Huellas de Tinta. Julio de 2019

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OPINION

Opinión Jugando con nuestra nostalgia Soy una gran consumidora de Disney, como la mayoría de los que nacimos en la década de los ’80. Fui a los estrenos de La Sirenita, La Bella y la Bestia, El Rey León, Toy Story… recuerdo estar en el cine y emocionarme con aquellas historias, llorar en los momentos lacrimógenos, gritar en las escenas de acción. No solo miraba películas animadas, también las tradicionales, como Querida encogí a los niños (y su segunda parte, Querida agrandé al bebé) y series como Dinosaurios. Todo lo que asociaba a fantasía y magia fue, durante casi toda mi niñez, producto de Disney. Y no lo niego. A mis 33 años, si sale algo nuevo de Disney, le doy la oportunidad. Frozen, Moana, Big Hero 6, Valiente… en verdad disfruté mirándolas. Pero, es obvio que Disney como megaproductora y con la intención de recaudar más dinero, ha ido buscando la manera de relanzar sus obras ya clásicas atrayendo más público o fidelizando el que ya posee. Así nacieron secuelas de La Sirenita, La Cenicienta, El Rey León… y otras más sensibleras como las de Toy Story.

por

de cine con el live action de La Bella y La Bestia? ¿Y con El Rey León? ¿Aladdin? Por no mencionar El Libro de la Selva, hace ya un tiempo. Sí. No fueron los niños, sino los adultos que nos sentíamos tocados en nuestra fibra más sensible, la que asocia momentos de nuestra infancia a escenas de esas películas emblemáticas y nos arrastra, casi sin pretenderlo, para sentarnos y ver las nuevas versiones que, al menos por el momento, resultan ser una copia casi fiel de sus originales. Y nuestra nostalgia grita y reclama, porque no se respetaron ciertas escena, o no se logró la emoción que esperábamos, o incluso entramos a pelear en las redes sociales nada más saber que la nueva versión de Mulan no tendrá nada de lo que esperábamos ver (Mushu, canciones, escenas, personajes…) y estamos a la expectativa de qué sucederá con La Sirenita, con la que también se generó mucho revuelo al presentar

Lo han tenido todo planeado por años. Porque los que fuimos niños hace tres o cuatro décadas, tuvimos hermanos menores y amigos a los que contagiar de nuestro entusiasmo por la casa del ratón, así como pudimos transmitir el fanatismo a nuestros hijos. No miento si digo que al menos la mitad de los dibujos animados que consume mi hijo son producto Disney. Y no me molesta, en realidad. Los miro con él siempre que puedo.

a la actriz principal (a mí me gusta la elección, pero Pero… esta nota no va por ahí. Porque mi intención hay tantos que pusieron el grito en el cielo). es dar un grito y reclamar por el ataque a nuestra nostalgia. Sean sinceros, ¿quiénes coparon las salas Juegan con nuestra nostalgia, se aprovechan de eso 28


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