CINE
I
Toy Story 4
primero que hace es gritar. “¿Por qué estoy vivo?, ¿por qué no estoy en la basura?” se pregunta todo el tiempo, volviéndose una pesadilla para Woody que tiene que rescatarlo del cesto de desechos cada vez que deja de vigilarlo. Pero Woody tiene otros problemas. No es el preferido de Bonnie y suele jugar con otros juguetes. El recuerdo constante de Andy y su necesidad de sentirse útil para el único propósito para el que consideró vivir se convierten en una tarea titánica. Woody vuelve a pensar en el futuro, como se lo ha visto en otras entregas, y toma una decisión que supondrá el cierre del personaje y, quizá, otras historias de viajes posibles. La película divierte, emociona y asombra. La animación muestra qué tan lejos avanzó el estudio y
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la tecnología para lograr imágenes como la de un gato que parece real o el brillo de la piel de porcelana de Bo Peep (o Betty como se la llamaba en la primera película). Los nuevos personajes hacen reír mucho y Woody, como siempre, desespera con sus historias de desencuentros y rescates fantásticos. El tono feminista de Bo Peep va acorde la época, pero se siente natural. Su aparición, después de una película de ausencia, tiene que marcar un cambio; mostrarla diferente a como se la conocía, y lo logran con su personalidad de chica autosuficiente y feliz con su nueva vida. Los amigos de Woody y Buzz no aparecen demasiado. Jessie no hace mucho y Buzz se comporta como un tonto a comparación de las anteriores películas donde era mucho más funcional a las misiones que tenían los juguetes. Todo resalta el protagonismo indiscuti-