Nefelíbata Edición especial.

NEFELÍBATA Edición especial.

Año II. Tomo I.

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Carta editorial.

El presente tomo de Nefelíbata se viste de gala con una edición especial: un número entero dedicado a la poesía.

La lírica está aferrada a todo aquello que nos rodea, la poesía encerrada en la cotidianidad de la vida se esconde esperando a ser descubierta por el ojo observador, el corazón sensible, la mano habilidosa. Ya sea en prosa o en verso, con rima o sin ella, las imágenes se suceden una tras otra revelando los sueños más profundos del poeta. En algunos casos enteramente ficcional, otros meramente verídica, la poesía se postula como un género cambiante en el que la única constante es el carácter subjetivo que le envuelve; el sentimiento, la pasión.

En las páginas siguientes el lector podrá deleitarse con los trabajos de jóvenes poetas, pues esta pequeña compilación de poesía ha reunido obras de diversos gustos, temas e intereses.

Atte.

Consejo editorial Directorio: Consejo editorial:

Ximena Dorantes Larrauri Contacto: nefelibatarevista@gmail.com

(442) 378 0627

Índice

Versos sangrientos por Rodrigo Hdz Cid

Letanía 2020 por Tato Meza

Padre por Fake Prince

No, no lo quería escribir por Selina

A quien corresponda por Albert del Cid

Poema por Teutli Ximena

Poema por Kin Lair

Poema por Ximena Dorantes Larrauri

Fricción por Cristian Kleriga

Poema por Atnos Mamba ¿Qué hago con tu tristeza? por Nadia Beatriz Matrtínez Moreno

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Primera edición. Año I tomo I Septiembre 2019.

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Versos sangrientos Mis ojos regresaron a la normalidad ventanas entre lo vivo y lo muerto ¿cómo me siento? ¿cómo te sientes? esa intriga que a la larga se hace lamento, vamos despacio rozando los filamentos porque aún nos queda el momento.

Escucho tus silencios pregunta tras pregunta; tus llantos hacen eco.

Larga noche de desvelo buscando como robar tu sonrisa arranco mi piel.

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Brota mi sangre como tintero me quito un dedo que se vuelve pluma para escribir un te quiero.

Versos amorosamente sangrientos.

Sabes que digo la verdad escribí una biblia para ti, tarde 100 años de mi soledad.

Rodrigo Hernández Cid

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Letanía 2020 Sin beneplácito, se fijó la atención en aquello que supuso misterio.

Teñida con tonos bosque.

Arropada del color predilecto de la noche.

Una razón dirimió guardar distancia.

La otra, guarida en el verbo y la sintaxis.

Se entregó entonces a ultranza, al fuego de la pasión que ahí encontró.

De trinar el zenzontle jamás dejó.

Ni la luna, ni el mar, ni yo ni las estrellas, cesamos nuestro eterno transitar para pensar en ella. No, nunca.

Largo tiempo pasó hasta que tuviera, un por qué, un cuando, un dónde, un: ven conmigo compañera.

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II Nacida una excusa, del lecho agonizante sin mucho escudriño acudí, pensante a confrontar la llamada del misterio varios años pospuesta.

El pretexto: Narcótico.

La respuesta: Sedante.

El futuro: Confuso, impensable.

Y cual golpe al miocardio, sorpresivo me miré transmutado, agonicé.

Quedé adicto, cegado al color de una figura y al roce de sus gruesos labios.

Todo ello tras verme caído presa De la complicidad injuriosa, pues deshojó una bonita rosa quien me esperaba siempre en el lecho moribundo.

La mató quizás la bien hechura o el cariño excelso, aído en manos de un ingrato.

Ese que cambio buenos, perpetuos e incondicionales tratos, por el placebo y sedante llamado a la aventura.

Me vi por vez primera arropado con el misterio.

Al calor de sus brazos me recibió el alba, que evaporó la copiosa borrachera. si digo que no hubiese querido, así de simple, mentiría.

Unas lunas más tarde Primero caí yo, presa de sus entrañas.

Luego la bonita rosa, seca y marchita, se desvanecía.

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III Ahora me encuentro aquí, solitario, penitente.

Tengo a la mano al misterio Y entreteje mis sonrisas.

Tengo por fin a mi Lilith tanto anhelada.

Joven, hermosa, pecadora y alocada.

-Vamos, lo has dicho, la tienes ¿Qué más quieres?

Contemplarla a todas horas desde el talón hasta las sienes - ¿Entonces es aquello lo que tanto te consterna?

No, sucede que en la praxis ciertas almas se enajenan.

Buscan transferir descanso a otras almas aún en pena.

No busco ver a mi Lilith convertida en Eva. Menos ser paternalista, pero quiero protegerla.

- ¿A dónde lleva todo esto?

No sé, tampoco la quiero mía. ¿O sí? ¿O no? No lo sé, melancolía.

Pero de ser así, seguro estoy traicionaría, aquella voz que enuncia: ¡Ni yo de nadie, ni tu mía!

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IV Perdón amor, por la imprudencia (y también si el adjetivo te consterna), por el comportamiento extraño.

La razón atendió al fin a mi llamado, creo que conseguí respuesta.

Justo ahora estoy delirando, víctima del veneno que emana de tus abrazos, tu inocencia de individuo provinciano tu honestidad, y de tus labios.

Prometo, si así lo deseas, guardar distancia.

Pero exhorto también a que me ayudes a salir del abismo en que me sumen tus ojerosos ojos.

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V Espero pronto, el fuego de la pasión muera, o decidas también (y enhorabuena) saltar conmigo.

Y cuando el cuerpo se calcine, quedando nada más que espíritu, te ayude a encontrar lo que hace sentirte viva.

Pero no te confundas, la búsqueda no es perpetua, Pues nos queda poco tiempo.

Yo ahora sé que mi camino es luchar con el oprimido.

Ten por hecho, me sentiría bien complacido, Si me ayudases a cumplir tal objetivo.

Pero más grande aún sería mi gracia, Saber que encuentras un fin propio.

Desisto, te pienso, me alejo.

De toda responsabilidad que tu actuar deje en mi alma te absuelvo.

Tienes pues, mujer cubierta de hoja santa, la última respuesta.

La última respuesta a lo que en mi espíritu acaece, tienes tú Mujer olivo.

Tato Meza

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Padre.

Padre, no me veas.

Porque no soy esa luz que creaste.

Padre, no me veas.

Porque no puedo hablart sin abrumarte.

Padre, no me veas.

Porque tengo el miedo constante de decepcionarte.

Padre, no me veas.

Porque estoy harta de ti y puedo golpearte.

Padre, no me veas.

Porque mis palabras te terminarĂĄn por aplastarte.

Padre, no me veas.

Porque ya no soy esa niĂąa que asfixiaste.

Fake Prince.

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No, no lo quería escribir Perdón por seguir escribiendo sobre mis amores frustrados, fantasmas despintados, castillos imaginados. No lo hago porque no me quepan otras ideas en la cabeza, porque no pueda soñar con nuevos mundos, porque siempre visite a las mismas personas, porque viva todo el tiempo en mis recuerdos; lo hago porque creo que si las escribo diez, veinte o mil veces, eventualmente la tinta se irá perdiendo y la verdad se volverá ficción y los nombres, los nombres serán solo personajes y yo dejaré de ser la protagonista para ser la autora de una historia triste que de nada sirve y que ya no importa, porque el punto fue final, porque ya no la tengo incrustada en la frente. Creo que si las acumulo, si las apilo una encima de otra, podrán aplastar la primera, la que tanto daño me hizo, la que le conté una vez al viento y éste no me contestó nada, se fue rápido, como si temiese decir algo que me fracturara un poco más. Describo una tragedia que de tragedia no tiene nada, un drama mental-personal que me aplasta el pecho por las noches, que se convirtió en eco y se reprodujo una y otra vez con distintos rostros, en distintas locaciones.

Siempre escribo de lo mismo porque me da miedo contar las cosas que son importantes, porque a toda afirmación le aumento una mentira que la haga sentir más ligera, que la haga parecer un chiste y así pueda reírme de ella con el típico nerviosismo que se escapa de las sonrisas ansiosas. Estoy aquí, con las manos suspendidas sobre un teclado cubierto de harina, polvo y sudor de unas manos que nada saben hacer sin sentir un piquete de pánico en las palmas. Estoy aquí, con el nudo de siempre en la garganta y la duda de si escribir sobre aquella noche con todas las letras en las oraciones, sin exagerar, adornar, disimular, recor-

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tar o censurar una escena, borrar un minuto. Si voy a empezar he de explicar primero: todos los besos llegan a mi boca con sabor a licor, todos los besos terminan con una puerta cerrándose, con la luz apagada, con una palabra que a veces se escapa, pero en forma de susurro. “No”, negación que termina siendo ignorada. Es difícil hablar con la voz ahogada en cerveza y la lengua quemada por el cigarro, es difícil escuchar con la música a todo volumen y las múltiples conversaciones sonando como estática en medio de una fiesta. Es difícil detener una mano que entra a terrenos desconocidos, es difícil negarse cuando el acto ya está sucediendo.

Es difícil, pero lo hice, incluso educadamente, con un por favor al final. Quizás fue un “no” que sonaba a duda, con un signo de interrogación mal trazado. No, no estaba segura de querer parar, pero tampoco quería seguir. Después, después salimos y acepté porque ya no quería estar dentro de una casa de campaña, porque no quería que se escucharan los ruidos que los dientes fracasan en retener, porque pensé que el frío sería suficiente como para detenerlo todo, porque yo ya no pensaba y si lo hacía, era en un espacio en blanco donde nada ocurría, donde yo no existía. Me fui, salí de mi cuerpo, lo vi a él sobre mí, me escuché contestando lo que sabía que él quería oír.

- ¿Te gusta?

- Sí.

- ¿Se siente bien?

- Sí.

- ¿Qué sientes?

- Sí.

Se me trabó el diálogo.

Termina, vamos al baño. Dice que me limpie, yo no entiendo nada, no sé dónde estoy, tomé un poco antes, el alcohol apenas

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comenzaba a recorrer mis venas. Insiste, yo solo miro el papel en su mano, se ríe, creé que estoy bromeando. Las ideas se conectan con mi cuerpo, hago lo que me pide. Salgo, regresamos, el piso se mueve y la oscuridad amenaza con tirarme al suelo. Llegamos, se duerme, yo tiemblo, el aire me muerde la piel, araña mi espalda, me corta la cara, mis ojos se ven condenados a mantenerse abiertos. Lo miro, su espalda me regresa la mirada, lo toco, no se mueve, se olvidó de mi existencia a su lado. Me acurruco cerca de la esquina, me hago bolita, me contraigo, pero mi cuerpo sigue rompiéndose, preguntándose por lo que paso.

Yo no le respondo, yo tampoco lo sé, incluso hoy no sé qué contestarme. “No pasó”, le digo. “No era yo”. “Entiérralo, quémalo, ignóralo, no importa, no le des importancia”.

A veces me convenzo de que fue un hecho sin significado, pero a veces pienso en todas las demás ocasiones, en lo parecidas que son, en que nunca he besado a nadie sin estar ebria, en que siempre que termino con alguien es porque mis pensamientos se fueron nadando en un río de vodka, en que adormecí mi cuerpo con una caguama, en que bebí tanto que lo voy a olvidar mañana, en que nunca me siento yo, en que siempre me siento sucia por la mañana, en las ganas de llorar que me golpean de pronto, en el vacío que se me hace en el pecho, en que nunca puedo disfrutarlo del todo, en que me preocupa más la otra persona que yo, en que no puedo pensar en mí porque si lo hago, tendría que detenerme, porque no quiero, pero de nada sirve decir que no.

Selina

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A quien corresponda.

Olvidarte en el claro de mis días bajo un sol grande fuerte me intuyo después llega la noche melancolía donde me siento solo mío y no tuyo.

Puede entonces el dolor me acabe por empezar a contemplar esas estrellas con el frío que me toca muy tan suave y la fuerza de mi amor al que atropellas No quiero hacer la santa despedida tampoco perder el contacto de tus manos sujetos llamarte amada mía.

Quiero quererte en infinitos años poder decirte mi grande vida poder besar sus bellos labios.

Albert De Cid.

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Dos efĂ­meras luces de miradas se encuentran y las corrientes acuosas de sus palabras se mezclan, la vista se llena de alabastro y menta mientras el calor evapora sus palabras para lloverlas.

Diluvian pensamientos que silenciosos, en suspiros se manifiestan.

Palabras que se consumen en la garganta como una vela con pensamientos fugaces que la extinguen al crecer su llama, ojos cerrados, temores ocultos dejando a la lluvia caer.

Caer en sus pĂĄrpados hartos de lĂĄgrimas.

Caer en sus cuerpos sosegados.

Caer en sus bocas mudas.

Manos con impulsos temerarios quemando el deseo de encontrarse.

Teutli Ximena

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Deja me incline siete instantes sobre el filo de tu lecho.

Tu hombro me mirará queriendo, y yo, riendo, lo miraré deshecho.

Tu mano, cual farsante, omitirá promesas sueltas; la mía se verá envuelta en la faena de encontrarles.

A la par, me iré de buenas, hilando sueños y amores, y tal vez tras siete instantes, siete mares, siete viajes, en tu registro de deudores no aparezca más mi imagen.

Y al retorno, ya añejados, no seremos más extraños; “Es verdad que tras los años, no he dejado de soñarte”.

Kin Lair

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No me confundas con el amor de tu vida, haz de mi lo que te plazca.

Esconde mis defectos, y deséchalos.

Ignora mi voz como el papel que cruje sobre los autos, y no me dejes leerte la mierda que escribo.

Engurrúñate en mi vientre como un hijo, ciega tus ojos ante el fervor de mis besos y no preguntes jamás por mí.

Olvídate de lo que fui antes de conocerte, deshazte de la mujer, y de la autonomía, y quédate tan solo con lo que han de probar tus labios.

No me jures fidelidad solemne, reviéntame contra la suavidad del lecho. Úsame que a tu disposición me otorgo; luego márchate.

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Marchítate con el otoño, apágate para no encenderte nunca más.

Derríbame entera, violenta, explayada y expuesta.

Pero no me digas que me quieres.

No me engañes con ternuras; tómame como yo te tomo.

Como los dos tomamos cuando nos embriagamos juntos: a secas y a lo pendejo.

Ximena Dorantes Larrauri

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Fricción Si me golpeas

o exhalas

o chocas.

Si me miras, besas, hablas o escuchas: Me quedo.

Si te rozo y con la tenue fricción del aire, te empujo…

Te vas.

Deja de irte.

O vete ya.

Así, en presente continuo no puedo más.

Cristiam Kleriga.

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Nueva herida nace ante los buenos días, compite con la alarma del despertador incluso. ¿Cuál sería la frase latente que escucharías de quien dicte los pronósticos que dictarán el curso?

La primera bocanada matutina prsume ser también la bocanada última dependiente. ¿Es la última? Si, porque se termina.

Y a la mitad del sueño escucho al miedo que me advierte.

Atnos Mamba.

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¿Qué hago con tu tristeza?

Qué hago con tu persistente tristeza Qué hago con los jarrones llenos Plantas secas y sentimientos añejos Con las heridas que dejas tras quejas A dónde voy para alejarme la crudeza Estando los dos bien, sin abandonos Estoy atrapada entre tantos sollozos ¿Hasta dónde debe llegar la nobleza?

Me ahogo en un mar que inventaste Sólo y exclusivamente para ambos Para rogar socorro en gritos sordos Y sin saber flotar a un yunque nos ataste Ya nada sirve si tu alma blindaste Los gatos siguen maullando y ni a ellos quieres escucharlos El mundo sigue girando, aunque detenerlo exijan tus lamentos Ya solo puedo repetirme: fracasaste

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¿Qué hago con todas palabras huecas? ¿Qué hago en tu mundo que exiges solitario?

Al recordarnos ya solo trazo, entero, un bestiario Déjame solo unas horas disfrutar mis mejillas secas Las mañanas embargan, me pesas De lágrimas podría hacer un acuario Por las noches solo pido un milagro: Que peces vivan del cómo me matas Infortunado cuerpo olvidado, rasgado, esquelético, usado Me miro al espejo porque darte más miradas no puedo Ignorantes e ingenuos cedemos ruinas de lo peor construido Me voy ahora que mi exhausto pulso sigue queriendo.

Nadia Beatriz Martínez Moreno

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Nefelíbata Revista.

CEDART ignacio Mariano de las Casas Año I. Edición especial.

Querétaro, Querétaro, México.

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