NEUQUÉN CIUDAD
10 LMNeuquén
domingo 2 de abril de 2017
Malvinas orgullo y dolor 35 años. Se cumplen de la guerra contra Gran Bretaña que duró 74 días y en la que murieron 649 soldados argentinos.
Vivencias de los que lucharon por la patria Tres ex combatientes contaron sus experiencias en el conflicto bélico y cómo impactaron en sus vidas. Lejos de considerarse héroes, explicaron que sólo cumplieron con lo que se les ordenó. producción: alejandro olivera / oliveraa @lmneuquen.com.ar
ELÍAS VÁZQUEZ/Frente de artillería antiaérea
“Tres meses después de entrar a la colimba estaba en una guerra” Elías Herving Vázquez es un hombre carismático que recuerda su experiencia entre risas. Él mismo reconoce que no fue fácil, pero aprendió que, a pesar de las dificultades, debe continuar con la marcha. “Después de la guerra, ves la vida desde otra perspectiva”, aseguró. Fue una parte fundamental, al igual que sus compañeros, en la defensa de las costas malvinenses. Recuerda todos los detalles del armamento que utilizaba en el frente antiaéreo. “Usamos un cañón Rheinmetall alemán de 20 milímetros, que disparaba 2 mil balas por minuto, e hicimos una trinchera camuflada de 2 por 4 metros”, contó. En este contexto, ya no sorprende la precisión con la que recuerda su bautismo de fuego, acaecido el 1º de mayo de 1982. “Llegó el aviso por radio, de pronto unos puntos grises descendieron rápidamente del cielo y nos pasaron por encima. El cielo no se veía de la cantidad de disparos que intercambiamos”, detalló. En lo que duró el efímero com-
RICARDO AHMED/Suboficial Centro de Evacuados
“Después de estar ahí, te escondés en tu casa al escuchar un avión” En medio de una charla fluida, Ricardo Ahmed, el “Turco”, llega con una actitud positiva. Saluda y de inmediato comenta el rol fundamental que tiene el Centro de Veteranos de Guerra en la integración de los ex combatientes a la sociedad. Su testimonio es claro. Recuerda que, a pesar de haber estado en el Centro de Evacuación instalado en el Hospital Civil de las islas, se llevó una experiencia traumática y que sólo los ex combatientes logran entender. “¿Cómo le explicás a un civil que después de la guerra te escondés en tu casa al escuchar un avión?”, se pregunta. Es que los ingleses lanzaban
bengalas con paracaídas para señalizar puntos de interés que luego eran atacados desde las fragatas. “Te metían una ‘pepa’, con un margen de error de 50 metros. Primero ves el fogonazo, después sentís el ruido y finalmente escuchás el silbido. Si no lo sentías en segundos, pensabas que te caía encima”, detalló. Es por eso que considera que “para un veterano, no hay nada mejor que otro veterano”, ya que a través del diálogo se ayudan mutuamente a sanar ciertas heridas psicológicas y emocionales. “Somos hermanos de la guerra”, confió. Como el hospital donde se desempeñaba estaba frente a la go-
bernación de las Islas Malvinas, tras la rendición argentina fue tomado como prisionero. “Volvimos en el buque SS Canberra, veníamos en el séptimo piso bajo custodia”, contó. Entre sus tareas se encontraba la de coordinar la evacuación de los soldados heridos. “Los subíamos a un Hércules que tiene una compuerta que es como un elevador, a paso de hombre porque si el avión paraba, era bombardeado”, concluyó.
MARCELO BRIONES/Enfermero Buque Polar Ara
“Parece una ironía, pero lo mío era salvar vidas, no matar”
bate, Elías manifiesta que podían escuchar cómo las bombas se desprendían de los aviones Harrier ingleses y reconoce que el miedo que sintió es indescriptible, a tal punto que creyó que iba a morir. Sin embargo, asegura con orgullo que ese sector de las Islas fue defendido a la perfección, ya que allí se derribaron varios aviones y helicópteros, incluso desviaron un misil que tenía como destino el buque hospital. Recuerda el primer día que ingresó al servicio militar. “Mis viejos lloraban y yo les dije que no era para tanto, que no iba a la guerra. Tres meses después estaba en las Malvinas”, contó.
Sentado en el buffet del Parque Central que administra el Centro de Veteranos de Guerra, Marcelo Briones cuenta con una tranquilidad admirable su experiencia en el conflicto, que se desató cuando él transitaba el segundo año de la carrera de Enfermería en la Escuela de Sanidad Naval en Puerto Belgrano, Buenos Aires. “Estábamos cursando e irrumpieron en la clase para seleccionar a 15 de nosotros. Entre el 12 y el 15 de abril ya estábamos embarcados camino a Malvinas”, explicó. El interior del buque fue reacondicionado para ejercer la función de hospital, pero en medio de la emergencia no lo pintaron como indican los códigos de guerra. “Partimos en una embarcación
que no cumplía con las condiciones del Convenio de Ginebra, que es un tratado que garantiza la protección de los heridos y prisioneros”, aseguró. Es que las unidades médicas deben estar pintadas de blanco con una cruz roja para asegurarse de que el enemigo las identifique y no las ataque, como indica el documento firmado en 1864, pero la embarcación era naranja. El miedo de que los ingleses bombardearan el barco invadió a Briones. Una tarde mientras descansaba escuchó unos pasos firmes que venían del pasillo. “Me desperté y observé a un soldado inglés con un arma, me saludó y continuó caminando. Habían subido para inspeccionar que realmente era
un hospital”, detalló. Si bien asistió a muchos soldados, una de las labores más destacadas que tuvo fue el rescate de los sobrevivientes del crucero ARA General Belgrano. “A los que pudimos salvar les cedimos nuestras camas porque el buque estaba lleno. Sentimos una impotencia y una bronca terribles”, explicó. Briones reflexiona sobre su rol en el conflicto bélico y asegura que se trata de una ironía. “Lo mío era salvar vidas, no matar”, concluyó.