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NEUQUÉN CIUDAD

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“Veía y escuchaba perfectamente” Stella Maris Bontempi le leía libros y revistas a Marcelo Diez durante su internación en la sede de Luncec (Lucha Neuquina contra el Cáncer). Dice que él comprendía todo lo que pasaba a su alrededor. Stella Maris es una de las personas que más estuvo con Marcelo en los últimos años de su vida. Voluntaria en hospitales y clínicas, esta mujer dedica su tiempo a visitar pacientes para leerles, dialogar con ellos y ponerse a disposición de los familiares. Con Marcelo la relación fue muy especial, confiesa emocionada a este diario. Lo conoció cuando estaba internado en Luncec y a partir de ese momento lo visitaba periódicamente. Durante sus visitas también le comentaba artículos relacionados

domingo 12 DE JULIO DE 2015

con el único objetivo de ayudar y colaborar con la gente que está pasando un mal momento. “Siempre lo hice”, indica. Aclara que Marcelo no estaba en un estado de mínima conciencia, como decían, sino que estaba atento a todo lo que ocurría a su alrededor. “Yo les pedía a los enfermeros de Luncec que le hablaran como si fuera una persona sana porque él comprendía”, sostiene. Sobre la decisión de la familia de pedir por la muerte digna, ley que fuera aprobada en el Senado de la Nación el 9 de mayo de 2012, Stella Maris afirma que Andrea y Adriana Diez, las hermanas de Marcelo, tienen todo el derecho. “Esa decisión no se debe discutir; lo que yo quiero saber es por qué si la Justicia sabía que Marcelo Diez no estaba en un estado vegetativo no le permitieron una rehabilitación y falló a favor de la muerte digna”, subraya

con la pesca, algo que a Marcelo le gustaba mucho. “Marcelo veía y escuchaba perfectamente”, asegura Stella Maris. “Cuando algo no le gustaba enseguida lo exteriorizaba y cuando escuchaba mi voz sonreía de costado”, agrega. Asegura que hay Stella Maris Bontempi pacientes que esdedicó su tiempo para tán en peor situaleerle libros, revistas ción que la que se y artículos de pesca encontraba él. Son personas que están a Marcelo Diez. en coma profundo, conectadas a un respirador o con lesiones cerebrales graves. “En terapia uno puede ver de todo”, dice la mujer acostumbrada a visitar los lugares de internación para estimular a los enfermos

Lectora

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El hombre que vivió 20 años prácticamente desconectado del mundo.

marcelo diez en el recuerdo Fueron muchos los que conocieron a Marcelo y aquellos que lo acompañaron permanentemente desde que tuvo el accidente que lo dejó en grave estado. Algunos fueron sus amigos de la infancia, la adolescencia

Testigo de una familia que esperó un milagro “Nos quedó pendiente habernos abrazado más”, lamenta Maricel Petrelli sobre su amistad con Marcelo Diez, la cual comenzó cuando tenían 8 años al compartir el mismo instituto de inglés. Aunque cursaron la primaria en escuelas distintas se volvieron a encontrar en el Colegio San Martín para hacer el secundario. “Con todos nuestros valores, engalanamos la amistad”, comenta. Dice que en aquel tiempo compartían todo. Como vivían cerca, él la pasaba a buscar por la casa para salir con amigos. “Era hiperactivo, creativo e innovador, y muy noviero... le gustaban las morochas”, recuerda entre risas.

o la juventud. Otros lo vieron internado. Pese a las distintas miradas que hay sobre la muerte digna y el fallo de la Corte Suprema de Justicia, todos querían lo mejor para él. Por MARIO CIPPITELLI y PABLO MONTANARO | regionales@lmneuquen.com.ar Cuando Marcelo volvía de Buenos Aires, donde se había instalado para estudiar en la Facultad de Ciencias Económicas, “nos juntábamos a tomar café para Pescar en los lagos conversar sobre y esquiar eran las las experienactividades que cias que íbamos más le gustaban a teniendo. Su Marcelo, recuerda vitalidad era tal que nunca lo vi Maricel. cansado y siempre proponía algo para hacer. La palabra no no estaba en su vocabulario”, relata. Maricel se retrotrae al día previo a aquel fatídico domingo 23 de octubre de 1994 cuando Marcelo sufrió el accidente. “Le sugerí que votara bien en las elecciones de ese día. Creo que no me dio bolilla, me quedé con la duda de a quién votó”, agrega. Ella se enteró del gravísimo accidente que había tenido su amigo al día siguiente por su madre, quien trabajaba de voluntaria en

Gustos

el hospital Castro Rendón. Durante los primeros tiempos de internación Maricel lo visitó con frecuencia. “Sus padres y hermanas estaban desesperados. La madre decía que lo que la mataba era la incertidumbre”, asegura. Después también se acercó hasta la chacra, donde los padres habían “montado un hospital”. Aún hoy, Maricel no puede dejar de pensar en esa familia que se desvivía por un “milagro” que nunca llegó. Confiesa que Marcelo no hacía ningún tipo de distinción con sus afectos. Haberlo visto “sin movilidad” y “sin capacidad para darte esos abrazos que daba”, la lleva a afirmar que “no era él”. El martes, cuando se enteró del fallo de la Corte Suprema y después de la muerte de Marcelo, su amiga de toda la vida sintió una mezcla de alivio y tristeza. “El fallo era lo que las hermanas estaban esperando desde hacía tiempo. Sólo ellas padecieron un inmenso dolor porque otra vez la Justicia llegó tarde”, concluyó

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