Revista 04 loarre (2)

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asociacion de amigos del

Castillo de Loarre

AĂąo 2 - NÂş 4 - Junio 2006



Nº 3 - Marzo 2005

Presentación Dentro de los actos programados por el centenario de la declaración del castillo como monumento nacional, publicamos ahora el libro escrito por el Arquitecto La Figuera en 1917, donado el 9 de agosto de 1988 por su hija Carmen a la Asociación de Amigos del Serrablo y que figura con el número 480 entre los fondos de la biblioteca del Museo de Dibujo Castillo de Larrés. Agradecemos a su director, D. Julio Gavín, que hayamos podido acceder a la obra y también por la gran labor que a favor del arte románico viene de antiguo desarrollando. Pensamos que es de gran interés su publicación pues La Figuera describe en primera persona el estado del castillo en 1913, antes de su restauración de 1915, con sus opiniones personales sobre la historia y desarrollo del mismo. Aunque algunas de éstas han quedado desfasadas, son de gran interés al permitir acercarnos a la consideración del monumento hace un siglo. La obra se compone de los siguientes elementos formales: -Dos artículos publicados en la Revista Arquitectura y Construcción, año XX; Madrid-Barcelona, nº 289, agosto 1916, páginas 169-173; y nº 284, marzo 1916, páginas 49-59. -Redacción mecanografiada de las actividades llevadas a cabo en la restauración, con correcciones a mano del autor. -Fotografías del Castillo durante las obras y dibujos y planos del Arquitecto de la Figuera. Antonio García Omedes, Vicepresidente de la Asociación

Edita: Asociación de Amigos del Castillo de Loarre. Maquetación e impresión: Letra Artes Gráficas. Redacción y publicidad: Fundación Castillo de Loarre. Fotografías: Antonio García Omedes. Tel. 609 493 349 - Fax 974 382 717. E-mail: rapelu@hotmail.com - Web: www.castillodeloarre.org

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Prólogo Encargado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de la conservación de algunos monumentos nacionales de Aragón y Soria, no solo por cumplimiento del deber sino también por el cariño al arte antiguo, siempre revelador de bellezas y semillero de enseñanzas, he ido tomando cuantos datos he podido en las visitas reglamentarias que he hecho. De nada sirvieron al Arte, ni aún a uno mismo, todos estos apuntes sacados, si no se ordenan y se pusieran en limpio y aún puestos así, si no se publicaran para satisfacer a alguien más que al que los colecciona. Por ello al ver anunciado el concurso que el Círculo de Bellas Artes de Madrid (continuando la muy plausible labor artística comenzada hace tiempo) ha abierto para premiar dos memorias acerca de los monumentos de Arquitectura cristiana española hasta el siglo XIII y que sean poco conocidos o de nueva descripción comprendiendo principalmente aquellos que puedan ilustrar acerca del origen y desarrollo de la cripta, me he decidido a enviar este trabajo acerca del Castillo de Loarre, trabajo ligeramente empezado a publicar en la desaparecida revista mensual Arquitectura y Construcción ya que en este castillo está la cripta de época y ya que no se ha publicado hasta ahora ningún trabajo serio y responsable de este monumento, tal como yo puedo hacerlo. Y si se quiere dar cuenta de la impresión que produce la contemplación de esta joya románica aragonesa, véase como un escritor joven, digno paisano de Eusebio Blasco y Cavia, esculpió su sentir en la primera pagina del álbum que los “Amigos de Aragón” dejaran en manos de la Villa de Loarre para que en él estamparan sus firmas los visitantes del Castillo: ¡Castillo de Loarre! ¡Cuando el viajero llega a cruzar tus altos muros, a enfrentarse con el valiente y severo dorso de tu ábside, ha tiempo que tu altiva silueta le ha subyugado, señora del peñascal rocoso de la sierra. Dominas la llanada y de luengo camino se descubre tu altivez de infanzón de piedra, guardián de históricos recuerdos de guerra y de amor. La hiedra cubre con su manto de verdura las heridas que hicieron en tu cuerpo las saetas del tiempo. Sendero de cabras a tu lugar conduce, mas por bien gastadas da el viajero sus fuerzas cuando ante el ábside te admira y en tu escalera se asombra y desde tus alturas atalaya la extensa planicie de tierra aragonesa que lo fue de nobles y de hidalgos. Largo el camino, duro el repecho, penosa la subida… pero fiero el conjunto, bellos los detalles, dilatado el campo de tu panorama… Lejos estás, Castillo de Loarre; pero con creces pagas la jornada! La altura de la Villa de Loarre sobre el nivel del mar se dice que es de 819 metros y la del Castillo 1070, llegando a 1505 la de la punta de Pusilibro, cima que está sobre el monumento; al menos así lo afirman en su libro los primeros escritores de la época moderna que han publicado algo sobre esta joya románica; los Sres. Pano y Monserrat en su obra Aragón Artístico escrita hacia el último tercio del siglo pasado. Compone mi trabajo todo cuanto he podido coleccionar acerca de Loarre. Deseo que no sea este mi último trabajo acerca de él, puesto que espero tener que hacer más visitas y en ellas corroborar algunos datos y aumentar los que poseo, hasta llegar a descubrir cuanto fuere posible; mi mayor satisfacción será, independientemente del resultado de este concurso, que este trabajo se publique y propague, no por la calidad discutible de mi labor sino por la cantidad de ella, ya que no creo pueda nadie proporcionar un tan grande caudal de planos, fotografías y dibujos de tan interesantísima joya del arte románico aragonés. Zaragoza, mayo 1917. El Arquitecto, (Firmado) Luis de la Figuera Lezcano

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El Castillo de Loarre: Estado del castillo antes de comenzar las obras de conservación Encargado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de proyectar las obras necesarias de conservación en el recientemente declarado Monumento Nacional Castillo de Loarre en la provincia de Huesca, procuré ante todo leer cuanto pude hallar a mi alcance acerca de dicho monumento y después de saborear los eruditos escritos de Lampérez, Pano, Gil, Cuadrado, Gascón de Gotor y Delarco, reclamada y conseguida al momento la compañía y ayuda de un joven y valioso compañero, Teodoro Ríos, emprendí en julio de 1913 mi primera visita de inspección, lleno de impaciencia por ver la realidad de lo que abundantes veces había forjado mi imaginación modelando la masa monumental contemplada en láminas y leída en descripciones y lleno de temor porque no fueren bastantes mi voluntad -con ser mucha- y mis conocimientos -más escasos de lo que yo anhelaba- para llevar felizmente a cabo empresa arqueológica tan importante para nuestra historia patria artística como era la conservación del monumental Castillo de Sancho Ramiro. Podía hacerse entonces el viaje a Loarre de dos maneras desde Huesca por buena carretera de unos 30 kilómetros en carruaje ordinario que salvaba esa distancia en unas tres horas y pico, o desde la estación de Ayerbe del ferrocarril de Jaca en caballería por un camino hasta llegar a la parte de carretera concluida en la proyectada de Ayerbe a Loarre; terminada hoy esta carretera de unos siete kilómetros, se salva ya la distancia de Ayerbe a Loarre en poco más de media hora en carruaje.

Vistas de las partes S y O.

Torre del vigía y parte S.

Construcción de uso desconocido.

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Con la ansiedad y preocupación ya manifestadas, montados desde el pueblo de Loarre en seguras y modestas caballerías y, aspirando los perfumes del boj y de las muchas plantas aromosas de la sierra, fuimos ascendiendo por la serpenteante y pedregosa senda que va hasta una de las puertas de la muralla que cierra el recinto que hay ante la regia mansión y al irnos aproximando e ir descubriendo, poco a poco, los detalles de aquel conjunto dantesco que ofrece el exterior de la señorial morada asentada en las estribaciones de una sierra, íbamos lamentando el estado general de ruina en que se hallaba y por ello, pasada la primera impresión recibida al admirar la vetusta obra de arte alzada por la mano del hombre a modo de nido de águila en aquel peñascal bravío, se dolía el visitante del olvido injusto y censurable que hasta entonces se había tenido al ruinoso monumento. El Castillo de Loarre se alza por sus lados Norte y Oeste sobre acantilados de bastante altura que le sirven de muralla natural y cimientos sólidos y por el resto de su perímetro tiene delante un recinto cerrado por muralla de planta poligonal en los lados Sur y Este y por la mole rocosa que ya con sus mallos (o agujas naturales de piedra), ya con masas verticales robustas formarían en otros tiempos una barrera inaccesible para el que intentara penetrar en él. Hoy, caída parte de la muralla, queda abierta ésta y es fácil el acceso a su interior. La muralla deja ver las huellas del tiempo, pues no se conserva parte alguna con su terminación completa, habiendo desaparecido el almenado o las barbacanas o lo que hubiere en su cima y hasta los tambores cilíndricos que en número de diez hay, no conservan en su parte interior hueca más que huellas de los salientes de las defensas que hubiere, sin que se pueda hoy rehacer las dimensiones y particularidades de ellos. Hay en la muralla dos puertas; una, que es la primera que se encuentra al subir, está en torreón cuadrado y debió tener mucha importancia, pues se ven cerca arranques de arcos que la unirían con construcciones del recinto. Está situada su entrada en el lado Oeste del torreón y luego su segunda puerta en el lado Norte del dicho torreón; se le suele llamar la puerta de los Reyes y su entrada era muy difícil; había que esperar para entrar por ella, a que se hicieran las correspondientes obras de desescombro y arreglo. La otra puerta se halla al Este y está colocada entre dos tambores; se conserva en mejor estado, aún cuando se ven huellas de reformas y delante de ella termina la senda de subida que parte del pueblo; desde la dicha puerta iba un camino estrecho hasta la verdadera puerta de ingreso al Castillo. En ambas puertas no han quedado huellas de la situación y emplazamiento de las puertas o rastrillos o puentes que hubiere y sólo se ven agujeros que alojarían las trancas de dichas puertas. Al pie de toda la muralla se veían entonces montones de sillarejos allí detenidos, ya provenientes de la misma

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muralla al derrumbarse, ya de muros antepechos de sendas que hubiere por el recinto, ya de muros de construcciones desaparecidas del dicho recinto, ya, en fin, del mismo Castillo y que cayeran hasta allá al rodar por las vertientes de la ladera, Llama la atención que en este espacio comprendido entre la muralla y el Castillo no se vean claramente huellas de alguna plaza de armas importante; sólo se adivina que pudiere estar en los hoy llamados campos de la Virgen y que son unos terrenos de dentro del recinto algo horizontales y planos, de alguna extensión y que se hallan bajo el gran mirador de la llamada sala de la Reina. Hay que observar que la roca está a flor de tierra y para hacer una gran plaza hubiera sido preciso picar la dicha roca en la extensión necesaria y en alguna profundidad.

Fachada E.

Ábside.

Relieve de la portada.

Parte alta de la torre del vigía.


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Piso postizo contra la portada

Trompa de la doble cúpula.

Mirador de la Reina.

principal.

Delante de la parte Sur del Castillo casi enfrente de su entrada y en plano inferior a ella en unos cinco metros existe una torre cuadrada pequeña (llamada por algunos del Vigía), a la que difícilmente se llegaba por escabrosa senda abierta en la ladera y sólo se podía decir de ella entonces, que desaparecida su cubierta y bóveda que la protegieran de lluvias y nieves, se veían y se ven hoy a lo alto de los muros bien conservados, el intradós y tras dos de las trompas que hacían pasar a la construcción de la planta cuadrada a la octogonal. Como que la superficie de planta es pequeña (pues sólo tiene unos cuatro metros de lado) ¡que fácilmente y con que poco coste se podría rehacer la bóveda y cubierta sin que padeciera el aspecto antiguo de la construcción! Hoy día, y confirmando el nombre de vigía con que algunos la distinguen, sirven los mechinales de sus muros para albergar a grandes aves de rapiña que apenas oyen los ruidos de las proximidades del hombre, salen a saludarle con sus agudos y alegres gritos, volando majestuosamente por cima del recinto como inspeccionando las causas que motivan al hombre para venir a turbar el silencio de las augustas ruinas. En plano un poco superior al de la base de esta torre, se veía desde la senda de subida una construcción pequeña de sillarejo como colgada a manera de nido grande y en cuyos muros no se veía ni puerta ni ventana ni huella de que hubieren existido; tan sólo había un agujero abierto posteriormente, sin duda, y para subir al cual había que trepar como cabras por los salientes de la roca casi vertical y en un plano más inferior se veía un abovedado ruinoso entre macizos de roca, así como restos de muros en los alrededores. El día en que se tracen cómodos caminos por el interior del recinto se podrán estudiar, todas estas construcciones y restos de ellas y acaso se llegue a establecer la unión que hubiere en tiempos entre todas.

Patio alto.

Estancias cubiertas, llenas de escombros.

Patio interior.

Patio alto.

Todo lo hasta ahora apuntado es lo que podía verse del recinto en aquella época y entonces no fue posible hacer mediciones exactas ni del recinto, ni del interior del Castillo -tales eran las sendas y escombros que había- para ver si era aceptable la planta general publicada en la notable Memoria del Sr. Gil (Burgos, 1905). Sólo, sí, pude ver en el gabinete de trabajo, a los pocos días de la visita y al poner en limpio algunas mediciones, que no era exacta dicha planta y hasta tenía pequeños errores en el trazado del perímetro.

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Y escrito lo que antecede, hora es ya de que entremos en el verdadero monumento. Al desmontar el viajero junto a la puerta vulgar que daba entrada al Castillo y que se abría en la lateral de un pabellón que a modo de pegadizo se levantaba en la parte Sur, no podía menos de mirarse con ira a dicho pabellón, pues se cercioraba al momento de que era una construcción allí levantada posteriormente con sillares extraídos de otras construcciones del Palacio y entre los cuales se veían algunos con labras antiguas (entre ellos un ajimez pequeño), y mayor era el coraje cuando traspasado el umbral de la citada puerta se observaba que esta construcción, adosada en mala hora, había mutilado la entrada principal de la regia morada (entrada que en vano buscaba el viajero) y había quitado luces a la severa y grandiosa escalera que, cubierta con bóveda ascendente, parecía entonces un túnel oscuro. La planta baja de este pabellón era tan sólo un portal o vestíbulo sin más hueco que la puerta de entrada y una brecha abierta en el muro y generalmente cubierta (para evitar los efectos del viento que siempre entraba por ella) y una cuadra o almacén. Lo que en esta planta se veía de la primitiva portada eran dos columnas con sus capiteles, soportando puentes de madera necesarios sin duda para los maderos del piso que se había echado allí, existiendo en la parte interior de la jamba de la derecha y ocupando un sillar la inscripción adjunta. Las hojas de la puerta del Castillo habían desaparecido y se ven los agujeros para alojar las maderas de seguridad o trancas como en el país se llaman. La escalera, de una sola tramada en esta parte y compuesta de unos 27 peldaños, tiene su traza la particularidad de que en sus extremos se alzan como aceras más altas que la parte del centro; ¡qué emoción se siente al reconstruir alguna de las muchas entradas triunfales que ascenderían por ella, yendo por el centro sus regios moradores con el correspondiente séquito y por las laterales altas las mesnadas guerreras! Casi a la mitad de dicha tramada y en sus muros laterales, hay una puerta que conduce a los locales que constituyen la primera planta del Castillo; en la izquierda hay un abovedado -entonces muy oscuro- con una puerta en el muro del testero principal que conducía al piso primero del pabellón pegadizo y adosado a este mismo muro escaleArco de paso y entrada a la torre del homenaje. ra moderna que conducía a

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los pisos altos de dicho pabellón. Dicho piso primero del pabellón postizo era un local que se utilizaba para comedor en las romerías al Castillo y, en el muro correspondiente al antiguo Palacio se veían los restos de la antigua portada que consistían en parte de un arco con su ajedrezado correspondiente y la mitad de un friso con la estatua mutilada del Salvador. En el muro lateral se veía un pequeño ajimez colocado allí de no se sabe Torre del homenaje. que otra construcción. Exteriormente se veían en los muros de este piso un trozo de este friso de la portada y alguna piedra que seguramente pertenecería a esta misma; esto me hizo tener la esperanza de que en el derribo que en su día se hiciere se encontrarían más piedras de la portada y fue un acicate más para trabajar en pro del derribo de dicho pegadizo.

Vista del ábside con su altar ba-

Columnas del ábside.

rroco y pinturas.

La Virgen del s. XII desprovista Arquería del ábside.

de los manto.


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En la parte derecha de la escalera hay una estancia abovedada en cuarto de esfera llamada por muchos cripta, aún cuando no es subterránea y recibe luces del exterior; sobre la puerta de entrada hay un sillar cuya copia adjunto; las paredes estaban encaladas de tal modo que no se podía adivinar las bellezas que seguramente había bajo dicha cal en capiteles; cornisas y arcos de sus paramentos; sólo entraba luz por una aspillera pequeña pues los demás huecos estaban tapiados. Varias de las columnas de los arcos de las cinco ventanas de la iglesia estaban faltos de sus fustes. Un altar moderno estaba en el centro de la parte circular de su planta, tapando parte de una de las ventanas y en el ángulo de la izquierda salía la roca por cima del pavimento hasta cerca de un metro de altura. Llamaba la atención que paralelamente al muro y alojada en su grueso se veía a la derecha una angosta escalera cerrada al llegar al octavo o noveno peldaño, y enfrente de ella y en el muro lateral otra huella de arco; ¿sería, sin duda, el principio de algunas escaleras que alojadas en el muro condujeran desde la llamada cripta a la iglesia alta como suponía en un brillante informe el Secretario de la Comisión de Monumentos de Huesca señor Llabré? En su día se verá si es cierta tan fundada sospecha.

Patio Alto.

Construcción moderna adosada.

Pasemos a otro piso del Castillo. Continuando la escalera regia que abandonamos a su mitad de recorrido para entrar en el primer piso, llegamos a una meseta de la cual parten dos continuaciones; a la izquierda y en tramo perpendicular al primero conducen cuatro pelda-

ños a un espacio triangular descubierto cuya techumbre era una bóveda de frondosas plantas silvestres que apenas dejaban pasar la luz; en uno de los lados había unos arcos en cuyo interior se veía la roca y en el lado opuesto se alza una portada formada por un arco ajedrezado sostenido por dos columnas con capiteles de buena traza y en muy buen estado de conservación; esta puerta conduce a la Iglesia. Apenas se entraba en ella quedaba el viajero admirado de la traza de la cúpula y del ábside tan bien descritas por el ilustre compañero señor Lampérez en su obra Historia de la Arquitectura cristiana en la Edad Media pero pronto se aguaba tal admiración al ver encalados muros, arcos, cornisas, capiteles y bóvedas con pintarrajeadas hojarascas y escenas religiosas que alguna mano poco experta trazó allí en mala hora para el arte! Se aumentaba el descontento al ver como un altar grande barroco ocultaba la mayor parte del ábside y cómo se había levantado muy posteriormente un coro cuyo piso estaba sostenido por un puente apoyado en su centro en una columna antigua (quitada de otro sitio) rematada en capitel antiguo y sencillo; todavía se había colocado modernamente un púlpito vulgar moderno... ¡Qué pronto corroboré que siguiendo los estimables consejos de cuantos habían escrito acerca del Castillo tenía allí mi labor ya definida con tanto atropello artístico ejecutado! Renuncio a describir cómo estaba entonces la Iglesia para descanso de quienes hasta entonces habían consentido con su ignorancia o con su pasividad a sostener el estado tan antiartístico en que se hallaba; los clichés que acompañan y que se pudieron sacar (a pesar de la poca luz que entraba por las pocas ventanas abiertas), darán cuenta de su estado. Se veían algunas grietas por bóvedas, trompas y muros, pero pronto me consolaron los acompañantes de la localidad, asegurando que eran muy antiguas y por tanto había que pensar en movimientos de asiento recién hecha la fábrica de sus muros. He de hacer observar que influido por un escrito del Sr. Gascón y Gotor acerca de la época en que fue tallada la imagen de la Virgen del Castillo, hube de hacerla despojar de los mantos que la cubrían -labor por nadie hecha hasta entonces- y apareció la imagen sedente, vestida, estofada, algo restaurada recientemente, con el Niño sentado en las rodillas y pudiéndose ver todavía el sabor de una obra del siglo XII; puede verse en el cliché correspondiente; fue curioso encontrar cosidos con alambres ya oxidados los dos últimos mantos de los siete u ocho que la cubrían y que hubo que cortar para poder sacar los últimos mantos. Desde la Iglesia y por una puerta que sería en sus tiempos ventana, se entraba al segundo piso del pabellón postizo, al cual también se iba por escalera particular; en dicho piso estaban dos locales pequeños y en el piso último la cocina y otro local.

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Sigamos ascendiendo por el interior, ya descritos lo que pudiéramos llamar los dos primeros pisos del Castillo; obligados por los desniveles de la ladera. La continuación de la escalera por la parte derecha seguía en abovedado que cobijaban unos seis peldaños y al cabo de un recorrido de unos 14 metros en planta, doblada la escalera, se dividía en dos partes; a la izquierda subía paralelamente al segundo tramo y al frente seguía hasta tropezar con un murete elevado modernamente para contener escombros. Siguiendo, pues, el de la izquierda, se llega a un patio cuadrangular alargado, rincón ruinoso, poético, lleno de arbustos y plantas silvestres (hay allí higueras, violetas, perejil, cicuta...) que, presididas por la hiedra, trepaban por los muros, dando al conjunto ese misterioso y atractivo ambiente lleno de poesía que encontramos muchas veces en las ruinas solitarias de los artísticos castillos y palacios derruidos. ¡Lástima grande que en el dicho patio limitado por dos de sus lados por el muro de la Iglesia y el de la llamada torre de la Reina, la hiedra, al igual que el manzanillo, matara acariciando, pues no sólo había que imputarle el que tapara un ventanal de la iglesia y algunas ventanas de la citada torre, sino que entrometiéndose por las juntas de los sillarejos, fuese posesionándose de las rendijas, se hinchara y desarrollara allí y fuere empujando y destruyendo! Parte de uno de los ángulos de este patio se halla sin suelo, pues corresponde a la parte del patio triangular de entrada a la Iglesia. Desde este patio podía irse a dos partes del Castillo; por el frente se halla el ingreso de la parte alta de Palacio y por rampa paralela al tramo de entrada, a otros departamentos del Castillo. Sigamos esta segunda rampa y llegaremos a un mirador con ventana ajimezada, desde el que se descubre hermosísimo panorama, y después pasamos a otro departamento cuya bóveda y muro a fachada amenazaban ruina próxima y en cuyo muro había dos aspilleras y una ventana ajimezada y saltando y brincando por sillares caídos y montones de escombros y tierras, que sin duda alguna taparían restos curiosísimos, se llegaba a otro departamento, limitado por un lado con la torre del Homenaje. Dicha torre no tenía puerta de ingreso ni huella de ella y los diferentes sue-

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los de sus pisos estaban caídos, viéndose en uno de sus muros las huellas de una subida de humos construida en piedra; todavía se ven las almenas de la mayor parte de sus muros. ¡Hermosa atalaya desde lo alto de la cual se debe descubrir la mayor parte de Aragón! ¡Cuántas veces desde sus almenas se seguirían los incidentes de las luchas que sostuvieran en el llano las huestes salidas del Castillo en busca de conquista o de defensa! Del local cuadrangular sin bóveda, se pasaba a un ala del edificio en la que se veían subdivisiones de ella hechas por muretes sobre arcos enterrados hasta sus claves y allí la hiedra, el boj en proporciones extraordinarias, las higueras y plantas silvestres se habían enseñoreado de aquellas ruinas constituyendo un conjunto cuya contemplación causaba una mezcla sedante de dolor al ver tanta destrucción causada por el tiempo en complicidad con la negligencia humana y de placer al admirar tan poético cuadro de quietud y arte natural sólo turbado por los gritos de las aves revoloteando por encima en majestuoso vuelo hoy imitado por los modernos aviones! Arranque de la bóveda. ¿Qué habría debajo de aquellos escombros? ¿Qué sorpresas nos guarda el Castillo? Volvamos pasos atrás y entremos por la parte más alta del Palacio. Se encuentra a la izquierda un gran solar cerrado por un lado por los muros de la iglesia, por otro por el muro de un abovedado y otro muro con dos ventanas aspilleras y un gran ventanal y por otro lado por muro que estaba en estado ruinoso; finalmente por el cuarto lado con restos de construcción y un espacio abierto como patio. El muro con el gran ventanal debió pertenecer a la llamada sala de la Reina y efectivamente que allí debió haber habitaciones de persona importante, ya que desde el ventanal dicho se domina con la vista todo el valle de Loarre, Ayerbe, Bolea, Huesca, etc. Había un aljibe desde cuya parte alta se entraba a gatas a dos abovedados llenos de escombros hasta las claves de los arcos. La torre llamada de la Reina tenía también, como la del Homenaje, sus suelos caídos y desde su interior, visitable en su planta inferior, se veían las ventanas ajimezadas de sus muros completamente tapadas al exterior por la hiedra. Hacia el S había un muro en el que se veían huecos tapiados que seguramente al descubrirse nos mostrarían alguna otra parte del Castillo y también se veían en el muro divisorio huellas de construcciones que allí hubiera y que dividirían ese espacio en dos partes, una como patio y otra,


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una construcción de tres pisos. En este muro se veía la salida de un arco de paso que iba desde el último piso de la construcción que allí hubiere a la torre del Homenaje. Desde la parte hoy llamada el Jardín o Huerto de la Virgen (por haber habido allí hasta hace poco un huerto destinado a sostener con sus productos el culto de la Virgen), se pasa por una rampa y por puerta moderna abierta en el muro al patio en el que hay en su suelo agujeros abiertos por el tiempo en los abovedados que debe haber enterrados. Finalmente, el local del patio alto es un abovedado sin cubierta con puerta al patio, ventanas al exterior y al patio, y en el cual hay en su parte E un ábside pequeño con un hueco mirando a saliente. Continuando la escalera se llegaba al llamado Palomar de la Virgen, un suelo en estado bastante ruinoso, encima de las bóvedas, desde el cual se veía también el arco paso de la torre del Homenaje. Desde el patio alto se veía el mal estado de los tejados de la iglesia, cuyas aguas se recogían por tubería en el aljibe inferior. La medición del solar alto me hizo comprender el error existente en el plano publicado por el Continuación de la escalera. señor Gil.

Tal era, en general, el estado en que se hallaba el Castillo de Loarre al girar la primera visita para tomar datos en que basar el proyecto encargado de conservación de dicho Monumento Nacional. Lo indudable, y por nadie discutido, es que dicho Castillo es muy merecedor del apoyo oficial, pues es una construcción digna de ser visitada y estudiada por cuantos se interesen por la historia del arte patrio y por la historia del arte militar antiguo. En su día daremos cuenta de lo ejecutado en dicha fortaleza, de lo que se ha descubierto y de lo que puede hacer en bien de la conservación de tan importantísima joya de nuestro arte pasado. No he de terminar sin hacer pública la plausible labor del pueblo de Loarre en favor de su Castillo, secundada por la Comisión de Monumentos de Huesca y sobre todo por el infatigable protector del Monumento, Diputado Sr. D. Miguel Moya.

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El Castillo de Loarre después de las obras de conservación hechas en 1915 Han pasado catorce meses desde que empezaron las obras de conservación del Monumento Nacional hasta que terminaron, y, dichas obras, interrumpidas dos veces y costeadas con la cantidad agotada de 24.611 pesetas, enviada en tres libramientos, han cambiado de tal modo el aspecto de la antigua fortaleza que bien merece su estado actual una relación detallada de ella y aunque pocos podrán poseer los muchos datos inéditos cosechados durante mis múltiples visitas, hubiera deseado que pluma más acertada que la mía describiera esa joya del arte antiguo, pues si en algo puede ganar aquélla a las demás, sólo será seguramente en deseos entusiastas de cumplir el cometido lo más exacta y afortunadamente posible, cual merece la obra monumental del antiguo Loar, tan admirada por cuantos tienen la fortuna de contemplarla. He de manifestar, primeramente, que al trazar y dirigir las obras que se me encomendaron, me he inspirado siempre, no sólo por obediencia sino también por convicción en el consejo razonado y plausible de restaurar conservando, y si alguna vez pudiera creerse, a primera vista, que me he atrevido a restaurar, si se mira despacio se verá solamente el resultado de detener la ruina de partes importantes, amenazadas de caer y arrastrar más obra, ejecutando obra nueva igual a la existente y que sirvió de modelo y de esa manera se evitó que se derrumbaran trozos grandes de obra y, a lo más, se podrá discutir si se debe o no colocar en su verdadero sitio, indudable, elementos salidos entre los escombros que, colocados, completan más el conjunto del monumento, y llevados allá lejos a las lamentables soledades de un Museo, acaso no fueren contemplados por el turista que visite la obra de los siglos pasados. Tales son los desniveles, distancias extraordinarias y montones de escombros, corredizos que hay en el recinto de delante del Castillo y sobre todo al pie de la muralla, que todavía no he podido levantar un plano exacto de aquél, pero sí puedo asegurar que el que acompaña a esta relación, se aproxima más al verdadero que el sólo publicado hasta ahora, que es el de la notable memoria del Sr. D. Isidro Gil, del cual se diferencia no sólo en lo referente a lo que existía antes al descubierto, sino en estar aumentado por los descubrimientos hechos con las obras ejecutadas. El recinto amurallado: El acceso al castillo se ha reformado notablemente, y en vez de llegar corno antes por senda no muy ancha a la puerta del lado E de la que partía, un camino estrecho hasta la portada del Palacio, se ha hecho una desviación de aquella senda (camino del monte llamado de Rasal) poco antes de llegar frente a la mura-

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lla S, trazando un camino ancho para carruaje que, subiendo en zig-zag hasta el torreón cuadrado, cruza por su interior y sigue por el recinto en ondulaciones que salvan las pendientes de la ladera hasta la puerta E de la que parte el antiguo caminito, hoy ensanchado hasta la escalera principal de la regia mansión. De esta manera y contando con el pronto trazado de un camino forestal en tramitación, se podrá llegar pronto en carruaje hasta la misma portada del Palacio, desde las carreteras de Huesca y Francia. La muralla que cierra el recinto se extiende por los lados N E y S, abarcando las partes de la montaña accesibles, desde el acantilado de la parte N hasta las agujas naturales de piedra (mallos en fabla regional) que hay por la parte O mide aproximadamente su perímetro unos 230 metros, estando constituida por diez tambores semicilíndricos circulares de cuatro metros de diámetro y dos puertas en los lienzos que unen a aquéllos; la primera puerta al S en torreón cuadrado y la segunda al E entre dos tambores cilíndricos circulares. Hoy sólo se ven en alzado seis de los tambores primitivos, faltando algunos lienzos de muralla en la parte S entre la puerta y los mallos y en la parte O. Abierto el hueco de entrada del torreón cuadrado se puede ya ver el interior de éste, no acertando a encontrar las huellas que con tan buen deseo hallará en tiempos D. Isidro Gil (según manifiesta en su notable memoria del Castillo), pues sólo se ven arranques de arcos que delatan la existencia de algún piso, pero nada de vestigios de rastrillos, puentes levadizos ni demás medios de defensa que debió haber, sin duda alguna. Hoy sólo se comprueba el coadyuvar a esa defensa la traza de puertas; se entraba exteriormente por el lado O y la puerta interior estaba en el lienzo N del torreón; cambio de dirección de acuerdo con la clase de lucha de aquellos tiempos. La puerta situada en el lado E entre dos torreones cilíndricos, se ve claramente hoy que ha sido reformada más de una vez y tampoco conserva huellas de las defensas que tuviere; sólo queda el hueco en el muro para formar la caja que contendría la tranca de seguridad de la puerta. Se ha colocado provisionalmente la puerta que había en el pabellón derribado, para que las caballerías que bajen del monte no entren por el recinto y estropeen los caminos interiores del solar. A la izquierda de esta puerta, vista desde su interior, hay en el lienzo adyacente a ella, un hueco rectangular pequeño (apenas cabe un hombre por él) abierto sin duda en tiempos modernos. Tiene dintel de piedra. Pronto se cerrará por considerarse portillo moderno y convenir cerrar todo acceso al interior del recinto.


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Desde la parte O.

Puerta del lado S.

Vista exterior de la puerta.

Del resto de la muralla, poco nuevo, se ha descubierto, pues no ha llegado la cantidad librada para desescombrar cuanto hay al pie interior de ella, y este escombro que llegará en algunos puntos acerca de dos metros de altura, ocultará acaso algún detalle interesante de las construcciones antiguas que ligarán la dicha muralla con el resto de la fortaleza. En los lienzos de cierre que hay al S, cerca del torreón cuadrado, se ven huellas de encuentros de muros y arranques de arcos que comprueban la existencia, siempre por mi sospechada de haber existido construcciones que unieran la muralla y el Palacio al igual que sucede en muchos análogos al de Loarre en importancia defensiva y fecha de su construcción. En algunos torreones se ven huellas del almenado con que terminarían y retallos en el paramento interior de sus muros acusadores, acaso, de los pisos que hubiere. También se ven en un lienzo de muro retallos en línea diagonal a manera de entrega de escalera, pero no se puede estudiar de cerca para ver si se trata de las huellas de los peldaños o de mala unión de muros reformados. Entre el Castillo y la muralla se veía antes sólo la llamada torre del vigía, pero a última hora se ha podido desescombrar algo por esa parte, encontrando huellas de los cimientos de los muros correspondientes a varios pabellones derruidos. Uno de ellos, pegado a la dicha torre, debería tener unos 12 metros de longitud (que era paralela a la fachada S de la torre) por 8 metros de ancho, siendo su

muro de un grueso de 1,20 y mostrando en la lateral E huellas de una escalera de bajada abierta en el grueso del muro al igual que las que luego se describirán entre la cripta y la iglesia, parece a primera vista que se trate del muro curvo de un ábside, pero el P. Huesca, en su teatro de las Iglesias de Aragón, marca claramente que en el Castillo había tres iglesias y esas tres se describirán después. En este pabellón se conservan las huellas de subdivisión de locales en un arranque de arco que tiene la particularidad de tener una ranura en medio de su grueso, indicando, sin duda, que allí habría alguna puerta rastrillo. Adyacente a este pabellón habría otro cuya longitud va orientada como el anterior y que mediría unos diez y ocho metros, siendo su ancho de unos cuatro. En el muro lateral E se ve donde estaba la puerta de entrada, pues se conserva dos sillares de la jamba. Perpendicularmente a este pabellón, se ha encontrado un muro de sillarejo sentado con mortero de barro; no se ha hallado todavía el paralelo a él, que demuestre haber habido allí otro pabellón, pero es de presumir que existiera alguna construcción sencilla que atara a las anteriores con la que sigue, para existir así camino cubierto desde la muralla al Palacio. Han salido también, ahora, los cimientos de otro pabellón que debía estar unido a la muralla, ya que los muros laterales irían a acometer a ésta según demuestran las huellas; el uno a un encuentro de muros a la derecha de dicha puerta, y el otro a un arranque de arco que se ve a la izquierda.

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A uno y otro lado de la torre del vigía (E y O correspondientes a las pendientes de la ladera) han aparecido sepulturas hechas con losas de piedra conteniendo algunos restos de más de una persona. En el lado E van formando pisos y el frente va acompañado de escalera en piedra. Es de lamentar que no haya podido llegar la cantidad librada para poder desescombrar más, pues seguramente que allí se encontrará un día una necrópolis importante. Lo que se ha comprobado al hacer estos desescombros y abrir estas sepulturas, es que no es la primera vez que se remueven todos estos escombros, ni se ven estas sepulturas; no hay palmo de terreno que no guarde en su seno algún hueso humano, y son varias las sepulturas en que a pesar de su dimensión pequeña para ello no alberguen huesos de más de una persona. ¡Qué de investigaciones se han debido hacer por quien sólo llevara por miras la rebusca de tesoros que vio trocados en riquezas para él despreciables y acaso perdidas para la arqueología! La llamada torre del vigía es de planta cuadrada, cuyo lado exterior mide cinco metros; debió tener tres pisos y se pasó de la planta cuadrada a la octogonal por medio de trompas, cuyo trasdos e intrados se ve muy bien hoy. No hay ventanas más que en el piso último y en el muro exterior del lado E hay varios sillarejos con dibujos en bajo relieve. En el lado S se ven huellas de haber acometido a ella edificaciones desaparecidas, pero que serían más modernas o, por lo menos, sufrirían, con el tiempo, alguna modificación, pues se ve claramente la huella de entrega de una cubierta a dos aguas. No sería muy costoso el reconstruir esta torre que se ve fácilmente como seria, pero mientras ello llega se ha echado un suelo inclinado de cemento para dar salida a las aguas que caen en su interior por no quedar nada de la cubierta.

Desescombros en la necrópolis. El hombre de la imagen esta de pie encima de una sepultura.

Vista del Palacio desde el lado S de la muralla.

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Al lado O de esta torre y a unos veinticinco metros de planta y tres metros de altura, se ha podido llegar a un abovedado rectangular de uso algo dudoso; se trata de una construcción en piedra abovedada en cañón apuntado, en la cual no se ve hueco de entrada ni de luz; sólo se ve el centro de la bóveda caído, y, acaso, en sus sillares desaparecidos estuviera algo de la clave de este problema. En el muro E hay hoy un agujero capaz para entrar por él una persona y casi se ve huellas de jamba. Su paramento interior está enlucido como si hubiera servido para aljibe. El suelo y parte de las paredes es de roca viva. ¿Por dónde entraría el agua? ¿Por el hueco que hubiere arriba? ¿Por dónde se extraía? Hoy se llega al agujero de entrada por la escalera de piedra hecha provisionalmente. Delante de este abovedado y a unos tres metros más bajo y hacia O, debió haber una galería abovedada, cuyo resto de comienzo de bóveda se ve todavía, partiendo de entre dos mallos que le sirven de contrarresto. Este abovedado debió llegar hasta cerca de la torre del vigía, uniéndose con el pabellón que debió haber pegado a ella. ¿No serían las caballerizas del Castillo? ¿No sería su abovedado vecino el aljibe que las surtiera? No se han encontrado hasta ahora más restos de construcciones en el recinto, pero es tal el escombro que hay en él, que creo que ha de haber enterrados más cimientos de obras antiguas que completarían la traza de tan interesantísimo ejemplar del siglo XII ¿Cómo no verse huellas de alguna plaza de armas? ¿Cómo no verse al exterior huellas de algún foso delante de las puertas? ¿Cómo no encontrar objetos en hierro, cobre o cerámica o monedas? ¡Cuánto se ha debido rebuscar durante siglos en aquel antiguo palacio real! ¡Cuánto objeto no habrá pasado a manos incultas que lo habrán arrojado a sitios desconocidos, quitando a la arqueología datos importantísimos de tan monumental obra! Sólo han salido dos objetos cuya copia se dará a conocer en otro artículo y unas cuantas chapas pequeñas de cobre sin trabajo alguno. Respecto a monedas dice el P. Huesca en su libro citado, sobre Iglesias de Aragón, publicado en el año 1796: Otra prueba nada equívoca de la antigüedad de Loarre y de que en todos tiempos ha sido pueblo ilustre, es la multitud de monedas antiguas españoles de caracteres desconocidos, geográficas, romanas y de los primeros reyes de Aragón, que frecuentemente se descubren en su territorio. D. Pedro Monreal, último vicario de dicha villa, que lo fue por más de cuarenta años, tuvo la curiosidad de recoger las que se hallaron en su tiempo. Me aseguró el mismo que en una sola vez había enviado a Madrid más de 200. Aun después vi en su poder más de 50, de las cuales me regaló unas 12 de las más exquisitas y mejor conservadas; otros sujetos consiguieron varias y en el año 1790, en que se murió, tenía un buen acopio de ellas Y hecho este estudio del recinto amurallado, es hora de pasar a la grandiosa fortaleza-palacio de Sancho Ramiro.


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El Castillo Palacio. Planta primera. Derribado el pabellón que en mala hora adosaron al muro S del Palacio, quedó descubierta la portada mutilada por quienes tan erróneamente levantaron dicho pegadizo y al no ver ahora el conjunto serio y artístico que tendría en su día y el cual forja la imaginación reconstruyéndolo con los elementos que quedan, vuélvase a lamentar la incultura de los tiempos pasados al no respetar al arte antiguo, mal aconsejados por egoísmos del momento. En el derribo del pabellón aparecieron 4 canecillos de piedra y 2 entrepaños o metopas que supuse al momento serían del conjunto de la portada, correspondiendo a la cornisa de ella; las dimensiones de dichas piezas responden a lo que allí hubiere. En efecto; la portada tiene 4,70 de ancho; si llamamos n al número de canecillos que hubiere, n-1 sería el de entrepaños y supoPortada descubierta. niendo que en las esquinas no hubiera canecillos dobles y dado el ancho de esos canecillos que era de 0,20 y de 0,34 el de los entrepaños, podremos hallar el número de canecillos que habría por medio de la siguiente fórmula, en la que hay que tener presente que debe quedar una pequeña cantidad para el grueso de las juntas: n x 0,20 + (n-1) x 0,34 =4,70 Deducido el valor de n, tenemos para él la cantidad de 8, con un sobrante pequeño, para las juntas. Corrobora, pues, la fórmula que serían de la cornisa de la portada las dichas piezas y es lógico que de allí fueran ya que al elevar el pabellón tuvieron que serrar los salientes del muro y nada más práctico que usar en el nuevo muro los detritus que de allí salieren para evitar arrastres y economizar piedra. También salió en el derribo un trozo del medio inferior del friso que va encima de la portada y se ha colocado en el sitio en que indudablemente estaría ya que las dimensiones de la piedra y la simetría no daban lugar a duda alguna. También en el muro había un sillar que era una ventana pequeña ajimezada muy digna de estudio y que no se ha colocado en parte alguna por no saber el sitio que ocuparía en su día; ambas piedras se ven en una de las fotografías insertas en la primera parte de este trabajo.

El marco ovalado que rodea a la imagen del Salvador en el friso de esta portada lleva una leyenda que hoy solo se puede leer en parte y sobre la que discrepan en sus escritos los que hasta ahora han publicado informaciones sobre este monumento. Isidro Gil después de habilidosa reconstrucción de la leyenda manifiesta que allí se documenta que el año 165 de la Era Cristiana se construyó el castillo. Esta opinión la acogió la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y el prestigioso Lamperez y alguien más; en cambio hay quien como Del Arco lee otra cosa y no deduce por tanto nada de fechas.

Portada descubierta.

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Mi modesta opinión la aplazo para cuando pueda subir hasta la leyenda y copiarla exactamente para interpretarla por mi parte o por quienes sean más autoridad en la materia. Se ha dejado entre el medio friso y los canecillos y metopas el espacio correspondiente al otro medio friso para que en su día se complete. Asimismo se ha colocado un tejadillo provisional para cubrir la portada de las lluvias. En la jamba derecha de la portada hay un sillar con una leyenda de la que he incluido una copia en la primera parte; lo que allí dice relativo a un siervo Tulgas no lo ha copiado hasta ahora exactamente nadie, ni en la distribución de las letras en las correspondientes líneas, ni en el verdadero escrito, ni en el carácter de la letra; yo pude sacar una copia bastante más exacta de ella, pero quiero tener la oportunidad de sacar una fotografía para que autoridades con quienes he consultado (como el P. Fita) puedan decirnos la verdadera fecha que allí hay escrita, quién era Tulgas, si allí está enterrado y la relación que pueda haber entre él y la construcción del Castillo, pues se han hecho deducciones acerca de ello por la fecha que allí está escrita. Como que hoy no pueden sacarse fotografía de la portada desde el frente y hay que hacerlo desde el costado, incluyo un dibujo de la portada y cuando haya oportunidad veré de hacerme con una fotografía de frente y con copias de la leyenda del marco, de una leyenda vista por alguno acompañando a la figura de un ángel y de cuantos detalles precisen sacarse. ¿Cómo sería el conjunto de la portada? Asunto es este que como otros análogos dejaré para un capítulo aparte al final en donde intentaré reconstruir algo del Castillo no llevado de la idea de acertar, si no impulsado por la obligación que creo tenemos (los que por encargo oficial de estos monumentos nos ocupamos) de poner de nuestra parte cuanto sepamos y podamos con arreglo a nuestras investigaciones en averiguación de lo que en su día fueron dichas joyas de nuestro arte pasado. En las jambas interiores de la portada aún se ven empotradas parte de las piezas metálicas que servirían para colgar las hojas de dimensiones grandes de la puerta que cerraría tan importante fortaleza. Cesemos de contemplar el grandioso murallón de la portada y el magnífico conjunto de su ábside de tres pisos y cruzando la puerta moderna que se ha colocado para cerrar la entrada a Palacio, subamos por la severa e imponente tramada de la escalera que salva el desnivel entre la portada y la planta de la Iglesia. Hoy se ve con más luz dicho conjunto. ¡Qué emoción se experimenta al contemplar aquellos muros ennegrecidos por el tiempo, separados de la bóveda de medio cañón que cubre la superficie de la planta por una cornisa ajedrezada, sillares casi todos señalados por signos lapidarios! Allá en lo alto de la escalera y junto al arranque de la bóveda vi un sillar oscuro que contenía algo como una fe-

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cha. Saqué impresión a la cera de él y me pareció ver claramente una M una X y dos o tres I. ¿Será acaso la fecha de la terminación de la escalera? Es punto importantísimo que estudiaré detenidamente al final del trabajo así como la sección originalísima de los peldaños de la escalera. Casi a mitad de la tramada y por puertas simétricas abiertas en cada uno de los lados, se entra a los dos departamentos que constituyen lo que podríamos llamar el primer piso del Palacio. Por el hueco de la derecha se entra a la cripta y por el de la izquierda a un local que debería ser el cuerpo de guardia. Entremos a la cripta: a uno y otro lado de la entrada y en el grueso del muro se ven unas escaleras angostas que comunican con la Iglesia; se han descubierto durante las primeras obras; ya el antiguo Secretario de la Comisión Provincial de Monumentos de Huesca, Sr. Llabré, las presintió en un luminoso informe que leyó a dicha junta; previa consulta que me hizo el Vocal de esa Junta y Arquitecto provincial Sr. Lamolla mandó hacer averiguaciones en una de sus visitas encontrando esas curiosas comunicaciones entre la cripta y la Iglesia; de haberse estudiado detenidamente antes aquello se hubiera previsto esa doble escalera y la dirección que llevaba. La de la derecha recibe luces de una aspillera pequeña abierta en el muro de la fachada principal.

La planta de la cripta es una superficie compuesta de un rectángulo y un semicírculo adosado al lado mayor; se cubre por bóveda semicilíndrica circular y cuarto de esfera, cuyas bóvedas parten de una cornisa ajedrezada que las separa de los muros. Se abren en estos y en su parte curva absidal cinco huecos terminados por arcos de medio punto realzados por cornisa ajedrezada que continua en imposta; tres de estos huecos están del todo abiertos formando aspillera hacia el exterior y los dos restantes están ciegos, en mitad de su grueso del muro, por dar a la caja de la escalera y no proporcionar por tanto luz a la cripta. Los diez capiteles de estos arcos se hallan en general en buen estado y contienen buenas labras de época interpretando fauna y flora; han desaparecido algunos de los fustes




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de las columnas; las basas son también de la época. En el rincón correspondiente a la parte más elevada del terreno de fundación aparece bravamente la roca por cima del pavimento. Aun cuando por este dato se comprende que debe haber poca profundidad entre el pavimento y la roca creo que se debiera levantar este, por ver si se encontraba alguna sepultura que diera luz sobre el misterio de la construcción de la fortaleza. Tapando gran parte del hueco central había un altar moderno que se ha trasladado al rincón derecha. En este centro, sin duda, habría un ara que cobijaría las arquetas de aquellos siglos que se conservan en la Iglesia Parroquial de la Villa y que contenían los restos del mártir San Demetrio. Adjuntamos una ampliación de una fotografía de una de las arquetas, pero no dan idea las copias que se hagan de la riqueza arqueológica que encierran aquellas joyas que pueden verse gracias a la amabilidad del Párroco de la Villa.

Foto parcial de la cripta.

De la cripta no se han sacado hasta ahora fotografías claras de su conjunto ni de sus detalles por la poca luz que hasta ahora ha habido; es labor a ejecutar, pues merecen copiarse claramente los capiteles y el conjunto de esta cripta tan bien conservada hasta ahora. ¿Es esta cripta la tercera de las Iglesias del Castillo que menciona el P. Huesca en su libro publicado en 1796? Si así es estaba dedicada a Santa Quiteria y fue durante algún tiempo la Parroquial de la Villa puesto que dice en su obra: A más de la referida Iglesia de San Pedro que era la principal hay en el Castillo otras dos; una en lo más alto junto al quarto de la Reina en honor de la Madre de Dios y otra abajo dedicada a Santa Quiteria que fue la Parroquial de la Villa. La población antigua estuvo junto al Castillo al abrigo de sus armas hasta mucho después de ganarse a los moros. ¿Pero la Parroquia no estaría fuera del Palacio aunque fuera dentro del recinto murado? ¿No sería acaso alguna de las edificaciones que existirían alrededor de la torre del Vigía? ¿No estará esto relacionado con el pequeño trozo circular de muro que he visto en uno de los cimientos de los muros? ¿Acaso por junto al recinto murado exterior haya ocultos algunos cimientos de alguna Iglesia? Punto es este que merece estudiarse y el cual podrá verse más claro el día en que se desescombre totalmente el recinto murado hasta llegar a la roca viva y así se vean de una vez los cimientos de todos los edificios que hubiere dentro del dicho recinto. Todavía merece citarse un sillar que hay en la jamba izquierda de la entrada a la escalera de la derecha; aunque labra moderna, esculpieron allí la figura de un cuadrúpedo que si bien parece perro, la forma de la cola semeja a la de un león. En el lado opuesto hay un local abovedado con cañón semicircular, y que apenas recibe luces de una aspillera alta que da a fachada principal. Por las dimensiones del local, por su situación cercana a la puerta, por su poca luz, todos coinciden en asignarle el papel de cuerpo de guardia. Del sillar que hay encima de la puerta de la cripta y que dentro de un círculo está el alfa y omega y otras iniciales solo diré, por ahora, que se ha copiado en la primera parte de este trabajo. Y pasamos ya a lo que podríamos llamar segundo piso del Castillo y al cual podremos ascender o por las escaleras angostas de la cripta o siguiendo la escalera principal.

Arqueta guardadora de reliquias.

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Planta segunda del palacio castillo Ascendiendo por la escalera principal llegamos al final de la primera tramada a un rellano del cual parten dos caminos a seguir; sigamos de ellos el que va a la izquierda en sentido normal a la primera tramada. Por medio de varios escalones llegamos a un patio pequeño triangular sin techumbre en uno de cuyos lados se ven restos de arcos grandes que contenían el avance de la roca; en este hueco debió de haber un sepulcro importante a juzgar por lo que dice le mencionado P. Huesca: El mencionado sepulcro estaba en lo alto de la escalera frente a la puerta de la Iglesia de S. Pedro donde lo he visto algunas veces. Años pasados lo abrieron ciertos hombres que hicieron algunas excavaciones en el Castillo buscando tesoros y no antigüedades y según me ha informado hallaron dentro los huesos de un cadáver, una espada y un pergamino que destrozaron sin llegar a manos de quien pudiera leerlo. Sin duda se trataba de algún personaje importante. Todo hace presumir que una vez más la ambición, al servicio de la incultura, nos ha privado de una joya de arte importante y de algunos documentos valiosos para la historia del Castillo. En el lado de frente está la puerta de ingreso a la Iglesia Mayor la cual se alza sobre tres peldaños y se compone de arco de medio punto sobre capiteles de flora clásica muy bien labrada y conservada, a los que sustentan columnas con sus basas. De estos capiteles se han obtenido fotografías. La hoja de madera de la puerta de entrada a la Iglesia ha desaparecido y en su lugar hay una moderna desde hace tiempo. En el rincón formado por los dos lados descritos aparece la roca avanzando como por muchas partes del Castillo. Entremos en la Iglesia y observemos antes de admirar su conjunto que no hay pila de agua bendita ni restos de su emplazamiento. Limpias las paredes y bóvedas del encalado y pinturas con que una mano torpe cubrió detalles y confundió líneas; derribados el coro moderno y el púlpito; trasladado el altar mayor barroco al fondo de la Iglesia; abiertas las comunicaciones con la cripta; abiertas las ventanas que dan al exterior y colocadas vidrieras y casi colocada ya el ara antigua y sobre ella el retablo de estilo con pinturas y cruz de época… ¡Qué grandiosidad la de aquella mansión religiosa! Es curioso observar que no se cuidaron de la planta irregular que adoptaban y no se detuvieron en desmontar más roca y trazaron el muro final de la nave oblicuamente a los muros laterales. Elegida así la forma de la planta de la Iglesia cubrieron el ábside con cuarto de esfera, el crucero con media esfera y la nave con medio cañón semicircular.

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Describamos el interesantísimo ábside. Alzado el presbiterio por una grada sostienen el arco triunfal del frente unos pilares con columnas adosadas en su mitad, rematadas por bellísimos capiteles muy bien conservados en los que dicen aparecen las figuras de Adán y Eva. La parte baja del muro circular del ábside levantada sobre el pavimento por un zócalo de 0,42 alto está constituida por trece arcos semicirculares sostenidos por columnas exentas. Aunque en el lado derecho hay un hueco cerrado por puerta moderna que da paso a un local pequeño que se utiliza como sacristía (alumbrada por aspillera que da a fachada) es todo obra moderna que espero desaparecerá con el tiempo. Si esta sacristía es reciente ¿Dónde estaba la antigua? Hay quien opina que se utilizaría para tal servicio la cripta, pero encuentro la opinión poco fundada ya que lo angosto de las escaleras no era propicio para un servicio continuo urgente y ya que las criptas se utilizaban como guardadoras de reliquias importantes en cuyos recintos se entraba lo menos posible. La arquería va rodeada de un ajedrezado que contorna sus arcadas y encima corre otra cornisa ajedrezada para recibir el segundo cuerpo del ábside que, terminado también por otra cornisa ajedrezada, recibe la bóveda de cuarto de esfera que lo cubre. De los 14 fustes de las columnas de la arquería baja son 8 monolíticos, de 2 tambores los situados en los lugares 2, 7 y 14 (contando de izquierda a derecha); de 3 piezas el 11, faltando los fustes de los 6 y 9 que acaso desaparecieron por molestar a la colocación del altar barroco.

Parte izquierda del ábside.


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Los capiteles 1 y 14 son de traza geométrica con algo de flora y uno de ellos recuerda a otro de S. Juan de Duero (Soria); los 2 y 13 llevan seres extraños viéndose en el 2 figuras sobrenaturales con sus cuerpos trenzados y cuyas fauces quieren tragar a seres humanos; los 3 y 12 llevan flora clásica interpretada según la época, estando el 3 en muy mal estado de conservación; el 4, en muy buen estado, muestra la finura de su Capiteles 4 y 5. ejecución esmerada al labrar la flora clásica; el 11 es una composición que hace pensar en la crítica a los vicios humanos al ver esculpidos seres en posiciones extrañas: el 5 y 10 ostentan figuras humanas yendo acompañadas en el primero por leones o cuadrúpedos parecidos; el 6 y 9 deberían ser análogos viéndose en el primero una flora de riquísima labra que recuerda a los bellísimos capiteles de la Aljafería de Zaragoza, hallándose en mal estado el segundo de ellos; el 7 y 10 lo forman lacerías y seres a modo de grifos y el 8 está enriquecido con cuatro figuras humanas aladas y con vestimenta de pliegues llevando un libro y un bastón. El segundo cuerpo está formado, al igual que el de la cripta, de cinco huecos, abiertos tres de ellos, formados por ventanales rectangulares terminados por medios puntos y avalorados por columnas con sus capiteles de traza muy cuidada y ajedrezado alrededor de los arcos y sobre estos, cornisa también ajedrezada. Los ábacos de los capiteles de los dos cuerpos van con labra de flores de la época. De estos capiteles no he podido todavía obtener fotografía alguna.

Capitel del Altar.

Remata la construcción la bóveda de cuarto de esfera; en ella había más de una grieta que ya se ha tapado y repasado así como las que bajaban interior y exteriormente por los muros. Donde estaba el altar barroco se ha colocado el ara antigua que estaba formando parte de dicho altar; se tiene proyectado terminar su instalación comenzada recibiendo la piedra del ara un par de columnas, una de las cuales estaba sosteniendo el coro moderno (y que indudablemente sería del ara y por no trasladarla lejos la colocaron allí) y la otra se pondrá en su día y sobre esta piedra se pondrá el retablo de época que se ha construido y en el que van pinturas sobre tela terminando todo una cruz del estilo general. Sobre esta ara irá sin mantos ni ropajes postizos, la imagen de la Virgen, tal como se veneraría en los pasados siglos. Es un ejemplar de esa época que aun conserva sabor artístico a pesar de los embadurnamientos que le han colocado manos pecadoras en el doble sentido de la palabra. También adjuntamos un dibujo del conjunto de este altar el día en que esté terminado. Los muros del crucero tienen en su fachada al S dos ventanas a la altura del segundo cuerpo del ábside y una a mayor altura; en su fachada N solo hay una ventana a altura igual a esta última; las cuatro son de la forma de las del ábside y tienen bellos capiteles en muy buen estado, de los que merece tenerse fotografías que en su día veré de obtener. En el muro N y junto al ábside hay un hueco que corresponde en parte al grueso de la bóveda de las escaleras y sin embargo en su interior se ha encontrado la huella de haber habido allí una tranca de madera para cerrar algo. ¿Sería algún díptico o tríptico y estaría allí el púlpito? ¿No sería alguna puerta antigua que diera a suelo hoy desaparecido por las muchas reformas que allí se han introducido? En este muro está la puerta de ingreso a la Iglesia. Sobre la planta cuadrada del crucero y por medio de dobles trompas cónicas de muy curioso trazado (y de las cuales se acompaña un dibujo) que pasaban de la dicha planta a la circular, se eleva majestuosa la cúpula semiesférica con que se cubre dicho crucero. Entre los arcos de los cuatro lados y la cornisa ajedrezada de la cual parte la bóveda hay unos ojos circulares que antes servían al estar cerrados para nidos de aves de rapiña; hoy se han abierto para dar más luz y ya no moran allí dichas aves que al ser despachadas protestaron rompiendo un vidrio de la ventana por donde solían entrar. También había grietas importantes en estos huecos; ya se han tapado. Las dichas dobles trompas surgen de una parte estrecha plana que descansa sobre una ménsula que contiene una cabeza muy bien labrada. Quise sacar fotografías de estas trompas y de sus ménsulas cuando estaba el andamiaje para rascar la cúpula; pero debido a los días de niebla que entonces reinaban y a la imposibilidad de evitar movimientos en el andamiaje para hacer exposición, solo pude obtener esa positiva que poca luz da sobre ello;

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sin embargo la incluyo como nota curiosa. En este crucero se ha debido hacer fuego en abundancia más de una vez pues se han encontrado los sillares de un buen trozo del lado S hasta una altura regular, todos negros como principio de calcinación. En esta parte se abren las dobles escaleras de bajada a la cripta cuya primera tramada está cubierta con bóveda de cañón y la segunda está sin techumbre, para salvar la cabezada. Las ventanas se han cerrado con vidrieras sencillas de cuya ejecución se encargó el Vocal de la Comisión de Huesca y Arquitecto Sr. Lamolla, previa consulta. La nave con que termina la Iglesia, de forma trapezoidal, se cubre con bóveda de medio cañón semicircular y en el muro S hay una ventana alta de igual composición que las restantes y con buenos capiteles y otro hueco más bajo abierto posteriormente cuando sobre esta fachada se adosaba el pabellón pegadizo. Arranque de las trompas. En el muro del frente y sobre el cual se ha colocado el altar barroco ya citado hay tapados dos huecos rectangulares que dan como luego veremos a un patio alto; estos huecos darían algo de luz a la iglesia y por ellos se podrían ver las ceremonias desde el patio alto que se describirá; hoy están tapiados. También asoma por este muro la roca como avanzando curiosa para contemplar el magnífico conjunto de la Iglesia románica. En total hay en el interior de la Iglesia 47 capiteles a los que hay que añadir los 38 exteriores del ábside y de las ventanas y los de la cripta que sumados con los dos de la puerta de ingreso hacen ascender a 87 los capiteles de esta importantísima joya del siglo XII. Continuemos la descripción de este piso del Castillo. Tomando la rampa que parte normalmente a la derecha de la escalera principal y en sentido contrario de la que conduce a la Iglesia, la cual está cubierta por bóveda de medio cañón semicircular, se llega a un encuentro de galerías cubierto por una bóveda de arista de aparejo primitivo y de la cual he de volver a sacar copia (que se ha traspapelado) y alumbrada por ventana aspillerada que sale a fachada E. Siguiendo la galería que parte de este encuentro y que tiene una dirección aproximadamente paralela a la de la primera tramada y que está cubierta por bóveda en cañón semicircular se encuentra a la izquierda un hueco de paso a un patio que luego describiremos y después otro hueco que da paso a un abovedado en cañón de cuarto de círculo, a modo de arco botarel continuo, que apoya por un lado en el muro de la to-

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rre del homenaje y por otro en la roca que sube hasta una altura de cerca de dos metros sobre el suelo del pasadizo; este paso que sale perpendicularmente a la galería sigue luego en dirección perpendicular y apoyándose en el otro lado de la torre del homenaje y recibido por muro en el lado opuesto; volveremos a hablar de este paso; retrocedamos a la galería para seguir el muro del lado E de la muralla; nos encontramos con una bóveda de arista nueva que se ha rehecho siguiendo la norma de la que existe en la escalera y luego se ha rehecho un trozo de muro; continuamos y llegamos a una estancia cercada por otro muro de la torre del homenaje y opuestamente por el muro E de fachada; pasemos este trozo de galería y llegamos a una estancia alargada situada entre un trozo del muro del lado N un muro exterior orientado al E y un muro oblicuo a este hacia en NO y el cuarto lado por otro muro de la torre del homenaje y otros muros del Castillo. Esta estancia está dividida por arcos casi de medio punto que arrancan del suelo y que no tienen huellas de estar cerrados en tiempos para subdividir esta estancia por lo que debieron trazarse para la subdivisión del piso de arriba; esta estancia estaba casi llena de escombros cuando empezaron las obras; tiene algún hueco a fachada que daría escasa luz por ello y por tener dos huecos de comunicación a otras estancias que debieron ser almacenes para conservación de víveres y haber hallado en su pavimento huellas de haberse hecho fuego en abundancia creo que estos locales eran grandes almacenes de víveres y acaso en ellos hubiera algún horno. Desde esta estancia se pasa a unas galerías que debían estar divididas (ya que no estándolo es grande y hay dos huecos de paso a una misma galería) y al final de su muro izquierdo a una estancia muy pequeña cuyo uso no se adivina hoy. Este pabellón sería muy importante pues se ven las huellas de haber constado de tres pisos por lo menos; las Galería de la escalera. mayores luces las recibía de la parte E en cuyo testero se ven ventanas aspilleradas y el comienzo de una bóveda. En un rincón de esta estancia se hallaron dentro de una bolsa bastantes piezas de cobre con forma aproximada a la circular pero sin grabado alguno sin duda para uso distinto al monetario a juzgar por el poco espesor que tienen; se guardan en el Museo Provincial de Huesca.


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vo solo una estereoscópica de su interior; de ella he sacado el adjunto dibujo que reproduce esa parte tan interesante del castillo. La torre llamada del homenaje no cabe hoy incluirla en piso alguno para su descripción pues como sólo se vio su interior poco antes de las obras (porque se podía entrar a gatas por un agujero abierto en el muro y que se ha cerrado dejándole solo una abertura para la salida de aguas del piso inclinado que en el se echó) no se puede hoy asegurar a qué altura esta su primer suelo; por ello haremos descripción separada de esta construcción. Y con esto puede darse por terminada la descripción de lo que podemos llamar planta segunda del castillo. De las galerías citadas (parte de las cuales estarían descubiertas ya que a ellas dan ventanas de otras estancias) se pasa al segundo abovedado descrito que rodea a la torre del homenaje; este abovedado que como el anterior hace pensar por su forma en empujes de importancia que provinieran de dicha torre (acaso de las bóvedas de los pisos) da paso por amplia puerta a una estancia abovedada en medio cañón que está dividida por un muro de solo un metro de altura y cuya estancia recibe escasa luz de una ventana que da al paso adyacente a la estancia alargada de los arcos y ya descrita; en el muro lateral que da a este paso hay abierto un vano grande salvado por un arco de medio punto cuyo uso no se comprende si no se piensa en rincón de bodega, propio para la conservación de líquidos, ya que esta estancia debió ser bodega conservadora de víveres. De este abovedado primero en cuarto de círculo parten varios escalones de piedra que conducen a estancias de otro piso.

Detalle de un friso del muro E, hoy caído.

He de advertir que junto a la parte de galería en la cual se ha construido de nuevo la bóveda por arista hubo que rehacer uno de los lados que la sostienen que corresponde a una parte de gran trozo de muro que cayó antes de las obras y cuyo muro contenía dos ventanas aspilleradas en este piso y una ventana ajimezada en piso superior; de este muro se conservan fotografías de su exterior y conser-

Vista del muro NE del pabellón N.

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Planta tercera del Palacio del castillo

Conjunto y ventana del muro de la Iglesia. Patio interior.

La planta tercera puede considerarse como formada por lo que se ha trazado en el anterior plano y si bien parte de lo incluido está a nivel un poco más alto, creemos dar claridad a la descripción admitiendo esa planta; si hubiere tiempo las secciones que se den a los pabellones y que se incluirán en este trabajo a ser posible, completarán el estudio. El primer hueco que se encuentra a mano izquierda en la galería continuación de la escalera, ya hemos dicho que conducía a un patio descubierto; este es de forma rectangular casi trapezoidal y está limitado por el muro de la caja de la escalera, por el muro de la Iglesia, por otro muro que se cimenta en la roca a poco más de metro del suelo de la rampa de subida que hay en este patio y de un muro de un patio más alto. En el muro de la Iglesia llama la atención una ventana que atesora unos bellos capiteles en muy buen estado y que hasta hace poco tapaba la hiedra completamente; esta misma trepadora oculta la mayor parte del muro de la torre llamada de la Reina ocultando una bonita galería de arcadas altas. Entremos por el frente al patio alto después de ver desde el hueco abierto que hay en el pavimento (y que se ha dotado de una baranda de material) el patio de debajo de entrada a la Iglesia.

Muro de la escalera.

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Oratorio de la Reina.

Se cierra el patio alto –llamado el jardín de la Reina- por un lado con el muro de la Iglesia y en el se ven cerrados los huecos rectangulares altos de que ya se ha hablado; sigue un pabellón, un muro a fachada principal y un muro al barranco que hay en la parte O y en el cuarto lado edificaciones del Castillo. El pabellón primero nombrado es un abovedado de un piso cubierto con cañón semicircular que hacia oriente tiene su ábside; en este hay una ventana abierta lo más oblicuamente posible para proporcionar la mayor luz de oriente; tiene dos ventanas aspilleradas a fachada principal y otras dos más una puerta al patio alto; por la forma y situación se trata del oratorio de la Reina (ya lo llama así el P. Huesca) llamando la atención la desnudez de paredes lo que hace pensar en que se buscaba la decoración con tapicería.

Corredor de la Reina.


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En lo que resta del lado S hay muro recio que contiene dos ventanas aspilleradas y en el centro del entrepaño entre ellas un gran ventanal ornamentado, llamado mirador de la Reina, desde el cual se descubre un hermoso y dilatado panorama de la región aragonesa; seguramente que el ventanal grande pertenecía a las habitaciones reales; lo que no se puede precisar es la distribución de ellas. Dicho hueco está avalorado con la acostumbrada cornisa ajedrezada y las columnas soportando el medio punto de su arco. Estas habitaciones reales debían ocupar la superficie formada por esta crujía de fachada y la que forma con ella escuadra; se han encontrado huellas de cimientos de división de locales y si a eso se añade los restos de columnas de diámetro importante que hay en uno y otro muro (estando las del muro del barranco separadas a igual distancia unas de otras) se puede reproducir algo de lo que aquello fue; lo que no admite duda es que aquellas habitaciones debieron ser de más de un piso pues no solo hace suponer la importancia de las columnas, sino también el que en este patio alto las construcciones eran de más de un piso y no iban a ser las más bajas las reales; por de pronto se ve casi formado un gabinete en esquina o rincón pues se ven los restos de los arcos y el cimiento de la columna que recibiría el encuentro de ellos. Hay gente del país que al ver que suena a hueco en algunos puntos de esta patio alto cree en la existencia de locales subterráneos llenos de tesoros; se han hecho requisas en busca de salidas de última hora al exterior pero se encuentra la roca al momento; mas creo yo en los huecos que haya entre roca y roca que hagan resonar los golpes que se den en ciertos puntos. Paralelamente a este muro que da al barranco y que se ha reconstruido en parte, va otro muro separado cosa de metro y medio y que desciende hacia el barranco. Personas entendidas que han visitado el Castillo han contestado a mis preguntas, creyendo en la construcción de un muro interior durante el largo asedio del enemigo para que este se encontrara al destruir el exterior y creer llegaba dentro, con otro grueso muro levantado para suplir al derruido. ¿No será mejor acaso una coraiça o alguna falsabraga? Veamos cómo las define el notable arqueólogo González Simancas de Portugal (Madrid 1910) que escribe en la página 93: Las coraiças vinieron a ser unos espolones de mayor o menos longitud levantados para impedir el paso por la zona polémica inmediata a la cerca o bien para defensa de las puertas. Y en la página 50: Falsabraga es según la Academia un muro bajo que para mayor defensa se levanta delante del muro principal y según un autor portugués son semejantes a las antiguas barbacanas que antes de la invención de la artillería se acostumbraba a poner al pie de las murallas y torres para resistir a los golpes de los arietes y catapultas y máquinas antiguas con que solían batir los

muros para que recebándose allí los golpes se preservasen los muros principales. Y aun añade que se llenaban de tierra los espacios entre el muro y la muralla. Pues bien, hay que observar aquí que el espacio entre muros conserva algo de relleno y que el muro al barranco sería el muro de las habitaciones reales o sea el que debía exigir mayor defensa. Yo creo más en la falsabraga que en la coracha, puesto que para que fuera esto precisaría ver cerca alguna puerta de salida al campo y no se han encontrado huellas de ello, a pesar de haber buscado mucho. En el rincón que forman esta parte de estancias reales y otras construcciones, se forma un local triangular en el que desescombrando se ha hallado más bajo el pavimento, al cual se descendía por unos peldaños de piedra interrumpidos antes de llegar al suelo y en uno de sus muros (el que da hacia la sierra) un hueco que sería puerta, ya que se ha encontrado todavía metida en la caja correspondiente, la tranca que aseguraba por dentro a la puerta y que se ha depositado en el Museo de Huesca; solo se conservaba el corazón de la madera. Indudablemente era una puerta de huida en caso extremo, pues desde su umbral al barranco hay aun una altura importante que salvar; sin duda se reservaba para ello el uso de escalas de cuerdas. También existe en ese local un muro curvo que sobresale un poco del pavimento; ignoro el destino de ese muro que viene frente al testero del cual parte lo que hemos llamado falsabraga.

Parte alta, jardín de la Reina.

Parte alta, rincón NO.

En sentido normal al muro del barranco o sea a continuación del muro que contiene esta puerta de huida, sigue el muro que poco antes de terminar contiene una puerta baja moderna que da paso a la boca de un aljibe que subviene a las necesidades de los visitantes del castillo; tampoco se ve del todo claro la edificación que hubiera en esta parte. Mucho más al fondo se ve el cimiento del muro de delante y casi todo el muro de detrás de un pabellón que tendría tres pisos, del último de los cuales parte el arco de

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paso a la torre del Homenaje; en uno de los pisos se ven las huellas de una subida de humos tronco cónica en piedra y en los dos pisos bajos los arranques de los arcos que subdividían las plantas del pabellón; también se ven en su muro lateral huecos de paso a pabellones adyacentes y en planta baja el arco casi de medio punto que arranca del pavimento y que daba entrada a un local que sería cocina puesto que en el se ha visto las huellas de una subida de humos como la descrita anteriormente y es de reducidas dimensiones.

Parte alta, pabellones al barranco.

También se entraría desde el último piso al de igual altura de la torre de la Reina. Hoy está instalada en esa supuesta cocina la que sustituye a la que había en el pabellón pegadizo de entrada y que se utiliza para los turistas y para las romerías de la Villa. Hoy se ve comunicación entre esta parte y la de las estancias largas que supusimos alParte alta, rincón NO. macenes, pero la puerta que las comunica es moderna y se cerrará en la primera ocasión. A la izquierda de este pabellón hay otros dos huecos semicirculares en el muro que estuvieron cerrados y que al abrirse se vio que daban paso a otro pabellón de cuatro o cinco pisos que hay hacia la parte del barranco. Se ha construido allí fuera de su verdadero sitio (por no poderse hacer hoy donde estuvo en tiempos) la parte baja del muro de cierre En este pabellón hay también huellas de una subida de humos en piedra y huellas de la acometida de una cubierta a un muro (acometida curva); del muro opuesto al barranco se pasa por un hueco de medio punto como los anteriores a unos abovedados que describiremos y en ese muro se ven huecos altos que hay que estudiar si son ven-

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tanas o puertas, en este muro se ven con gemelos (y algunos a simple vista) una hilada de clavos. Desde esta parte del Castillo se ven trozos de construcciones hacia la parte de las estancias almacenes de víveres que no se pueden estudiar ni en forma ni en altura. Volvamos al llamado jardín de la Reina y nos encontramos con la construcción llamada torre de la Reina; tendría en su día varios pisos de los cuales no se ve más huella que lo que indican los huecos de sus muros. No se ve más puertas de entrada que la de la planta baja que da al jardín y una en el último piso que comunica con el pabellón descrito del que parte el arco paso a la torre del homenaje. Esta torre de la Reina Parte alta, lado del barranco. tiene en su último piso y en dos de sus muros una galería de ventanas, hoy apenas vista por la hiedra, que casi las cubre, pero que se adivinan son de una traza poco vista por ser con doble o triple ajimez con capiteles de las columnas divisorias de planta rectangular. Lo que no se ve en esta torre es huella alguna de escalera entre sus pisos ni huella de estos. No creo que la usara la Reina; es muy interior y lejana a sus habitaciones y a su mirador y a su oratorio; más bien creo existiría alguna torre en el ángulo de las habitaciones reales de la cual no queda vestigio alguno y como la tradición importaría la existencia de una torre de la Reina en la parte alta y no se ve hoy más que esta torre a esta la llaman así.

Arco de paso a la torre del homenaje.

A esta planta pertenecen también estancias a las que hoy se pasa por la puerta moderna de la que hemos hablado, pero llegaremos por otro camino a esas estancias; retrocedamos ahora para hablar de los abovedados que tienen su entrada por el pabellón que da al barranco. Son de cubierta de cañón semicircular un poco apuntado y se han debido de utilizar como aljibes o uso análogo pues están


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enlucidos con mortero hidráulico teñido de rojo claro y en lo alto del muro del primero hay una piedra saliente como para arrojar agua, que corresponde en nivel con el suelo del patio alto llamado de la Reina; hay que tener presente que aunque parece se pasa a pie llano desde el jardín de la Reina a estos lugares hay un poco de rampa hacia el barranco, hay un peldaño entre el jardín y el pabellón y todavía hay que bajar de este pabellón al abovedado; y tanto es así que, aun dudo alguna vez y creo, que esto haya podido ser local para el baño, ya que desde el umbral de la puerta al suelo hay cerca de un metro. De este primer abovedado se pasa al segundo por hueco grande y desde este se puede subir al brocal del aljibe citado por escalera moderna construida en esta época de obras. Lo que hoy no se puede relacionar en nivel de suelos es este par de abovedados con el aljibe, cuyas dimensiones de planta y profundidad no he podido obtener. Por el patio contiguo a la caja de la escalera y por la rampa en tramada paralela a la Iglesia y a la que lleva a la parte alta del castillo se llega a una galería con su ventana ajimezada a fachada que está cubierta por bóveda de medio cañón y por cuya galería se va hacia estancias del ala E. Primeramente nos hallamos con una estancia abovedada a la cual se sube también por escalera de pocos peldaños que termina en el muro de fondo y cuyo abovedado tiene ventanas al patio descubierto interior; frente a este abovedado estaba el muro caído que contenía un ajimez y cuyo muro cerraba uno de los lados de esta galería de paso; por esta se iba al segundo piso del pabellón de estancias subdivididas por arcos (que he supuesto almacenes de víveres) en cuyo piso se ventanas a un patio estrecho interior; en el muro de este patio es donde se ve un sillar que contiene el letrero Sanctus; (¿Hay que pensar en el nombre de Sancho?). Junto a este patio y correspondiendo a la planta segunda de los abovedados para conserva de víveres y líquidos y de los abovedados en cuarto de círculo hay una estancia sobre la cual cruza oblicuamente el arco de paso de la torre del homenaje, cuya estancia no se puede precisar hoy día como estaría subdividida; tal es la dirección de los arranques de arcos, que solo se comprende que allí hubo encima un piso pero no se sabe cómo era subdividido. Y con esto queda descrito lo que pudiéramos llamar piso tercero del castillo.

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Pisos restantes del palacio Todo lo que se describa por pisos después de lo mencionado es ya problemático en su mayor parte. Así el piso cuarto se formaría con el último piso del pabellón del ala N (el que en baja está subdividido por arquería); con el último piso de las galerías que hubiera antes de él y que eran continuación de la escalera, a la que se sube por escalera reducida pegada al muro del ábside; con los pisos segundos de los pabellones que hemos llamado de servidumbre real (o sea los que están en el llamado jardín de la Reina) y del que da al barranco y los que estuvieron a igual nivel o aproximado en las torres de la Reina y Homenaje y del pabellón de las habitaciones reales. Pero todo este piso no se puede hoy determinar como se comunicaba entre si y de ahí que lo dejemos por ahora, ya que lo que precisa informar en este trabajo preparatorio es la descripción de cómo está hoy el Castillo de Loarre. Vendría después otro piso en el que estarían los últimos pisos de las habitaciones reales (suponiendo que lo fueren de tres pisos), los correspondientes de los pabellones de la servidumbre y del que da al barranco y los correspondientes a las torres citadas de la Reina y del Homenaje. Y quizá hubiere aun un último piso con el que hubiere todavía en el pabellón que da al barranco y las terrazas que pudiere haber encima de algunos pabellones. Lo que si merece que se describa es la llamada torre del Homenaje. ¿Es esta torre el antiguo Donjon de los castillos medievales? Por una parte así lo hacen presumir su altura dominadora de todo el Castillo; sus muros gruesos y algún otro dato, pero en cambio si había de ser el refugio de última hora para caso apurado de defensa –como Violet le Duc dice que eran los Donjon- hay que observar que la superficie de la torre, aun contando el número de pisos, no era muy grande para albergar mucha gente, que no hay muchas ventanas de luces y aireación en sus fachadas y que no se ve por parte alguna una salida pronta y franca para caso de huida, pues desde el arco-paso que la une en último piso al pabellón de la servidumbre, aun hay alguna distancia a la puerta única que se ha encontrado. Hasta ahora, de salida al exterior y además hay que observar que esa salida no es fácil. ¿Es que todavía en el Castillo está por descubrir el secreto de la huida en caso apurado de defensa? ¿Es que todavía nos reserva sorpresas el Castillo cuando se llegue a entrar al interior de esta torre y se pueda desescombrar o pisar en su suelo postizo y encontremos algo que nos resuelva este punto? Cuando se comenzaron las obras se podía entrar a la torre del Homenaje y entonces se echó un suelo inclinado de cemento para la salida de aguas

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de lluvia al exterior por una piedra saliente que da a la galería. Parece que no se vio nada en el suelo y que se dio con la roca, pero creo que debe esperarse a una más minuciosa inspección para poder responder a esto.

BOSQUEJO DE RECONSTRUCCIONES DEL CONJUNTO DEL CASTILLO-PALACIO Y SU RECINTO Y DE ALGUNAS PARTES Y ELEMENTOS DEL MONUMENTO Reconstrucción de la portada del Castillo: El publicista D. Isidro Gil en su mencionado folleto acerca de Loarre emite su opinión de que la portada del Castillo debía ser parecida a la de la ermita de Villargura (Burgos) desaparecida. A su amabilidad debo una copia de ella que incluyo pero no creo que se deba inspirar en esa portada románica quien quiera reconstruir la de Loarre. He hecho un estudio de lo que queda del friso y de las portadas románicas del país y de las románicas y más creo fuera parecidísima a la de la Iglesia de Carenac (lot) cuyo dibujo adjunto. En ella me he inspirado para trazar luego un bosquejo de lo que sería la dicha portada. Me parece que el día que se reconstruya la dicha portada no ha de discrepar mucho en lo que se acepte de lo que en ese bosquejo he trazado.


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AMPLIACIÓN DE LA DESCRIPCIÓN Y ESTUDIO DE LAS IGLESIAS Y CRIPTA El concurso abierto por el Círculo de Bellas Artes de Madrid se refiere según la convocatoria al estudio histórico de monumentos de Arquitectura Cristiana Española hasta el siglo XIII y que sean poco conocidos o de nueva descripción, comprendiendo principalmente aquellos que puedan ilustrar acerca del origen y desarrollo de la cripta. Hay que empezar, pues, por fijar la fecha del monumento y luego por estudiar la cripta y aunque ya se ha hecho bastante de esto en la descripción del Castillo (ya que como digo en el prólogo va tan íntimamente unido el Castillo con la Iglesia y la Cripta que a pesar de la convocatoria lo describo) voy a aumentar lo relativo al título con que encabezo esta parte. Para fijar la fecha del monumento recorramos todos los caminos. Si nos fijamos en las fechas que puede haber en los muros y bóvedas al momento tropezaremos con la lápida de Tulgas en la jamba de la portada, con el friso de la portada y con una cifra que yo he creído leer en la escalera. La lápida de Tulgas contiene una fecha leída de diversas maneras por cuantos se han ocupado de este Castillo. La Real Academia de Bellas Artes en vista de un calco que se le mandó de ella opina que debe leerse la fecha de 1083 o sea 1045 de nuestro calendario; así parece que emitió informe en 17 de diciembre de 1905. La Real Academia de Historia en su informe de 6 de febrero de 1906 nada dice de esa leyenda (al menos no tengo noticia de que la mencione). El R. Padre Ramón Huesca en su libro del año 1796 (Tomo VI, pagina 118 de su obra Teatro Histórico de las Iglesias del Reino de Aragón) lee la fecha de 1133 y por tanto el año cristiano de 1095. El Sr. F. Isidro Gil en su notable folleto publicado en 1905 lee la fecha 1134 y por tanto el año de Cristo de 1096. Quadrado en su obra Recuerdos y bellezas de España también dice haber leído la fecha 1134 y por tanto el año cristiano cree fuera el 1096;

Del Arco en su reciente obra (1017) lee 1084 y por tanto cree la fecha de 1046; siento no tener a la vista la opinión del culto escritor Gascón de Gotor. Por mi parte puedo decir que saqué una copia de ella y creo que está clara la fecha de 1083 o sea el año cristiano 1045. De la fecha que existe (si se puede considerar así) en el marco ovalado que rodea al Cristo del friso de la portada nada dice de ella en su informe la Real Academia de la Historia (no se, por lo menos, que de ella hable) pero la de Bellas Artes de S. Fernando alude a la interpretación de D. Isidro Gil y lee en ella como este el año 1103 que descontados los 38 consabidos de la diferencia con la era del Cesar quedan en 1065. Solo he podido encontrar opinión sobre esta leyenda (en los escritos de los que han publicado sobre Loarre) la del Sr. Del Arco que lee de modo muy diferente la leyenda y no encuentra fecha alguna. Respecto a la cifra de la escalera solo he hablado de ella por haberla encontrado en uno de mis últimos viajes y conmigo han leído bastantes vecinos cultos de la Villa después de mirar la impresión por mí sacada a la cera. Del Arco no la ve. Yo encuentro muy lógica esa fecha en la terminación de una obra tan importantísima como es la de aquella tan típica escalera. Espero la opinión de los nuevos visitantes cultos que vayan al Castillo. Pasemos a fechas documentales. El P. Ramón Huesca da cuenta de la Bula de 18 de octubre de 1071 (que tuvo a la vista copia de ella en Monte Aragón) fechada en Roma, en la que Alejandro II recibía al monasterio de Sancti Petri de Castillo de Luar. Pedro de Marca en su Marca Hispánica libro III capítulo XVI afirma (según Del Arco) que para contener y reprimir Ludovico a los sarracenos de Huesca puso guarnición francesa en el antiguo Castillo de Calagurris, hoy Loarre, confiando su custodia al conde Aureolo (hacia el año 799). Codera en su estudio Límites probables de la conquista árabe en la cordillera pirenaica dice que quizá alguna antigua fortaleza que existiera donde hoy se conservan los restos del antiguo Castillo de Loarre

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sirviese de guarida a Baúl y después al Conde Aureolo. Del Arco en su último libro cita documentos del Rey Ramiro I en los que nombra como señor en Luar o Logar a Fortunio Aznarez (año 1042 y siguientes). Ibarra publica un documento en su obra Documentos correspondientes al reinado de Ramiro I en el que el rey otorga en la era 1093, o sea año cristiano 1055 y en el Monasterio de S. Juan de la Peña scedula donaciones de señor Fortuño Mansiones de Manxones quem occiderunt in Loarre. Seguiríamos encontrando documentos publicados por escritores en los que se corroboraría la antigüedad del Castillo de Loarre antes del siglo XIII. Mi modesta opinión después de lo escrito es que aparte de que haya habido fortaleza en Loarre desde hace muchos siglos y cuyos restos han de encontrarse cuando se hagan más desescombros en el recinto amurallado, la construcción que hoy se ve debió empezarse antes de 975, fecha de la escalera (allí se ve 1013 de la que descontados 39 queda esa cifra), terminándose la portada en 1065 y enterrando allí al siervo Tulgas en 1045. Veamos ahora lo que nos dice la construcción. Los restos sueltos más antiguos que yo he observado son el ajimez que estaba en el pabellón derribado y el capitel que estaba en el coro moderno (cuyo dibujo se ha incluido en este trabajo). El ajimez recuerda mucho a la parte inferior de la lápida del Museo de León que el P. Fita cree es del siglo II o III de nuestra era; también recuerda su perfil al ajimez de Mérida. En cuanto al capitel que estaba en el coro y hoy sostiene el ara de la Iglesia tiene una ornamentación bastante parecida a la imposta de S. Pedro de les Puelles que se cree es del año 975 por lo menos. Hay un detalle constructivo que merece observarse; es la adopción de abovedados en cuarto de círculo a manera de botarel continuo alrededor de dos de los lados de la torre del Homenaje; recuerda este detalle constructivo lo que los bizantinos hacían para contrarrestar los empujes de las bóvedas. Yo creo que lo más antiguo de las construcciones de Loarre está por estudiar y acaso por descubrir en la parte correspondiente al espacio entre el Castillo y la muralla; algo pude ver en mis últimos viajes, pero hay que ir más despacio después de un buen desescombro de todo aquello para encontrar huellas de muros antiguos que casi seguramente digo que debe de haber ocultos aún. En todos estos escombros que se han removido últimamente se han encontrado trozos de losa de piedra de cubierta que son de forma irregular tendiendo a la rectangular y de canteras que no están muy lejos de allí; de la parte alta de la sierra llamada El Rasal. Los muros en general están construidos con sillarejo más bien que con sillares y en aparejo horizontal y juntas verticales; es decir, que se ajustan a los caracteres de la arquitectura románica de los siglos XI al XVI. Son además monocromos y de labra esmerada sin ser muy fina.

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Los pilares son en la Iglesia de los llamados compuestos o sea conjunto de pilastra y columna, como puede verse en las plantas correspondientes. Los capiteles llevan su collarino unido al capitel y el ábaco es generalmente una imposta labrada; son de forma tronco cónica; su decoración es varia y se ven el corintio románico (puerta de la Iglesia), geométricos, con entrelazos, historiados. Las basas en general están formadas por dos toros unidos por escocia siendo el de debajo de los dos más ancho; los fustes son en general monolíticos. Los arcos son en general de medio punto y merece observarse que en algunas estancias arrancan del pavimento y a veces no son rigurosamente circulares. Las bóvedas usadas son las de cañón seguido de sección semicircular y algo apuntada, de cuarto de esfera, y de arista y semiesférica y cuarto de círculo. De todas ellas hay que hablar detenidamente; de las de arista. Lamperez las cita y detalla en su notabilísimo libro y las supone de fines del siglo XI haciendo observar lo mal ejecutada de ella pues señala una junta seguida en las aristas, es decir, que niega lo esencial de la bóveda; nada de particular hay que decir de las bóvedas que cubren los ábsides; si hay que detenerse un poco en las que cubren el crucero por ser un caso muy curioso. Al colocar entre los arcos torales y la semiesfera un cuerpo de luces hubo de pasarse por doble trompa cónica (de la que se ha incluido un dibujo en este trabajo) de la planta cuadrada del crucero a la esférica. Respecto a las cubiertas he de observar que hoy día esta cubierta la Iglesia con teja árabe pero han salido en los escombres del recinto muchos trozos de loseta que debió pertenecer a las cubiertas de los numerosos edificios del castillo cuya losa iba directamente sobre la bóveda sin intermedio de armadura. Al menos las huellas así lo indican. La puerta de entrada sigue la costumbre de estar en un saliente de fachada; se compone solo de un arco sobre las jambas y otro sobre columnas y debió tener su tejadillo para preservarla de las lluvias; no lleva tímpano. Las ventanas se ven gemelas en bastantes partes y rectangulares sencillas (en la iglesia oratorio de la Reina) y con columnas todas las del ábside en su alzado interior y exterior y las de la Iglesia en general, siendo muy notable ejemplo la del llamado mirador de la Reina. Por todo lo apuntado se ve que la época de la Iglesia de Loarre la hace entrar en el concurso abierto. Hablemos ahora algo de la cripta: La cripta de la Iglesia de Loarre es única en su clase (al menos no he encontrado igual a ella en las obras que he consultado) pues abarca su superficie la del ábside exactamente, se baja a ella desde la Iglesia por doble escalera situada en el crucero, no tiene pilares, columnas ni apoyos aislados para sostener su bóveda y está cubierta por cañón de medio punto y cuarto de esfera; además tiene luces recibidas por ventanales al exterior. Veamos en conjunto lo que dicen acerca de las criptas


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los principales autores. Empezaremos por Lamperez, al hablar de las visigodas solo menciona las de Segóbriga, San Miguel de Tarrasa y Palencia; la 1ª del siglo VI más parece fuera un cementerio y abarcaba toda la Iglesia superior. La 2ª, siglos IX al XII, ocupaba también toda la planta superior de la Iglesia. La 3ª obra de fines del siglo VII (sin completar de estudiar) parece abarca hoy lo que se ve, parte de la Catedral y está cubierta por cañón semicircular y losas. En la arquitectura asturiana informa sobre Santa María del Naranco (848) que tiene igual planta que la Iglesia, dudándose si lo fue, está cubierta con bóveda de cañón y es rectangular. La 2ª es también rectangular y cubierta con cañón siendo de poca altura. En la Arquitectura románica ya manifiesta que las criptas no fueron cuevas sino verdaderas construcciones que generalmente había bajo los ábsides y cita la de S. Benito de Bagés (972) construida bajo el ábside central cubierta con medio cañón, a la que se baja desde el centro de la nave por una sola escalera, creyéndose era sepulcro de personajes; ocupa parte de la Iglesia. La de S. Salvador de Leyre (siglo XI) fue un panteón de Reyes de Navarra, está cubierta por cañones y ocupa el ábside presbiterio, tiene 3 naves. La de S. Vicente de Ávila se desciende desde el interior, es del siglo XII, ocupa la superficie del ábside central de la Iglesia y está cubierta con cuarto de esfera. La de S. Lorenzo de Carboeiro (Pontevedra) se baja por escalera de caracol y está cubierta con bóveda apoyada en sostenes monocilíndricos; y la de Santiago ocupa parte de la catedral, se duda sea de 1188 o 1168, está compuesta de dos naves,

narthex, crucero y ábside, y las bóvedas son de crucería. Puig y Cadafalch en su estudio sobre la Arquitectura románica catalana opina que la disposición más antigua de criptas románicas es la de ocupar solo la parte de debajo del presbiterio y cita la de S. Vicente de Cardona de 1019 a 1040, con escalera en el centro de delante del ábside, que ocupa el ábside y parte del presbiterio, que está cubierta por bóvedas de arista. Describe la de Olius, del año 1079, cubierta por bóveda de arista y compuesta de naves, es de disposición análoga a la anterior. La de Roda (1067) cubierta por bóvedas de arista sobre columnas; es de tres naves y ocupa el ábside central y parte del presbiterio; la de Canigó ocupa toda la Iglesia superior y se entra a pie llano, Ers de 1009. La de Cuixá de 1040 está cubierta por bóveda anular, pues es de planta circular. Planat en su diccionario observa la diferencia entre las destinadas a panteón de familia o a enterramientos de santos o mártires. Describe la de S. Avit de Orleáns que es parecida a la de Loarre en cuanto a su planta (588) y la de Notre Dame du Port de Clermont que tiene las escaleras como en Loarre, siglo XI. Lamperez en su notabilísima obra sobre arquitectura cristiana española dice de la de Loarre que es obra del siglo XI. Esto es cuanto puedo hoy aportar acerca de la cripta de Loarre. Su estudio merece dedicarse a ella más tiempo. No disponiendo de él antes de publicarse este escrito cierro el estudio de ella.

EPÍLOGO El tiempo con su movimiento incesante me ha obligado a cerrar este trabajo sin poder incluir en el cuanto deseaba. Aplazo pues, para cuando disponga de más cantidad de aquel el estudiar aun más las fábricas de Loarre, su muralla, bosquejar los pabellones derruidos en plantas y alzados, levantar una planta más exacta del Castillo (pues las que he incluido están levantadas tan solo con la cinta y en visitas rápidas), estudiar más la parte entre la muralla y el palacio, estudiar despacio la cripta… En una palabra, proporcionar todavía más datos acerca de la importantísima joya aragonesa románica. Vuelvo a decir que mi deseo sería que se publicara este trabajo para divulgación del arte que describe y para entonces cabe acompañarlo de estudio de documentos históricos y descripción acaso más cuidada en cuanto a su organización y redacción, ya que ahora alguna vez está descuidada por las premuras del tiempo en que hay que escribirla y cuya labor hay que compartirla con la práctica de la profesión. Todo esto es cuanto puedo aportar sobre la fábrica de Loarre. Al estudiar este trabajo quien de ello se encargue tenga presente la buena intención y deseos que al escribirlo me han guiado, los cuales contrarrestan las deficiencias involuntarias de quien en la empresa ha puesto todo cuanto ha podido en bien del arte nacional. Zaragoza, mayo de 1917, el Arquitecto: Luis de la Figuera

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