Aniversariolmn29112015

Suplemento Aniversario Domingo 29 de noviembre de 2015

Escriben: Jorge Sapag, Ana Pechen, Omar Gutiérrez, Horacio "Pechi" Quiroga, Soledad Martínez, Beatriz Kreitman, Javier Carriqueo, Liliana Montes Lefort, Osvaldo Llancafilo, Fabricio González, Luis Sapag, Luis Querci, José Gerez, Karina Maureira, Francisco "Pancho" Casado, Gabriel Gastaminza, Mario Cippitelli, Alfredo Pedersen, Oscar Smoljan, Alfredo Vigil, Juan Pablo Prezzoli, Víctor Peláez, Tomás Wagner, Orietta Favaro, Sebastián Cortez, Hilda López, Héctor Castillo, Gerardo Burton, Norma García, Humberto Zambón, Alejandro Vidal, Andrés Tolcachir, Luis Nichela, Luis Sotosca, Marité Berbel, Víctor Borrajo, Walter Cuevas, Néstor "Chango" Burgos, Oscar Oser, Pablo Raña, Alba Chorroarín, Juan Pablo Grigioni, Miguel Ángel Michelena, Pablo Montanaro, Carlos Postai, Francisco Gallo, Nicolás Bustamante, Alejandro Polizzo, Adriano Calalesina, Rodolfo "Quique" Chávez, Jordi Aguiar, Rodolfo "Mono" Salvi y Daniel Capalbo.

12 años Dando la nota

Un debate sobre la

IDENTIDAD

Gente que habla de su gente EL DIARIO COMO A VOS TE GUSTA

2 LMNeuquÉn

12o aniversario

DOMINGO 29 de noviembre de 2015

Hijos de la barda y del viento Por Daniel Capalbo

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icen los que saben del alma que la esencia es lo que hace que algo sea lo que es y no otra cosa. Que nos hace únicos.

Identifica a los pueblos y a las personas que habitan un suelo en común con valores que amasan al ritmo de una catedral en construcción.

Indagar en la identidad neuquina fue la consigna que nos impusimos para celebrar junto a nuestros lectores el cumpleaños número 12 de LM Neuquén. ¿Qué identifica a una comunidad que recibió en los últimos dos años a quince familias por día, de todo el país, detrás de la nueva utopía del sur? El boom de Vaca Muerta es el imán de hoy. Como en los 70 lo fueron las grandes represas y mucho antes el decidido desembarco de YPF. ¿Cómo eran aquellas personas y cómo son las recién llegadas? Si nuestros bisabuelos contribuyeron a la identidad nacional cuando bajaron de los barcos, los pioneros que clavaron una bandera en Neuquén, entre pueblos originarios, algo habrán tenido que ver.

Muchos de esos pioneros eran, incluso, parte de aquel mismo malón de inmigrantes europeos que se hicieron rioplatenses al descubrir la pasión compartida por el mate y el asado.

Otros adelantados eran parte de migraciones internas, que se

Agustin Martinez

encontraron al llegar con un desierto hostil, un valle generoso regado por dos ríos bravos y una cordillera apabullante, de lagos muy azules y picos nevados.

Formo parte de un equipo de periodistas “de afuera” que aterrizó en esta parte de la Patagonia con la misión de renovar un diario. Un matutino que ya se venía haciendo con profesionalismo de la mano de un equipo de jóvenes y talentosos periodistas de la región, muchos nacidos y criados en el valle. La primera dificultad que enfrentamos no fue la integración, sino saber a quién le iba a hablar el diario nuevo, cuál iba a ser, o era, su audiencia. ¿Cómo es el neuquino, qué piensa, cómo siente, qué le importa, qué aborrece o qué ama de verdad?

Buceando en ese océano, con trabajo, inspiración y rediseño, LM Neuquén se convirtió en muy poco tiempo en un claro primer diario, con una forma de comunicar ágil y más cercana al interés y lenguaje de la gente.

Así como LU5 –parte esencial de este multimedio– es un referente indiscutible de la nequinidad, LM Neuquén va camino a serlo.

De hecho, los cambios introducidos permitieron que el diario se consolide como verdadero y único matutino de la provincia, obrando el milagro de expandirse territorialmente con un fuerte crecimiento de circulación. Decimos “milagro” por el contexto que augura tiempos difíciles para los diarios de papel

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LA TRANSFORMACIÓN 29/8/2013

9/4/2014

- Es periodista, profesor de Historia y jefe de redacción de LM Neuquén.

debido a la competencia vertiginosa de los portales de noticias digitales y sus cada vez mayores audiencias.

LM Neuquén logró su cometido. Hicimos “el diario como a vos te gusta”, como dice nuestro eslogan, y fuimos encontrando un camino que suma calidad a lo popular. Vale aclarar que ésta no es una sensación sino el reflejo fiel de nuestra penetración de mercado. En síntesis: cada día más lectores nos eligen en el tradicional soporte de papel. Pero también en nuestro sitio web, donde creció geométricamente la cantidad de visitas diarias así como el nivel de interacciones con las cada vez más pobladas redes sociales. El material de lectura que ofrecemos aquí intenta ser un aporte al debate de la neuquinidad, escrito por la pluma de 53 neuquinos de pura cepa y también por los “adoptados” que se fueron convirtiendo en hijos de la barda y el viento.

Pasen y vean

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11/5/2014

23/10/2015

Los cambios fueron graduales pero para nada imperceptibles.

La consigna: privilegiar la agenda de los neuquinos aligerando el modo de comunicar, dando preponderancia a un lenguaje más llano y a las fotografías documentales, con recursos alejados de los clichés periodísticos tradicionales.

Un camino de ida buscando la complicidad del lector.

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Con el temple de ser protagonistas

Por Víctor Borrajo

Por Jorge Sapag

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euquén es una provincia llamada a tener un destino de grandeza, es una provincia poblada con un pueblo transparente como el Limay, bravío y pujante como el Neuquén, con recursos naturales incalculables en su suelo y subsuelo, en el agua, en el viento y el sol. Pero es el temple de las personas el que lo construye.

Neuquén como provincia tiene una vida aún breve pero muy dinámica. Si pensamos que hace tan sólo 50 años estábamos sumidos en el olvido, en el frío, con el analfabetismo y la mortalidad infantil más altos de la República, donde la provincia no era dueña de sus ríos, ni de sus lagos, ni de sus recursos minerales, ni de su subsuelo. En resumen: Neuquén era un desierto surcado por el hambre y por la miseria.

Pero en estas cinco décadas hubo un pueblo como el neuquino, un pueblo patagónico, andino y cordillerano, que se puso de pie y empezó a trabajar en la construcción del Neuquén de hoy. Un Neuquén distinto, sin lugar a dudas un Neuquén que aún está en construcción; pero que nos permite pararnos de

pie frente a las provincias hermanas y sentirnos orgullosos de una provincia que tiene un presente promisorio y un porvenir brillante por delante.

No hay posibilidad de construir una nueva realidad si no se tiene coraje. No hay historias escritas de cobardía o de timoratos o de personas que deciden no ir para adelante, para vencer la pobreza la miseria o para darles igualdad de oportunidades a toda la familia y a todos los hombres para que se puedan realizar. Y esto es lo que ha hecho el pueblo neuquino, a partir de conformar una sociedad horizontal, una sociedad abierta que, como dice nuestro amigo y poeta neuquino Gerardo Burton, es una sociedad plebeya y cimarrona. Y como dice el estudioso Ricardo Costa, es una sociedad formada por mapuches, por criollos y por inmigrantes, pero todos conscientes en esta sociedad neuquina de que queremos ser protagonistas de la historia y actores de la historia.

Como analiza Ricardo Costa. El individuo se pierde en el anonimato de una ciudad grande, de donde han venido muchos a vivir a la provincia del Neuquén para justamen-

- Es gobernador de Neuquén.

- Tiene 64 años.

- Nació en Zapala.

- Es abogado.

- Estudió en la Universidad Católica Argentina.

- Es el menor de seis hermanos.

- Entre 1991 y 1995 fue ministro de Gobierno de la provincia.

te ser considerados personas. Esa es la sociedad pluralista, abierta, que tenemos que construir, donde tenemos un pueblo que no sabe arrodillarse, que sólo sabe de dignidad.

Tenemos una muestra de esta integración en nuestra historia, del inmigrante con el mapuche: el doctor Gregorio Álvarez. Hijo de una mujer mapuche y de un varón inmigrante. Gregorio Álvarez se recibió de médico, fue investigador, escritor y poeta. Orgullo de los neuquinos.

Esta integración, que la tuvo Gregorio Álvarez en su propia persona, la debemos tener nosotros como pueblo. No podemos ser un pueblo dividido, resquebrajado, fragmentado, invertebrado. Habrá diferencias y discusiones, pero tenemos que lograr la unidad en la diversidad. El día de hoy es mucho más importante que el día de ayer y el día de hoy vale por dos mañanas. Que el pasado alumbre este día y que también alumbre el porvenir, para cada uno de nosotros y para todos los habitantes.

Queremos y tenemos que saber trabajar en paz para lograr la prosperidad. Son muchas cosas las que faltan hacer, muchas familias neu-

quinas a las que debemos llegar. La provincia tan generosa, tan pródiga, tan bendecida por la naturaleza y por Dios merece que la amemos, porque se defiende lo que se ama y se lucha por lo que se ama.

Lo que se viene por delante en la provincia del Neuquén solamente nosotros lo podremos hacer realidad, tenemos el gran desafío: o pasa el tren de la historia y lo observamos cómo pasa o somos beneficiarios de este progreso.

Para eso, todos los neuquinos tenemos que defender lo que es nuestro; porque, como dice el gran poeta Marcelo Berbel, “usando cualquier conducto se llevan hasta la tierra, si nuestro sudor sirviera ya habría algún sudorducto”.

Los neuquinos tenemos que construir con amor el Neuquén que todos queremos y porque nuestros pioneros, primeros pobladores y antecesores han luchado. Y para esa tarea, los neuquinos nos sentimos más fuertes que nunca, sabiendo que no queremos ser una isla en la república, ni tampoco nos sentirnos un emirato. Tampoco queremos ser una colonia, queremos ser una provincia fuerte y próspera con una Nación nueva y gloriosa

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Neuquén y su herencia apasionada y combativa

N

euquén es una provincia muy joven cuyo origen se remonta a un territorio nacional en el que vivían criollos, mapuches y migrantes de países vecinos que tuvieron un importante arraigo por la tierra. Desde un punto de vista romántico, si se quiere, Neuquén siempre fue tierra de esperanza para aquellos que llegaron desde otros lugares del país y del extranjero. Esa es una parte de nuestra esencia.

El nacimiento institucional de la provincia se nutrió de esa esencia original para dar los primeros pasos. En efecto, aquellos primeros pobladores en la mitad del siglo XX padecieron la discriminación social y política de no poder elegir ni participar en la elección de autoridades nacionales. Como no aceptaron esa condición, vecinos de distintos puntos del territorio se

reunieron y decidieron ir a Buenos Aires a reclamar por sus derechos.

Familias del norte neuquino, de Zapala, de San Martín de los Andes, de Cutral Co y de Neuquén viajaron en tren y hablaron con el presidente Juan Domingo Perón.

Así, aquellos pioneros lograron la ley de provincialización que sancionó el Congreso Nacional.

En 1957 se reúne por primera vez la Convención Constituyente, que nos da origen como provincia del Neuquén, crea nuestra Constitución Provincial y a partir del primero de mayo de 1958 comienza aquello que muchos denominaron “un camino sin tutela”. Ese año asumen el primer gobernador y vicegobernador elegidos por los neuquinos.

Con tales antecedentes, podemos decir que se trata de la identidad vigorosa de un pueblo que lucha por sus derechos y se

- Es vicegobernadora de la provincia del Neuquén.

- Está casada.

- Tiene tres hijos.

- Es licenciada y doctora en Bioquímica.

- Se recibió de la Universidad Nacional de Sur. - Tiene 66 años.

- Nació en Bahía Blanca.

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Por Ana Pechen

compromete con la libertad, la justicia y el progreso. Esos rasgos de identidad se manifiestan en el accionar cotidiano de nuestra sociedad.

El primer obispo de la Iglesia católica neuquina fue Jaime De Nevares, todo un símbolo de valores y compromiso social con los más necesitados. Don Felipe Sapag fue cinco veces gobernador y luego de tanta exposición, logró algo que pocos dirigentes alcanzan a lo largo de una vida dedicada a la cuestión pública: el afecto de la gente.

La poesía refleja etapas del devenir neuquino. Milton Aguilar en “Quimey Neuquén” se remonta a los orígenes en versos memorables: “Flor de los arenales/regada en sangre del bravo Sayhueque/ grito que está volviendo, en tu desbocado potro pehuenche”.

De una época dinámica y fun-

dante hablan las coplas de Marcelo Berbel, poeta que camina azorado por calles de un pueblo que va dejando de ser tal: “Nadie te conoce/ todo está distinto ciudad de Neuquén”, expresa como testigo del aluvión poblacional que observa a su alrededor.

Más acá en el tiempo, Irma Cuña inmortalizó el orgullo de ser neuquino: “Nací en Neuquén, oasis del desierto/inmenso reino del potente viento/millonario de arenas y de piedras/Arauco triste de su gente nueva/tengo el alma aborigen y labriega”.

Con pueblos originarios, migrantes, luchadores, hacedores y poetas se construye la identidad del pueblo neuquino, un proceso que quizá aún no ha concluido, pero cuyas base se asientan en la lucha, el esfuerzo y el compromiso de los que nos precedieron

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pasajeros de la estepa, del desierto y del agua Por Horacio “Pechi” Quiroga

Sebastian Fariña Petersen

¿

Qué es el ser neuquino?

Un interrogante que no tiene una respuesta fácil, sobre todo en una sociedad que desde sus orígenes se fue conformando con compatriotas e inmigrantes que llegaron a probar suerte y desafiar al destino en esta lejana estepa patagónica. La falta de una identidad consolidada ha sido –paradójicamente– una de las características de la neuquinidad.

Cuando asumí la primera gestión de gobierno, advertí que debía trabajar no sólo en dotar al entonces “pueblo grande” de obras de infraestructura básica, sino también de emblemas que nos ayudaran precisamente a crear una identidad, con postales que nos hicieran sentir orgullosos del lugar donde vivimos.

Y el punto inicial lo encontramos precisamente en nuestra propia génesis. Porque ¿qué fuimos los neuquinos en el principio? Fuimos agua y barda. Fuimos el cauce maravilloso del Limay y el Neuquén que nos abrazan y fuimos la inmensidad de la desértica barda.

Temerosos de las crecidas furiosas de los ríos antes de la construcción de las represas, los neuquinos crecimos dándoles la espalda justamente a nuestros orígenes. De allí que hacer una ciudad que vuelva a mirar al río, que se integre a él, fue precisamente uno de los principales objetivos sobre los que he trabajado a lo largo de mis gestiones al frente del municipio. Y hoy veo con satisfacción que estamos

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logrando el objetivo. El primer paso fue el “descubrimiento” de la Isla 132, territorio desconocido para la mayoría de los neuquinos, y la puesta en marcha del Paseo de la Costa, uno de los espacios públicos emblemáticos con los que hoy cuenta la ciudad. Así lo demuestran los miles y miles de vecinos y visitantes de otras localidades que han hecho propio el lugar para el esparcimiento, la recreación y el ejercicio físico.

A esto le sumamos la remodelación del balneario Río Grande, el mejoramiento del Albino Cotro y Sandra Canale y la paulatina consolidación del Paseo Costero con el que pretendemos unir los cuatro balnearios municipales. La nueva relación con el río ya pasó a formar parte definitivamente del ser neuquino.

En el otro extremo, y siempre apostando a la puesta en valor de los espacios públicos, nos animamos a desarrollar otro lugar de recreación y encuentro social que recuperara nuestros orígenes: el Parque Norte.

Lo que comenzó como una tímida iniciativa de mejorar los senderos peatonales para la práctica de actividades físicas, pronto tomó fuerza. Sumamos infraestructura, instalamos iluminación led para ampliar el horario de uso del lugar, y hoy se ha convertido en otro de los sitios emblemáticos de la ciudad.

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- Nació en San Martín de los Andes.

- Es intendente de la ciudad.

- Tiene 61 años.

- En 1981 inició su carrera política como presidente de la Comisión Vecinal del Barrio Nuevo de Neuquén.

- En 1999 fue elegido intendente por primera vez.

- Vive en Neuquén desde hace 43 años.

El hermoso paisaje que componen las bardas de Parque Norte y que a diario se pueblan de miles de almas que llegan a disfrutar de la naturaleza, también ya forma parte de nuestra identidad como

sociedad.

En esta tarea de ir construyendo el ser neuquino, nos queda por delante un desafío: entender que Neuquén somos todos, los nacidos y criados o los que –como mi caso–

llegamos desde otros lugares a una ciudad que nos abrió sus brazos generosos y que nos dio la posibilidad de crecer. Me ocurrió a mí en lo personal, que llegué hace 43 años, proveniente de mi querido

San Martín de los Andes.

En nuestro comportamiento diario, en el cuidado de los espacios públicos, en la forma de relacionarnos con nuestros pares, debemos entender que Neuquén es mi casa, mi cuadra, mi barrio. Empecemos a cuidarla un poco más, a demostrarle que la queremos, porque de esa manera podremos seguir consolidando una identidad que todavía está en formación. Hagamos de Neuquén la ciudad que queremos todos, la ciudad del progreso y del porvenir

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neuquinos, suma de la historia, el paisaje y la rebeldía

- Nació en la ciudad de Neuquén.

- Tiene 48 años.

- Estudió la primaria en la escuela Don Bosco.

- Hizo la secundaria en el colegio General San Martín.

- Es contador público.

- Se recibió en la Universidad Nacional del Comahue.

- Es ministro de Economía de Neuquén y gobernador electo.

Por Omar Gutiérrez

S

ER NEUQUÉN es una definición muy fuerte, que comprendemos y llevamos muy incorporada los neuquinos. Tanto en ámbitos académicos como en la cotidianidad de nuestras conversaciones familiares y entre amigos, solemos hacer mención a la “neuquinidad”, un concepto que sin dudas nos remite a nuestros orígenes como provincia, a nuestros valores, tradiciones, emblemas, sentimientos y pasiones. Un concepto que nos une, integra e iguala en sentimientos de amor por nuestra tierra y vivencias históricas.

Personalmente, me he pregun-

tado qué interpretamos, en definitiva, por el “ser neuquino”, si es que una particularidad o varias nos definieran como tal o nos diferenciaran del resto de los argentinos.

Creo humildemente que la neuquinidad no es tan sólo la “forma de ser” de los neuquinos, sino aquello que los neuquinos hemos protagonizado a lo largo de nuestra historia política, social, cultural y económica, que ha hecho que hoy seamos lo que somos: una provincia con identidad propia, destacada en el escenario nacional por sus costumbres y tradiciones, pero también y fundamentalmente por sus posturas y luchas en defensa

del federalismo y la autonomía provincial, las conquistas sociales, el desarrollo con inclusión, el progreso sostenido y equilibrado, los derechos humanos, entre tantas otras banderas que hemos enarbolado y tantas políticas de gobierno y acciones individuales que hemos realizado en pos del bienestar del conjunto de la población que habita en este terruño patagónico.

La provincialización del Neuquén en 1955 sin dudas marca un hito en nuestra historia institucional. Luego, en 1961, la creación del Movimiento Popular Neuquino implica un acontecimiento de relevancia para los años venideros,

aun hasta la actualidad, considerando que se trata del partido que desde entonces lidera la conducción política, la administración y la planificación de la provincia.

La neuquinidad, entonces, como proceso de construcción de identidad y valores, también nace y se sostiene de la mano del MPN, en tanto éste gobierna la provincia desde 1962, cuando es elegido Felipe Sapag, líder provincial indiscutido por su capacidad de gestión, visión estratégica y planificación.

De esta manera se constituye la base ideológica de un proyecto político provincial que no sólo preserva la tradición, valoriza la cultura mapuche y sostiene los usos y costumbres, sino que incorpora a la población y la hace partícipe del proceso de construcción y desarrollo provincial. En esta tarea, suman su aporte miles y miles de personas, muchos de ellos nacidos en estas tierras y otros tantos venidos de otras provincias y países, que adoptan como propios los paisajes, valores y sueños de progreso neuquinos.

En sí mismo, nuestro transcurrir histórico representa la “neuquini-

dad” de la que hablamos. Todo lo hecho a lo largo de esta breve historia institucional, con tanto esfuerzo y entusiasmo colectivo, sumado al amor por esta tierra, el compromiso y el orgullo del “ser neuquino”, convergen en este concepto.

Toda esta acción, a su vez, enmarcada por una férrea posición política de defensa irrestricta de nuestros recursos naturales y de la propiedad provincial del subsuelo, del federalismo y la autonomía provincial. En esta lucha firme, permanente e inquebrantable, también los neuquinos hemos dado muestras de ese compromiso con nuestra tierra y con el futuro de las generaciones venideras.

Este bagaje de sentimientos de pertenencia, sumado a una historia común de construcción del progreso y el desarrollo del Neuquén y su gente, conforman la “neuquinidad”, que trasciende nuestra “forma de ser” para constituirse en nuestra propia historia neuquina.

Una historia que, desde sus orígenes, avanza a la vanguardia de su tiempo. Y a la que comprometemos honrar, con pasión, acción y en unión de todos los neuquinos

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l viento del sur, ese que identifica a la Patagonia en todo el mundo, el que la hace lejana. El agua que viene de los Andes en forma de ríos y lluvia. El sol que abraza a los habitantes de esta tierra. El viento, que a veces quiere llevárselo todo, nos dio esa fortaleza para resistir y lo que propone la vida diaria, para afrontar nuevos retos y desafíos de una tierra que parece nueva, pero que guarda en su interior riquezas, huellas y rastros de gigantes que pasaron por aquí.

Ese viento, el que nos ha templado el carácter, la tenacidad, para enfrentar y soportar la dificultad de habitar una tierra que da oportunidades. La lluvia y el frío, que desde las montañas se desplaza hacia el centro, van perdiendo fuerza ante esa resistencia del neuquino.

La calidez del sol y el calor de los valles en verano parecen almacenar y alimentar el fuego que necesita para dar abrigo y cobijo a los nuevos que van llegando a nuestra tierra. La naturaleza misma nos ha tallado, nos ha dado forma y color a los neuquinos.

Neuquinos que han sabido llevar con orgullo el nombre y sentimiento de nuestro suelo y dejar una impronta en el mundo través

Los desafíos con el orgullo del origen Por Javier Carriqueo

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- Nació en San Martín de los Andes.

- Tiene 36 años.

- Es atleta, especialista en pruebas de mediofondo.

- Fue olímpico en Beijing 2008 y Londres 2012.

- Practicó fugazmente fútbol y handball.

- Estudió turismo.

de grandes deportistas que sobre patines, kayaks o tatamis o esquíes, músicos que sobre un piano o guitarra han hecho el deleite de oídos lejanos, artistas poetas que supieron trasmitir el sentimiento neuquino y lograron reconocimiento más allá de nuestras fronteras.

Como gratos recuerdos de nuestro suelo fuera de nuestro país tengo muchos, pero recuerdo dos en particular: uno de ellos fue el conocer a un zapalino en un colectivo de viaje a Buenos Aires y encontrarlo unos años más tarde como agregado cultural en Bruselas, capital belga.

Esas coincidencias que nunca se terminan de entender o explicar y que a veces hacen ver al mundo muy pequeño. Son alegrías que hacen sentirse a uno más cerca del terruño, aunque se esté muy lejos.

También, en esta misma ciudad corriendo y buscando nuevos lugares de entrenamiento, encontrarme con araucaria, no el árbol, sino una parada de tranvía de la línea 23 del trasporte público que lleva ese nombre. Así somos y nos sentimos los neuquinos, orgullosos del origen de esta tierra fértil y de nuevos desafíos, lugar que cobijó al hombre originario, le dio su carácter, fortaleza y calidez

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se reconstruye tras una implosión Por Beatriz Kreitman

H

ablar de neuquinidad implica hablar de la cuestión identitaria, de la construcción de afinidad marcada en la provincia a partir de una identidad joven y abierta, basada en una incertidumbre, en una espera y perspectiva de cimentación de semejanza e igualdad. La búsqueda de identidad, tanto en lo personal (encontrarse a sí mismos, saber quiénes son y cómo son) como en lo social, donde deben encontrar espacios de participación y pertenencia, ha sido y sigue siendo en esta nueva provincia un verdadero desafío.

A las profundas modificaciones que se manifiestan en la sociedad neuquina, si bien datan y tienen su basamento en acciones sostenidas y ejecutadas hace varias décadas, la crisis de la explotación de los

recursos naturales hizo implosión.

Consecuentemente con ella también se desestructura la vida de la población.

Una sociedad estable le permite al individuo reconocerse a través de una serie de funciones fijas, que actúan como espejo dándole un rostro.

Cuando el hombre de la calle descubre que el engranaje social en el que se ampara se halla en pleno cambio y modificación, y entiende que las normas fijas sobre las que se desliza su vida cotidiana se han modificado, es sacudido por un sentimiento de inseguridad, la inquietud, que el piso cede bajo sus pies. Experimenta entonces una de las enfermedades sociales más significativa de nuestro tiempo: “la pérdida de la identidad” (Enrique Pichon Riviêre).

Como resultado de procesos so-

- Nació en Buenos Aires.

- De recién nacida se instaló en Junín de los Andes.

- Estudió medicina en Buenos Aires, pero no llegó a terminar.

- Es licenciada en Psicología Social.

- Vive en Neuquén capital.

- Es diputada provincial por la Coalición Cívica ARI.

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ciales y económicos de mediano y largo plazo, se ha configurado una nueva estructura social en la provincia, que no escapa a la realidad nacional, con una forma diferente de pobreza, una mutación de los actores sociales históricos y del tipo de relaciones colectivas, individuales, macro y micro cotidianas que configuran una sociedad muy distinta. A la mayoría de los habitantes no les gusta esta nueva provincia, este nuevo país, y son muchos los que sufren los efectos de esta reciente configuración.

En la provincia de Neuquén particularmente, los planes sociales tal como están hoy implementados están naturalizando la pobreza. No es asistencia, sino asistencialismo.

El único propósito es sostener el clientelismo.

La realidad es que conviven planes nacionales, provinciales, y municipales. Numerosas familias no tienen casa propia, más de 17 mil personas viven en asentamientos, tomas. Esto provoca una situación de riesgo y precariedad creciente.

La educación y la salud son los sectores más afectados en los últimos veinte años. Más de la mitad de los jóvenes que inician la escuela secundaria la abandonan, y la mitad de los neuquinos están sin obra social.

Las características centrales de

una sociedad cada vez más consumista determinaron que los barrios cerrados avanzaran sobre las zonas productivas, terminando con las chacras. Los hipermercados y casinos invadieron la provincia.

Las políticas implementadas por los sucesivos gobiernos en los últimos años hacen de Neuquén una provincia rica, donde más de la mitad de la población es pobre, lo que provoca una sociedad absolutamente desigual, con el consecuente nivel de violencia que dicha situación genera.

La mirada de tener como único desafío la explotación de recursos naturales, con el advenimiento de forma más eficiente y costosa de extraerlos, nos posiciona en un lugar de dificultad creciente.

La pérdida como sociedad de algo fundamental que es lo que da sentido a la realidad es “un proyecto de futuro”. Esto es vital porque organiza hacia dónde ir, de lo contrario nos quedamos sin rumbo, sin identidad, perdemos nuestra historia y, por otro lado, como consecuencia de ello, nuestros orígenes comienzan a desaparecer, hay una verdadera amnesia histórica. El rasgo central de esta dinámica es la desorganización del comportamiento colectivo, por sobre los movimientos de integración. Este clima de inseguridad y desesperanza va deteriorando los lazos de solidaridad por debilitamiento o alteración de los procesos identitarios, la dispersión social se incentiva desde la exaltación de valores como el individualismo extremo y la fragmentación subjetiva de apoyaturas y referentes.

Por lo tanto, el desafío hacia delante es construir lazos, vínculos que nos hagan recuperar y profundizar aquellos sentimientos que tenían nuestros antepasados, quienes trabajaron incansablemente por construir la neuquinidad como un lugar de identidad donde todos pudiéramos desarrollarnos, en un camino de paridad e igualdad. Un nuevo modelo productivo, social y de desarrollo en el cual es indispensable el respeto a nuestros “bienes comunes”, el ambiente, la diversidad cultural y étnica

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a identidad es una construcción social colectiva y constante. La identidad es una, pero como resultante de la conformación de varias identidades que a través del tiempo de convivencia se fusionan. Me imagino que podría ser más clara si lo explico visualmente. Observen cómo los niños juegan con plastilina de diferentes colores, que arman y desarman formas con cada una de ellas. Cuando pasado un tiempo de juego, las juntan, las amasan, y poco a poco se van convirtiendo en un solo color sin dejar de verse, partes de los colores originales de cada una de ellas.

Respecto de la identidad de la arquitectura neuquina y sus raíces, podemos decir que heredamos una arquitectura ecléctica.

En el libro La ciudad del viento (Universidad Nacional del Comahue, 2001), investigué si la arquitectura construida desde 1904 a 1957 poseía una imagen que nos sirviera de raíz de arranque para el futuro de la arquitectura a construir, dándonos una identidad neuquina. Analicé la arquitectura construida tanto por arquitectos como la arquitectura popular. Esta no dejó vestigios, o quedó la herencia ya citada (ecléctica). Sólo podría servir de raíz la arquitectura de las cons-

Muy lejos de los extremos Por Liliana Montes Lefort

- Nació en Chile.

- Tiene 79 años.

- Es arquitecta, especialista en Patrimonio Arquitectónico.

- Es artista plástica y escritora.

- Es defensora de edificios históricos de la ciudad.

trucciones ferroviarias. Que fueron salvadas por la comunidad neuquina en la gesta popular de 1982 (actual Parque Central, ex área ferroviaria), luego se repitió en el 2010, por diferentes generaciones de ciudadanos. O sea, a la comunidad le importa su identidad. La defiende. Por esta razón es importante la difusión del patrimonio neuquino en sus diferentes expresiones (arquitectura, arte, etcétera). En Neuquén cada día se produce una mejor arquitectura. Sería un buen desafío hacer una investigación de la arquitectura producida hasta el momento para ir documentando y analizando su desarrollo.

Ser neuquino es haber nacido y haber sido criado aquí (nyc). Recordemos que la gran cantidad de la gente que por diferentes razones decidió vivir aquí son nacidos y quedados aquí (nyq) por opción y/o adopción.

Por muchas décadas, la sociedad neuquina se formó por inmigraciones y migraciones. El mundo se ha globalizado y las personas emigran hacia donde pueden vivir mejor que en sus propios países, castigados por razones políticas o económicas.

Al asentarse, producen, construyen y conforman una nueva sociedad transformando a través de los años su identidad

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Con las banderas del Compromiso social Por Osvaldo Llancafilo

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os neuquinos tenemos en nuestra identidad la impronta de los pioneros, primeros pobladores, abuelos y padres que ante las condiciones adversas se unieron para transformar con esfuerzo y trabajo estas tierras inhóspitas en su hogar.

Miles de hombres y mujeres llegaron desde distintos lugares del país y el mundo buscando una oportunidad, una vida distinta y con el deseo de prosperidad, convirtiéndonos en una sociedad nutrida de costumbres

y culturas que nos permitieron desarrollar una identidad particular y única.

El tiempo nos ha ido transformando. Recordar los primeros pasos de nuestra historia nos permitirá volver a valorar lo construido como una sociedad progresista, participativa, con un fuerte compromiso político y sentido social, a diferencia de otras más tradicionales y conservadoras.

Como hijo de esta tierra, siento una gran satisfacción de haber aportado desde el Concejo Deliberante en el desarrollo de la

ciudad de Neuquén, ha sido un honor representar a los vecinos.

La mejor manera de retribuirles la confianza es haber generado herramientas legislativas y acciones concretas.

Calidad de vida

Las obras en el Paseo de la Costa sobre el río Limay, aquellas que mejoran la conectividad de una ciudad en constante crecimiento y las que significan desarrollo humano para nuestros vecinos representan una mejora en la calidad de vida.

La participación ciudadana desde lo comunitario, social, cultural y deportivo, desde lo público, lo privado y desde los medios de comunicación como LM Neuquén, nos permitirá sentirnos y ser parte del crecimiento.

El sentido de pertenencia parece haber perdido fuerza en un mundo globalizado, pero conservamos en nuestra identidad la huella del esfuerzo y creo que es esto lo que debemos revalorizar pensando en el progreso de nuestra provincia y fortaleciendo el orgullo de vivir en Neuquén

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- Vive en la ciudad de Neuquén.

- Nació en octubre de 1975.

- Estudió en el establecimiento AMEN. - Es concejal del Bloque MPN. - Es vicepresidente segundo del Concejo Deliberante.

- Es miembro de la Junta de Gobierno MPN.

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Es ser una adolescente que no termina de crecer Por Fabricio González

- Tiene 47 años.

- Nació en Carhué, provincia de Buenos Aires.

- Estudió Abogacía y Comunicación.

- Es periodista.

-Trabaja como conductor radial y de TV. - Jefe de Noticias de Canal 7.

N

euquén se define por lo que hace y tiene de chica cargada de hormonas. O de chico.

Neuquén sale fuerte.

Hay noche de miércoles a domingos inclusive. Bulle exuberante en sus calles atestadas, con sus ritmos dispares, con ejecutivos que corren contra reloj y operarios de franco un martes que salen a pasear con

la señora en horario pico. Se crispa en Juan B. Justo y se relaja en las costas del Limay. Se agita en el oeste, como dice la canción de Divididos, y es más Quimey allá por la confluencia.

A la vez es una hermandad de gentes desconocidas entre sí. Y aquí también surge su rostro ajado por los contrastes. Se arman familias por elección, que deben ser las

más sinceras. Se corta la calle en Año Nuevo y se visitan los fines de semana. Son los parias que tienen padres y hermanos lejos, que aquí tuvieron la suerte de encontrar otros padres y hermanos de todos los días. Se cuidan, se ayudan. Y entonces el afán de acumular les mete un tajo a esos gestos humanos. Es cuando ganan el centro de la escena los que sólo buscan sacar

ganancia rápido sin importar qué hay que hacer o a quién hay que pisar. Unos sujetos sin moral que todo lo compran y venden.

Lo que nunca morirá en Neuquén es el compromiso colectivo con la protección de los derechos de las personas, ya sean los más elementales y humanos o los vigentes en las relaciones laborales.

Gobierne quien gobierne, acá cada 24 de Marzo salen a la calle para reafirmar la democracia y repudiar a los dictadores entre 7 mil y 10 mil personas. Es todo un sello.

Debe ser la marcha de la memoria más nutrida del país según la cantidad de habitantes de la ciudad.

Y los obreros dejaron su huella a lo largo de los años, porque cuando el desierto era más indómito y había que domar los ríos a fuerza de brazos, encabezaron marchas que conmovieron hasta los huesos al resto de los vecinos. En esa senda te encontrás con los obreros de la ex Zanon que le arrancaron a la Justicia del sistema el primer fallo sobre lock out (paro) patronal.

Neuquén, una chica despeinada y atrevida, de mirada dura, sin

inocencia. Una chica seducida por tiburones de la noche. La chica que avanza pero desconfía. ¿Y quién no desconfía? Las personas acá no se conocen de siempre, sino de hace unos pocos años o meses. O días. ¿Cómo dar el primer paso allí donde no sabés donde está el límite?

Neuquén se brinda mejor entonces ante un intrépido. El que no teme perder. Tal vez porque no tenga nada para perder. Se mueven como pez en el agua y no dejan de seducir a esa adolescente que está siempre en crecimiento por si un día le pueden dominar el corazón.

Y Neuquén es piquete en un barrio por un caño que se rompe, y piquete porque no hay tierras. Y la demanda es veloz y la burocracia... y la burocracia exaspera por su debilidad por los bizcochitos cuando más llena está la oficina.

También llegan siete familias por semana, pero no se fabrican casas a ese ritmo, ni loteos, ni áulas. Entonces cruje. Neuquén va de estirón en estirón y los pantalones siempre le quedan cortos, como por arriba de los tobillos. Y crece y eso duele. Y crece y en esa etapa de la vida se es torpe. Tiene nuevo cuerpo cada vez, cada día. No para de crecer. Por eso gobernarla no es fácil porque, como está aceptado desde tiempos inmemoriales, “los adolescentes son difíciles”. Todo lo que quieras, pero además de revoltoso e inconformista, el adolescente es ocurrente, fresco, solidario.

Exuberante.

Lo que sí es cierto es que no se le puede sacar el ojo de encima, porque siempre se está por mandar alguna.

Y en épocas de rebeldía, ¿cómo hacer para que se peine y se saque los borcegos negros? Un poco de buena fe y confianza. Gestos. No todos los otros son malos. No todos los otros vienen a tomar ganancia rápida sin tensiones morales. Pero ¿Puede Neuquén bajar se del vértigo de la opulencia económica y mirarse a los ojos? Tal vez no, pero lo debe hacer para suavizar resquemores y heridas.

Lo debe hacer para pensar que la buena vida es aquí y ahora. A disfrutar este aniversario y todos los que vengan

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12o aniversario

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DOMINGO 29 de noviembre de 2015

Nosotros, los neuquenianos

Por Luis Felipe Sapag

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a identidad se entiende como los sentimientos de pertenencia e identificación de la mayoría de las personas de un territorio a su religión, su idioma, sus formas productivas, sus instituciones, su historia, sus héroes o a distintas combinaciones de esas cualidades. Los neuquinos compartimos con el resto de las provincias varias de ellas que hacen a la identidad nacional y que no es necesario mencionar pues las sentimos igualmente que

un cordobés, un fueguino, un porteño e, incluso, un rionegrino. Sin embargo, hemos sabido cultivar algunas características propias: ideas, emociones y orgullo provincial que, en conjunto, conforman la neuquinidad.

En primer lugar, cabe mencionar como fuente a la exquisita naturaleza del triángulo encantado que Gregorio Álvarez describió en su clásico libro Donde estuvo el paraíso. Lagos, ríos, montañas, bosques, fauna y flora; un inmenso patrimonio

que deslumbra con sus íconos: la araucaria, la perfección orográfica del Lanín, la pureza del Limay, los chivitos cordilleranos y las truchas más apreciadas del mundo. También el petróleo y el gas de nuestro subsuelo, en los que están puestas las esperanzas de resurrección energética de la Argentina. Allí reside un primer basamento de una identidad especial, un suelo sobre el que evolucionaron y sobreviven culturas originarias que dan sentido al segundo pilar de la distinción

neuquina: mapuches, tehuelches, pehuenches y veranadores trashumantes conforman una etnodiversidad única en el país y en el mundo. Una abundancia que se refleja no sólo en el nombre aboriginal de la provincia y en su toponimia; también en la cultura y la vida diaria de todos los neuquinos que, humildes y mestizos, desde la autoestima le cantamos al país.

Esos estilos sociales y naturales vernáculos se reflejan también en la política, con el predominio de

los partidos provinciales sobre los nacionales. No se interprete que me limito a la agrupación mayoritaria pues, bien que desde distintas ópticas ideológicas, han surgido otras que también se basan en lo provincial. Es que, dada nuestra cálida y especial identidad, es evidente que sólo pueden prosperar las propuestas nacidas y criadas aquí.

Es así: desde Neuquén interpelamos a la Argentina. ¿Por qué nos atrevemos a cantarle, casi con arrogancia, al país? Porque también la identidad es necesariamente diferencia: somos argentinos, sí, pero argentinos extra-ordinarios. Somos petroleros, crianceros, chacareros, comerciantes, lo que sea, igual que los fueguinos, los cordobeses, los porteños, los rionegrinos. Pero no somos fueguinos, ni cordobeses, ni porteños, ni rionegrinos.

Somos neuquenianos, (con “e”), como gustaba identificarse don Gregorio

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- Vive en Neuquén.

- Es doctor en Ciencias Sociales y docente.

- Es diputado provincial por el MPN.

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DOMINGO 29 de noviembre de 2015

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Aguerridos por naturaleza Por Luis Querci

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o nací aquí en Neuquén. Desde mi infancia fui formándome en lo cotidiano de la vida, viendo el ejemplo de mis padres, de mis tíos, de mi familia, en una provincia que fue creciendo sostenidamente con el esfuerzo de sus habitantes. Y es que los neuquinos somos pujantes, hombres y mujeres que a pesar de las dificultades le ponen la vida y las garras para sortear los obstáculos.

El neuquino es así, aguerrido por naturaleza y más allá de las influencias culturales que a lo largo de su historia fueron conformando este lugar, los nacidos y criados acá seguimos identificándonos por nuestros rasgos naturales; será por el clima o por la naturalidad de nuestra tierra que nos desafía día a día.

Somos hospitalarios con quienes nos visitan, buenos anfitriones. Pero lo que nos distingue es que somos una provincia con alma de pueblo y que aún en las calles se siente el alma de sus fundadores, que dejaron su rastro en algún rincón de una provincia que logra subsistir a pesar de la modernidad.

Los neuquinos somos una convergencia epistemológica, en proceso permanente de apertura hacia lo nuevo, capitalizando los saberes que tenemos y los que traen cada uno de los que vienen a poblar nuestro suelo.

Si tuviera que elegir un lugar para vivir, elegiría este maravilloso Neuquén porque, sin duda alguna, lo más valioso que tiene es su gente

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- Tiene 47 años - Nació en Neuquén.

- Es técnico en Gestión de Políticas Publicas.

- Se desempeña como secretario general de UPCN Neuquén

12o aniversario

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DOMINGO 29 de noviembre de 2015

esa aptitud para improvisar en el momento adecuado Por José Ignacio Gerez

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esde sus orígenes Neuquén es, y todo indica que seguirá siendo, una tierra próspera y generosa. Son miles las personas de distintas partes del país que hallaron en nuestra querida provincia su futuro y porvenir. Y esta es una de las razones por las que hay tantos neuquinos y neuquinas por adopción como por nacimiento.

Creo que por estas circunstancias, la identidad neuquina está conformada en gran medida por la elección: elegir una tierra porque esa tierra nos dio la posibilidad de crecer, de estudiar, de trabajar, de conformar una familia, de crear vínculos y afectos, de encontrar nuestro lugar en el mundo. Y Neuquén nos brinda todo esto.

Creo también que somos una provincia que, gracias al esfuerzo y el trabajo cotidiano de su gente, ha logrado crecer y posicionarse como una de las más prósperas del suelo argentino. Y esto es algo que nos llena de orgullo, y que hace a

nuestra identidad sin dudas.

En mi caso particular, mis padres –como muchos otros– vinieron hace varias décadas desde Córdoba con la idea y la esperanza de forjar su destino. Crecí junto a mis hermanos (dos mujeres y un varón), y desde el jardín hasta el colegio secundario permanecí en Neuquén. Me fui a Córdoba a estudiar abogacía en la Universidad Nacional de Córdoba y trabajé en el Poder Judicial de esa provincia hasta que decidí regresar a Neuquén porque es mi lugar en el mundo: tuve cuatro hermosos hijos neuquinos; me reencontré con viejos amigos y descubrí nuevos; y pude vivir de mi profesión, hasta llegar al rol que tengo hoy que consiste en servir a la comunidad en la lucha contra el crimen.

En forma previa a ocupar el cargo de fiscal general, fui funcionario en la Municipalidad de Neuquén, donde tuve la responsabilidad de formar parte de la organización de los festejos por el Centenario de la capital provincial. Los que tuvimos la suerte de vivir esa celebración

hace once años atrás, sabemos lo que significó: fue una fiesta inolvidable, con miles de personas desbordando las calles para participar de distintas actividades históricas.

Una de estas actividades me dejó un recuerdo imborrable: la reinauguración de la Plaza de las Banderas. Había surgido la alocada idea de traer, en una misión del Ejército que iría en helicóptero, tierra del volcán Lanín para ser enterrada en la plaza. El único obstáculo que se nos presentó –por suerte– era conseguir un cilindro metálico para transportar la tierra de este majestuoso volcán que tanto identifica a nuestra provincia.

No lográbamos encontrar el objeto indicado. Tomando mate en mi despacho con Andrés Magariños, un oficial del Ejército (teniente coronel) que colaboró en la organización de este evento, y ya casi dándonos por vencido por la infructuosa búsqueda, en un instante vimos al mismo tiempo y con cariño mi termo matero de metal

- Es fiscal general de la provincia del Neuquén.

- El último año del colegio secundario lo cursó en Estados Unidos en Lakeland High School, Suffolk, Virginia, en 1993, como estudiante de intercambio.

- Es abogado.

- Estudió en la Universidad de Córdoba.

tipo bala sobre la mesa. Era un termo con un gran valor sentimental para mí: me lo había regalado mi padre cuando conseguí mi primer trabajo, para que reemplazara el viejo termo de plástico que me había acompañado en toda mi carrera de estudiante y que también me lo había obsequiado él.

Segundos después de contemplar el termo, me convencí: ¿qué mejor y noble destino para ese simbólico termo que estar enterrado con tierra del volcán Lanín en un lugar emblemático para la ciudad de Neuquén y en un momento histórico? Di por sentado que mi padre iba a comprender la decisión sin objetarla, y así fue.

La anécdota se completa con una frase. Está escrita en el pórfido ubicado encima del termo enterrado con la tierra del Lanín, la cual tuve el honor de redactar por pedido del intendente Horacio Quiroga: “Aquí se encuentra tierra del volcán Lanín, magnífica creación de Dios, coloso elemental de nuestro escudo provincial”

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Los gestos que definen lo que se es Por Karina Maureira

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s interesante definir lo que genera vivir en este pedazo de tierra, pero mucho más es concentrarse en la mirada de los que llevan la piel de neuquino.

Se siente una efervescencia especial cuando el que cuenta sueña con asentarse sin pedir permiso, ahí es cuando se nota la necesidad.

Y surge la perseverancia, que a la vez nos presenta la incomodidad disfrazada.

Esa es una realidad que puede que desconozca el sentido de pertenencia. Pero qué diferente se torna todo cuando alguien pisa esta tierra y siente la fuerza de la naturaleza que reina desde el cielo a la tierra.

La piel de neuquino tiene voz y llama a su manera, es sensible y sabe de solidaridad.

Cubre el ambiente con poco, pero huele a mucho y acompaña largos recorridos, donde suele derramar su angustia.

El que pisa esta tierra sabe de dolor y su vela no se apaga ante el viento, que clama por favor.

Voy definiendo a esta persona, que resulta ser como vos y yo, argentino de cepa o por adopción, pero elegido neuquino.

Esta mirada la puedo lograr tras varios años de trabajo en esta provincia tan generosa y a la cual me debo todos los días.

Haber ingresado a tantas casas y conocer cientos de historias me permite con solvencia compartir vivencias como esta: Mitad de mañana, barrio humilde y una precaria vivienda donde un hombre esperaba sentado en un tacho de aceite, falto de higiene y

sin nada para comer, solo un hilo de agua que bajaba de una mugrienta canilla. Una cama donde pasaba el día en total oscuridad, de la letrina mejor ni hablar. Sólo una vieja mesa de madera, carcomida, y otro tacho de aceite.

Allí me senté para escucharlo.

Su familia lejos, muy lejos, pero no por los kilómetros, sino por la distancia afectiva. De vez en cuando visitado por algún asistente social por pedido de los vecinos, y fue así que estuvimos en el lugar acompañando la asistencia, para intentar

aportar un escaso grano de arena ante semejante historia a punto de ser borrada de la memoria. La memoria de ese abuelo que no supo del valor de las canas y la sabiduría de las arrugas. Esos momentos son los que ayudan a diseñar esta vida, que también ofrece la dulzura de una inocente sonrisa en busca de un lugar seguro para crecer.

Y esa sí que fue brava, no es una historia más, es la historia de los brazos que se extienden para alcanzar el cielo, porque ese celeste es el que falta para darle vida al arco iris

de sueños casi imposibles de tocar.

Uno de los muchos casos judicializados que también forman parte de la piel neuquina.

Creo que a esta altura resta ese toque de alegría y comprensión que todos necesitamos. Se me viene a la cabeza una historia más, la del esfuerzo por ser mejores, seguro que ahí nos estamos encontrando. Las próximas palabras son de ustedes, queridos vecinos, que cuentan diariamente lo que pasa.

Así vale la pena definir la piel del neuquino

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- Nació en General Roca.

- Vive en la ciudad de Neuquén.

- Es periodista-locutora nacional.

- Conduce TV y Radio.

- Es docente de Oratoria y Comunicación.

- Estudió en la UNCo.

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Una mutua adopción de la tierra y la voz de la gente

Por Francisco “Pancho” Casado

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xplicar qué es ser neuquino para mí, o qué significa habitar esta tierra, es mucho más complicado que realizar una mera descripción del derrotero que arranca casi todos los días a las 4:20 de la mañana.

Quizá esa rutina me define, establece mis días, me ordena y me da seguridad, pero es demasiado simplista a la hora de explicar mi relación con esta provincia.

A veces pienso que yo elegí esta vida; sin lugar a dudas, amo mi profesión, desde muy pequeño la abracé y empapa cada aspecto de mi vida. Creo que es hora de que me acostumbre a que hasta mi nieto me llame Pancho, como si el personaje se hubiera tragado el lazo familiar.

Aunque esto no es así, él sabe bien que soy su abuelo, al igual que mi otra nieta y que el resto de mi

familia. Es que en Neuquén yo me convertí en esto que soy, en este señor que la gente deja entrar todos los días bien temprano a su casa y que los escucha, sin filtros.

Me comprometí con esta tierra y así de a poco fuimos forjando, un poco inconscientemente y otro poco consciente, este camino que seguimos transitando.

Casi sin quererlo, y también queriéndolo mucho, me volví algo así como la voz de su gente, me propuse escucharlos a todos y crear puentes. Puentes que unieran sus problemas con soluciones, y así fui sintiendo esta tierra cada vez más propia.

Luchas

Soy Pancho para la mayoría de la gente, con nuestras diferencias y caminos comunes. Neuquén me adoptó a mi familia y a mí. Me adoptó en el sentido más mater-

nal de la palabra, me dio todas las posibilidades por las que luché, me obligó a luchar, nada fue gratis, pero fue justamente esa lucha la que me hizo sentir muy neuquino y sobre todo agradecido de esta provincia.

Muchas veces me han tentado para cambiar de rumbo laboral, pero nunca pude. Entre Neuquén y yo nació un compromiso, casi como un secreto entre ambos, en donde yo decidí escuchar las historias de su gente, sin tapujos, sin intermediarios, y esta provincia me dejó ser. Estoy seguro de que otros podrían honrar este pacto, pero no soy un hombre que falte a su palabra.

Caminos

Mis hijos crecieron acá, mis nietos crecen acá y por qué no reconocerlo: yo crecí y crezco acá. Entre sus caminos, entre sus lugares más

inhóspitos, donde siempre llegó y llega la radio, yo también crecí.

Lugares donde íbamos con Nene Molina, quien estaba a cargo del móvil de LU5 y hacía mucho más que eso, porque además de tirarme el cable para que el micrófono llegara a nuestro entrevistado, lo hacía con la pasión que esta tierra despierta.

Yo crecí en esos pueblitos, con las historias de la gente, cambié, me empapé de esta tierra que con mucho respeto hoy siento propia.

Y aquí estoy, con mis aciertos y desaciertos, abriéndote la línea de lunes a sábados, porque como en toda relación, tenemos nuestras responsabilidades. Ella cuida a mi familia, que la elige con la misma fuerza que lo hice yo hace casi tres décadas; y yo, desde mi lugarcito, aporto mi granito de arena escuchando a su gente y cuando puedo, le tiro una mano para ayudarla

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Pancho en cifras: - Edad: 61 eneros - Hijos: dos, Dani y Belén - Casado con Estelita hace más o menos cuarenta años.

- Nietos: tres, Victoria, Pedro e Isidro por venir.

- Trabajo: 30 años en LU5 y 28 años conduciendo Línea abierta.

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Mi lugar en el mundo, rebelde y generoso Por Gabriel Gastaminza

S

oy neuquino y me considero neuquino porque elegí para vivir este lugar en el mundo. Amo esta provincia porque me enseñaron a amarla durante toda mi vida. En primer lugar, mi madre, nacida y criada en Neuquén, me enseñó a respetar esta tierra, me enseñó a amar su provincia, sus raíces.

Luego, compañeros neuquinos me enseñaron a defenderla, a trabajar por ella, a valorar a cada poblador de cada paraje de nuestra provincia.

Y, por último, mi hijo, neuquino él, que sigue maravillándose con cada uno de estos paisajes.

No puedo dejar de resaltar que también me enseñaron a amar esta provincia los ejemplos y las enseñan-

zas dejadas por mi bisabuelo, que fue policía de los territorios, recorrió y veló por Neuquén cuando aún no era provincia. Y por mi abuelo, que integró el equipo que construyó el actual dique Ballester.

Recuerdo además cada verano que he pasado en la chacra de mis tíos en la ciudad de Centenario y cuando jugaba en las bardas con mis amigos, cuando lo más poblado de la ciudad de Neuquén llegaba sólo hasta el cementerio.

Otro pedacito de Neuquén que me hizo amar esta gran provincia fue la Casa de Neuquén, en la Ciudad de Buenos Aires, en la cual realicé prácticas rentadas mientras transitaba la universidad. Allí tuve la suerte de seguir empapándome de los símbolos, de las costumbres, de la identidad neuquina. Desde ya, va mi reconocimiento a la importante labor que se lleva a cabo

- Es ministro de Coordinación de Gabinete, Seguridad y Trabajo de la provincia de Neuquén.

- Su nombre completo es Claudio Gabriel Gastaminza.

- Tiene 47 años.

- Es abogado.

- Nació en la ciudad de Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires.

- Actualmente vive en la ciudad de Neuquén.

en la Casa de Neuquén de mostrar y representar a nuestra provincia en la “gran ciudad”.

Amo Neuquén y me siento neuquino porque desde niño he escuchado la importancia de defender esta provincia con pujanza y brío, que neuquino es ser rebelde, reclamante, aguerrido, luchador, pero también constante, generoso, anfitrión, solidario y amigo.

Debemos sentirnos orgullosos de ser neuquinos y defender lo nuestro con rebeldía y firmeza, pero no olvidarnos de que la paz social se construye con diálogo y con respeto. Una sociedad heterogénea y joven como la nuestra necesita de hombres y mujeres que constantemente construyan el sentido de pertenencia, que respeten el contrato social y las leyes que ello conlleva, y que valoren todos los días el Estado Constitucional de Derecho; necesita de hombres y mujeres que trabajen día a día en el fortalecimiento de la democracia, con absoluto respeto a cada uno de los ciudadanos y de sus organizaciones sociales.

Realidades

Gracias a mis distintos trabajos en la función pública, he tenido el gusto de recorrer de punta a punta esta hermosa provincia, tomando contacto con los pobladores, gestionando y trabajando en conjunto sobre realidades muy diferentes entre una localidad y otra.

He visto que más allá de ser una provincia joven, hemos sabido llevar con entereza diversos hechos extraordinarios de la naturaleza, hechos lamentables de onda tristeza y, también, acontecimientos evitables.

Nuestros principios y valores, como neuquinos, los defendemos y los cuidamos mediante la cooperación, la coordinación y la corresponsabilidad; generando espacios plurales, diversos e interdependientes que fortalecen el espíritu y contenido de la democracia, que como toda obra del ser humano, es permanentemente perfectible y mejorable.

Ser neuquino es todo esto, es amar y respetar nuestra provincia con orgullo y valentía y sobre todo elegirla todos los días como nuestro lugar en el mundo

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Un poquito de todos: la búsqueda de nuestra propia identidad Por Mario Cippitelli

Sebastian Fariña Petersen

U

n poquito de cada cultura, emulsionadas y maceradas durante poco más de un siglo en un contenedor social en constante movimiento. En la jerga gastronómica podría traducirse perfectamente la receta de la identidad neuquina o la contestación de la pregunta sobre cómo somos los neuquinos.

Siempre se dijo que la gente que habita en Neuquén no tiene identidad propia, precisamente por ese constante vértigo migratorio que comenzó lentamente cuando se diagramó la capital en la Confluencia, dio el gran salto durante la década del 70 y mantuvo un crecimiento imparable hasta la actualidad.

Hasta no hace mucho, los nacidos y criados se ufanaban de ser los “nyc” ante una inmensa mayoría de extranjeros. Los neuquinos de pura cepa éramos una minoría frente a una

sociedad que se alimentaba con la llegada de foráneos de todas partes y lugares, con sus culturas, sus acentos, sus tradiciones y su historia.

De a poco fuimos construyendo nuestra propia identidad, aunque parezca mentira. Es que ahora los neuquinos que nacimos en esta tierra somos más y de a poco fuimos absorbiendo todas esas características que tenían los que llegaron y no se fueron.

Los neuquinos tenemos algo de los porteños y de las grandes ciudades. Somos rebeldes, pero también modernos, sin demasiado apego a las tradiciones ni a la historia. Nos quedó algo de nuestros pioneros, los que hicieron el sacrificio y apostaron al arenal ofreciendo nada más que trabajo.

Somos cordobeses a los que el arrastre de las vocales quedó a mitad de camino. Somos chilenos y bolivianos en algunas comidas que trajeron y queda-

ron a gusto de nuestro paladar.

Tenemos algo del andar cansino de los norteños, del perfil discreto de nuestros mapuches, de las fuertes tradiciones con raíces europeas que trajeron españoles y gringos, y también de la fisonomía que dejaron las corrientes sirio-libanesas, aunque nosotros las simplifiquemos hablando de los turcos.

Los neuquinos, nacidos y llegados, aprendimos a amar nuestros ríos, a caminar por las bardas eternas, a convivir con los contrastes que tienen la naturaleza virgen y el urbanismo arrollador.

Somos una rara avis, sin más historia conocida que la de ayer, luchando por ser tolerantes ante lo que no conocemos, mirando con desconfianza lo que viene, pero acomodándonos en la construcción de nuestra propia cultura, la que elegimos desde aquel momento que tomamos agua del Limay para no irnos nunca más

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-Mario Cippitelli nació en la ciudad de Neuquén hace 51 años y es un entusiasta estudioso de las raíces neuquinas.

-En sus crónicas busca anécdotas relacionadas con la historia vieja y reciente de provincia y la capital, a través de personajes pintorescos que fueron o son parte de la cultura y la sociedad de Neuquén.

-Desde hace 26 años trabaja como periodista y en la actualidad es cronista y editor en el diario LM Neuquén.

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Aún falta recorrer el camino integrador Por Alfredo Pedersen

P

rocurar describir a un poblador medio de nuestra provincia en pocas palabras es una tarea que presenta su complejidad, dado que la idiosincrasia de los habitantes de las distintas regiones que conforman Neuquén presenta diferencias notables entre sí.

Ello debido en gran medida a las diversas corrientes migratorias que han concurrido al explosivo crecimiento poblacional, especialmente desde la década del 50 a la fecha. Recordemos que, según el censo de 1947, la provincia contaba con una población de 86.836 habitantes y, según el de 2010, dicho número pasó a ser de 550.344 personas, esto es un 533,8% de in-

cremento en el transcurso de 63 años; por otro lado, siendo que el censo de 1895 dio 14.517 habitantes (1947 respecto a 1895 un incremento de 498,2% en 54 años), con lo que la tasa de crecimiento anual para los períodos considerados (2010/1947 y 1947/1895) arroja valores similares.

Si bien es lógico que en los primeros años en consideración el incremento fuera alto, debido a los asentamientos posteriores a la campaña de conquista del desierto, extensión de las vías férreas hasta Zapala, comienzo de actividades extractivas mineras, inicio de obras de irrigación y desarrollo frutihortícola en la Confluencia, el que se mantuviera en el segundo período descripto no se debió a

altísimas tasas de natalidad sino más bien, a corrientes migratorias que por diversas cuestiones se trasladaron a nuestra región: provincialización del territorio, desarrollo masivo de la actividad hidrocarburífera, inicio de las obras de los grandes complejos hidroeléctricos de la cuenca de los ríos Limay y Neuquén, ello aunado a la oferta de viviendas, un excelente plan de salud y disponibilidad de enseñanza en los distintos niveles.

Dado que no existió un plan de desarrollo integral e integrador, la mayoría de la inmigración se asentó en la capital de la provincia o sus alrededores. Según datos de la Dirección Provincial de Estadísticas y Censos, al año 2010

el 65,7% de la población total se encontraba en el Departamento Confluencia y el conglomerado Neuquén -Plottier- Centenario encerraba aproximadamente el 55% de ese total provincial.

Manifiesto caso de macrocefalismo, repitiendo el esquema nacional, que se hubiera podido evitar con adecuadas políticas del Estado. Esto es incentivos conducentes para el desarrollo económico del interior provincial.

En relación con las denominadas corrientes migratorias, es dable destacar que desde los albores del territorio, después de la ocupación militar, se inicia un proceso de poblamiento del espacio, con migrantes del sur de Mendoza, del país vecino, de la pampa húmeda

y de ultramar.

En la zona norte, donde se desarrollaba un tráfico comercial a través de la cordillera, se denota la influencia de habitantes chilenos y del sur mendocino.

Del centro hacia el sur es notable el asentamiento en zonas rurales ganaderas, como poseedores y/o administradores, de originarios de países europeos, especialmente, ingleses, alemanes y franceses.

En la zona de la Confluencia, lo mismo que en el Alto Valle del Río Negro, predominan migrantes en particular bonaerenses y meridionales europeos (españoles e italianos), lo mismo que trabajadores de temporada para la fruticultura de origen chileno.

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23 LMNeuquÉn FabiÁn Ceballos

En toda la provincia, necesitada de diversos tipos de abastecimientos, afluencia de población dedicada en un principio más bien a actividades comerciales, de origen y/o descendientes de siriolibaneses e israelitas, no siendo los únicos pero sí teniendo una gran importancia.

Resulta que en general no han existido asentamientos de un solo origen, y sí se ha producido un entrecruzamiento de las corrientes migratorias que han contribuido al crecimiento demográfico y, por consiguiente, que hubo una radicación de una cultura particular.

Otro aspecto que debe ser tenido en cuenta es que en aquellas localidades en que hubo radicaciones militares en un momento, y en

distintas épocas y otras localidades se produjeron asentamientos producto de la actividad petrolera y gasífera, o de la construcción de los complejos hidroeléctricos, se visualiza un fenómeno común producto de la temporalidad de ese establecerse de la gente: la falta de arraigo y sentido de pertenencia al lugar, ya que quienes integraban esos contingentes sabían de su muy probable corta permanencia en la región, salvo casos de escasa incidencia.

Con esta introducción que pretende demostrar el carácter más bien aluvional de nuestra sociedad, cabe hacerse la pregunta: ¿Existe un ser neuquino?

En principio, y hasta que alguien pueda demostrar lo contra-

rio, pienso que no, ya que no hay una idiosincrasia particular común entre los habitantes de las distintas regiones que componen nuestra provincia.

Declamando neuquinidad no se logran denominadores comunes, sino que se denota una cierta y dudosa pedantería. Esto incluso se ve reflejado en el ámbito político, donde nos encontramos que, producto de la proscripción sufrida pos-golpe militar del 55, todavía existe un peronismo provincial sobreviviente que declama para sí, y sólo para sí, su carácter neuquino, como si las demás fuerzas políticas que operan en la provincia hubieran sido fuera fundadas, integradas y compuestas por extranjeros. Esto es tan así, que se

ha visto en campañas proselitistas agitar, como grito de guerra, lo siguiente: “Votá a neuquinos como vos”. Qué sentido tiene esto o qué se vislumbra tras ello es una pretensión de coerción, de imposición de dos categorías de ciudadanos: los de otras provincias o países, que hicieron de Neuquén su lugar en el mundo, y los verdaderos, o sea, “los neuquinos como vos”.

En definitiva, a la fecha definir con precisión el “ser neuquino” es una asignatura pendiente, y la o las características sobre una identidad sólo se lograrán tras un proceso natural, lo que conlleva tiempo, proceso natural que debe ser apoyado por todos aquellos que posean una vocación de sociedad integradora y abarcativa

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- Nació en Cipolletti.

- Vive en la ciudad de Neuquén desde 1966.

- Es jubilado.

- Es técnico Industrial.

- Tiene seis hijos y tres nietos.

- Ex diputado provincial.

- Es desarrollista.

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12o aniversario

Una identidad con diversidad y en formación constante

DOMINGO 29 de noviembre de 2015

Por Oscar Smoljan María Isabel Sanchez

H

ablar del arte, la cultura y de esos quince años del Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén requiere en primer lugar mirarnos a nosotros mismos.

El crecimiento aluvional que se produjo en esta provincia a lo largo de la que fuera su historia moderna estuvo conformado, con el paso de los años, por las diversas migraciones que le dieron a esta región su carácter cosmopolita y diverso.

Tanto la provincia como la ciudad tienen rasgos regionales propios; sin embargo, quienes habitamos esta zona tenemos un espíritu forjado en la lucha contra la adversidad, la lucha contra la estepa patagónica, pelea que, de alguna manera, ha delineado nuestra iden-

tidad. Neuquén forma parte de un gran desierto que, a pesar de todos los inconvenientes que puede presentar, cada día vuelve a poblarse, duplicando su población cada diez años.

Nuestra identidad está en permanente formación y tiene directa vinculación con la diversidad. Hoy en día podemos decir que el ADN de Neuquén no solamente está conformado por cromosomas culturales de los pueblos originarios, los “pioneros” o los nativos, sino que también, y muy especialmente, por la cultura de los inmigrantes, aquellos que llegaron a esta región a construir su destino.

Esa diversidad, que durante mucho tiempo erróneamente se pensó como un defecto, ha sido en realidad nuestra gran ventaja compara-

- Nació el 31 de agosto de 1950 en Puerto Deseado, Santa Cruz.

- Estudió Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires.

- Es director del Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén.

- Diputado provincial electo.

tiva y ha hecho que prácticamente los conceptos de centro y periferia hayan dejado de tener sentido.

Hoy Neuquén está conectada con los principales centros culturales argentinos y del mundo. Con los avances tecnológicos, se han podido desarrollar aquí todas las vanguardias y esto ha sido posible en un lugar tan distante como el que habitamos.

Tal y como sucede con el arte contemporáneo, en la identidad, más que darse una evolución se ha dado una integración, la cual tiene que ver con lo diverso pero también con lo que integra, con la utilización de todos los métodos que resulten más eficaces para que la idea pueda ser expresada.

No tengo dudas de que Neuquén

seguirá construyendo su identidad y de que el tiempo y la historia serán los únicos jueces. Tenemos rasgos muy propios, es cierto, pero pertenecemos al mundo contemporáneo.

Instituciones como el Museo de Bellas Artes de Neuquén tienen como rol central la interrelación con ese mundo contemporáneo.

Se ve reflejada cuando traemos una muestra de París o Madrid o enviamos una muestra a Europa o, sin ir más lejos, a Córdoba. En definitiva no estamos haciendo otra cosa que dialogar e integrarnos con el lugar hacia donde vamos para que nos conozcan.

La primera muestra que presentamos al inaugurar el museo en el año 2000 fue una retrospectiva de Julio Le Parc, un argentino que vive desde hace décadas en París, referente internacional del arte cinético y de una Argentina que en los años 60 ocupó un sitial de absoluta relevancia en la historia de las artes.

Este año, y en particular con el cierre de mi paso como director del museo, finalizamos con la muestra de Liliana Porter, una de las artistas plásticas argentinas más importantes, quien actualmente reside en Nueva York, que no sólo es el centro del arte en la actualidad sino que es prácticamente el futuro. Le ParcPorter, un recorrido de quince años desde la historia del arte al futuro en un museo enclavado en plena Patagonia. No puedo imaginar mejor síntesis.

Por eso creo que la identidad no sólo tiene que ver con la historia que vamos conformando entre todos, sino fundamentalmente con la relación que entablemos con nuestro mundo y con nuestro propio futuro

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de brazos abiertos y algo desconfiado, su sello personal Por Alfredo Vigil

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l neuquino sabe cuidar su tierra. Al vivir a diario con maravillas de la naturaleza al alcance de la mano, desde chico ha aprendido de la importancia de cuidarlas y preservarlas. Esos valores que se inculcaron en la escuela les deja como legado a sus hijos.

Y esa virtud lo distingue de otros turistas en cualquier lugar que se visite. El neuquino conoce su territorio. Lo ha visitado al igual que los numerosos pueblos y parajes que lo componen. Va a las fiestas provinciales, disfruta de los platos tradicionales y sabe lo duro que es vivir en el interior de la provincia.

Por eso se lo distingue. Es fácil reconocerlo en algún grupo donde se amalgaman visitantes regionales o foráneos. Porque se acerca al turista descuidado, que no recoge la basura, para aconsejarle que lo haga y la deposite en los lugares indicados. Porque le da precisiones a ese turista para que al momento de

partir deje bien apagado un fogón, dado que los bosques corren peligro de ser devastados por un incendio, y de los riesgos que enfrentan los brigadistas cuando luchan para contenerlo y apagarlo.

El neuquino que tiene el hobby de pescar sabe cuidar la riqueza ictícola de los ríos y lagos de la región. Son ejemplo a la hora de devolver piezas al río y se molesta cuando otros no lo hacen, porque preservando a las especies sabe que le está dando continuidad a la vida.

El neuquino es solidario. Siempre está dispuesto a darle una mano a aquel que la necesite. Ya sea guiando, dando respuestas o auxiliando a alguien que ha tenido un percance en la ruta. Porque las rutas las conoce, sabe lo que representan largos tramos de caminos sin que haya alguna localidad cercana.

No le teme a las inclemencias ni a los fenómenos meteorológicos, porque Neuquén es parte de

la Patagonia y la Patagonia es eso: tierra inhóspita y llena de desafíos.

Por eso el neuquino se alegra con una lluvia, con una nevada, y tal vez también con el viento, porque cuando no sopla, ya se lo extraña.

El neuquino sabe defender su provincia. Sabe de sus riquezas y de sus debilidades. Aprendió los detalles geográficos de cada rincón alejado de la provincia. Sabe de parajes y del mejor lugar para descansar, acampar o mantenerse alejado de todo vestigio de civilización.

Pero también el neuquino es algo desconfiado, quizás algo aprendido de tanta gente nueva que en los últimos años llegó a la provincia en búsqueda de oportunidades. Aunque con el tiempo, y a medida que esos recién llegados se van consolidando como sus vecinos, los afectos florecen, al igual que la solidaridad y el acompañamiento.

Porque eso también es Neuquén.

Una provincia que abre sus brazos

- Tiene 54 años.

- Nació en Capital Federal.

- Hace 23 años que vive en la ciudad de Neuquén.

- Anteriormente vivió tres años en Piedra del Águila.

- Es geógrafo, matemático y periodista.

- Tiene dos hijos.

para contener a los recién llegados. Como la casa del neuquino, siempre abierta a recibir visitas, ya sean amigos o familiares, que suelen desembarcar con todos sus integrantes para la época de fiestas o de vacaciones. Y eso es algo también particular. No hay neuquino que no se precie de tener familiares en alguna provincia. Ya sea una ciudad importante o un rincón olvidado del país.

Y el neuquino es una parte de esa definición de provincia. Porque cuando se define a Neuquén, se incluye a su gente. Por eso un neuquino siempre alerta al visitante de que vaya a tomar agua del Limay, que si lo hace, nunca más se irá de la provincia o volverá para disfrutar de un momento similar

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Vencedores de la adversidad Por Juan Pablo Prezzoli OMAR NOVOA

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euquén cambia, crece todo el tiempo, hijo.

Ya casi no conozco a nadie por las calles, pero ¡cómo conozco a Neuquén! Siempre será progreso”, reflexiona mi abuela Beba, nacida en Neuquén hace ya 87 años. Hija de Enrique Antonio Carro (uno de los primeros bebés varones registrado en el entonces Paraje Confluencia, allá por 1899), suele desentrañar historias neuquinas con una naturalidad y lucidez envidiables.

Es cierto, mi abuela conoce a los neuquinos y disfruta seguir descubriéndolos todos los días con sus amigas, nuera, nietos y bisnietos.

Al fin y al cabo, sabe que todos los días se construye identidad. La historia neuquina está viva y no hace

falta recurrir a libros, con ella se puede compartir unos buenos mates. Aunque Neuquén se transforme de modo vertiginoso con el paso de los años, su esencia será siempre resguardada por los Pastor, Beba y don Pedro, entre tantos otros.

Nuestro amado pueblo es un crisol de culturas y orígenes. Somos el resultado del encuentro de aquellas mujeres y hombres, criollos y mapuches, con los migrantes que abrazaron este suelo. Somos la confluencia de la rebeldía pionera, decidida a vencer la solitaria adversidad, con los sueños que viajaron desde tan remotos y diversos lugares, para luego afincarse aquí y sumarse al desafío.

Los neuquinos somos solidarios y hospitalarios. Sabemos dar la bienvenida y cobijar a quienes

- Es abogado y concejal de la ciudad de Neuquén.

- Nació en Neuquén.

- Se recibió en la Universidad Católica Argentina.

- Posgrado en Derecho Administrativo.

eligen adoptar estas tierras como propias. Tenemos una profunda sensibilidad social y no dudamos de interpelar la realidad.

Somos la semilla que cayó en tierra difícil pero supo florecer. El desierto, el frío y viento nos han desafiado, pero con determinación afrontamos la titánica tarea de crear futuro con la pasión de nuestros pioneros. Somos inquietos y atrevidos, transparentes y cristalinos, como nuestro río Limay. Sobrios y algunas veces incomprendidos, pero constantes y determinados, como nuestro río Neuquén.

En el camino de la epopeya, las bendiciones de Dios y la naturaleza nos presentaron oportunidades que, de la mano de nuestro trabajo, nos han convertido en un pueblo

pujante. Los neuquinos somos infatigables buscadores de futuro, anhelamos ser artífices y protagonistas de nuestro destino. Somos inteligentes y estrategas, tenemos claros nuestros objetivos. Conocedores de tanto sacrificio, somos férreos defensores de nuestros derechos, autonomía y recursos.

La cultura del neuquino es sentida, es por eso que al entonar nuestro himno “Neuquén Trabún Mapu” se nos eriza la piel y se nos infla el pecho de orgullo. Neuquén no necesita explicarse, porque Neuquén se lleva en la sangre.

Ser neuquino es no conocer de imposibles. Es ser dueño del fuego interior inquietante, tenaz y movilizador que nos ha llevado a ser un pueblo determinado en el camino hacia el progreso

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Un Carácter en formación

Por Víctor Peláez Por Víctor Peláez

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odemos definir como identidad social las características comunes que destacan a un grupo humano. Si tomamos a Neuquén en su totalidad, no encontramos motivos para hablar de identidad neuquina.

No hay puntos comunes entre los habitantes de Chos Malal con otros de San Martín de los Andes.

Ambas tienen recursos económicos diferentes.

Si concentramos la atención en la capital, observamos que la población se duplica cada década.

Esto significa que es una ciudad que ofrece posibilidades atractivas a personas de otros lugares.

Por distintos motivos ha requeri-

Sebastian Fariña Petersen

do gente de trabajo, profesionales, maestros, policías, etc.

Desde la llegada del ferrocarril en 1902, Neuquén mostró un atractivo y antes de fundarse, en la ciudad ya había lugar de alojamiento, almacén de ramos generales y otras actividades.

El riego con la formación de chacras, la creación de escuelas, la asistencia pública y luego un hospital; la escuela secundaria, etc., todo fue motivo de atracción de población.

La provincialización del año 1955, con sus primeras autoridades en 1958, requirieron a muchas personas de distintas formaciones: para la creación del Poder Judicial, el Legislativo, la administración

-Nació en Córdoba el 24 de noviembre de 1928.

-Se instaló en Neuquén el 3 de diciembre de 1955.

-Es médico.

-Se casó con la pediatra Beatriz Batisti.

-Tiene ocho hijos y salvo con el primero, los partos los atendió él.

pública, entre otros.

Así continúa un crecimiento sostenido, con sus diques, escuelas secundarias, universidad.

En definitiva, nos encontramos con que Neuquén se ha transformado en un centro migratorio.

Vienen miles de personas para lograr mejores condiciones de vida de las que tenían, era la búsqueda de la prosperidad.

Como la época de bonanza finalizó en Neuquén por el exceso de medidas populistas, hoy contamos con cuarenta y ocho asentamientos precarios con más de veinticinco mil personas, que también esperan prosperidad.

No sostengo que este afán de prosperidad sea creador de una

imagen caracterizadora, pero este valor trae aparejado movimientos culturales, teatro, escuela de música, de artes, orquesta sinfónica.

Hay un incipiente movimiento literario, artístico.

Aún no tenemos tradiciones, ni tonada que nos distinga, ni música, ni comidas lugareñas. Somos jóvenes, con poco más de cien años.

Nos hacen falta varios Marcelo Berbel, Milton Aguilar, Osvaldo Arabarco y otros en sus distintas disciplinas, para crear valores que nos caractericen y nos distingan como neuquinos.

En conclusión, nos encontramos frente a una imagen neuquina en formación, pero con elementos para forjarla

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Q

uienes tenemos la suerte de habitar este terruño patagónico no deberíamos aguardar un aniversario u otra

circunstancia semejante para hacernos íntimamente las siguientes preguntas: ¿me siento realmente neuquino?, ¿amo este lugar?, ¿o simplemente soy parte del número que determina una tasa de población en constante crecimiento?

La creciente complejidad social, el sometimiento de las nuevas tecnologías y la necesidad de hacer frente a los cambios impuestos por la modernidad generalmente nos impulsan a llevar un ritmo de vida demasiado acelerado, postergando o dejando pasar instantes propicios para una introspección que nos permita reflexionar acerca de aquellas preguntas.

Los nacidos y criados en Neuquén, comúnmente llamados “nyc”, y los originarios de otras latitudes pero que desde hace muchísimos años componen esta sociedad multifacética, dinámica y personalista, por momentos debieran cavilar sobre cuán intenso es su sentido social de pertenencia a esta tierra que habitan, que los cobija y les da la posibilidad de labrarse un porvenir.

Se suele decir que no se puede querer lo que no se conoce. Por lo tanto, para poder sentirnos parte de un espacio territorial y de una

La necesidad de profundizar el sentimiento de pertenencia Por Tomás Heger Wagner -Nació en Alemania, pero desde muy chico vino a vivir a Neuquén con su familia.

-Fue jefe de la Policía de la provincia.

-Es un entusiasta de la historia local e integra la Junta de Estudios Históricos de Neuquén.

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comunidad que compartimos, es fundamental tener un conocimiento preciso de su pasado, de sus orígenes, de sus tradiciones y de quienes descollaron siendo protagonistas de su desarrollo o evolución. Ese conjunto de factores nos facilitarán tener en claro dónde estamos parados, cuáles son nuestras posibilidades, hacia dónde vamos y cuál es el grado de incidencia de nuestra provincia en el concierto patagónico y nacional.

Una vez que íntimamente hayamos conseguido establecer en qué nivel o intensidad está latente en nuestra esencia el sentimiento de ser neuquinos por nacimiento o adopción, seguramente que permanentemente estaremos más dispuestos a valorar nuestro entorno y a contribuir con nuestro esfuerzo cotidiano en pro de un ambiente mejor y una armónica convivencia social.

No podemos ignorar que Neuquén, como tierra de promisión, desde hace años fue y es un polo de atracción para muchas personas y familias que vislumbran un próspero futuro. Es por esa significativa afluencia que su conformación social es muy particular, no registrándose un crecimiento vegetativo normal semejante al de otras provincias tradicionales del país. Esta circunstancia hace que ese sentimiento de pertenencia del que hablamos no se manifieste o no se encuentre suficientemente arraigado en aquellos habitantes

provenientes de otros lares, porque no tienen aquí sus raíces familiares ni tampoco es su lugar de nacimiento o de su infancia. Entonces, para decir con propiedad “soy neuquino de alma o neuquino y a mucha honra”, evidentemente se debe ser nativo de esta provincia o haber habitado en ella la cantidad de años suficientes como para despertar y cultivar ese afianzamiento sólido y persistente al lugar en que se vive, a la vez que nos da seguridad y autoestima.

Sobrevendrán las innovaciones propias de una sociedad neuquina en marcha, en constante crecimiento con su variada gama de desafíos a vencer. Entonces es aquí donde adquiere una importancia relevante el hecho de que cada uno de nosotros tenga una cabal noción del grado de intensidad de nuestro orgullo de sentirnos verdaderamente neuquinos o que estemos plenamente convencidos de ello. Indudablemente que en función de esto dependerá el nivel de nuestras realizaciones, de nuestras vivencias, de nuestras inquietudes y nuestras esperanzas.

Alguien supo decir: “Nadie ama a su patria por ser la más grande, la más rica o la más avanzada, sino porque es la suya”. Por lo tanto, si logramos amar a este Neuquén y sentirlo como propio, seguramente que seremos consecuentes a través de nuestros pensamientos, conductas y acciones

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Nacido Y criado en una provincia privilegiada Por Sebastián Cortez Ríos

S

oy argentino y neuquino, nacido en la ciudad de Plaza Huincul, y antes de dar una definición de cómo “es un neuquino” o cómo “somos los neuquinos”, me gustaría hacer un poco de historia; es decir, cómo nos fundamos y de quiénes vinimos.

En mi caso particular, me crié en la localidad de Cutral Co (antes llamada Barrio Peligroso). Mis padres vinieron de Picun Leufú -distante 70 km- en búsqueda de oportunidades y de sueños, que ojalá hayan cumplido -ya no los tengo a mi lado-. Tuve una infancia muy normal. En la primaria fui abanderado en la Escuela N° 137 de Cutral Co;

continúe mis estudios secundarios en la ex Escuela Nacional de Educación Técnica N°1 (Gral. Enrique Mosconi, de Plaza Huincul), donde me recibí de técnico en Petróleo y Minas. Ya por ese entonces existía y estaba la bien ponderada empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales, donde tuve la suerte de trabajar y dar mis primeros pasos en la industria del petróleo y gas.

Provenimos de inmigrantes en su mayoría. Podemos decir que Neuquén es una provincia cosmopolita. Condescendida en la zona norte y centro por criollos en su mayoría, mezclados con inmigrantes chilenos y, claro está, de dónde provienen nuestras raíces los ma-

puches, la mayoría enclavados en la zona sur.

En la región de la Confluencia, muchos llegados de otras provincias y, sin lugar a dudas, el empuje de inmigrantes europeos.

Neuquén es una provincia con un alto potencial. Digo y afirmo que nací en una provincia realmente privilegiada. Y cuando digo esto, me estoy refiriendo a una provincia con muchos recursos naturales: turismo, petróleo y gas, minería, ganadería, forestación y no puedo dejar de mencionar sus caudalosos y majestuosos ríos.

Creo que el hito está marcado desde el descubrimiento del petróleo, la llegada del ferrocarril, la construcción de las represas hidroeléctricas y el asentamiento del Ejército, entre otros.

Hoy por hoy, y en un mundo globalizado del cual somos parte, si aprovechamos todos estos recursos, y si a esto le sumamos la implementación de nuevas tecnologías, la diversidad productiva, la gran posibilidad de estudiar que tienen nuestros chicos -contamos con estupendas casas de estudio-, el descubrimiento de los yacimientos no convencionales; sin lugar a

-Nació en Cutral Co. -Analista de Recursos Humanos, graduado en la Escuela Internacional de Negocios de América Latina; profesor en el IPG (grupo Visión & Mading) en la materia Ética y Responsabilidad Social Empresaria.

-Socio personal del IAPG seccional Comahue y gerente de la CEIPA (Cámara Empresarial Industrial Petrolera de Neuquén).

dudas, la provincia de Neuquén y los neuquinos tendremos por delante un gran desafío y un futuro lleno de bondades.

Somos mirados por el mundo y debemos mantener los pies sobre la tierra. Y con esto describo que tenemos que ser cautos y ávidos, apuntar a nuestros jóvenes y a la educación como gran enfoque.

Por eso, deseo y hago énfasis en que debemos estar más unidos que nunca. Tenemos todas las herramientas para dar un gran paso, no debemos desaprovecharlas.

Veo a los neuquinos con mucho empuje y muy decididos. Ojalá que las autoridades que asuman estén a la altura de la circunstancia, que sepamos aprovechar estas oportunidades y, de una vez por todas, vayamos hacia una misma meta, con el simple propósito de lograr una mejor calidad de vida

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euquén es la provincia cabecera de la Patagonia. Lo sabemos y lo vivimos como si cada día fuese el día de la fundación de una raza distinta a la humana: la raza patagónica.

Ser “cabeza” es como ser un padre, un hermano mayor en la familia, un maestro en el aula, un faro que guía y tiene la exigencia de iluminar el camino por generaciones.

El neuquino hacedor de esta identidad que se posee como propia y diversa es precisamente un representante de tantas cualidades que sembraron los primeros pobladores de estas tierras. Descendientes de araucanos, mapuches mezclados con arribeños venidos de la Europa milenaria, de latinos con los morrales cargados de sueños, construyeron paso a paso la geografía que contiene a poco más de medio millón de habitantes.

Si nos preguntáramos cómo es el “ser neuquino”, seguramente buscaríamos en los anales de una historia que aún se sigue escribiendo.

Será neuquino aquel que desafió el desierto y abrió canales, aquel que al pie de una montaña buscó un horizonte donde levantar su rancho, aquel que puso su mirada en la nieve para indagar el latido del corazón de una semilla, aquel que torció la piedra para convertirla en plata, que buceó las profundidades de la tierra para descubrir el oro.

Será neuquino el que supo encontrar su lugar en este gigantesco territorio de duros inviernos, de veranos poco complacientes, de lagos creados por sorpresa de la naturaleza, de ríos de deshielos que bañan orillas ocupadas por seres aventureros, y que con todo ello dibujó su destino.

Será neuquino el que se quedó allí, donde cosechó su primer fruto, tuvo su primer hijo, se multiplicó en familias arraigadas a la tierra atravesada por animales que formaron piños y que se convirtieron en sabroso alimento de muchos.

Será también el que cantó la canción heredada de sus ancestros

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cosecha las cualidades que sembraron los pioneros

debate entre el tener y el ser, invadida por la fiebre del petróleo.

El que levantó teatros y bibliotecas, escuelas y museos, casinos de máquinas mentirosas y frágiles sueños, shoppings de estrellas fugaces y canastos llenos de aquellas cosas que poco usan.

Puede ser neuquino el que transita como refugiado de devastadoras experiencias en otras tierras prometidas, con la esperanza en el dobladillo de su pecho.

Será neuquino el que cante, baile, pinte, escriba, enmarcado en una realidad que intenta transformarla para el futuro que insistentemente es presente.

Cada uno de los que pisan esta tierra, la que tiene los límites en un mapa nacional que mira a la Patagonia, que observa la cabeza de una región aún por descubrir.

Cada uno de los que se sientan frente al escritorio para decidir sobre la vida del resto de los habitantes, cada cual que cada noche se prepara para el descanso y se encuentra en la soledad de su existencia, sin testigos, sin espejo, sin ruidos de autos gama, sin gritos de campañas vacías, sin ofertas de negocios millonarios, sin el llanto de los que aún esperan, sin las voces de los que por derecho reclaman. Cada uno, seguramente, se siente neuquino, aunque aún no sepa muy bien qué es verdaderamente serlo

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Por Hilda López y lo hizo sonido que repica al aire, como una llamada de vida; el que colgó el primer pizarrón donde se escribieran las primeras letras que dieron lugar a las escuelas de humilde regazo para cobijar a tantos niños a caballo, tantos campesinos silenciosamente habitantes de lo habitado por el milagro de la naturaleza.

Puede ser que también sea neu-

quino el que, creyéndose poderoso, ocupó tierras sin otro papel que el de su propia arrogancia. Pero también será neuquino el que peleó y pelea por defender lo que heredó y ocupó por derechos de vida.

Será neuquino el que abrió la tierra para construir las grandes represas, el que levantó las gigantescas torres eléctricas que alimentan a millones de argentinos en

otras tierras; el que peleó por su jornal en la histórica huelga de El Chocón, en la batalla contra la dictadura, en la ronda de las madres de Plaza de Mayo, en las poderosas luchas a favor de los bienes de estas tierras.

También lo será quien paso a paso venció el arenal de la capital para poblar con nuevos proyectos inmobiliarios una ciudad que se

- Nació en la provincia de Córdoba.

- Tiene estudios terciarios.

- Hace 48 años que se radicó en Neuquén.

-Tiene tres hijos, cuatro nietos y un bisnieto.

- Es viuda.

- Actualmente conduce Picada cultural, que se emite los sábados por LU5.

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n los años 60, en los primeros años del Neuquén provincia -que recuerda su momento de espacio territorial- se desarrolló un proceso de construcción de identidades, desde arriba y desde abajo. Es decir, desde el Estado, materializado en un régimen político, el Movimiento Popular Neuquino, y desde abajo, desde la sociedad en conformación, se accionaron y crearon organismos, instituciones, de los que emergieron actores y personajes que fueron definiendo el rescate del pasado.

La tarea pastoral con los indígenas en defensa de sus derechos, por parte de la Iglesia neuquina y del Gobierno, y diferentes actores en la creación de instituciones, tensionaron y definieron la identidad

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Cru ym fun del neuquina, la neuquinidad. De lo que se trató fue de introducir e ir mudando los registros simbólicos del pasado que comenzó a ser disputado .

Ahora bien, la población de Neuquén creció rápidamente desde los años 70 en coincidencia, entre otros factores, con la construcción de las grandes represas hidroeléctricas, la expansión de la extracción de hidrocarburos, el auge de las obras públicas y privadas y la radicación de empresas comerciales. Recordemos que en los años de referencia se construyó El ChocónCerros Colorados y se inició la actividad petrolífera en Rincón de los Sauces.

El crecimiento demográfico en las últimas décadas, especialmente del departamento Confluencia,

donde se encuentra la capital neuquina, se caracterizó por la migración extraprovincial y por el incremento vegetativo. Hubo además cierto despoblamiento rural e importante concentración urbana. La urbanización fue un fenómeno acelerado y en la medida en que se producía, también lo hacían la población y el empleo, lo cual lleva a señalar que existe en Neuquén una importante fracción de la burguesía y sectores medios acomodados enriquecidos y ligados a las grandes obras, oportunidades comerciales, conexiones y concesiones. No resulta complicado explicar por qué las provincias “expulsan población”, pero sí por qué Neuquén resultó -resulta- atractiva: evidentemente la ocupación, la subocupación

y las principales actividades que se desarrollaron entre los años 70 y 80 (hoy Vaca Muerta) ¿aún muestran su derrame? También producen implicancias sociales en la expansión económica de la provincia. Es necesario tener en cuenta que la acumulación concretada permitió cierto “consenso social” y, por ende, la legitimidad política de la fuerza que gobierna la provincia.

Ascenso social

El boom poblacional acicateó los valores tradicionales de tierra y trabajo, que se conjugaban con algo nuevo: el ascenso social en una sociedad en construcción. Esta realidad es vivenciada tanto por los pobladores -en particular los más antiguos- como por quienes se ra-

dican en Neuquén en los últimos años. En este sentido, desde arriba se abocaron a la búsqueda de elementos simbólicos que permitieran reforzar la identidad: lo neuquino.

Se materializó en cuestiones emblemáticas (apelación a lo local como algo diferente y protector de “la gente”) y el escudo, la bandera, el himno, generando una apropiación de usos e interpretaciones inscriptas entre los ciudadanos.

La sociedad mira la provincia como una construcción del Estado nacional (Estado provincial), por ello mismo, compleja. Existe una consistente tarea desde arriba de sostener la hegemonía con el discurso y acción permanente del pasado, hecho que alimenta y retroalimenta la identidad neuquina, cada vez dando actos de reconoci-

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uces marcas ndacionales l Neuquén Por Orietta Favaro

miento, sentidos de pertenencia para que se piensen a sí mismos y se proyecten y los proyecten en el espacio público. Como ejemplo, el escudo de Neuquén creado en 1958 tiene figuras que por primera vez intentan recrear la identidad neuquina, como es el caso del volcán Lanín y el pehuén o araucaria, árbol típico de la zona, sobre la base de las manos que ofrecen una diadema de 16 estrellas (los 16 departamentos). La bandera, adoptada en 1989, contiene los colores de la nacional para simbolizar la pertenencia de Neuquén a la nación, pero en su banda blanca se ubica el escudo neuquino, los laureles, las estrellas, el pehuén, el volcán y a los pies la estrella federal. El himno se tituló “Neuquén Trabun Mapu”, que significa “Neuquén

tierra de encuentro”. La letra es de Arabarco y Berbel y la música de este último.

Neuquén, tierra de encuentro, es permanentemente resignificada como Neuquén, tierra de confluencias. Esto hace que los actores no definan su pertenencia identificándose como clientes, sino que manifiestan su correspondencia a nosotros “los neuquinos” (porque hay otros). Con el crecimiento de la provincia, las posibilidades de trabajo y ascenso social (por lo menos durante la vigencia de las políticas de bienestar, hasta los 80) fueron significativos.

Los años 90 condujeron a reforzar la identidad desde el estado provincial, por ello, para insertarse laboral o profesionalmente en el área pública, se

dictaron normas que privilegiaron a nativos de la provincia o antiguos residentes (los “nyc” -nacidos y criados-) frente a los recién llegados. De allí que se fue enraizando la identidad, incluso se manifiesta que, frente a mayor globalización, mayor identidad, de allí la permanente creación de elementos que nutren e impactan en los valores de los habitantes de la provincia. Ello no obvia que haya un cuestionamiento a la titularidad de la identidad neuquina. Esta emerge de los trabajadores del propio Estado, ya que consideran que aquella no es una partida de nacimiento, no es propiedad de un partido, es de todos los que viven en el suelo provincial. El neuquino tiene una identidad socialmente producida

y reproducida a partir del proceso de ciudadanización llevado a cabo desde los primeros años de provincia. Esa es la impronta.

Se resalta en los discursos y narrativas en general el carácter joven de la población de Neuquén, sociedad a la cual son invitados todos a integrarse (nativos y no nativos).

El recuerdo de los años de olvido -momento de la territorialidad- es eje de las enunciaciones desde arriba, pero desde abajo, la identidad sigue siendo un espacio de disputa, se rescatan acciones y actores, se cuestionan la formas de transmisión de los recuerdos, los usos, los olvidos, se rescatan y seleccionan otros. Es decir, no finalizó el proceso de construcción, aún se encuentra configurando en la compleja sociedad y política neuquinas

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- Nació en Italia.

- Es profesora, licenciada y doctora en Historia y profesora titular en el área Argentina de los siglos XX y XXI de la Facultad de Humanidades, Universidad Nacional del Comahue.

- Vive en la ciudad de Neuquén.

- Es integrante del Comité Evaluador de Historia Política.

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Los Arquitectos de La tierra prometida Por Héctor Castillo

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o hace muchos años, los neuquinos se reconocían como extraños en su propia tierra.

Como una molesta ironía, algunos nyc proponían fundar un centro de residentes neuquinos, algo que ocurría en toda la provincia, pero con mucha más fuerza en la capital.

El aluvión migratorio entre los años sesenta y setenta desdibujó casi por completo lo telúrico, y los “llegados” pasaron a ser mayoría y, por supuesto, a imponer sus regionalismos en un amplio espectro cultural.

Lo positivo fue que Neuquén se convirtió en un polo de atracción y se hacía cierto aquello de que a la provincia llegaban “cinco familias por día”, atraídas por el fuerte impulso económico que se dio con la obra pública y los grandes emprendimientos hidroeléctricos.

Los neuquinos, pobladores de un casi olvidado territorio nacional, lograron la categoría de

ciudadanos recién en 1951 cuando por primera vez votaron una fórmula presidencial y lograron una acotada representación en el Congreso de la Nación a través de un delegado. Pero ello no fue la solución del desconocimiento por el Neuquén convertido en provincia en 1957 y con un primer gobierno constitucional en 1958, porque siguió siendo dueño de todas las carencias que arrastraba en su histórica postergación como territorio nacional.

Ya para ese tiempo, todo el ámbito territorial al que su primer gobernador, el general Olascoaga, había bautizado como el “triángulo encantado” sólo tenía buena gente y bellezas naturales incomparables, pero carecía en grado máximo de una infraestructura que pudiera por lo menos acercarse a una mínima expresión que permitiera un desarrollo cierto: sin caminos transitables, con mayoría de escuelas-rancho, con un incipiente sistema de salud

mantenido por el esfuerzo de profesionales que con el tiempo pasaron a ser héroes en la historia de la provincia, sin sistemas de comunicaciones confiables, con un sistema educativo limitado en sus servicios que soñaba con tener escuelas secundarias y veía como imposible una universidad.

En esas décadas del 60 y 70 todo era viento en contra, hasta que auténticos neuquinos comenzaron a hacerse cargo de gobernar poniendo en su tarea algo muy difícil de cuantificar económicamente, comenzaron a poner amor por el terruño y su gente, contando con una ventaja inapreciable, como era haber sentido en carne propia el dolor del abandono y la ignominia del despojo simbolizado en la expoliación de los recursos naturales que sólo servían para el bienestar en otras tierras.

Desde allí se puso énfasis en borrar la vergüenza que significaba el tremendo hecho de tener el mayor índice de mortalidad infantil del

-Tiene 77 años.

-Nació el 4 de octubre de 1936 en la localidad rionegrina de Allen.

-Integra el Número de la Junta de Estudios Históricos del Neuquén.

-Está jubilado.

-Es escritor y recopilador de historias de la provincia.

país, reparar, con la construcción de rutas y caminos, la histórica incomunicación entre los pueblos y por esos nuevos caminos llegaron la salud, la educación y el desarrollo del interior neuquino que, entre otras cosas, puso a las bellezas naturales al alcance del mundo.

Hoy aquel Neuquén que nació a la vida institucional del país en 1957 luce con orgullo su extraordinario desarrollo, extraordinario con relación a lo que mostraba cuando la política partidaria, social y económica no era manejada por neuquinos.

Y también hoy vuelve a ser, con su reservorio de gas y petróleo, la esperanza cierta de que el país logrará el despegue que tantos argentinos soñaron

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FIERRO Y CRUZ

Por Juan Pablo Prezzoli Por Gerardo Burton

U

no de los rasgos que identifican, y en este sentido distinguen de otros, a los habitantes de Neuquén en particular y de la Patagonia en general es el modo en que se hace cultura.

Las figuras de Martín Fierro y el sargento Cruz, hacia el final de “la ida”, primera parte del poema de José Hernández, son una marca de identidad, un rasgo particular.

Cierto, además de darle la espalda a la civilización y cruzar la frontera con destino incierto, hay por lo menos tres acciones más de Fierro y Cruz que nos definen: hacer astillas el instrumento con que uno se expresa -la guitarra contra el suelo- para “no volverme a tentar” con el canto, es decir, no creérsela demasiado. El instrumento es sólo eso, un instrumento y no un fetiche.

Segundo, el relato de la existencia entendida como “un telar de desdichas” que supone a la vez -tercera acción- contar “males que conocen todos/pero que naides contó”.

Estos elementos sirven para desrealizar lo realizado, es decir, para desmontar voluntaria y racionalmente adornos, oropeles, jerarquías, anteojeras, miedos y prejuicios y son por eso constitutivos del hacer cultural en la región.

Aquí aparece un punto de contacto con otro rasgo preponderante: la actividad petrolera, que define todo como efímero y cuyo único vínculo con el subsuelo no son precisamente las raíces sino la extracción.

En este panorama, vale recordar a Rodolfo Kusch cuando decía que la producción cultural es, en estas tierras, “la penosa operación con que el pueblo de América afirma su humanidad”. No es penosa en el sentido de castigo; sí en cuanto a esforzada. Porque de ese “telar

de desdichas” del que hablaba Fierro proviene el tejido -el texto- que escriben, pintan, actúan, cantan, filman, piensan y sienten los que habitan en Neuquén y en la Patagonia. Es, entonces, un espacio que resiste, un espacio que hace política, un espacio que cuestiona y critica y “desrealiza” cánones y academias para volver una y otra vez a construir con un tesón que ordena el caos para no repetir viejos moldes o caducos preconceptos. De esta manera se reconstruye el tejido social desde otro lado, distinto del oficial u oficioso.

Pero también, y en simultáneo, una gran parte de los esfuerzos institucionales -oficiales y privadosempresarios- apuntan a la cultura

- Nació en Buenos Aires.

- Tiene 64 años.

- Se define como un desertor de varias carreras universitarias.

- Es periodista, editor de oficio y escritor.

concebida como espectáculo. Se trata ésta de una cultura desmontable, producto de importación de otras latitudes provinciales y extranjeras que puede comprarse hecho, como cuando se adquiere algo llave en mano.

A tal punto que en un casino pueden montarse un teatro, una sala de conciertos y recitales, un salón de baile mientras se juega a la ruleta. Los espectáculos suelen ser atractivos para todos los gustos y sectores. Pero al mismo tiempo, y aunque es una de las disciplinas más tradicionales desde las épocas del territorio, no hay en la provincia un elenco estable de teatro ni un edificio adecuado.

O, por ejemplo, la fértil producción de poetas y -ahora también-

de narradores locales que se publica en editoriales transprovinciales o en las escasas que existen aquí, casi sin intervención oficial. No se siguió en Neuquén el ejemplo rionegrino o del Chubut en cuanto a editoriales provinciales estatales.

Y así estamos.

Entendida la cultura como la relación recíproca entre la reconstrucción del tejido social y la restitución de un texto, la recuperación del texto de Neuquén y de Patagonia supone también recuperar dos luchas que atraviesan de manera transversal el pensamiento y la cultura de estos sitios por las cuales se mira e imita a los neuquinos-patagónicos: las peleas y reivindicación de las mujeres y de los mapuches.

Y de las mujeres mapuches

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1879, entre otras cuestiones.

La paciente construcción de una identidad

La disputa de la neuquinidad en el campo político-partidario

Por Norma García

s

i hay un tema recurrente, casi cimentado como sentido común, es concebir el partido provincial, el Movimiento Popular Neuquino, como la expresión política más legítima y genuina de la neuquinidad. Sin embargo, es poco frecuente considerarla como una identidad cuya construcción y configuración no son inmunes al complejo devenir de la historia.

Los cimientos institucionales

Si bien la neuquinidad como identidad tiene una larga data, hay un momento histórico que resulta significativo para empezar a explicar su configuración: el pasaje de territorio nacional a provincia en la década del 50. En ese momento surgió la necesidad de construir un “nosotros” y de proyectar la presencia de Neuquén en el ámbito nacional para impulsar el proceso de provincialización.

La institución que asumió esta tarea fue la Casa Neuqueniana, creada en 1950 en Buenos Aires y con sedes en varias localidades del entonces territorio. La iniciativa estuvo a

cargo del Dr. Gregorio Álvarez y de Eduardo Talero hijo. Su lema fue “Del Neuquén por el Neuquén, para la Patria”. En su boletín Neuquenia se propusieron: “Demostrar que Neuquén dejó de ser el desierto de los tiempos indígenas y que hoy es crisol de fructíferas realizaciones y semillero de sugerencias que están esperando ser recogidas”, además de “formar la hermandad espiritual de todos los núcleos de población neuqueniana”.

En la segunda mitad de la década del 60, diferentes instituciones (Iglesia, Fuerzas Armadas, universidad, entre otras) entablaron disputas ideológicas en torno al mito de origen de la neuquinidad. En este marco, una comisión impulsó la formación de la Junta de Estudios Históricos de la Provincia del Neuquén (1966). Estaba formada por el decano de la Facultad de Antropología de la Universidad Provincial de Neuquén, Raúl Touceda, y su rector, Dr. José Antonio Güemes, junto con el representante de la Dirección Provincial de Museos, Monumentos y Archivos Históricos

de la provincia del Neuquén, Ángel Spinelli; el ex presidente de la Casa Neuqueniana, Dr. Gregorio Álvarez, y el asesor histórico del Ejército e integrante de la Comisión Provincial de Cultura, teniente coronel Enrique César Recchi.

Sus integrantes afirmaban que la junta había sido “creada para hacer conocer la historia de nuestra provincia, rememorar sucesos y honrar la memoria de nuestros antepasados, que merecen gratitud ciudadana y cálido homenaje”.

Contribuirían a la creación de una memoria para reforzar la neuquinidad. Por este motivo, definieron lugares históricos de la provincia, elaboraron las efemérides neuquinas, gestionaron e impulsaron el decreto por medio del cual se debía establecer el 2 de mayo como el Día de la Provincia del Neuquén, en homenaje al “primer acto de real soberanía sobre las tierras neuquinas”, aludiendo al cruce inicial del río Barrancas, límite norte de la provincia, por parte del coronel don Napoleón Uriburu al mando de la cuarta División del Ejército durante

- Tiene 51 años.

- Nació en Neuquén.

- Es profesora de Historia y especialista en Historia Regional.

- Es docente en la Universidad Nacional del Comahue.

- Participó en varios proyectos de investigación.

En el contexto de las elecciones provinciales del 73, para la elección de gobernador, el Frejuli (RomeroSuch), partido nacional peronista, y el MPN (Sapag-Del Vas), partido provincial neoperonista, se puso en juego cuál de los dos partidos representaba fielmente la identidad neuquina. El triunfo del MPN instituyó la neuquinidad como núcleo legitimador y patrimonio ideológico del partido, bajo el lema “El Neuquén debe ser gobernado por neuquinos”. De este modo, se convierte en un principio articulador de las diferencias que no remite a la condición de haber nacido en la provincia, sino a una expresión territorial político-partidaria que contiene a una heterogénea población proveniente de diferentes provincias y países.

En los 90, el sobischismo asumió los intentos de renovación económica y política dentro de un contexto nacional neoliberal. No se trataba de ordenar los cambios, sino de cambiar un orden que había regido hasta ese momento. Esto exigía la construcción de una nueva legitimidad que tendería a la desneuquinización, debilitando la visión totalizadora e integradora de la política del MPN. A la vez, la gestión de Pedro Salvatori (1987-1991) apostó a la defensa de los valores y visiones tradicionales, impulsando la creación de la bandera y del himno neuquino como estrategia de revalorización.

La devaluación del vínculo entre el partido y una identidad abrió las posibilidades para que otros actores políticos le disputaran el patrimonio ideológico al MPN. Un nuevo partido, Unión de los Neuquinos (UNE), irrumpió en 2005 con la idea de que “la titularidad de la identidad neuquina pertenecía a todos los hombres y mujeres que, nacidos o no en nuestra provincia, viven, trabajan, luchan, sueñan, son felices o desdichados en esta tierra” y sostenía que “somos todos los neuquinos herederos de esa identidad”. La reacción del MPN fue inmediata. Luis Felipe Sapag los acusó de querer arrebatarle al MPN la titularidad de la identidad neuquina, y señaló que “la izquierda más lúcida ha advertido que para ganarle al MPN debe, antes que nada, arrebatarle la ‘propiedad’ de la neuquinidad”.

Desde entonces, en un campo de disputa abierta, se intenta recuperar esa “mística neuquina” que se ha instalado como lo que nos hace singulares y especiales. ¿Cómo somos?, ¿quiénes somos?, ¿quiénes queremos ser? siguen siendo preguntas actuales que nos hacen pensar que la historia en nuestra provincia hace mucho que recién empieza

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Apuntes sobre el ser y mi lugar en el mundo Por Humberto Zambón

C

onocí Neuquén a fines de los años 60 por razones de trabajo, más por azar que por decisión racional. Y me encontré “en mi casa”, como si este hubiese sido mi terruño desde siempre. Y acá, parafraseando una película argentina muy buena, encontré el “lugar donde vivir”. Venía del sur patagónico, de Comodoro, donde me crié, eduqué y viví. Y aquí encontré la manera de ser con la que estaba identificado, con la identidad patagónica, que está en la esencia de lo que llamamos “la neuquenidad”.

Es que la Patagonia es, esencialmente, tierra de frontera, de pioneros, que desarrolla por necesidad valores de solidaridad, de hospitalidad, de casas con puertas abiertas, valores que a pesar de los cambios y restricciones que introdujo el crecimiento urbano y la modernidad, se mantienen. Es que en la soledad patagónica, con la escasa y aislada población, el viajero siempre era bien recibido; representaba la novedad; siempre era invitado a entrar a la casa, tomar unos mates y, según la

hora, a comer y, eventualmente, a descansar, en un pacto implícito de hospitalidad y respeto mutuo. Recuerdo también la Ruta 3 (supongo que en las demás rutas patagónicas pasaba lo mismo) cuando era de tierra, de ripio, con distancias interminables, sin teléfonos y sin que se hubiera inventado el celular; entonces, si un automóvil paraba en la banquina, todos los demás se detenían para saber qué pasaba y ofrecer su ayuda. Y si alguien no lo hacía, el comentario obligado era “ahí va un porteño”.

De todas formas, el ser neuquino, como parte de lo patagónico, tiene sus particularidades. En primer lugar, la existencia de la civilización mapuche, que conocía la agricultura y estaba culturizando a la tehuelche y que, a pesar del genocidio de fines del siglo XIX y los esfuerzos por negarla que realizara el gobierno central durante el siglo XX, ha perdurado y representa las raíces indudables de lo neuquino; cuando se habla de lo local surgen necesariamente los tejidos, las artesanías y las expresiones culturales mapuches.

En segundo lugar está la relación con Chile.

Toda la Patagonia sur fue en parte poblada por una corriente proveniente de Punta Arenas, en el siglo XIX y comienzos del XX la única población importante que existía entre Bahía Blanca, Patagones y Tierra del Fuego y durante mucho tiempo mantuvo una relación económica y cultural con ella. Pero en Neuquén la relación fue más intensa que en el resto de la Patagonia.

En las primeras décadas del siglo XX, el comercio y toda la actividad económica y cultural estaban integradas a Chile y recién después de 1930, con el cierre de las fronteras, se produjo el cambio hacia el este, Bahía Blanca y Buenos Aires.

También, en lo que sería el tercero en esta numeración bastante arbitraria, hay que recordar que en el momento de la provincialización la población total era de 115.665 habitantes, con una capital con 10.000, menos del 10% del total.

Estábamos muy lejos de La cabeza de Goliath que Ezequiel Martínez Estrada denunciara para la relación Buenos Aires-Argentina y que se repite en nuestra provincia, con una capital que reúne casi la mitad de la población provincial; pero este último es, en términos históricos, un fenómeno muy reciente que tiene menos de 50 años, así que las raíces de la neuquenidad hay que buscarlas fundamentalmente en el interior, en Junín de los Andes, en Zapala y, especialmente, en Chos-

-Es contador público y licenciado en Economía.

-Docente jubilado, actualmente es profesor consulto de la Universidad Nacional del Comahue.

-Nació en Capital Federal, pero a los dos meses ya estaba en Comodoro Rivadavia.

-Allí se crió y estudió hasta que fue a la universidad.

-Su familia materna se instaló en Comodoro a principios del siglo XX, antes del descubrimiento del petróleo (1908).

Malal y la zona norte, con su rica historia fundacional.

Neuquén, como toda la Patagonia, se formó con sucesivas oleadas migratorias: chilenos, españoles, italianos, sirio-libaneses, judíos, y luego por migraciones internas originadas en el norte argentino. Esa superposición de culturas, lenguas y costumbres que, junto con la nativa, en un proceso en el que las escuelas cumplieron una importante función, dio lugar a una simbiosis que hoy conocemos como la neuquenidad.

Podría parecer una contradicción, pero en un mundo global en el que las viejas fronteras tienden a desaparecer, hay una reafirmación de lo local y regional, de los valores y costumbres particulares. Así, la identidad neuquina no es una entelequia ni un concepto abstracto sino un fenómeno social real, compuesto por los integrantes de esa superposición de culturas, en especial los miembros de la segunda y tercera generación, que van conformando la neuquenidad, a la que estamos orgullosos de pertenecer

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Como adolescente que busca definir su carácter

Por Juan Pablo Prezzoli

Por Alejandro Carlos Vidal

A

pesar de sus 111 años, Neuquén es una de las capitales más jóvenes de Argentina y es también una de las de mayor crecimiento demográfico en los últimos cincuenta años.

Durante los años 60 y 70 fue receptora de la migración interna que miraba a la Patagonia y particularmente a Neuquén como tierra de oportunidades. Comenzaba la producción intensiva de hidrocar-

buros pero también la construcción de las grandes presas hidroeléctricas, fundamentalmente El Chocón y Cerros Colorados.

Desde todos los puntos cardinales del país llegaban oleadas de trabajadores de la construcción e incipientes “petroleros” y con ellos también aquellos que cubrirían las demandas de servicios, enfermeros, médicos, maestros, técnicos, arquitectos, ingenieros; la demanda era constante y así

-Nació el 6 de abril de 1958.

- Casado/Dos hijas.

- Vive en la ciudad de Neuquén.

- Diputado Provincial.

surgió el germen de lo que luego sería la Universidad Nacional del Comahue.

Neuquén fue delineando desde entonces su perfil energético y convirtiéndose en una suerte de motor del país, esto también fue definiendo el perfil de sus habitantes. La suma de sus usos y costumbres más los de los lugareños y pueblos originarios dio como resultado este Neuquén ecléctico, que es la Capital de los Derechos

Humanos, pero que a la vez convive con una creciente violencia producto de las desigualdades propias de una economía de enclave.

Pero Neuquén también es como un adolescente que no termina de definir su carácter. Hace poco no más era el lugar donde convivía una alta calidad educativa con el mejor sistema de salud de Sudamérica. Hoy entre el 60% y el 70% de sus estudiantes no termina la escuela media y los hospitales y centros de salud pública sufren diferentes carencias. Sin embargo, sigue pujante y con las manos tendidas para todos aquellos que quieran venir a compartir nuestro destino de grandeza.

Indudablemente, el petróleo tiene mucho que ver con nuestra identidad para bien o para mal, a favor o en contra, con la ampulosidad de los recursos que representa y la marginalidad que subyace en las villas y asentamientos informales. Neuquén es la ciudad con mayor cantidad de automóviles por habitante, pero también tiene uno de los porcentajes más altos de falta de viviendas. Todo está marcado por el salario petrolero aunque sólo lo perciba un mínimo porcentaje de los trabajadores en actividad, pero todos pagamos el costo de vivir en el “país del oro negro”.

Todo es desmesurado aquí, casi como una mimetización con los equipos de la industria que nos identifica. Alguna vez un vicegobernador la consideró “la máquina de hacer felicidad”, y un intendente imaginó autopistas al estilo de Las Vegas. Pero también esta ciudad protagonizó multitudinarias marchas por los derechos humanos lideradas desde el púlpito por monseñor De Nevares, que se negaba entonces a darle la comunión a los represores.

Mientras tanto, la historia era contada por los medios de comunicación, desde aquél primer diario de Abel Cháneton, pasando por la primera radio LU5 Radio Neuquén, el viejo Diario del Neuquén, hasta llegar a LM Neuquén en donde se reflejan cotidianamente los pesares y alegrías de nuestra gente, sus instituciones y sus gobernantes. Las calamidades y los triunfos, nuestras riquezas y miserias, volcadas en letra e imagen que inundan las páginas que nos despiertan cada día.

Y cuando parecía que la caída de las reservas y del precio de los hidrocarburos nos convertía en una provincia más, común, ordinaria como cualquier otra, apareció Vaca Muerta y revivió el sueño grande. Otra vez nos miran como la tierra prometida, volvemos a ser el motor de la Argentina que viene.

Mientras tanto, los descendientes de los primeros pobladores y sus hijos (nyc), los venidos y quedados (vyq) padres de los nuevos nacidos y criados (nnyc) observamos con incertidumbre lo que viene.

Todo lo nuevo trae cambios, no todos los cambios son buenos, pero nosotros los neuquinos sabemos mucho de eso y aguardamos con expectativa renovada, buena onda, compromiso, mucha fuerza y trabajo; por nosotros, por nuestros hijos y por todos aquellos que con buena voluntad quieran habitar el suelo neuquino

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Gente con un recorrido de vida diverso que ama esta tierra Por Andrés Tolcachir

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ntiendo la identidad como una característica de un lugar y de un determinado tiempo, y por lo tanto, en permanente desarrollo y evolución. No creo que sea algo que esté cristalizado, ajeno a lo temporal. Es decir, está conectada con un lugar y un determinado tiempo.

Una parte de la identidad tiene vinculación con las raíces de la tierra y con aquellos que vivieron por generaciones y por muchísimos años en estas latitudes. Por otra parte, está la identidad de aquellos

que vinieron de otros lugares con sus respectivas improntas y eligieron vivir aquí. Sin duda, la identidad, no sólo lo que tiene que ver con la identidad neuquina, sino en todo el mundo, es algo complejo y rico porque es la suma, la mezcla y la fusión de gente con un recorrido de vida diverso. Y esto es lo que hace tan especial cada lugar y, al mismo tiempo, único y en movimiento.

En mi caso, llegué a esta provincia hace ya diez años, y he aprendido a amar esta tierra. Aquí nació mi hija y es el lugar donde llevo

adelante mi familia y participo del proyecto artístico al cual amo profundamente.

Al mismo tiempo, observo también una evolución en mi propio discurso, me descubro hablando de nosotros los de la Patagonia, nosotros los neuquinos. Es decir, es la confirmación de una identidad múltiple y compleja, una identidad de una parte de un porteño, como lo soy, y de un neuquino, que también soy, y probablemente la suma de identidades adquiridas en los diferentes países en donde viví.

Respecto del ámbito de la músi-

- Nació en Buenos Aires el 26 de diciembre de 1970.

- Se graduó en la Universidad Católica Argentina como licenciado en Música, del Conservatorio Nacional López Buchardo, y como máster en Indiana University.

ca, considero que hay dos aspectos que son importantes de diferenciar e intentamos abordar desde nuestra actividad. Está la producción de la música local, en términos de la música de esta tierra, que se ha ido construyendo a través de la tradición oral a lo largo de los años y la música que hoy están escribiendo los grupos e individuos que aquí viven y que en algunos casos tienen una impronta de otros lugares, pero con el tamiz de mirarlo desde este lugar del mundo.

El otro aspecto es que uno puede hacer las grandes obras de la humanidad, Beethoven, Brahms, en el caso de la orquesta que dirijo, con una impronta neuquina y de nuestro tiempo. Y que esa mirada local y personal que tenemos sobre los clásicos pueda ser valorada en otros lugares, como fue en el Teatro Colón este año.

Otra cuestión que me gustaría destacar es el himno provincial, que me ha impactado enormemente porque es una música-canción con una muy rica y bella poesía. Y yo celebro que este himno provincial, escrito por Osvaldo Arabarco con música de Marcelo Berbel, no tiene ninguna impronta de marcha militarista, como ocurre con otros himnos, más allá de que algunos tengan su germen en gestas patrióticas. El himno de Neuquén nació de la belleza misma de la poesía, de la tradición de esta tierra y de la gente de este lugar

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La base está en la diversidad Por Luis Alberto Nichela

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reo que al hablar de “ser neuquino” estamos hablando de esa “identidad” que no es algo acabado, sino que la vamos construyendo día a día.

Creo también que la identidad abarca una gran cantidad de aspectos que nos van definiendo como pueblo, como por ejemplo el paisaje que nos rodea, la estepa, la cordillera, la ciudad. O la historia que nos ha tocado vivir, las luchas

sociales, la educación pública y su crisis, la salud pública y su abandono, el petróleo y la prepotencia del dinero. Los años de MPN. Las regalías, los chacareros. Son muchos y no pretendo mencionar todos los aspectos que nos abarcan y con los que vamos construyendo nuestro “ser neuquino”.

Pero sí quisiera señalar que me llama la atención la diversidad de origen que caracteriza a nuestra sociedad.

Entre nuestras raíces tenemos a los mapuches que ya estaban acá, y a los que vinieron en barco desde Europa, los que cruzaron la cordillera desde Chile. Gente de todas las provincias de Argentina, gente de distintos países de América y del mundo. Cada uno trayendo su historia, costumbres, cultura, sus esperanzas y su búsqueda.

Ser neuquino es también reconocernos en nuestra diversidad de origen

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- Tiene 44 años.

- Nació en Bariloche, pero reside en Centenario desde hace 43 años.

- Es artista plástico.

- Cursó Medicina en la Universidad Nacional de La Plata.

- Está casado y no tiene hijos.

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DOMINGO 29 de noviembre de 2015 Agustin Martinez

Nunca va a ser, pero tampoco dejará de serlo Por Luis Sotosca

d

e aquel 13 de marzo de 1970 hasta hoy pasó mucho tiempo: cuarenta y cinco años.

La estación funcionaba a pleno y, aunque ese día, ya al atardecer, no pude ver mucho, sólo el Monumento a la Madre desde el camión del Ejército que nos llevaba al Batallón 181, sentí

que mi cordón umbilical se cortaba definitivamente de aquella familia que había quedado en Villa Allende.

Y fue así. Bastó la primera salida de franco, todavía con la ropa de civil, para que luego de jugar en el Club de los Soldados, en Avenida Argentina y Juan B. Justo, un paseo por esa cuadra sentara los ci-

mientos de mi elección y adopción por la provincia de Neuquén.

Después llegó la licencia militar, mis primeros trabajos vendiendo café en la calle, las relaciones, amistades, contactos, que le dicen ahora; vendedor de zapatos, Gas del Estado, mi primera experiencia periodística en LU 19, después en el único diario que había en ese entonces y una vida con hijos que se criaron en este Neuquén que crecía más rápido que ellos.

El deporte me dio la posibilidad de continuar con el periodismo, de conocer otros lugares de la provincia, otras provincias, otros países; también de volver a mi lugar de nacimiento en la Capital Federal, y a mi lugar de crecimiento, en Villa Allende, pero era ir de visita. Porque Neuquén fue, es y será mi lugar.

El que yo elegí, donde está mi vida, donde siguen creciendo mis

sueños y mis nietos, al menos algunos; donde están los afectos más cercanos.

Porque podría escribir mucho del crecimiento edilicio de Neuquén, de la amplitud que han tomado esas iniciales manzanas que iban del canal 7 hasta el río y ocho cuadras para cada lado del monumento en el Alto y muchas menos en el Bajo. Pero Neuquén no es las estructuras gigantes que se van levantando cada día en distintos puntos de la ciudad, tampoco el bullicio de los autos y los ómnibus moviéndose frenéticamente por las calles ahora asfaltadas.

Neuquén sigue siendo la canchita del Colegio Don Bosco, donde cada tarde sabatina nos juntábamos a jugar al fútbol; es la acequia al costado de la calle San Martín donde se bañaban en verano los hijos de los ferroviarios; es el viento castigando la cara después de

las cinco de la tarde cuando se cruzaba la vía, es ver el río bajando por la diagonal y los álamos del otro lado. Es todo eso que no está más, pero que sigue estando.

Aunque los nietos se asombren cuando les contamos y recordamos aquellos negocios que ya no están y sonrían porque un amigo nos saluda con un “chau, flaco”.

Porque en definitiva Neuquén es su gente: los que nacieron, muchos de ellos después de que llegamos y los que elegimos ser neuquinos.

Desde aquellos inmigrantes que luego se fueron corriendo contra la cordillera, hasta esos que trabajaron en las grandes obras y se quedaron, o los que debieron venirse en los 70, cuando era peligroso quedarse en sus provincias.

Esto es Neuquén, la ciudad más cosmopolita de la Patagonia. Y la que todavía nos sentamos a tomar un café en la vereda con los amigos y recordamos esa Caldera llena o los clásicos Pacífico vs.

Independiente, en cualquiera de las dos canchas, o los bailes de Barrionuevo o las rosetas de la cancha de Unión Vecinal, o aquella selección juvenil que jugó en el Colegio Don Bosco en el 74, creo, con Bochini, Bertoni, Tarantini y Trobbiani, entre otros.

Y recordando el colegio Don Bosco, en su pista de atletismo, don Diego Flores Giménez por las tardes haciendo de entrenador para un grupo de jóvenes y adolescentes.

En su cancha de rugby, la visita de una selección europea, porque no había muchos escenarios apropiados, pero el colegio Don Bosco siempre estaba.

Así sigue siendo Neuquén, aunque hoy los recuerdos deportivos más cercanos sean los 20 años del Ruca Che y aquella selección dirigida por Guillermo Vecchio que clasificó para los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, después de haber participado por última vez en 1948.

La vuelta de la selección de vóleibol a las competencias internacionales enfrentando a Australia, el nacimiento de la generación dorada (¿hace falta que diga de básquetbol?). Y Gigantes del Sur, con más de una década de participación en el voleibol nacional.

Aunque creo que Neuquén todavía no es. Porque se fueron muchos, otros vinieron, nos seguiremos yendo y continuaran viniendo Y, como Neuquén es su gente, podríamos concluir que nunca va a ser, pero tampoco dejará de serlo.

Porque para definir hace falta la quietud.

Y Neuquén es inquieta

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- Nació en Capital Federal.

- Es periodista.

- Es coordinador del equipo de vóley Gigantes del Sur. - Vive en la ciudad de Neuquén.

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La virtud de tener orgullo Por Marité Berbel

H

abla una chata que vivió algún tiempo afuera y a la que siempre le enorgulleció decir “soy del Neuquén”. Ese orgullo de hablar de una provincia que en aquellos tiempos, pese a abrir sus brazos a tantos que vinieron de otros lares, era muy desconocida, salvo por El Chocón, que en esos tiempos hacía que se mirara para estos lados, y eso nos adelantaba a otras provincias patagónicas porque decías “Patagonia” y la gente decía “El Chocón”.

Una prueba del desconocimiento hacia nuestra provincia. Una vez, haciendo un recital junto a mi hermano Hugo, en Buenos Aires, mi mamá estaba sentada en la primera fila junto a una directora de escuela, quien en un momento le preguntó: “¿Sus hijos fueron a la escuela?”, a lo que mi mamá, entre sorpresa y odio, le respondió: “¡Por supuesto!”. La maestra, redoblando la apuesta, le dijo: “Pero, ¿hay

escuelas en Neuquén?”. No sabía esa maestra que le estaba preguntando a una hija de maestro que, a principios de 1900, estaba junto a mi abuela inaugurando escuelas en nuestro norte neuquino, mientras que mis otros abuelos peleaban a los vientos en las torres de petróleo y sus hijos concurrían a la escuela con un mismo blanco delantal que viste a cualquier niño de toda la provincia, de todo el país.

Contar de los piñones, de las manzanas, la nieve, nuestros paisajes enamoradores, nuestras termas comparadas con las mejores del mundo (no quiero agrandarme y decir que son las mejores del mundo). Nuestras vacaciones por toda la cordillera, de norte a sur encontrando amigos que nos recibían con la amabilidad y la hospitalidad que caracterizan a los chatos.

Fijate vos que, aunque el término “chato” se usa en forma peyorativa al describirnos, nosotros sentimos orgullo y hasta decimos “somos

chatos”, porque encierra nuestra identidad, nuestra neuquinidad.

Nuestro viento

Hasta el viento era un algo que me encantaba describir ante la mirada atónita de los que quisieran escucharme.

Contar de nuestras siestas escapando rumbo a los canales donde nuestro peor enemigo era el tomero, del cual disparábamos al verlo llegar.

Claro que seguramente nosotros habíamos tapado las compuertas para tener un canal más lleno de agüita para nuestras delicias.

Las excursiones a la barda, juntar lagartijas y disparar de otros bichos que no eran de mi agrado.

Y hablo en plural porque en todos esos recuerdos están mis hermanos, que me llevaban, me enseñaban, me alentaban aunque después mi mamá me dijese “sos una machona”. No me importaba, me encantaba hacerlo, aunque luego volviese con las rodillas lastimadas y el pelo hecho una maraña incontrolable. Todo se justificaba si traíamos algún animalito o insecto que oficiara de mascota aunque fuese por algunas horas, hasta que mi papá los descubría y hacía que lo liberáramos.

Creo que la virtud de ser neuquino consiste en estar orgulloso de serlo. Puede sonar a poco. Pero, a ver… probá con decir conmigo: “Soy del Neuquén”, ¡y contame lo que se siente!

¿En qué se nos diferencia de otros provincianos? Paseá un poco por Neuquén y verás que en un rato encontrás gente de todas las provincias. Recorré el país y contame cuántos neuquinos encontrás viviendo fuera del Neuquén.

Estoy hablando de recuerdos, -Es neuquina pese a haber aunque hoy me encanta recorrer nacido accidentalmente en los mismos lugares, seguir los misCipolletti. mos rituales de antaño junto a mi -Sus escuelas primarias familia grande. Hoy quiero que mis fueron la 107 y la 61. hijos y nietos sientan este mismo -Es cantante, madre y orgullo que siento.

Hoy tenemos una provincia a la abuela. que todo el mundo nombra sabien-Vive en Plottier, en la do de qué se trata. Un trabajo de zona de chacras, con el privilegio de una acequia mostrarnos, de brindarnos. Nuestra energía, nuestras fiestas, nuesen el patio. tras comidas, nuestras canciones, -Tiene cuatro hijos y seis nuestros deportistas, nuestra pronietos. ducción, nuestro turismo, ¡nuestra gente! ¿Defectos? Agrandarnos al decir que “somos del Neuquén”. ¿Será un defecto?

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Huellas del Valle a la montaña

Por Víctor Borrajo Por Víctor Borrajo

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n día un muchacho me contó que nació en una ciudad de nombre aborigen. Me relató que veía su casa desde una barda, que sus calles eran de tierra arcillosa de color rojizo; un valle que tenía un río que surcaba camino entre aquellas bardas, zampa y jarilla, y en el otro extremo estaba rodeado predominantemente de chacras, álamos, sauces y ríos que conocía muy bien, ya que se zambullía siempre en sus aguas; la ciudad estaba rodeada de barrios de muchas correderas de pura arena. Me refería que conocía estos lugares porque fue vendedor ambulante y había caminado toda la ciudad, su ciudad.

La gente del lugar era muy so-

lidaria, recuerda; se compartía el mate con cualquier persona, se sentía orgulloso de pertenecer a ésta.

En invierno para apalear el frío (en ese tiempo nevaba mucho), se reunían alrededor del horno de la cocina, donde se tostaban semillas de zapallo y su abuela amasaba el pan, épocas de azúcar negra y cascarilla. Fue creciendo, así como también su ciudad tan hermosa, que con el tiempo comenzaba a mezclar lo nuevo y lo viejo, el porvenir con lo ancestral.

Tuvo que partir, se fue a estudiar.

Tenía una idea que logró contextualizar con la frase de una amiga: “Si yo puedo, tú puedes”.

Con la etimología del nombre de su provincia Neuquén en el corazón, se marchó. Y con el tiempo llegaron

- Nació en Neuquén capital.

- Se crió en el barrio Provincias Unidas.

- Estudió la primaria en la Escuela 235.

- Se recibió de médico en la Universidad de Córdoba.

- Su especialidad es Terapia Intensiva y Medicina Crítica.

los recuerdos. Extrañaba su gente, su tierra, sus costumbres, amigos y familia. Parecía algo utópico…

Me contó que vivió a la intemperie mucho tiempo, y de ahí camino a la Universidad. Latarjet-Luis Riard, (Anatomía Humana), sus primeros libros. Hasta que un golpe de suerte hizo que una familia lo cobijara, y así terminó sus estudios. Pasaron años y volvió a su ciudad.

A su regreso vio que el sector de bardas casi había desaparecido. En su lugar estaba lleno de casas, barrios... ¿Dónde habrá quedado la boca del sapo? ¿A dónde se fueron esas martinetas que veíamos de niños?

Antes de asentarse definitivamente en su ciudad natal, decidió recorrer su provincia de norte a sur,

de este a oeste, desde los lugares de los piños hasta las montañas; estuvo fuera de su provincia, en el impenetrable chaqueño con wichis y tobas, colaborando desde la atención médica.

Ya en su ciudad ejerció su profesión de médico y siempre me repetía una proverbio: “Cuando tienes que transportar tu propia agua, aprendes a valorar el valor de cada gota”. Hoy vive cerca de las montañas, rodeado de lagos, devolviendo parte de lo que ha logrado.

Hoy puedo decir: sí, soy nacido y criado, amo esta provincia que cobija a miles de personas que nacieron en estas tierras o vinieron de afuera, Neuquén es solidaria y sueño con un porvenir siempre mejor para ella

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fabian ceballos

Se es lo que se come, se bebe y se lleva en la sangre

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e fui cuatro veces de Neuquén con la idea de no volver más que de visita.

Hasta el día de hoy me sigo preguntando qué tendrá esta tierra que siempre me hace volver a sus confines y quedarme.

Solía cansarme de mi ciudad y mi provincia, entonces de vez en cuando me iba, lisa y llanamente me fugaba y me ponía como meta no regresar a vivir en ella, echar raíces en otros pagos y volver sólo de

visita para disfrutarla de otra manera, por pequeños lapsos de tiempo.

Con el correr de los años, la madurez y las vivencias intensas que voy cargando en mis haberes aplacaron esas ganas de huir, porque siempre fueron huidas.

Por parte de padre soy neuquino de cuarta generación, aunque mis ancestros más antiguos seguramente tengan descendencia europea, pero Vilu Mallín concentró gran parte de la familia Cuevas.

Por parte de madre soy más que

patagónico, ya que ella es de la línea sur de Río Negro.

Mi viejo nació en un “chenque” en una veranada del año 1947 en Pampa de Lonco Luan, lo que se dice corazón adentro de Neuquén.

Luego se crió en Covunco Abajo, otro de los paraísos de esta provincia que muy pocos conocemos.

Mis abuelos eran arreadores y mi abuela dio a luz al primero de sus hijos, mi padre, en una austeridad enriquecida por el paisaje, en una humildad que se alimenta de las

cosas simples, en la salvaje inconsciencia de no conocer más de lo que se tiene y que nada mas importe.

Mis abuelos maternos vinieron a Neuquén luego de vivir muchísimos años campo adentro en la línea sur rionegrina, y Neuquén se les ofreció oportuna laboralmente, siempre luchando pero con posibilidades de avanzar.

Además, esta ciudad también se brindó abundante en amistades que aún perduran en el recuerdo colectivo de la familia.

Por Walter Cuevas Mi abuelo taxista y escritor, mi abuela ama de casa y sus hijos, todos trabajadores incansables, con la honra por horizonte, virtud que el patriarca de la familia Guzmán sembraba a diario en toda su prole.

Tantas veces me quise ir de Neuquén y tantas veces he vuelto. Tantas veces renegué de mi ciudad natal y tanto más la amo cada día.

He perdido la cuenta del cariño que tengo por este suelo que todo me lo ha dado. Pero en realidad, no hace falta llevar conteo alguno; al fin y al cabo he tenido la suerte de llegar a ser profeta en mi tierra, cosa que no muchos pueden disfrutar. Y a mi modo me fui armando un modo de vida que me contenga cada vez más y fui aprendiendo que uno es lo que come, lo que bebe y lo lleva en la sangre, y con eso se identifica ante el mundo.

He probado el piñón y el michay cosechado por mis propias manos, he bebido de casi todos los ríos y lagos, y en la sangre llevo Vilu Mallín, Pampa de Lonco Luan, Covunco Abajo y a esta hermosa capital neuquina que me ama tanto como yo a ella, aunque a veces tengamos nuestros desencuentros

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-Nació en Neuquén capital.

-Tiene 45 años.

-Es músico y profesor de guitarra.

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Energía de las entrañas Por Néstor “Chango” Burgos

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omos médanos inquietos del paraje Confluencia, somos bardas con paisaje de terrón de azúcar y boca del sapo, somos ríos caudalosos, somos meseta patagónica y valle con sombra de sauces mimbres ribereños. Somos la extensión entre la Confluencia y la Colonia Valentina, con nostalgia de acequias. Somos cíclico suelo prometido para oportunidades de crecimiento y realización.

Como en el 1902, cuando llegaba el transporte ferroviario, arribaban con él sus trabajadores, comerciantes y profesionales, con sus sueños de progreso a un villorrio que tomaba rele-

vancia por lo que se avecinaba, cambio de capitalidad y pueblo a construir. Los lugareños, sintiéndose seguramente invadidos, sembraban expectativas e ilusiones fundadas en la posibilidad que brindaría el nuevo transporte de cargas y pasajeros en la mejora evidente de comunicación con la capital nacional y los puertos.

Y los ciclos los fuimos viviendo, con el “pozo uno” de la localidad de Plaza Huincul, con la hidroelectricidad y Chocón Cerros Colorados, el gas de mediados de los setenta con el descubrimiento de Loma La Lata.

Esta característica hace que ser neuquino sea movilidad perma-

-Nació en la vieja maternidad del hospital Castro Rendón.

-Fue presidente del Concejo Deliberante de Neuquén.

-Se crió en el barrio Villa Florencia.

-Estudió en el colegio Don Bosco.

-Vive en la ciudad de Neuquén.

-Es militante radical.

nente, recepción de nuevos habitantes casi en aluvión, repetir la sensación de aquellos lugareños del paraje ante el arribo del tren; tan así que encontrarse con otro nativo era toda una tarea, situación que genera la creación de una asociación de “residentes autóctonos” como lo es Neuquén para Neuquén.

Pero aquellos que eligieron este lugar para vivir y desarrollarse conformaron familias que nos dieron hijos que, por su condición de Neuquinos, equilibraron la conformación social por lugar de nacimiento y nuevamente, la prodigiosa tierra del norte de la Patagonia

brinda una nueva oportunidad a propios y a muchos que llegan a trabajar por esta enorme riqueza inagotable del corazón de la tierra neuquina. Y entonces se repite la historia y un nuevo ciclo se pone en marcha, y serán muchos los neuquinos por adopción que nos darán hijos de esta tierra.

Eso somos: energía de las entrañas, fuerza generadora de riquezas de nuestros ríos, indomables como aquellos médanos, horizonte inalcanzable de la meseta.

Somos Neuquén, soy Neuquén, somos neuquinos… como el viento

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Una mirada distinta sobre el paisaje

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er neuquino conlleva un sinnúmero de conceptos, significados, códigos y sentimientos, pero sin duda que esa multiplicidad nos ha permitido crear una sociedad con identidad y sentido de pertenencia propios, lo que nos hace muy atractivos en cuanto a la dinámica social, política y económica.

Ese sentido de pertenencia, en mi caso se traduce en el amor y cuidado de nuestra querida barda, en el terminar haciéndote amigo del odiado viento, en el cuidado de nuestro medioambiente en cada intervención, en el compromiso social de lograr una mejor calidad de vida desde el lugar que te toca actuar y vivir, en el apego a las normas y conductas sociales como ciudadano. Estos y mu-

chos más son valores que han sido inculcados por nuestros mayores y que trato de replicar en los hijos a través de la educación y crianza.

Nací en Centenario, mi infancia y juventud transcurrieron felizmente en esa ciudad rodeada de chacras con olor a manzanas y peras, y si bien la nostalgia a veces me juega una mala pasada al observar el avance de la urbanización sobre el verde, entiendo que ese desarrollo y urbanización son una parte necesaria de la sociedad que hoy hemos logrado entre todos.

Poder caminar y sentir en la cara ese aroma a jarillas, alpatacos y pinos, ver cómo te hace una pirueta una liebre en la barda o una nutria en el río, es algo inconmensurable, no tiene precio, es un regalo de la

- Tiene 53 años.

- Es empleado judicial.

- Nació en la localidad de Centenario.

- Vive en la ciudad de Neuquén.

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Por Oscar Oser

vida que comparto a pleno cada uno de los días.

Mabel, mi esposa, también neuquina; dice que viajar por las rutas, encontrarse con otros paisajes y otras historias, desde el norte neuquino, con su volcán Domuyo al sur con los Siete Lagos y el emblemático Lanín, el río Correntoso que siendo el más corto del mundo es gigante en belleza, o Villa Pehuenia y su imponente lago, la hacen sentir feliz de poder vivir en este lugar, porque ser neuquina para ella va mas allá de la obligación diaria, y de los problemas que esto conlleva, es encontrarse con su lugar en el mundo.

Ser neuquina le permite a mi hija menor Emilia sentir… la brisa fresca de un bosque inmenso, el sonido del agua pasar de nuestro río Limay

y nuestro río Neuquén, el simple silencio de un domingo por la tarde sentada en nuestra inigualable Plaza de las banderas.

Por último, extracto las palabras de Federico, mi hijo mayor: “Como neuquino arriba de la jarrilla crecí yo, como las lagartijas que sobre la arena investigan. La fuerza de los ríos y vientos me acompañan, que en su movimiento derriten los muros a favor de la diversidad”.

“Soy pehuenche, soy mapuche, soy criollo y soy mil cosas más, en mis cantos y silencios, en mis miradas y en mis intenciones. De infinitas historias deviene el brillo de nuestra cordillera. Así crecí y así se enredan en mis múltiples planos que se fundan en una cortina de agua, mesetas, viento y sol”

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Los buenos tiempos generan arraigo e identidad Por Pablo Raña

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euquén es una tierra de oportunidades, y como tal, tiene gran afluencia de inmigrantes de distintas regiones del país que buscan un lugar que los cobije, les permita asentarse y echar raíces.

En mi caso personal, arribé a la ciudad con mis padres y hermanos desde Buenos Aires a los 3 años de edad, en el año 1968. Tuve la suerte de vivir el Neuquén de los 70. A mi forma de ver, una ciudad ideal para poder crecer. En esa época podíamos movernos libremente, sin miedos. Así pasábamos tardes enteras descubriendo las bardas,

en algunos de los balnearios, o recorriendo la ciudad en bicicleta.

Considero que estos buenos recuerdos son los que hacen que quienes pudimos conocer ese Neuquén tengamos un arraigo particular.

Lamentablemente, Neuquén no estuvo ajeno a las dramáticas situaciones que vivió nuestro país en aquellos años. Por mi corta edad no era consciente de eso, pero al mismo tiempo no recuerdo que esto hubiera implicado alguna limitación a la posibilidad de movernos libremente por la ciudad.

Esa multiplicidad de oportunidades hizo que Neuquén creciera en

forma vertiginosa a partir de esa década. El rápido desarrollo trajo gran afluencia de gente con el consiguiente beneficio pero, al mismo tiempo, perdiendo poco a poco esa sensación de pueblo.

A principios de los 80 partí para mis estudios universitarios y parte de mi formación de posgrado, que finalicé 13 años después. A partir de ahí volví a radicarme en Neuquén en el año 1997, fecha desde la cual sigo en la ciudad.

La capital ya distaba mucho de la que había dejado. Ya no era habitual cruzarme con conocidos en la calle o en el supermercado. De

todas formas, considero que lo que más hemos perdido es en seguridad y en la contaminación de nuestro tan preciado recurso hídrico. Nuestros hijos ya no pueden moverse con la libertad que lo hicimos nosotros en aquellos años ni pueden disfrutar de los balnearios, contaminados por la desidia de nuestros gobernantes.

Como todo lugar de oportunidades, en nuestra ciudad convivimos quienes optamos por vivir en ella y quienes se encuentran cumpliendo alguna actividad puntual por un tiempo determinado, pero sin sentirse identificados con el “ser neuquino”

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Omar Novoa

-Llegó a la ciudad de Neuquén de muy niño.

-Trabaja como bioquímico en un reconocido y tradicional laboratorio que fundó su padre, Roberto Raña.

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Y con La salud logró trascender fronteras Por Alba Ernestina Churrarín de Ortega

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oy neuquina, nací en Picun Leufú. Su nombre proviene de la cultura mapuche: Río del Norte. Por esos años era un paraje solitario, alejado de todo.

Sin embargo, nosotros sentíamos un gran cariño por ese pedacito de tierra que nos vio nacer, a tal punto que nunca nos fuimos del todo porque siempre volvemos, sintiendo el orgullo de pertenecer a la tierra del viento.

Mis padres se dedicaban a la actividad agrícola-ganadera y con su trabajo denodado lograron el sustento para la crianza de sus hijos. Provengo de una fami-

lia numerosa, humilde, honesta y trabajadora, arraigada a fuertes creencias religiosas ya que nuestra vida estaba muy vinculada a los salesianos y misioneros católicos que siempre frecuentaban el lugar. Ellos casaron a mis padres, bautizaron a mis hermanos y a mí, y más tarde también me casaron. Crecí instruida con los valores usuales de la familia, sabiendo conjugar trabajo y esfuerzo para forjar el futuro. Desde chica aprendí a valorar y querer el terruño, con sus buenas y malas. Como tantas otras familias, la nuestra tiene una procedencia de la inmigración europea, afincados

en el territorio del Neuquén a fines del siglo XIX y principio del XX. Ellos aprendieron a querer a esta tierra que les dio una nueva oportunidad y nos transmitieron sus sentimientos a las nuevas generaciones de hijos y nietos.

Los hechos que atraviesan mi vida marcan una fuerte identidad neuquina, no sólo a mí y a mi familia sino a muchas pobladores que vivieron similares experiencias de vida. En Neuquén estaba “todo por hacerse, todo por construirse”, nuestros abuelos y padres se asentaron en estas tierras, armaron sus casas, tuvieron su familia y nos hicieron felices,

nosotros entonces teníamos que construir, edificar el futuro para la nueva población que crecía a pasos agigantados.

Jamás imaginé vivir en otro lugar que acá, siempre me cautivó su nombre, Neuquén, “que tiene fuerza”, y también el río Limay donde de joven pasaba horas contemplando. Siempre los neuquinos pregonamos el dicho “quien toma agua del río Limay no se va, y si se va, seguro pronto vuelve”.

Neuquén ha sido fuente de seducción para que muchos habitantes de nuestro país se sintieran atraídos por distintas razones: búsqueda de tranquilidad, traba-

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jo, lugar para formar su familia.

Muchos fueron los motivos por los que adoptaron la provincia con todas sus características: frío, viento, clima seco, así como también con todas las bellezas naturales que contrarrestan el trabajo. Compadres, colegas y amigos de distintos lugares quieren a nuestra tierra, se sienten neuquinos comprometidos con su identidad y orgullosos de pertenecer. Esta confluencia de corrientes migratorias, criollos y mapuches, conforma la bendita tierra del pehuén, que la hace única, hermosa y le imprime una identidad tan particular, no sólo por lo compleja sino porque forma parte del resultado de la mezcla de afluencias de otras latitudes.

Me siento orgullosa de ser neuquina. Este es mi lugar en el mundo y no lo cambio por ningún otro.

Disfruto de pertenecer a una tierra que vivió el crecimiento y el desarrollo con una pujanza pocas veces vista, lo que sin duda ha reforzado nuestro apego y deseo de pertenencia a nuestro querido Neuquén.

Muchos son los aspectos geográficos, paisajísticos, económicos, que han facilitado la transformación a este hermoso y venturoso territorio, apoyado en un principio en tres cuencas (hidroeléctrica, minera y petrolera), propiciando que se convirtiera en la provincia de bienes y servicios más importantes de la Patagonia.

Actualmente ofrece a la pobla-

ción otros polos de importante desarrollo y venturoso progreso, y sigue recibiendo pobladores.

Nadie duda de la pujanza económica de esta provincia, pero en la comunidad neuquina existían otras realidades tanto desde lo social como desde la salud, que llevó a las autoridades a organizarse para dar respuestas competentes a estos aspectos. Así en los 70 se produce el advenimiento del Sistema de Salud Neuquino, que aportó grandes soluciones a los problemas de salud de toda la población, señalando una identidad con característica significativas y dejando como impronta que las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico

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más prestigioso si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se nos vuelen en contra. Dentro de este contexto ideológico, se desenvolvió la política del sector salud, Neuquén fue conocido a nivel nacional y atravesó fronteras por su sistema de salud, al cual pertenecí como enfermera y mi marido, el doctor Eduardo Ortega, como médico, y desde ese lugar como otros desarrollamos nuestra profesión plenamente, vivimos la experiencia de un constante crecimiento y evolución, así como los cambios que en salud se manifestaban en la población. Esto también formó parte de una identidad propia y que el pueblo tomó como suya

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- Nació en Neuquén.

- Tiene 72 años.

- Es licenciada en Enfermería.

- Es jubilada del Sistema de Salud provincial.

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La huella que se deja es la forma de trascender Por Juan Pablo Grigioni

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ace 25 años que vivo en estos pagos, es decir, poco más de la mitad de mi vida y no podría decir con certeza si existe una identidad del neuquino o neuquina. Como cualquier caracterización de un colectivo, esto implicaría hacer una generalización arbitraria con la que, seguramente, no todos se sentirían identificados.

Una cosa es sentir orgullo por el terruño, sus variados y hermosos paisajes, el esfuerzo de sus habitantes ante las adversidades climáticas, y otra muy distinta asegurar que ser neuquino lo pone a uno por encima o por debajo de los habitantes de cualquier otra región del país. Mucho menos en una provincia como Neuquén, una provincia “nueva” al lado de otras con mucha más historia.

Así como a la Argentina se la llamó “crisol de razas” por la cantidad de inmigrantes que llegó desde la castigada Europa de fines del siglo XIX, Neuquén recibió históricamente migrantes de todas las regiones del país, siempre al ritmo de la cambiante actividad petrolera o de las grandes obras hidroeléctricas. Aquí confluyeron cordobeses, cuyanos, litoraleños, bonaerenses y norteños, como también inmigrantes chilenos y bolivianos. Y cada uno, en menor o mayor medida, dejó su impronta en estas tierras en las que se afincaron transitoria o definitivamente.

“No conozco a nadie, nadie me conoce, todo está distinto ciudad de Neuquén”, cantaba Marcelo Berbel en su emblemática “Regreso al ayer”, declarada como himno de la ciudad capital. Y lo dijo hace

ya muchos años, cuando la ciudad distaba de ser lo que es hoy: un gran centro urbano con shoppings, altos edificios y tránsito caótico.

Difícil poder afirmar que existe una identidad neuquina en una ciudad que se jacta de recibir diez familias por día, o donde apenas un río la separa de otra provincia.

“Gente buena y de la otra vas a encontrar en cualquier lugar”, decía mi abuela y tenía razón. Aquí hay gente maravillosa, de los nyc (nacidos y criados) como de los que llegaron por diversos motivos y se quedaron. Atraídos por la

chacra, por la imponente cordillera, por sus ríos y lagos o simplemente porque querían “bajar un cambio”.

Porteño, estudiante del tradicional colegio Champagnat e integrante de una familia de la alta sociedad, llegó allá por 1961 a la polvorienta capital de la provincia un cura con traje de obispo. Mirado con recelo en un principio por los habitantes del pueblo, Jaime de Nevares llegó a convertirse en un emblema de Neuquén.

Así como la familia Sapag, que arribada desde la lejana Siria es

- Tiene 47 años.

- Su hija es neuquina.

- Nació en La Plata, provincia de Buenos Aires.

- Es periodista.

- Vive en la ciudad de Neuquén.

hoy un símbolo de la política local. Marcelo Berbel nació en Plaza Huincul y Gregorio Álvarez en Ñorquín. Es decir, la identidad no viene de la cuna sino de la huella que las personas dejan en el lugar y la sociedad.

Quizás en el interior de la provincia, sobre todo en el norte, se pueda hablar de cierta “neuquinidad”.

El criancero con su piño de chivos, la piel curtida por el inclemente sol y los fríos del invierno; de pocas palabras, sólo las necesarias, pero con una inmensa solidaridad.

Cerca, pero a su vez tan lejos de los tiempos urgentes de las ciudades grandes, de la preocupación por el precio del petróleo o la salida a tiempo del vuelo del mediodía.

Criollo o mapuche, el poblador del interior sabe que le debe más al sol, la lluvia y el río que a nadie más.

Podría decirse que neuquino es quien aprende a querer al lugar, más allá de dónde haya nacido; quien dice con cierto orgullo en una charla “yo vivo en Neuquén” o, si se quiere, “yo soy patagónico”

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Esa mutua adopción de la tierra y la voz de la gente Por Miguel Ángel Michelena

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legué a Neuquén capital en enero de 1995, dejando atrás Río Chico, mi pequeño pueblo natal de 300 habitantes clavado en la línea sur de la provincia de Río Negro. Mi juventud, mi corazón inquieto mi rebeldía me pusieron en el camino y me dejaron aquí, persiguiendo mi gran sueño: cantar folclore.

Anduve un tiempo buscando mi horizonte, aprovechando cada oportunidad que se me presentaba para soltar mi voz en este suelo nuevo y desconocido para mí. Gracias a Dios, la suerte me acompañó siempre, Neuquén me abría los brazos a través de su buena gente, que fue acompañando y guiando mi camino. Sería cosa del destino, o acaso el agua del Limay, lo cierto es que el viento, el aroma a jarilla y

a tomillo de sus bardas me fueron aquerenciando el alma y elegí quedarme en esta ciudad. Quizás mi cercanía con el campo y su libertad me hicieron un lugar en el barrio Almafuerte, cuando el oeste de la ciudad comenzaba a amanecer.

Mi esposa Jessica siguió mis pasos sin dudarlo, seguro por ese amor incondicional que nos abrazó. Cintia y Selena, mis hijas mayores, nos daban el título de familia; no nacieron aquí, pero aman este lugar como pocos. Maximiliano, Emiliano y Mailén Antú, mis otros hijos, sí son neuquinos al igual que mi nieto, Ángel.

Cómo no amar esta tierra, cómo no estar agradecidos por tanta bondad. Tengo trabajo, tengo un hogar; mis hijos se educan en un mar de oportunidades, mi carrera de cantante se realiza cada día.

Cómo no dejarte mi poesía y mis canciones. Siempre vuelvo a mi pueblo porque debe ser así, jamás reniego de mis pagos, pero creo que mi lugar es aquí, en la confluencia de la vida y del progreso. ¡Gracias, Neuquén!

Comparto algunos párrafos de mi canción dedicada: “Viento en el alma” Cuando la sangre se tiñe de arcilla, y mi esperanza verde jarillal la vida entonces respiró a tomillos, sobre la rubia flor del alpatacal.

Yo busqué el campo nomás por costumbre, y al pie de sus bardas mi rancho se alzó mis ojos se hicieron frutal, alamedas, orillando el sueño de la gran ciudad.

Viento llegó sin avisar, viento

quedó sobre mi alma.

Neuquén, nunca preguntó, de dónde has venido, qué cultura tienes, qué color.

Siempre de brazos abiertos, para los sueños de todo trabajador.

Neuquén y tu río azul, Limay soñador que en la agreste tierra la vida fundó.

Lecho de la luna, que va menguando el tiempo del cosechador Neuquén manzanos en flor, tierra del buen vino, cepas nuevas la tierra parió.

Caminas distinta, por la Argentina que América nos regaló.

Neuquén, altivo Lanín, lagos, cordilleras, de gas y petróleo para tu existir.

Piñón de tus hijos, pehuén altivo bendito por Nguenechén. ¡Neuquén... Neuquén... Neuquén!

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- Tiene 40 años.

- Se dedica al canto y es autor de folclore.

-Trabaja en archivo de la Orquesta Sinfónica de Neuquén (Fundación del Banco Provincia del Neuquén) y como cantante.

- Es casado y tiene cinco hijos.

- Vive en el Barrio Almafuerte I de la ciudad de Neuquén.

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La pasión que nace desde la brutalidad de la naturaleza Por Pablo Montanaro

¿

Qué es estar en el sur?, me preguntaba hace más de once años con mi mujer cuando analizábamos dejar la insufrible ciudad de Buenos Aires -propuesta de trabajo mediantepara instalarnos en Neuquén y así emprender un nuevo camino en nuestras vidas.

Confieso que no conocía la zona pero sí a través de las páginas de los libros de escritores neuquinos, con los que había establecido una amistad a la distancia vía correo postal y luego mail. Entre los numerosos poemas que cautivaron mi atención y mi inquietud por conocer esta zona y su gente, sobresalieron unos versos de un poema de Irma Cuña: “Nací en Neuquén y por las noches hondas,/cuando

todo se acalla, mi alma loca/trepa las bardas, atraviesa el río,/y tras la Cruz del Sur halla el camino/ que conduce al secreto primitivo”.

Pero no sólo me nutrí de la poesía para conocer, sino también escuché otras voces, de aquellos que ejercen los oficios terrestres -digamos-, más precisamente un taxista que no sólo me insistió en que lo mejor que podía hacer con mi familia era dejar todo en Buenos Aires y venirme a Neuquén, sino que me invitó a beber agua del Limay.

Y así me quedé.

Puedo decir que de esta manera comenzaron mis diálogos con ese paisaje inmenso que despierta pasiones, con la brutalidad del aire que son estos vientos del sur, que construye identidades diversas.

Precisamente esta poeta, que

luego del exilio en México regresó a Neuquén en los años 90, nos ofreció un término para delimitar su obra como “literatura querencial”, es decir, nos habló de la querencia, del lugar al que uno pertenece por elección, por historias, por ese tejido de relaciones.

El carácter de los hombres se imprime en la ciudad y el carácter de esta va definiendo el de los hombres. El paisaje nos define, habla de cómo somos y, sobre todo, de nuestra identidad. Acaso por eso se insiste en la necesidad de preservarlo. Es que la ciudad “te perseguirá”, dijo el poeta griego Constantino Cavafis.

Una cosa que sigue sorprendiéndome es que en un mundo que derriba fronteras para convertirse en globalizado, en esta parte del sur

-Nació en Buenos Aires en 1964.

- Desde mayo de 2004 vive en Neuquén.

- Es periodista y autor de varios libros de poesía, ensayos y biografías.

ciertas costumbres y acciones tienden a reafirmar lo local. Esto es un fenómeno social que hay que revalorizar. ¿Se podría entender como ese orgullo por pertenecer?

En este sentido, los datos que arrojó el último censo reflejaron que hay una nueva etapa donde los nacidos y criados (nyc) son los protagonistas. Es decir, hay nuevas generaciones que deciden quedarse a vivir en Neuquén y aquí formar sus familias. Los números indicaron que 7 de cada 10 habitantes eran neuquinos y eligen quedarse en la provincia para desarrollar su vida adulta.

Dicen que es muy difícil pelearse con la identidad porque es como un pilar para construir sentido, nuestro sentido de vida. Y aún más, un sentido de orden social, existencial

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Un torbellino transgresor con todo por hacer Por Carlos Postai

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n realidad, no soy un nyc. Pero llegué a esta ciudad de Neuquén justo cuando en la vida comienzan a formarse las alianzas con la gente y con el medio, que perduran hasta el final.

Egresados del San Martín y jingle de presentación: Neuquén está de moda y lo que está de moda está en Neuquén.

Ya en esos comienzos, la neuquinidad al palo.

El primer trabajo: el banco en el que todos nos conocíamos… los dedos mágicos del Tesorero Pisandelli.

Las posibilidades laborales

para todos. ¡Éramos tan pocos!

Para colmo, llegaron las empresas petroleras, casi todas juntas.

Con sus inmensos camiones y sus coloridas camionetas de dos antenas que nos hacían sentir más importantes ¡Aún!

Allí está el AMOR por los doctores Abraham, Samaniego que recibieron a mis hijos neuquinos.

Y el doctor Azar que curaba a mis hijos y a todos los hijos desde la excelencia del hospital público.

Está la pasión con los amigos de Foecyt, que desde el cooperativismo de “la 14”, se aburrieron de hacer casas y barrios.

Y la Universidad de Neuquén. ¿Quién se animaba entonces?

Las largas charlas de ateneo con monseñor De Nevares y el profe Recalde. Es que estaba todo por

hacer.

Y el orgullo de tener a los mejores desde la Conrado Villegas impulsando todo movimiento cultural, todo aliento.

- Nació en General Roca un 22 de octubre de 1953.

- Vive en la ciudad de Neuquén.

-Estudió en la Escuela 139 de Cinco Saltos, Colegio Domingo Salvo de General Roca, Colegio Manuel Belgrano de Cipolletti, Colegio San Martín de Neuquén.

- Estudió abogacía en la Universidad Nacional de la Plata.

- Realizó diversos cursos específicos en la UCA- Buenos Aires.

- Es gerente de la seccional Comahue del Instituto Argentino del Petróleo y Gas (IAPG).

A los grupos vocacionales y generando ese torbellino transgresor que nos distingue.

Pasaba la vida, las utopías se cumplían o no. Pero siempre esa dinámica tan especial, tan bulliciosa, tan rebelde, tan nuestra.

Y mi amigo periodista insiste en la pregunta que me pasea por todos estos recuerdos: ¿qué siento como neuquino adoptado? Que encontré mi lugar en el mundo

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la forma de actuar que escapa al lugar donde se nació Por Francisco Gallo

S

oy neuquino por adopción. Nací en la provincia de San Juan y a los 6 años llegamos a Neuquén siguiendo a mi padre, que era un comerciante, un buscavidas persiguiendo nuevos horizontes.

Esa búsqueda de un bienestar mejor me llevó a vivir mi adolescencia en Bariloche, pero mi corazón se había quedado en Neuquén, por su gente y por la contención que nos ofrecía la ciudad para quienes llegábamos.

Cuando cumplí 30 años volví a Neuquén.

Si hacemos una encuesta a un grupo de gente, la mayoría no es oriunda de Neuquén, y si les pre-

guntás por qué eligieron quedarse te responden por la contención y porque dentro de todo es segura.

Estas características que forman parte de la identidad neuquina me permitieron criar a mis hijos, darles una educación, desarrollar y mantener una actividad económica que, seguramente, en otro lado no sé si lo hubiera podido tener.

El neuquino por adopción es cien por ciento solidario.

Ese neuquino es el que ama su provincia haya nacido o no.

Pero también está el otro, el que viene a buscar nuevos horizontes y una vez que llega a ese objetivo se va con su dinero a otro lado.

Esa persona no logra cuajar con lo que ofrece Neuquén, no tienen

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paciencia, se sienten incómodos.

Una imagen que observé con mucho agrado en los últimos días fue la de miles de personas recorriendo el Encuentro de Artesanos. Me gustó que muchos neuquinos disfrutaran de ese momento de recreación y de ocio, como también sucede en los ríos y balnearios.

El neuquino por adopción disfruta y mucho de esos momentos de ocio.

Neuquén es muy diverso para encontrar horizontes más allá de los grandes emprendimientos, más allá de Vaca Muerta.

Cuando uno viaja a San Martín de los Andes o a Villa La Angostura hay turismo, en estos lugares no está Vaca Muerta. Incluso en Junín de los Andes o en el norte de la provincia la gente se asienta, buscando paz y tranquilidad.

Y encima da trabajo, que no es poco

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- Nació en San Juan.

- Vive en Neuquén.

- Es comerciante.

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Un idilio con la tierra que se renueva y no sufre desgaste Por Soledad Martínez

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l desafío de pensar qué nos sugiere el “ser neuquin@” me provoca transitar el tiempo en que esta tierra era virgen y la denominación “neuquin@”.

Aparecen allí una mixtura de pieles, costumbres, luchas y diferentes miradas que esculpen un clima a veces hostil en el paisaje del ensueño que nunca termina de maravillarnos a nosotros mismos pero, sobre todo, al mundo.

Un hombre, una mujer pueden decir lo que no son y también pueden expresar con certeza lo que son en un “soy neuquina” (en mi caso, orgullosamente zapalina), como una síntesis de esa vocación de progreso y crecimiento, de la tranquilidad con la que podemos pensarnos en familia, de esa posibilidad de disfrutar cotidianamente paisajes y bellezas inigualables de una tierra de enorme diversidad y gran riqueza.

Eso nos pega a esta tierra. Es un idilio que no tiene desgaste. Ni rutina.

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Si le sumamos a la receta la fortuna que hoy más que nunca significa la pureza del agua, su rostro minero, el petróleo a discreción y la riqueza de la tierra que nos convirtiera en el “país de las manzanas” y nos sorprende hace poco con vinos excelsos, la fórmula se completa. No hace falta que le pidamos que nos sorprenda. Cada hora, cada metro, es más y mejor Neuquén.

Inevitablemente, mi condición y mi vocación me obligan a reflexionar sobre aquello que está pendiente para que esta tierra generosa y pródiga lo sea por igual para todos l@s neuquin@s -puesto que aún no ocurre- y que en estas palabras podamos reconocernos tod@s.

Así las cosas, y aún con nuestras asignaturas pendientes, el “soy neuquina” tiene suficientes motivos para el orgullo y la altivez, porque está cumplida la sospecha íntima y grandiosa de qué éramos para la Argentina: lo importante es que finalmente somos

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- Nació en Zapala el 27 de febrero de 1972.

- Soltera sin hijos.

- Cursó la primaria y la secundaria en Zapala.

- Es abogada.

- Egresó de la Universidad Nacional del Litoral en 1995.

- Fue jueza de Faltas, secretaria de gobierno y de políticas sociales, y diputada provincial.

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gen que fluye dEl norte neuquino Por Rodolfo “Quique” Chávez

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erdido en la Cordillera del Viento, con un auto sufriente y mucho calor de chapas, cada vez que veía una casa sabía que del otro lado había un amigo.

Agua para mojarse la cabeza, mate y un chivito si es que uno anda con tiempo. Si te quedás, alguna manta habrá para pasar la noche. Es como si esos hombres y esas mujeres te estuviesen esperando. El neuquino del norte es un tipo amable, de apariencia parca pero de gran generosidad, transparente y cálido.

Saludo, siempre saludo, aunque sea a lo lejos, pero saludo y puerta y corazón en apertura perpetua.

Antes de seguir, un dato: nací en Cipolletti porque mis viejos cruzaron el puente por el parto urgen-

Claudio Espinoza

te, pues vivíamos en una casita que todavía sobrevive en Obrero Argentino y Richieri en la chacra de mi abuela suiza, en la Colonia Confluencia. Me crié en Cipo con la mitad de mi familia de este lado del río Neuquén, y desde hace más de veinte años que trabajo aquí.

Luego de mucho andar por esa iluminada zona de la provincia, elijo como abanderado del gen neuquino al poblador del norte, donde el sol brilla distinto y casi siempre brilla. Es curioso el fenómeno, pero muchos de los que llegaron de otros lugares tomaron las formas y las artes de los nacidos y criados en esas tierras que tienen como emblema a la Cordillera del Viento. También hay otra gente, claro. Pero así es el mundo.

- Nació en Cipolletti y actualmente vive allí.

- Tiene 48 años.

- Es periodista y escritor.

- Estudió en la Universidad del Comahue.

- Está casado y tiene dos hijos.

El auténtico gen neuquino, entonces, ha de descansar en el norte de la provincia, en la huella de los pehuenches que comerciaban en pie de igualdad con los españoles que cruzaban la cordillera para negociar por la sal de la mina de Truquico. No hay pruebas materiales para esta afirmación del verdadero gen neuquino, y no es intención de esta columna indagar en cuestiones antropológicas.

Sin embargo, escribas españoles han descrito con claridad esta particular relación comercial. Los españoles, que nada tenían de buenitos, saltaban desde Chile en busca de la mercancía pues del otro lado la sal podía ser más peligrosa que las lanzas araucanas (esto me lo ha contado la inolvidable Luz Font). Ubico en esa zona a una comunidad organizada y desarrollada que, entre otras cosas, llegó a trabajar la alfarería antropomorfa (¿raíz incaica?).

Por la fuerte influencia española

y el contacto cercano con los pueblos chilenos en una primera etapa, y por la capitalización de Chos Malal y el consiguiente envión político en una segunda etapa, el norte pulió su identidad, a la que analizo como muy neuquina o la que más me ha impactado. En este análisis no puedo dejar de lado el alma y corazón de los petroleros de Cutral Co y Plaza Huincul ¿Cuántos fenómenos sociales más fuertes que las puebladas del 96 y el 97?

Piel de gallina cuando subieron a la ruta a enfrentar y correr al ejército verde enviado a reprimir.

Es claro que esta provincia joven se ha alimentado de una fuerte inmigración externa e interna, y que a partir de las grandes obras hidroeléctricas y el petróleo y el gas muchos jóvenes profesionales eligieron Neuquén para desarrollarse. Muchos se enamoraron de esta perla patagónica, dejaron y dejan mucho; otros permanecieron esperando el regreso a su lugar de origen, e igual dejaron. Se podrá indagar en estas cuestiones que hacen a la particular cultura de los neuquinos, sobre todo los de la gran urbe, maravillosa y desprolija: Neuquén capital.

Es que la identidad neuquina se ha forjado en este crisol y ahora es el tiempo de los neuquinos nacidos y criados, los de segunda y tercera generación. Hasta hace algunos años era una rareza ser local. “¿Y vos de dónde sos? ¿Sos de acá?”, se extrañaban los foráneos. Eso ha cambiado, pero hay una esencia.

Los capitalinos no son como los del norte, pero tienen de ese gen. No son tan abiertos, se han curtido. Pero son generosos como ese hombre de la montaña cuando entienden que no estás de paso, que venís a sumar y que sos capaz de querer como ellos quieren a la gran ciudad patagónica, a San Martín y Junín de los Andes, a Villa La Angostura, a su comarca petrolera y al corazón productivo de frutas de Alto Valle. Un mundo por conocer

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Más que con tonada, con el mismo lenguaje Por Alejandro Polizzo

E

l sentido de pertenencia remite al sentido de propiedad o de posesión que tiene una persona sobre un objeto o un bien material. Es decir, el sentido de pertenencia muestra la relación que existe entre el dueño de una cosa y dicha propiedad. Pero esta definición es muy de diccionario.

Cabe preguntar si los neuquinos tenemos sentido de pertenencia, si tenemos neuquinidad.

No soy neuquino, pero me siento uno. Llegue hace 30 años a Neu-

quén por la idea de mis padres y hoy, a los 47 años, aseguro que no se equivocaron en elegir esta tierra. Aquí desarrollé mi familia, mis amigos, mi profesión. ¿Por qué siento que cada calle, cada vereda, cada monumento, cada árbol es propio? Simplemente porque lo vi crecer. Porque me veo en cada parte de la ciudad y siento que soy parte de ella. Porque defiendo a mi ciudad y a mi provincia en cualquier charla con un foráneo, porque además lo convenzo de que Neuquén es grande.

- Llegó a Neuquén de muy joven.

- Es periodista y conductor televisivo y radial.

- Está casado.

- Tiene 47 años.

- Estudió en el colegio Don Bosco de la ciudad de Neuquén.

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Es inevitable recordar lugares, bares, boliches, calles, olores y no sentir nostalgia; aun cuando cambiaron más de una vez de nombre, los seguimos llamando igual, incluso aquellos que no conocieron dicho lugar. ¿Acaso la rotonda de Ruta 7 y Avenida del Trabajador no es “la rotonda de Pirkas”? ¿Acaso cuando nos juntamos para ir a Cipolletti no vamos a Sakoga?

Subiendo por la Avenida Argentina, aunque la plaza ahora se llame Plaza del Centenario, para todos es la Plaza de las Banderas.

Eso es sentido de pertenencia, incluso los que tienen un real sentido de pertenencia son los neuquinos que se fueron a estudiar y, estando en otras latitudes del país, añoran Neuquén y dicen con orgullo cuando se les pregunta, “soy neuquino”.

Seguramente vos y yo reconocemos al cordobés, al santiagueño, al tucumano y al porteño por su acento o forma particular de hablar; pues bien, nosotros también la tenemos, quizá no acento, pero

sí formas particulares de definir algunas cosas.

Le digo “cintex” a la cinta autoadhesiva, le digo “chuflín” a las colitas de pelo, el “micro escolar” es simplemente “el transporte”, y la tortita negra es la “cara sucia”.

Sé que ir a “Villa” no es mudarme a una toma, sino vacacionar en la localidad de Villa La Angostura.

No me sorprendo si veo el fondo del río o el lago; explico a otros que la Patagonia no es sólo Bariloche o el glaciar Perito Moreno, y tuve que explicar mil veces que San Carlos de Bariloche es Río Negro.

El “piñón” lo como hervido, y lejos está de ser un payaso conocido o de ir en la rueda de la bici.

Y, sobre todo, ya expliqué mil veces que acá ¡no hay pingüinos!

Soy neuquino, y aunque hemos crecido mucho, aún disfrutamos de ver el cielo sin levantar la cabeza, porque aún tenemos horizonte.

Nadie ama a su tierra por ser la más grande, la más rica o la más avanzada; simplemente la ama porque es la suya

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En el fondo está ese espíritu del tango que añora algo

“

Los que llegaron a Neuquén de paso siempre se quedaron. Y así viven sus días, siempre yéndose y extrañando. Pero al final, se quedan”.

Fue una tarde de verano cuando, conversando con un maestro de grado que vino del norte del país, escuché esa frase. Ahí entendí que esta provincia es una suerte de páramo del autoexilio. No por cuestiones políticas (aunque algunas sí), sino económicas y por el desafío al desarraigo.

Neuquén ha sido siempre una tierra de oportunidades, sin que esto suene a eslogan de una campaña. Es un empezar de cero como ese lejano oeste, donde las familias de otras provincias se vieron atraídas por un lugar que para el país era inhóspito. Un espacio donde muchos decidieron radicarse como médicos, enfermeros, abogados y, al final, empleados públicos.

Pero también, desde otro costa-

do, Neuquén es símbolo del trabajo profundo –con las sombras de las crisis- donde los oficios han sostenido una economía, que en la capital pasó de ser ese pequeño pueblo minero a hoy la capital financiera del “derrame” del petróleo.

Ha sido la cara del éxito de YPF en Plaza Huincul y el boom de Rincón de los Sauces en los 60, de Gas del Estado y del auge de las empresas estatales, que encontraron su contracara a mediados de los 90, con la explosión de la desocupación y el ránking de ser los primeros en cortar una ruta.

Así las cosas, la provincia siempre ha sido una canilla que gotea a cada minuto, alguna que otra familia para albergar que se echa al destino, en éxito o fracaso. Es por eso que hablar de neuquinidad es hablar de multiculturalidad, de un concepto dinámico e inconcluso.

Neuquén ha tenido bases fuertes en la construcción de su identidad. Sus raíces profundas en los

pueblos originarios (hoy, en una etapa legal más moderna, lucha por el reconocimiento territorial y la identidad) es un parte de su historia, pero no toda. La llegada de inmigrantes españoles, italia-

- Tiene 39 años.

- Nació en Neuquén.

- Es periodista e investigador de conflictos urbanos y rurales.

- Vive en Centenario.

nos, yugoslavos y franceses a las colonias agrícolas de Centenario, Plottier y Neuquén han conformado un sentido inquebrantable del valor del trabajo y de otras ideas que hoy lucha por sobrevivir. Pero también el inmigrante chileno (el exiliado político por la dictadura) y los que vinieron a trabajar en las grandes obras, como la represa de El Chocón, se quedaron para sentar bases en estas tierras.

Este cóctel maravilloso, y hasta a veces cargado de tensiones, fue tomando cuerpo a través de las instituciones y el Estado, no exento de la construcción simbólica que hizo el MPN, un partido que con un simple mapa dibujado de la provincia pudo hacer un emblema y un modo de vida militante, y una causa detrás del desarraigo y la construcción de vida propia.

Lo cierto es que la neuquindad pudo haberse formado antes de que Neuquén dejara de ser Territorio Nacional, en julio de 1955,

Por Adriano Calalesina meses antes del derrocamiento del general Perón. Con el advenimiento de los primeros colonos, con la llegada del ferrocarril. Siempre con gente de afuera que nunca supo si se iba a quedar por una vida o pocos meses.

Hay todavía un sentimiento extraño entre los que vinieron hace más de 30 años a estas tierras y nunca más se fueron. Esa sensación de estar siempre con un pie fuera de la provincia y anhelar las viejas costumbres de origen, como los chilenos, porteños, bonaerenses o norteños, que siguen, de alguna manera, apegados a sus tradiciones.

Cada uno parece aportar algo a esta olla donde la ciudad cada vez se va transformado -con sus nuevos edificios y la contracara de las tomas- en una “ciudad global”, donde recorrerla tiene el sabor a cada parte de la Argentina que, en definitiva, tiene mucho de Neuquén

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Verde y transparente Por Rodolfo “Mono” Salvi

Á

ngel Celestino Salvi y Teodora Rodríguez, mis abuelos paternos, entrerrianos.

Descendientes de italianos, vivieron y criaron a sus once hijos (nueve varones y dos mujeres), en un paraje de Entre Ríos, donde “nació pa’el la’o de la ollita camino que va a las guachas, de chico vistió bombachas y cantó la chamarrita; llevando una canastita solían verlo pasar, y lo escuchaban gritar: ‘verdura fresca, señora, al gurí de ‘ña teodora’, que salía a ganarse el pan, y al llegar a los 12 años ya se apilaba a un bagual, baquiano pa’echar un pial, bien mirado entre paisanos. Su apodo era el entrerriano, cuando fue de alambrador y se hizo caminador buscando otros horizontes, fue buen hachero en el monte y en la esquila, esquilador (una de las primeras obras -chamarrita el gurí de ‘ña teodora- de Rulo, quien se convertiría en el gran poeta que luego tuvo Neuquén)”. Ángel “Rulo” Salvi (mi querido hermano fallecido en 2007) no encontró mejor forma de describir la infancia de nuestro padre, (amansador de tropillas y alambrador de estancias) que en sus años de mozo, empujado por la escasez y la curiosidad, llegaba a

Buenos Aires, en busca de trabajo y un futuro, que encontraría junto a mi madre, Rosa, nacida en Tapalqué, provincia de Buenos Aires, en los años 30.

Nacidos en un conventillo de la calle Cangallo 948, a metros del obelisco, dábamos (mi hermano junto a mí) nuestros primeros pasos.

Tanto para mi madre como para la mayoría de quienes llegaban del interior, la alternativa más continua era trabajar como empleada doméstica, otras veces empapelando paredes y pintando (muy común de la época), y mi padre, como motorman de subterráneos y luego de tranvías en la corporación general de transporte.

Con graves problemas de salud (de mi padre) y ya ambos saturados de la gran ciudad, hicieron que nos mudáramos a Glew, en el conurbano, donde continuamos la primaria en la Escuela 24 Gabriela Mistral, del barrio Parque Roma.

Los primeros canillitas del barrio, vendiendo diarios y ayudando en el almacén transcurrió una etapa bastante dura de nuestra infancia, por lo sacrificada y por la rectitud del viejo, motivo por el cual se iría mi hermano de casa, y más tarde yo seguiría sus pasos.

Hoy mirando hacia atrás, uno de los errores más tristes de nues-

tra vida, a tal punto que la muerte de nuestro padre finalmente nos encuentra a cientos de kilómetros de distancia, en Tucumán. Y ya nada fue igual.

Mi madre, una luchadora incansable, pero tremendamente muy afectada, decide viajar con nosotros al sur, que nos abría sus puertas. Pero una historia muy particular nos permitió conocer ésta, la provincia más linda de la Patagonia, y la que con la calidez de su gente nos permitió soñar un futuro y un mundo mejor. Es por eso que la familia Salvi ya hemos

- Nació en Buenos Aires.

- Se crió de chico en el conurbano bonaerense.

- Conoció Neuquén en 1985.

- Es músico e integrante de la banda La Moto.

- Vive en Neuquén.

echado raíces aquí.

Antes vivíamos en Bahía Blanca, donde tuvimos un restaurante llamado La Casona de los Amigos, al que iba a almorzar Miguel Ferri, un correntino venido a Neuquén y cuyo trabajo como vendedor en la vía pública (vendía repasadores para cocina) le permitió comprarse un auto, un Siam Ditella, pero sin saber manejarlo.

Promediando diciembre del 85, a pocos días de la Navidad, me pidió que le manejase el Siam hasta Neuquén, viaje que emprendimos con infinito placer mi querida madre y yo, en años de su plenitud.

Entrando al valle frutal desde la perla del valle hasta el puente carretero que une Cipolletti con Neuquén descubrimos lo bello y próspero de esta región que atraviesa la Ruta 22.

Luego de llegar a la ciudad, nos llevó a recorrer las costas del río Limay, del que mi madre y yo quedamos encantados y atrapados por su belleza natural, la de los ceibos arrojando sus flores sobre su cauce y besado por las ramas del sauzal.

Entrar en sus aguas cristalinas y verse los pies a un metro de profundidad, esa pureza venida de vertientes y deshielos de la cordillera, es una invitación a quedarse aquí.

Mi querido hermano Rulo solía decir que el hombre no es de dónde viene, sino de dónde está, y el romance con su río Limay, donde hoy descansan sus cenizas, dieron como resultado hermanarnos a la cultura de este pueblo que nos recibió y alberga desde hace tres décadas.

La gran cantidad de amigos cosechados hablan a las claras del sentido de hospitalidad que nos hacen sentir como en nuestra tierra.

Es el espíritu de solidaridad de los neuquinos el que se destaca entre tantos otros atributos de los habitantes de esta maravillosa y próspera provincia, Neuquén, la que elegimos para vivir, luego de recorrer y permanecer por algún tiempo en otras de este bendito país, este hermoso lugar del mundo

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Julio Gimenez

- Nació en Valencia, España.

- Tiene 34 años.

- Es periodista y productor de radio y televisión.

- Vive en Neuquén.

Y como si fuera poco… obstinados

Por Jordi Aguiar Burgos

N

o deja de ser una buena excusa, aún en los tiempos de la comunicación digital, que los diarios de papel aprovechen sus aniversarios para invitarnos a reflexionar sobre, lo que al fin y al cabo, hacen a través de sus publicaciones cada día, y es pensar cómo somos los que habitamos un territorio, agrupados bajo el gentilicio de turno.

Por eso, en este nuevo aniversario de LM Neuquén, agradezco la propuesta de invitarme a que mis palabras se sumen a esa genealogía que desde antes de los tiempos del gran periodista Abel Chaneton y su diario El Neuquén, se han impreso en las búsqueda de saber de qué estamos hechos los que vivimos en la región.

Si entendemos la identidad –individual y colectiva– como un proceso en construcción, que se asienta

sobre la herencia recibida y se construye a partir de diferentes sucesos que quedan marcados a sangre y fuego en el imaginario popular; los neuquinos y neuquinas tenemos ya un buen conjunto de acontecimientos históricos y personajes insoslayables en nuestra mochila, que al transformarlos en palabras dan cuenta de esa idiosincrasia propia y esencial llamada neuquinidad.

La neuquinidad es eso que nos pasa mientras estamos ocupados en sobrevivir día a día en estos territorios. Es eso que comienza con las resistencias de los pueblos originarios y continúa con la ilusión de los pioneros por poblar las orillas de esta Confluencia.

Pero para poblar la Patagonia, además de gente, se necesitaba dominar la naturaleza para transformarla en energía. Por eso también debemos buscarnos en esos trabajadores llegados desde distintos puntos del mundo, como en la obra del dique Ballester (“El milagro valletano”); o llegados desde distintos lugares del país, como en la obra del Chocón-Cerros Colorados.

Si la tozudez y la abnegación son palabras que nos cristalizan, no podemos decir menos de la obstinación. Porque no sé qué pensarán ustedes, pero había que ser tan obstinado como Castro Rendón para ocupar un hospital y ponerlo en funcionamiento para que la población pueda acceder a una salud pública de calidad.

O ser tan obstinado como el ex intendente Amaranto Suárez, que con sólo tres empleados munici-

pales y un tractor decidió, allá por el 1935, “derribar la tranquera de los ingleses para integrar la ciudad”. Y lo mismo podríamos decir, seguramente, de los primeros socios fundadores de la cooperativa CALF que hipotecaron sus casas para poder sacar el crédito que necesitaban para comprar una usina propia y así garantizar el acceso a la energía eléctrica del grueso de la población.

Sin embargo, el hoy, el ahora, el devenir de la realidad que sucede mientras usted lee estas letras, que de manera arbitraria y parcial discurren sobre nuestra idiosincrasia; nuestra identidad colectiva sigue moviéndose, vacilando entre contrastes: las tomas y los countries; los casinos y los teatros independientes; los hidrocarburos y la producción agrícola; el extractivismo y el cuidado del ambiente; el corte de ruta y la represión; los nacidos, los criados y los inmigrados; el viento y el sol de invierno.

Acaso también estamos en los “Papeles de domingo” del periodista y escritor Vasco Mauriño o en las editoriales de Rubén Boggi. Probablemente en las historias ciudadanas de Mario Cippittelli o seguro en las imprescindibles crónicas de Pablo Montanaro, que siempre captan esas redes de solidaridad y sensibilidad social de la que la neuquinidad también se nutre.

Dice Sartre que uno es lo que hace con lo que hicieron de él.

Supongo que en eso estamos, los que elegimos estas tierras nuestro lugar en el mundo; en ir haciendo nuestro propio camino mientras sin darnos cuenta también hacemos ese camino colectivo llamado neuquinidad. Nada fácil, por cierto, en estos tiempos en los que nos hemos inventado un nuevo milagro a 3000 metros de profundidad (léase Vaca Muerta).

En Neuquén amanece, que no es poco

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Sobre una ola vanguardista cultural Por Nicolás Bustamante

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- Es periodista, redactor de LM Neuquén.

- Es fundador del portal Comahue Rock.

-Integró el staff de Rock and Pop Neuquén y Vorterix Neuquén.

Agustin Martinez

M

e invitaron a escribir este breve ensayo sobre “qué es ser neuquino”, aun sabiendo que no nací en esta ciudad ni en esta provincia. Tengo 31 años y soy cipoleño de crianza, pero esta vecina capital patagónica me adoptó hace unos cinco años. Y en plena ebullición de mis primeros trabajos en medios

diversos de comunicación, siempre miré de cerca el acontecer cultural y contracultural.

Fue entonces cuando descubrí un “gen neuquino” mucho más ligado a lo artístico en sí, a una manera de manifestarse desde la música, el teatro y lo audiovisual, que no percibía en otros lugares del país que fui visitando con el correr de los años.

Me animo a escribir sobre la contracultura neuquina porque la considero una especie de “vanguardia”, incluso con las contradicciones que eso implica. Hay en esa expresión tan directa que es un recital o una obra de teatro la necesidad de decir cosas que en otros espacios públicos generalmente quedaban al margen. Y el arte en Neuquén siempre necesita

algo para decir, o en todo caso algo de qué renegar.

La contracultura es una manifestación artística que “arranca” de un momento a otro y que se expande, o que incluso se contrae sin un horizonte concreto. Es más algo intuitivo y visceral. Y en esas expresiones, entre las que englobo a muchos de los músicos locales que me crucé en tantas andadas,

entiendo que existe ese “ser neuquino” más ligado a la necesidad casi instintiva de rebelarse.

En Neuquén las protestas y las luchas sociales siempre han tenido un costado artístico, pero no por una necesidad de salir a buscar esa simbiosis. Simplemente estamos en Neuquén y en Neuquén estas reuniones entre lo que hacemos en la calle y lo que decimos para sustentarlo sucede por inercia.

Hay una cosa que no es tan común como creemos. En Neuquén cada manifestación que se realiza, por el tema que sea, tiene espacio para un escenario y al menos un micrófono. Y para cada causa existe uno o más artistas lo suficientemente involucrados como para ponerle la cara y el cuerpo a un mensaje.

No, señor. Eso que muchos entendimos como “normal” es en otros lugares del país algo extraño, y nos hace (permítanme incluirme en esto) ciertamente especiales.

Y tampoco es común encontrarse con tantas muestras de artistas plásticos con mensajes tan marcados hacia lo social y lo político.

Hacia un submundo que muchos otros, en otros lugares y espacios de difusión, prefieren esquivar por interés, conveniencia, cobardía, o por simple ignorancia.

En momentos en los que el avance de una forma de hacer las cosas en pos del tan mentado “progreso” socava muchos de los derechos adquiridos por los ciudadanos en las calles; hay una guarida contracultural, artística, desde donde siempre se disparan consignas y se demuestra este “gen despierto”.

Desde hace años, muchos artistas se mantienen en alerta y han decidido continuar sus obras por el camino de la autogestión y del “hazlo tú mismo” porque eligieron hacerlo, y porque después de mucho sufrir ya no esperan nada de las autoridades.

Por eso considero necesario rescatar ese impulso de levantar la voz y de manifestarse de la forma que sea, con las herramientas que sea, para demostrar que cuando hay cosas que decir simplemente hay que decirlas

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