Local - Artístico - Independiente Enero 2022 - El Chaltén Santa Cruz - Número 70 EDITORIAL
V
arias de las historias que escuchamos desde nuestra niñez se tiñen de un decorado poco real. La historia del pesebre siempre fue representada con ternura en donde se ve al niño Jesús recién nacido, pero divino y a María con una expresión más parecida a haber conseguido el par de zapatos que anhelaba a haber recién parido. De esta manera, sumándose a cada otro relato que involucre a una mujer, se logra no solo invisibilizar nuestro rol, sino también teñirlo de rosa. Es decir, hacerlo ver como algo angelical o puro. Cuando veo esta imagen de Lola Vendetta (personaje ficticio inventado por Raquel Riba) lo primero que veo es la naturalización de algo que es más parecido a la realidad que cualquier cuento de Disney. Pero sobre todo, mi mirada se centra en la mujer, quien dadas las circunstancias descriptas por miles de líderes espirituales alrededor del globo, es la protagonista de esta historia. Con trabajo de parto buscando donde poder parir, en ese estado que solo podemos imaginar si es que tenemos mucha imaginación. Inmersa en una sociedad donde no solo era juzgada por estar embarazada sin estar casada, sino en donde eran inmigrantes, de bajos recursos y solo llegaron a conseguir esto: un establo. La repetición del pesebre una y otra vez en representaciones cada vez más sofisticadas en las sociedades capitalistas (que solo ayudan a reforzar la idea de las fiestas en familia – con un tipo de familia particular – y en donde la idea es comprar regalos porque sí, sin pensar a quién o cuál) distan mucho del evento en sí. No intento ser el grinch ni mucho menos, amo las fiestas, pero sí pienso en qué significan, en a quiénes quiero tener cerca y en cómo expreso mi amor hacia los que están lejos o cerca. Porque al fin y al cabo, creyentes o no, todo nació en un establo en donde a pesar de las adversidades, dos personas se tenían el uno al otro y se acompañaron. Por eso, espero que al menos en esas noches de fiesta, podamos vernos a la cara con nuestros seres queridos sin juzgarnos y acompañarnos en lo que sea estemos pasando.