Linda y Dura Vida; Etapa 2: vueltas 7 a 10

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Etapa 2: Manga 1 Vueltas 7 a 10

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Ricardo Rocco /

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Ricardo Rocco /

Linda & Dura Vida

(c) Moto Sapiens Cia. Ltda.

EDITORIAL ECUADOR Fotografias: (c) Ricardo Rocco, imagenes cedidas y archivo del autor Primera edicion: Diciembre 2017 ISBN: Por definir Publicado digitalmente en ISSUU: issuu.com/lindayduravida Diseño: Christian Obando Suárez y Ricardo Rocco Hecho en Ecuador / Planeta Tierra

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Dedicado a mis hijos

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El cobertizo azul que está allá arriba, atrás de la casa, es el aposento de varias señoras, damas de alcurnia, algunas originales y otras restauradas, pero todas perfectas, como nuevas, limpiecitas, todas de cuna noble, nombres legendarios y antigua tradición de carreras, competición y largos viajes de carretera. Se les puede pasar la mano con guante blanco por sus vestimentas metalizadas, por sus escapes, cabezotes, cláxones, carburadores y están limpias como en el primer día. El olor, el aroma, es

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La jornada inicio las 6 de la mañana cuando se escuchó en los alto parlantes del Espíritu de Tasmania 2, que habían arribado a Davenport, el puerto de atraque del ferry, donde desembarcaron. Ahora si se acuerda el número de camarote, el 8084, maldiciendo la inutilidad de la memoria tardía, agarra sus desordenadas pertenencias y baja en el elevador al nivel 5 en la panza del navío. Lizzy ya está allí esperándole, lista y apurada. Desembarcan al aire límpido de una mañana cristalina en la isla y de inmediato se encuentra en un paisaje muy diferente, con un ligero parecido a la Isla de Chiloé en el sur de Chile, con esas casitas de lata y madera, entre bosques enmarañados con vegetación muy diferente a la del continente oceánico, vastas praderas que parecen de oro con el sol alumbrando francamente el horizonte y unas montañas rocosas, filudas, como rotas, dramáticas.

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Después de procesar vida escribiendo esto, la noche de Tasmania se presenta oscura, muy oscura. Se escuchan ruidos extraños, desconocidos. Tenues rugidos, maleza que se esparce, graznidos que asemejan grititos de loca, caen cosas de los arboles con un golpe seco sobre las malezas y el gran patio delantero.

Se caga de miedo: “apaga el tabaco y vamos nomas adentro”.

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un perfume fino mezcla de antiguo, de metal, cuero, caucho, grasa, mucho aceite y un poquito de gasolina. Delicioso. Deben ser resignadas para mañana después de descansar, pues el día estuvo largo y tendido. El variopinto moto grupo: Lizzy en su Triumph, Graham (un amigo de Lizzy con el cual se encontraron en el camino) en una Honda y el Moto viajero en la Negra bestia, cruzaron la isla, visitaron la ciudad y llegaron a casa de los Dickson bien entrada la tarde.

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El hogar de Paul y Kerry Dickson reside en una propiedad rural, 20 kilometros al sur de Hobart, capital de Tasmania. El sol se oculta detrás de las montañas, deben ser las 9 de la tarde y el Moto viajero esta exhausto, es hora de pensar en descansar, pero que va, el día fue inmenso, hay mucho que procesar y aprovechar cada minuto en esta moto casa, conocida en el mundo entero entre los expertos en motocicletas viejas, perdón, antiguas, no, clásicas. Treinta y dos nobles señoras están descansando en tres diferentes cobertizos atrás de la hermosa casa, ¿quiénes son?

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Bueno, entonces, van viajando con la Lizzy y con Cuero Pelado, trepando unas crestas de rocas filudas y calvas que se van rompiendo hasta dar al camino y siguen rompiéndose después, hacia un abismo nublado, hasta que llegan a unos páramos como los de las islas Malvinas. Se cansa de seguirles, van muy despacio, le da sueño entonces acelera, abre la muñeca a full. La Negra bestia hace como que se despereza, hecha un eructo, no sé sabe si por el escape o por la tobera, y él le dice: “te sorprendí hija de puta, por fin te cogí desprevenida, desgraciada.” La moto responde con una infartante acelerada que le caga del susto en una bajada.

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Asoma un moto amigo calvo, en una bella Honda 250 del año 92, con el motor adaptado de una XL 600 y un viejo traje de cuero negro que le da el aspecto de cuero pelado. Pronto están en la ruta trepando montañas y cruzando vastos paramos pelados, que le recuerdan su futura calvicie, se imagina calvo y del espanto casi se sale en una curva. A la Negra bestia le importe un culo si la monta un piloto calvo, con tal que la mantenga acelerando a

fondo, pero lo qué piensen las novias del Motoviajero no se sabe, aunque siempre lo tienen pelado.

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Van al siguiente pueblo, donde deben encontrar al amigo Graham, que según cuenta Lizzy, está recién separado, le boto la mujer. Yo le comento que tengo bastante experiencia en eso y que entre ella y yo le podemos consolar. “No, mejor no, habla tú nomas y yo me mantengo al margen, es muy personal.”

68 No sabe por qué, pero le cae mal el pelado amigo de la Lizzy.

Pobre huevón, está recién separado y escoge de entre sus 17 motos una Honda 250 vieja y lenta, que pelotudo. “Sal en tu moto más grande y nueva boludo, no ves que debes sentirte grande aunque seas ena- no. Es una mujer la que te ha dejado, no pasa nada, peor es que se rompa la moto, a mi cuantas veces me han pasado, las dos cosas”, le da gana de decirle, pero mejor no le dice nada. Es por respeto a Lizzy, su nueva amiga, que es una tipaza y se merece consideración.

Pero que bruto el Cuero pelado.

Paran a almorzar en un pueblito donde hay un pintoresco y antiguo café de mediados del siglo XVIII, con unos pasteles deliciosos y caliente líquido negro. Se aleja a tomar fotos disimulado, para que ellos puedan conversar. La cantidad de motos que pasan es impresionante, numerosos grupos y uno que otro motoso aislado. Ya están en la ruta otra vez, con la cámara Go Pro captando pasajes cortos y deliciosos, con sus amigos viajando delante. El clima desmejora, nubes oscuras en el horizonte, como que el camino dice: Rocco, estas en Tasmania, en el medio del Pacifico sur, no te emociones y concéntrate chucha.

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El sinuoso camino es engullido por los bosques de la montaña y cuando llegan arriba, da la impresión de estar volando, pues el último tramo LA al abismo con la ciudad allá abajo, va POR pegado IZQUIERDA desde donde cual paisaje lunar, se aprecia como EN el AUSTRALIA océano sur le penetra a la isla, la hace fértil y despliega un paisaje de colores celestiales y terráqueos. Camina extasiado entre las puntiagudas rocas peladas, erosionadas, que se amontonan en grupos que parecen gritos de piedra, de la tierra que grita. Porque acá arriba el mundo explota en mil pedazos, parece rebelarse expresando su intimidad,

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El Pub sin cerveza

Al borde del océano o en un cuerpo de agua interno

Chris Cower, capitán del ferry de Manly Bch. y Don de Inglaterra

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La cueva prestada de la Negra Bestia en Melbourne

El muelle de la Princesa en el puerto de Hobart LINDA & DURA VIDA

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En pocos kilómetros, el sinuoso camino es engullido por los bosques de la montaña

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La cueva prestada de la Negra Bestia en Melbourne

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El hijueputa de atrás

Circuito urbano de Albert Park

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Por el carril cerrado y apurado

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Lizzy Lodge, la mujer de Snake

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(El brazo de Taylor)

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La moto de la amada muerta

No se cansa de viajar y el amor de buscar

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en el Monte de la Gloria

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El Pub de Lightgow

El puerto de Hobart tiene ese especial ambiente de tuviera.. puerto del“Sifin del mundo. Así son Ushuaia en Tierra del Fuego, Argentina y Punta Arenas en la Patagonia Chilena. Así es el Princess Harbour, no muy grande, con nuevas y antigua embarcaciones ancladas aquí y allá, con el Espíritu de Tasmania 3 alistándose para zarpar, con años menos, aterrizando y ese aire de fondeadero aeroplanos acuáticos me iría contigo” de ultramar que tienen grandes puertos como los de Marsella o Ámsterdam. Pero Hobart es una ciudad pequeña y agradable que les permite, después de apenas 16 kilómetros, trepar a Mount Wellington, una de las elevaciones que la vigilan y la rodean.

David Gordon y el UniGo

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El viejo puente

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parece querer expresar: “así soy por dentro, en mi insondable profundidad.” Una intimación de lava sísmica entre la naturaleza y los que pisamos sus cumbres. Y allá abajo, el mar y la tierra se confunden, se entremezclan, se besan íntimamente, se retuercen, tierra y agua, en íntimos recovecos, que allá muestran un canal extendido, más allá una gran laguna o será bahía, abajo agua y tierra, arriba cielo y tierra y en el medio el mundo, tal como lo ama. Así, a sus pies, después de un moto viaje de 8.000 kilómetros por el este de Australia, el mundo allá abajo le inspira a sentir que algo ha logrado, aunque sea una simple memoria, un recuerdo. Aquí esta y aquí puede estar cualquier momento del resto de su vida mediante ese recuerdo, porque el vino, nadie le trajo. Bueno la Negra bestia le trajo pero él la trajo a ella, ¿se entiende?

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El monte Wellington vigíla la bahía de Hobart

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Descienden del monte lunar hacia la parte sur de la ciudad y después de comprar abastos Lizzy los guía hacia la casa de sus amigos, los Dickson. Llegan a una finca campera y entran por un camino de tierra. Los reciben unas personas sonrientes y les señalan que pasen frente a la casa y lleven las motos hacia atrás.

Una gran mesa de madera está ubicada frente a un cobertizo gris, donde se adivina muchas motos. Desmontan y después de las presentadas, abrazos, besos y bienvenidas, el Moto viajero espía dentro del cobertizo y su mandíbula cae al piso. Un taller totalmente equipado es la residencia de una docena de motocicletas clásicas de origen británico, italiano y alemán. El taller esta impecable, excepto dos mesas de trabajo, donde se entremezclan, repuestos, herramientas, cables, fundas y quien sabe que otros artilugios más, en un desorden que delata el continuo cortejo que requieren estas nobles y exitantes veteranas.

QUE LINDA VIDA / AUSTRALIA Ricardo Rocco

Las cámaras disparan y disparan pero no puede un simple motociclista que no es fotógrafo captar una mínima parte de lo que es este lunático lugar, desde donde se divisa un horizonte marino que llega al continente Antártico, 4.000 millas náuticas al sur.

Emblemático sitio que refleja lo que es la isla de 2013 Tasmania: soberana pero australiana, salvaje pero civilizada, idílica pero dura, pequeña pero grande, con miles de kilómetros de los caminos más alucinantes del mundo, caminos solitarios, sin tráfico, atravesando territorios remotos, poco transitados, rodeados de una naturaleza sorprendente, variada, oscura o luminiscente, pero siempre cambiante.

Caminos perfectos para un motociclista experimentado en una gran moto, bien preparada y equipada, para expresarse así al mundo: “este soy yo, así se siente, así se vive siendo motociclista y viajero, esta es la dura vida que es, así es esta linda vida.”

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Una maravillosa tarde en esta extraordinaria moto casa en Tasmania con Paul, el dueño de casa y el viejo Martin, un moto amigo del continente visitando a los Kerry, con su esposa y su vieja Moto Guzzi, que alguna vez fue blanca, los mantiene embelesados entre conversaciones y el taller, entre comer algo y el taller, entre organizar el equipaje y el taller, entre ajustarle los tornillos a la Negra bestia y el taller, entre copas de vino y el taller. Es que hay algo en los talleres de motociclistas que te puede tener días enteros curioseando, asombrándote y disfrutando de ver esta pasión expresada en duro trabajo, ingenio, habilidad y un acaparamiento impresionante de las más variadas herramientas y equipos. El inspeccionar el estante de los cascos le ocupa buen rato. Los hay nuevos y antiguos en estado impecable, y también viejos y vapuleados, con huellas de raspones y caídas. Desde los arcaicos cascos de cuero, pasando por los antiguos Bell hasta réplicas de famosos como el de Giacomo Agostini (italiano, ex múltiple campeón mundial de motociclismo) y novísimos cascos de fibra de carbono. Finalmente llega a la conclusión que este no es solo un taller, es un moto laboratorio.

Entre las preciosas y elegantes moto-damas, hay una que llama mucho la atención, pues está totalmente desnuda trepada en un stand, cual stripper en burdel. Se trata de una leyenda en plena construcción: una Vincati. Un chasis de la Vincent Black Shadow con un motor Ducati 750 Desmo. El bello y esbelto cuerpo de una legendaria dama británica con el corazón también legendario de una preciosa y veloz señorita italiana. La sobriedad conservadora y rígida de la ingeniería inglesa combinada con la polenta, la fuerza y la sazón itálicas.

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Hay un segundo cobertizo más pequeño, entre árboles frondosos, arbustos floreados, intensos colores verdes, amarillos, violetas, rojos. Siente un leve vahído cuando atisba más señoras desnudas, están despintadas, oxidadas, sucias y hasta parecen putas viejas olvidadas.

Son las 8 motos que esperan su turno para ser pacientemente restauradas.

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Martin, que es un gran personaje, le mira llegar con todas las cámaras a cuestas y dice: “ya deja esas cámaras Ricardo, que las mejores fotos están aquí….” y se toca el corazón, ¡cuánta razón tiene! Es que Ricardito es hiperactivo y no puede quedarse quieto, le contesta y agrega: “qué prefieres, que tome fotos y te filme o que vaya a molestar a tu mujer, que está muy guapa.” Me mira desde atrás de sus gruesos lentes, ridículo el viejo con esa camiseta de Superman, con una actitud solazada de los que saben porque todo lo han vivido, se rasca la peluda nariz, luego la espesa barba blanca, se pone muy serio y le dice: “fuck you Ricardo, I´ll let you ride my bike, but don´t you touch my woman”.

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Sale al sol vespertino y allá abajo están Paul y Martin conversando, se puede adivinar de qué. Siente como si ha salido de los aposentos de un harén y aquí está el sultán, esas

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Esta moto ha inspirado muchas historias, una de las cuales es relatada en un bello libro escrito por el hijo que cuenta como recupero la relación con su moribundo padre, al involucrarse ambos en la construcción de una Vincati. No es solo la parte técnica que está implicada, sino la dificultad de conseguir un chasis Black Shadow, moto de leyenda que tuvo ediciones limitadas y que es muy rara.

Las pocas motos completas que existen cuestan una verdadera fortuna. La Vincati, trepada en el banco de trabajo, está rodeada como una reina por sus súbditas: una fantástica Velocette de los años 30, varias Moto Guzzi, Laverda, Ducati y un side car Zundapp alemán, perfectamente restaurado a su condición original de la 2da. guerra mundial, con ametralladora, granadas y todos los artefactos militares. Después de tanta emoción, se siente desgastado, con ese cansancio extasiado que da después de hacer el amor, y que únicamente otro u otra motociclista podrían comprender en una situación como esta.

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¡Inglesitas, igualitas!

Mujeres y motos son iguales

señoras motos son todas suyas, no solo eso, él les ha dado vida de nuevo pues las ha mantenido y restaurado metiéndoles sus propias manos, con ayuda de muchos moto amigos el libertino. Paul se pasa 5 semanas trabajando en el mar Antártico arreglando los dos motores de 16 pistones cada uno de un gran navío rompehielos, y en su tiempo libre les mete mano a todas sus damas. ¡Que dura vida! Kerry es la perfecta ama de moto casa, para esta bella familia motociclista.

Allá arriba esta otro cobertizo, es azul y tiene todas sus ventanas selladas con planchas y unos refuerzos metálicos. Supone que son para evitar robos, pero no, son para evitar que las llamas y el viento fogoso que provocan los terribles incendios forestales, lleguen a afectar la edificación, que se levanta sobre un terraplén rodeado de inmensas piedras y asilado de los árboles. No puede más de la curiosidad y echa un vistazo dentro. Esta vez no solo la jeta se le cae al piso, sino que se le caen las cámaras, las gafas y se tropieza torpemente debido a un repentino mareo. Una gran cantidad de motos se alinean ordenaditas, límpidas y brillantes bajo la luz de los reflectores. Vértigo. Paredes y techos están decorados con antiguos afiches, trofeos, placas, recuerdos, tanques, carenados y quien sabe que otros artefactos más. Este no es un taller ni un garaje, ni siquiera un museo, es una galería de arte de motociclismo puro. Puro arte motociclista. Motociclismo en arte puro. Puro motociclismo.

Alcanza a distinguir una legendaria Honda CB750 año 81, su primer año de producción y una Laverda y una Ducati y una Moto Guzzi, ya no más, no más por favor, por favor… Cuando por fin entra a la casa y le señalan su habitación, casi se cae de espaldas con el peso de la mochila y la rodilla falluca: en plena biblioteca, cual esculturas sensuales, están una MV Augusta de 1968, mil centímetros cúbicos, once veces campeona mundial y una Ducati 950 desmodrónica del 67, color verde británico pero con el alma más italiana que la bota itálica que la pario. ¡Esto sí que sobre revoluciona y supera los límites del tacómetro de la moto imaginación! Esta extasiado, casi excitado, sobre revolucionado.

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Honda CB750 1981

Estas bellezas si se dejaron tomar la foto

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74 15 75 Las dos damas, preciosas y excitantes, están estacionadas sobre sus caballetes en el centro de la habitación, vestidas con sus más insinuantes galas: sexys, permanentes, quietas. En la mente de un motociclista, están acostadas a toda velocidad, en un curvón de Misano o en Brands Hatch, con un hijueputa arriba dándoles palo, entrando a las curvas a lo que vienen, directo a la recta de la insanidad mental. ¡Está loco chucha!

Mientras cena atragantándose, sin hablar, escucha las historias de algunas de estas motos, son historias de novela y el viejo Martin tiene siempre comentarios osados pero certeros. En las paredes, grabados de motos, de marcas, de leyendas; hay un motor Laverda que destella encima de una antigua televisión. En la biblioteca tienen todos los famosos libros de motociclismo, enciclopedias y catálogos originales de las motos, que en ese tiempo eran libros empastados en cuero y cosidos con grueso hilo de cáñamo. En el corredor, un afiche colgado en la pared retrata a un piloto de mediados del siglo pasado, dirigiéndose a la largada, un cigarrillo en la boca y un gordo enternado empujándole a un costado. Le recuerda a Barufaldi y su famosa Suzuki mil.

La dura vida del motociclista viajero, es dura, muy dura. La comida a deshoras, comer cualquier huevada, o como la noche de hoy, una deliciosa comida casera, afectan el estómago y después de semejante comilona le dan ganas de ir al baño. Agarra un libro cualquiera y se escabulle calladito para que no se den cuenta. Cuando está sentado en el trono con el libro en las manos, este se abre en la página después de las fotos. Se trata del libro de Ted Simon, “Dreaming about Jupiter”, sobre su segunda vuelta al mundo en el 2002.

Le recuerda a Barufaldi y su famosa Suzuki 1000

Ted es famoso por sus libros, pero sobre todo por el primero, “Jupiters Travels”, que trata de su vuelta al mundo en una Triumph, en la década de los sesenta, el cual inspiro a muchos a viajar por el mundo (incluso a ese actor que se decidió a jugar al aventurero). Es común que cuando nuestro nombre está en una hoja escrita, nos sobresale. Su nombre aparece en el centro de la hoja, Ted Simon escribe sobre él cuando estuvo en Quito hace muchos años y el Moto viajero le recibió y le ayudo en lo que pudo. Se acabó el papel higiénico.

Al dia siguiente se levanta, algo ha descansado, pero la excitación de la visión de tantas moto señoras sexys y hermosas, todas casadas que pena, no le permitía conciliar el sueño. Se van de paseo, Lizzy se adelanta con su amigo Cuero pelado, dice que el hombre está súper “tender” y que necesitan hablar más.

La moto casa de los Dickson bulle de actividad, el patio está repleto de motos, han llegado unos amigos y están revisando sus máquinas para salir a motear. Le presentan a Adrian, un alemán flaco y alto conduciendo una antigua BMW, que hace de guía para llevarle al camino del Countrecausteux channel en Gordon, donde el Pacifico sur inicia su penetración a la isla para llegar a la ciudad. Paran en un sublime lugar, donde una peña de arenisca blanca es habitada por un solitario árbol vapuleado por el viento marino. El peñasco se adentra en la canal y con la Negra se van hasta la punta, están sobre las olas, vuelan. Deja estacionada a la bestia en la punta de roca, que se entretenga mirando al mar, mientras le toma docenas de fotos y graba un poema que le parece muy romántico, pero que no debe ser nada especial, solo recuerdos de un motociclista impresionado de estar en Tasmania con su Negra bestia. El alemán le cuenta que hace 20 años, en un lugar similar, se dijo a sí mismo: “este es el sitio, este el lugar, aquí en esta isla me voy a quedar”, se casó con una nativa, para siempre se quedó y no le ha ido nada mal, dos hijos y media docena de motos comprueban su plenitud.

76 17 77 En sus adentros, mientras mira el mar, el Moto viajero piensa: si no tuviera hijos, ¡en Brasil debería estar!

Lunch en un café de un pueblo incrustado entre las colinas y el mar, a encontrarse con Lizzy y con los amigos que llegan en motos viejas, perdón, clásicas y que hacen perfecto juego con el auto de Kerry, un histórico Holden station wagon del 62. La única que desentona es la Negra bestia, que se ve grandota entre las viejas, perdón, antiguas motos clásicas.

Finalmente llega la hora de hacer una moto visita prolongada, tiene que entrar a ese cobertizo azul de allá arriba, es una galería de arte, un moto harén, no un garaje ni un taller, y debe visitar extensamente a esas viejas y nobles damas, ojalá se dejen tocar con tranquilidad, acariciar, oler, vaya, morbosear, porque no; se va caminado por el floreado sendero, entra, prende las luces, cierra el portón, y….

“No es la meta que te cambia la vida, es el camino“. ¿Has palpado alguna vez con tus dedos la rugosidad de un bloque de motor italiano, metales forjados por antiguos calderos alimentados con madera de los bosques de Bologna? ¿Has acariciado los mandos de una Ducati, áspero y viejo caucho brasileño desgastado? ¿Has accionado el duro embrague de una moto Laverda, gruesos cables que se deslizan en fundas devastadas por vientos y lodos? ¿Has sentido el olor del aceite inglés Castrol W 30 recién destapado? ¿Has visto los cabezotes de una MV Augusta o la culata de una Guzzi? ¿Has pasado tus palmas por las gruesas aletas de un cilindro de un motor desmodrónico? ¿No? Entonces no sabes nada de sexualidad.

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Después de varias horas, ya no puede más. Se siente como cuando se quiere seguir haciendo el amor pero ya se no puede.

Resignado, se va arrastrando las patas hasta la Negra bestia, le arrancha el cepillo de dientes y un calzoncillo nuevo y se va a dormir, a dormir y a soñar con estas excitantes damas…….

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Martin Jackson conoció a Natalie en Melbourne en los años ochenta. Él andaba en su Moto Guzzi por el mundo, escapando de la decadencia burguesa de su natal Inglaterra, como tantos otros jóvenes de la época, buscando el rumbo, buscando. Un hombre hábil, conocedor de los oficios necesarios para un buen moto aventurero, saber arreglárselas con cualquier cosa, como sea y ser un experto mecánico, gaje este último indispensable para viajar en una vieja Guzzi italiana. Martin además confeccionaba sus propios trajes de cuero y se ganaba la vida fabricándolos en pequeña escala para sus amigos y para los amigos de sus amigos. De esto nació Jackson Racing, “outfit” especialista en trajes de cuero de canguro.

Un conocido le invito a una fiesta y cuando entro, vio una hermosa chica en la esquina del salón, tenía cara de gatita con su nariz respingada, se movía al ritmo del rock y se adivinaba alta y con lindo cuerpo. No le paro zona la gatita, hasta que le invito a pasear en moto. Martin supo que ese si significaba amor para siempre y no solo eso, sino también un cariño eterno vinculado por una pasión común: el motociclismo.

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84 Paul y Kerry Dickson en cambio, cuando se conocieron en un principio se cayeron mal. Por insistencia de amigos comunes, Kerry acepto ir a dar una vuelta en la moto de Paul, pero siendo ella motociclista también, se sentó atrás sin tocarlo, pues en vez de atracción sintió aversión. ¿Es el amor a las motos lo que les unió y les mantiene unidos 30 años después?

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Pudo haber sido así con Emma, aquella chica australiana que desapareció igual que como apareció, inesperadamente. El Moto Viajero nunca había visto una persona más feliz de andar en moto que ella, la chica gritaba de la felicidad mientras paseaban por Bondai Beach en una tarde magnifica de amor y deseo, y en la noche, cuando llegó atrasado a la cita por el día de San Valentín, se desvaneció y nunca más la pudo encontrar. La dura vida, la linda vida.

Tantas cosas que pudieron haber sido, los amores de los viajes.

Aquella bahiana en Salvador, la mulata adolescente de Natal, aquella rubia porteña en Buenos Aires, la paraguaya que se entregó encima de la moto Súper Ténére, la mejicana que le borro todas las fotos de la cámara en la cama, la limeña que era igualita a su primera enamorada. La gringa roja loca de California. También tuvo una KZ1000 del 81, nuevecita, verde con rajas azules. Una Suzuki RM 250 a medias con el Peluso, que le rompió el hombro, la moto, no el Peluso. La Gold Wing arrendada que los llevó con su ex por toda Norte América. Ha tenido tantas que ya no se acuerda, no se acuerda… ¿Qué porque siempre mezcla a las motos con las mujeres, en ese orden? Puede decirles lo típico: Porque se las monta, porque se las posee y porque son lo más rico que nos gusta tener al lado del pene. Pero él no es típico. Es italiano. Y ecuatoriano y colombiano y peruano y argentino donde se hiso hombre y estadounidense donde estudio y trabajo, y de todos los países de la América toda, y ahora también con un corazón Australiano tan grande como la islota toda.

La relación humana es lo que más le importa. El habla con sus motos, se entiende con ellas perfectamente, las conoce íntimamente; le seducen, le satisfacen y encima le llevan a donde le dé la puta gana de ir, siempre y cuando la billetera y las tarjetas de crédito acoliten. Habla con las mujeres cuando ellas se lo permiten, que es en contadas ocasiones, aunque haya tenido cientos de amores, siempre ha estado solo, pero con su moto debajo. Entonces no puede decir que se entiende con ellas, las mujeres, conoce muchas, muchas mujeres, pero ninguna lo conoce a él. ¿Puede ser la intimidad algo pasajero, fulminante, delicioso, pero pasajero al fin? Toda necesidad humana debe ser satisfecha respetando los derechos de los demás. Las mujeres no te llevan, hay que llevarlas.

Las mujeres son seres humanos divinos.

Las motos son máquinas divinas.

Las necesita a las dos como necesita el aire. ¿Y ahora, para donde nos vamos?

DEJAME

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“Déjame, déjame solo, quédate ahí afuera que yo tengo que sentarme a escribir. No, no insistas bruta, sabes que no eres humana, quédate. Yo sé, estas embelesada con este paisaje de cuento y esta cabaña de encanto, estamos enamorados de la naturaleza y TASMANIA tanto como yo de ti, como tú de mí, somos una pareja perfecta, pero no te puedo meter adentro, lo siento.

Ok, hagamos algo, te pongo aquí en la sombra, me saco el equipo y me pongo unos shorts, salgo acá afuera y en esa mesita me pongo a escribir y vemos juntos el atardecer en la bahía, en este pedazo de mar. Tenemos que escribir un libro Negra bestia y este es el perfecto lugar. Yo escribo y tú me inspiras, no, mejor me llevas… ”.

Que idílico lugar, salvaje, dramático. Cuando entra a la cabaña, encuentra una blanca y enorme cama, una cocinita y un bar, la chimenea lista con leños secos, una gran tina en el baño y altas paredes de piedra que rematan en un techo rustico de preciosas maderas claras y oscuras.

Sale a recoger unas pocas cosas de la Negra bestia y le dice: “acá nos quedamos mi amor, está bacán”. La moto le contesta: “no, no la necesitamos a ella. Tu y yo solos es mejor, total las mujeres son solo un estorbo, un pasatiempo nada más.”

La idílica cabaña del Piermont retreat

Es que la Negra bestia le habla con esa sensual bocota que tiene en el radiador de aceite y le mira con ese ojote coqueto que tiene en el faro. No es el único que habla con su moto. Conoce algunos motosos que mantienen diálogos con sus motocicletas, incluso más fluidos que con sus propias mujeres (o sus amantes, de ser el caso).

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¡Qué belleza de sitio! El bosquesuelo, se abre, la cabaña de piedra y madera con techos de nopal está ubicada en una ligera colina y el terreno baja hacia el mar, donde se funde en unas aguas calmas que el horizonte hace desaparecer bajo unas elevaciones allá a lo lejos y que apenas se adivinan con su perfil perdiéndose entre las nubes y el cielo. No hay olas sobre las calmas aguas y no es un lago, es la bahía de Great Oyter Bay, cerca del pueblito de Swansea, en la costa este de Tasmania.

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Desde que llegó a Tasmania, hace unos días, todo ha sido como un cuento. Vuelve atrás y sale del cobertizo, de la galería de arte del palacio motociclista de los Dickson, repleta de venerables damas muy guapas, sensuales, rápidas y veloces algunas, otras, gorditas deliciosas y unas flacas de principios de siglo, que qué también serán. Afiches, cuadros, placas, trofeos, tanques, carenados y otras cosas más, cuelgan de las paredes, los techos, los estantes. Allí esta una moto Ural rusa, con side car, en la cual recorrieron toda Europa del este hace algunos años, la moto que les volvió locos dañándose en los más recónditos y aislados lugares, pero que los llevo y llegaron, eso es lo importante, que llegaron, con todas esas memorias intactas y ahora la moto yace aquí, perfectamente restaurada, mantenida y admirada.

Kerry tuvo un accidente de moto hace algunos años en la India, viajaban con Paul en sendas motos Royal Enfield cuando impactó contra un camión, se partió todo y quedo patoja, por eso ahora viajan con side car, han estado en muchos lugares, siempre con motos antiguas que son su pasión, motos con “heritage”, con tradición. Paul es un experto mecánico, ingeniero marino de profesión, que después de reparar motores de 16 pistones en alta mar, trabajar en motos antiguas debe ser un juego de niños para él. Pero un momento, aquí hay un anaquel repleto de documentos perfectamente ordenados, son las historias de cada moto, su linaje, su procedencia, los repuestos conseguidos después de una ardua investigación y el producto de todo este trabajo es esta maravilla de lugar, docenas de venerables motos exactamente mantenidas o restauradas a su condición original.

Estos buenos amigos tienen algo que es más que pasión por las motos, les tienen amor. Aquí en este cuarto a prueba de incendios forestales, a 20 kilómetros de la próxima ciudad, en esta bella casa campestre rodeada de bosques vírgenes, de pequeños canguritos que se llaman wolombys que se pasean por el jardín, road kill como dice el Martin, en esta casa campestre con sus motos y su perro Spoke han hallado la felicidad. Y amor es lo que han puesto en este cobertizo azul para convertirlo en un museo, en una invaluable colección, en una galería de arte motociclista, en una recopilación poética al amor que se tienen, a la vida, a esta inconmensurable pasión que nos une en un lazo de motociclismo intercontinental.

Para que vean como es de verdad el mundo de las motos: le guiña el ojo una Ducati SS750, debe ser de los setentas, que belleza.

Plateada con líneas azules, casi celestes. El carenado hace una curva pronunciada desde la parte superior de los instrumentos y mandos, la placa del costado enseña su número, el 69 la desgraciada, y sus curvas bajan hacia una pancita que cubre sus costados, pechito y bajura, que apenas deja ver el motor 2 en V. Parece la cinturita de una quinceañera. También parece una bala o una hembra arrecha, babeando, pues la pintura rebota la luz del techo que hace un guiño cuando se mueve por los pocos espacios libres tomándole fotos. Recuerda la primera vez que la vio. ¿Fue en una revista de motos o en una Playboy? Debe haber tenido unos 10 u 11 años de edad. El vago recuerdo le trae nostalgias de lo no vivido y el movimiento de pasar al lado de ellas, moviendo la cintura y levantando los brazos con la cámara, le hace cosquillitas en los cojones. (Después, en el video de la Go Pro que está colocada encima de una alacena, parece que está bailando, y se las queda viendo, se las queda viendo….)

Al lado, le golpea en la canilla una grosera Ducati 900 Diavolo Rosso de 1969. Le hace doler la maledeta y le coquetea con su color rojo destellante, la desventurada. Que sexy la hija de puta. Más allá esta una Moto Guzzi, color miel, con sus 2 cilindros opuestos que parecen unos pezones erectos saliéndose del sostén. Una preciosa muchacha italiana de los ochenta le mira desde un afiche de Ducati en la pared. Siente una cosa arriba y abajo de los huevos, como cuando quieres coger. Mejor me voy, me voy, me voy…

88 29 89 Paul y Martin están en la gran mesa de madera tomando vino, Martin fumando uno tras otro sus cigarrillos atados, que le queman las uñas y las barbas cuando ya están acabándose en sus dedos, manchados de grasa, quemados con aceite, rotos por la manipulación de herramientas sueldas y tornos. Les enseña en su moto vieja, los ductos del escape perfectamente doblados y soldados. El cuerpo del cardan, hecho a mano de titanio puro, la doble bujía que es su invento suyo para estos motores. Tiene unos lentes gruesos, que hacen dudar de si anda rápido porque tiene un buen motor o porque es ciego. Pero habla con una pasión de su moto y de las de Paul y Kerry, dice unas cosas tan certeras, tan directas y acertadas que hasta se diría que son bellas, porque dejan pensando. Estas motos, explica, estos fierros son su vida. El latino grandote asiente, lo comprende y le dan ganas de abrazarlo, pero se contiene. Cuando le da chance le dice: “Mister, usted me cae bien y a los dos los admiro”, dirigiéndose también a Paul. Los deja callados y se va adentro, le están comiendo los mosquitos tasmanianos, tiene ganas de escribir y revisar los videos, Además, la casa también es un museo de motos, motos y más motos… así debe ser el paraíso, así el nirvana.

De todas maneras solo hablan de motos y el prefiere conducirlas y escribir que hablar de ellas. Los dos son expertos restauradores y en un momento de la conversación, Martin explica que son puristas, es decir, jamás instalarían una parte o un repuesto no original en una moto clásica. Nada de adaptaciones. Dice que ellos detestan motos modernas y nuevas, mientras miran de lejos a la Negra bestia. La replica viene razonada de que si hablamos de motos con “heritage”, la Suzuki tiene la gran tradición de las motos japonesas que revolucionaron el mundo en 1970 con la aparición de la Honda CB750K2, igualita a la que está allá arriba, en la galería de arte del Cobertizo Azul. Fue la primera moto de Kerry y básicamente su diseño original, 4 cilindros en línea, escape 4 a 2 o a 1, chasis convencional, 2 amortiguadores atrás, es el mismo. Paul está muy de acuerdo.

Es hora de partir, “nos vamos, nos vamos”. Se despide de esta gran gente motociclista, apenas se conocieron, pero los quiere y se los dice. A la Kerry se le humedecen los ojos y a los otros también. Durante un largo moto abrazo, Kerry le dice: “vuelve cuando quieras y te vas a pasear en cualquiera de mis motos”. “Vamos Negra bestia, vamos, que así es la vida del viajero, viajar y viajar, no hay como suavizarse, hay que ser duro, pero se les va a extrañar, eso es seguro. La dura vida, la dura vida, pero que linda es.”

Lizzy se va con su amigo Cuero pelado botado por la mujer y el Moto viajero se va con Martin y su bella esposa en su vieja Moto Guzzi blanca, o beige, es imposible de distinguir con esa suciedad y con los dos en la moto además del escaso equipaje, dos alforjas y un tank bag. ¡Y el viejo cojudo le critico a la Negra bestia, diciendo que lleva mucho peso! Los acompaña hasta la costa este de la isla y después ellos siguen a Davenport, para tomar el ferry de vuelta a Melbourne. Este viejo Martin, (que al principio le cayó medio mal, porque le hablo feo antes de la cena, pues el seguía colgado de la computadora, la computadora…) es una persona excelente: fabrica prendas para motociclistas con cuero de canguro y ha ofrecido ayudarle con un traje que es requisito indispensable para poder asistir al Track Day, día de pista, del Ducati club de Victoria, que es el próximo fin de semana en Philip Island, mítico circuito Australiano que su hijo y él se conocían de memoria cuando era niño y jugaban PlayStation. La Negra bestia quiere estar en una pista de verdad, famosa en el mundo entero, basta decir que hoy domingo, están corriendo la 1ra fecha del mundial de Superbikes en Philip Island.

Vista de la blanca cama, en la cabaña de Tasmania

Hoy amaneció clareando. Cuando despierta, desde su blanco lecho solitario, detecta el mar a través de la ventana con un pedazo de cielo despidiendo halos fulgurantes de rayos de sol anaranjados, rojos, quemando. Ve naranja y piensa KTM. No sabe qué hora es en el tempranero amanecer de un nuevo día en la linda y dura vida del motociclista viajero. La cama blanca le bota, tiene que ir afuera – no te olvides la cámara, burro – y sentir el frio, el viento, el olor del mar, cerrar un poquito los ojos para poder atisbar este amanecer en Tasmania, en una cabaña del Piermont retreat.

Great Oyster Bay Tasmania, Australia

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Se mete de nuevo en la cama. No sabe qué hora es ni le importa. ¿Lee o escribe? El último libro de los príncipes y sultanes de la India le inspiro profundamente. Trae el lap top, el libro y un café, pero tiene tanto que decir, que acomoda las almohadas, cuatro, sus únicas compañeras pues la Negra bestia esta allá afuera toda mojada y se pone a escribir, que placer, con la llovizna marina mojando el día y acá dentro con la chimenea prendida, la cocinita con algunas provisiones, la Negra bien tapada con el paraguas robado y toda esta deliciosa cabaña, toda esta propiedad, todo ese mar, toda la bahía y toda Tasmania toda para el Moto viajero.

Se auto justifica, tiene que mandar un boletín, hay personas que les gusta lo que escribe y argumenta que está lejos de su trabajo, pero puede promover su negocio que es lo que le da de comer. Mandaran clientes, mandaran……

Porque no han mandado plata a pesar que se las ha pedido, ya no tiene, solo viviendo del crédito, de la tarjeta de crédito…

Cuando se traba, por ejemplo en este momento, solo tiene que mirar por la ventana a la Negra bestia allá estacionada, toda mojada, o abrir el inmenso archivo de las fotos y los videos; los recuerdos vuelven a raudales, a ver, despacito, no te me atragantes, prende otro tabaco y escribe y escribe… ojalá compren el libro, ojala...

Suena un espantoso rugido afuera, la puerta está abierta y ya es de noche, ¿a qué hora se fue el día? Deja nomas la puerta abierta para que salga el humo del tabaco y de la pipa. El ruido le perturba, pero no se mueve. Solo se mueven sus dos dedos y su mente palabrea. ¿Por qué, porqué escribe? Porque se caga de risa con sus propias huevadas y como su vida gira alrededor de las motos, de motos escribe. Otro ruido afuera, esta vez un sordo golpeteo. La música suena despacio con INXS o algo parecido, pero es australiano, de eso está seguro. Ahora escucha un chillido, como un lamento, ¿es que esto es poesía? Ni cagando, no es poeta, es motoso viajero y por eso escribe y escribe…

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Si no pregúntenle a la negra Bestia, que sobrevivió 2 tortazos en el ripio. (Por favor señora secretaria de la Escuela de Motos, ingrese esta historia a los archivos secretos). Lo que pasa es que la primera, la verdad es que se asustó, pero fue culpa de la puta cámara que va en el casco. Se emocionó porque le bajo la presión a 20 y la Negra hijueputa cogía y cogía. Cuando a los 8 minutos y 26 segundos, le sale una Land Cruiser de frente, ya le conoce la jeta pues se he dado antes contra un Toyota, (cuando hacía enduro en su Ecuador). Venía embalado por el carril derecho, le asusta la cara del jeep que sale de pronto desde atrás de una nube de polvo, corrige la trayectoria y la Negra desgraciada le dice, no, por aquí no. Las llantas con la que vino la moto son las Diablo de la Pirelli, son neumáticos pisteros y con las 20 libras y todo, cuando tocan el ripio suelto del centro del camino, pierden piso en una derrapada inesperada y las Bestias aterrizan de costado, ella encima de él. Así son todas, siempre termina encima de uno. ¡Qué hijas de puta!

Venia subiendo por un camino muy hermoso llamado el Camino del Viento, en el norte del estado de Victoria. Tenía buen tiempo, el tanque y la panza llenos, el corazón contento y el culo lleno de pedos. No hay problema, nos paramos en los pedalines y pedos sacamos, además es rico y eficiente manejar moto parado.

También tenía 36 adelante y 44 atrás, eso le gusta a la bestia, que ya se acostumbró a que la monte parado y eso que es una chica callejera. Se sentía perfecto, le dolía un poco la espalda por la cadera, como siempre, pero ya está acostumbrado. Y la rodilla derecha más que la izquierda y que más ni les cuenta. ¡Pero qué delicia! Tenía todo el día por delante, eran las 11 de la mañana, o sea tenía 8 horas completas de un día fulgurante en las “montañas” Australianas, el camino estaba arrecho y la Negra extasiada.

Era el 4to. o 5to. día de viaje y el cuerpo recién se estaba acostumbrando al trajinar diario de un típico viaje en moto, asimilándose a la moto nueva. Pero igual se sentía perfecto y aceleraba y aceleraba, y curvaba y curvaba por las curvas más ricas jamás soñadas. Y seguía y seguía y no se acababa, el mapa decía que así era de allí en adelante.

El motociclismo de viaje o aventura, es un deporte exigente. Muy pocas actividades exigen tales niveles de concentración por tan extendido tiempo, con el riezgo de la alta velocidad en superficies constantemente cambiantes, con muchísimas variables siempre pendientes, con navegación y buena orientación como prioridades y el estado mecánico del instrumento, una máquina de la más alta precisión, que requiere monitoreo constante, que pide ser mantenida correctamente y no debe dañarse por nada, ni por una caída.

La puteada está en el video así que no pregunten, que no les cuenta. Como buen endurero, saca la moto del hueco con la ayuda de un camionero, que pasa a la hora y media y repara lo que puede.

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Con la pata de cambios rota, se siente como un desgraciado infeliz, está muy cabreado, hasta que se dice: “Ve huevón, fíjate donde estas, saca y mira el mapa completo.

Estas en Australia, en un camino de ripio metido en un encañonado, sube la mirada arriba, mira ese cielo Australiano y agradécele a Dios, que no te mataste, cojudo, agradécele a Dios. Estas en Australia Rocco, lo que siempre soñaste y estas en moto, que es una Negra y es bestia. Ya saliste del hueco, siempre has salido. Recuerda lo que te dijo el Tito Sánchez una vez: -vamos Roc2013 co, los enduristas siempre llegamoscuando estában metidos en una quebrada de las montañas de Papallacta, con el automóvil Suzuki Forsa volcado en una quebrada en la última etapa de una Vuelta a la Republica; La moto ya está remendada, vamos a manejar, que ha eso hemos venido. Guarda las herramientas bajo el asiento, deja de llorar, no seas Marjorie y ponte a manejar moto, aunque sea solo en cuarta, la Negra si puede.”

Ricardo Rocco

La Negra coqueta le guiña el ojo lleno de insectos estrellados y polvo, mediante reflejos de lo que queda de la destellante pintura negra que tenía, brillos apagados bajo el intenso sol que se cola desde atrás de un árbol, un eucalipto gigantesco. Los eucaliptos de su tierra ecuatorial son diferentes, aunque que de acá vinieron.

Más pequeños, los del parque Metropolitano de Quito, su patio trasero, son más olorosos, más verdes y botan una pepa que

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cuando está fresca la mete bajo el colchón y huele rico, dicen que desinfecta y además da buena suerte para el amor. Pregúntenle a su cama, si hablara, si hablara…

Hablando de sexo, ¿quién dijo: que rico que es hacer el amor?

Aunque sea un amor pasajero, de carretero, que nunca más volverás a ver. Así viajan, buscando la paz, procurando el amor, Alrededor del Mundo por la Paz y en buscando el Amor. Y aquí las gringas son preciosas, lindas, rubias, altas, hermosas, (Bs) deliciosas, se parecen a la tierra que las pario. Blancas, pecositas, brunettes, pelirrojas, también orientales y hasta las musulmanas, con sus velos de encaje, que bonitos, que bonitos…

Afuera suenan unos rugidos y las malezas se esparcen con trepidación. Ahora sí que se alarmó. Por fin asoma el famoso Diablo de Tasmania. Recuerda instantáneamente aquella noche en la Cuesta del Portezuelo, en Argentina, en el año 2000, fue igual.

Fue un rugido agudo, muy fuerte, salvaje, estruendoso, que hermoso. Aquella noche en Catamarca, Argentina, acampaba en un volado del camino, viajando en la moto Yamaha Súper Ténére 750 con la que dio la primera vuelta a Sudamérica, y un ruido muy extraño le despertó y asusto mucho. Lo cuenta en su primer libro, que se agotó. El autor, no la obra. Aquí, en esta cabaña se siente más seguro que en aquella carpa. La chimenea esta prendida, la puerta abierta, la música deliciosa. Se siente muy cansado, le duele el culo de estar sentado pero quiere escribir un poco más.

Descansa un poco, solo un poco, estira el chasis. Cierra la puerta del mosquitero por si las moscas y va por otro café y otro café, y otro tabaco y ahora sí, el ultimo tabaco. En Australia vienen gordos paquetes de 30 cigarrillos. Aviva el fuego de la chimenea otra vez, y sigue escribiendo…

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Estamos en algún lugar en el interior del estado de Nueva Gales del Sur, en el nor este de Australia y el día que amaneció soleado se ha ido encapotando y conforme avanza hacia la costa por unas montañas preciosas que producen un camino espectacular, el Moto Viajero disfruta de conducir su moto a alta velocidad pero muy seguro, goza con cada curva, la moto responde exactamente a todos sus requerimientos, ya se conocen muy bien, llevan varios días en el camino y la moto esta perfecta, a no ser por esos miserables rayones, producto de la segunda caída de la Negra bruta, cuando le estaban filmando 3 cámaras y se salió en una curva en otro camino de ripio. Es que no aprende la estúpida, hasta se olvidó de bajar las llantas a 20, que pelotuda y rompió él apoya pie derecho. Pero aguanta el golpe como macha porque es dura la bendita, por eso el Moto Viajero ama a la Negra bestia, porque es suya y es fuerte como su primer apellido y buena como el segundo.

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Llegan a un pueblito campesino donde les da hambre y sed a los dos. Le llena el tanque con la mejor gasolina, la más cara, no importa 30 dólares, es de 98, te va a gustar Negra arrecha, le dice mentalmente. Se apean en una cafetería, donde la dueña atiende al moto viajero casi con cariño, le da de comer y le presta la guía de teléfonos para ver en que dealer Suzuki puede conseguir la palanca de cambios que rompió la bruta. Llama y llama y nada y nada. Decide ir directo a Sidney, de seguro consigue el repuesto en la gran ciudad. Hecho, van a buscar la autopista y directo a Sidney será. La señora le ve cavilar, viene y le dice: “porque no vas al mecánico de la otra esquina, quizás él te pueda ayudar”.

Dentro de sí, rechaza la idea, que va a saber un mecánico de pueblo de esto. Pero le deja pensando y se le ocurre la idea: hacerle un hueco a la punta del brazo de la palanca y meterle un perno con doble tuerca, todo solucionado.

Avanza unas cuadras en 4ta., así viene la Negra bestia desde ayer.

Vira a la derecha y atrás de una gasolinera alcanza a divisar un taller. Entra y está lleno de motos de Cross hasta el techo. Le explica a un chico rubio con ojos azules, azules, lo que necesita y le dice yes, hay que esperar que venga el boss. Hasta eso se va a la gasolinera y se toma dos bebidas, que sed, que calor. Cuando regresa al taller, el gringuito - que guapo el hijueputa - esta agachado al lado de la moto trabajando, el perno está instalado y la palanca funciona perfecta. ¿Cuánto es? 30 dólares Mister, thankyouverymuch.

(Más los 30 dólares de gasolina, más los 15 dólares de una botella de agua y dos gatos, son… 75 dólares por una parada. ¡Qué caro!

Mandaran plata, mandaran... y compraran el libro, compraran)

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El Moto viajero está contento, pudo solucionar lo de la palanca de cambios rota y ahora ya no tiene que ir directo a la ciudad, puede hacer un gran rodeo por las Snowy mountains, elevaciones que tienen pistas de esquí, según el mapa y el parque nacional de las Montañas Azules. El camino, una cinta de asfalto muy irregular, con parches de pavimento unos sobre otros, recontra parchada, va trepando unos riscos que siguen el capricho de un rio y llega a una laguna azul, muy azul, que contrasta con los colores del firmamento, celestes, que linda vida

Esto pasa por andarles hablando a los animales… y a las putas motos.

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grises, blancos, a la derecha pasta un rebaño de…….., a ver un momento, ¿de vicuñas? Si, son vicuñas australianas, ¡que irreal!

Se mete por un camino de tierra, avanza hacia una cerca y allí están, como una docena. Que lindas las peruanas. O bolivianas o argentinas o chilenas o ecuatorianas. Les habla en español: “¿qué hacen aquí?, ustedes son de los Andes, no australianas.”

Deben entender pero se hacen las cojudas, como todas las hembras que se topa en el camino, estas siguen masticando y no contestan tampoco. Ni bola le paran. Se va nomas diciendo: “vamos Negra, vamos.”

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Con cambios es más sabroso, si no, ¿para que se inventaron el Kama Sutra y las mil posiciones? La Negra bestia come kilómetros y les lleva por una rica zona ganadera, hay reses a montones y él les grita: “Hey mate, rump steak!” El típico saludo Australiano y su mejor…… steak.

Cuando viaja en Argentina les grita: “que hacés Che Bife.” Pasan embalados por zonas cultivadas de extensos trigales, regiones de pajonales con esas redondas pacas de heno, que parecen grandes ruedas, arrumadas en perfectos montones o dispersas en los campos, que brillan y lucen como cuadros surrealistas, parecen alucinaciones, bajo el radiante sol del verano. En casi todas las haciendas, hay vastos viñedos que producen el buen vino Australiano, queda para la noche mi hermano, porque bebiendo no manejarás, dijo el gran hermano.

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Es la hora horrorosa, tiene que llamar a casa: “pero Papa, estoy en otro continente, aprovecho y me quedo unos días más……….. por favor comprende y también estoy trabajando, no solo paseando………….. Vuelvo el 21 de marzo a Chile no te enojes……………. No, no han sido tres meses Papa, solo dos y medio…………. No papito, no estoy jugando, esto no es un juego……….. bueno - bueno, hasta luego, no te preocupes, arrivederchi, las bendiciones. Gracias por el deposito………. chau Papa”

“Papa murió en febrero y todo se lo dedica a él. “ Jugando, como no, ¿o es que esto es jugar? No, con esto no se juega, te puede costar la vida en un segundo. Las motos son juguetes para algunos, pero no para él. Es verdad, se la juega en cada curva, en cada recta a velocidad, pero lo toma muy en serio, se prepara, investiga, saca la plata de donde sea y por eso está aquí.

Jugar, bueno fuera, es muy dura esta vida, si no, ¿porque ha perdido 20 libras? Y esto a pesar de la ocasional degustación de cerveza local, después de manejar, claro. Está listo para conocer las famosas playas surfistas de Australia, aunque sea a mojarse los pies, porque el surfea la vida en la única tabla que conoce: la moto.

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Después de la hora horrorosa, pasa junto a una pequeña gasolinera de carretera secundaria, esquinada con una construcción blanca que más parece iglesia que estación de servicio. Unas tejas redondas que le dan el aspecto de granero y con una letras azules dice: “welcome to the best Little gas station in Australia”. Echa un vistazo al nivel de combustible y decide seguir, todavía tiene para unos 150 kilómetros, además no tiene ganas de parar, viene a buen ritmo y tiene ganas de manejar y manejar. Al virar, atisba con la visión periférica algunas motos, regresa a mirar por un segundo y saca la mano para saludar, solo uno contesta. Había 2 BMW GS, una Ducati Multistrada roja y un cohete de culo japonés. ¡Todo lo que se puede ver en un abrir y cerrar de ojos!

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Sale del pequeño poblado y acelera apenas ve el cartel de 100, la Highway de la Princess es una vía muy rápida, con secciones de largos curvones perfectos, dos vías a cada lado, que parecen nunca acabar. Las rectas son pocas y entretenidas por los paisajes y la velocidad. Se puede ir tranquilamente a 180 pero mantiene a la Negra bestia a 140 – 150 a 5.000 rpm., su motor Suzuki de 4 cilindros en línea, 16 válvulas, 4 inyectores Keihin de 36 mm. y su escape Staytune Australiano, ronronean con un ritmo perfecto, parece que va a funcionar así para siempre. Solo en sexta, solo en sexta.

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La cerveza es como su gente. En Australia, la cerveza puede ser dulce como sus mujeres o ruda como los hombres. Puede ser clara, blanca, rubia como las Bs u oscura como sus bosques tupidos y las negras africanas. Puede ser amarilla, como los millones de carteles de límite de velocidad o ambarina como esos amaneceres que aunque estés cansado y con sueño, no puedes dejar de admirar. Puede ser rojiza como los magníficos atardeceres en las montañas o el mar, o puede ser opaca como cuando llueve y no se ve nada. Pero en casi todos los casos es deliciosa, calma tu sed, levanta tu ánimo y te incita a vivir otro día, otro momento, otro lugar, con todo lo que puedes dar y aún más.

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De repente, siente un haz que le pasa por la oreja y le deja asustado el hijo de puta. La adrenalina le bulle en el pecho. Es el cabrón de la moto japonesa. Atrás vienen la Ducati y las 2 Beemes. Le pasan a unos 160 y se mantienen adelante por unos kilómetros. El terreno inicia la subida a unas colinas nubladas y la ruta se cierra a dos carriles. Tranquilo Rocco que la ruta es larga. El día está perfecto, no hay sol pero el tiempo está bueno, no hay sombras sobre el asfalto. Un par de curvas en S y un hairpin en subida y bajada inician el tramo trabado. Espera hasta la quinta o sexta curva, una derecha ciega que da a una corta recta y otra curva ciega a la izquierda. Les pasa a las dos Beemes fácilmente, por afuera. Va atrás de la italiana. La Ducati se le quiere ir, pica muy bien pero la Negra bestia no le pierde paso y le huele el humito de aceite fino que emerge del escape cada vez que acelera. La italiana se hecha peditos cuando desacelera, en eso se parece a una chica manaba deliciosa que conoció en Bahía.

Concéntrate chucha. En una contra curva derecha con peralte le pasa por adentro casi rosándole. Tres curvas más y el lerdo desapareció de los espejos, ya no lo ve. Se concentra totalmente en la conducción sin reparar en los retrovisores.

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¡Que estabilidad tiene esta moto! A los dos minutos ya le ve el culo a la deportiva, el huevón anda bien y curva estilizado enfundado en un chillón traje de cuero con botines de carrera y casco Arai negro.

La moto le queda grande. Se le pega, se le chupa, le mide y le mide, le mete la rueda delantera un par de veces pero el tipo camina y no le puede rebasar tan fácilmente. Lo intenta más adelante, pero se ahueva. Siguen así unos minutos y cuando el tipo comete el error de regresar a ver, le pasa en una rectita que desemboca en unas largas eses que se meten en el bosque otra vez. El tipo le hace una seña con la mano - saludo, despedida o el dedo - y se queda, dejándole con la adrenalina a full, pero desilusionado.

Le hubiera gustado pasarle por las buenas o por las malas, pero pasarle soplado. ¿Es esto un juego, juego de adultos responsables? No, esto es más que un juego, es un deporte extremo, es una pasión que se lleva en la sangre, una pasión más fuerte, más excitante que en ningún otro deporte con excepción tal vez, del montañismo, volar o meterse al mar o en las cuevas. O el sexo. Siempre les dice a sus amantes: “le advierto mijita, que yo me meto en la cama con cualquiera que me guste, me meto en la cueva y no salgo, y no me gusta que me molesten. ¿Qué cueva mijito? El camino es mi cueva amor, el mundo mi horizonte y la moto mi Rocinante”. Que aventurero no tiene un poco de loco, que aventurero no es un Quijote.

Hay que darle hasta que el cuerpo aguante, cuántas veces hemos escuchado eso. El pobre amigo Ralph, el de Melbourne, que le invito a su casa y le pago el pasaje, es un motociclista aventurero atrapado en un cuerpo enfermo. Se sentía en deuda con R porque le ayudo cuando Ralph se enfermó en el Ecuador, hace algunos años.

Tuvo que subirle en una ambulancia aérea con rumbo a Miami, porque si no, se moría. Una enfermedad rara tiene. Es dos años menor y no puede, no puede. Por eso, por favor, díganle a Papa (+) que le quiere mucho, pero que le deje viajar. No, no es vagar, es producir literatura de la más fina calidad. Para que, no sé sabe todavía, pero ya lo vamos a averiguar, tiene una cita la próxima semana en Melbourne con un editor, que puede cambiarle la vida. No, cambiarla no, mejorarla tampoco, pero si financiarla y poder pagar las tarjetas de crédito, antes de que las deudas le alcancen, deberá escapar, muy lejos escapar. ¡A la mierda con las multas que no va a pagar!

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otts Point en la ciudad de Sidney, 6 de la tarde, sentado en un café revisando el periódico encuentra un anuncio de Annie´s, the best massage in town. Afuera llueve y sopla un viento que parece venir del mar, fuertes ráfagas barren las calles mojadas y todos andan con paraguas o encapotados en sus encauchados. El, tiene que hacer un informe secreto para ustedes, a alguien tiene que culpar por sus perversiones.

Busca en el plano de la ciudad y encuentra la dirección procurada.

Son unas 10 cuadras desde donde está, el Village café, ubicado sobre una gran vereda que está en un bello parque franqueado por la calle Darlingburst, en el cual una redonda fuente salpica cada tanto una bola de agua que forma una perfecta esfera decorada por focos de colores, redundante en este terrible aguacero.

Al otro lado del parque quedó estacionada la Negra bestia, en el estacionamiento público # 3 por 5 dólares diarios, con toda seguridad y bajo techo. Está castigada la desgraciada porque la encontró en la mañana con el tubo trasero pinchado y se la tuvo que reparar, amargado. Paga la cuenta, agarra su paraguas robado, se pone la gorra y la chompa de lluvias y camina y camina por la gran ciudad.

Es cuando en una esquina, el viento le quiere arranchar el paraguas robado para devolvérselo a su legítima dueña. Él dijo que se había ido a dormir, pero era mentira. Luchando contra el viento y la soledad, como siempre, llega al deseado destino discreto ubicado en una calle cualquiera, con una reservadísima entrada entre un almacén de muebles y una videoteca.

La Negra bestia castigada, con la llanta trasera desinflada

No hay nadie en las calles, esta todo cerrado y vacío, debe llegar a la propia puerta para darse cuenta de que realmente allí es el lugar.

Ingresa a una recepción que parece más una oficina o ante sala, que un masaje erótico. Una señora gordita y simpática le indica los servicios y precios bien sonreida, sus cachetes gringos parecen coliflores, le da un papel con 8 nombres y números, y le indica que pase, que vaya de cuarto en cuarto y que cuando escoja, a la chica se le paga. Asombrado se dirige a una puerta al costado y mientras la abre la señora le dice que no, por allí no; pero ya es tarde y la puerta está abierta. Dos chicas masajean a un veterano. Cierra la puerta atónito y la señora encoje los hombros como si fuera un episodio del todo normal. Circula por un corredor en la dirección que le indico la gorda, en cuyas paredes cuelgan retratos eróticos de Goya y otros maestros y al final del cual están los cuartos 1, 2 y 3. Abre la puerta del no. 1 y una bella chica oriental está masajeando el culo a un gordo, ella encima de él y le miran sorprendidos.

Cierra la puerta, no, ese número no está en su hojita. Va al 2. Toca la puerta y le abre una chica que no se acuerda. Sube unas gradas y va al 5, 6, 8, y otros números. En cada habitación, hay una camilla de masajes, elegantes espejos, una gran ducha, cortinas, lámparas, muebles y una bella chica Bs. La última puerta que golpea se abre y una Barbie con rulitos que le llegan a la cintura, igualita a la guagua de la laguna colorada, lo recibe desnuda, atolondrado mete la mano al bolsillo, le paga sus servicios con propina y en efectivo, toma la obligatoria ducha y se acuesta sobre una camilla con un agujero convenientemente colocado más abajito de la cintura, muy apropiado para saborear y penetrar a esta Australia, la suya, la que le inspira a contar y confesar lo que verdaderamente pasa en la linda y dura vida de un motociclista viajero.

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Potts Point

Sidney

La camilla de masajes está adornada con toallas limpiecitas, perfectamente tendidas o dobladas en forma de ave, y al medio, a la altura del pene, el hueco, donde cuelga el susodicho. Su espalda es acariciada por las manitos frías de la gringa bella, sus tiernos senos son pálidamente rosados y su largo cabello rubio rizado, le llega hasta el talle, su cuerpo es un violín, pues sus perfilados hombros se unen a unas caderas generosas y al trasero torneado, blanquito, redondito y delicioso, mediante una cinturita delicada, casi invisible, porque en ella se pierde, se pierde. No tiene marca de sol, es blanca pero no letrina, su naricita se mueve hacia arriba cuando sonríe. Le habla, le cuenta de donde es y que hace. Refleja el espejo asombrado, la visión de esta joven belleza desnuda a su lado, mejor dicho, dentro de él, pues la flaquita en sus brazos se pierde, se pierde. Su cabello rubio rubio, cual flecos de dorado heno, le cubre la espalda pero las puntas de sus hombros sobresalen y la piel le brilla. Eso sí, no sabe hacer masajes la pobre, frota despacito la espaldota del grandote con sus pequeñas manos, que no hacen ni cosquillas. Como siempre, es él el que termina dando el masaje, por eso se ha convertido en alguna clase de experto en este tema.

La cintura, el vientre, la espalda, alta y baja, reciben atención, mientras los brazos, la cara, la cabeza, las orejas, también, hasta que esté totalmente relajada. A este punto la mujer disfruta, goza y confía en él, le está dando placer, un placer que ella no se esperaba, el placer del masaje sensual, del juego erótico, del foreplay. De pronto, se le ocurre parar el masaje y mirarla con los brazos cruzados.

Ella se incorpora, le mira con carita de nada como diciendo porque paras desgraciado y le pide: “go on… please”. Se merece una recompensa, aparte de la propina y se la da sin descuidar los pies, estos son sagrados, nadie se los toca, nadie se atreve.

Con su pie en la mano, se lo aprieta y masajea, se lo besa, se lo pone en el pecho y entre las piernas. La Mano sube por la espalda, los hombros y el pelo, llega a la mejilla y ella siente la caricia en su cara, sus labios, sus ojos y frente. Se la empuja suavecito hacia una posición fetal, que se encoja, que entre en sí misma y para abrazarla por la espalda, abrazada así por un rato, que confíe plenamente, que esta con su amante, que se entregue toda.

Puedes hacer lo que quieras en una motocicleta también, siempre que la trates bien en la carretera, no la recalientes demasiado, la manejes relajado, la aprietes cuando sea necesario, le des cuando se lo merezca y cuando el camino te dé el espacio adecuado.

Nunca la debes montar de una, siempre tienes que pasarle el trapo primero y mirarle las gomas, calibrarlas y si estas de apuro, aunque sea les metes un ligero puntapié para comprobar que están bien infladas, las dos, adelante y atrás, el par, dos tetas, la regla del dos, pero de eso hablamos más adelante. La prendes y despacito aceleras hasta que se caliente toda, la montas y la sacas a la carretera hasta que te da la velocidad deseada, pero suave, tranquilo, por la izquierda, y seguro que primero hay que calentar las gomas. Cuando ya hemos entrado en calor, le das, le pides, le exiges, le haces saber quién es el dueño, el que la compro cara, paga sus impuestos y tasas, le compra las llantas nuevas, le da mantenimiento preventivo, así sabe quién es el que manda, quien es el bueno, quien le puso la placa. Por acá mijita, por allá no, le dices exactamente lo que tiene que hacer y cómo, con uno o una serie de comandos, complicada combinación de movimientos aprendidos en miles de horas de práctica y la hembra responde inmediata y eficientemente a cada uno de tus deseos y si te equivocas, la tonta te perdona, te deja seguirla manejando y no te bota de la cama.

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Dejamos el Piermont retreat llevándonos la llave de la cabaña 6 en el bolsillo izquierdo de la chompa, allí es donde siempre van las llaves de hotel, así no nos hacemos el lío de ¿dónde está la puta llave? Estamos muy cerca de la población pesquera de Swansea, en la costa este de la isla, a orillas de la Great Oyter bay, la bahía de la Gran Concha, o la Gran Concha de la bahía, lo mismo da.

Nos dirigimos al Elephant pass, la parte más alta de este lado de la isla con la escalofriante altitud de 930 metros sobre el nivel del mar en Cradle Mountain. La isla no es muy grande, unos cuatrocientos kilómetros de norte a sur por unos trescientos de este a oeste, con un medio millón de habitantes. Pero los interminables caminos que la atraviesan, que la penetran, que la descubren, que la cruzan, que se internan en los casi impenetrables bosques, los montes y las veras de los mares que la rodean, la hacen parecer mucho más grande de lo que realmente es.

El 75% de la isla está constituida por tierras vírgenes, bosques fluviales que reciben mucha humedad del Pacifico, lo que explica su gran variedad de vegetación y fauna, la inaccebilidad de muchos lugares y las variaciones radicales del clima.

En la costa oeste, hay un tren que recorre apenas 70 km desde Queenstown, una pequeña y bonita ciudad minera – lo cual es raro, pues las ciudades mineras por lo general son feas – para llevar cobre puro a la costa oeste, al único puerto en esta región.

Esta línea es una de las 5 que quedan en el mundo que utilizan el sistema rack and pinion para superar las abruptas pendientes. Este sistema hace que la locomotora enfrente las fuertes gradientes no dependiendo de la tracción sobre los rieles del tren, sino en piñones que aplican la fuerza del motor sobre una cremallera, evitando que la locomotora patine en las grandes subidas.

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Al oeste, el terreno es tan escarpado y remoto que los caminos no pueden llegar a la costa y solo alcanzan a penetrar hasta la zona de lagos y represas del lago Peddler, la Escocia Australiana.

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Tierra salvaje destripada

Esta tierra salvaje, sin embargo, no se salvó de la vorágine imperialista, su población autóctona fue totalmente destripada y aniquilada en la llamada Guerra Negra, otro genocidio que quedo en la impunidad histórica de la mal llamada “civilización” occidental. Es esta idea de “progreso” de la que precisamente huye un viajero, escapa, pero no puede evitar el sentimiento de pérdida, de desastre que produce el estar en un lugar remoto y asilado, donde a pesar de todo ha llegado la garra represora, ignorante e impune, de un imperio que causo daño al mundo a pretexto de llevar la salvación y la cultura a poblaciones autóctonas que tenían su propia manera de ver y vivir el mundo. Aquí aniquilaron a todos, hasta al extinto mamífero Sarcophilus harrisii (Diablo de Tasmania).

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El clima y el camino El clima puede variar extremamente debido a la situación geográfica y la diversidad de microclimas. Los caminos de esta isla volcánica son culebreros, sinuosos, irregulares, superan colinas y montañas, pasos, ríos, lagos, valles extensos, bosques profundos, selvas casi tropicales, escarpados, riscos, mesetas y escasos poblados. Estos caminos son trabados, millones de curvas se suceden una tras de otra con escasas secciones planas. Son rutas de cuento: algunas abiertas al cielo azul profundo con un sol que ha espantado a todas las nubes, ni una se deja ver, y otros están cubiertos con pesadas nubosidades y son cerrados, penetran en bosques oscuros, tupidos, casi impenetrables. Hay caminos que recorren fértiles valles ganaderos y cultivados, y otros que se meten a los montes, torciéndose, retorciéndose sobre si mismos, trepan y bajan, se menean, entran en zonas salvajes, puras, intocables, ¡que caminos Dios mío, que caminos!

Para los que somos amantes del camino estas rutas son de respeto, pero si se les pide permiso a las Diosas de la carretera, se puede utilizarlas como pista de carreras, no hay tráfico, no hay policía, no hay problema, podemos andar embalados. Pasa más de media hora hasta que encontramos otro vehículo. No hay drama si paramos en el medio del camino, apagamos el motor y nos quedamos allí, ensimismados, escuchando el rumor del bosque,

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que a veces parece un loquero lleno de alaridos y otras, apenas un murmullo del viento, que silencio. Los parques nacionales y zonas protegidas se suceden unos tras otros y muchos caminos laterales entran a ellos. No se puede recorrerlos todos, es imposible, peor aún para un moto viajero con tiempo limitado y pasaje en el ferry de regreso al continente. Pero la Negra bestia se atrevió el otro día, que macha es, a pesar de que le da alergia la tierra y se le escalda la gran conchita en los caminos de ripio.

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Se metieron a buscar un lago que nunca encontraron. Cuando pararon en una encrucijada de trochas, lo primero que sorprendió fue el total silencio, apenas acompañado por el ligero rumor del viento rozando las copas de los árboles. Al principio se sintió algo extraño, esa rara sensación de que algo no está del todo bien, como que algo falta. Después cae en cuenta de que no había ningún ruido. No había cantos, chillidos, grititos, graznidos, aúlles, rugidos y barullo. No había el fondo sonoro acostumbrado, la música ambiental natural escuchada siempre en los bosques australianos y que hasta nos ha dado algún susto. Esta vez, no se escucha absolutamente nada.

Pueblo minero de Queenston

Si bien en muchos casos el bosque espanta con tanto barullo, el total silencio es más tenebroso, es misterioso.

“Vamos Negra vamos, que aquí nos da cagazo.” Menos mal porque a la vuelta encuentran unas extensas colmenas de abejas en un claro de bosque lleno de altos panales, repletos de bichos voladores que pican. ¡Los caminos de Tasmania, nos habían hablado tanto de ellos! En el atlas motociclista de Australia, que ha sido la biblia en los últimos 2 meses, dice que en Tasmania es el único lugar donde se le puede sacar la mierda a una Suzuki Hayabusa (una de las motos más veloces y potentes del mundo), y a la Negra bestia, también.

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Estamos saliendo de un fértil y verde valle, el camino sube hacia unas cumbres rocosas. Trepamos a 120 por unas rectas antes de la subida llena de curvas, mirando un poco el paisaje que deja ver arboles viejos, algunos quemados y una vegetación tupida, como espinosa. En una recta de casi un kilómetro con pendiente pronunciada, le toma desprevenida a la Negra desgraciada por segunda vez. Al sentir el acelerador inesperadamente a fondo en sexta, la moto lanza un “ohhh” y se hecha un pedo antes de dar sus 100 caballos y subir embalada la cuesta. “Te agarre desprevenida por segunda vez desgraciada”, le dice mentalmente y ella le contesta haciéndole pegar un susto en la primera curva. Igualito que las mujeres cuando les hallas en falta, no solo que no lo reconocen, sino que te echan la culpa.

Las mujeres y las motos pueden ser como agua y aceite, o como agua y shampoo, o como la llanta delantera y la trasera, todo de-

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pende. Por eso se las ama y necesita a las dos, por esas sutilezas, esos detalles que las hacen tan iguales y tan diferentes. Las motos no tienen alma, dicen, ¿pero la tienen las mujeres? (Cuando sus hijas lean esto le van a matar…… ¡para quedarse con sus motos!).

Las motos si tienen alma, que es esa energía que no se crea ni se destruye, se transforma. Los autos no tienen alma, excepto los Ferrari. Las motos tienen el alma de las marcas y de sus creadores, el alma de sus pilotos y de sus millones de seguidores y también el alma de los seres humanos que las idean, diseñan, construyen y venden. Por último, la Negra bestia tiene alma de luchadora, ¿o no salió de 2 huecos a pesar de ser una moto cualquiera?

Después de decidir improvisadamente un cambio de ruta, dejando para el día siguiente el otro camino a la “Escocia” australiana, llegamos a New Northfalk, una pequeña ciudad vía a Hobart, la capital.

Dando vueltas por las pocas calles encontramos el bonito motel

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106 47 107 del cruce, Junction motel, sobre el frente del cual varias banderas flamean y donde hay un agradable restaurant. Luego de obtener una linda habitación, le pregunta al lindo chico que atiende que es lo que significa la linda bandera, la más grande de las 5 que flamean allá arriba, la que está a la derecha de la bandera Australiana. Dice que es la bandera del mundo, con un fondo azul y la

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Este no es un libro de lindos viajes, este es un lindo libro de motos, que son casi humanas, pues corren en unión libre con el ser humano, las partes íntimas están en intimo contacto con y sobre la motocicleta, le están guiando a la maquina con pequeños impulsos del cuerpo, de la parte interna de las pantorrillas, con la zona erógena rozando directo al metal y el plástico, con el “ni es” en intimo contacto con la moto. (“ni es”: ni es culo ni es cuca o pene). Y aunque las capas de ropa, que a veces pueden ser dos o tres, impidan que vayamos desnudos sobre la moto, igual es que linda vida como si00. lo01estuviéramos, porque estamos corriendo a 100 o 200 que linda vida 00.01 que lindaropa vida prácticamente desguarnecidos. Si caemos, por más que vis00.01 tamos, nos desmadramos y chau Mundo.

imagen de la tierra vista del espacio en el centro. “Thank you: no worries” (Gracias, no hay problemas). El típico dicho australiano.

La bandera de la tierra, un símbolo ideal de nuestro mundo globalizado. Ojala políticos, militares y religiosos se metieran el concepto de esa bandera en sus insensibles corazones e insensatas mentes, acabarían guerras y hambrunas y por fin abría paz en el mundo.

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En esta cómoda habitación del motel de la bandera del mundo, en este mundo del fin del mundo, escribe hasta la hora de la cena, en una linda mesita junto al lindo cuarto y al lado de la linda Negra bestia, su linda moto. La vida es linda, a veces, pero sigue siendo dura. El cielo de Tasmania despide una luminosidad celeste, después azul, esta vez sin luna, decorado con nubes que solo se ven en estas latitudes.

Humo del tabaco de dios, que le perdone si no fuma. Apenas se oculta el sol, un friecillo se apodera de la noche y obliga a vestirse para la cena y aunque toca cenar solo, al escribir este cuento que linda vida 00.01 queeste tu y yo estamos cenado juntos en linda vidalindo y duro mundo ¿o qué?

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Moto chismes de la Negra bestia

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Cuando entra al restaurante del hotel, lo encuentra cenando allí con su compañero. “Yo me voy, me voy, la Toshiba me espera, tenemos mucho que contar en esta noche de Tasmania.” ¿Es más lo que nos une que lo que nos separa? ¿Es la pasión por las motos más fuerte que las diferencias del idioma o de la cultura? ¿Puede superar diferencias de carácter, religión o raza? Por eso vamos a dar la vuelta al mundo en moto, para ver cómo es eso y en próximos libros, seguir reportando lo que es la dura vida de un moto viajero y como se vive el motociclismo en el mundo entero.” Y también para contar los chismes de las moto bestias:

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Cuando venían para este lugar, encontraron a un motociclista en una nueva BMW GS que estaba estacionado en un mirador. Había extraviado a su compañero y estaba tratando de localizarlo con su celular. Estuvieron conversando un rato y al encontrar tantas coincidencias en sus vidas aprovecho para hacerle una entrevista. Fue corredor de motocross por muchos años y al mencionar sus lesiones, coinciden en tener las mismas: “La rodilla, yo también. El hombro, yo también. Los codos, yo también. La billetera, yo también.”

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La Negra bestia haciendo pipi

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La Negra bestia ... yhaciendo se sigue tirando pipi ¡cualquier cosa!

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... y se sigue tirando ¡cualquier cosa!

PUENTES DEL MUNDO 1 - Golden Gate Bridge:

San Francisco, California

2 - Puente de la bahía de Sídney: Harbor Bridge, 1.932

3 - Royal Gorge Bridge: Cañon City, Colorado

4 - Langkawi Sky Bridge: Langkawi, Malasia

5 - Puente de la Torre: Tower Bridge, Londres

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Los puentes empalman los caminos que comunican al mundo