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NEUQUÉN CIUDAD

10 LMNeuquén

domingo 30 DE AGOSTO DE 2015 julio gimenez

El hombre que atesora miles de recuerdos Vicente Stagnaro vive en Centenario y guarda las fotos de viejos tiempos. adriano calalesina adrianoc@lmneuquen.com.ar centenario

Vicente Stagnaro vive de los recuerdos. Lo admite con tanta pasión que, como en aquellas coplas del poeta Jorge Manrique, reconoce ciegamente que “todo tiempo pasado fue mejor”. A sus 64 años, es un personaje que ya es parte del dibujo histórico de la ciudad. Los viejos pioneros lo conocen como esa persona que alguna vez tocó las palmas afuera de una casa, y reclutó a todos los pibes para formar un equipito y correr detrás de un pelota. En su casa del barrio Sarmiento, cobija más de 3 mil fotos, no sólo de los equipos de fútbol, sino tam-

bién de atletismo y de la vida social y cultural del pueblo frutícola. En las fotos hay un extenso relato de “la vida de antes”, ese pedazo de tiempo donde cada imagen duraba décadas en un oxidado álbum, y mucho más en el recuerdo, como la sincera contracara de lo que sucede hoy en una red social. Eran tiempos del sifón Drago, del vino de mesa y de aquellas tardes de domingo debajo del parral en las se contaban anécdotas que podían extenderse hasta la misma noche. Vicente guarda todo, y aquellos pibes de entonces que entrenaba hoy se acuerdan de él y le envían mensajes cada tanto en Facebook, desde la ciudad, alguna provincia y también del exterior.

Hace poco hizo una muestra en la Casa de la Cultura con todas esas imágenes de vecinos que formaron parte de la historia, muy pequeña para la región pero grande para el símbolo ciudad. Guardó hasta las tapas del diario El Heraldo, un periódico que salía una vez al mes y que representaba una suerte de agenda para la vida de entrenar chicos”, recuerda. Con el tiempo se jubiló y un día empechacarera. Esos eran, según él mismo des- zó a juntar aquellas viejas fotos cribe, los dorados años de Cente- que había guardado de muy joven. nario y del Alto Valle, a finales de Luego, fue la misma gente la que los 60. Una época en la que se ca- le regaló imágenes, donde podía minaba tranquilo y donde las casas relatar historias, que plasmó hasta tenían paredones bajos y no lucían en una revista mensual. Las fotos sorprenden porque ni por asomo rejas. “Es difícil, sabés... A mí, que me habla de una ciudad que tuvo una perdonen. Dicen que yo vivo del vida social grande. Aún conserva recuerdo y es cierto, porque me una en la que aparece el boxeaencanta. Yo me quedo con lo que dor Oscar “Ringo” Bonavena con dos muchachos. También, había antes, con el esplenla de Alberto Castillo dor de las chacras, los cuando cantó en la bailes en el club, las década en 1958 en juntadas con amigos el Club Centenario, y las salidas al cine fotos guarda Vicente al aire libre, en lo San Martín”, dice en su casa de que hoy es una deVicente, con una anécdotas sociales y rruida cancha de mueca que denota deportivas del “viejo pelota paleta en el alegría y tristeza a la Centenario”. centro de la ciudad. Y vez, de saber que esos hasta tiene la de Oscar tiempos sobreviven sólo Parrilli, hoy encumbrado en su cabeza. Tiene diez hermanos y cuenta funcionario nacional, entregando que gracias a Héctor, el más chico, un premio en un torneo de atletisempezó su pasión por entrenar chi- mo, en la década del 80. Vicente cos. “Él no tenía la edad para jugar, cuenta su historia a través de las tenía 6 años. Fue un poco de aco- fotos. Dice que no tiene celular modo porque que armé un equipo porque siempre lo pierde. No quiepara que jugara al baby fútbol y de re estar atento al paso del tiempo, ahí no paré. Después, mis herma- sino a sus sueños: ese pasado que nas también siguieron este camino lo desvela

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Fotos sorpresivas. En una, Ringo Bonavena; en otra, Oscar Parrilli entregando un premio de atletismo.

las pasiones

Los clubes, esa herencia perdida Muchos recuerdan cuando la ciudad, con sólo 5 mil habitantes, tenía dos clubes. Hoy apenas hay equipos disgregados, pero con pasiones distintas, que a veces no alcanzan a crear una fuerza de identidad, detrás de una camiseta. En aquellos tiempos, estaba el Club Colonia Centenario, que nació en 1937 y tuvo su primera cancha en donde hoy se ubica la Escuela 109 en el Casco Viejo. También estaba el Club Tiro y Gimnasia, y entre los dos formaban una especie de sana rivalidad vecinal dentro y fuera de la cancha. “Eran dos clubes totalmente diferentes. Eran el River y Boca de Centenario. Tiro y Gimnasia era un poco así, de nariz para arriba decía la gente. Había bailes a los que no podías entrar si no tenías un traje. Y el Centenario era otra cosa, era un club popular. Pero, sin embargo, yo era hincha de Tiro, porque yo jugué ahí y mis hermanos también, como Emilio, que fue un gran jugador”, recuerda Vicente.


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