1.-

6.1.2.-

6.1.3.-

Begoña................................................................................................................. 62 Abando ................................................................................................................ 64 Deusto ................................................................................................................. 65

6.2.-

Lekeitio ........................................................................................................................ 65

6.4.-

Elorrio .......................................................................................................................... 76

6.3.-

Miraballes .................................................................................................................... 72

7.-

CONCLUSIONES ............................................................................................................... 82

9.-

REGESTA DOCUMENTAL.................................................................................................. 89

8.-

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA .......................................................................................... 83

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1.- INTRODUCCIÓN

El trabajo que sigue busca una aproximación a un tema tan poliédrico como el de los Patronatos Laicos de la Baja Edad Media, una institución hoy desaparecida pero que en la época que nos ocupa gozó de gran importancia e influencia en la sociedad medieval.

Esta aproximación a un tema que enseguida se descubre como amplio y complejo la hacemos marcando unos límites que la hagan posible y al mismo tiempo permitan una cierta utilidad de la misma.

Así, la zona geográfica del estudio es elegida por dos circunstancias, por un lado la proximidad geográfica que nos da una cierta ventaja en el acceso a archivos y por otra que en la misma el fenómeno se da con unas características propias tanto en intensidad como en duración. Además, tomamos algunas de las villas de la zona como una opción de profundizar en el tema, lo que le hace más cercano. Naturalmente, la situación geográfica en la periferia de la península, en determinada época además de “iglesias propias” fueron denominadas “iglesias de montaña”, influyó en el hecho que esta zona no se uniera a la corriente general de absorción de este tipo de recintos por la Iglesia o los grandes monasterios, pero si la institución de los Patronatos tuvo una especial incidencia en el País Vasco y su contorno fue favorecida por dos circunstancias que se daban en el territorio.

Por un lado las luchas banderizas que se desarrollan en el territorio y alcanzan en el siglo XV su máxima extensión. Otras zonas de España, por no decir casi todas, tuvieron revueltas en la Baja Edad Media, pero en el País Vasco el sujeto conductor, el Pariente Mayor, era en muchas ocasiones además de jefe de bando, patrono de Patronatos de iglesia y muy necesitado por tanto de los diezmos y rentas del Patronato de la iglesia para sostener su estatus y sus luchas. La segunda circunstancia era la prohibición que se aplicaba al obispo de la diócesis y a sus colaboradores de entrada en el Señorío. Era una prohibición de raigambre popular, no sólo de los poderosos y tenía unas bases que en parte se confirmaron, pero esto creaba una situación del clero en cuanto a composición, formación y comportamiento bastante peculiar. Una situación, aunque la iglesia funcionaba, que repercutía tanto en los feligreses, como en cualquier intento de control sobre el Patrono o los ingresos del patronato de la iglesia.

Finalmente, en el trabajo examinamos el caso de cuatro villas de diferente tamaño, un campo en que encontramos, de momento, menos información. Los motivos para la elección de las villas como objeto de estudio son dos. Por un lado, aunque minoritarias en número, tradicionalmente se les conoce como “veinte villas y ciudad”, o sea veintiuna, concentran de forma clara la mayoría de población del Señorío. Y lo más importante, su fundación, su aparición, rompe el esquema existente hasta el momento en las relaciones patronos-clérigos o parientes mayores-iglesia, al aparecer un tercer actor, el Concejo como poseedor y gestor de derechos de Patronato.

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1.1.- Motivación de la investigación

El motivo de este trabajo de investigación es realizar una aproximación a un tema con tantas aristas como el de los Patronatos Laicos medievales buscando un mayor conocimiento concreto del mismo y aún más, buscando una profundización en una de las zonas en que su importancia fue notable. El motivo principal es la existencia de un vacío. El tema ha sido tratado por notables estudiosos, como queda de manifiesto en el apartado de Estado de la cuestión, pero no existe un estudio monográfico en profundidad del tema. Existe un excelente trabajo publicado de Angel Larrea Beobide, ya en su segunda edición, pero su ámbito cronológico es el Antiguo Régimen, siendo sus referencias a la Edad Media importantes e interesantes, pero que no cubren en profundidad el campo de trabajo (1).

La motivación para encomendarse a este trabajo es fácil. Sus múltiples facetas hacen que algunas de ellas resulten más amenas que otras a la hora de buscar el dato, o a la de redactar el resumen de los datos obtenidos de las distintas fuentes, pero lo mismo que muchos estudiosos han tocado el tema de forma marginal en sus trabajos de diferente temario, también cuando se trabaja con los Patronatos se está tocando otros temas diferentes, pues el sistema económico-social implantado por los nobles vizcaínos alrededor del Patronato de las iglesias es tan complejo que impregna cualquier otro tema de la provincia y la época.

Por ello, cuando se trabaja con los Patronatos se está trabajando en diferentes temas, fiscalidad, clero, campesinos, villanos, parientes mayores, iglesia… El tema además es un complemento necesario para entender el funcionamiento de otros varios. Por ejemplo, no es comprensible todo el sistema económico de los Parientes Mayores sin entender los ingresos que obtenían como patronos de las iglesias. Ni el proceso de desanexión de las llamadas iglesias sufraganeas, por ejemplo Ispaster de Lekeitio, sin entender el sistema de rentas de patronato manejado por concejos y cabildos.

Naturalmente, motiva la existencia de documentación. Un fenómeno de la importancia de los patronatos laicos tenía necesariamente que generar un cierto caudal de documentación, desde luego mayor cuanto más se acercaba el final de la Edad Media.

Esta existencia de documentación aumenta la motivación por el trabajo, que se acrecienta cuando con la llegada de la digitalización y de la publicación de las transcripciones de las series documentales se consigue acceso a documentos de los que hasta el momento había que conformarse con la referencia o comentario que sobre ellos se encontraban en los textos de otros trabajos. …………………………………………………………………………………………………

(1).- LARREA BEOBIDE, A., El patronato vizcaíno en el Antiguo Régimen, Bilbao, Editorial Beta, 2012.

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1.2.- Objetivo de la investigación

El objetivo de la investigación queda más o menos marcado por el título. Se trata de hacer una aproximación a un fenómeno que en el territorio vizcaíno fue importante y en particular examinar el caso de las villas, que se apartan del esquema general Pariente Mayor-Parroquia.

No está entre los objetivos de este trabajo la consecución de grandes logros. El objetivo básico es el de aportar. Aportar en el sentido de repasar, analizar y profundizar en los datos, buscar una síntesis después de realizada una recopilación de los mismos y una selección de lo que se considera lo más relevante para el trabajo a realizar. Aportar en el sentido de que, al resaltar algún dato que se considere importante, se lleve a cabo alguna aportación original al tema tal como se encontraba en el momento. Indudablemente siempre será una aportación menor, pero por pequeña que sea, siempre será una satisfacción que justifique el trabajo realizado. De no ser así, el trabajo de recopilación, síntesis y redacción también dan sentido al trabajo.

Un segundo objetivo puede dar otro sentido al conjunto. Este es la posibilidad que el trabajo actual pueda dar base a otro u otros, del mismo autor o de cualquier otro que tome lo escrito como base para una profundización o una extensión del mismo. Sería un gran logro que el trabajo diera lugar a otro mayor. El tema es extenso e interesante, los datos están a disposición de quien se interese y este trabajo busca ponerlos a la vista, que den lugar a otros trabajos, pues el tema es importante y merece una continuación de estudios en profundidad.

1.3.- Ámbito geográfico y cronológico

El ámbito cronológico de este trabajo cubre la totalidad de la Edad Media como época en la que se desarrolla la plenitud del fenómeno de los Patronatos Laicos, aunque tenemos siempre que tener presente que las raíces del mismo se encuentran en el Bajo Imperio Romano y su existencia se prolonga en algunos casos hasta el siglo XIX. Ese podía ser un resumen del ámbito cronológico general, pero en este caso particular habría que preguntarse a qué fenómeno nos referimos, porque sin duda es diferente el del patrono de un fundo bajo imperial, que construía una iglesia lo mismo que unos almacenes para el grano, que el patrono de una iglesia en una anteiglesia vizcaína o finalmente el patrono de una parroquia del siglo XVIII. 8

Si se pretende profundizar el caso de las villas vizcaínas, el arco cronológico se acorta y aparece mucho más concreto. La fundación de villas en el territorio es un fenómeno que tiene su extensión durante los siglos XIII y XIV de nuestra Edad Media, por tanto lo normal es concentrar el trabajo entre el siglo XIII y el fin de la Edad Media, tomando como antecedentes tanto las iglesias de los fundos bajo imperiales como las denominadas “iglesias de montaña” de la Alta Edad Media y como consecuencias todos los datos desde el siglo XVI en adelante, sobre todo lo que sucede a partir de 1539 en que el obispo y sus colaboradores entran en Vizcaya.

De forma cronológica el trabajo coincide con una serie de hechos en que en forma particular destaca el año 1379 en que el infante don Juan, señor de Vizcaya desde 1371 tras la muerte de don Tello en 1370, se convierte en rey de Castilla uniéndose ambos títulos, asumiendo por parte de la corona la gobernación del Señorío. Es un periodo de una economía cambiante y cada vez más articulada, también época en que se consolida la estructura parroquial y diocesana y cuando se dan los primeros enfrentamientos por el control de las parroquias (2).

En el ámbito geográfico en el comienzo del periodo, el territorio de Vizcaya se puede definir como de frontera. Parece un tanto exagerado pues tendemos a considerar en esa época sólo como frontera la que separaba a los reinos cristianos con los musulmanes, pero también son a tener en cuenta las existentes entre reinos cristianos en nuestro caso con Navarra y también, en Guipuzcoa, con la Gascuña francesa. A ello habría que añadir la existencia de una costa que además de ser una fuente de riqueza por su pesca y el comercio marítimo, también era una fuente de comunicación de noticias e ideas, cuando no de conflictos armados.

El territorio vizcaíno es un terreno montañoso, con montañas de no gran altura pero que parten el territorio en valles. Durante la Alta Edad Media, las laderas de las montañas eran donde se ubicaba la mayor parte de la población. En ellas estaban situadas pequeñas aldeas y también ermitas que atendían las necesidades religiosas de los lugareños. Según avanza el periodo se produce un progresivo desplazamiento de la población desde las laderas a la parte baja de los valles con lo que las iglesias que o bien se amplian o se construyen nuevas son las situadas en esas zonas.

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(2).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., “La parroquia, ese oscuro objeto de deseo: Patronato, poder y conflicto en el País Vasco (s. XIII-XVII)”, Campo y campesinos en la España Moderna. Culturas políticas en el mundo hispano, León: Fundación Española de Historia Moderna, 2012. pp. 640-652. (p.5)

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Por otra parte, aunque existían Parientes Mayores que tenían Patronatos de iglesia en distintos valles, sobre todo como consecuencia de las alianzas matrimoniales, la normalidad era que la vida en general se realizara por valles, cada uno en su entorno y salvo ferias o cuestiones importantes los habitantes de los valles hicieran su vida dentro del mismo, lo que daba como consecuencia una sociedad, aparte de compartimentada, muy entroncada con su entorno.

1.4.- Fuentes documentales

En el momento de buscar unas fuentes documentales sobre las que sustentar el trabajo, tres han sido los lugares de donde nos hemos surtido. Por una parte, de Archivo Foral de Bizkaia, que aunque se encuentra en fase parcial, casi total, de digitalización, nos ha atendido de forma excelente y ha sido una importante ayuda.

El segundo pozo de fuentes documentales es la colección publicada por Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos. Es la colección Fuentes documentales medievales del País Vasco. Un proyecto editorial de transcripción y publicación de documentos medievales que ya ha publicado 152 volúmenes con documentos referentes al País Vasco depositados en diferentes archivos, por ejemplo el Foral de Bizkaia o el General de Simancas. Es un proyecto enorme que en sus primeros 54 volúmenes dirigió Jose Luis Orella para en números posteriores figurar como director Aingeru Zabala Uriarte y en el que, al menos en los números que nos han interesado se repite un equipo de transcriptores encabezados por Javier Enríquez Fernandez y constituido por Concepción Hidalgo de Cisneros Amestoy, Adela Martínez Lahidalga y Araceli Lorente Ruizgomez.

El número de volúmenes dedicados a Vizcaya es de 50 que aparecen en la colección de forma salteada y en ellos hemos puesto nuestra atención. Estos volúmenes contienen documentos depositados en el Archivo Foral de Bizkaia, que son los de la mayoría de los archivos municipales de la provincia, en el Archivo General del Señorío de Vizcaya situado en la Casa de Juntas de Guernica y en el Archivo General de Simancas en la sección Registro General del Sello. Indudablemente existen otros documentos en otros archivos, pero los contenidos en estos 50 volúmenes parecen suficientes en esta fase del trabajo, quedando el examen de otros archivos para una futura profundización en el tema.

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Hemos hecho una relación de todos los documentos de los que hemos tomado alguna referencia con una explicación de en qué volumen se encuentra la transcripción, el archivo en que se encuentra el original y el motivo que le hace interesante para el trabajo. Por cuestión de extensión del trabajo no se encuentra en el interior del mismo y forma una regesta documental situada al final. Se puede aducir que son transcripciones y no documentos originales, pero ante la imposibilidad de acceso a los originales, la publicación de transcripciones y la visión digital de los mismos se anuncian como los lugares en que en el futuro, quienes nos interesemos en la época, deberemos buscar los datos que necesitemos.

El tercer lugar en que hemos buscado documentación es en los diferentes trabajos publicados por los estudiosos que de una forma directa o marginal se han ocupado del tema. Es obligado reconocer que sin la aportación que ello supone el presente trabajo u otro cualquiera de este tipo no sería posible. El trabajo de quienes nos han precedido supone un ahorro de tiempo y esfuerzo que hay que agradecer. Además de los datos que aportan, nos indican las líneas de trabajo desarrolladas y las conclusiones a las que les han llevado que podemos seguir o abandonar para buscar unas nuevas.

En este caso además de las citas y datos que irán apareciendo a lo largo del texto, hemos prestado atención a una parte especial de los mismos. Son los listados, cuadros y algún esquema de esos trabajos publicados. Permiten una visión general del fenómeno, lo que nos facilita una visión de la magnitud y complejidad del tema que afectaba a la totalidad de la sociedad de la época, así como una comparación de los distintos trabajos desarrollados. Aunque no están incluidos en este trabajo, deberemos volver a ellos si pretendemos profundizar en el mismo.

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2.- ESTADO DE LA CUESTIÓN

Tratamos de establecer un Estado de la Cuestión sobre los Patronatos en el Señorío de Bizkaia durante la Edad Media, dentro de las especiales circunstancias que se daban en la zona, buscando una visión comparativa en las distintas listas existentes y haciendo hincapié en cuatro villas en particular. A falta de monografías específicas sobre la época y el tema, son de uso las distintas referencias que sobre el mismo de una forma más o menos marginal podemos encontrar en distintos trabajos sobre otros temas, así como en trabajos enciclopédicos de carácter general.

Dentro de la cuestión en este trabajo planteada, hay otras que se pueden señalar para establecer por dónde han ido las inquietudes respecto al tema. La particularidad de los banderizos vascongados, aún dentro de un contexto de luchas nobiliarias en toda la península, y asimismo la particular situación del clero respecto al Señorío son dos cuestiones que también merecen un espacio en este Estado de la Cuestión.

El tema principal son los Patronatos Laicos de la época y toda la estructura que les rodea. Para una enumeración, cuatro son las facetas que configuran la panorámica que conforma el Estado de la Cuestión del tema de este trabajo: primera, la herencia recibida en los trabajos de una cierta antigüedad, segunda, los resultados de los trabajos realizados en años pasados por equipos de paleógrafos así como los procesos de digitalización de archivos en marcha. La tercera son las aportaciones al tema realizadas por estudiosos de otras épocas cronológicas y cuarto, como es natural, los trabajos publicados por los estudiosos del tema y de otros coincidentes en cronología.

La primera de las facetas comprende en primer lugar los trabajos publicados en su época tanto por Juan Ramón de ITURRIZA, como por Estanilao de LABAYRU (3). Ellos fueron los que primero abordaron en profundidad el tema y publicaron los primeros listados, producto del estudio de la documentación a la que tuvieron acceso. Rechina utilizar al referirse a ellos los verbos en pasado pues sus trabajos son hoy todavía de actualidad. Es imposible leer cualquier trabajo actual sin encontrar referencias a los suyos y aún más realizar alguno sin utilizarlos en alguna medida como referencia. En este además de hacer uso de ellos se pueden encontrar algunas de las listas y mapas que publicaron en el Anexo Documental.

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(3).- ITURRIZA y ZABALA, J. R. de y AZCARRAGA y REGIL, M. de, Antiguos recuerdos de Vizcaya, Historia General de Vizcaya, parte 1ª, tomo V, Etxebarri, Amigos del Libro Vasco, 1985.LABAYRU GOIKOETXEA, E., Historia General del Señorío de Vizcaya, 3, Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1968-1974.

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De 1975 es el interesante trabajo, publicado de forma póstuma, de Indefonso de GURRUCHAGA en que analiza y con ello nos ilustra sobre el acuerdo de 1051 firmado por García V “el de Nájera” con la aquiescencia del Señor de Vizcaya, aquella Vizcaya todavía no completa (4). El autor realiza un examen del documento así como las distintas versiones del mismo. Resulta interesante para este trabajo la exposición que realiza el autor del sistema de Patronatos y de sus orígenes en general encuadrándolo además en el sistema feudal europeo. Explica que el nombre de “monesterios”, aunque fueran simples parroquias venía dado para expresar su autonomía plena respecto al obispo. Es una aportación interesante y útil.

Este primer apartado se completa con labor de Jose Angel GARCIA DE CORTAZAR y su equipo de colaboradores en donde se encontraban ARIZAGA BOLUMBURU, VAL DE VALDIVIESO y MARTÍNEZ LAHIDALGA con la obra de cuatro tomos Bizcaya en la Edad Media construyendo una obra de referencia de inestimable valía para adentrarnos en el tema (5). Al ser una obra de divulgación general puede contener algún concepto confuso, pero es imprescindible en el estudio de la época. También GARCÍA DE CORTAZAR es autor de Vizcaya en el siglo XV, que completa en muchos aspectos el panorama anterior (6). Todas las obras de este apartado tienen más de un cuarto de siglo, pero siguen siendo referentes en este estado de la cuestión.

La segunda faceta es la compuesta por las nuevas fuentes documentales aportadas producto de la labor de paleógrafos, tanto en solitario como en equipos, como de las aportadas por la progresiva digitalización de los archivos de documentación medieval.

En el caso concreto de Bizkaia, como ámbito geográfico de este trabajo, este callado esfuerzo se concreta en nada menos que 50 libros de transcripciones de documentos referentes al Señorío, en una colección que en la actualidad alcanza 152 libros, tanto de los fondos municipales como de los forales y algunos de otros archivos, como el de Simancas, pero siempre referidos a temas vizcaínos. También se puede encontrar ejemplo de ello en la regesta documental de este trabajo.

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(4).- GURRUCHAGA, I. de, “El Decreto del año 1051 de liberación de las iglesias vizcaínas del dominio de los “Etxe Abade”. El derecho señorial de jauría. La actitud del Señor de Vizcaya”, Principe de Viana, año 36, nº 140-141, 1975, pp. 447-464.

(5).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A. et al., Bizcaya en la Edad Media. Evolución demográfica, económica, social y política de la comunidad vizcaína medieval, Tomos I, II, III y IV, San Sebastián, Haranburu, 1985.

(6).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A., Vizcaya en el siglo XV, aspectos económicos y sociales, Bilbao, Ediciones CAV, 1966.

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Además de estas transcripciones, está la progresiva digitalización de los fondos de los archivos, en este caso sobre todo del Histórico Foral, con documentos no sólo medievales sino también de la Edad Moderna, pero que en su temática o por ser copia de otros medievales entran dentro de la categoría de candidatos a aportar información sobre los temas medievales. Estos dos canales de la segunda faceta han supuesto un importante aumento de las posibles fuentes a las que acudir para completar cualquier tema e indudablemente ha cambiado, a mejor afortunadamente, el panorama de la época que sigue, todo sea dicho, con su falta endémica de fuentes.

El tercer apartado a considerar son las aportaciones realizadas por estudiosos de otras épocas cronológicas, sobre todo de la Edad Moderna, que a la hora de publicar trabajos de su área de estudio y con el fin de documentar sus orígenes, incluyen referencias a la situación de la época medieval. Estas aportaciones parten, tanto de fuentes medievales como de fuentes modernas referidas a hechos del medievo y en las que podemos encontrar un punto de vista diferente por ser documentos escritos pasados siglos de los hechos tratados. Además, el punto de vista de los estudiosos “modernistas”, como Adolfo LAFARGA, puede tener particularidades por la misma razón antes explicada (7).

Un planteamiento distinto al que acostumbramos pero enriquecedor, lo podemos encontrar en los trabajos que toman como referencia la parroquia, alejados por tanto en una forma que es más que de nombre de los “monesterios” altomedievales, o que estudian las denominadas “iglesias propias”, que así se conocían en Castilla los Patronatos vizcaínos Entre otros, la profesora Elena CATALÁN MARTÍNEZ en cuatro trabajos, ofrece una explicación de la razón teórica de la existencia de los Patronatos, o al menos una de las que se daba (8).

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(7).- LAFARGA LOZANO, A., “Los patronatos y prebostadas del Real Patrimonio en Vizcaya en 1416”, en la Gran Enciclopedia Vasca, tomo II, Bilbao, 1966.

(8).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., “La pervivencia del derecho patrimonial en la iglesia vasca durante el feudalismo desarrollado”, en Hispania, nº 190, 1995, pp. 567-58.

CATALÁN MARTÍNEZ, E., El precio del purgatorio. Los ingresos del clero vasco en la Edad Moderna, Bilbao, Universidad del País Vasco, 2000. CATALÁN MARTÍNEZ, E., “El derecho de Patronato y el régimen beneficial de la Iglesia española en la Edad Moderna”, Iglesia en la Hispania de la Edad Moderna, Hispania Sacra, nº 56, 2004, pp.

135-167. CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2012.

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Esta justificación ideológica engarza perfectamente con lo que en otros trabajos sobre los banderizos se denomina el “más valer”, expresión que sintetiza todo un mundo, una forma de pensar y vivir. Afirma que fueron dos los problemas que planteó el régimen de patronato a lo largo de su historia: la incongruidad de beneficios e iglesias y la falta de preparación de los clérigos.

Añade que a partir del siglo XVI el concepto de iglesia se desvinculó de su componente físico y territorial para quedar circunscrito a la dotación económica y presentación de un clérigo, que es una forma de decir que acaban, al menos para esas zonas las influencias territorial-patronales tejidas por las familias de Parientes Mayores en el Bajo Medievo vizcaíno que nos traslada Arsenio F. DACOSTA. Otro factor que atañe al tema y que trata esta autora es el de las luchas entre patronos en el siglo XV cuando el crecimiento obligó a la creación de nuevas parroquias, hecho que si bien daba lugar a nuevos lugares de productores de ingresos, también suponían la disminución en los ya existentes. Aunque fue un fenómeno mayormente urbano generó situaciones muy violentas.

Otra aportación del mismo tipo es la de Jesús María PITARQUE DE LA TORRE (9). Lo más interesante del mismo son las referencias al pasado y el hecho que contiene una relación de patronatos de la época moderna, en el anexo 1, y que es interesante como comparativa. Los comentarios sobre la situación en el Medievo son útiles como confirmación de otras fuentes además de aportar algunos datos sueltos, particularmente para este trabajo los referentes a la situación de los Patronatos laicos en las villas, con unos derechos basados en las Cartas Pueblas fundacionales, por tanto de concesión real. Además, su utilidad aumenta por sus referencias a otros trabajos sobre el tema, sobre todo por ser una referencia razonada, útil para saber si nos es válida en el enfoque de nuestro trabajo.

Sobre la Edad Moderna también descansa el trabajo de Mario GARCÍA-ZUÑIGA, pero aporta importantes datos para el nuestro, entre otros los tipos de impuestos ordinarios que paga Vizcaya al rey, entre otros el “diezmo de monasterios”, que sabemos en realidad recibían los patronos y que estos mismos a su vez pagaban el “excusado” a pesar de que al menos en teoría era un impuesto netamente eclesiástico (10). …………………………………………………………………………………………………………………

(9).- PITARQUE DE LA TORRE, J. M., “Los Patronatos de Laicos en la crisis del antiguo régimen: el Señorío de Vizcaya”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, t. 15, 2002, pp. 57-96.

(10).- GARCÍA-ZÚÑIGA, M., “Hacienda Real y Haciendas Forales en el País Vasco (Siglos XVI-XVIII), Iura Vasconiae, nº 6, 2009, pp. 425-460.

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Magdalena RODRÍGUEZ GIL ofrece una oportunidad de ampliar un poco la perspectiva del fenómeno de las “iglesias propias”, saliendo de la particularidad del País Vasco y de la época medieval para verlo desde la perspectiva del derecho y de una extensión global, territorial y temporal. También hace un repaso interesante de los orígenes de las mismas entroncándolas en la antigüedad tardía. Interesantes conceptos como “ius fundi” y “propietas soli”. Útil por, sobre todo, el cambio de perspectiva que nos ofrece (11).

Angel LARREA BEOBIDE, aunque escribe un libro sobre el Antiguo Régimen, ofrece cantidad de datos de la época medieval, que lo convierte en una fuente de información importante para este trabajo (12). La gran mayoría de los datos sólo confirman otros obtenidos en otras fuentes, pero además ofrece muchos matices, por ejemplo, sobre los orígenes: considera probada su existencia ya en el Concilio de Arlés de 452. Explica las razones por las que se podría perder el derecho, la evolución del mismo, los derechos y deberes de los patronos, el cambio de actitud real a partir de los Reyes Católicos, la especifidad del Señorío en este tema y ofrece lista comparativa y gráficos.

Aportación muy útil, tanto para este trabajo como para cualquiera que quiera adentrarse en el tema.

La aportación de Iñaki BAZÁN DÍAZ, con conocidos trabajos sobre los temas de la herejía, la brujería y las supersticiones en el País Vasco, aunque marginal, tiene dos valores: por un lado confirmar, una vez más, los datos disponibles sobre la elección, procedencia y formación del clero y la situación del obispado como institución en la provincia. Además tiene el cronológico por ser muestra de lo que se publica en los últimos tiempos y sus referencias a trabajos de otros autores (13).

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(11).- RODRIGUEZ GIL, M., “Consideraciones sobre una antigua polémica: las Iglesias propias”, Cuadernos de historia del Derecho, nº 6, 1999, pp. 247-272.

(12).- LARREA BEOBIDE, A., op. cit.

(13).- BAZÁN DÍAZ, I., “El tratado de Fray Martín de Gastañega como remedio contra la superstición y la brujería en la diócesis de Calahorra y La Calzada: ¿un discurso al margen del contexto histórico (1441-1529)?”, eHumanista, nº 26, 2014, pp. 18-53.

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La cuarta y última faceta en que hemos organizado la panorámica de este estado de la cuestión trataría de los trabajos publicados en los últimos años, y los aspectos en que han puesto más énfasis. Esta relación se puede iniciar con el trabajo publicado por Arsenio DACOSTA en 2004, en que realiza una comparativa con los listados publicados por diversos autores: la “Nómina de las iglesias” de 1383 publicada por Iturriza, así como la considerada su variante, la “Pesquisa de las ofrendas” según manuscrito de la R.A.H., la “Relación de Monasterios” de 1415 (1416) publicada por Javier ENRÍQUEZ para Eusko Ikaskuntza, la “Pesquisa de los Reyes Católicos” de 1487 publicada por LABAYRU y la también “Relación de Monasterios” fechada entre 1479 y 1489 y publicada asimismo por Eusko Ikaskuntza (14).

Con estos materiales Dacosta afirma que aproximadamente el 80 % de los Patronatos estaban en manos de los parientes mayores, porcentaje que coincide con Larrea Beobide (2012), que en otro trabajo lo cifra en el 81 %. Era un flujo regular de fondos que creaba una red de intereses, importante, compacta, controlada y articulada en función de unas estrategias socioeconómicas. Es un trabajo importante a tener en cuenta para cualquier trabajo que queramos emprender sobre el tema. También es importante su aportación en su trabajo de 2003 sobre los linajes, por ejemplo su opinión sobre los motivos del fin de las luchas banderizas (15).

Cronológicamente ya tiene unos años el trabajo de María Isabel LORING GARCÍA, pero lo mismo que el siguiente nos parece mejor encuadrarlo en este apartado (16). Es Cantabria Altomedieval, lo que muestra que el fenómeno no es sólo vizcaíno, ni sólo bajomedieval. Nos sirve como confirmación y comparación de datos, por ejemplo la existencia tanto de personas como grupos familiares en la relación de donantes.

Afirma la inexistencia de diferencias notables entre iglesias y monasterios, al menos por el nombre, que se utilizaba de forma indistinta. La segunda parte del trabajo trata de dos monasterios “deviseros” y su relación con sus patronos laicos, aunque al final acaban en poder de la Iglesia, digamos, oficial.

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(14).- DACOSTA MARTINEZ, A. F., “Patronos y linajes en el Señorío de Bizkaia.

Materiales para una cartografía del poder en la Baja Edad Media.” Vasconia, nº 29, 1999, pp. 21-46.

(15).- DACOSTA MARTÍNEZ, A. F., Los linajes de Bizkaia en la Baja Edad Media: Poder, parentesco y conflicto, Bilbao, Universidad del País Vasco, 2003.

(16).- LORING GARCÍA, M. I., “Nobleza e iglesias propias en la Cantabria altomedieval”, Studia Histórica. Historia Medieval, volumen V, 1985, pp. 89-120.

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María Isabel del VAL VALDIVIESO habla del clero vasco cubriendo con ello ese aspecto del tema (17). Los presenta como un grupo inmerso en la sociedad en la que viven, conflictivo lo califica la autora. Ya por su elección forman parte del “círculo” de los patronos aunque después compiten con ellos por los ingresos de las parroquias, pues parte la reciben de ellos, pero otra parte, los llamados de “a pie de altar”, son directos, lo que da lugar a enfrentamientos en las que el clero está en ocasiones unido al concejo y otras a los patronos. Otras veces sus problemas son con la Justicia pues se consideran inmunes. Son unos artículos interesantes a los que sólo les falta el examen de la situación particular del Señorío en cuanto al Obispado, que habrá que buscarlo en otro trabajo. Repetir que aunque cronológicamente sus trabajos ya tienen unos años, por su enfoque parece adecuado encuadrarlos dentro de este apartado.

Algo de eso mismo con Jose Angel GARCÍA DE CORTAZAR, ya mencionado como autor por su labor enciclopédica, pero imposible de evitar la mención de otras de sus obras que más o menos marginalmente tratan el tema y por tanto forman parte de este estado de la cuestión (18). En el que se apunta en bibliografía sus datos nos confirman los de otros trabajos, por ejemplo la importancia que a medio plazo tuvieron en el tema las Cortes de Guadalajara de 1390 en una situación que el autor califica como “un evidente arcaísmo”.

El artículo conjunto de Beatriz ARIZAGA BOLUMBURU y Sergio MARTÍNEZ MARTÍNEZ, concentra la mayor parte de la información en la villa de Bilbao, lo que nos es útil por tratarse de una de las cuatro elegidas para hacer una pequeña comparación (19).

Aparte de ello, nos ofrece una explicación de cómo los vizcaínos, el clero vizcaíno, sustituye la prohibida presencia del obispo y sus allegados en una organización de arciprestazgos que cubría sus funciones de engarce entre parroquias y de un cierto contrapoder ante los patrones laicos. Una aportación a tener en cuenta. .………………………………………………………………………………………………………………….

(17).- VAL VALDIVIESO, M. I. del, “Reacción de la nobleza vizcaína ante la crisis bajomedieval”, Estudios en memoria del Profesor D. Salvador de Moxó, II, U C M, 1982, pp. 695-704. VAL VALDIVIESO, M. I. del, “Vizcaya frente al obispo de Calahorra a fines de la Edad Media”, Simposio Nacional sobre ciudades Episcopales, Zaragoza, 1986, pp.81-90. VAL VALDIVIESO, M. I. del, “El clero vasco a fines de la Edad Media”, Cuadernos de Sección. Historia-Geografía-Euzko Ikaskuntza, nº 23, 1995, pp. 31-53.

(18).-GARCÍA DE CORTAZAR, J. A., “Álava, Guipuzcoa y Vizcaya en los s. XIII a XV: de los valles a las provincias”, Revista internacional de estudios vascos, 45, 1, 2000, pp. 197234.

(19).- ARIZAGA BOLUMBURU, Beatriz y MARTÍNEZ MARTÍNEZ, S., “El término municipal bilbaíno y la organización eclesiástica”, Eusko Ikaskuntza-Euskomedia, 2006, pp. 31-40.

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Ernesto GARCÍA FERNANDEZ en un trabajo de 2007, dentro su muy interesante panorámica de los estudios sobre la religiosidad en el País Vasco, comenta sobre el tema de los Patronatos que han sido estudiados desde distintos ámbitos (20). Así, destaca los trabajos de MAÑARICUA (5-28) y comenta su enfoque centrado en la preparación de los clérigos, cuya elección venía condicionada por el elector, esto es, por el Patrono, lo que indudablemente cambiaba la valoración de la idoneidad de los candidatos. De ZUNZUNEGUI, J., (6-28) considera que se centra en explicarlo como un conflicto dentro de la disputa entre “imperium” y “sacerdotium” y que su propuesta de trabajo explica la permanencia de los Patronatos en el País Vasco. También menciona a DACOSTA y a DIAZ DE DURANA como autores de trabajos sobre el tema desde otras perspectivas, que analizaremos de forma particularizada.

Juan Antonio QUIRÓS CASTILLO nos ofrece datos desde la perspectiva Altomedieval en un artículo basado en cuestiones arquitectónicas, más concretamente a los edificios eclesiásticos como elementos del paisaje en el alto medievo, pero que nos sirve para confirmar otros datos útiles para este trabajo (21). Deja claro el autor que la iglesia altomedieval se construía como una forma de dominio social de unas élites hacia una sociedad campesina.

Porque, aunque existen casos documentados de iglesias de propiedad campesina, el autor confirma que en general son instrumentos de dominio y poder social, de organización de la producción agraria y ganadera y de enterramiento y memoria de unas élites. Un dato importante que nos aporta es la afirmación de “Hasta el momento no hay ningún caso conocido arqueológicamente en que las iglesias hayan generado aldeas” (p. 195). Es importante para la afirmación de que la iglesia era la construida para dar servicio a una aldea preexistente y no al revés. Considera el autor que conciliar la arqueología del monumento con la historia social, para analizar la sociedad altomedieval del País Vasco es una de las principales líneas de investigación del futuro.

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(20).- GARCÍA FERNANDEZ, E., “Iglesia, Religiosidad y Sociedad en el País Vasco durante el siglo XIV,” EDAD MEDIA, Revista de Historia, nº 8, Universidad de Valladolid, 2007, pp. 99-144.

(21).- QUIRÓS CASTILLO, J. A., “Las iglesias altomedievales en el País Vasco. Del monumento al paisaje,” Studia Histórica. Historia medieval, nº 29, E. Universidad de Salamanca, 2011, pp. 175-205.

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Con Jose Ramón DÍAZ DE DURANA tanto en solitario como conjuntamente con LARREA, iniciamos una especie de subgrupo para el estudio de la figura del Patrono que en un alto porcentaje (no olvidar que en algunas ocasiones el patrono era el concejo) era un Pariente Mayor (22). De este subgrupo hemos separado a DACOSTA (2004), que tiene su propio espacio. Debe tenerse en cuenta que los trabajos elegidos lo son en función de la cuestión patronatos, no de la cuestión banderizos. Sin duda existen trabajos más completos, pero el interés del trabajo prima la unión de los conceptos Patronatos y Parientes Mayores unidos. Los asuntos principales son por ejemplo el origen de los bandos más allá de los relatos tradicionales, la categoría de los patronos dentro de los linajes, pues no siempre eran el pariente mayor, el origen de sus derechos sobre las iglesias y los conflictos con la iglesia y con los campesinos para mantenerlos.

Además de los anteriormente citados Hiart URIZAR REMENTERIA presenta un estudio a nivel local, pero que por encontrarse en las proximidades de Zenarruza es ilustrativa de la situación, conflictos incluidos, el de Zenarruza en el siglo XIV y el de Xemein en el XV. Califica la lista de 1383 como la primera conocida. Considera el caso de Xemein como paradigmático de los conflictos surgidos en torno a la titularidad de la institución entre los patronos y los concejos (23).

Agustín AZKARATE e Ismael GARCÍA son autores de un trabajo que tiene como referente principal la construcción emblemática de los linajes banderizos, dentro del estudio de la estructura arquitectónica sobre la que se basa el modelo productivo banderizo (casa-torre, molino, ferrería, iglesia…). Sobre la iglesia, ofrece la forma de obtención del derecho de patronato según dice se disponía en las Siete Partidas de Alfonso X y la obligación del patrono del mantenimiento tanto del edificio como del culto en el mismo. Algo que los autores destacan los patronos cumplían escasamente (24). ……………………………………………………………………………………………………………….

(22).- DIAZ DE DURANA, J. R., “Patronatos, patronos, clérigos y parroquianos”, Hispania Sacra, nº 102, 1998, pp. 467-508. DIAZ DE DURANA, J. R. y FERNANDEZ DE LARREA, J. A., “El discurso político de los protagonistas de las luchas sociales en el País Vasco al final de la Edad Media”, ANNEXES DES CLCHM, volumen 16, 2004, pp. 313336.

(23).- URIZAR REMENTERIA, H., “La guerra de Bandos en Markina: una aproximación”, Vasconia, nº 38, 2012, pp. 41-66.

(24).- AZKARATE GARAI-OLAUN, A. y GARCÍA GÓMEZ, I., “Las casas-torre bajomedievales. Análisis sistémico de un proceso de reestructuración espacial/territorial”, Arqueología de la Arquitectura, nº 3, 2004, pp. 7-37.

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Termina el subgrupo con un trabajo de Jose Luis ORELLA UNZUE que nos presenta el tema banderizo en Guipúzcoa (25). Refleja el “valer más” y que la “finalidad de estas luchas estaba en el mantenimiento de las ventas y estatus social que venían menguando con el nacimiento y pujanza de las villas (p. 70)”. Opina que no había un derecho de propiedad pleno de los patronos sobre las iglesias pues aunque podían cederla, venderla o permutarla, no podían cambiar su uso religioso. Explica las dos teorías sobre el origen: la germanista y la romanista y también el caso de España.

Completo y muy útil.

Para terminar este panorama podemos referirnos a trabajos realizados en estos últimos años entre los que podemos señalar el de 2014 de los ya mencionados Juan Ramón DIAZ DE DURANA y Arsenio DACOSTA que en su trabajo conjunto sobre la explotación de las rentas y los recursos agrícolas, insisten en las dos ideas que se mantienen sobre la época, sobre todo en lo rural, esto es reconocer el buen trabajo de los últimos años y la existencia de importantes lagunas por cubrir (26). Además de ello, podemos apuntar que se mantiene el interés por determinadas parcelas del tema. Es el caso de los parientes mayores, (“señores sin señorío” les llaman en una definición que parece querer resaltar determinadas diferencias con la nobleza, por ejemplo, castellana) y las características de sus bienes y la gestión que hacen de los mismos.

También su utilización de las parroquias como instrumento de ese control omnímodo que ejercían sobre las comunidades rurales. Los autores comentan cómo lo que estaba en juego no sólo era lo económico sino el poder y el prestigio social.

Como se puede observar son temas que se mantienen como focos de estudio y atención. Apunte final para la publicación en Junio de este año 2015 del libro de Consuelo VILLACORTA MACHO sobre las crónicas de García Salazar (27). Después de publicar en 2005 la edición crítica sobre la obra, la recién publicada parece un trabajo al que tendremos que acudir de forma repetida para nuestro tema y casi para cualquier otro del medievo vasco. ………………………………………………………………………………………………………..

(25).- ORELLA UNZÚE, J. L., “Territorio y sociedad en la Gipuzkoa medieval: los Parientes Mayores”, Lurralde: investigación y espacio, nº 36, 2013, pp. 67-119.

(26).- DIAZ DE DURANA, J. R. y DACOSTA, A. F., “Titularidad señorial, explotación y rentas de los recursos agrícolas, ganaderos y forestales en el final de la Edad Media”, Studia Histórica, Historia Medieval, nº 32, 2014, pp. 73-101.

(27).- VILLACORTA MACHO, C., Libro de las buenas andanças e fortunas que fizo Lope García de Salazar, Edición crítica estudio y notas, Bilbao, Ediciones UPV, 2015.

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3.- LA PARROQUIA

Se puede considerar la parroquia como el producto de la evolución de las instituciones religiosas durante la Edad Media. Aquellas llamadas iglesias propias que habían sido fundadas por un laico y que pasaban de generación en generación en una familia conllevando el título de patrón, terminaron convirtiéndose en parroquias con su pila bautismal y su dezmatorio. Los nuevos templos ya no dependían de un linaje sino de los miembros del mismo. De los “monesterios” alto medievales hasta la parroquia del Antiguo Régimen existe una evolución que pasa por la pequeña iglesia de la aldea campesina y por la iglesia de una villa como Bilbao. Naturalmente las funciones de todas ellas han sido las mismas durante estos siglos, atender las necesidades religiosas de los habitantes de los lugares en se enclavaban (28).

Pero también sabemos que en muchos lugares eran también el lugar de reunión de los vecinos para solucionar sus problemas o al menos tratarlos. Cuando se habla de ello se piensa en pequeñas aldeas, su mismo nombre de anteiglesias lo indica, pero se olvida que por ejemplo en Bilbao, núcleo habitado más importante del Señorío, en 1483, las Capitulaciones del pesquisidor Chinchilla fueron presentadas en el pórtico de la iglesia, hoy catedral, de Santiago.

Para el campesino y el villano la iglesia, la parroquia, es el lugar central de su vida en comunidad, en ella es presentado en el Bautismo, en ella formaliza la unión con su pareja formando su unidad familiar, en ella presenta a sus hijos como nuevos miembros de la comunidad y en ella es despedido cuando su vida se acaba.

Seguramente habrá villanos o habitantes de la Tierra Llana que no han estado nunca en la casa del Concejo o del Pariente Mayor, pero todos han estado en su parroquia en numerosas ocasiones y han celebrado en ella los pasos más importantes de su vida.

Todo lo anterior es válido cuando se habla de la parroquia de a finales de la Edad Media, pero también es válido, por ejemplo, para las iglesias de la Tierra Llana en pleno medievo, porque la evolución en la actividad de las iglesias medievales fue muy lenta y porque mantuvieron las principales características, económicas y sociales durante todo el periodo.

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(28).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2004, p. 10.

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Las parroquias fueron objeto de deseo de todos los grupos de poder del Señorío durante toda la Edad Media. Normalmente su fundación iba acompañada de la donación de unos bienes, sobre todo tierras, cuyas rentas resultaban apetecibles. Su influencia en la vida de los habitantes de lugar en que se enclavaba, la preeminencia que ostentaba quien en su interior ocupaba un lugar distinguido, todo ello impulsaba a cualquier grupo que deseara ostentar el poder a apoderarse de la misma. La misma Iglesia como institución nunca aceptó que un lugar dedicado al culto pudiera estar, al menos en parte, fuera de su jurisdicción y sobre todo desde la reforma gregoriana luchó de forma más o menos abierta por su posesión, cosa que fue logrando en buena medida por toda la península, pero en el País Vasco esa misma “reforma gregoriana” no logró los mismos efectos y las iglesias catedrales y los grandes monasterios no pudieron como en otras partes absorber las iglesias de patronato propiedad de laicos (29).

4.- LOS PATRONATOS

Los Patronatos fueron unas instituciones extendidas por toda la Europa del medievo.

Se consideraba la iglesia tomada como una unidad, entidad o conjunto de bienes materiales y morales (30). Esta unidad se ha asociado a lo que se conoce como iglesia propia, un recinto eclesiástico erigido y fundado por un promotor a quien se denomina patrono.

Iglesias propias, pero ¿de quién?. El estudio de Dacosta nos dice que en el País Vasco el 80% de los patronatos tenían como beneficiarios a miembros de linajes hidalgos conocidos (31). Es de suponer que en la Alta Edad Media el porcentaje sería prácticamente del 100%, pero la aparición de las villas hizo variar el porcentaje, pues normalmente el rey en la Carta Puebla solía conceder dos tercios del mismo a la villa, reservándose el tercio restante, que pasado el tiempo muchas veces terminaba en manos nobiliarias por la vía de cedérselo al preboste.

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(29).- GARCÍA FERNANDEZ, E., op. cit., 2007, p. 23.

(30).- ORELLA UNZÚE, J. L., op. cit., 2013, p. 11.

(31).- DACOSTA MARTINEZ, A. F., op. cit., 1999. p. 16 23

Se pueden señalar durante la Edad Media la existencia de tres periodos en los Patronatos. El primero sería el originario, en época bajoimperial o visigótica en que no se encuentran muchos datos sobre su extensión y características. Un segundo, que se puede considerar intermedio y situado ya dentro del mundo plenamente medieval donde el fenómeno de los Patronatos se extiende y desarrolla. Se intentan conciliar los intereses de los patrones laicos con los de la Iglesia. La discrepancia se daba tanto el control de los bienes de las iglesias como el control sobre los curas que nombraba el patrono. La situación llegó a que se planteara en la normativa conciliar la posibilidad de negar la consagración de ese tipo de recintos. Finalmente en una tercera fase se da una condena expresa del sistema por parte de la iglesia que inicia con la reforma gregoriana y continúa impulsando el papa Alejandro III, un esfuerzo por hacerse con la titularidad de la totalidad de los recintos eclesiásticos, fueran del tipo que fueran, algo que en cierta medida consigue por toda la península con la excepción de las “iglesias de montaña” de la zona vasco-cantábrica.

En muchas ocasiones se las ha denominado “monesterio”, que se ha considerado una forma de expresar su independencia de la jerarquía eclesiástica, pues el obispo no tenía competencias jurisdiccionales sobre estos centros religiosos, así se quería decir que aunque eran iglesias o ermitas, no se sometían a la autoridad eclesiástica.

Naturalmente el clero denunciaba la farsa del nombre, pero el Patrono conseguía su propósito, en cuanto a la inmunidad respecto a la Iglesia diocesana, sobre sus bienes y rentas decimales (32).

En Vizcaya las iglesias se dividían por su teórico origen en deviseras o de realengo. Se denominaban diviseras o deviseras a las que el patrono lo era por fundación del recinto eclesiástico y de realengo a las que se había hecho con la posesión del Patronato de la misma por una concesión real. Dos factores rompen esta teórica división o al menos la cuestionan. Por un lado es la aparición de otro tipo de concesión real, la concesión no a un noble o hidalgo para premiar una acción, sino la concesión a una villa por su fundación, la diferencia es que se trata de una concesión colectiva, que pone la iglesia, o su mayor parte, en manos de un colectivo, el Concejo. El segundo factor aparece en las Partidas, cuando en su ley 18, partida 1, título 5 afirma que: “Todas las Iglesias de España son de el Real Patronato” (33). Eso significaba que los derechos diviseros quedaban subordinados, lo mismo que los de realengo al hecho que se consideraba que todos eran de propiedad real, que lo que los patronos gobernaban no era una propiedad, sino una cesión real y como tal, algo en modo alguno perpetuo y además revocable a decisión regia. …………………………………………………………………………………………………………

(32).- GARCÍA FERNANDEZ, E., op. cit., 2007, p. 25.

(33).- PITARQUE DE LA TORRE, J. M., op. cit., 2002. p. 64-66.

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En el siglo XV se exige a los Patronos que presenten su derecho de posesión de los Patronatos que ostentan más allá de un genérico “desde tiempo inmemorial” en el caso de los diviseros o su duración, si era perpetua o para una o varias vidas, en el caso de los de realengo. Se hizo un recuento en 1416 del cual se guarda una relación de patronatos de realengo y diviseros en el archivo de Simancas, lo que a su vez prueba el reconocimiento de la existencia de dos tipos de patronatos. Se creó una situación que dio lugar a múltiples conflictos.

El patronato otorgaba a sus propietarios determinados derechos: nombrar los clérigos beneficiarios de esa iglesia, cobrar, repartir y percibir una parte tanto de las rentas que producían los bienes propiedad de esta y en ocasiones también de las donaciones que recibiera la misma, el derecho de honor, reverentia y obsequium que otorgaba autoridad moral y preeminencia en el interior de la iglesia y para enterrarse en su interior y también usos abusivos como el denominado “derecho de jauria” comentado en otro apartado. La propiedad nacía y se transmitía como cualquier otra propiedad civil. Se podía vender, ceder, donar o heredar, pero no se podía cambiar de uso. Era el único veto. En teoría cualquier persona con capacidad económica podía fundar una iglesia y ser propietario de la misma, pero en la práctica se interponía el derecho feudal que daba al rey o al noble del lugar la exclusiva sobre ciertos bienes y funciones, entre ellos la construcción de ciertos edificios como molinos y desde luego iglesias.

4.1.- Los orígenes

El origen de las denominadas “iglesias propias” es una cuestión en algunos aspectos sometida a debate. Todas las opiniones parecen trasladar el nacimiento de esta institución típicamente medieval caracterizada en que la iglesia con todos sus bienes forman un sólo conjunto con el resto del patrimonio del fundador o sus descendientes, a la época del Bajo Imperio y la progresiva ruralización de la sociedad romana (34).

Es un debate que tuvo fuerza a finales del XIX y principios del XX en que se pueden ver algunas corrientes como la llamada “germánica” defendida por Stuzt que aseguraba la exclusividad del origen germánico de las mismas. Dentro de ese mundo, se conceptualizaba la iglesia propia, su naturaleza jurídica, como un establecimientoiglesia con base territorial. ………………………………………………………………………………………………..

(34).- LORING GARCÍA, M. I., op. cit., 1985, p. 1.

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Siempre en opinión de Stuzt, el surgimiento de las “iglesias propias” “Eigenkirchen”, había que situarlo en el ámbito germánico, separándolo de cualquier influencia del mundo romano. Esto nos llevaría a un origen arriano y a una extensión de las mismas por la misma expansión de los pueblos germánicos en su emigración-conquista hacia el sur.

Esto también explicaría para el autor la oposición de la Iglesia católica a este tipo de iglesias, a las que vería como algo traído por bárbaros paganos. Además, como en ese contexto se produce la progresiva conversión al catolicismo de estos pueblos germánicos, da una base jurídica a estas “iglesias propias” como anteriores al catolicismo y por tanto autónomas de la jerarquía episcopal, lo que aumentaría el impulso de la Iglesia contra ellas.

El segundo planteamiento o corriente de opinión es ya del siglo XX y busca en el Bajo Imperio romano el origen de las “iglesias propias”. Defendida entre nosotros por Torres, considera que su origen habría que fijarlo en un contexto universal, no en cambios locales o nacionales sino como consecuencia de los cambios socioecómicos que se suceden durante los últimos años del Imperio. Encuentra evidente la existencia de las mismas en los textos de Teodosio primero y de Justiniano después. Asimismo constata la existencia de la oposición de la Iglesia como institución a su existencia en las órdenes dictadas en los distintos Concilios, algunos tan tempranos como Orange (441), o Arlés (443 y 452). Explica Torres que para la Iglesia era importante la existencia de una sola organización y de una sola administración, pues las piedras angulares en la organización eclesiástica posterior al edicto de Milán eran la diócesis y el obispo al frente de la misma y ese era precisamente el principio que rompía la existencia de las iglesias de propiedad laica, alejadas, al menos en lo material, de la influencia del obispo.

Indica Torres que por ello era determinante el hecho a averiguar de si los posibles propietarios tenían derecho de administración y alguna intervención en su gobierno y que ello parecía demostrado. También que los nuevos señores se basaron en el principio de fundación como sustento del de propiedad sin necesidad de acogerse a influencias germánicas ni arrianas para el desarrollo del proceso de apropiación.

Resalta cómo ya en el Concilio de Lérida (546) la Iglesia se pronuncia contra la costumbre de llamar a esas iglesias monasterios, (un concepto este de “monesterio” del que volveremos a ocuparnos), para utilizarlo como subterfugio para huir de la tutela del obispo. Concluye resaltando que su propagación y extensión durante la época medieval se debió a que se acogió e integró dentro de la organización social y agraria del régimen señorial.

Existe una tercera corriente o alternativa, a la que se podría llamar negacionista, naturalmente no del hecho de la existencia de las “iglesias propias” sino de su importancia. Según el planteamiento del padre Bidagor, la cuestión de los 26

“monesterios” es secundaria, de poco interés. Presenta la institución dentro del ámbito interno del derecho de la Iglesia, desconectado por tanto de la realidad socioeconómica de la época en que se originan y sin naturaleza jurídica dentro del ámbito privado (35).

Estos dos aspectos, negar la importancia de las mismas y, en todo caso, encuadrarlas como cuestión interna dentro de la iglesia y de su desarrollo, obligan a una reinterpretación de alguno de los textos que tratan el tema. Así, expresiones como “eclesia mea propia”, “nostra eclesia propia”, “meum monasterium propium quem habeo de meos abos” existentes en documentos medievales son pasados por alto o considerados de poco interés. Asimismo documentos como el del Concilio de Lérida que Torres toma como prueba de su existencia, los esfuerzos de los Concilios antes mencionados, la legislación del papa Gelasio con pretensión de abolir la intervención de laicos en la administración de esas iglesias, todo ello Bidagor lo utiliza precisamente como demostración del control de la Iglesia sobre las “iglesias propias” y el encuadre de las mismas dentro del organigrama de la institución eclesial (36).

Tras todo lo expuesto, parece claro el aspecto cronológico del origen de las “iglesias propias”, el hecho de que fueron un caso especial dentro del sistema eclesiástico y de que la Iglesia como institución tuvo un impulso constante para integrar dentro de su organización dicha excepción. La importancia de la “excepción” y la cultura originaria de misma quedan como aspectos a discusión, aunque la corriente representada por Torres parece ser la aceptada en una discusión que tuvo su época, pero que tampoco está muy viva.

Trasladando el tema a la península y obviando la discusión anterior, podemos buscar el origen en el fundador de un fundo, un alodio o un latifundio que construyese además de sus oficinas, almacenes y viviendas una iglesia o centro de celebración religiosa del culto cristiano como medio de asentar el nuevo conjunto habitable, muchas veces producto de la progresiva ruralización de la sociedad bajoimperial, sin que sus habitantes tuvieran que abandonar el recinto para cubrir sus necesidades religiosas .

Posiblemente así podría haberse creado una red de iglesias rurales dentro de una estructura nueva en que los propietarios, conversos al cristianismo de distinta procedencia, lo mismo que disponían o creaban almacenes para granos u oficinas, fundaban tribunales, consejos señoriales y por qué no, en una época cambiante e insegura, una iglesia propia dentro del fundo de su propiedad. ………………………………………………………………………………………..

(35).- RODRIGUEZ GIL, M., op. cit., 1999, p. 258.

(36).- RODRIGUEZ GIL, M., op. cit., 1999, p. 261.

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Ello ha llevado a especular con que la mayor parte de las iglesias de las zonas rurales del norte de la península de los siglos VI y VII podrían ser en origen iglesias privadas de una élite territorial, algo que por otro lado ayudaría a entender la distribución en el territorio pues mientras son escasas en la cornisa cantábrica, son mucho más abundantes en las zonas cercanas al valle del Ebro, donde sabemos que la penetración e influencia romana fueron mayores y donde se asegura la presencia de una cierta aristocracia.

El mundo visigodo no supuso un cambio en la tendencia, salvo el auge de construcción de monasterios que se difundió por todo Occidente. Lo que sí hicieron los visigodos fue conceder a los fundadores de estas iglesias, en la legislación canónica, una serie de derechos en lo que poco a poco se convirtió en el derecho de Patronato. Así los Concilios de Toledo de 633 y 655 (aunque parece ser que para el concilio estos derechos que otorgaba eran sólo a título personal para el fundador y no eran heredables), legislan sobre el derecho de la presentación de los clérigos, la vigilancia de la administración del patrimonio de la iglesia y el derecho de los patronos a ser asistidos con los bienes de la iglesia en sus necesidades. Ya en esas fechas llamaba Patrón a la persona que ha edificado, fundado o dotado una iglesia y Patronato a los derechos que los cánones habían conservado sobre la misma iglesia (37). Si el concilio concedía esos derechos se puede considerar, al menos como hipótesis, de que ya eran existentes y lo que hacía la Iglesia era oficializar la realidad. Una realidad que sin duda se ampliaría cuando por la invasión musulmana el control ejercido por el Estado y la Iglesia saltaran por los aires.

La “iglesia propia” renació en el norte de España con la reconquista y la dinámica de conversión en agrícola, asentada en un territorio, de una sociedad ganadera, trashumante por la inseguridad. La Iglesia mantiene, aunque adaptándolo a los tiempos, unos tiempos en que a decir de algunos, los obispos se habían apoderado de los grandes monasterios y los pequeños estaban en manos de señores laicos que en calidad de patronos y propietarios disponían de ellos, su impulso de control de las iglesias y ya en el Concilio de Coyanza de 1050 implanta unos cánones que resumían la doctrina de los concilios toledanos (38). Poco después llega la reforma promovida por Gregorio VII (1057-1085) conocida como reforma gregoriana por la que el derecho de los patronos pasaba de “dominatio” a “tuitio” o patronato y por la que el patrón perdía alguno de sus antiguos derechos que había ejercido hasta el momento.

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(37).- LARREA BEOBIDE, A., op. cit., 2012, p. 12.

(38).- GURRUCHAGA, I. de, op. cit., 1975, p. 454 (7).

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La tendencia natural podría haber sido que la Iglesia hubiera, pasado el tiempo, llevado a su control todos los establecimientos religiosos que se encontraban en tierra llámense “cristiana” o así al menos podría pensarse, pero ya para entonces se había introducido en la historia eclesiástica el cobro de diezmos, con lo que se produce una situación en que las “iglesias propias” comienzan a generar bienes materiales, no sólo prestigio, con lo que el interés de los patronos por conservarlas o hacerse con ellas se acrecienta.

Así se entiende por ejemplo que a partir del siglo IX se pone en marcha en el País Vasco un proceso de construcción de iglesias, fenómeno que se acentúa en el siglo siguiente (39). Esa tendencia a la fundación o la apropiación de iglesias llamadas luego “deviseras” y aprovechando la falta de seguridad y la lejanía de un poder superior adscribirlas a sus respectivas familias es un hecho frecuente en el País Vasco como otros muchos abusos a los que el rey don García de Navarra con su decreto de 1051 no parece haber cortado o intentado cortar, pues se sitúa el siglo XII como el origen de la mayoría de las “deviseras”. Unas iglesias que, por cierto, no eran tantas como luego han aparecido a los historiadores modernos y Labayru las contabiliza como poco más de una veintena (40).

Una cuestión la del diezmo en la que hay que apuntar que, aunque aparece como institución eclesiástica en el siglo VI, en España entró mucho más tarde, pues la Iglesia visigoda no permitía la construcción de nuevos templos si estos no iban acompañados de su dotación. Como la invasión musulmana fue dejando estas iglesias sin bienes, según fue avanzando la reconquista se fueron estableciendo los diezmos para sostener a la iglesia. Fue en el siglo X cuando se impone la disciplina de la Iglesia sobre los diezmos, que ya se iban cobrando anteriormente y su implantación decimal se consolida definitivamente en el Concilio de Letrán, en 1215. Quedaba sin concretar demasiado la forma de reparto y uso de ese diezmo y aunque la iglesia en varios concilios condenó su apropiación por los laicos, es visible que las condenas no fueron ni demasiado eficaces ni demasiado duraderas (41).

La necesidad de impulsar la Reconquista y la atención religiosa a las zonas recuperadas lleva a la concesión del Patronato de las iglesias propias que se fundaran en territorio recién conquistado a los moros, concedido por papas como Urbano II (1089).

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(39).- QUIRÓS CASTILLO, J. A., op. cit., 2011, pp. 175-205.

(40).- LABAYRU GOIKOETXEA, E., volumen I, op. cit., 1968-1974, p. 254.

(41).- LARREA BEOBIDE, A., op. cit., 2012, p. 13.

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Una concesión que está en el origen de muchas iglesias propias, de la meseta sobre todo, que fue confirmada luego por Eugenio IX (1436), Inocencio VIII (1486), Adriano VI (1527), Clemente VII (1529) y Paulo III en 1536, estos últimos ya fuera de nuestra zona cronológica de estudio. Las Partidas de Alfonso X el Sabio describen las tres razones por las que una persona se convertía en Patrono de una iglesia. Esas eran por dar el suelo en que se hacía, por hacerla o finalmente por heredarla. En Castilla el establecimiento de los Patronatos estaba regulado en las Partidas, el Fuero Viejo y el Ordenamiento de Alcalá. Las razones que se daban para la adquisición de ese derecho se basaban en la fundación de las iglesias y la necesidad de caudillos que las defendieran contra los moros. De la multitud de conflictos, pleitos y discusiones que trajeron estas circunstancias de origen se tratan en otros apartados del trabajo.

Terminamos este apartado con un apunte sobre el término “monesterio” o “monasterio”. Es un término ampliamente utilizado en los documentos medievales y que ha sido objeto de controversia por parte de algunos de los estudiosos de la época.

Según Larrea, Iturriza recoge de las Averiguaciones del Padre Henao que monasterios “eran las parroquias de anteiglesias edificadas por los Señores de Vizcaya, los reyes y caballeros particulares en soledades, frente a las villas conocidas como iglesias”, esto es, que era la cuestión de la soledad o el aislamiento lo que definía el “monasterio” frente a la “iglesia” que se la situaba en las villas (42). Está claro que las iglesias deviseras existían mucho antes de la oleada de fundaciones de villas del siglo XIII, por tanto el argumento no parece muy sólido. Mañaricua mantiene, según el mismo autor, que “monasterio” es el nombre establecido por los laicos para librarse del ámbito potestativo eclesiástico, hasta el punto de autodenominarse abades y sus centros monasterios familiares.

Mª Isabel Loring señala que la diferencia entre “ecclesia” y “monasterio” es sólo semántica. García de Cortazar (43), señala que “ya en época visigoda, había tendencia a calificar las iglesias vascas de “monasterios” por las ventajas que podían tener por su condición en sus relaciones con el obispo en el orden patrimonial”, con lo que se acerca a la opinión de Mañaricua. Finalmente, por su parte, Larrea considera que los “monasterios” eran pequeños centros religiosos que atendían a un pequeño grupo de colonos. Estos establecimientos en su evolución en los siglos XII y XIII terminan siendo iglesias parroquiales para unos grupos poblacionales que han ido creciendo y que acaban siendo los nuevos concejos y anteiglesias, aunque también pudieran terminar siendo ermitas. Como se puede ver, distintas opiniones sobre un mismo concepto y un punto más de estudio. ……………………………………………………………………………………………………………..

(42).- LARREA BEOBIDE, A., op. cit., 2012, p. 14, 15.

(43).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A., op. cit., 1966, p. 310.

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4.2.- Clases y características

Se señala que ya el Fuero de Vizcaya reconoce la existencia de dos tipos de patronatos (44). Unos son los denominados diviseros y los segundos los de patronatos real. A ambas clases se dedican los dos siguientes apartados, pero de forma resumida podemos definir los patronatos diviseros o deviseros como los que su figura de patrono proviene del fundador de una iglesia que transmite su posesión y título a sus herederos. Los patronatos reales son los provenientes de una concesión real. Estas concesiones podían ser de diferentes tipos, tanto en cuanto a duración como a modo.

Además de ello, como comentamos en otras partes, también dentro del apartado de patronatos de concesión real existe la división según el tipo de beneficiario, individual en el caso del cabeza de una familia o linaje, en muchos casos un pariente mayor, o colectivo en el caso de un concejo.

En la práctica la clase de patronato que se trate por origen no tiene importancia en su gestión diaria. La forma en que se ha conseguido el patronazgo, herencia o concesión, no tiene ninguna consecuencia en su gestión y al patrono sólo le condiciona lo que, en el caso de los de realengo, esté dictado en la carta de concesión y aún así existen bastantes ejemplos de patronos que sólo aceptan su voluntad. Es en todo caso la relación de fuerzas existente en cuanto al porcentaje de posesión del Patronato lo que marca la gestión, normalmente en el caso de las villas entre el concejo y el patrono laico, en el caso de las anteiglesias entre los diferentes patronos, si los hubiera.

Tampoco se marcan diferencias en la evolución de la institución al paso del tiempo. El reinado de los Reyes Católicos marca, como en otros muchos aspectos de la vida española, un punto de inflexión en esta evolución y lo hace sin distinguir entre unos y otros, en su afán de centralización y de control de todos los estamentos del país y aunque obligó a un sometimiento a la autoridad del obispo, no abolieron el régimen de patronato, seguramente por ser conscientes de la importancia económica que suponían para los patrones y la raigambre social que la institución tenía.

4.2.1.- Patronatos de realengo

Se denominan Patronatos de Realengo a los Patronatos obtenidos por concesión real de los mismos. Frente a los denominados diviseros, que se decían provenientes de la fundación de los mismos por algún antepasado, los de realengo eran la recompensa otorgada por el rey alguno de sus nobles por alguna acción agradecible. Frente a los patronatos llamados diviseros, los patronatos de realengo tenían unas fronteras definidas de cuando y por qué. ………………………………………………………………………………………………………….

(44) PITARQUE DE LA TORRE, J. M., op. cit., 2002, pp. 57-96 (65).

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En la concesión el Señor o el Rey solían conceder el dominio útil, bien temporalmente, ya por una o varias vidas, ya a perpetuidad. Solían reservarse el dominio eminente. El motivo para la concesión puede ser variado, en premio a servicios prestados o incluso por simple liberalidad. El sujeto receptor de la concesión puede ser individual como señores o personajes locales o colectivos como comunidades religiosas o municipios.

El problema se plantea cuando los reyes exigen que cada patrono demuestre su derecho de posesión, más allá del “desde tiempo inmemorial” en el caso de los diviseros y del “por siempre jamás” en el caso de los de realengo. En este último caso se trataba de demostrar el carácter duradero de la concesión, pues era creencia de la corte de que esas concesiones se hacían por una vida, o como mucho por dos vidas. En abundantes ocasiones, los patronos tuvieron que aceptar que la propiedad que ellos pregonaban de perpetua, era temporal y a no demasiado plazo. Se vieron obligados a ello pero pasado el tiempo se ocuparon de ir alargando los plazos de forma de mantener y muchas veces consolidar una posesión que les era importante tanto económica como socialmente.

La gestión diaria de las iglesias de realengo no se diferenciaba de las diviseras, las diferencias venían dadas por la correlación de fuerzas en el caso de, como en el caso de muchas villas, la existencia de varios patronos. En ocasiones, existían algunas concesiones de realengo hechas a comunidades religiosas de tamaño medio o grande, en las que la gestión estaba plenamente supeditada a la opinión de los frailes o monjes de la comunidad, con la posibilidad de conflictos que esto abría.

4.2.2.- Patronatos deviseros

Se denominaban iglesias deviseras o diviseras al conjunto de dominios territoriales bajo el mando de infanzones, cuya territorialidad se materializaba en torno al templo, normalmente de su propiedad (45). Esa es una de las definiciones que se pueden encontrar sobre los patronatos deviseros. Otra sería la de “especie de señorío que tenían en vivido entre sí como hermanos, conservándose en ellas” (46). Sea cual sea la definición más acertada, se trata de una de las dos clases de Patronatos que se dan en la Península. Concretamente, de la que se presumía más antigua. ………………………………………………………………………………………………………………….

(45).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2012. pp. 640-652.

(46).- PITARQUE DE LA TORRE, J. M., op. cit., 2002, pp. 57-96, (64).

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La iglesia divisera se consideraba fundada por un laico para atender las necesidades espirituales de los campesinos habitantes de sus tierras. Esa es la explicación que en las cortes de Guadalajara dieron para defender sus derechos sobre las mismas. Ello les convertía en patronos de dicha iglesia con la obtención de unos derechos sobre las mismas y concretados sobre todo en dos: el quedarse con los diezmos y otros ingresos, aunque pagaran al clérigo una congrua para su sustento y en nombrar a ese mismo clérigo.

Buen número de los Patronatos existentes se pretendieron diviseros como una forma de autoafirmación de la autoridad del patrono sobre el mismo y de antigüedad en la nobleza de la familia de patronos. Frente a quienes eran patronos por una concesión real en pago a una acción meritoria, el divisero mostraba la presunta antigüedad de su posesión y por tanto de su linaje. Era la expresión de ser patrono “desde tiempos inmemoriales” tan al gusto de algunos Parientes Mayores.

Lo de los “tiempos inmemoriales” se tornó un problema cuando los reyes exigieron a todos los patronos que demostraran de forma fehaciente el derecho sobre el Patronato que ostentaban. En muchos casos no existía ninguna documentación que demostrara la propiedad y era únicamente la costumbre lo que sustentaba el título de Patrono. En el apartado dedicado la villa de Elorrio tenemos en una denuncia contra el Patrono un ejemplo cuando los clérigos, además de dudar de la propiedad sobre la parroquia, que acusan gestionan “sin mostrar ni thener titulo alguno para ello”, critican que por ser poderosos y “por no a/ver quien se lo contradixese ni les hiziese mostrar el titulo / que thenian al dicho patronadgo;” se mantenían en el cargo. En algún otro caso el escudo familiar grabado en piedra en alguna parte del templo tuvo que bastar como certificador de la propiedad. Al menos se vieron libres del conflicto sobre la duración de la concesión, pues en las cortes de Guadalajara quedó claro que eran unos derechos a perpetuidad. Mientras tanto los patronos de realengo tuvieron que pelear sobre la duración de su concesión real, si era hecha a perpetuidad, por una vida o por varias vidas.

Existen diferentes definiciones sobre lo que era una divisa, un divisero o iglesia divisera. Así, Sanchez Albornoz nos dice que “Eran diviseros aquellos hidalgos que por descender del primer señor que hizo hereditaria una benefactoria, tenían en ella ciertos derechos llamados divisas. Por divisa se entendía la parte que correspondía a cada copartícipe de la herencia paterna o familiar» (47). Otros lo denominaban como territoriales de los infanzones que se materializaban alrededor del templo de su propiedad que se denominaba iglesia divisera (48). También se denomina como especie de señorío que tenían dividido entre hermanos. …………………………………………………………………………………………………..

(47).- LARREA BEOBIDE, A., op. cit., 2012, p. 16.

(48).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2012, pp. 640-652.

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Así, en esta división de patrimonios por herencias podemos encontrar no sólo el significado de la palabra sino también ese concepto de pertenencia plena que se transmite a tus descendientes por muy religiosa que sea la propiedad que se recibe y se transmite. Los templos fundados pasaron a depender no del linaje sino de directamente de miembros del mismo. A cada heredero le correspondía una divisa, una casa solar con también las parroquias que se pudieran haber establecido en sus tierras. La iglesia era sólo una parte de lo que se pudiera recibir por división. A esas iglesias privadas, recibidas por una división se las denominará diviseras.

Las iglesias diviseras se encontraban en su gran mayoría en las anteiglesias, pues era muy común que el rey o el señor otorgante de la carta puebla, otorgara también una buena parte del patronato de la iglesia de la futura villa, quedándose una parte para sí, que en muchas ocasiones terminaba en manos de un laico con el título de preboste.

Por lo demás, su gestión diaria no estaba condicionada por el origen sino por la correlación de propietarios, uno o varios, existentes en el Patronato.

5.- LAS PARTICULARIDADES

En este apartado se entra a examinar cuál fue la situación de la zona y del problema. Se trata de estudiar cuáles eran las condiciones que hicieron que en el territorio no se cumplieran los deseos de la jerarquía eclesiástica sobre la propiedad y control de los edificios religiosos. Por qué mientras en otras partes la “reforma gregoriana” iba poniendo las ermitas, iglesias, “monesterios” o como quisieran ser llamados en manos de los cabildos catedralicios o de los grandes centros monacales, en el Señorío y su entorno sobre todo, el sistema de Patronato no sólo se mantuviera vigente sino que prácticamente fuera el sistema exclusivo de gestión de los centros religiosos.

Primeramente se estudia tanto el problema en su vertiente eclesial como el mismo clero en su composición y actitud, que forma una parte del conflicto. Luego se examina la figura del Pariente Mayor, patrón mayoritario de los Patronatos de la provincia. Finalmente llega el momento del repaso de la situación cuando el medievo acaba y además de terminar nuestro arco temporal de estudio, cambian también unas circunstancias que agudizaban el problema. Buen momento por tanto para el repaso y balance.

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5.1.- Patronatos e Iglesia

Es indudable la existencia de un conflicto durante varios siglos, no sólo durante la Edad Media, entre la Iglesia y los poseedores de algún Patronato parroquial. La lucha pudo ser más o menos soterrada dependiendo de la época, pero el enfrentamiento entre los obispos y los Parientes Mayores de las Cortes de Guadalajara de 1390 no fue, ni mucho menos, el único intento del clero por hacerse con la posesión y control de todos los establecimientos religiosos existentes. La Iglesia se había visto obligada transigir por las circunstancias del momento en la creación de las iglesias deviseras, pero desde el mismo momento de su creación no cejó en el empeño de poseerlas.

La Iglesia como institución, y sus regidores los clérigos por supuesto, concebían el mundo como un tránsito en que todo debía estar centrado y condicionado a la religión, como guía para la otra vida. Eso no casaba demasiado con unas iglesias donde el sacerdote era nombrado y pagado por un laico. Donde su actividad estaba condicionada por la disponibilidad económica en manos de un no clérigo. Donde, al hablar de la parroquia, además de “la Casa de Dios”, alguien pudiera decir “y del Pariente Mayor”. Por ello, y por la propia educación de los sacerdotes, el conflicto entre estos y lo patronos era inevitable.

El tema de los Patronatos y la Iglesia está dividido en dos partes para mejor atender dos aspectos de la situación que se complementan pero que exigen un tratamiento diferenciado. Por un lado está la situación de la Iglesia en el Señorío. Vigente la tajante prohibición de entrada del obispo y sus enviados y asistida en su nivel parroquial por un clero elegido en su mayoría por unos patronos laicos. Obligada por tanto a una organización particular sin una figura central que la encabece y compuesta, al menos en sus escalones más bajos por un clero al que se acusa, cuando menos, de no preparado. La cuestión de la prohibición de la entrada del obispo se trata en el apartado 5.3 por ser esa época cuando se encauza definitivamente la solución al problema.

Un aspecto a destacar es el de que el territorio vizcaíno estaba episcopalmente dividido correspondiendo a Burgos las Encartaciones y a Calahorra el resto del Señorío, el llamado señorío nuclear. También es llamativo que la iglesia vizcaína seguía encardinada, vinculada a la Iglesia universal, a pesar de la división episcopal, el dominio de los patronos laicos, un clero inculto, corrompido, la prohibición de la entrada del obispo o sus enviados, que ni siquiera podían hacer sus visitas de inspección y unos Patronatos en una situación cada vez más arcaica. A pesar de todo, la Iglesia en Vizcaya funcionaba, existía una vinculación Iglesia vizcaína-Iglesia universal (49). …………………………………………………………………………………………………………….

(49).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A. et al., Tomo III, 1985, p. 166.

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En esas circunstancias merece un tratamiento diferenciado el largo conflicto librado por la Iglesia como institución para apoderarse, recuperar, (depende del prisma), del gobierno y la propiedad de un conjunto de iglesias, en la Vizcaya medieval casi todas, en manos de unos patronos laicos, Concejos o Parientes Mayores, de los que nunca se duda de su fe cristiana, pero que no miran las iglesias como lugar de culto y de fe, sino una propiedad física que hay que administrar y explotar.

Si lo consideramos de forma estricta, los patronos de las parroquias vizcaínas raramente tuvieron conflicto con un clérigo en particular, sino con los que tenían a su cargo la atención religiosa de la parroquia, a quienes se les conocía como beneficiados de la dicha parroquia. Naturalmente podía darse el caso de ser un único cura, se trataría de alguna pequeña anteiglesia, pero si como es el caso hablamos de las villas nos estaremos refiriendo a varios curas y casi con seguridad organizados en un cabildo. Parece conveniente por tanto un examen de dicho clero.

5.1.1.- Situación eclesial en Vizcaya

Dos factores marcan las características del clero medieval del Señorío de Vizcaya. Por un lado la prohibición de entrada en el territorio vigente tanto para el obispo como para sus enviados y el hecho de que los patronos sean los que nombren los sacerdotes de las parroquias con las consecuencias tanto en actitud como en preparación, que examinaremos. Ambos aspectos dejaban su sello. Para algunos, con esto último el clero vasco se convirtió en un apéndice de la nobleza, carente de poder (50).

Es clara la existencia de un conflicto patronos-obispo que se muestra periódicamente.

Los patronos mantienen una labor de zapa contra la autoridad episcopal y su gobierno, más que nada teórico, del territorio (51). La Constituciones Sinodales denuncian que los patronos no cumplían con sus obligaciones, entre ellas que nombran clérigos a su antojo sin presentarlos antes al obispo y sin buscar la confirmación del nombramiento.

Si a esto añadimos el soterrado enfrentamiento por el diezmo y las rentas del Patronato completamos el panorama. ……………………………………………………………………………………………………………………

(50).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2000, p. 42.

(51).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A. et al, op. cit., Tomo I, 1985, p. 168.

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La oposición de los vizcaínos a la autoridad episcopal tiene dos razones: la defensa de la libertad jurisdiccional y fiscal del Señorío y el temor de que el obispo se entrometa en la guerra de bandos (52). La imposibilidad que sufre el obispo para ejercer sus atribuciones en el Señorío obliga a una organización basada en los arciprestazgos y las parroquias.

El arcipreste es en teoría el delegado superior del obispo y en la situación del Señorío la auténtica autoridad eclesiástica suplantando las atribuciones propias del mismo (53). El arcedianato no parece muy influyente. Sabemos que en 1445 existían nueve arciprestazgos: Uribe, Bermeo, Bilbao, Lequeitio, Busturia, Arratia, Durango de la Tierra Llana, Tavira y Orozco, aunque no conocemos los límites de cada uno. Como podemos ver el Duranguesado estaba dividido en dos: Durango de la Tierra Llana y Tavira (54).

Frente a una relativa falta de información sobre los arciprestazgos, las parroquias y sus clérigos dan una información más abundante y cercana, aunque no siempre favorable.

Si ya algunos autores advierten que en general el clero dependiente de la diócesis de Calahorra no poseía una buena formación religiosa, ni un comportamiento ejemplar, la cuestión se agrava al referirnos al clero vizcaíno (55).

El tema de los clérigos medievales vascos ha sido tratado por diversos estudiosos y además existe bastante documentación ilustrativa. Es un clero que participa en las luchas por el poder y las rentas y no se marginaba en las de carácter antiseñorial. Productos de un sistema no eclesiástico, eran elegidos por unos patronos no interesados en las capacidades religiosas y la idoneidad de los mismos sino en su futura fidelidad. Era un camino de salida para muchos segundones que no participaban en la herencia familiar, y también en alguna ocasión para conseguir que alguien del linaje consiguiera alguna dignidad eclesiástica desde donde defender los intereses de la familia entre las más altas esferas (56). De nula vocación religiosa, encontraban en la parroquia un cobijo en el que mantenía una actitud absolutamente mundana, más pendientes del patrono que los había nombrado que de las necesidades materiales o espirituales de los fieles a su cargo. ……………………………………………………………………………………………………………

(52).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2000, p. 42.

(53).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A. et al, op. cit., Tomo III, 1985, p. 167.

(54).- ARIZAGA BOLUMBURU, Beatriz y MARTÍNEZ MARTÍNEZ, S., op. cit., 2006.

(55).- BAZÁN DÍAZ, I., op. cit., 2014, pp. 18-53.

(56).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2012. pp. 640-652, (p.6).

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Lo que nos ha llegado de ellos, particularmente del rural, es que era un clero que participaba en las formas de vida de sus feligreses, asistía a bailes, a festejos taurinos, bebía en las tabernas y cohabitaba con mujeres (57). Es conocido el esfuerzo episcopal por erradicar algunas de estas costumbres, sirva como ejemplo el sínodo diocesano de Calahorra de 1410, con prohibiciones que por repetidas indican la realidad del problema que denunciaban y el poco efecto que tenían las dichas prohibiciones.

El vestir con ropas consideradas inadecuadas por sus colores y hechuras, el portar armas llegando a usarlas y la cohabitación con mujeres parecen ser frecuentes. Este último asunto de las barraganas ya produjo quejas en las Cortes de Valladolid de 1351.

Más grave era la incultura que les caracterizaba, que les hacía inútiles para la formación de los fieles, además de que compartían con ellos algunas de las creencias supersticiosas que les llevaba en ocasiones a participar con los vecinos en ritos supersticiosos.

Existe documentación que nos habla de todo ello, por ejemplo el documento del archivo de Elorrio en que el rey ordena al obispo que no juzgue a las mancebas de los clérigos por ser jurisdicción real (58). Si miramos el General del Señorío de Vizcaya encontramos documentos que nos dicen de los intentos episcopales por introducir la jurisdicción eclesiástica en el Señorío, lo que era rechazado, pero también nos hablan de los delitos que pretendía juzgar, lo que hace pensar que sucedían. Así aparece uno de 1476 en el que el rey Fernando el Católico pide a la justicia eclesiástica que no ampare a tonsurados que “biven mal e son vanderos e lacayos e non traen abitos nin corona de clerigos” (59).

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(57).- BAZÁN DÍAZ, I., op. cit., 2014, pp. 18-53, (13).

(58).- ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), “Archivo Municipal de Elorrio”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 16, Documento 31, página 134, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1992.

(59).-ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), “Colección documental del Archivo General del Señorío de Vizcaya”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 09, Documento 17, página 66, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1992.

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Otros documentos del citado archivo se refieren también a casos en que los clérigos, obispos o jueces eclesiásticos, intentan ejercer y no les es permitido, por no ser su terreno o por considerarse ingerencia en la vida del Señorío (60). Finalmente, en el Archivo General de Simancas, en el Registro General del Sello entre los documentos referentes a Vizcaya, se pueden encontrar documentos en que se trata del reconocimiento como legítimos de hijos naturales de clérigos, lo que es indicativo de que ello no era demasiado extraño y bastante aceptado (61). Además de los citados en esta página, en la regesta se pueden encontrar más ejemplos.

A añadir la existencia de preferencia para los naturales del país para ocupar plazas vacantes, que era beneficioso en el caso, como el vasco, de la existencia de una lengua local, pero que también añadía un conocimiento de las supersticiones de la zona y en ocasiones el compartirlas con sus feligreses, a veces con sus ritos. El diferente idioma se cita como una de las razones de que las “iglesias propias” perduraran en el Señorío el miedo a que el obispo nombrara clérigos que no entendieran a sus feligreses.

Otra consecuencia de la ausencia episcopal del Señorío era que sus delegados también tenían prohibida la entrada por lo que no podían realizar lo que se llamaban “visitas canónicas” y con ellas el correspondiente control sobre el clero, sobre su formación, su comportamiento y su actitud en el cumplimiento de sus obligaciones (62). Las autoridades eran conscientes de los perjuicios que ocasionaba la falta de visitas y el control sobre el clero, pero intereses mayores, como eran el poder seguir controlando las parroquias y sus bienes por medio de los Patronatos eran más importantes. A ello se añade una cierta impopularidad que en general gozaban estas visitas canónicas, que eran acusadas de ser un medio que tenía la Iglesia para aumentar sus ingresos con listas de gastos y multas.

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(60).- ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 09, documento 36, página 154.

(61).- ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. Vizcaya (1478-1479)”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 114, documento 80, página 1, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 2002.

(62).- BAZÁN DÍAZ, I., op. cit., 2014, pp. 18-53 (13).

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Otra característica que se daba en el bajo clero vizcaíno, sobre todo el rural, y que volveremos a tratar en el apartado de los Patronatos es la general pobreza en que desarrollaban su labor ya fuera por la miseria de los ingresos directos de la parroquia o por la también miserable congrua entregada por el patrono. Era común que en esos numerosos casos los sacerdotes se buscaran ocupaciones alternativas, lo que iba naturalmente en detrimento de su atención a los fieles y que el mismo edificio, la iglesia, denotara esa escasez de medios (63).

La información obtenida nos revela cómo los clérigos vizcaínos se enfrentan, sobre todo en los tormentosos años finales del medievo, por cuestiones económicas de forma frecuente con los patronos, que normalmente eran o bien su Pariente Mayor o en el caso de las villas, miembros del Concejo y por tanto destacados miembros de la burguesía local (64). También se podía dar el caso que esa pelea económica se diera contra el clérigo de otra parroquia, por ejemplo a cuenta del cobro de servicios como enterramientos o bendiciones. De estos datos obtenidos podría pensarse en una disyuntiva para estos párrocos, por un lado miembros segundones de los linajes y por otro por cantidad de ingresos y forma de vida hermanados con los pecheros.

Sin embargo, no parece el caso pues los clérigos se fueron aliando en cada momento según fueran sus intereses, tanto con los Patronos contra la feligresía como con los feligreses contra el patrono que les había nombrado. La sumisión a los patronos era clara, por procedencia, nombramiento y dependencia económica, aunque ya hubiera varias resoluciones reales para el reparto en mitades entre patronos y clérigos (Enrique III en Arévalo en 1398 y Juan II en Valladolid en 1421 confirmaron la resolución de Juan I y el reparto por mitades), lo que en teoría eliminaba el abuso, pero en la práctica el patrono hacía su voluntad (65). Aún así, en ocasiones, y siempre en defensa de sus intereses, no de los pecheros, no dudan en enfrentarse a los patronos. Es un clero que no se margina y participa en las luchas por el poder, sobre todo en su vertiente económica.

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(63).- BAZÁN DÍAZ, I., op. cit., 2014, pp. 18-53 (13).

(64).- VAL VALDIVIESO, M. I. del, op. cit., 1995, pp. 31-53 (41).

(65).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A. et al., Tomo III, op. cit., 1985, p. 170-171.

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5.1.2.- El conflicto de los Patronatos

Como queda apuntado en el apartado de Orígenes (4.1) de este trabajo, desde la antigüedad la Iglesia ha intentado mantener bajo su control los establecimientos religiosos. Dependiendo de las épocas se ha visto obligada a ejercer una mayor o menor presión, por ejemplo al principio de la Reconquista, por la necesidad de fundar y defender iglesias en las tierras recién conquistadas consintió que se consideraran de propiedad laica, pero con más o menos fuerza siempre ha luchado por ello.

En este subapartado se hace una pequeña relación, más o menos cronológica de las vicisitudes de este conflicto señores-iglesia o patronos-obispos, la estructura es cronológica porque se basa en Cánones Conciliares y decretos reales. En 1051 García de Navarra por un decreto intentó cortar los abusos que los patronos cometían, tanto en las propiedades como con los clérigos (66). Es concretamente el 30 de Enero de 1051. El rey García, llamado el de Nájera, decreta la ingenuación de las iglesias de Vizcaya y el Duranguesado de todo poder señorial y de la facultad de nombrar párroco.

El decreto anula también el “derecho de jauría”, esto es, el derecho que se tomaban los patronos de resguardar a sus perros en la iglesia. Parece que la abolición del “derecho de jauría” sería lo único efectivo. En la misma época sucede el Concilio de Coyanza (Palencia) 1050 o 1055, con también medidas antiseñoriales. No queda muy claro quién influyó en quién (67).

A partir de 1072, sobre todo de 1095 a 1179 personas poderosas fundan iglesias en el País Vasco para entre otras cosas beneficiarse del diezmo (68). Es un hecho que tendrá importantes consecuencias. El dato refuerza su importancia porque ese año de 1179 es cuando Alejandro III preside el concilio lateranense que da cobertura, que sirvió de excusa para los patrones de los Patronatos anteriores a esa fecha, que como ya está apuntado son la mayoría del País Vasco. La reforma gregoriana no consiguió en el País Vasco los efectos conseguidos con el resto de la península, no sucedió que los grandes monasterios y los cabildos catedralicios absorbieran a los pequeños “monasterios”.

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(66).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A., op. cit., 1966, p. 310.

(67).- GURRUCHAGA, I. de, op. cit., 1975, pp. 447-464 (449).

(68).- ITURRIZA y ZABALA, J. R. de y AZCARRAGA y REGIL, M. de, op. cit., 1985, p. 86.

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Así mientras en el resto de la península la Iglesia, con alguna de sus ramas seglar o regular, ejerce el control sobre iglesias, ermitas, cenobios, monasterios o cualquier otro tipo de construcción o institución religiosa, en la zona conocida como “las montañas”, esto es las provincias de Vizcaya y Guipuzcoa más las zonas montañosas colindantes de Navarra y Cantabria mantienen con mayor o menor intensidad los Patronatos. Es notorio que tanto los Señores de Vizcaya como la misma monarquía tenían importantes intereses tanto económicos como de tipo político-social en ellos y en la zona. El sínodo calagurritano de 1323 amenazaba con la excomunión a quienes transgredieran en las dos cuestiones básicas: el derecho de presentación y el provecho de los diezmos.

Juan I en 1383 emite un decreto por el que reparte a mitades el producto de los Patronatos (69). Los obispos no están de acuerdo. Para hacer el cálculo el rey había ordenado elaborar una lista (la conocida como “la de 1383”) que es referente para cualquier estudio del tema. Hay que tener en cuenta que desde 1379, cuatro años antes, Juan I de Castilla es también Señor de Vizcaya, consiguientemente tiene fuertes intereses en la zona, tanto directos por posesiones, como indirectos por ser el Señor el que había entregado la mayoría de los Patronatos, tanto a los hijosdalgo como a los concejos de las villas. No es para considerarlo el juez más adecuado.

El escalón más conocido en este camino de conflictos es sin duda el que se dirimió en las Cortes de Guadalajara de 1390. Sus antecedentes más directos los encontramos cuando los curas vizcaínos se querellan contra sus señores en 1383 porque se apropiaban de los ingresos de las iglesias a pie de altar, limosnas y derechos adventicios (70). La solución salomónica del rey de Castilla ya la hemos comentado: reparto por mitades de los ingresos. Por esa época los obispos calagurritanos hacían una campaña amenazando, una vez más, con la excomunión a los patronos que tomaran ingresos indebidos en las parroquias, haciendo cumplir con ello las disposiciones del III Concilio de Letrán.

El problema se plantea cuando hay trampa. Las disposiciones del Concilio no afectaban a los que ya se cobraban antes de 1179, que en el País Vasco eran la mayoría. Se llegó a la excomunión del señor de Loyola por hacer valer sus derechos, que recibió la solidaridad del resto de los patronos que demandaron al obispo de Pamplona en las Cortes de Guadalajara. Curiosamente, al no pertenecer Pamplona a Castilla, el obispo tiene que ser representado por los de Calahorra y Burgos. …………………………………………………………………………………………………..

(69).- ITURRIZA y ZABALA, J. R. de y AZCARRAGA y REGIL, M. de, op. cit., 1985, p.

188,189.

(70).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2012, p. 7.

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El rey se encontró de nuevo con el problema que eludió en 1383 con una solución salomónica, buscando contentar a los obispos, pilar fundamental de la estructura social y de gobierno sin ofender a una nobleza cada vez más fuerte. Buscó una solución de compromiso de nuevo, al menos en apariencia. La frase núcleo de la resolución no tiene desperdicio y sus consecuencias perduraron al menos hasta los Reyes Católicos: “tales vizcaínos e homes hijosdalgo sean defendidos en dichos sus monasterios y devisas según fasta aquí lo ha seído. Y ninguno les ponga en ello impedimento alguno”.

Añadía que tenían que comprometerse a mantener clero y culto, pero seguía sin reconocerse al obispo el derecho de presentación y de visita por considerarse contrafuero. Era una victoria rotunda de las tesis nobiliarias, por muy en ropajes formales se quisiera vestir y un apoyo fundamental en cualquier discusión futura, junto a la inclusión de estos mismos derechos en el Fuero Viejo de 1452 (71). Esto ante una clase eclesiástica de la que tuvieron en las Cortes de Toledo de 1462 que pedirle al rey que les prohibiera participar en luchas armadas.

Una de las razones aducidas por los nobles en las Cortes de Guadalajara, la de poder fundar y cobrar rentas de iglesias fundadas en tierras recién tomadas a moros se basaba en bulas papales (72). Concretamente una de Gregorio VII dada en S. Juan de Letrán en 1073 al rey de Navarra, que a su vez parece fue la base para la concedida en 1095 por Urbano II para el reino de Aragón. Larrea Beobide comenta la existencia de otra bula del mismo papa Urbano II en 1089 para Castilla, pero él mismo la califica de autenticidad muy dudosa (73).

El Fuero Viejo de 1452 seguramente marca la cúspide del poder de los patrones vizcaínos en la lucha que mantienen con la Iglesia por los Patronatos. La introducción de la institución en la norma legal por excelencia del Señorío le da un carácter público que se mantiene en el Fuero Nuevo de 1526, aunque con matices. Se plasmaba en él, por ejemplo, la exclusividad de la justicia civil en cualquier pleito sobre los Patronatos, algo ya marcado en Guadalajara, pero aquí asentado.

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(71).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2012.

(72).- ITURRIZA y ZABALA, J. R. de y AZCARRAGA y REGIL, M. de, op. cit., 1985, p. 104.

(73).- LARREA BEOBIDE, A., op. cit., 2012, p. 31.

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Parece evidente que para la Iglesia la situación cambiaba, al menos de momento y así se entienden las sucesivas bulas papales (Calixto III en 1458, Paulo II en 1467 e incluso Alejandro VI en 1498) a favor de diferentes familias confirmando su posesión del Patronato de diversas iglesias en calidad de “deviseros”. El éxito de los patronos era evidente y fruto de esto, la permanencia de los Patronatos, (adaptándolos a los tiempos, naturalmente) al menos de forma nominal hasta la abolición del Fuero Nuevo en 1876 (74).

No debe extrañar que un papa otorgara una bula, para algo en apariencia tan pequeño como una iglesia local, pero al fin y al cabo era una comunicación breve para otorgar o en este caso confirmar una fuente económica. Contando además que el peticionario entregaría una limosna generosa por la merced. Bonifacio VIII en 1302 y Clemente V en 1313 dirigieron sendas bulas a Fernando IV para el cobro de tercias reales para ayuda en la guerra contra los moros.

En este mismo tiempo, esto es, en el siglo XV, aparece un nuevo factor de fricción entre los patronos laicos y la Iglesia. La explosión demográfica, el aumento de la población que se generó en ese siglo, llevó a que la diócesis decretara la obligatoriedad de edificar una iglesia en todas las poblaciones de más de 25 fogueras. Nuevas iglesias significaban nuevos clérigos y nuevos lugares donde pagar el diezmo y dar limosna, lo que equivalía a una disminución de lo recaudado en las ya existentes. Contra ello se levantaron los patronos que sólo consentían, cuando no les quedaba otro remedio, la creación de iglesias sufrageras, es decir, dependientes de otras ya existentes (75).

Eran tiempos revueltos en que los patronos, que muchas veces eran jefes banderizos no podían permitirse ninguna pérdida, ni económica ni de influencia social.

Normalmente era una cuestión urbana, pero no por ello dejó de ser violenta. Los ejemplos de conflictos en ese siglo aparecen por todos los rincones del territorio, pero ya no es sólo la jerarquía eclesiástica y los patronos, también el bajo clero y los feligreses, en un todos contra todos.

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(74).- LARREA BEOBIDE, A., op. cit., 2012, p. 38.

(75).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2012, p. 8.

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Finalmente, hay otro matiz del conflicto y es el que separaba a la Iglesia española y su monarquía en la Baja Edad Media y que se visualizaba en lo que cada una entendía como Patronato: el Derecho Canónico definía la figura del Patronato como un conjunto de privilegios que por concesión de la Iglesia pertenecen a los fundadores católicos de la misma. Mientras tanto en el ámbito civil se consideraba al Patronato como una institución civil, regida por la ley foral en el caso de Vizcaya y de un instrumento del que la Corona se servía para fines políticos (76). La diferencia es importante: ¿era una “concesión” de la Iglesia o una institución de la Corona? ¿quién concedía ese derecho?, por tanto, ¿quién era el propietario, de quién emanaba el Patronato?. Los hechos son claros, pero la Iglesia nunca renunció a su posicionamiento.

5.2.- Los Parientes Mayores

Los Parientes Mayores aparecen como una de las figuras principales del panorama medieval del País Vasco en general y en el Señorío de Vizcaya en particular. En realidad, son los jefes de los linajes en que se articula buena parte de la sociedad vizcaína de la época. Un linaje estaba formado por un conjunto de individuos que se sentían unidos por un antepasado común y que reconocían como autoridad a un denominado Pariente Mayor a quien correspondía gestionar los recursos del grupo para aumentar su poder y su “valer más” en la comunidad.

Además de los unidos por lazos de sangre más o menos directos, existían los del llamado parentesco artificial con los que el Pariente Mayor establecía unos lazos especiales de unión a la familia, como los encomendados que a cambio de seguridad ofrecían ayuda económica y trabajo (77). Otros eran los llamados atreguados que establecían un compromiso personal con el Pariente Mayor a cambio de protección y finalmente estaban los encartados y los acostados, segundones pobres, los cuales, a cambio de comida y alojamiento solían constituir la tropa (78).

Un sistema social, el del linaje, que se presentaba de forma ideal, como una garantía de seguridad y como centro de solidaridad. Algunos han definido a los Parientes Mayores como “señores sin señorío”, una expresión que pretende combinar el hecho de que se comportaran como señores feudales y ese comportamiento fuera aceptado por su entorno y expresar al mismo tiempo de que en Vizcaya sólo existía un Señor, al que todos debían obediencia y los demás no tenían ningún título de nobleza, aunque se les reconociera como pertenecientes a ella. …………………………………………………………………………………………………………………..

(76).- LARREA BEOBIDE, A., op. cit., 2012, p. 11.

(77).- URIZAR REMENTERIA, H., op. cit., 2012, pp. 41-66 (44).

(78).- ORELLA UNZÚE, J. L., op. cit., 2013, pp. 67-119 (69).

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Pariente Mayor no significa banderizo, aunque fueran los principales protagonistas de las luchas de bandos del medievo vasco. Pero además es al formar bando y parcialidad cuando su proyecto es compartido o rebatido desde fuera del grupo. Su autoridad parte de que fue aceptada por la comunidad cuando estas comunidades pasaron de ser comunidades de parientes a comunidades de solares, es decir, territoriales, de lugar.

El poder de los Parientes Mayores parte de un modelo de estructuración social basado en las dependencias personales, en una relación de protección-fidelidad que conllevaba por ambas partes una serie de derechos y obligaciones. El origen de sus rentas era diverso: privilegios, diezmos y otros ingresos de patronatos de iglesias, rentas sobre montes, ferrerías y molinos y en algunos casos rentas del comercio, aunque sobre todo ya al final del medievo y menores en importancia. El ingreso por el Patronato suele ser importante, pero además, las iglesias y sus patronatos son lugares de visualización de la importancia social entre quienes basaban su autoridad en el valer más, además de un centro de organización de la producción agraria y ganadera y un instrumento para evitar la dispersión del patrimonio familiar (79).

Los Parientes Mayores son los protagonistas de las guerras de bandos, una serie de enfrentamientos que se dieron en el País Vasco a finales de la Edad Media entre los diferentes linajes de la nobleza rural vasca. Se dieron tres tipos de enfrentamientos: la nobleza contra las villas, la nobleza contra el campesinado y la nobleza contra sí misma (80). Los diferentes linajes se unieron en torno a dos familias dando lugar a los bandos de los gamboínos y los oñacinos. La lucha con las villas conlleva la aparición de las Hermandades para combatirlos.

Es importante resaltar que no son derrotados. Cuando por principalmente la presión real y de las Hermandades, poco a poco se apaga el conflicto, lo hace no con la victoria de unos sobre otros, sino con la victoria de una forma de ver las cosas, que ciertamente no es la de los Parientes Mayores, los cuales inician una nueva etapa en que se convierten en caballeros al servicio de la nueva monarquía que en la época se pone en marcha.

Si preguntáramos cual era el papel de los Parientes Mayores la respuesta sería que eran los bellatores, los defensores de la patria y de los usos y costumbres reunidos en los fueros, pero que también pretenden un papel como defensores de la fe, así se presentaron a sí mismos ante el rey en las Cortes de Guadalajara en 1390 ante, no olvidemos, una demanda de los obispos (81). ………………………………………………………………………………………………………………

(79).- QUIRÓS CASTILLO, J. A., op. cit., 2011, pp. 175-205 (194-195).

(80).- ORELLA UNZÚE, J. L., op. cit., 2013, pp. 67-119 (67).

(81).-DIAZ DE DURANA, J. R. y FERNANDEZ DE LARREA, J. A., op. cit., 2004, pp. 313-336.

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En el campo de este trabajo, recordaremos que los asentamientos de grupos extensos se hicieron alrededor de instalaciones de carácter religioso como monasterios parroquias o anteiglesias. La religión ordenó la comunidad en un orden jerárquico que pretendía conducir a todos los habitantes hacia Dios. En ese orden, quien lograba la titularidad de la institución, ejercía en cierto modo la protección espiritual de los fieles y de la misma, con lo que legitimaba la titularidad de los elementos materiales. No es casualidad el interés de los Parientes Mayores por apoderarse de monasterios y parroquias y que se hiciesen esfuerzos por arrebatárselas en posteriores luchas antiseñoriales (82).

Los Parientes Mayores adquirían los Patronatos de las iglesias por medio de compras, permutas, arrendamientos, enlaces matrimoniales, herencias o concesión personal por servicios prestados al rey o al señor, con lo que aseguraban unos ingresos y un control relativo de los parroquianos. Ese control era distinto dependiendo del patrono, el lugar y las circunstancias (83). Parece estar probado al repasar la extensión de los patronazgos que estos formaron redes verdaderamente coherentes al servicio de determinados linajes y que a través de ellos el Pariente Mayor articulaba su poder en el territorio que ocupaba el Patronato (84). Un ejemplo: la casa Butrón controlaba bien de forma directa o a través de una red clientelar la mitad occidental de Uribe Kosta, incluido Baracaldo y las principales vías de comunicación de la zona con Munguía y Bilbao (85).

El Patronato de las parroquias era por tanto para los Parientes Mayores importante por dos razones: por la importancia de los ingresos que conseguían y por la autoridad o influencia social que conllevaban. Los ingresos de los Patronatos, además de ser de por sí importantes (las sumas manejadas eran respetables) se terminaron convirtiendo en imprescindibles para unos Parientes Mayores a quienes sus ingresos tradicionales del entorno rural les iban menguando por el cambio de los tiempos de forma inexorable. Y esa mengua les llegaba cuando los enfrentamientos por las luchas de bandos exigían cada vez más dinero con qué pagar lealtades y hacer frente a los daños que las luchas producían. En algunos casos el ingreso por el diezmo del Patronato parroquial significaba para el patrono más de la mitad de los ingresos anuales (86). En ese contexto el Pariente Mayor debe conseguir más ingresos de sus fuentes, entre ellas naturalmente las parroquias que sufren un recorte en sus ingresos y que dan lugar a una serie de conflictos. …………………………………………………………………………………………………………………..

(82).- ACHON INSAUSTI, J. Á., “Los Parientes Mayores”, Iura Vasconiae, nº 3, Universidad de Deusto, 2006, pp. 221-247.

(83).- GARCÍA FERNANDEZ, E., op. cit., 2007, p. 30.

(84).- DACOSTA MARTÍNEZ, A. F., op. cit., 2003, p. 26.

(85).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2012, p. 5.

(86).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2004, p. 14.

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La lista de los conflictos que se suceden alrededor de los Patronatos es interminable y se acentúa en los últimos años de la Edad Media. Mientras los patronos racaneaban sus aportaciones a las parroquias necesitados a destinar sus rentas a otros menesteres, los feligreses son conscientes de esos abusos y se enfrentan. Normalmente los conflictos tratan sobre el número de clérigos que deberían servir en la parroquia, el disfrute de los diezmos y rentas, el nombramiento del cura… Pero existen otro tipo de conflictos de planteamientos más profundos. Cuando se sabe que los derechos son usurpados, los parroquianos cuestionan esos derechos, su titularidad, reclamando que pasen a ser de patronato real. Los parroquianos, tanto campesinos como villanos, son conscientes de que su reclamación para recuperar los derechos de Patronato es un ataque a la línea de flotación de la influencia del patrono-Pariente Mayor sobre la comunidad.

Porque también era la influencia social que conllevaban. Los Parientes mayores no eran titulares de señoríos jurisdiccionales. En Vizcaya en particular sólo había un Señor. Su dominio sobre tierras y hombres se basaba, además de sus posesiones particulares y su red clientelar, en el ámbito de influencia que conseguían por el patronazgo sobre las iglesias que entendían como una suerte de señorío. No tenían señoríos, pero gracias a los Patronatos de las parroquias y las posesiones de las mismas, eran titulares de tierras que explotaban campesinos que así quedaban bajo su autoridad (87). No se trataba solamente de tener un asiento preeminente en la iglesia, ni un lugar de enterramiento en su interior. Se trataba de poseer la autoridad sobre un lugar central en la vida de la comunidad, particularmente en el caso de las anteiglesias, que incluso se llamaban así por la costumbre de celebrar las reuniones de vecinos en el atrio de las mismas. Los conflictos que se suceden alrededor de los Patronatos a finales de la Edad Media eran parte de un proceso en que los Patronatos, como instrumentos de control social que habían permitido perpetuar el poder de los Parientes Mayores durante siglos, estaban pasando a manos de la nueva clase social dominante, la burguesía habitante de las villas.

5.3.- Situación al final del medievo

Parece adecuado para hacer un balance del tema tomar el periodo cronológico de finales del siglo XV por referencia. Por una parte porque comprende un tiempo fronterizo final en nuestra época de estudio y ello al menos en el aspecto formal ya plantea una barrera. Por otro porque en esa época explosionaron una serie de elementos que habían ido tomando forma durante décadas y sólo necesitaban un detonante para más que impulsar, obligar a cambios que eran ciertamente imprescindibles. ………………………………………………………………………………………………

(87).- DIAZ DE DURANA, J. R. y DACOSTA, A. F., op. cit., 2014, pp. 73-101.

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Ese detonante son los Reyes Católicos y su impulso racionalizador de las estructuras de gobierno, del control de la nación, en ese momento condicionado por el enorme poder de la nobleza, y también por un cierto deseo centralizador de las decisiones, tanto económicas como políticas. Su forma de concebir las estructuras era muy alejada de las formas arcaicas que dominaban el Señorío.

A ellos y a los corregidores o pesquisidores que fueron enviando se puede achacar esa labor detonante que sin llegar a la voladura de las formas de gobierno y respetando en gran medida las particularidades del territorio como eran los Fueros, cambiaron o pusieron las bases de los cambios. Las luchas banderizas, los Patronatos, las Juntas, la situación del obispo… todo eso son asuntos que cambian o comienzan a cambiar en esa época.

Los Reyes Católicos son los que en las Cortes de Toledo de 1480 y en su esfuerzo por reducir la enorme deuda contraída por los reyes de Castilla, ellos incluidos, pero sobre todo Enrique IV durante las guerras civiles que habían asolado el reino, toman la decisión de pasar los juros para el sostenimiento de las lanzas mareantes de heredad a vitalicios. Y sigue lo importante. “Incluyendo dentro de esta reducción los Patronatos de las iglesias parroquiales de las montañas, los llamados monasterios o anteiglesias” (88).

Según ese decreto, los Patronatos laicos hasta entonces perpetuos se convertían sólo en vitalicios, sólo mientras viviera su actual propietario. Naturalmente esa ley no se cumplió y de una u otra manera, haciendo caso omiso, renovando la concesión tal como mandaba la corona, actuando como si los deviseros no entraban en ese decreto, la situación siguió más o menos igual, pero el decreto siguió ahí como un mal precedente.

Una cuestión planteada y que los monarcas para perjuicio de los partidarios de que todo siguiera igual aclaran, es la de la propiedad de los monasterios. En una carta de 1489 dirigida al Consejo del Corregidor del Señorío pidiendo información sobre una concesión realizada por el obispo de Calahorra al abad de Cenarruza, que consideran una injerencia, señalan que ellos son los que “detentan la autoridad sobre los monasterios de Vizcaya, proveyendo en sus patronazgos. Al frente de ellos se encuentran, por tanto, una serie de beneficiarios que disfrutan de su merced real y, en relación con ella, están obligados a servir al Señor de Vizcaya, o sea a los monarcas, en los servicios militares” (89).

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(88).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A., op. cit., 1966, p. 275, en A.G.S., D. de C., leg. 6-60).

(89).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A., op. cit., 1966, p. 282.

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Es otra decisión con consecuencias a corto plazo de recordar que a ellos compete la provisión de los patronazgos sin que pueda intervenir la autoridad eclesiástica. El caso concreto es un monasterio, pero se entiende como derecho que incluye todos los Patronatos, el nombramiento de sus vacantes y la confirmación de la titularidad de los restantes. Una carta que de forma clara reparte un golpe a los patronos a quienes les afirma que no son dueños sino beneficiarios de una concesión real a cambio de la prestación de unos servicios, en este caso militares. Todo ello muy alejado de las pretensiones de propiedad de los patronos, sobre todo de los “deviseros” que hablan de una propiedad inmemorial. También es un golpe para la Iglesia en su pretensión, esta sí casi inmemorial de control, de la propiedad en fin, de los establecimientos religiosos. No es lo mismo pelear la propiedad contra unos particulares, por importantes y ricos que sean, que discutir dicha propiedad contra la misma Corona.

Retomamos en este apartado la cuestión de la entrada en el territorio, más bien de la prohibición de entrada, del obispo y sus enviados. Es en esta época de finales del siglo XV cuando se ponen las bases de solución del problema, aunque físicamente no quedará plasmado hasta que en 1539 se deja entrar en el Señorío al obispo don Juan Bernal Díaz de Luco.

El trasfondo del problema era el miedo de los Parientes Mayores a la pérdida de poder y rentas. Además estaba el peligro de que el obispo ejerciera su autoridad para entrometerse en las luchas banderizas. Sin contar la desconfianza existente entre las clases populares hacia los vicarios del obispo y clérigos en general. En fin, la ausencia de un poder convenía a los que detentaban otro poder. El progresivo apaciguamiento del conflicto banderizo y la pérdida de influencia de los señores rurales abren la puerta a laboriosas negociaciones para superar las desconfianzas y reticencias existentes, que por cierto, en parte fueron confirmadas.

Hay que tener en cuenta que los impedimentos a la entrada y función del obispo eran abundantes y documentados. En el Capitulado de 1342, en el artículo 26 aparece que un lego puede ser demandado ante el arcipreste y no ante el obispo. El 27 dice que si un vizcaíno es llamado por el obispo o sus vicarios no tiene obligación de ir, sólo ha de presentarse ante el arcipreste.

El capítulo CCXV del Fuero Viejo es el que prohíbe terminantemente la entrada del obispo en el Señorío. Es una prohibición que afecta no sólo al obispo de Calahorra sino a cualquier obispo. Así, cuando Enrique IV visita el Señorío, no puede entrar el obispo de Siguenza que iba en el séquito. Cuando Fernando el Católico entra en el territorio camino de Guernica para jurar los fueros, expulsan al obispo de Pamplona que acompañaba al monarca (de esta manera el rey pudo ver el problema y años después ordenar a Chinchilla solucionarlo). En 1488, esto es después de la derogación, los Reyes Católicos comentan que sigue la prohibición y cuando se hace la primera visita, que está apuntado es conflictiva, ha de hacerse con la ayuda del corregidor.

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Volviendo al desarrollo del proceso, en 1487 se puede cifrar la fase final del mismo. El pesquisidor Garci López de Chinchilla había redactado en 1483 un Capitulado para la villa de Bilbao con la intención futura de extenderlo progresivamente al resto del territorio. La resistencia al mismo se saldó con fuertes enfrentamientos y algunas ejecuciones. A los monarcas les pareció el momento de afrontar los problemas y en 1487 Chinchilla reunió en Bilbao a los representantes de las villas y de las anteiglesias y “acordó” con ellos un nuevo Capitulado, este dirigido y con vigencia para todo el territorio.

En su artículo 11 establece la derogación de la prohibición de entrada y estancia del obispo y sus enviados. El artículo es largo y se extiende tanto en explicar la motivación de la derogación de la prohibición que considera “es cosa de mal ejemplo y gran abominación” como en asegurar de forma legal a los destinatarios del Capitulado el que no se verán perjudicados por la derogación, que no tomará represalias el obispo, ni pedirá dineros atrasados, ni creará nuevas cargas, ni quitará exacciones. Habría de pasar medio siglo hasta que se materializara, pero la derogación estaba hecha, ya no se podía hablar de contrafuero. Lo siguiente se sale un poco del ámbito cronológico pero parece adecuado dedicar unas líneas a terminar de acotar el proceso, a su vez importante para explicar uno de los aspectos que habían hecho posible llegar a aquella situación.

Continúa el proceso que en 1502 permite la entrada de dos jueces y fiscales del obispado de forma condicional, pero su actuación genera protestas por parte de los legos cuando los eclesiásticos arriendan los oficios y su justicia lleva los derechos doblados (90). En 1509 se llega a un nuevo acuerdo con el obispo por mediación real en que se pretende que el prelado realice una visita pero respetando las particularidades, usos y costumbres, algo a los que los clérigos sienten reticencias.

Indudablemente la serie de condiciones que las villas y los Parientes Mayores pedían se respetaran como usos y costumbres eran las mismas que habían llevado a la situación del momento, con un clero bajo inculto y abandonado y unos Patronatos diferenciados del resto de la península. Lo menos que podían sentir los prelados era prevención y desconfianza.

No será hasta 1529 cuando se firme un nuevo acuerdo. No parece que tenga muchas consecuencias porque hay que esperar a febrero de 1537 para que, dejando a salvo usos y costumbres de Vizcaya, se firmen las capitulaciones definitivas y al 28 de marzo de 1539 para que se apruebe y confirme el acuerdo que conlleva ese mismo año la entrada del obispo don Juan Bernal Díaz de Luco en el Señorío. Lo que como hecho colateral, conlleva el fin del ejercicio de gobierno por parte de los arciprestes. ………………………………………………………………………………………………..

(90).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A. et al., Tomo III, op. cit., 1985, p. 178.

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El mismo año del segundo Capitulado de Chinchilla, 1487, los Reyes Católicos mandan hacer al corregidor-pesquisidor una pesquisa de las iglesias de Vizcaya. Es la conocida como “lista de 1487”. El fin que perseguía era claro, conocer la propiedad de los Patronatos, su calidad y las rentas que producían. Los estudiosos opinan que es la lista más completa y aunque tiene ausencias y errores, es la que ha sido tomada como referente. Una consecuencia esperada de las pesquisas reales, por ejemplo esta de 1487, es acabar con las usurpaciones. Quienes no podían demostrar con qué título lo ostentaban los perdieron y estos fueron reintegrados a la monarquía que los cedió a cabildos, concejos o arriendos a corto plazo (91). Otro suceso de finales del siglo XV para condicionar la situación cambiante y para la regulación de la institución que tiene que esperar a 1523 y 1565 para ver cómo la Corona toma las riendas. Con el tiempo, las iglesias propias del Señorío evolucionaron hacia fundaciones de beneficios, capellanías u obras pías con figuras dependientes de los instituyentes que funcionaron junto a clérigos de pleno derecho.

6.- EL CASO DE LAS VILLAS

La fundación de las villas en el Señorío inicia unos cambios en todo el territorio que afectan entre otros muchos sectores al de los Patronatos de las iglesias. Hasta la aparición de las villas, fuera cual fuera el origen del Patronato, éstos estaban en manos de alguna de las familias que se agrupaban en el territorio alrededor de los Parientes Mayores. Por origen podían ser de las llamadas diviseras, esto es, de teórica fundación laica en los albores de la reconquista, o de fundación real, que más bien indicaba que la iglesia en algún momento había pertenecido al Señor o al Rey y que su propietario la había concedido como una merced, como premio por algún hecho agradecible. De cualquier forma los propietarios solían ser laicos, siendo la excepción alguna de las Órdenes que poblaban la provincia o que estando enclavadas fuera de Vizcaya, tenían posesiones en la misma o algunos de sus miembros formaban algún pequeño cenobio o algún monasterio, como el caso de Cenarruza, en el territorio.

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(91).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2004, p. 3.

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La fundación de las villas cambia de forma importante el panorama. En el momento de la concesión de las Cartas Puebla, el Señor suele, además de unos límites señalados y un Fuero, normalmente el de Logroño, conceder una parte del Patronato de la iglesia del lugar a convertir en villa. Podemos tomar como ejemplo la fundación de Bilbao en 1300, dejando aparte el si es o no una refundación, en la Carta Puebla aparece una mención a que no se dañe las rentas de una iglesia de los alrededores, futura anteiglesia, Begoña concretamente, pero además la concesión al Concejo de la villa de dos tercios del Patronato de la iglesia de Santiago, hoy catedral de la villa. El tercio restante se lo reserva el Señor, que al menos en este caso con el tiempo termina cobrándolo el preboste, que a su vez por ser un cargo hereditario, se convierte en patrono laico de la iglesia.

Cuando esto no sucedía, cuando los habitantes de las villas quedaban adscritos a parroquias cercanas al nuevo núcleo poblacional con Patronatos pertenecientes a Parientes Mayores o familias de su obediencia, las villas terminaban construyendo su templo propio que, con las costumbres de la época, creaba inmediatamente un conflicto sobre los límites de la nueva parroquia en el ámbitos de los diezmos, los derechos ceremoniales, que podían ser mortuorios, de bodas, de bautizos o de cualquier otra ceremonia que necesitaran celebrar los fieles de la zona (93).

Indudablemente con los mismos habitantes, a más parroquias, más a repartir, menos para cada una de ellas y eso no era fácilmente aceptable. Además de ello, los nuevos templos muchas veces para asegurar su existencia y uso público, llevaban incorporados la propiedad de tierras, montes o molinos que les convertían en propietarios que intervenían en los conflictos para marcar los límites de sus propiedades y defender sus intereses.

De las cuatro villas que hemos elegido para desarrollar el trabajo, dos de ellas, Miraballes y Elorrio se encuentran en este caso. Miraballes parte con Santo Tomás de Olabarrieta y construye San Bartolomé y Elorrio San Agustín de Echebarría construyendo Santa María de la Concepción. Los procesos de fundación y separación son distintos como distintas son las características de la relación monasterio-villa, pero ambos siguen el cuadro general de adscripción-fundación-separación.

La cuestión es que en el espacio de los Patronatos aparece un nuevo gestor de los bienes y rentas de las parroquias, un gestor que no pertenece o al menos no tiene por qué pertenecer a ninguna de las familias del ámbito de influencia de los Parientes Mayores, propietarios casi exclusivos de los Patronatos hasta aquellas fechas. Este gestor, el Concejo, convierte en triangular la disputa hasta entonces bipolar entre Cabildo y Patrono laico. ……………………………………………………………………………………………………………..

(92).- CATALÁN MARTÍNEZ, E., op. cit., 2012, p. 6.

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Eminentes estudiosos como Iturriza y Labayru han estudiado el tema de los Patronatos en este territorio realizando ambos una relación de Patronatos (93). La relación que realizan divide los diferentes patronatos partiendo de su origen entre deviseros y de patronato real. Dacosta realiza otra relación basada en quién tiene cuántas (94). Así, parece quedar demostrado que determinadas familias poseían un conjunto de parroquias que entre ellas juntas tenían el poder, en el campo económico, sobre la iglesia vizcaína.

Las villas trastocan ese planteamiento al introducir otro elemento en el gobierno de las iglesias vizcaínas. Ese tercer elemento consiste en la gestión, un gestor que por origen y planteamiento es claramente distinto a los existentes hasta el momento. Es un elemento menos ligado a cuestiones de prestigio, tradición y honor y más a cuestiones de eficacia de funcionamiento, aunque desde luego no desdeña e incluso impulsa el gasto aparente, que demuestra la riqueza y el poder de la villa y sus habitantes por medio de la grandeza y magnificencia de su iglesia.

Veintiuna son las villas y ciudad vizcaínas. Sobre ellas pretende tratar este trabajo aunque por motivos comprensibles por el tamaño del mismo, está limitado a cuatro el número de las estudiadas quedando para futuros estudios no sólo una extensión en la cantidad de las villas, sino también una profundización en el estudio de las ahora elegidas. Son diferentes, desde la más importante, Bilbao, a una fundada con la oposición de ella, Miraballes. Otra costera, Lekeitio y finalmente, un producto de la necesidad de defensa durante la guerra de bandos, Elorrio. Desde diferentes perspectivas, no de origen, pero sí de situación nos dan unos mínimos ejes para trabajar.

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(93).- ITURRIZA y ZABALA, J. R. de y AZCARRAGA REGIL, M. de, op. cit., 1985, pp. 192194. LABAYRU, E., op. cit., 1968-1974, pp. 252-253.

(94).- DACOSTA MARTÍNEZ, A. F.,”Patronos y linajes en el Señorío de Bizkaia.

Materiales para una cartografía del poder en la baja Edad Media”, Vasconia, nº 29, 1999, pp. 21-46.

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6.1.- Bilbao

Bilbao nace de forma oficial el 15 de Junio de 1300 cuando en Valladolid don Diego López de Haro, llamado “el Intruso” y Señor de Vizcaya concede la Carta Puebla.

Naturalmente, no se trata de un auténtico nacimiento en el sentido estricto del término como podríamos opinar en el caso de Elorrio, que examinaremos más adelante en este mismo trabajo. En el fondo de la ría del Nervión-Ibaizabal ya existía una población, precisamente la que se supone que solicitó y presionó al Señor para conseguir la concesión. Lo que hace la Carta Puebla es, una vez más, oficializar una realidad ya existente y lo que es más importante dotarle de unas normas, también llamadas privilegios, en este caso el Fuero de Logroño.

La Carta Puebla, que actualmente se encuentra en el Archivo Foral (la que se expone en la Casa Consistorial es una copia) contiene en sus primeras líneas la frase “…fago en Biluao de parte de/ Begona nueuamente poblaçion e villa qual dizen el puerto de Biluao,…”, que ha sido repetidamente publicada y es por ello muy conocida, la cual sería luego repetida por su sucesora doña María Díaz de Haro en una segunda fundación realizada como si no hubiera existido la primera. Además de la frase famosa, la Carta Fundacional contiene otras dos frases que son de interés para este trabajo (95).

La primera, “…et tal manera que el monesterio de Be/gonna non pierda nada de sus terrenos et de los diezmos e de los otros derechos que a el pertenecen, que aya la meatad Sancta Maria de Begonna e la otra meatad de/ Sanctiago de Biluao”, nos da dos noticias. Una bastante particular, como es el hecho de que en el momento de su fundación, al menos en apariencia, ese trozo de ribera tiene dos iglesias.

Normalmente las poblaciones que iban tomando la condición de villa solían tener una iglesia, o no la tenían y la construían a posteriori, incluso pasado bastante tiempo como en el caso de Elorrio, pero no era común una población con dos iglesias. La sociedad vizcaína de la época estaba en buena parte articulada alrededor de la iglesia, no es casualidad la denominación de la mayoría de grupos poblacionales del Señorío como Anteiglesias. Ante ellas, en sus pórticos o tejabanas, se reunían los vecinos para discutir sus problemas. Hasta que la explosión demográfica del siglo XV creó nuevos núcleos habitados, lo normal es el binomio, una iglesia, una población.

Por ello a primera vista es llamativo el caso de Bilbao. Además, se expresa el interés de don Diego por no perjudicar los intereses de Santa María de Begoña, a la que la concesión del Fuero de Logroño a los habitantes de la ribera situada bajo su colina podía hacer peligrar los intereses pecuniarios de sus clérigos. .……………………………………………………………………………………………………

(95).- GUIARD LARRAURI, T., Compendio e índices de la Historia de la Noble Villa de Bilbao, Bilbao, Editorial La Gran Enciclopedia Vasca, 1974, p. 16.

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Un acuerdo o mandato, por muy en Carta Puebla que esté contenido, no significa definitivo si el dinero está por medio y en 1331 Santiago de Bilbao y Begoña se enfrentan por causa de los diezmos, resolviéndose el contencioso a través de un acuerdo que establecía que la mitad del pan cocho que recibiera Begoña debía darlo a los clérigos de Santiago, así como todas las ofrendas y pagos derivados de los treintanarios, aniversarios y misas. Además, el diezmo cobrado por Begoña debía ir en su integridad a Santiago con la condición de que el cabildo de Santiago se ocupase de los servicios religiosos. Se supone que Begoña disponía de otros ingresos.

La segunda frase es “Et otorgouos la eglesia que la ayades de husa auezindat para los fijos de los uuestros uezinos assi como es la de Bermeo, et retengo el terçio de los diezmos/ desta eglesia cunplidamente para mi.” Es sencillamente la aseveración del Señor de que él va a seguir recibiendo su parte de los diezmos de la iglesia (en ocasiones quien cobraba en su nombre era el preboste) y que las nuevas condiciones no significaban que su derecho de Patronato se perdía, sino que era compartido con los vecinos, esto es con el concejo. Esta figura, la de un concejo que es también dueño de parte de un Patronato, es una figura fundamental en el planteamiento de este trabajo. De cualquier modo, Bilbao era una plaza demasiado importante para librarse de los patronos laicos y los tuvo con pingües beneficios para ellos. Así, en una misma obra tenemos dos referencias en páginas 120-121 y 198 (96). En la primera se comenta cómo a Gonzalo Gómez de Villela los patronatos de Begoña y Santiago le rentaban nada menos que 120.000 maravedís y el segundo apunte ratifica la posesión de los Butrón de ambos patronatos. Al parecer los patronazgos, o una participación en ellos, habían pasado en algún momento de los Butrón a sus vecinos los Villela.

Obtenida la fundación como villa, los habitantes de Bilbao inician una lucha continua con sus vecinos en un proceso de expansión que le lleva en una centuria a convertirse en el núcleo principal y referente en el Señorío. Esto naturalmente produce grandes fricciones con los mismos, aunque prestaremos principal atención a las tenidas con las anteiglesias hoy absorbidas. Un ejemplo ilustrativo de lo anterior y de la importancia del diezmo parroquial es cuando Bilbao en 1500 mantiene un pleito con las anteiglesias y concejos de Abando, Deusto, Baracaldo, Sestao, Erandio y Guecho, esto es, con casi todos sus vecinos y estos señalaron para enfrentarse a las pretensiones bilbaínas que ellos contaban con sus propias iglesias parroquiales y que en ellas los parroquianos realizaban el pago del diezmo desde tiempo inmemorial, como una forma de reforzar sus argumentos, dándole al diezmo parroquial un carácter fundamental para marcar la pertenencia a una comunidad. Soy de adonde pago (97). ……………………………………………………………………………………………………

(96).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A. et al., Tomo IV, op. cit., 1985, pp. 120, 121, 198.

(97).- ARIZAGA BOLUMBURU, B. y MARTÍNEZ MARTÍNEZ, S., op. cit., 2006.

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Además de Santa María de Begoña, de la que se trata en el espacio de la anteiglesia, a finales de la Edad Media existían en la villa medieval, como producto del crecimiento de la misma, otras cuatro iglesias: Santiago, San Antón, Santos Juanes y San Nicolás.

Las cinco parroquias formaban el Cabildo de la villa, a pesar de que Begoña era tierra llana, esto es, territorio de una anteiglesia. Todas ellas tenían un patronato en que el concejo marcaba las pautas. La existencia de varias iglesias en una población no sólo puede interpretarse desde la óptica de las necesidades demográficas sino también del prestigio que este hecho podría dar a la misma y del deseo de los linajes locales de destacarse. El cabildo de la villa se provee en 1488 de unos estatutos que con gran detalle y minuciosidad regula las diferentes responsabilidades, funciones y actividades de los clérigos de las parroquias de la villa.

El concejo bilbaíno no disponía de alguna de las prerrogativas de los patronos, como eran el nombrar a los miembros del cabildo o el cobro directamente de los diezmos eclesiásticos, pero sí tenía una potestad que bien utilizada era importante: el concejo era el que nombraba el mayordomo de la fábrica de cada una de las parroquias de la villa, los cuales a su vez eran los encargados de gestionar todo el dinero, bienes y rentas que tenían o recibían los templos, con lo que aunque indirectamente, el concejo gozaba del control de las mismas (98). También el poder como patrono del concejo se hacía notar en la representatividad y la preeminencia del mismo en las procesiones y en determinadas eucaristías.

En los documentos cuya transcripción está publicada podemos encontrar ejemplos que ilustran la situación y la forma en que el Concejo manejaba con autoridad la vida religiosa de la villa. Normalmente son documentos de una cronología bastante avanzada, pero que son válidos para mostrar una situación medieval y como medievales están catalogados. Es conocida la escasez documental a la que hay que hacer frente en el estudio de la época, por lo que cualquier fuente debidamente catalogada es de interés e utilizable. Un ejemplo lo tenemos en un documento (99). El volumen reúne los decretos del concejo de los años 1509 y 1515. En la página 212 aparece un apunte: ………………………………………………………………………………………………………..

(98).- PALACIOS MARTÍNEZ, R. y PRADO ANTÚNEZ, A. I., “Estudio Histórico-Artístico de la villa de Bilbao”, Colección Monografías de Pueblos de Bizkaia, Tomo I, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, 2014, p. 190.

(99). - ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Archivo Municipal de Bilbao. Libro de acuerdos y decretos municipales 1509”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 56, documento 2, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1994.

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“Reclamo de Juan de Lascano, mayordomo/de la iglesia de los dos Sant Joanes”. Se trata de un reclamo del mayordomo de la iglesia de los dos Sant Joanes para que proveyeran un cura confesor para los pobres del hospital y el concejo contesta que se lo dirá al cabildo. Una frase entresacada es la siguiente: “…bien/ de la villa, dixieron que ellos comunicarian con los curas e clerigos del cabildo e faryan relaçion/ dello al dicho cabildo; e asy visto e conçertado con ellos proberyan…”

Parece interesante y expresivo que el mayordomo no se dirija directamente al cabildo sino al concejo, pues ello parece indicar que es función del concejo el proveer de curas al hospital, una función, la de nombrar a los curas beneficiarios de un puesto, que normalmente correspondía al patrono de la iglesia dependiente. Ello parece confirmarse cuando cinco páginas después, en la 217, encontramos otro apunte con el siguiente texto: “Probeymiento que fesieron del confesor/ para el ospital” Otro parecido lo tenemos en la página 228, cuando encontramos el apunte siguiente: “Probeymiento que fesyeron sobre las limosnas/de Nuestra Señora Santa Maria de Begonna.”

Que contiene este párrafo final, que de nuevo emplaza al concejo en funciones de gestión de las parroquias: “E luego, los dichos sennores conçejo, justiçia,/ regymiento, visto lo susodicho, mandaron faser relaçion en las yglesias de la villa e su derredor en el/ dia de domingo primero que biene a misa mayor para que cada vno que debe a la dicha yglesia de Nuestra Sennora/ de Begonna acuda e de e pague qualquier cosa e limosna que debe, en qualquier manera que sea o ser pueda/ al dicho Pero Martines de Marquina, mayordomo, donde que beran caso de desunion sobre ello./” Además, en la página 268 se encuentra otro apunte, en este caso el concejo nombra a un vecino como mayordomo de una ermita: “Probeymiento de mayordomo que fesieron para la hermita/ de Sant Roque a Francisco de Arana, pycherero.”

En las páginas 284-285 hay un apunte de cómo era el concejo el que recibía las cuentas anuales de las iglesias, en este caso de los Sant Joanes, y que tenían poder para castigar a quien no se las diera. Entresacamos el encabezamiento y el párrafo final: “Probeymiento que fesieron sobre el dar de las cuentas/ de los Sant Joanes./” “Mandaron noti/ficar a los dichos Juan Saes de Lascano e Martin Vrtis de Martiarto e Juan Peres de Beçi que para el dia biernes primero que biene/ muestren e den sus 58

cuentas de lo que a cada vno hera a su cargo de lo dar, so pena de cada dos mill maravedis para la obra del/ dicho ospytal e yglesia. Notifiqueles el dicho dia.//” En la misma página 285, otro apunte que demuestra la autoridad del concejo en las iglesias: “Esleymiento que fesieron quienes abian de tomar las cuentas/ de los mayordomos e frreyres de las yglesias./” En la página 296 otro parecido, pero esta vez de la iglesia de Santiago. (Los asuntos eclesiásticos son tratados como unos más entre los que competen al concejo): “Probeymiento que fesieron sobre los hurnimentos/ de la yglesia de Santiago./” Parecen datos suficientes para asegurar que el Concejo ocupaba un lugar central en el gobierno de las parroquias de la villa. Aún más, podemos encontrar otros ejemplos con acercarnos a las Ordenanzas de la misma. Desde el principio se advierte que no son unas ordenanzas al uso sino una recopilación de decretos tomados entre 1477 y 1567 (otra vez la cronología), que fueron tomados como normativa municipal (100). A lo largo de sus páginas reúnen decretos, algunos interesantes para el trabajo, pero entre ellos lo más importante es el articulado que encontramos a partir de la página 243. Si durante toda la ordenanza es patente que el concejo regula toda la actividad de los villanos en cuanto a la iglesia, como si de una actividad más se tratara, a partir de la página 243 aparece todo un articulado, en total 37 capítulos, en que el concejo regula todos los aspectos de las iglesias de la villa y bastantes de los clérigos de las mismas.

Todos parecen interesantes, pero llaman particularmente la atención: Artículo 1.- Sobre el número y función de los clérigos de la villa.

Artículo 6.- Prohibiendo las sustituciones no autorizadas.

Artículo 25.- Obligando a que los curas que ejercieran en la villa fueran naturales de la misma.

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(100).- ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Archivo Municipal de Bilbao. Ordenanzas de Bilbao”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 70, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1994.

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Artículo 26.- Prohibiendo a los clérigos participar en juegos en público, excepto el “axadres”.

Artículo 27.- Prohibiendo que los clérigos fueran armados.

Artículo 28.- Prohibiendo que ningún clérigo predicara bulas o indulgencias sin permiso del concejo.

Estos son los que parecen más demostrativos para el trabajo, pero es un artículado para profundizar. Finalmente, se encuentran la serie de documentos del Fondo Histórico, una colección de cuatro volúmenes que abarcan todo tipo de asuntos concernientes a la villa y naturalmente entre ellos algunos que inciden en lo que estos muestran sobre el funcionamiento del Patronato de las parroquias de Bilbao y que pueden utilizarse para una profundización en el tema del presente trabajo.

Santiago es anterior a la fundación de la villa. Calificada como pequeña ermita en aquella época, tiene un largo recorrido hasta la actual condición de catedral de la diócesis vizcaína. Desde principio recibió las atenciones de los nuevos villanos que por un lado deseaban significar en su iglesia su nueva condición y por otro la pura necesidad por el crecimiento imparable de la villa llevaron a una primera ampliación a poco de la concesión de la Carta Puebla y a una segunda ampliación cuyas obras sabemos muy avanzadas en 1379, aunque esta segunda ampliación se mezcla con los arreglos por los grandes daños producidos por el incendio de 1374, esto es, tres años antes (101). Se supone que era de patronato señorial antes de la fundación de la villa, pero desde entonces pasó a manos de los vecinos, salvo el tercio que se reservaba el señor, que con el tiempo cobraba el preboste. Además sus clérigos recibían parte de los ingresos de Santa María de Begoña, con lo que es seguro que sin nadar en la abundancia, su situación era sensiblemente mejor que la de los clérigos de las parroquias circundantes. De una u otra manera, la figura del Patronato se mantiene en Santiago hasta el siglo XIX.

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(101).- PALACIOS MARTÍNEZ, R. y PRADO ANTÚNEZ, A. I., op. cit., 2014, p. 33.

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San Antón es la iglesia (hoy basílica) situada junto al puente situado al final del alcance de la marea en la ría. Tanto el puente como la iglesia figuran en el escudo de la villa. El solar que ocupa era la ubicación de una fortaleza ordenada construir por el rey poco después de la conversión en villa y en teoría, debería proteger el paso del puente y la villa misma. No deberían verlo de esa manera los habitantes de la villa, pues en pocos años, en 1366, la fortaleza fue derribada, dejando libre el solar, que tal vez para evitar repeticiones, se destinó a iglesia. No están muy claros los plazos de construcción que desde luego, no fueron muy rápidos: hasta 1433 no fue consagrado el templo, cuando existe el dato que ya en 1478 se proyectaba una ampliación y cuatro años después, en 1482, se procedió al reparto de sepulturas (102).

La parroquia de los Santos Juanes está ubicada cerca del antiguo Portal de Zamudio y existen datos que la dan como proveniente del traslado de una antigua parroquia que se localizaría en el arrabal de Ibeni, situado cerca de S. Antón, un poco más arriba en el curso del río. Estos mismos datos nos hablan de esta parroquia como surgida como capilla anexa al hospital y dispuesta bajo la advocación de S. Juan Bautista y S. Juan Evangelista. Está documentada su existencia a fines del XV y su condición de parroquia en el siglo XVI.

La iglesia de S. Nicolás está ubicada en El Arenal, una zona junto al río con su nombre ya nos da a entender sobre qué tipo de terreno se encuentra asentada. En principio se trata de una sencilla ermita que da servicio a los habitantes del arrabal de S. NicolásAscao, donde se asentaron pescadores que cuando erigieron un templo, lo dedicaron a S. Nicolás de Bari, patrón de los navegantes. A finales del medievo los arenales se convirtieron en la zona de expansión de la villa. El aumento de la feligresía produjo que hacia 1490 se procediera a una renovación y ampliación del templo, lo que se hizo en poco tiempo gracias a las generosas donaciones de los bilbaínos. El terreno en que se asentaba produjo problemas de cimentación en pocos años, pero esto ya cae fuera de este trabajo, tanto por el tema como por la cronología. Lo importante es que sus clérigos, con los de las otras cuatro parroquias, formaban el cabildo de la villa y gestionaban las iglesias de la misma.

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(102).- MUÑIZ PETRALANDA, J. et al, Begoña. Historia, arte y devoción, Bilbao, Sua Edizioak, 2013.

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Por esas fechas y como conventos en la villa habría que señalar al menos: S. Francisco, fundado en 1475, en la orilla contraria al casco antiguo. El estudio y conservación de sus ruinas está en proceso. S. Agustín, cuyo solar ocupa hoy día la Casa Consistorial de la villa, era proveniente de un eremitorio que existía en Deusto en 1419 y se instala en 1515. Los Convento de la Cruz y Convento de la Encarnación son de 1499. La vecina, hoy absorbida anteiglesia de Abando contaba con el convento de la Concepción desde 1467. Para completar la relación de entidades religiosas del entorno, habría que referirse a los beaterios que diversas ordenes religiosas fueron instalando en la villa.

Todo lo comentado se refiere como es natural, al considerado Bilbao medieval. El Bilbao actual es la suma del primitivo Bilbao, Begoña y las otras dos anteiglesias, Abando y Deusto, hoy en día barrios de la ciudad, pero su integración, más bien absorción, se produce en un proceso entre finales del XIX y principios del XX. Además de los anteriormente mencionados, durante buena parte del siglo XX otras anteiglesias fueron más o menos obligadas también a formar parte de lo que se denominaba “Gran Bilbao”, pero unos años después el cambio de condiciones hizo que esas anteiglesias fueron separándose de Bilbao en un proceso bastante tranquilo, aunque las mismas acusaron a la villa de descuidarlas como motivo para la separación.

De ellas no nos ocuparemos en este trabajo, dejando el estudio del tema en sus demarcaciones para otros trabajos futuros.

De quien sí se ocupa este trabajo, aunque sea de forma somera, es de Begoña, sobre todo en sus relaciones con Bilbao, y de Abando y Deusto. El motivo es que al no existir actualmente, quedarían fuera también de cualquier trabajo sobre las anteiglesias. Además, lo que queda de sus archivos se conserva en el Archivo Municipal de Bilbao, lo que les integra en el estudio del mismo.

6.1.1.- Begoña

El origen de Begoña parece estar en unas donaciones realizadas por Lope Díaz de Haro, señor de Vizcaya, en 1162 a la orden religiosa premostratense (103). Entre las donaciones se encontraba “unum collazum in Begonia”, lo que nos da una referencia geográfica, aunque no está claro qué fue antes si la iglesia o habitado el lugar (104).

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(103).- PALACIOS MARTÍNEZ, R. y PRADO ANTÚNEZ, A. I., op. cit., 2014, p. 22.

(104).- MUÑIZ PETRALANDA, J., op. cit., 2013, p. 9.

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El caso de Begoña es bastante original. Tenemos la mención en la Carta Puebla, testigo claro de la interdependencia entre Begoña y la recién creada villa, el acuerdo “del pan cocho” de 1331, que deja en manos de los clérigos de Santiago el servicio, que no la gestión de Santa María, y por otra parte, el hecho de que la anexión oficial de Begoña por Bilbao se produce en 1925. La explicación sin duda puede estar en la posibilidad de que Begoña existiera como iglesia pero no como entidad civil, esto es como anteiglesia. Ello explicaría que no estando explícitamente dentro de la villa, participara de los diezmos que ella producía y que los estudiosos de la época puedan afirmar que Bilbao a su fundación tenía dos iglesias.

La elección del párroco de Santa María de Begoña no seguía la costumbre general de elección por el cabildo, sino que eran los vecinos los que la realizaban, necesitando luego la confirmación por parte del cabildo eclesiástico de Bilbao.

No se tienen noticias de reunión de vecinos en Begoña, del funcionamiento de Begoña como anteiglesia, hasta 1436. Ya en esta primera, de que haya constancia, reunión aparecía el tema que tendría posición central en la vida de Begoña, la constante intromisión de la poderosa villa vecina en todos los aspectos de la vida de los begoñeses, nombramientos, impuestos, etc. Un ejemplo de ello era la pretensión de los miembros del concejo de Bilbao de entrar en la anteiglesia con la vara de mando en alto, como símbolo de autoridad. A tomar además en cuenta que existían begoñeses que vivían bajo la tutela de Bilbao, porque era algo que le era permitido a los labradores censuarios del amplio alfoz reconocido a Bilbao en la Carta Fundacional. Esa continua intromisión y ese miedo a la absorción, que tardaría 500 años en materializarse, condicionaban la vida tanto de los begoñeses como de las otras anteiglesias vecinas, Abando y Deusto, que finalmente también fueron absorbidas.

Es un hecho de que era una iglesia de Patronato el cual, en 1382, esto es tres años después de que el rey de Castilla pasara a ser el señor de Vizcaya y acabaran por tanto la saga de los mismos, Juan I donó a Pedro Nuñez de Lara Leguizamón, lo cual debió ser importante para la familia pues al siglo siguiente pasaron a denominarse Leguizamón Begoña. Más adelante por vía matrimonial el patronazgo cae en manos de los Butrón y Muxika, famosa familia banderiza de parientes mayores, detentadores ya de varios patronatos, que tendrían así un punto de apoyo junto la villa más importante del territorio y por tanto, su adversaria. Esta familia tenía como lema en su escudo “Areriokaz haginka” (Con los enemigos a dentelladas), lo que no parece muy de valedor de una iglesia, lo que se supone que era un patrono (105).

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(105).- MUÑIZ PETRALANDA, J., op. cit., 2013, p. 10.

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Estos patronos luchan contra la pretensión del cabildo bilbaíno de tomar Begoña dentro de la suma total de las parroquias de la villa. En 1462 llegan a un acuerdo cabildo y patrono sobre los diezmos “especialmente el bino y la manzana” con claras características feudales (106). A tener en cuenta pues hay constancia de que tanto uno como otro producto fueron en determinados momentos, por ejemplo en 1499, tomados como base para los pagos del diezmo y obligado, en teoría, hacerlos con alguno de ellos (107). El acuerdo consistía en un reparto a mitades entre patrono y cabildo con exención de impuestos para el patrono, aunque fue un acuerdo efímero ya que en 1500 el patrono se quejaba de sólo cobrar un tercio. Finalmente, en 1502, deben emprender otra disputa por la pretensión del preboste de la villa de quitarles la mayor parte de sus privilegios de representación como su lugar en la iglesia y en las procesiones, todo un símbolo del cambio de época.

6.1.2.- Abando

La anteiglesia de Abando se articula alrededor de su iglesia de San Vicente de Abando.

Sobre su origen hay que acojerse a la referencia del cronista Lope García de Salazar, el cual atribuye a don Garci Galíndez de la familia Ayala y Salcedo y de su esposa la fundación de San Vicente, entre otras iglesias a finales del siglo XII. Su patronato fue posesión de los Abendaño. Expresado de forma geográfica Abando es el Bilbao de la otra orilla de la ría, de forma tal que la zona enfrente del casco antiguo de Bilbao se conoce como Bilbao la Vieja, aunque hasta el siglo XIX no se anexionó. Llegó a ser en el siglo XVIII la anteiglesia más poblada del Señorío. Tenía el asiento y voto 34 en las Juntas.

Abando además contaba en Basurto con un eremitorio dedicado a San Mamés, que se entregó en 1431 a los franciscanos con la intención de que permanentemente hubiera un lugar de culto en aquella zona. Los patronos del eremitorio eran varios hidalgos tanto de Bilbao como de Abando (108).

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(106).- MUÑIZ PETRALANDA, J., op. cit., 2013, p. 14.

(107).- RIVERA MEDINA, A. M., La civilización del viñedo en el primer Bilbao (13001650), s. l., Ediciones Netbiblo-UNED, 2011, p. 111.

(108).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A. et al., Tomo V, op. cit., 1985 p. 140.

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6.1.3.- Deusto

La anteiglesia de Deusto tiene la iglesia de San Pedro como centro referencial. Sobre su origen se da como oficial su fundación en el siglo XIV con el apoyo de Ochoa López de Echavarri y doña Urraca de Zorroza que pasaron a ser sus patronos, aunque no se descarta la existencia anterior de algún templo o al menos ermita en el lugar (109).

Sobre patronazgo de la iglesia existe un documento con una relación de más de cuarenta patronos diviseros, se supone descendientes de los fundadores de la iglesia y entre los que se encuentran buena parte de los apellidos ilustres de la anteiglesia (110). Estos patronos diviseros ceden sus derechos, esto es sus rentas y diezmos de los que son beneficiarios al cabildo eclesiástico de Deusto, así como a la fábrica de la iglesia. El documento es de 1450 y existe la opinión de que uno de los factores de esa cesión pudiera estar en un escaso rendimiento que obtendrían del patronazgo, sobre todo tras que hubiera habido una usurpación de los diezmos por parte del hidalgo Juan Sanchez de Asua que había ejercido de patrono. Como consecuencia de esta cesión el patronato de la parroquia pasó a ser gestionado por los clérigos de la anteiglesia.

6.2.- Lekeitio

El primer hito en la historia oficial de Lekeitio sucede el 12 de febrero de 1325 cuando el rey Alfonso XI de Castilla, a petición de María Díaz de Haro, tía del dicho rey, sobrina y sucesora de don Diego López de Haro, por tanto, Señora de Vizcaya, otorga al concejo de Lekeititio las franquezas y libertades en transportes y pesca que ya poseía su vecina villa de Bermeo (111). Antes de este documento oficial, existe referencia a que “Lekeitianos” habrían tomado parte en el cerco y conquista de Sevilla en 1248. ………………………………………………………………………………………………………

(109).- PALACIOS MARTÍNEZ, R. y PRADO ANTÚNEZ, A. I., op. cit., 2014, pp. 191 y 22.

(110).- ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Colección documental del Archivo Histórico de Bilbao (1300-1473)”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 90, documento 77, página 291, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad-Sociedad de Estudios Vascos, 1999.

(111).- ARIZAGA BOLUMBURU, B. y MARTÍNEZ MARTÍNEZ, S., op. cit., 2006, p. 244.

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El segundo hito sucede el 3 de noviembre del mismo año en que la antedicha Señora de Vizcaya entrega al concejo una carta de aforamiento. Se trata de un Privilegio, más bien de la continuación de la carta de Privilegio que había otorgado el rey, su sobrino.

No es en modo alguno una carta de fundación aunque la población recibe el tratamiento de villa. Son estos segundos unos privilegios internos, de orden jurídico y económico. Ambos Privilegios se dan a una población ya existente, con una actividad consolidada y el Fuero de Logroño que se le aplica es el mismo que se había aplicado a Bermeo, puerto vecino y el más importante del Señorío hasta la expansión de Bilbao.

La misma concesión del fuero trae aparejado sus condiciones y límites. Así en el capítulo de condiciones otorga a la villa y a los vecinos de la misma la iglesia, el cementerio y dos tercios de los diezmos así como los mismos dos tercios de las propiedades de la iglesia (112). Añade los ejidos para que los pueblen y todo lo que se encuentra dentro de la cerca excepto sus palacios. Naturalmente el tercio restante, tanto en el diezmo como en las propiedades es el que se reserva el Señor para su propio disfrute, un porcentaje que ya había sido utilizado en otros lugares como por ejemplo, Bilbao. Llama la atención la referencia que contiene el documento a la existencia de una cerca. Precisamente lo que diferencia a las villas de la llamada Tierra Llana es la existencia de una cerca o una muralla, utilizada como protección en aquella época revuelta, por tanto lo normal es que la población se provea de esa muralla o cerca cuando es proclamada villa, no antes.

La pretensión de esta fundación-proclamación es el atraer a más pobladores a la villa que se beneficien de los privilegios y franquezas que se otorgaban. El proceso es conocido. El Señor perdía una parte de sus ingresos cuando campesinos acudían a las villas abandonando los campos vecinos, pero ello conllevaba que esos mismos campesinos crearan riqueza con un aumento de la actividad productiva y comercial en las villas, lo que al crecer la economía traía el aumento en la recaudación de impuestos que suplían con creces a los perdidos en el campo. A medio plazo el Señor no sólo no perdía, sino que veía aumentados sus ingresos. Este apoyo al asentamiento también se dio en Lekeitio con éxito, pero de todas maneras se imponía una fianza para obligar a que esa ocupación del espacio urbano fuera permanente.

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(112).- JIMENEZ SANCHEZ, J. M., Lekeitio, estudio histórico-artístico, Colección Monografías de Pueblos de Bizkaia, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, 2003, p. 39.

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En el documento de otorgamiento existe una primera referencia a la parroquia de la Asunción. En ella se concede, como ya está apuntado, a los habitantes de la villa “la yglesia de Sancta Maria” lo que es un reconocimiento de la existencia de la misma.

Antes de este reconocimiento documental están los datos de la tradición que vincula su origen en la aparición de una imagen de la Virgen en un espino blanco hacia el 730.

Algo más cercano en el tiempo, la existencia de una talla de la Virgen de la frontera de los siglos XII-XIII que hace suponer la existencia de una iglesia en la época. Otra tradición marca que en el siglo XII los vecinos de Berriatua, dependientes hasta entonces de Lequeitio, decidieron construir una iglesia propia, lo que implica que Santa María ya existía. Un estudioso como Iturriza en 1793 decía que esta iglesia fue consagrada en 1287 nada menos que por tres obispos, pero no hay constancia documental alguna (113).

Lo que es indudable es que era el centro de la vida religiosa de la villa y que estaba sometida a Patronato. Sufrió varias remodelaciones sobre todo por los incendios. El primero en el siglo XIV y sabemos que en 1374 se expidió una bula para animar los donativos para su reconstrucción. Asimismo se vió afectada por el incendio de la villa en 1442 aunque no totalmente, pues actualmente quedan restos anteriores al mismo.

Se reutilizó a partir de 1487 y al año siguiente los Reyes Católicos autorizaron la expropiación de unas casas para terminar su reforma. Como era común en la época, las familias ricas de la villa mostraban así su pujanza.

Otro edificio religioso de la época en Lekeitio es el convento de Santo Domingo.

Construido por impulso de una vecina de Bermeo que solicita la autorización en el año 1368. Para su fortuna, el proyecto consiguió el apoyo de don Tello, Señor de Vizcaya, que según la tradición llegó a ceder sus palacios para que se asentaran las monjas aunque no existe constancia documental de ello. Es conocido con su actual denominación desde al menos 1421 y fue objeto en su capilla de diversas remodelaciones, al menos en 1487 y 1503 por el añadido de capillas patrocinadas. En lo que respecta a nuestro tema, hay que anotar que los impulsores del proyecto llegaron a un acuerdo con el cabildo parroquial de Santa María, que no estaba muy feliz con la perspectiva de que una orden mendicante se instalara en la villa, pues ello sin duda reduciría los ingresos por limosnas de la parroquia.

El cabildo estaba compuesto por un arcipreste y varios curas beneficiarios, esto es, de pleno derecho, lo suficientemente fuertes, con el apoyo del Concejo, para defender sus intereses frente al obispo (hay que recordar el hecho de que el primado no podía entrar en el territorio) y asimismo para enfrentarse a un problema especial a mediados del siglo XV que alteró la convivencia de la villa. ………………………………………………………………………………………………………………………………..

(113).- MUÑIZ PETRALANDA, J., op. cit., 2008, p. 14.

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Provenientes de Durango, Marquina, Ermua, Ondarroa y sus entornos rurales aparecieron en la villa los franciscanos y en sus labios supuestamente la herejía, la predicación de la pobreza evangélica y la comunidad de bienes, señas de identidad de los fratricelli, “hermanitos”. El contraste con el clero existente, muchos segundones y algunos con negocios mercantiles, hacía que el choque fuera inevitable y el cabildo, con el apoyo del concejo no se anduvo por las ramas y llamó a la Inquisición. La actuación de los inquisidores fue tajante y el “problema” o la “infección” fue cortada de raíz con unas cuantas hogueras.

El problema residual que nos interesa es que las zonas más “saneadas” fueron las anteiglesias de los alrededores lo que dejó un poso que cristalizó en la petición firme de convertir sus iglesias, hasta entonces dependientes, en parroquias, lo que por otra parte era un proceso generalizado, acusando al cabildo de falta de celo pastoral y provocando un conflicto con variados intereses tanto religiosos como económicos, que tiene abundante documentación en este trabajo (114).

Según algún estudioso “El cartulario medieval de la villa de Lequeitio, conservado en su archivo histórico, constituye uno de los corpus escriturales más importantes de Vizcaya en cuanto a su volumen y a la variedad de sus tipologías…” lo cual es definitivo a la hora de recolectar datos sobre el Patronato en la villa costera (115). Este fondo es una recopilación documental que se convierte en una relación de la multitud de conflictos a que hizo frente la villa en lo más variados frentes, algunos de los cuales se alargan en tiempos modernos.

A la vista de los documentos que el Archivo Municipal de Lequeitio contiene, tres son los asuntos que obligaron en mayor medida a pleitear al concejo de la villa. El primero sería la cuestión de los límites del propio municipio. La segunda cuestión sería el cobro del diezmo de Santa María, que tanto el cabildo como la familia Adam de Yarza entre otros pretendían y el tercero y más largo e intenso sería el proceso de las anteiglesias del entorno para emanciparse de la tutela de Lekeitio. Las cuestiones jurisdiccionales y de límites eran frecuentes en la época, sobre todo entre villas y anteiglesias. El transfondo de estos conflictos estaría en el aprovechamiento de bosques y montes, que en los siglos XIV y XV se centraba en la madera para el sector naval y el sector ferrón. …………………………………………………………………………………………………………..

(114).- ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. y SESMERO CUTANDA, E. Lekeitio, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, sin año, pp. 37,39, 40.

(115).- ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Colección Documental del Archivo Municipal de Lequeitio I (1325-1474)”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 37, p. 2, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-S. de Estudios Vascos, 1992.

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Así, en 1338 el prestamero de Bizkaia tiene que intervenir amojonando los términos de la villa para poner fin a la utilización de tierras y montes, se supone que fraudulentas, sobre todo por parte de los de la comarca de Marquina. Con Ondarroa, además de un conflicto sobre la carga de la madera, años después también tuvieron un conflicto largo sobre los términos de los municipios, que terminó ganando Lekeitio. La desavenencia venía a cuenta de alguna coincidencia entre las concesiones a unos y a otros de Doña María Díaz de Haro.También tuvo pleito con diversas caserías y heredades que aprovechaban los bosques y daban como razón de su derecho el hecho de ser una actividad que realizaban “desde siempre”. Finalmente, en 1496 Lekeitio sostiene un conflicto con las anteiglesias de Amaroto, Gizaburuaga e Ispaster por los términos de la villa y ciertos montes que creía poseer por privilegio real. Resulta bastante sorprendente, pues en esa época las mismas anteiglesias tenían otro pleito, con excomuniones incluidas, con la villa a cuenta de la cuestión parroquial, lo que plantea la duda de si tras la disputa de límites había otras motivaciones.

La importancia de las rentas obtenidas por la iglesia de Santa María explican las diferentes intentonas para hacerse con ellas a pesar de que aparentemente las disposiciones de la Carta Fundacional concedían de forma clara dos tercios para la villa y un tercio para el Señor, proporción que ya era utilizada en otras villas, por ejemplo Bilbao. Sobre la ya mencionada familia Adam de Yarza existe un documento en el Archivo General de Simancas expedido en Córdoba en abril de 1487 por los Reyes Católicos, que es una concesión a perpetuidad de parte de los diezmos. Contiene la frase “…e rezibais la dicha parte de diezmos de la dicha yglesia/ de Señora Santa Maria e de las otras anteyglesias a ella/ conjuntas e anejas para vos en vuestra vida e los otros suzeso/res…”, que deja poco margen a discusión (116).

Más repercusión parece haber tenido la reclamación del Cabildo, hasta el punto de generar un documento tambien conservado en Simancas expedido en Zaragoza en diciembre de 1487, pidiendoles que desistan en su demanda. El texto entresacado es ilustrativo: “(Cruz)./ Para que non demanden nin pidan ni fa/tiguen sobre razon de la terçia parte/ de los diezmos el açipreste/ e clerigos de la yglesia de Santa Maria/ de Lequetio,/ a pedimiento de/ Françisco de Yarça/ preboste./ Fechos Çara/goça./ XII./Don Fernando e doña Ysabel, etçetera,/ a vos, el alçipreste, cura e clerigos/ de la yglesia de Santa Maria de Lequetio y sus perrochas,/ salud y graçia.” (117) .…………………………………………………………………………………………………………

(116).- ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. Vizcaya (1487)”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, vol.

137, doc. 537, pág. 34, S. Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 2008.

(117).- ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 2008, volumen 137, doc. 589, pág. 170.

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No debió surtir mucho efecto el escrito en el ánimo del cabildo pues el conflicto siguió y todavía en 1694 el representante del mismo alegaba que fue la villa la que concedió el co-patronato de Santa María, ermita y hospital, frente a la defensa del Concejo de pertenencia por cesión real desde la fundación de la villa (118).

La administración de los bienes y rentas de Santa María era una función ejercida por el mayordomo, pero el volumen de las rentas, diezmo y demás ingresos de la iglesia hizo que otros clérigos también intervinieran en el mismo. Estos clérigos solían ser segundones de importantes familias y se les puede encontrar en transacciones de la época, ya como particulares o en nombre del cabildo (119).En este contexto de dirección del negocio se debe ver su interés por controlar los abundantes bienes de la parroquia, objetivo en que naturalmente chocaban con los miembros del Concejo.

A estos dos habría que añadir otros intentos que aunque tuvieran menos éxito no dejan de ser indicativos de las formas de actuación de la época. Así, está documentado como en 1334 el rey Alfonso XI tiene que dar orden a su prestamero de Bizkaia para que oblige a Gonzalo Ibañez de Arancibia a devolver los diezmos que se había apoderado de los monteros de Amaroto, Ispaster, Gardata y Asumendi (120).

Nuevamente en 1377 es el obispo de Palencia y Juez Comisario el que debe dictaminar contra Pedro Ortiz de Abendaño en su pretensión de la propiedad de dichos diezmos.

Es comentable el hecho de que el documento sobre la cuestion lleva añadido un albalá de nombramiento de juez, por si hubiera dudas sobre la validez de la sentencia (121).

Queda para el final el proceso de independización de las iglesias de las anteiglesias del entorno de la villa. Es un proceso que se repite por todo el Señorío. El alza demográfica conlleva la necesidad de nuevas iglesias. Estas se fundan bajo la tutela de una primera, pero con el tiempo crecen y pretenden separarse. La principal no está dispuesta a consentir una separación que la perjudica y aparece el conflicto, que se enmarca en muchas ocasiones en la lucha más o menos soterrada entre anteiglesias y villas.

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(118).- JIMENEZ SANCHEZ, J. M., Lekeitio, estudio histórico-artístico, Colección Monografías de Pueblos de Bizkaia, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, 2003, p. 34-42.

(119).- JIMENEZ SANCHEZ, J. M., op. cit., 2003, pp. 225-243.

(120).- ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Colección Documental del Archivo Municipal de Lequeitio I (1325-1474)”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 37, doc. 6, pág. 37, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1992.

(121).- ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, vol. 37, documento 22, pág. 62.

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Amaroto, Guizaburuaga, Ispaster y Mendexa son las cuatro anteiglesias que en este caso pelearon con todas sus fuerzas para liberarse de la tutela religiosa de Lekeitio y convertir sus iglesias en parroquiales. Es un logro que se materializa por medio de una bula papal en 1519, aunque el pleito continúa durante años con un resultado que es visto como un triunfo de la Tierra Llana frente a las villas. Se materializaba en la cuestión de la celebración y cobro de los actos litúrgicos como los entierros o las bodas. El pleito llegó a la Curia Romana y les conllevó una larga excomunión.

Se puede seguir el proceso por medio de los documentos que se conservan. Los reunidos en este trabajo abarcan más de veinte años de pleito. Pertenecen todos al archivo Municipal de Lekeitio y por tanto se conservan en el Archivo Foral de Bizkaia y sus transcripciones están publicadas con los epígrafes Lequeitio I y Lequeitio II (122), salvo uno de 1480 que se encuentra en el Fondo Notarial del Archivo Foral. Daremos una relación escueta de ellos que así serán identificados para si se desea una profundización. Un pequeño resumen del contenido se encontrará en la regesta documental del trabajo.

El pleito es farragoso e implica temas en la época muy graves como la excomunión y a diversas personalidades. La mayor parte de los esfuerzos parecen encaminados a doblegar la voluntad de los vecinos de las anteiglesias para que volvieran al redil del cabildo de Santa María y levantarles la excomunión. Al mismo tiempo también hay un esfuerzo porque la pena se imponga y cumpla, para que no quede impune la actitud desobediente de los fieles de las anteiglesias. Ya en 1467 hay una comisión papal para levantar la excomunión una vez que paguen los diezmos que deben. Parecen existir varias sentencias. Apelaciones a que se cumplan también. Y requerimientos a que se cumplan. Nombramiento de árbitros y de procuradores encargados de defender los derechos de sus clientes. Autos de notificación. Exigencias del cabildo a las autoridades para que hagan cumplir las sentencias. Requisitorias de excomulgados con sus nombres exigiendo que se les prenda. Certificación de no cumplimiento de las sentencias. Instancias al Papa. Peticiones de nulidad. Multitud de acciones legales a lo largo de varias décadas que terminan con la independencia de las iglesias sufraganeas en un proceso de enfrentamiento más o menos soterrado entre las villas y las anteiglesias que se supone ganado por las anteiglesias, lo que parece una paradoja teniendo en cuenta que casi todas las poblaciones importantes del Señorío son villas . ……………………………………………………………………………………………………………………..

(122).- ENRIQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS, C., LORENTE RUIGOMEZ, A. y MARTINEZ LAHIDALGA, A., op. cit., volumen 37, Documentos 78, 80, 82, 83, 84, 85, 87, 88, 89, 90, 96, 97, 98, 99, 102, 103, 104, 105, 106, 1992. ENRIQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS, C., LORENTE RUIGOMEZ, A. y MARTINEZ LAHIDALGA, A., Colección documental del Archivo Municipal de Lequeitio II (1475-1495), Fuentes documentales medievales del País Vasco, Volumen 38, Documentos 125, 126, 142, 143, 144, 147, 152, 153, 156, 221, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, San Sebastián, 1992.

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6.3.- Miraballes

Miraballes forma parte de la última oleada de fundaciones de villas. En el comienzo de su Carta-Puebla se menciona uno de los motivos que llevan a su fundación, el de la seguridad de las personas que viven o pretenden vivir en ese entorno en una época turbulenta de la historia del Señorío. Lo mismo que en la mayor parte de los casos de la llamada segunda etapa de fundaciones de villas del Señorío, pero desde luego ese motivo no es el único. La misma carta fundacional también explica que la dicha concesión se hace a petición de un grupo de habitantes de la comarca de Ceberio, anteiglesia vecina a la recién nacida villa y de suponer sus futuros pobladores.

La razón fundamental de la fundación de Miraballes es la comercial, los beneficios que se esperan obtener por parte de los impulsores de la misma y naturalmente por parte del Señor. Los impulsores de la fundación, por su origen y su disposición no dejan lugar a dudas sobre lo que pretenden hacer una vez creada la villa (123). Su posición estratégica en el camino entre la meseta y el cada vez más pujante puerto de Bilbao justificaba los posibles problemas que pudiera acarrear una nueva villa en el territorio. Porque problemas había.

El principal era la oposición terminante por parte de la villa de Bilbao, que se ve perjudicada por esa fundación. Apoyado en un privilegio, Bilbao cree tener el compromiso de los Señores, que cuatro años después serían los reyes de Castilla, de que no se puede comerciar entre la meseta y la villa. Este privilegio, uno de los tres que concede Doña María Díaz de Haro en la segunda carta fundacional de 1315, es una exclusiva mercantil entre la meseta y la villa.

Juan I envía desde Valladolid en 1373 una carta tranquilizadora para la villa de Bilbao, pero el tiempo demuestra la razón de la inquietud de los bilbaínos. La Carta-Puebla de Miraballes, que como la mayoría de las restantes villas se rige por el Fuero de Logroño, ya especifica el tipo de mercancías en que se produciría la intermediación de la nueva villa, en detrimento del hasta entonces papel terminal de Bilbao, desmintiendo la finalidad de descanso para el transporte que se dice pretender. Parece latente una cierta animadversión hacia el cuasi-monopolio que mantienen los bilbaínos y un deseo de grupos hasta entonces rurales en la participación en el comercio, que se ve como una nueva fuente de riqueza para sustituir la mengua en los tradicionales ingresos de la tierra (124). …………………………………………………………………………………………………..

(123).- GARCÍA DE CORTAZAR, J. A. et al., op. cit., Tomo I, 1985.

(124).- CIFUENTES PAZOS, J. M., Estudio histórico-artístico de Ugao-Miraballes, Colección Monografías de Pueblos de Bizkaia, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, 1993, p. 29.

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Ante la oposición de Bilbao, el Señor de Bizkaia, futuro Juan I de Castilla y en aquellos momentos Infante Don Juan encomienda una investigación para dilucidar si es posible la fundación de una nueva villa y al mismo tiempo, respetar el pacto señorial, fueros y privilegios existentes. El dictamen dice que en este caso el Señor puede conceder la CartaPuebla sin faltar al llamado pacto foral y con respeto a los usos y costumbres existentes.

Una razón que se da es que se asegura la existencia de cierta actividad comercial ya antes de la fundación de Bilbao, que dicha actividad ha seguido existiendo y que se trata de dar carta de naturaleza jurídica a lo que ha existido y existe sin que haya impedido el auge de los bilbaínos.

Finalmente el dictamen asegura que el impulso señorial de fundación de nuevas villas como impulsoras de la economía y creadoras de riqueza, que hicieron la fundación de la villa de Bilbao, es básica para el territorio. Sólo hay una disonancia con otras concesiones hechas y es que Miraballes recibe la concesión de libertad para comprar y vender, pero no de mercado. También se reconoce, una concesión pequeña pero significativa que demuestra su papel de cabeza de territorio, a Bilbao la segunda instancia judicial, quedando la tercera directamente en el Señor.

Naturalmente se procede a la concesión de la Carta-Puebla y a la delimitación del espacio de la nueva villa, tanto de su territorio como de su entorno urbano, esto es, de los límites de su cerca o muro de seguridad. Este espacio urbano se divide en parcelas para las vacías ponerlas a la venta a los nuevos posibles villanos. Curiosamente, lo mismo que sucede en el caso de Elorrio, no se menciona una reserva de parcela para la iglesia. Los amplios límites territoriales iniciales se verán, como en otros casos, mermados por diversos litigios con las villas y anteiglesias vecinas. Recuerda Cifuentes la abandonada teoría de que si se hubieran mantenido los límites fundacionales de las distintas villas, éstas habrían ocupado todo el territorio. Teoría tras la que se encontraban los Parientes Mayores, propietarios de la mayoría de la Tierra Llana y enemigos de la nueva burguesía que poblaba las nuevas villas.

Para evitar una avalancha de pecheros, deseosos de abandonar el control señorial, éstos deberán seguir pagando el pecho que acostumbraban, que se convierte en concejil, esto es, se pagaba al concejo para que éste a su vez lo pagara al Señor, mientras los fijosdalgos tienen cinco años de exención para estimular el traslado. Varios eran los aspectos de índole social que suponían la aplicación del Fuero de Logroño. La participación en los recursos comunales, con el aumento de renta personal que conllevaba. Aumento de la protección de las personas y bienes de las mismas contra las arbitrariedades de convecinos y autoridades. Ruptura de los hábitos de dependencia señorial, con la liberación de los vecinos de la villa de obligaciones como la vereda, anubda, fonsadera, mortura, mañería y otras. Finalmente, abría para los habitantes de las villas una serie de posibilidades que alteraban el modo de vida y la actividad económica como la libertad de compra y venta de heredades, ropas o bestias. La importancia de esto último es evidente.

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Las pretensiones al fundar Miraballes fracasaron e incluso sus vecinos, cuando las luchas de bandos arreciaron, prefirieron ser incluidos como vecinos de Bilbao (125). La tensión no concluye con la fundación. La villa portuaria mantiene una actitud vigilante sobre la actividad de Miraballes y todavía en 1505 hay un documento emitido en Salamanca a petición de Bilbao, que es una iniciativa al corregidor para que impida a los vecinos de Miraballes detener las recuas que se dirigen a Bilbao con mantenimientos (126).

En el ámbito directo de este trabajo, la Confirmación expedida por el ya rey Juan I en agosto de 1379 de la carta fundacional es el origen de una situación compleja que provoca multitud de conflictos en los años venideros. El conflicto lo provoca que dicha Confirmación hace gracia al mismo tiempo de otorgar a la nueva villa el patronato del Monasterio de Santo Tomás de Olabarrieta. Miraballes recibía el monasterio “con su término que nos dimos a la dicha villa por término (1375)” (127).

Las consecuencias de la donación eran complejas. Por ejemplo, según ello, los labradores censuarios de Zeberio, por su dependencia de S. Tomás, eran vecinos integrales de Miraballes. Además en el conflicto se mezclaban las jurisdicciones civil y religiosa entre las cuales podían existir distintas sensibilidades. La lista de conflictos es interminable y se extiende, por lo menos hasta los años setenta del pasado siglo XX, aunque para el trabajo tomaremos como referencia la Carta Ejecutoria de la reina Juana emitida en 1509. En ella se discutía sobre una reclamación de la villa de Miraballes de los dos tercios de los diezmos y otros ingresos de S. Tomás de Olabarrieta, por derecho de la Confirmación de 1379. La Carta sentencia que los beneficios que produce S. Tomás, una vez pagados los derechos de lanzas mareantes, sirvan para para pagar la nueva cerca que se pretende construir en Miraballes. Pero a partir de ello dictamina que los vecinos de Zeberio se lleven dos tercios de las rentas y los de Miraballes el tercio restante. Miraballes conseguía que el dinero del diezmo financiara su muro de seguridad y por ello podía sentirse satisfecha, pero Zeberio obtenía una declaración importante sobre sus derechos en S. Tomás.

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(125).- CIFUENTES PAZOS, J. M., op. cit., 1993, p. 34.

(126).- ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Colección documental del Archivo Histórico de Bilbao III ”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 98, documento 292, página 927, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1999.

(127).- GARCÍA FERNANDEZ, E., op. cit., 2007, p. 32.

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Antes de ello podemos observar cómo los litigios son de tanto de tipo civil como eclesiástico, enfrentándose villa de Miraballes, Patrones de Zeberio, Infanzones de Zeberio y cabildo eclesiástico en una sucesión de distintas alianzas con las más diversas combinaciones posibles. En 1505, el mismo año de la apelación de Bilbao al corregidor sobre las retenciones a las recuas de mantenimientos, la villa se enfrenta al mismo corregidor por los diezmos de Santo Tomás de Olabarrieta. Al parecer el corregidor ponía trabas al cobro de dos tercios de los diezmos por parte del valle de Zeberio por cesión de Pedro de Abendaño y del tercio restante por parte de Miraballes (128).

La iglesia de S. Bartolomé es la de referencia en Miraballes. Como ya se ha apuntado, no existía en el momento de la fundación y no aparece mención de que se le guardara parcela en el interior de la cerca, por lo que debió ser construida en el exterior del recinto o adosada a la cerca. Se supone que entretanto los habitantes de la nueva villa atendieron sus necesidades religiosas en Santo Tomás. Un dato que apoya la construcción a posterioridad y con una intención particular es que se encomendara a San Bartolomé, cuya celebración es el 24 de agosto, fecha del cumpleaños del rey Juan I, otorgante de la Carta-Puebla y por tanto, en cierta forma fundador de la villa. Los restos más antiguos que se conservan son del siglo XV y comienzos del XVI, aunque los incendios que sufrió en los siglos XIV y XV bien pudieron terminar con los primeros restos. Lo que parece seguro es que al principio sería más pequeña que la actual (129).

Sobre el clero que la atendía se sabe que en general eran, algo frecuente en el territorio y la época, miembros segundones de las familias de la élite burguesa, que encontraban en la religión una salida a su porvenir, apartados como estaban del reparto de la riqueza familiar por las leyes de herencia imperantes (130). Su congrua beneficial, por motivo de la limitada jurisdicción eclesiástica de Miraballes (hay que recordar la existencia de la vecina Santo Tomás) era muy escasa. Además los diezmos se los llevaba de forma mayoritaria el patrón.

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(128).- CIFUENTES PAZOS, J. M., op. cit., 1993, p. 35.

(129).- ARIZAGA BOLUMBURU, B. y MARTÍNEZ MARTÍNEZ, S., op. cit., 2006, pp. 293301.

(130).- CIFUENTES PAZOS, J. M., op. cit., 1993, p. 105.

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6.4.- Elorrio

Elorrio es fundado el 27 de Junio de 1356. Es la fecha en que D. Tello, Señor de Bizkaia en esa época, les conceda la Carta de Fundación o Carta-Puebla al grupo de vecinos de la anteiglesia que así se lo ha pedido. El motivo expuesto por los peticionarios es real y la petición conveniente para el Señor. Se trata, exponen los vecinos, de conseguir una cierta seguridad para ellos y los demás vecinos del valle acuciados por las incursiones de los banderizos guipuzcoanos. La amenaza banderiza es cierta, la posibilidad de colocar un obstáculo a las incursiones interesante para el Señor y el proyecto realizable, por tanto, D. Tello concede la creación de la villa, con la condición de que ha de ser amurallada y cercada con presteza.

La necesidad de rapidez en el amurallamiento hace que el espacio amurallado no sea muy grande y tiene dos resultados: por una parte, que al igual que sucederá en Miraballes en 1375, no se reserva lugar para la iglesia, no existente en el momento de la fundación, ésta debe ser construida posteriormente extramuros. El segundo resultado es que a no pasar mucho tiempo el tamaño de la villa es insuficiente para albergar a todos los que desean aposentarse en la misma y aparecen alrededor de la misma los arrabales. Existe el dato de que en el recinto amurallado de la villa primitiva no cabían más de 60 casas. Más que el número de casas que cupieran en el recinto, lo importante es que hiciera frente a las incursiones y diera presencia a la autoridad del Señor, que ciertamente, las incursiones de los Parientes Mayores guipuzcoanos ponían en entredicho (131).

Elorrio era un lugar eminentemente rural, paso de comunicación con Guipúzcoa, pero que tenía en sus prados y montes su principal industria. La Carta-Puebla concede a los nuevos villanos los derechos contenidos en el Fuero Viejo de Logroño, algo que les equiparaba con la mayoría de las demás villas, y la facultad de poder celebrar mercado los domingos. La villa florece y en el empadronamiento de 1514 aparece con unos mil habitantes reales, lo que la convierte en sexta del territorio, tras Bilbao, Lequeitio, Bermeo, Durango y Orduña (132).

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(131).- AGIRRE KEREXETA, I., ELORRIO. Aproximación a una monografía local, Colección Monografías de Pueblos de Bizkaia, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, 1992, p. 43.

(132).- ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., volumen 16, 1992, p. 3.

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El hecho más destacado de la función militar de Elorrio se da en 1468 y es conocida como la batalla de Elorrio. La villa estaba, en teoría, dominada por el bando y la casa torre de Ibarra. Sin embargo, en la guerra de 1468, mientras Pedro Ruiz de Ibarra se fue con los de Zaldibar, los de la villa se fueron con los Abendaño (133). El enfrentamiento podría haber sido uno más de los tan comunes en la época, pero diezmó a las principales familias vizcaínas. El descalabro fue terrible entre los Oñaciños y los Ibarra. Por ejemplo, Lope García de Salazar, el banderizo cronista de la época, perdió cuatro hijos y tres parientes más. Otras familias de las Encartaciones también fueron diezmadas.

En el plano eclesial y de patronatos, los vecinos que piden la creación de la villa lo hacen como vecinos de la anteiglesia de Echevarria (134). Su centro es la parroquia de San Agustín de Echevarria y en el plano religioso lo va a seguir siendo al menos durante el siglo que tardan en decidir construir la nueva iglesia en la villa. Aunque algún documento lo data en febrero de 1013, se da la de febrero de 1053 como la que Munio Sanchez y Leguntia de Echebarria, condes de Durango, fundan la iglesia de S. Agustín de Echebarria, dotándola además de pastos, tierras de labor, manzanales y aguas, esto es, lo necesario para existir y albergar en su alfoz un número determinado de fieles que con sus rentas y diezmos la sustentaran (135). Además de ella, fueron apareciendo en el valle diversas ermitas, que si en la actualidad son unas veinte, la tradición eleva la cifra. Naturalmente, como era costumbre, todas ellas bajo la protección y tutela de San Agustín.

La iglesia parroquial de la villa de Elorrio es la de Santa María de la Concepción, construida por decisión del Concejo de la villa dando como razón las dificultades para acudir a S. Agustín por la distancia sobre todo en invierno y con la inseguridad reinante. La obra se financia con las rentas sobrantes de S. Agustín, lo que pudiera indicar un cierto poder de decisión por parte del Concejo. Como los de la anteiglesia temían, la construcción de Santa María marca el principio de la decadencia de S. Agustín, que se acentuará cuando en 1552 se segrege también la iglesia de Axpe. La iglesia de Santa María se construye extramuros en terrenos de la Torre de Urkizu.

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(133).- ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., volumen 16, 1992, p. 1.

(134).- GARCÍA FERNANDEZ, E., op. cit., 2007, p. 32.

(135).- ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 1, página 7.

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Las obras comienzan en 1459 y ya en 1493 se abre al culto aunque las obras no se dan por terminadas hasta 1506. Para su apertura al culto se establece una concordia con S. Agustín. Aunque se apunta una cierta oposición a la obra por parte de la familia Ibarra patronos de S. Agustín, temerosa de una cierta pérdida de ingresos al duplicarse los lugares de culto y no necesitar los vecinos de la villa acudir a S. Agustín para sus necesidades religiosas, no parece muy acertado teniendo en cuenta que la dicha familia Ibarra según algunos datos, se convirtió en patrona de Santa María, poseyendo así el patronato de las dos iglesias (136).

A pesar la concordia con S. Agustín para la construcción de la nueva parroquia, parece que la dicha construcción unida a la política llevada por la villa, lleva a los vecinos de la anteiglesia a plantearse la separación de la villa. Inician el proceso en enero de 1489, cuando 34 cabezas de familia con derechos concejiles nombran procuradores para que les representen en un pleito contra la villa de Elorrio por el disfrute de unos montes.

En realidad lo que se pretende, no está claro si por ambas partes, es proceder a un deslinde, a un amojonamiento de separación entre la villa y la anteiglesia. Esto se realiza en 1515.

No debe extrañar el dato de que la iglesia de Santa María de Elorrio fuera construida con las sobras de las rentas de San Agustín. Las entradas de S. Agustín a finales del siglo XV ascendían a más de 92.000 mrs. y de ellas vivían los beneficiados de ambas parroquias. S. Agustín tenía tierras a censo que alquilaba, lo mismo que molinos, casas y manzanales. Aún después de construida Santa María, S. Agustín de Echebarria seguirá siendo centro y motor de Elorrio. Transcendía de sus límites pues los cofrades de Santa María de Miota en la merindad de Durango se tenían como sus parroquianos.

También estaban asentadas en S. Agustín las cofradías de San Fauste e Ibarra, la cofradía de la Gaçeta y la de Arrguinita. No es estraño que de forma repetida los reyes intenten controlar su funcionamiento con sus cartas ejecutorias (137). Por medio de ellas disponen el número de clérigos que debe servir y las misas que deben decir e incluso emiten razón sobre el disfrute de unas tierras en litigio. Doña Juana seguirá la costumbre y en 1517 ordenará el aumento del número de beneficiados, añadiendo tres nuevos para que sirvan en las iglesias de los barrios de Ganboa, Uría y Berrio (138).

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(136).- AGIRRE KEREXETA, I., op. cit., 1992, p. 136.

(137).- ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 15, página 53.

(138).- ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 43, página 180.

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En Elorrio se puede encontrar uno de los casos que demuestran lo ya comentado en el apartado sobre el clero de las iglesias de patronato y su acusada tendencia a luchar sobre todo por sus intereses, no importándoles con quien se asocian ni contra quien.

Así no dudan en asociarse contra sus feligreses con el patrono, que en muchas ocasiones les ha otorgado el puesto del que son beneficiados, pero tampoco dudan en asociarse a los feligreses contra el patrono si este les racanea en exceso lo que consideran les corresponde de los diezmos, rentas y ofrendas de la parroquia. E n este caso los beneficiados de las parroquias de San Agustín y Santa María unidos a los concejos se enfrentan al patrono Juan Martínez de Ibarra por el reparto de las rentas de las parroquias. La disputa no es la primera. Por ejemplo, cuando se edifica la nueva iglesia, que recordemos se hace con las rentas de San Agustín, ya surgieron problemas en la financiación de la misma (139).

Los unos aducen por un lado la escasa cantidad que reciben para su propio mantenimiento, poniendo en duda además el derecho del patrono a quedarse con más de los 8700 mrs. que le concedió el rey Juan II. Eso supone poner en duda la calidad del patronato detentado por la familia Ibarra. Los del concejo entienden que no es de derecho que la villa tenga que pagar parte de los gastos de una parroquia que tiene sobrados recursos. Ponen como ejemplo que pagan 4000 mrs. al sacristán, entre otras contribuciones. Por consecuencia del pleito, esto es, por mala voluntad del patrono, o por otra causa, la cuestión es que los clérigos y el concejo dejan de cobrar su parte de las rentas y en 1493 tienen que acudir al rey y éste ordenar al corregidor que tome de los bienes de Juan Martínez de Ibarra la cantidad necesaria y pague con ella lo que se les debe por parte del patrono.

Pero además, y con esto hay que volver dos párrafos atrás, los clérigos tienen conflicto con los feligreses, los vecinos de la villa, a los que acusan de parte de la pérdida de sus ingresos, pues a su parecer no realizan las ofrendas preceptivas, con el consiguiente perjuicio para sus economías. Los parroquianos les devuelven la acusación reprochándoles el incumplimiento de sus obligaciones. Sirva para recordar que el sistema vigente en la época, ambas partes tenían obligaciones recíprocas (140).

Señalar que, al igual que la iglesia, los clérigos residían extramuros de la villa.

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(139).- VAL VALDIVIESO, M. I. del, op. cit., 1995, pp. 31-53 (44).

(140).- VAL VALDIVIESO, M. I. del, op. cit., 1995, pp. 31-53 (46).

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El patronazgo del valle, tanto de San Agustín de Echebarria como de Santa María de Elorrio recae en la familia Ibarra. Se puede conocer la genealogía de los Ibarra desde 1444 en que el patrono era Juan Lopez de Ibarra, a quien siguieron Pedro Ruys de Ibarra, que para su desgracia, eligió el bando de los Zaldibar en la batalla de 1468 y a quien sucedió Pedro de Ibarra, luego Juan Martinez de Ibarra a quien hemos mencionado como obligado a pagar a los clérigos y Hernando de Ibarra, que cubre la transición entre la Edad Media y la Moderna.

En el plano documental el Archivo Municipal de Elorrio en la actualidad se encuentra guardado en el Archivo Foral de Bizkaia como los de la mayoría de los ayuntamientos del Señorío. Los documentos más importantes de la época medieval, un total de cuarenta y cinco, están publicados en la colección de Eusko Ikaskuntza financiada por la Diputación Foral (141). Algunos de esos documentos son los que, relacionados con el trabajo hemos utilizado para la realización de estas páginas, por parecernos útiles para el estudio del nacimiento y consolidación de la villa, así como el régimen patronal seguido en las parroquias del entorno. En este cuerpo documental encontramos además algunos asuntos que ilustran otros apartados del trabajo. Por ejemplo, aparece lo que parece un ejemplo del proceso que se dio durante el siglo XV, sobre las legitimidades de los Patronatos o más bien la propiedad de los mismos. Es un documento fechado en agosto de 1493 en Barcelona y firmado por los Reyes Católicos, por el cual se concede la gobernación de las iglesias de S. Agustín de Echabarria y Santa María de Elorrio a la villa de Elorrio.

El documento después de la presentación y el saludo acostumbrados, de forma resumida viene a decir que los miembros del concejo y demás cargos de la villa fueron a decirle al rey que aunque los Ibarra se dicen desde generaciones como patrones de S. Agustín de Echabarria y como consecuencia de Santa María de Elorrio, y que se llevan los ingresos de las mismas y pagan a los beneficiados, lo hacen “sin mostrar ni thener titulo alguno para ello”, que por ser hombres poderosos y “por no a/ver quien se lo contradixese ni les hiziese mostrar el titulo / que thenian al dicho patronadgo;”.

Continúan los del Concejo mencionando los desbarajustes que la gestión de los Ibarra produce en las parroquias mencionadas solicitando de los reyes que los derechos de los Ibarra se limiten a recibir los 8700 mrs. de las lanzas mareantes (142).

La respuesta de los reyes es larga y prolija descendiendo a regular los aspectos de la vida eclesiástica de las parroquias afectadas. Aunque no debió parecerles lo suficiente pues al mes siguiente, en septiembre y en el mismo lugar emiten otro documento ordenando el número de misas que deben celebrarse en las parroquias. ………………………………………………………………………………………………………

(141).- ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., volumen 16, 1992.

(142).- ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 14, página 40.

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Lo importante, además del ejemplo de duda sobre la titularidad ya mencionado, es que los reyes, sin taxativamente arrebatar la gestión de las iglesias al patrono, por medio de la carta ejecutoria regulan de tal forma las parroquias y tan a modo de lo pedido por el concejo que es una victoria del mismo en su enfrentamiento.

De forma marginal debemos comentar cómo en medio de la carta aparece el siguiente párrafo: “seria en perjuyzio nuestro pues el monesterio hera de / nuestro patronadgo real, e que non le perjudicava de/zir que por la probeza de los dichos benefiçiados las / dichas yglesias non podrian ser servidas e adminis/tradas como devian…”.

Parece interesante pues los Reyes Católicos parecen presentarse como perjudicados por ser el patronato real, lo que podría ser una muestra de como los Reyes Católicos cambian el planteamiento de la propiedad de los Patronatos advirtiendo que esa propiedad es suya, que los patronos tienen una concesión, un favor real, pero que los Patronatos son propiedad real, tanto los llamados deviseros como los llamados reales.

La victoria de la villa, además de no muy clara es breve y ya los reyes cuando en diciembre de ese año de 1493 vuelven a tratar el tema de la administración de las parroquias de S. Agustín y Santa María, también tratan sobre la forma en que han de ejercer el patronazgo los Ibarra, Juan Martínez de Ibarra y sus sucesores, lo que indudablemente es una forma de señalar que el Patronato de ambas iglesias es suyo, sin lugar a dudas. Sucesivos documentos conservados abordan el tema económico en cuanto al patronato de las iglesias y el esfuerzo del concejo y los beneficiados de las parroquias para conseguir cobrar lo estipulado y que esa cantidad aumente, pero ya los Ibarra son mencionados siempre como patronos (143).

Es el Archivo General de Simancas otro de los lugares donde hay depositados documentos sobre Elorrio y el patronato en las iglesias de su entorno. De él destaca, además de los habituales con pleitos sobre el pago de diezmos y los derechos parroquiales, la confirmación en 1475 del Patronato de S. Agustín de Echabarria para los Ibarra (144).

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(143).- ENRIQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C. y MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. Vizcaya VI (1485-1486)”, Fuentes documentales medievales del País Vasco, volumen 120, documento 391, página 1, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 2003.

(144).- ENRIQUEZ FERNANDEZ, J., et al., op. cit., 2002, volumen 113, doc. 14, pág. 35.

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7.- CONCLUSIONES

La primera conclusión, y que se puede enmarcar como la más importante, es la constatación de que no es una cuestión religiosa. Se puede hablar de un conflicto sostenido entre los patronos y los clérigos o en las iglesias de cierto tamaño entre los patronos y los cabildos, pero no por cuestiones religiosas. Nadie pone en duda la Fe de nadie, ni en los momentos más duros de un conflicto. Se puede llegar a la excomunión, como en el caso de las sufraganeas de Lequeitio, pero se hablará siempre de cuestiones pecuniarias, no de Fe. El sacerdote que se queja de que la pequeñez de la congrua le obliga a una vida de miseria y a no poder a su vez a socorrer a sus feligreses necesitados, hablará de la racanería del Patrono, pero no de su falta de Fe. El que acusa a sus feligreses de celebrar pocas ceremonias para ahorrarse el pago a la iglesia, les acusará de faltar a su obligación por motivo económico, nunca de falta de Fe. La acusación será que no cumplen sus obligaciones provocando con ello la disminución de ingresos y la carestía de medios de la iglesia, pero en ningún caso se pone en duda el cristianismo de cada uno.

Por otro lado, aparece por todas partes el hecho de que la institución de los Patronatos Laicos es aceptada por todos los actores sociales de la época. Habrá que contar con la excepción de la Iglesia como institución, pero que tampoco a nivel público es algo que continuamente se exprese. Bastante tiene con reivindicar la presencia del obispo. El Patronato es una institución poliédrica que forma parte de la sociedad sin ningún tipo de rechazo desde la misma implicando en su actividad al resto de los sectores sociales. Nadie se plantea su desaparición durante la Edad Media en el Señorío y es muy difícil estudiar el territorio sin detenerse en ella.

Finalmente, normalmente al organizar el estudio del tema se ha venido realizando una división de tipos de iglesia basada en el origen de las mismas. Esa es sólo una posible división. Otra por ejemplo es la clasificación que realiza Dacosta basada en la posesión por linajes y sus redes clientelares. Otra más sería teniendo en cuenta las iglesias gestionadas por patronos laicos individuales y las gestionadas con participación de órganos colectivos, en este caso los concejos. La aparición de los concejos como gestores-patrones trae una forma distinta de división y cambia profundamente el panorama. Esta gestión y su comparación con la de los patronos, gestión Patronos Laicos versus gestión Concejos, merece un estudio.

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VILLACORTA MACHO, C., Libro de las buenas andanças e fortunas que fizo Lope García de Salazar, Edición crítica estudio y notas, Bilbao, Ediciones UPV, 2015.

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9.- REGESTA DOCUMENTAL Este apartado es una relación de los documentos que hemos consultado para la relización de este trabajo. Como ya se comenta en el apartado 1.4 Fuentes documentales, son documentos provenientes del Archivo Foral de Bizkaia y de la Colección Fuentes documentales medievales del País Vasco, pero aparte de dónde están depositados o publicados son documentos que en origen forman parte de diversos archivos municipales y de los archivos de la Casa de Juntas de Guernica y del General de Simancas.

Están ordenados cronológicamente y en el caso de los de cronología dudosa los hemos colocado manteniendo el orden en que están situados en los volúmenes en que han sido publicados, en los que se indica que los han situado en ese lugar valiéndose del contexto y las indicaciones que se reflejan en el interior del texto.

Documento 1.

1013 Febrero 1.

Escritura de fundación y donación de Munio Sanchez y doña Leguncia, condes de Durango, de la iglesia llamada Monasterio Barria.

Archivo Municipal de Elorrio, Carpeta 340 - Legajo 4219 (Folio 2rº - 4rº).

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), “Archivo Municipal de Elorrio”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 16, documento 1, página 7, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1992.

Documento 2 1300 Junio 15, Valladolid Carta Puebla de la villa de Bilbao. Firmada por don Diego López de Haro.

Original en pergamino (485 X 300 mm). Letra gótica. Buena conservación. Decoración de mayúsculas con tintas rojas y azules.

Archivo Foral de Bizkaia, Archivo Municipal de Bilbao. Pergaminos 1, Cajón 1, Registro 1, nº 3, Publica: GUIARD LARRAURI, T., Compendio e índices de la Historia de la Noble Villa de Bilbao, Bilbao, Editorial La Gran Enciclopedia Vasca, 1974, p. 16.

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Documento 3.

1334 Julio 1, Briviesca.

El rey ordena al prestamero de Vizcaya que obligue a Gonzalo Ibañez de Arancibia a que devuelva a la iglesia de Santa María de Lequeitio los diezmos de los monteros que se ha apoderado. A valorar su antigüedad y la del conflicto que muestra.

Archivo Municipal de Lekeitio, Registro 20 – nº 8 (Folio 1rº - 1v.º).

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Colección Documental del Archivo Municipal de Lequeitio I (1325-1474)”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 37, documento 6, página 37, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1992.

Documento 4.

1375 Marzo 4, Almansa.

Carta Puebla de Miraballes. Incluye confirmación de Juan I. Archivo General del Señorío de Vizcaya – Casa de Juntas de Guernica – Privilegios Reales-Registro 1, nº 4.

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), “Colección documental del Archivo General del Señorío de Vizcaya”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 09, documento 3, página 17, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1992.

Documento 5.

1377 Septiembre 8, Palencia.

Sentencia del juez comisario, obispo de Palencia, a favor del cabildo de Santa María de Lequeitio en el pleito con Pedro Ortiz de Abendaño sobre la propiedad de los diezmos, los mismos que en el documento 6 de este volumen discutían con otro hidalgo. Es sencillamente un documento económico que muestra ese conflicto existente alrededor de las rentas de las iglesias. Incluye un albalá (24-X-1377) de nombramiento de juez.

Archivo Municipal de Lekeitio, Registro 20 – nº 8 (Folio 2r.º - 4v.º).

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 22, página 62.

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Documento 6.

1416 Febrero 5, miercoles, Durango.

Lectura de una carta de Juan II en la cual se encuentra inserto un albalá (2X-1415), sobre las rentas reales. Incluye dos relaciones de dichas rentas en el Señorío de Vizcaya. Es un documento importante, conocido como “la lista de 1416” y utilizado tanto por Iturriza como por Labayru.

Archivo Municipal de Lekeitio, Registro 40 (Folio 74rº - 81r.º).

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 52, página 146.

Documento 7.

1438 Septiembre 18, Erandio.

Gomez Gonzalez de Butrón y su esposa reciben la posesión de Santa María de Erandio de manos de sus diviseros. Es una muestra del tráfico de iglesias.

Archivo General del Señorío de Vizcaya – Casa de Juntas de Guernica – Escrituras del Señorío-Registro 1- nº1.

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 09, documento 8, página 44.

Documento 8.

1450 mayo 17, Deusto.

Los patrones diviseros de San Pedro de Deusto donan el patronato de la iglesia al cabildo y fábrica de la misma.

Archivo Municipal de Bilbao. Cajón 37 Registro 47, nº 244 – Caja 66, Registro 1º, nº 1. Tomo VI (folio 3908vº-3933rº).

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Colección documental del Archivo Histórico de Bilbao (1300-1473)”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 90, documento 77, página 291, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1999.

Documento 9.

1467 Noviembre 27, Roma.

El delegado papal en la causa entre el cabildo de Lequeitio y las anteiglesias delega en el prior de Santa María de Nájera la posibilidad de levantar la sanción de excomunión que había sido decretada contra los vecinos de las anteiglesias siempre que estos pagaran al cabildo de Lequeitio. Uno de los primeros documentos que tenemos sobre el pleito de las anteiglesias para liberarse de la tutela de Lequeitio.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº 7.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 78, página 221.

91

Documento 10.

1468 Febrero 19, Lequeitio.

Los procuradores de las anteiglesias de Ispaster, Guizaburuaga y Amaroto, solicitan al alcalde del fuero una copia certificada de un requerimiento hecho al cabildo de Lequeitio, así como de la respuesta. Incluye las cartas de procuración de los representantes de las anteiglesias.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 - n.º 6 (Folio 1r.º - 5v.º; 7r.º 11v.º; 6r.º - 6v.º; 12r.º - 13v.º).

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 80, página 227.

Documento 11.

1469 Febrero 17, Aulestia.

El procurador de los clérigos de las tres anteiglesias nombra a Iñigo abad de Ibarra para que haga valer una carta apostólica e inhiba a los árbitros nombrados por los ligitantes para intentar solucionar el problema.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 - nº 12 (Fol.1r.º - 3r.º).

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 82, página 243.

Documento 12.

1469 Marzo 9, Casa de Sancho de Olaeta.

El procurador del cabildo de Santa María de Lequeitio requiere a los vecinos de las anteiglesias sufrageras que cumplan la sentencia del árbitro en el litigio que mantienen con Santa María de Lequeitio para conseguir independizarse de ella.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 - nº 8.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 83, página 249.

Documento 13.

1469 Marzo 21, Calahorra.

El vicario de Calahorra cita al cabildo de Santa María de Lequeitio para que responda a la apelación de la sentencia arbitraria presentada por el representante legal de las anteiglesias de Ispaster, Guizaburuaga y Amaroto. Contiene además el auto de notificación. Es otro documento para el estudio de un conflicto que se estaba produciendo de igual forma en otros lugares.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº 10.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 84, página 253.

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Documento 14.

1469 Julio, Currichiaga.

Las anteiglesias de Ispaster, Guizaburuaga y Amaroto ratifican y aprueban la sentencia dada por los dos árbitros en el pleito que mantienen con el Cabildo de Lequeitio y nombran tres procuradores para que lleven la sentencia a Roma.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº 9.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 85, página 257.

Documento 15.

1470 Septiembre 1, Lequeitio.

Aceptación y aprobación de la sentencia arbitral ya comentada, por parte de Pedro abad de Ibarrola, cura de la iglesia de San Juan de Murélaga.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº 13.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 87, página 264.

Documento 16.

1470 Octubre 1, Guernica.

El Cabildo eclesiástico de Lequeitio por medio de su representante legal Martín abad de Abaroa, subejecutor apostólico, requiere a las autoridades civiles para que ejecuten la sentencia dada contra los vecinos de las anteiglesias de Ispaster, Guizaburuaga y Amaroto.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº 14.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 88, página 267.

Documento 17.

1470 Octubre 13.

El Corregidor del Señorío de Vizcaya ordena al prestamero mayor la detención de los vecinos de las anteiglesias nombrados en la requisitoria, por estar excomulgados. Sigue la presentación de la requisitoria al corregidor, (26-VII-1471).

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº2.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 89, página 270.

Documento 18.

1471 Mayo 20, Orduña.

El rey Enrique IV ordena que se haga cumplir la sentencia dada por las autoridades eclesiásticas contra ciertos vecinos de las anteiglesias de Ispaster, Guizaburuaga y Amaroto.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº 3.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 90, página 274.

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Documento 19.

1473 Enero 30, Santo Domingo de la Calzada.

El vicario general del obispado de Calahorra ordena a todos los eclesiásticos de dicho obispado para que cumplan la sentencia dada contra los vecinos de las anteiglesias de Ispaster, Guizaburuaga y Amaroto.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº 18.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 96, página 284.

Documento 20.

1473 Marzo 9, Villarreal de Álava.

El conde de Treviño intenta arreglar las diferencias entre por un lado el concejo y el cabildo de Lequeitio y por otro las anteiglesias de Ispaster, Guizaburuaga y Amaroto.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº 15.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 97, página 286.

Documento 21.

1473 Abril 7, Lequeitio.

El representante legal del cabildo de Lequeitio requiere a un escribano para que dé fe de como los vecinos de las anteiglesias de Ispaster, Guizaburuaga y Amaroto no cumplen con los capítulos ordenados por el conde de Treviño.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº16.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 98, página 288.

Documento 22.

1473 Mayo 10, Marquina.

El clérigo de Santa María de Jemein nombra a dos clérigos como representantes legales para que comprometan en el conde de Treviño y en Alvar Alfonso de Navarrete el pleito que junto a los representantes de las otras anteiglesias tienen contra el cabildo eclesiástico de Lequeitio.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº 17.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 99, página 290.

Documento 23. (¿?) Agosto 5. (Antes de 1475).

Instancia enviada al Papa por el representante legal de las anteiglesias pidiendo que se les permita funcionar en sus parroquias sin pagar los derechos de matriz a pesar de todas las disposiciones eclesiásticas en contra. No tiene fecha, aunque el contexto le sitúa en esta época.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº 1.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 102, página 312.

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Documento 24.

Sin fecha. (Antes de 1475).

Memorial de los vecinos de las anteiglesias de Ispaster, Guizaburuaga y Amoroto dirigido al Papa pidiendo se declare nulo el proceso seguido contra ellos y que nombre un nuevo instructor que lo inicie de nuevo. Lo mismo que parcialmente el anterior y de forma total los siguientes, no tiene fecha, pero el transcriptor basándose en el contexto los sitúa en esta posición en la lista.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº 4 (Fol.1r.º - 3v.º).

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 103, página 313.

Documento 25.

Sin fecha. (Antes de 1475).

Memorial dirigido al Papa, esta vez por el procurador del cabildo de Lequeitio, pidiendo se anulen los autos realizados por la Curia Romana en el pleito que sostienen con las anteiglesias y se confirme la sentencia dada por los árbitros nombrados por las partes.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº 12 (Folio 4r.º).

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 104, página 319.

Documento 26.

Sin fecha. (Antes de 1475).

Instrucción para ejecutar un breve papal. Interesante no sólo para este trabajo.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 – nº 12 (Folio 7r.º) Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 105, página 323.

Documento 27.

1475 Julio 30, Medina del Campo.

Se trata de la confirmación del patronato de San Agustín de Echebarria para Pedro Ruiz de Ibarra.

Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. 1475-VII, Folio 531.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. Vizcaya I (1475-1477)”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 113, documento 14, página 35, San Sebastián, Eusko IkaskuntzaSociedad de Estudios Vascos, 2002.

95

Documento 28.

1476 Abril 5, Medina del Campo.

Legitimación de Juan y Mari Ibáñez de Vergara, hijos de Martín Ibáñez de Vergara, clérigo de Guernica.

Archivo General de Simancas. Registro General del Sello 1476-IV, Folio 178.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 2002, volumen 113, documento 37, página 94.

Documento 29.

1476 Mayo 22, Valladolid.

Legitimación de Pedro Pérez de Bengoechea, hijo de don Pedro de Bengoechea, clérigo. Este documento y el anterior son demostrativos de la existencia de una normalización tanto del fenómeno de los hijos de clérigos como de su aceptación social.

Archivo General de Simancas. Registro General del Sello 1476-Vizcaya.

Folio 300.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 2002, volumen 113, documento 38, página 97.

Documento 30.

1476 Septiembre 25, Logroño.

El Rey Católico ordena a la Iglesia que no protega a clérigos banderos y lacayos. Es útil como expresión del posicionamiento de unos y otros.

Archivo General del Señorío de Vizcaya -Casa de Juntas de GuernicaCédulas Reales: Registro 1, nº2.

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 09, documento 17, página 66.

Documento 31.

1478 Enero 9, Sevilla.

Legitimación de Juan de Mundaca, hijo de Juan abad de Mundaca, clérigo de Bermeo. Otro ejemplo de legitimación y de la existencia del fenómeno.

Archivo General de Simancas.Registro General del Sello 1478 – I. Folio 21.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. Vizcaya (1478-1479)”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 114, documento 80, página 1, San Sebastián, Eusko IkaskuntzaSociedad de Estudios Vascos, 2002.

96

Documento 32.

1480 Septiembre 11, Medina del Campo.

Copia de una iniciativa para las justicias eclesiástica de Lequeitio y de sus anejas para que permitan a los parroquianos de Ispáster, Amoroto y Guizaburuaga poner clérigos beneficiados, pilas bautismales y cementerios en las iglesias de sus localidades. Esto es, la independencia de Lequeitio.

Archivo Foral de Bizkaia. Notarial. Alfonso de Muguiol. Caja 478.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Archivo Foral Notarial” , Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 135, documento 3, página 9, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 2008.

Documento 33.

1482 Enero 9, Lequeitio.

1482 Enero 8, Guernica.

El cabildo de Lequeitio presenta las preguntas que deben responder los testigos en el pleito que sostiene con las anteiglesias de Ispaster, Guizaburuaga y Amaroto. Siguen dos autos referentes al mismo pleito.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 - nº 4 (Folio 5r.º - 8v.º).

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Colección Documental del Archivo Municipal de Lequeitio (1375-1495)”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 38, documento 125, página 46, San Sebastián, Eusko IkaskuntzaSociedad de Estudios Vascos, 1992.

Documento 34.

1482 Enero 10, Lequeitio.

El clérigo representante legal del cabildo de Lequeitio pide al alcalde de la villa una copia certificada de unos autos y juramentos de acatamiento, otorgados por ciertos vecinos de las tres anteiglesias, de la sentencia dada en el pleito.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 - nº 11.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 38, documento 126, página 51.

Documento 35.

Sin fecha. (1471-1484) El Papa Sixto IV nombra a dos clérigos para que se informen de la concordia hecha entre el cabildo de Lequeitio y las anteiglesias en el pleito que mantienen y confirmen la dicha concordia si ven que es útil.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 - nº 12 (Folio 5r.º).

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 37, documento 106, página 325.

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Documento 36.

1485 Enero 18, Valladolid.

Recebtoria contraria al Patrono de San Agustín de Echebarria en el pleito sobre el pago de diezmos y derechos parroquiales.

Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. 1485-I, Folio 58.

Publica: ENRIQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C. y MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. Vizcaya VI (1485-1486)”, Fuentes documentales medievales del País Vasco, volumen 120, documento 391, página 1, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 2003.

Documento 37.

1485 Enero 18, Valladolid.

Documento sobre el mismo pleito del anterior sobre diezmos y derechos parroquiales, aunque en este caso favorable a Juan Martínez de Ibarra patrono de S. Agustín de Echebarria.

Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. 1485-I, Folio 84.

Publica: ENRIQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 2003, volumen 120, documento 392, página 4.

Documento 38.

1487 Abril 24, Córdoba.

Concesión a perpetuidad de parte de los diezmos de Santa María de Lequeitio a favor de la familia Adán de Yarza. Esta familia tuvo una larga trayectoria de enfrentamientos con el cabildo a cuenta de las rentas de la iglesia.

Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. 1487 – III, Folio 121.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. Vizcaya (1487)”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 137, documento 537, página 34, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 2008.

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Documento 39.

1487 Diciembre 5, Zaragoza.

Petición al cabildo de Lequeitio para que deje de pedir el tercio de los diezmos de Santa María que se queda Francisco Adán de Yarza y que si no, que lo pida en el Consejo Real. En el encabezamiento de la transcripción se puede leer lo más importante: “…(Cruz)./ Para que non demanden nin pidan ni fa/tiguen sobre razon de la terçia parte/ de los diezmos el açipreste/ e clerigos de la yglesia de Santa Maria/ de Lequetio,/ a pedimiento de/ Françisco de Yarça/ preboste./ Fechos Çara/goça./ XII./…”

Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. 1487 – XII, Folio 149.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 2008, volumen 137, documento 589, página 170.

Documento 40.

1489 Enero 23, Roma.

La curia romana cita los vecinos de las anteiglesias de Ispaster, Guizaburuaga y Amoroto para que se presenten en Roma para defenderse en el pleito que mantienen con el cabildo de Lequeitio. Sigue un auto de requerimiento (21-VII1489). Es un documento que muestra la gravedad de la situación, con vecinos que además de ser excomulgados son requeridos para viajar hasta Roma para defenderse.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 - nº 21.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 38, documento 142, página 145.

Documento 41.

148(¿?) Junio (¿?) Roma.

El mismo juez apostólico de Roma que citara a los vecinos de las anteiglesias comisiona al prior de San Bartolomé de Berriz para que levante la excomunión dictada contra los clérigos de Lequeitio si los curas lo piden.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 - n. 19.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 38, documento 147, página 163.

Documento 42.

1491 Mayo 30, Roma.

El juez de la curia romana declara a los vecinos de las anteiglesias excomulgados y rebeldes en el pleito que mantienen contra el cabildo de Lequeitio buscando su desanexión de la iglesia madre.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 - nº 24.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 38, documento 152, página 174.

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Documento 43.

1491 Agosto 31, Roma.

La curia romana requiere a los Reyes Católicos para que ejecuten la sentencia que han dictado contra los vecinos de las anteiglesias de Ispaster, Guizaburuaga y Amoroto por el pleito que sostienen contra el cabildo de Lequeitio.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 - nº 25.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 38, doc. 153, pág. 184.

Documento 44.

1491 Noviembre 4, Burgos.

Los Reyes Católicos recuerdan a la autoridad eclesiástica que deben mantenerse en su ámbito de actuación y no pueden actuar contra nadie del Señorío, salvo que sea por delitos de orden religioso.

Archivo General del Señorío de Vizcaya-Casa de Juntas de GuernicaCédulas Reales: Registro 1- nº 10.

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 09, documento 36, pág. 154.

Documento 45.

1493 Agosto 10, Barcelona.

Carta ejecutoria a favor de la villa de Elorrio sobre el patronazgo y gobernación de las iglesias de Santa María de la Concepción de Elorrio y San Agustín de Echabarria otorgada por los Reyes Católicos.

Archivo Municipal de Elorrio. Carpeta 580 - Legajo 7464 (Folio 3rº - 14vº).

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 14, pág. 40.

Documento 46.

1493 Septiembre 3, Barcelona.

Disposición de los Reyes Católicos sobre el número de misas que han de decir los clérigos de las iglesias de Santa María de la Concepción de Elorrio y de San Agustín de Echabarria.

Archivo Municipal de Elorrio. Carpeta 580 - Legajo 7464 (Folio 18rº - 19rº).

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 15, pág. 53.

Documento 47.

1493 Diciembre 9, Roma.

La curia romana nombra a dos clérigos de Calahorra como delegados para hacer cumplir la sentencia que han dictado contra los vecinos de las anteiglesias de Ispaster, Guizaburuaga y Amoroto.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 24 - nº 26.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 38, documento 156, página 199.

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Documento 48.

1493 Diciembre 29, Barcelona.

Los Reyes Católicos ordenan la manera en que se han de administrar las iglesias de San Agustín de Echabarria y Santa María de Elorrio y la forma que han de ejercer el patronazgo Juan Martinez de Ibarra y sus sucesores.

Archivo Municipal de Elorrio. Carpeta 63 - Legajo 676.

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 16, pág. 55.

Documento 49.

1494 Octubre 28, Madrid.

Requisitoria de los Reyes Católicos al patrón de San Agustín y Santa María y otras de la villa de Elorrio para que pague a los clérigos de dichas iglesias.

Archivo Municipal de Elorrio. Carpeta 580 - Legajo 7457 (Fol.1vº - 5vº).

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 16, pág. 66.

Documento 50.- 1499 Agosto 7, Valladolid Los Reyes Católicos recuerdan al obispado de Calahorra que es cuestión de la justicia real el apresamiento de las mancebas de clérigos. Otro ejemplo de choque de juridisciones y también de la existencia de las mancebas.

Archivo General del Señorío de Vizcaya-Casa de Juntas de GuernicaProvisiones Reales: Registro 1- nº 5.

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 09, documento 46, pág. 176.

Documento 51.

Sin fecha (se supone principios del XVI).

Para corregir los hábitos mundanos de los clérigos y establecer formas de culto el concejo de la villa de Lequeitio rehace un capitulado.

Archivo Municipal de Lekeitio. Registro 20 - nº 22.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J. et al., op. cit., 1992, volumen 38, documento 221, página 452.

Documento 52.

1500 Mayo 27, Valladolid.

1500 Junio 16, Baldarejos.

Los Reyes Católicos ordenan al obispo de Calahorra que castigue a los clérigos que cometieron delito contra el Corregidor del Señorío.

Archivo General del Señorío de Vizcaya-Casa de Juntas de GuernicaProvisiones Reales: Registro 1- nº 6.

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 09, documento 50, pág. 185.

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Documento 53.

1477 – 1520, Bilbao.

Compendio de acuerdos y decretos municipales elevados a la categoría de ordenanzas concejiles.Acordada en 1501. Se trata de un total de 37 artículos de una ordenanza que pretende regular el funcionamiento de las iglesias y clérigos de la villa.

Además de valiosa para el estudio de las costumbres, es demostrativa del papel regidor del Concejo.

Archivo Municipal de Bilbao. Cajón 8, Registro 2, nº 2 (Folio 1rº-17rº; 1rº172vº; 270rº- 282rº; 284rº-291vº y 293vº).

(Folio 284rº) Asiento con los clerigos./ Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Archivo Municipal de Bilbao. Ordenanzas de Bilbao”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 70, página 243, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1994.

Documento 54.

1503 Febrero 5, Elorrio.

Entrega de las cuentas de la iglesia de San Agustín de Echabarria a los mayordomos de dicha iglesia. Es interesante que estén presentes regidores del concejo y un representante real y no se mencione al Patrono.

Archivo Municipal de Elorrio. Carpeta 606 - Legajo 7741 (Folio 1rº - 1vº).

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 26, pág. 116.

Documento 55.

1505 Diciembre 12, Salamanca.

Iniciativa del corregidor, a petición de Bilbao, para que los vecinos de Miravalles no detengan las recuas cargadas con mantenimientos con destino a la villa.

Es demostrativo de las tensiones desde la fundación y aún antes.

Archivo Municipal de Bilbao. Cajón 4, Registro 4, nº 180 (2). – Caja 17, Registro 1, nº 44 (2).

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Colección documental del Archivo Histórico de Bilbao III ”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 98, documento 292, página 927, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1999.

Documento 56.

1511 Febrero 28, Sevilla.

Nuevamente el tema de las mancebas de los clérigos en discusión, con el rey don Fernando ordenando al obispo de Calahorra que no se entremeta.

Archivo Municipal de Elorrio. Carpeta 580 – Legajo 7459 (Folio 2rº).

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 31, pág. 134.

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Documento 57.

1515 Febrero 9, Bilbao.

1515 Diciembre 31, Bilbao.

Acuerdos tomados por la villa de Bilbao en el año 1515. Se trata de un sólo escrito en que se van apuntando los acuerdos tomados y los decretos que como consecuencia de ellos se emiten. Lo siguiente es una relación de los que más cercanía tienen con el tema del trabajo, señalando la página en que se pueden encontrar.

Archivo Municipal de Bilbao - Sección Histórica - Cajón 16 - Registro 3 - n.º 3.

Publica: ENRÍQUEZ FERNANDEZ, J., HIDALGO DE CISNEROS AMESTOY, C., LORENTE RUIZGOMEZ, A., MARTINEZ LAHIDALGA, A., “Archivo Municipal de Bilbao. Libro de acuerdos y decretos municipales 1509”, Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, volumen 56, documento 2, San Sebastián, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1994.

Página 212.-Reclamo de Juan Saes de Lascano, mayordomo/ de la yglesia de los dos Sant Joanes./ Como el mayordomo pide al Concejo, y no al Cabildo, un sacerdote para que atienda a los pobres del hospital.

Página 217.- Probeymiento que fesieron del confesor/ para el ospital./ Como el Concejo acuerda proveer de un confesor para los pobres del hospital.

Página 228.- (Fol.21r.º) Probeymiento que fesyeron sobre las limosnas/ de Nuestra Sennora Santa Maria de Begonna./ Es ilustrativo de como el Concejo de Bilbao entendía de los ingresos de la iglesia de Begoña, como una más dentro de sus funciones.

Página 284.- Probeymiento que fesieron sobre el dar de las cuentas/ de los Sant Joanes./ El Concejo detecta la falta de presentación de cuentas sobre la iglesia de los Santos Juanes y exige a los encargados de las mismas.

Página 285.- Esleymiento que fesieron quienes abian de tomar las cuentas/ de los mayordomos e frreyres de las yglesias./ El Concejo nombra dos regidores como encargados de revisar las cuentas de los mayordomos y frailes de las iglesias de la villa, lo que es una demostración de quien era el que tenía el mando y el control sobre las mismas.

Página 296.- Probeymiento que fesieron sobre los hurnimentos/ de la yglesia de Santiago./ Otra exigencia de presentación de cuentas, en este caso al mayordomo de Santiago, y otra demostración por tanto, de la autoridad del Concejo sobre las mismas.

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Documento 58.

1517 Marzo 11, Madrid.

La reina Juana y el infante confirman una sentencia para que el patrono de las iglesias de Elorrio, Fernando de Ibarra aumente la cuota anual de las iglesias para que estas puedan aumentar el servicio.

Archivo Municipal de Elorrio. Carpeta 580 - Legajo 7455 (Documento 1º).

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 39, pág. 165.

Documento 59.

1517 Marzo 15, Madrid.

La reina y el infante ordenan al corregidor de Vizcaya que distribuya de forma correcta los 12500 maravedís que se han otorgado a las iglesias de Elorrio para que aumenten el servicio.

Archivo Municipal de Elorrio. Carpeta 580 – Legajo 7455 (Documento 3º).

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 40, pág. 168.

Documento 60.

1517 Junio 17, Bilbao.

Es un mandamiento del corregidor del Señorío para que los 12500 maravedís que ha de entregar don Fernando de Ibarra, patrono de las iglesias de Santa María de Elorrio y San Agustín de Echebarria, sea destinado a pagar a tres nuevos curas beneficiarios.

Archivo Municipal de Elorrio. Carpeta 275 – Legajo 3528 (Folio 1rº - 5vº; 9vº - 14vº).

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 41, pág. 169.

Documento 61.

1518 Noviembre 27, Ávila.

Sentencia de la reina Juana y del infante en el pleito entre los clérigos de las iglesias de Elorrio y el concejo de la villa sobre los emulentos de los nuevos curas beneficiarios de dichas iglesias.

Archivo Municipal de Elorrio. Carpeta 580 - Legajo 7461 (Folio 6rº; 6vº - 11vº).

Publica: ORELLA UNZUE, J. L. (dir.), op. cit., 1992, volumen 16, documento 43, pág. 180.

Documento 62.- 1605 Julio 6, Simancas.

Es un documento de 1605, pero la relación de los Patronatos que contiene es de 1503. La digitalización parcial, en proceso de ser total, del archivo nos permite acceder desde Internet al legajo.

Archivo Histórico Foral de Bizkaia, Fondo Gobierno y Asuntos Eclesiásticos, Signatura AJO 1443/036.

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