Local - Artístico - Independiente Mayo 2021 - El Chaltén Santa Cruz - Número 63 EDITORIAL
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o sabemos si está durmiendo o yace moribundo. El rostro parece el de un muerto. O una estrella de rock de resaca. Mi abuela tenía una frase no muy agraciada: “noches alegres, mañanas tristes”. Quizás la vida de Percy Bysshe Shelley fue exactamente al revés. No solo su trabajo alcanzó la fama una vez muerto, sino que su vida estuvo llena de crisis familiares, enfermedades y una controversial manera de vivir, amar, pensar, etc.,por lo cual fue cuestionado y provocó su autoexilio a Italia en 1818. Ahí lo vemos como él hubiera querido ser recordado: en esa extasiada pose, eróticamente muerto. Sostenido por unos leones alados, el león de San Marcos, figura del apóstol,utilizado numerosas veces por distintas organizaciones italianas, es también la imagen de una de las criaturas del Apocalipsis que dedican alabanzas a Dios. Acá los vemos pacíficos, casi en reverencia ante alguien que, según está representado, merecería tal honor. Así lo ve Lady Shelley, quien es la encargada de donar esta escultura a la universidad de Oxford. Debajo del atrio en el cual está ubicado Percy, vemos a una mujer sufriendo,no sabemos si por su muerte o por el peso mismo de esa gloria que se ve desvanecida. Entre la oscuridad de la piedra inferior y la blancura del propio Shelley no existe transición, hay un corte tan tajante como fue su muerte. La tendencia que tenemos a endiosar a quienes se nos van de repente se hace aún más necesaria en quien deja detrás una obra maestra. La memoria es un poco así, como un escultor que talla en mármol ese instante que no queremos olvidar tiñendo de blancura cualquier gris, idealizando cada instante, pero a la vez estática, puesta en algún lugar que aunque permanece, no interrumpe la cotidianeidad. Solo se mantiene inerte para ser observada. Pero es la obra de Shelley la que continuó viviendo y, así, no solo mutando, sino que influyendo en otros. Varios autores y personalidades de la historia cuentan a Percy como una de sus grandes influencias. No creo que el ver la escultura en la universidad de Oxford sea algo que genere una reacción en sus seguidores o tan solo en los admiradores del arte,estoy segura de que sus poemas y ensayos dejan una marca mayor. La memoria debería poder ser así: dinámica, en escritos, poemas, relatos. Para no quedarnos quietos tras la muerte porque, como dice Clarissa Pinkola Estés, lo que no se mueve, se congela.