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"Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." (Mateo 28:18-20)
La Gran Comisión es importantes para nosotros por tres razones.
Primero, estas palabras son importantes, ya que son la comision de Jesús a Sus discipulos. Son las instrucciones de nuestra parte en la edificación de a Iglesia. Son un mandato directo de la autoridad mas alta. Son una promesa de la continua presencia del Señor con nosotros mientras cumplimos es comision.
En segundo lugar, estas palabras son importantes porque explican lo que deben hacer los seguidores de Jesucristo mientras esperamos Su regreso. Jesús sabía que pasaría mucho tiempo antes de que regresara. Justo antes de partir hacia el cielo, les dio estas últimas palabras que son las órdenes de marcha de la iglesia cristiana. Estos versículos describen lo que tú y yo debemos hacer durante ese período de espera.
Tercero, estas palabras son importantes porque se aplican sin excepción a todos los cristianos en todo momento, en todo lugar, en todas las situaciones posibles. Cuatro veces usa "todos" o alguna forma de la palabra "todos". Fíjate en el versículo 18: "Toda potestad me es dada". Versículo 19: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones”. Versículo 20, "Enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado y ciertamente estaré con ustedes siempre".
Eso está muy claro, ¿no? Toda autoridad, todas las naciones, todo, siempre. Las palabras de Jesucristo tienen una vigencia permanente, perdurable y universal para ti y para mí. Por eso se dieron y por eso se grabaron. Debemos prestar especial atención a lo que Jesús está diciendo aquí.
Ahora bien, en estos tres versículos encuentro tres grandes cosas. En primer lugar, encuentro un gran reclamo. En segundo lugar encuentro una gran comisión. En tercer lugar, encuentro una gran promesa.
Los versículos 19 y 20 dicen: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todo lo que os he mandado”.
Déjame decirte lo que veo al leer estas palabras de nuestro Señor Jesucristo. Veo en primer lugar lo que debemos hacer. En segundo lugar, veo dónde estamos para hacerlo. Tercero, veo cómo vamos a hacerlo. Cuarto, veo qué resultado debemos esperar cuando lo hacemos.
“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones”.
Si esta es la Gran Comisión de Jesucristo, entonces esta debería ser nuestra gran comisión también. Si esto es lo que estaba en primer lugar en la mente de Jesús, entonces esto es lo que debería estar en primer lugar en nuestras mentes. Si esto es por lo que latía el corazón de Jesús al final de su ministerio, entonces esto es por lo que nuestro corazón debería estar latiendo.
Estamos llamados a ser cristianos de la Gran Comisión y a construir una iglesia de la Gran Comisión. Ser personas que traen a otros, que traerán a otros que traerán a otros al Señor.
La Gran Comision es ser una iglesia de multiplicadores espirituales. Una iglesia de gente que puede reproducirse a sí misma. Que gana a uno y enseña a uno y bautiza a uno y los trae a la iglesia y los equipa y los envia a ganar a otros. Así que la Gran Comision es un ciclo interminable de reproducción espiritual.
La verdadera marca de la salud de la iglesia no es el tamaño del presupuesto, el tamaño del personal, la belleza del coro, la gloria de la música, la maravilla de la arquitectura o cualquiera de las medidas mundanas que nos gusta usar. La marca real de la iglesia a los ojos de Jesús es una iglesia que está 100 por ciento dedicada a cumplir la Gran Comisión. Ese el buen estándar para evaluar todos nuestros ministerios. ¿Están equipando a la gente para hacer esto? ¿Están de alguna manera involucrados en el proceso de hacer discípulos? Si nuestros ministerios no están haciendo eso, debemos cambiarlos o ajustarlos para volver a alinearlos con lo que Jesús estaba hablando hace dos mil años.
Si esta es la Gran Comisión, entonces esta debería ser nuestra gran comisión. Todo lo demás es de menor importancia en comparación con estas últimas palabras de Jesucristo. Nada es tan importante como que lleguemos a ser este tipo de personas y este tipo de iglesia.