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Martha Bárcena Pediría asilo político a otro país si Ebrard gana la Presidencia
y se reflejan en que desde el inicio de la actual administración el gobierno estadunidense ha expulsado a México a más de 71 mil solicitantes de asilo bajo el plan conocido como “Quédate en México”.
Después del punto sin retorno del martes 14, cuando el canciller hizo fuertes señalamientos contra la embajadora desde la conferencia mañanera del presidente López Obrador, Bárcena Coqui no descarta consecuencias que la podrían afectar porque sus declaraciones se considerarían un riesgo para las aspiraciones presidenciales del funcionario.
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Por esa razón Bárcena responsabiliza directamente al secretario Marcelo Ebrard de lo que le pueda suceder, sobre todo “después de las amenazas del consultor jurídico de la Cancillería (Alejandro Celorio) sobre la imposición de sanciones por supuestamente romper el sigilo diplomático, pero yo sólo hice enfático que Ebrard estaba mintiendo”.
“Que no me vaya a pasar nada, que no me vaya a caer y romper una pierna. Que no le pase nada a la casa donde vivo, ni a mi familia porque hago directamente responsable a Marcelo Ebrard”, dice enfática, pero aclara que para ella el Ejecutivo federal “sería incapaz de causarme un daño a mí o a mi familia porque finalmente mi familia, mi esposo, es también su familia”, dice en alusión a que su esposo, Agustín Gutiérrez Canet, es tío de la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller.
La embajadora eminente describe a Proceso cómo se dio la primera discusión que llevó a ambos a una posterior relación institucional e incluso de cordialidad, pero no de amistad.
El canciller propuso la oficina alterna y “el presidente no la autorizó. Ebrard quería mandar y poner al frente de esta embajada, para hacer gestiones en Estados Unidos, al señor (Javier Joaquín)
López Casarín, su amigo del Partido Verde”, relató.
Enseguida la exfuncionaria externó su inconformidad: “Yo le dije que, si el señor López Casarín iba a Estados Unidos a hacer cualquier gestión a nombre del gobierno de México, yo lo iba a desmentir, porque no tenía ninguna autorización ni ningún rango ni ningún cargo para hacerlo. Y Ebrard me respondió: ‘¿Me estás amenazando?’; le dije: ‘No, yo nunca amenazó a nadie. Yo nada más informo lo que voy a hacer’”.
López Casarín logró realizar gestiones en Washington, como lo reveló el reportero Mathieu Tourliere en Proceso en enero de 2020 a partir de una carta de agradecimiento firmada por Kirstjen Nielsen, entonces titular del Departamento de Seguridad Interna (DHS) de la administración Trump.
Fechada el 4 de febrero de 2019, apenas dos meses después de la toma de posesión de López Obrador, la misiva fue enviada a la sede de la Cancillería dirigida a “Javier López Casarín, jefe de Asesores del secretario Marcelo Ebrard”.
Dice el documento: “Querido Javier, quería agradecerle por su liderazgo y hospitalidad durante el periodo de transición entre la administración pasada y la ad- ministración de López Obrador y, ahora que están en el gobierno, por su cercana cooperación con nosotros en un rango de temas de importancia mutua”. Además de agradecerle por un regalo que le hizo el ahora diputado del Verde, Nielsen le dijo: “Confío en que Usted y el secretario Ebrard seguirán siendo socios esenciales para el DHS y Estados Unidos”.
Revelaciones desde eU Los desencuentros entre el secretario Ebrard y la embajadora Bárcena se reavivaron con las afirmaciones del exsecretario de Estado de Estados Unidos Mike Pompeo, quien en su libro Never give an inch afirmó que, en negociaciones en materia migratoria, en 2018, condicionó a Ebrard: “Marcelo, así está el trato. Si en 14 días el Departamento de Estado y el Departamento de Seguridad Interna (DHS) no pueden retornar cada uno de los solicitantes de asilo a México, vamos a cerrar completamente la frontera con México”, y agregó: “No necesitamos tu permiso para hacer esto, queremos ser cooperativos, pero no es una obligación” (Proceso 2413).
En su libro de memorias, el exfuncionario de alto nivel en Estados Unidos expuso que el secretario mexicano “preguntó si tenía que hacer público el consentimiento de México a nuestras condiciones, o si su gobierno podía decir que se oponía a ellas. ‘Me importa un bledo. Lo que te ayude en lo interno es todo tuyo’”.
/ JavieR sicilia
La frase, que en español significa “la gran renuncia”, pertenece a un verso del canto III del infierno, donde, según Dante, están los cobardes. Alude a un hombre que, al parecer, el poeta conoce. Retomo la traducción de Bartolomé Mitre: “Luego que algunos hube señalado,/ la sombra vi del que cobardemente/ la gran renuncia hiciera de su estado”. Su nombre, sin embargo, se ha perdido. Los especialistas han querido ver en él a Celestino V, el Papa que renunció al pontificado en el siglo XIII. Otros a Esaú, que cambió su primogenitura por un plato de lentejas. Otros más a Poncio Pilato. Sea quien sea, el verso se refiere a lo que la teología llama recusatio: “rechazo indigno de algo que está en nuestras manos hacer”.
La posición que Cuauhtémoc Cárdenas asumió durante la presentación que el Colectivo por México hizo a fines de enero para difundir el esbozo de un proyecto alternativo de nación y un espléndido artículo de José Antonio Crespo, “Cárdenas: oportunidad perdida” (El Universal, 8 de febrero), me lo recordaron.
En su artículo, Crespo rememora el valor de Cárdenas al formar la Corriente Democrática en 1986, romper con el PRI en 87 y, arropado por el FND, lanzar en el 88 su candidatura a la presidencia. Para Crespo, con aquellas elecciones, que llevaron al PRI a realizar un gran fraude, se inició también la apertura “que llevó a la transformación del régimen en uno de pluripartidismo con democracia electoral (la verdadera 4 Transformación de la historia)”. Nos re-