LD 14-04-2018

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l diario El Caribe es sinónimo de prensa libre que, a lo largo de sus 70 años de vida, ha sabido cumplir el difícil papel de ser un guardián indomable en la defensa de la verdad, fiel a su propio lema. Si bien surgió en medio de la dictadura de Trujillo como un medio ofi cialista, aunque se le pretendiera dar un sesgo de independiente, tras liberarse de las ataduras de ese control asumió una línea eminentemente enfocada en el fortalecimiento de la naciente democracia en la década de los sesentas. Y desde entonces ha mostrado firmeza y con-

vicciones para no dejarse narigonear por los intereses que procuran tapar o mediatizar verdades, ni para claudicar ante las presiones o tendencias que, en alguna medida, han apuntado hacia distintas formas de limitaciones a la libertad de prensa, de la cual ha sido un indiscutible paladín. En setenta años de existencia, El Caribe ha marcado pautas de sobriedad y calidad editorial, de cuidadoso manejo de las noticias, de un esmerado interés por los temas culturales y los problemas comunitarios, un periodismo basado en las premisas de la profundidad y el rigor en el uso de los datos.

Por su redacción han desfilado destacadas figuras del periodismo dominicano. Por esa razón siempre se le ha reconocido su indisputada condición de “escuela de periodistas”, lo que le ha valido ganancia de lectores, credibilidad y respeto. Con esta alforja llena de éxitos arriba hoy a su septuagésimo aniversario y bien vale nuestras más cordiales felicitaciones a su director, el veterano periodista Osvaldo Santana, Premio Nacional de Periodismo 2017, a su equipo ejecutivo y a los propietarios de Multimedios del Caribe, los Manuel Estrella y Félix García.

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RAÚL PÉREZ PEÑA (BACHO)

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ecir que la Fundación Testimonio y el Museo de la Dignidad, en homenaje a Minerva Mirabal rinden sucesivos reconocimientos cada año a luchadores del antitrujillismo patriótico y de otras gestas, se puede sintetizar asumiendo la redundancia: ¡hay patria todavía! Si crece la iniciativa en algunos familiares de los personajes que recibirán el domingo 22 de abril el pergamino de reconocimiento, esos descendentes de alguna manera recordarán que sus abuelos no fueron indiferentes ante los vejámenes característicos del trujillato. Carlos Sully Bonnely Valverde expresó el deseo de que la familia de su hermano Freddy Bonnelly Valverde (fallecido recientemente), se entere de ese acto que le rendirá un tributo póstumo. Más aún, incluso por su estrecha amistad personal, el poeta Manuel Mora Serrano confirmó su asistencia para evocar a Freddy. El propio Carlos Sully, René Sánchez Córdova y otros valores humanos de la década del 60 han escrito sobre la misión jugada por la generación que marcó esa época hasta el presente. Uno de los lamentos más

preocupantes en la actualidad es el descarrío inducido que padece la juventud dominicana, sometida a una involución de valores frenética, generadora de vicios, violencia, delincuencia y otras “virtudes”, promovidas por vías digitales y electrónicas al alcance de su vista. Hace ya un buen tiempo, la Fundación Testimonio celebró un conversatorio titulado “Padres e hijos”, orientado a recrear valores ciudadanos que en el presente constituyen una “especie en extinción”. La gran mayoría gente de la tercera edad, considera positivo que sus descendientes aquilaten los buenos ejemplos de sus abuelos. Esa perspectiva se suma a la justeza del merecido reconocimiento, el 22 de abril, a las 10 de la mañana, a 14 personajes dominicanos. De ahí que ese acto es honroso y ha de vigorizar ese nicho de la historia ubicado en la c/Isabel la Católica 161, entre El Conde y Mercedes, Ciudad Colonial. Allí se techan la Fundación Testimonio el Museo de la Dignidad, el Aula Académica Minerva Mirabal y el Centro Cultural Manolo Tavárez.

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esde el extravío inicial del ser humano, una terrible fiebre ha contagiado cada vez más al mundo en-

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tero y se ha apoderado ya de muchas almas nobles. Es la avaricia: este apego desordenado a las riquezas. El avaro es la persona que ama el dinero, los bienes materiales, el “oro”, que lo codicia todo el tiempo y no escatima el uso de medios lícitos o ilícitos para conseguirlo. En 1848, en la entonces abandonada región de San Francisco, California, Juan Augusto Súter descubrió pe-

YVELISSE PRATS RAMÍREZ DE PÉREZ

2 de 2 uando describí en mi entrega del pasado sábado la imagen del poeta y el obrero comiendo juntos, hablando de tú a tú, sentados a la mesa de nuestra casa, no dije que se parecían, o que coincidían sus visiones del mundo. Lo que los unía era el ejercicio compartido, auspiciado por papá, del derecho humano y ciudadano a comunicarse, entenderse y valorar sus diferentes pareceres. O sea, se sentían IGUALES como seres de “razón y de consecuencia” empoderados de sus condiciones como tales. La igualdad no es similitud. La otredad representa diferencia, eso le otorga riqueza al intercambio. En los momentos de duda, fortalece mi fe en Dios, la evidencia de que solo El, todopoderoso, omnisciente, puede crear incontables seres humanos, sin que ninguno sea clon de otro. Y sin embargo, Jesús llamó a todos hermanos, iguales en el amor del Padre. En el ámbito internacional, los países que preservan culturas distintas a las que han impuesto los “grandes” se califican y se tratan como desiguales. En las sociedades nacionales, la desigualdad se reproduce, y el ejercicio pleno de los derechos humanos se reserva y favorece desde arriba y hacia arriba, en la cúspide de la pirámide siniestra. Y como la desigualdad tiene un amplio abanico de consecuencias, porque se manifiesta, no solo en lo económico, sino en lo cultural, con sus variantes psicológicas, sociológicas, y sobre todo éticas, la encontramos en la violencia de género; el hombre controla, se siente dueño de nosotras; en el desprecio a los negros, considerados aun como esclavos; en la salud de los pobres que se atienden en hospitales públicos.

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pitas de oro en su finca. De inmediato este granjero suizo quedó convencido de que sería el hombre más rico del mundo. Jamás imaginó que, en realidad, sería el más miserable de toda la tierra. A los ocho días, el secreto fue revelado. Una voz indiscreta lo descubrió a un vagabundo y, a continuación, sucedió algo incomprensible, sin parangón en la historia. Los hombres de Súter

¡Hasta los alumnos de las escuelas públicas, con todo y la tanda extendida, que no entienden lo que leen! y en el dolor y humillación de los jóvenes en los barrios, que los conducen a las drogas, y a la delincuencia, viendo los hijitos de papi y mami, echándoles polvo con sus enormes y costosas Jeepetas. Como crecí en ese ambiente familiar en que la igualdad era, más que norma, costumbre, me preocupa hondamente el imperioso empuje de la desigualdad en República Dominicana, sobre todo en las últimas décadas. Le doy continuo, alarmado seguimiento, y lo denuncio, como en estos dos artículos. Para escribirlos, como prometí con datos concretos, consulté un volumen que publicó en 1998 el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con el título “América Latina ante la desigualdad”. Es un informe que contiene el análisis hecho por expertos coordinado por Ricardo Hausmann director económico del BID, y que sobrepaso el estilo prudente propio de los organismos internacionales; hace un pronóstico grave, una advertencia alarmante que, desgraciadamente se ha cumplido. La predicción, que se fundamentó en comparaciones y estudios de la situación de la desigualdad en el momento histórico en que se redactó, advierte sin ambages que el esfuerzo para detener el crecimiento de ella debe realizarse en los próximos 20 años. De no hacerlo así, las consecuencias previsibles serían gravísimas, la desigualdad aumentaría hasta hacerse difícilmente controlable, y así ha sido en América; el neoliberalismo, que proclama el triunfo de los fuertes y la extinción de los débiles, aúlla su triunfo en las favelas reconquistadas de Brasil, en los barrios

abandonaron el trabajo, y pronto salieron los herreros, los pastores, los viñadores, de pueblos cercanos y lejanos, y de más allá de las fronteras. Toda aquella gente se precipitaba, exaltada, hacia la sierra para extraer el oro de la arena. El afán de oro empujaba aquella avalancha jamás vista, que avanzaba como una tempestad humana, y se establecía en las pro-

empobrecidos de Argentina, y desde nuestro país, en las tierras asoladas por la Barry Gold y en la injusticia de la Justicia. Finalizando el plazo en este año 2018 las evidencias en muchas partes del continente son claras: la brecha de la segmentación y la exclusión se ahonda, aunque en varias naciones hay como en nuestro país, crecimiento económico, el desarrollo humano disminuye. La ola de derechización se extiende en América. Para arrancar de cuajo la desigualdad que siembra y repartir la igualdad entre todos como pan y vino, debemos, los que aún creemos en los derechos humanos, hacer un esfuerzo titánico compartido. Descubrir sus perversas trampas, denunciar sus maldades, combatir la injusticia, reclamar con valor la justicia, y recuperar a Hostos, reivindicar a don Juan y a Peña Gómez, volver al nosotros, en vez de ese yo que domina y explota a los pobres, los vulnerables, y hasta esa pequeña clase media que se vuelve clase “un octavo”. Con la profecía del BID cumplida, la desigualdad ha pasado a ser, de desequilibrio económico, a una cultura, para desmantelarla, es necesario construir otra, de igualdad. Y creer que es posible, porque lo es. Altagracia Salazar, indoblegable, repite, “nada es para siempre”. El Eclesiastés lo confirma. El tiempo de sentirnos iguales porque igualmente accedemos a las oportunidades que a nuestros derechos se brinden, llegará. Desde donde estén, el poeta y el obrero que fueron mi modelo primero, sonreirán. Yo también, y espero estar viva. GXiX Zfdle`ZXij\ Zfe cX XlkfiX pm\giX7_fkdX`c%Zfd

piedades de Juan Augusto Súter. Súter, sumido en la bancarrota, paralizado por aquella inmensa devastación, no ve más remedio que alejarse solo (su mujer y sus hijos perecieron por la invasión) de aquella región aurífera y se instala en una granja apartada… lejos de la maldita arena. Llega a un punto en que no desea dinero; odia el oro que le ha empobrecido,

que ha devorado a su familia, que le ha destrozado la vida. En verdad, nunca podrá justificarse el afán enfebrecido de poseer el oro o el dinero. El apóstol Pablo advierte: “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. GXiX Zfdle`ZXij\ Zfe \c Xlkfi ]`^liXj)+7_fkdX`c%Zfd


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