Casas de campesinos y pescadores

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Génesis de la política de vivienda pesquera: los barrios pesqueros

Figura 5. Alzados y plantas de las viviendas del poblado de pescadores de Lequeitio (“Poblado…”, 1943).

variados sobre la población, la organización profesional y el medio ambiente local, hasta estimaciones de las viviendas susceptibles de mejora y las de nueva construcción necesarias, pasando por cartografías de la ubicación de las casas de las familias pescadoras en los núcleos y por los dibujos de plantas y alzados (también fotografías en este caso) de aquellas viviendas tradicionales más representativas dentro de cada población (Plan Nacional…, 19421946). Con esa inmensa información en sus manos, Pedro Muguruza y los suyos pasaron a la segunda fase del plan, la elaboración de proyectos individualizados de construcción de viviendas de pescadores para puertos concretos del litoral nacional. La tribuna en la que se colgaron y desde la que se publicitaron fue la oficial de la DGA, la Revista Nacional de Arquitectura. Allí aparecieron publicados en los primeros años cuarenta diferentes anteproyectos y proyectos de poblados de pescadores en puertos del Cantábrico y de Galicia. El propio Muguruza firmó el de Fuenterrabía, al que siguieron los de Pasajes de San Juan, Pasajes de San Pedro, Orio, Guetaria, Motrico, Santurce, Laredo, Colindres, Santoña, Santander, San Vicente de la Barquera y Avilés, hasta acabar llegando poco después a las costas gallegas (“Anteproyecto…”, 1942 y “Mejoramiento…”, 1942). A pesar de las diferencias de tamaño y de emplazamiento, en líneas generales todos los proyectos venían a seguir unas pautas urbanísticas y arquitec-

tónicas similares, y por cierto no muy distantes de la casa tipo propuestas en los años veinte por Posse y Villelga. Por ejemplo, el poblado de Bueu debía albergar 95 viviendas, todas ellas con porche, cocina, comedor, retrete, tres dormitorios y un pequeño cubículo para los útiles de pesca, más su correspondiente patio, y repartidas entre edificios de una y de dos plantas, adosados unos a otros formando manzanas, quedando exento el edificio de la cofradía (aún denominada pósito) donde también se ubicaría la escuela de orientación marítima. Por su parte, el pensado para Lequeitio, aunque más modesto, con sólo 32 viviendas, habría de constar con edificios de tres alturas: la baja destinada a bodegas y las otras dos a vivienda, que volvían a repetir una distribución similar en la que en una estructura muy cuadrada se repartían la cocina, el comedor con acceso a una amplia balconada, aseo y en algunos casos también ducha, y dos o tres dormitorios . Pero si hubo un proyecto que destacó sobre los demás hasta convertirse en el ejemplo a seguir, en auténtico ensayo nacional, ese fue sin duda el del Poblado de Pescadores de Maliaño (Santander), publicado igualmente en la misma revista por su autor, Carlos de Miguel, el mismo que curiosamente años después pasaría a dirigir la citada publicación y a promover, junto a otros arquitectos punteros como Fernando Chueca o Miguel Fisac, la renovación de la arquitectura española a través del Manifiesto de la Alhambra.

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