Revista Fanáticos - Chile 2011

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Revista

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CONTENIDO desde las entrañas 4 Historia: de Chiquicamata la palabra de 11 Entrevista, Vicente Cantatore

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Entrevista Washington “Trapo” Olivera: el de los goles históricos

28 Las postales de 1981 y 1982 Figuras naranjas en la 30 10 Libertadores a Mentita, utilero 41 Homenaje y padre de jugadores Nelson Acosta y 45 Entrevista Cobreloa Hoy Jorge Luis Siviero y 52 Entrevista el gol a olimpia el verdugo de 57 Entrevista: Fernando Morena

Editorial Por Enzo Olivera – Director Cuando dicen que el éxito requiere mucha experiencia y trabajo la gente de Cobreloa no escuchó, los loínos fueron grandes desde sus inicios. Desde esa tarde de 1977 año en que Cobreloa se fundó, misma fecha en que venció por 2-0 a Antofagasta en su debut, desde ahí, en sus cortos 34 años de vida, no paró de conseguir victorias, ocho títulos nacionales, dos semifinales de Copa Libertadores y hazañas que hasta hoy no se repiten. Cada jugador que vistió de naranja supo que más que un club este equipo tenía una estrecha relación, no con el fútbol, no con el deporte, no con ganar un partido, sino que con el minero, con sus manos agrietadas, con el sudor de su frente, con el trabajo en las profundidades de la tierra, con el dolor de dejar atrás a su familia. Cada jugador que vistió la camiseta de Cobreloa tuvo que mimetizar su pasión futbolera y profesión con la vocación de entregarse en la cancha para el minero, porque “por más difícil que sea estar en una cancha de fútbol, estar bajo tierra es algo que sólo ellos pueden hacer”(1), afirmó con seguridad Héctor Puebla, quizás el más reconocido de todos los jugadores de aquel Cobreloa campeón de 1980 y 1982 y que, con esa misma premisa de esfuerzo y trabajo de los mineros de Chuquicamata, logró hazañas históricas que aquí se narran a través del periodismo, hazañas como la primera victoria de un equipo nacional en el mítico Estadio Centenario con goles de Washington “Trapo” Olivera, o el cuadro que venció a Flamengo en el Estadio Nacional con ese tiro libre de Víctor Merello y que a pesar de no lograr la Copa Libertadores, supo rearmar filas y ser campeón en 1982 dejando atrás a todo quien se cruzó por su camino. Cobreloa fue, es y debe ser de los mineros.

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DESDE LAS ENTRAÑAS DE CHUQUICAMATA “La vida en el desierto es difícil y lo mineros merecen más” (2), dijo el Gerente General de Codelco, Nicolás Tschischow en 1977, cuando Cobreloa ingresó al fútbol profesional. Bajo esa primera premisa se justificó la creación del equipo naranja. En Chiquicamata, para esos años, había un vuelo al día, una radio, un canal de televisión, un sistema telefónico primario, condiciones difíciles sin entretención alguna, de esa forma el fútbol estaba llamado a ser “más que un pasatiempo, una pasión pero no de la gente del norte, sino para la gente de la mina”, (3) sostuvo el propio Tschischow. Así el antiguo Club de Deportes El Loa pasó a llamarse Cobreloa, una institución de carácter profesional que tras cuatro años en el deporte amateur, ingresó en 1977 a ser parte de la Asociación Central de Fútbol. Pero su inclusión no fue fácil. Desde Santiago pregonaban que era inviable crear un club en un lugar tan apartado de todo, y que los costos de los viajes, hotelería y gastos de traslado harían imposible el sueño de Tschischow y de los mineros de Chuquicamata. Pero contra todo, el 7 de enero de 1977 nació Cobreloa “desde las entrañas de la mina”, (4) como afirma un ex presidente de la institución Sergio Stoppel, ya que a pesar de tener a varios dirigentes en contra, finalmente el Consejo de Presidentes de la ACF dio 38 votos a favor del cuadro naranja y así se decretó su ingreso a segunda división.

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OPINIÓN DEL

HINCHA

EL MINERO & FUTBOLISTA FRANKLIN LOBOS: Estuvo 70 días bajo la tierra junto a 32 hombres. Es un sobreviviente de unas de las tragedias más grandes en la historia reciente de Chile, en la que los ojos del mundo se centraron en nuestro desierto. Una zona árida en la que además de Cobreloa, hay otro club que siempre miró al gigante naranja de chico a grande, Cobresal. Ahí brilló como el mineral más valioso un volante con la camiseta número 8 en la espalda, de pegada perfecta y un tiro libre certero como pocos. Siempre enfrentó a los dirigidos por Cantatore en la mejor época de los de Calama, “aunque por ahí les marqué cerca de 11 goles oficiales” entre Regional Atacama y Deportes Antofagasta y Cobresal, recalca el ex jugador para no quedar en menos, ante un cuadro que en esos años era el “papá del norte” como el mismo Franklin Lobos reconoce. Porque Cobreloa no sólo es historia por el plantel que tuvo, sino también por los duros rivales que enfrentó y sin duda los de la casaquilla naranja y blanca fueron uno de ellos. Aquí se plasma la memoria de un ídolo de El Salvador que, entre lo mediático de su presente tras ser un sobreviviente de la Mina San José, se reconoce que prefiere pasar inadvertido y hablar sólo de fútbol, en lo que asegura ser un admirador de Merello, Puebla, Olivera y compañía…

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“SIEMPRE QUISE JUGAR EN ESE COBRELOA” Cuando me llamaron de FANATICOS para escribir sobre Cobreloa dije que con qué ropa yo me iba a referir a un equipo que hasta hoy admiro. Pero guardarme para siempre mis pensamientos sobre jugadores que la rompieron fue la causa de estas líneas. Escribo por mi admiración, por lo que marcó aquel equipo de Vicente Cantatore, no sólo en el norte del país, sino en Chile entero. Pero por sobre todo lo más importante fue la estrecha relación que nació entre el futbolista y el minero, en eso los de Calama fueron los primeros, se convirtieron en precursores de llevar el fútbol profesional de gran nivel al norte del país, a los lugares más inhóspitos de Chile y del mundo. Ser minero no es fácil, menos hacerlo sin diversiones sanas como lo es el deporte. Por ello nació Cobreloa, para que el trabajador en las profundidades de la tierra tenga una pasión que lo ligue a su gente, y la camiseta naranja se transformó en ello. Yo estuve en ciudades mineras y era una locura cómo cada uno de los mineros amaba a fuego sus colores. Con las campañas en Copa Libertadores esto creció y fue un fenómeno de masas que hasta el día de hoy viven del recuerdo. Viví en carne pro-

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pia la gloria del Cobreloa ochentero como hincha y profesional que siempre reconoce el gran rendimiento de otro equipo, aunque sea rival. Uno tiene su paladar futbolístico, su gusto por el buen juego y ese equipo de Cantatore, más allá de jugar bien, goleaba a todos, era una tromba. Todavía tengo la camiseta que le cambié al “Chueco” Merello con la número 8 en la espalda. Siempre lo admiré, teníamos un estilo muy parecido, de buen toque y remate de fuera del área. Con risa me duele decir que nosotros tampoco la tuvimos cuando enfrentamos a Cobreloa, recuerdo un partido en el Estadio Luis Valenzuela Hermosilla en Copiapó, cuando el equipo aún se llamaba Regional Atacama, empezaba en torneo del año 1982 y los enfrentamos como dueños de casa. El estadio estaba lleno y la expectación era tremenda porque jugábamos contra el subcampeón del continente. Recuerdo que ese partido lo jugamos como nunca, de hecho lo empatamos 2-0 con dos tantos de Jorge Luis Siviero. Realmente, una máquina ese equipo, no creo que se repita algo así hoy, no sólo por fútbol, sino por el fenómeno social.

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EL PRIMER ENTRENADOR:

ANDRÉS PRIETO, “EL CHULETA”

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Campeón en Universidad Católica en 1949 y 1956, “delantero rápido, de regates cortos y cadera endemoniada” (5), como relataba la Revista Estadio de la década de los 50’. Andrés Prieto fue un destacado goleador en el equipo cruzado y tras ello emigró al Espanyol de Catalunya donde estuvo hasta 1955 para regresar al cuadro universitario al año siguiente. Con la camiseta de la Selección Chilena disputó el Mundial de la FIFA Brasil 1950, en el que la Roja no logró acceder a la segunda fase. Su etapa como entrenador es próspera. En la década del 60’ dirigió a Colo Colo, América de México, y Platense de Argentina, pero fue con Defensor Sporting donde logró ganar la liguilla de Copa Libertadores en 1976 tras triunfar en la final a Peñarol. Con esos precedentes surgió el nombre de Andrés Prieto en la mesa dirigencial de Cobreloa y se optó por él, “un hombre que conociera el medio chileno a la perfección” (6), como comentó su presidente Francisco Núñez. La Copa Chile de 1977 fue el debut oficial de Cobreloa y las 8.023 personas vieron la victoria del equipo naranja por 2-0 ante Antofagasta con goles de Armando Alarcón y Juan “Roly” Núñez. El primero debutó en Cobreloa, el segundo una figura que vino desde Tomé a pedido expreso de Prieto. Así el nuevo entrenador fue conformando su plantilla estelar, con muchos de casa y algunos de otros equipos. “El equipo lo fui formando de a poco. Yo propuse jugadores, pero no exigí ninguno. Las contrataciones se efectuaron con sugerencia mía pero con visto bueno de los dirigentes. Lo que se haga dejará secuela”(7), y así fue, del equipo forjado por Prieto desde 1977 fueron Juan “Roly” Núñez Y Armando Alarcón, dos puntales en los años venideros. El primero anotaría el primer gol naranja en Copa Libertadores, el segundo titular indiscutido del mediocampo de Cobreloa.

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ENTREVISTA: ANDRÉS PRIETO, PRIMER ENTRENADOR NARANJA

“NO ME GUSTARÍA DIRIGIR A ESTE COBRELOA” A 53 kilómetros de Santiago camina junto a sus perros en la parcela “El Tabo” el primer entrenador en la historia de Cobreloa. Aquí le gusta recorrer los senderos, respirar aire puro, cosechar diversos frutos, y pescar. Una vida de campo de la que nadie lo relacionaría con el norte, Calama, la mina y el desierto. Pero este hombre de 82 años fue el que sentó las bases futbolísticas para un equipo que recién nacía en 1977. Antes, como jugador, defendió a Universidad Católica con tres títulos, además de vestir los colores del Espanyol de Barcelona en 1955. Hoy Andrés Prieto está alejado del fútbol, de la actualidad, de los nombres, de los aplausos y de los estadios. Pero pese a todo ello sabe muy bien los detalles de fútbol actual, es categórico y crítico, sobre todo con el Cobreloa de hoy. Prieto es uno de los que conoce mejor la historia e idiosincrasia del minero y el jugador naranja, apela a la estrecha unión que nació bajo su mando.

¿Fue muy difícil ser el primer entrenador de un club, y más, de una región tan difícil como el desierto? Fue difícil, yo mismo dije, recuerdo: “Allá donde el metal brilla y el sol golpea”. Con esa frase te resumo lo complejo, primero del clima y después de la infraestructura. El estadio era un desastre, no había camarines ni series bajas. Hubo que partir desde cero. Pero hicimos fuerza y nos arreglaron todo, hasta un césped que parecía billar, imagínate, en pleno desierto. ¿Por qué hoy Cobreloa no muestra esa impronta que tuvo desde sus inicios? Hoy la gente ya no es hincha del club donde vive, hoy las modas lideran todo. Si vas a Calama puede que haya igual cantidad de colocolinos, que de loínos incluso de azules. Ya que Colo Colo y la Universidad de Chile han sido los equipos que han marcado mejores rendimientos últimamente, y es así, las generaciones van cambiando. Es una pena, porque antes ese sentir del pueblo en donde era autóctono determinado equipo se hacía sentir. Creo que el único que lo mantiene en cierta forma hoy es Santiago Wanderers, porque es una ciudad especial, con mística, con arraigo y con historia. Pero en Calama eso se ha ido perdiendo. Me tocó ir a ver un partido hace algunos años, en el primer período de Nel-

son Acosta y había muchísima gente de Colo Colo, en el estadio, en las calles, los restoranes, hoy el mercado manda, y Cobreloa no está en ese mercado, porque no gana y porque por ello, no vende. ¿Y por qué no gana? No gana porque no invierte. No gana porque no apuesta a las series inferiores. No gana porque no tiene apoyo de Codelco. Y por ende no trae jugadores de nivel. Porque no hay plata nomás. ¿Y por qué no tiene apoyo de Codelco? Porque ya no les interesa el fútbol, porque no han sido lo suficientemente inteligentes como los otros señores de Colo Colo, Católica y la U. De Chile, incluso otros como Audax Italiano, que no son grandes, pero que sí entendieron el negocio del fútbol que es invertir en jugadores y venderlos bien afuera. ¿Le gustaría dirigir hoy a Cobreloa? No. ¿Por qué no? Porque se me olvidaría todo lo que aprendí de buen fútbol y eso sería terrible. Hoy Cobreloa da lástima, desde su estadio, sus camarines, sus instalaciones, sus jugadores.

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LLEGADA DE VICENTE CANTATORE,

“EL PROFE” Defensa central espigado y de buen juego aéreo. Cuando vistió de corto fue integrante de “Los Panzers” de Santiago Wanderers, donde en 1968 se coronan campeones del fútbol chileno. Como entrenador, Vicente Cantatore llegó a Cobreloa con grandes pergaminos pero con un amplio conocimiento del plano local tras llevar en ese momento casi ocho años en el país. “Este será nuestro año. Cobreloa logrará lo que ha arañado” (8), afirmó el argentino cuando asumió la dirección técnica del club loíno en 1980. Pero para Cantatore no fue fácil el comienzo, ante una hinchada que pedía a gritos el retorno de Andrés Prieto, quien había fundado a fuego su estilo ganador y de buen gusto por el fútbol vistoso, en un Cobreloa que en tres años había logrado llegar a la división de honor. Incluso tras la llegada de Cantatore “más de mil socios naranjas abandonaron sus inscripciones demostrando el poco apoyo” (9), según narran las crónicas de la época. ¿Refuerzos? La mano de Cantatore vino con nombres de peso y otros que eran apuestas. Es claro que del período de Prieto la columna vertebral del equipo se mantuvo pero Cantatore trajo jugadores como Óscar Wirth en el arco desde Colo-Colo, el argentino Óscar Roberto Muñoz que venía de Ñublense y Héctor Puebla desde Lota Schwager. Según los resultados, Cantatore se los ganó partido a partido. Goleó a dos equipos argentinos en sus primeros amistosos, 5-2 a Banfield y 5-1 a Chacarita Juniors. Vino la Copa Polla Gol y en el Grupo 1 lograron el liderato en desmedro de Deportes Iquique, Aviación y Coquimbo Unido. Escaló hasta la semifinal donde se enfrentó a Colo Colo, con el que cayó 1-0 y perdió la chance de jugar una final inédita ante Iquique, que a la postre fue campeón. Pero vendría lo mejor: debutar como campeones de Chile”.

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ENTREVISTA VICENTE CANTATORE, EX ENTRENADOR DE COBRELOA

“NO EXISTIRÁ OTRA CAMPAÑA COMO LA DE LOS 80” La brisa marina se puede oír desde un café en la calle Valparaíso. A sus 76 años el cigarro ya no existe para amenizar una conversación de fútbol en la vida de este argentino nacionalizado chileno; es que el médico se lo prohibió desde hace una década por los constantes problemas respiratorios que ha tenido. Ahora el único vicio es el recuerdo y la historia de un pasado glorioso en nuestro fútbol, un relato que lleva a Vicente Cantatore a recordar el mítico equipo de Cobreloa finalista de Copa Libertadores en 1981 y 1982.

Por Enzo Olivera – Director

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¿Por qué cree usted que no se ha vuelto a repetir otra campaña como la de ese equipo en el fútbol chileno? “Nosotros teníamos un muy buen equipo, no solamente en lo futbolístico sino en lo profesional y personal lo que es muy difícil volver a repetir. Aquí no había ningún secreto. Teníamos jugadores tanto técnicamente como físicamente excelentes. El buen futbol que practicaba, futbol con mucha precisión y a bastante velocidad. Teníamos jugadores bastante importantes en todas sus líneas, en defensa en mediocampo y arriba. Adelante estaba Jorge Luis Siviero y el Trapo Olivera que el año 83 entre los dos hicieron 73 goles. ¿Cómo logró conformar un equipo que más allá de las individualidades, era un equipo muy compacto? No hay muchos secretos en el fútbol, pienso que lo más importante de un DT es la conducción del grupo humano, de los hombres

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que están a su cargo y tratar de respaldarlos al máximo siempre y sacarles el mayor rendimiento posible. Ellos deben ser profesionales no solamente para jugar, sino para convivir, para cuidarse en la vida privada, porque todo dependía de un estado físico y técnico. Eso lo conseguimos. ¿Cuál era la relación del equipo con el trabajador de Chuquicamata? Los jugadores no podían defraudar al minero, a esa gente que tenía un trabajo tan duro y tan sacrificado y que confiaba en ellos, eso se logró conseguir en gran forma. Ese grupo estaba compenetrado sabiendo que esa gente era la que mantenía ese equipo en la parte económica. Además en ese momento no podemos olvidarnos de un hombre que fue tremendísimamente importante, quizás el mejor presidente que tuve en mi carrera como jugador y entrenador, que fue don Sergio Stoppel. La importante de él fue siem-

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pre respaldar al DT y de integrar un grupo humano entre cuerpo técnico y jugadores. Además de unir al pueblo calameño, al minero de Chuquicamata con todo el plantel. Había una relación tremendamente estrecha. ¿Es una herida abierta en su corazón no haber ganado la Copa Libertadores? Si te digo que no, sería un mentiroso. Creo que la Libertadores es la Copa que le quita el sueño a cualquier jugador de fútbol, a los entrenadores, a la afición. Más que lograr títulos a nivel nacional este trofeo significa mucho, y se convierte en la envidia máxima. Ahí tenés a Colo Colo, llegó a una final en1973 ante Independiente, lo recuerdo muy bien, un equipazo al mando del “Zorro” Luis Álamos, pero no la ganó, y desde que la perdió se transformó en necesidad para su dirigencia, se trabajó para ello y pasaron casi 20 años para volver a una final y ganarla. Para mí se transformó en una obsesión, pero después el apoyo que recibimos de Codelco no fue el mismo que el del inicio. Me refiero al tema financiero, pues con ello podíamos traer a jugadores de nivel para pelear la copa. Me di cuenta que con el paso de los años ese sueño se iba alejando día a día, hasta que e transformó en nada más que eso, un sueño. Pero estuvieron cerca de lograrla… ¿Qué errores cometieron para no poder lograrla? Es difícil, esos dos años enfrentamos a dos equipos muy duros. Peñarol era muy fuerte, con jugadores de altísima experiencia como Fernando Morena de 9, que fue a la postre quien nos marcó ese gol en el Estadio Nacional. Otros como Diogo, Olivera, en el fondo y jóvenes promesas como Venancio Ramos. O sea, me refiero a que no era un equipo fácil. En lo que respecta a nosotros sabemos

que teníamos un cuadrazo, pero en esa jugada precisa, me parece que estuvimos algo lento en las marcas, Carlos Rojas cuando va a marcar a Morena no lo toma bien del todo y este entra con alguna ventaja a definir. El mismo Oscar Wirth trastabilla al ir al balón, imagínate, uno de los mejores arqueros del torneo a nivel internacional. Pero son jugadas de segundos, detalles que te marcan. Tampoco estuvimos demasiado finos en la definición. No fue una noche inspirada del “Trapo” Olivera, eso que le pegó de todos lados porque tenía una zurda tremenda. El mismo Siviero intentó definir en varias oportunidades, pero lo marcaron muy bien. El fútbol es así. A veces no de resultan las cosas como las planificas. Quizás esa copa no era para nosotros. ¿Usted se considera un técnico ofensivo o defensivo? Y tienes que mirar cómo formaba ese Cobreloa de 1981 y 1982, con 4 delanteros mijo. Rubén Gómez, Olivera, Puebla, Siviero. O en la temporada del 82 a veces Rubio, Letelier, Puebla Siviero y Olivera. Si me decís que eso es fútbol defensivo entonces me paro y me voy ¿Qué me decís? Se lo pregunto a usted… ¿Los goles lo avalan? Y es ofensivo muchacho. Claro que los goles nos avalan, imagínate que en 1982, entre el Trapo y el gordo Siviero marcaron 74 goles, récord que sólo superaron Matías Fernández y Humberto Suazo en 2006 con 86, saca las cuentas. Nosotros siempre buscamos el arco contrario, pero nuestro fútbol era de táctica, de organización de trabajo en equipo, todos atacaban y todos defendían, los delanteros eran los primeros en buscar el balón en campo contrario. Pero más allá de ello, jamás va a existir una campaña como la de los 80.

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CANTATORE Y LA PRIMERA ESTRELLA

Era 30 de noviembre de 1980 y se jugaba la penúltima fecha del Torneo Chileno y tanto Cobreloa como Universidad de Chile se encontraban en la punta con 44 unidades. Los “Zorros de Desierto” jugaron contra Deportes Iquique y venció por 3-0 con dos goles del uruguayo Nelson Pedetti y el tercero de Víctor Merello. Pero en la vereda de enfrente estaban los azules quienes se enfrentaron a Lota Schwager, los que sólo lograron un empate. Finalmente Cobreloa logró una ventaja mínima, pero gloriosa. El Estadio Municipal de Calama jamás tuvo tanto público como ese 7 de diciembre. Se estiman 14.079 espectadores los que a seis horas de partido ya habían colmado las gradas del recinto calameño. Cobreloa jugó ante Lota Schwager, y sólo bastaron tres estocadas letales de Eduardo Jiménez, Nelson Pedetti y Luis Ahumada para que Vicente Cantatore lograra, además de ganarse el cariño del minero, entregar la primera estrella para el club loíno, victoria que aparte de consagrarlo en la cima nacional, le entregó boletos para un desafío insospechado para ese equipo del norte: La Copa Libertadores de América.

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UN DEBUT COPERO

A LO GRANDE 1981 iba a ser un año inolvidable para toda la región de Atacama, no sólo para Cobreloa, sino que para todo el fútbol chileno, ya que la Roja se clarificaría al Mundial de España. Los naranjas, ya en Copa Libertadores, se armaron con refuerzos para competir en el ámbito nacional e internacional. El miércoles 18 de marzo fue el día en que Cobreloa se vistió de etiqueta, y se transformó en el 12° equipo chileno en debutar en Copa Libertadores de América. Su rival fue Universidad de Chile en un grupo que compartía, además, con Sporting cristal y Atlético Torino de Perú.

Hubo 25 mil personas en el Estadio Nacional para ver el debut de los dirigidos por Vicente Cantatore en el torneo más importante de clubes a nivel continental. “Fue un 0-0- final donde Cobreloa fue levemente superior que el local” (10), relataban las crónicas de la época. “Con un despliegue físico tremendo y una segunda etapa donde aguantó el peligro en contra”, definía la prensa el empate en el primer partido copero de la historia naranja, igualdad que estuvo marcada por los embates del “Ligua” Puebla, quien fue derribado en uno de ellos por el espigado central Manuel Pellegrini, quien alegó inocencia: “Se tropezó conmigo, y como el árbitro Juan Silvagno estaba cerca, no se confundió” (11). Para Cobreloa el empate fue positivo ya que se apostaba a rescatar puntos de visita y ser muy fuerte de local. Así sería, sobre todo con los equipos extranjeros en las alturas de Calama.

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TODO CALAMA EN LIMA Cobreloa debutó en el plano internacional con cuatro años de vida , el 24 de marzo de 1981 en Lima y lo hizo frente a Atlético Torino con un empate 1-1. Y el primer gol naranja en torneos internacionales fue de Juan “Roly” Núñez, puntero derecho goleador oriundo de Tomé, quien después de anotar este tanto sería uno de los primeros ídolos de Calama. El gol de Cobreloa llegaría tras un pique en solitario de Núñez a los 13 minutos, que con un remate cruzado batió la débil intervención del portero Carrizales. El empate peruano vendría tras un fuerte remate del central Guerrero a los 53 minutos. “La noche del martes Cobreloa pudo haber ganado. Torino incluso sintió la estocada de “Roly” y por momentos se mostró debilitado anímicamente. El campeón chileno manejó la pelota con acierto y se puede decir que en este aspecto no hubo nada que reprocharle”. (14).

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Ahora en el horizonte de los zorros de Vicente Cantatore estaba el campeón peruano, el Sporting Cristal. Y el duelo iba a ser tres días después, así se cerraba la primera rueda de enfrentamientos en esta fase del grupo 5. Los chilenos visitaban nuevamente los camarines del Estadio Nacional de Lima en un duelo que terminaría igualado 0-0, “duro, de mucho roce y poco despliegue”, como narraba la crónica de la Revista Estadio en esa cobertura. Y de igual forma lo reconocía el mismo Cantatore: “No voy a mentir. Ante Cristal entramos pensando más que nada en defendernos. Conseguimos totalmente lo que pretendíamos. Mostramos que somos un equipo que puede desarrollar cualquier plan táctico, porque hay hombres que saben su oficio, hay entrega y confianza en lo que se hace y hay fe en el futuro de Cobreloa”(15).

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“QUE VENGAN LOS PERUANOS” Había nueve mil personas en las graderías del Estadio Municipal de Calama ese 7 de abril de 1981. Llegaba la hora de validar en casa los puntos dos robados con inteligencia y acierto en Lima. Pero antes de recibir a los peruanos, había que ser locales, por primera vez en competencias internacionales ante un equipo chileno, eran los azules de la U. Tras obtener tres empates de visita, los dirigidos por Cantatore lograron su primera victoria en Copa Libertadores ante la Universidad de Chile. “Fue un trabado y equilibrado cotejo, Cobreloa venció al equipo azul en todas sus líneas y el tanto del uruguayo Jorge Luis Siviero sentenció el 1-0 a favor del equipo naranja”. La consigna en el norte fue: “Que vengan los peruanos”. Y fue una frase que realmente tuvo justificación y respaldo futbolístico a simple vista en el marcador. Un 6-1 rotundo de Cobreloa frente a Atlético Torino llevó los ojos de América a un Estadio Municipal de Calama, hasta ese entonces, debutante en la Copa. Dos goles de Rubén Gómez y uno de Víctor Merello, Jorge Luis Siviero, Washington Olivera y Juan Núñez demostraron no solamente la c tendencia, sino que el des-

pliegue del cuadro nortino por toda el área de mediocampo y ataque. Pero quedaba un partido para cerrar la fase grupal y era además para definir el primer lugar del grupo, ante el equipo peruano de Sporting Cristal. Cuatro días después de enfrentar a Torino, el Estadio Municipal de Calama volvió a teñirse de naranja. Y los loínos no respetaron a un equipo que venía con nombres ilustres, como los mundialistas Ramón Quiroga y Julio César Uribe y se impusieron con categoría repitiendo el golpe anterior por 6-1 con dos tantos de Víctor Merello y Jorge Luis Siviero, además de las anotaciones de Raúl Gómez, Hugo Tabilo y Óscar Roberto Muñoz, todos marcados en sólo 48 minutos. Resultados que generaron una verdadera fiesta en Calama, de la que el mismo presidente del club se refería. “Ya hemos cumplido con una de las metas que nos propusimos al surgir la idea de crear un club profesional aquí en Calama. Le hemos traído a esta gente la Copa Libertadores de América y eso sólo ellos saben lo que significa para el nortino” (16). Con nueve puntos, Cobreloa clasificó a su primera semifinal internacional y como debutante absoluto.

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LA LEYENDA CENTENARIA

FUE HISTORIA “El reloj marca las 21:38 del ocho de octubre de 1981. Y Héctor Puebla se va por la derecha aprovechando un pelotazo de Jorge Luis Siviero. Llega hasta el área grande y espera el momento justo para meter un pase colocado entre los pechos de los defensas centrales. Y por el otro lado la recibe el uruguayo Olivera, que realizaba un trabajo meritorio conteniendo al impetuoso lateral derecho Moreira. El balón le da un bote extraño y éste alcanza a detenerla con el muslo en el instante que el veterano Espárrago perdía en el achique. Entonces este “Trapo” Olivera saca un derechazo violento que se va más allá del manotazo postrero de Rodolfo Rodríguez” (17). Esta es la escena clímax de cómo Cobreloa rompió para siempre con los mitos y leyendas de un Estadio Centenario de Montevideo imposible para cualquier oncena chilena, ser el primer club chileno en vencer a un cuadro oriental en ese césped de tantos resultados negativos para Chile. Con este gol de Washington Olivera Cobreloa entró a la historia grande del fútbol chileno. Pero para obtener ese triunfo se tuvo que trabajar mucho y desde abajo, porque el cuadro tricolor fue el que se impuso primero en el marcador tras tanto de Julio César “Cascarilla” Morales al minuto 49. Cantatore movió las piezas de su formación: Entró Héctor Puebla por óscar Roberto Muñoz, ahí cambió el partido. Minuto 62 y el “Ligua” conectó de izquierda un remate entrando al área grande que se coló en el arco charrúa, fue el 1-1. Hasta que llegó lo comentado en un inicio, Olivera rompió las

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esperanzas de sus compatriotas y sentenció un duelo brillante del equipo chileno como visitante. “A nadie le voy a negar que en el primer tiempo no nos encontramos para nada, pero luego, en la segunda etapa –con el ingreso de Puebla- definimos un partido que estaba planeado para manejar el contragolpe. Este es un premio para el trabajo que venimos realizando desde hace años” (18). EL SEGUNDO A VENCER: PEÑAROL 5 días más tarde. Segunda vez que Cobreloa pisó el Estadio Centenario y segundo partido ante un equipo uruguayo, al frente estaba el Peñarol de Rubén Paz y compañía, quienes buscaban cerrar su paso a la final. “Trapito, dele con toda el alma”, le dijo Hugo Tabilo Washington Olivera mientras este acomodaba la pelota a casi cuarenta metros del arco de Fernando Álvez. Sólo quedaban 38 segundos para el final del partido y naranjas y aurinegros igualaban 0-0., mientras otros hinchas loínos desde la galería gritaban “tírala para afuera que se acaba”. Pero el “Trapo” hizo algo distinto. Corrió derecho a la pelota y le dio de zurza, con su mejor pierna. Un remate abierto que fue rasante y con poca potencia, pero engañoso… Uno, dos, tres y ya. Álvez no logró retener el remate de su compatriota y fue el gol de Cobreloa. De nuevo el “Trapo”, de nuevo en el Centenario, de nuevo ate un equipo charrúa, de nuevo una victoria.

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ENTREVISTA: WASHINGTON “TRAPO” OLIVERA

“NUESTRO COBRELOA FUE MÁS QUE LA U DE HOY” La sureña y hermosa ciudad de Osorno esconde entre su naturaleza más de una sorpresa mayúscula. Oculta el recuerdo de la primera victoria de un equipo chileno en Montevideo y guarda la historia del protagonista de esta hazaña naranja en tierras charrúas. Washington Olivera hoy tiene 58 años y reconoce que a pesar del paso del tiempo “no he podido olvidar cómo perdimos esa Copa”. Se sumerge en el túnel de la nostalgia, recuerda los dos goles más importantes de su vida, esos que en una semana, derrotaron a Nacional y Peñarol en el mítico Estadio Centenario.

Por Enzo Olivera desde Osorno

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¿Te molesta que digan que Cantatore fue a buscar un empate a Montevideo y guardarse atrás? Lo cierto es que nosotros veníamos de una racha ganadora, nos paramos bien en la cancha y claramente a pesar de haber sido el Campeón de América y del Mundo vigente, no era el Nacional de otros tiempos, los encontramos volando bajo. Nosotros realmente íbamos en busca de un punto valioso que nos permitiera definir en Calama, porque ahí sabíamos que les costaba, más con la altura. ¿Cuándo se dieron cuenta de que se podía ganar? Nosotros propusimos una línea bien formada atrás encabezada por Mario Soto y Eduardo Jiménez. Y un mediocampo con mucho futbol. Arriba el “Gordo” Siviero, Óscar Roberto Muñoz y yo. Pero realmente hubo un factor determinante y ese fue el “Ligua” Puebla. Su ingreso por Óscar cambió el partido, sin duda él era el jugador más rápido que teníamos y ellos lo notaron totalmente, no lo podían agarrar. Claro, y fue Puebla quien marcó el primero para Cobreloa… El “Ligua” era extraordinario, era como el Eduardo Vargas de hoy, sobresalía sobre los demás, eso sí, no era tan goleador, era más bien un tremendo habilitador con una zurda envidiable. Incluso el empate de Puebla vino después de que el “Cascarilla” Julio César Morales hiciera el gol del 1-0 tras error nuestro en defensa. Pero ahí vino el “Ligua”, la agarró de tres cuartos de cancha, hizo una pared con el Hugo Tabilo, eludió a dos y de zurda se la puso contra el palo derecho de Rodolfo Rodríguez, arquero de la Selección de Uruguay, ¡Un golazo! Y después le dio un gran pase a usted… ¿Cómo recuerda su gol ante Nacional? La jugada nació de tras, fue un contragolpe. Alarcón recuperó la pelota en un ataque de Nacional llevado por Bica. Tocó para Siviero que de tres dedos metió un pase tremendo

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para Puebla entre la línea de cal y la entrada al área grande por la derecha. Puebla eludió al lateral izquierdo González, lo recuerdo bien. Ahí tres pasos adentro del área por la derecha amaga y me la tira entre los centrales hacia el lado izquierdo donde yo me venía metiendo en silencio. La pelota me vino muy difícil, pero logré amortiguar con el muslo izquierdo, le amagué al Víctor Espárrago que me conocía muy bien porque jugábamos en la “Celeste”, y enganché para adentro, me quedó para la derecha y le pegué con la de palo jaja… El gol lo grité como el primero de mi vida. ¡Uf, qué momento ese no… Emocionante hasta hoy… Por supuesto… Si hasta hoy lo veo y se me cae una lágrima. Fueron grandes sensaciones, hacerle un gol a mi equipo de toda la vida, más encima no era la primera vez que le hacía un gol a Nacional. En 1975 con Montevideo Wanderers jugamos la liguilla Pre Libertadores y en el final del partido le marqué a los “Tricolores” de mi corazón el 1-0 y los dejé fuera de una Copa, por primera vez en su historia que quedaban abajo y por primera vez también clasificó un equipo chico, que no fue ni Nacional ni Peñarol a esa cita continental. Imagínate, me querían matar si yo estaba a préstamo en Wanderers. Yo, más allá de que mi padre Héctor Olivera fue figura en el Nacional de los 50, siempre fui profesional y gritaba los goles con la camiseta que estaba defendiendo y que me pagaba los morlacos, yo tenía que ganarle a todos y siempre lo hice así. ¿Qué tan importante fue la figura de Cantatore? Hacíamos lo que Cantatore decía, orden, orden, nada más que orden. Supongo que había alguien que se desordenaba más que otros… ¡Claro! el profe le gritaba “Tírate un poco más afuera, quédate ahí, baja más. Y esos gritos eran para Armando Alarcón, el que desordenaba más en el plantel dentro de la

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cancha, siempre le decía, “tómalo, ordénate”. Un fenómeno Alarcón le hacía caso en todo a Don Vicente, me imagino que su labor como minero le daba esos cimientos de laburo fino. La anécdotas sobraban me imagino… Más allá de que era un equipo de hombres, maduros, profesionales, siempre había espacio para la risa. Sobre ello, una vez el profe Cantatore en la misma le dice a Alarcón: “¡Armando baja, sube, marca ahí, sácate la remera, los zapatos, los shorts, párate de cabeza!”Jajaja, y el Armando le hizo caso en todo, imagínatelo en calzoncillos intentando pararse de cabeza en medio del entrenamiento, una cosa de locos. Vuelvo a Cantatore ¿El tipo fue un estratega o más bien tuvo suerte? Cantatore era un gran estratega, más que eso era un compañero de nosotros, el jugó, él sabía que teníamos nuestras yayitas ¿Me entiendes? Sus costumbres, sus caprichos ¿No? Claro, él veía las cosas y no las veía. Me refiero al comportamiento, que algunos jugadores fumaran como lo hacía yo, que hiciéramos asados, porque ahí había cerveza y trago. Pero jamás hubo un lío, compartíamos como buenos compañeros y ya. Después cada uno a su casa. ¿Compartía Cantatore con ustedes? Nunca, jamás estuvo presente en alguna reunión de los jugadores, él siempre nos dio ese espacio. El dejaba que algunos puedan llegar más tarde a entrenar para solucionar temas familiares o que otros salgan de noche de vez en cuando, todos podían hacerlo, siempre y cuando se le avisara a él antes. Pero a la hora de los “quiubos” nosotros siempre, siempre cumplíamos. Siempre tirábamos para él, jamás de irnos para atrás. En ese momento se ganaba mucha plata sabes, no había espacio para boludeces.

“El “Trapo” Olivera junto a su hermano Rubén y su padre Héctor en el Complejo Deportivo Juan Pinto Durán antes de partir a Montevideo a enfrentar a Nacional y Peñarol.

¿Hubo lío alguna vez? Nunca hubo nada en el camarín, los muchachos eran todos tranquilos fuera de la cancha. Cuando había que trabajar y entrenar todos callados. Si jugábamos mal un día o perdíamos, teníamos una semana para resolverlo todo en el camarín del Municipal de Calama, ahí arreglábamos todo como hombres. ¿Cantatore tuvo suerte o fue mérito de su planificación? Sólo te digo que antes de los partidos contra Nacional y Peñarol, Cantatore viajó solo a Montevideo a verlos jugar a ambos por el Nacional Uruguayo del 81, eso fue una semana antes de los duelos ante ambos recuerdo. O sea que por ese lado era un estratega de los más grandes que vi en mi carrera por algo dirigió exitosamente en España. El tipo trabajaba mucho en tres bloques separados y siempre mecanizaba todo, algo como hizo Bielsa después o Sampaoli ahora, defensamediocampo-ataque; repetía, repetía, repetía, repetía. Le encantaba jugar con tres arri-

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Sinceramente en el gol… ¿Le pegó al arco o le dio al bulto, a la barrera? Fue un gol de 40 metros, se peleó la barrera, el arquero desatendió la jugada, el juez pitó repentinamente, y Fernando Alves, ni la vio. En ese sentido que suerte, porque se conjugaron varias cosas para que la pelota entre, pero el que le pegó fui yo. ¿Es cierto que la gente le gritaba que la tire para afuera porque el partido ya se terminaba 0-0? Washington Olivera Junto a su hermano Jorge tras el histórico partido ante Peñarol en el Estadio Centenario. Yo estaba en el arco de la Colombes, y veía el reloj, incluso estaba pasada la ba y un enganche, casi cuatro llegábamos, sin hora. Preferí al arco. Todos sabían que estacontar los volantes laterales como Tabilo y ba terminado. Y si, la gente de Cobreloa esEscobar ya eran seis. Si te fijas era un adelantaba muy cerca de ese lado y se escuchaban tado para su época, los resultados, los goles los gritos “!Ya se acaba, ya se acaba¡” “!Tírala y el fútbol lo avala. para afuera¡”. Pero imagínate que el Hugo Se ha comparado su Cobreloa con la Tabilo me dijo al oído “Trapito péguele con Universidad de Chile de Jorge Sampaoli toda el alma”, y así fue, no me gusta regalar balones gratis, jamás en mi vida di una peloactual… Si bien esta Universidad de Chile logró re- ta por vencida ¿Dónde gano más, tirándola sultados y marcas históricas, el Cobreloa de para afuera o pegándole al arco y generar Vicente Cantatore, a pesar de no haber lo- peligro? grado dos Copas Libertadores fue más que la Universidad de Chile de Jorge Sampaoli porque en tres o cuatro años de vida, desde el amateurismo llegó invicto a una final continental y no de Copa Sudamericana, sino de una Copa Libertadores disputada con el mejor Flamengo, el mejor Peñarol, el mejor Nacional, era otro nivel, mejor al de hoy. Después de Nacional vino Peñarol ¿Cuál de los dos fue más duro? Creo que a pesar de que Nacional era el campeón de todo en ese momento, estaba con varias bajas, por ello Peñarol pienso que era más fuerte en ese momento. Tenía a su goleador histórico Fernando Morena, Víctor Hugo Diogo que era un perro de presa en el medio, el “Indio” Walter Olivera atrás una muralla, un joven Venancio Ramos que brillaba en la punta derecha, era un equipo muy bueno. Pero nosotros fuimos mejores en un partido parejo.

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Prefirió jugarla con todo… Claro, vine y patié y se conjugaron varias cosas: Lo primero es que la barrera se peleó y por ello se separaron, lo segundo es que cuando le pequé, la pelota picó tres veces antes de llegar al arco y el arquero Fernando Álves no la pudo controlar y se le fue abajo contra su palo derecho. Lograron cuatro puntos en dos visitas al Centenario ¿Lo gritó más que el anterior? Yo creo que si, porque siempre soñé anotarle a Peñarol, el rival desde gurí, desde chico. Salí corriendo y Carlos “Chifli” Rojas salió corriendo tras de mí y me agarro del cuello en el suelo, y justo iba gritando el gol y llorando. Me desmayé en ese momento de tanta emoción que sentí. En vez de gritar Cobreloa grité “¡Uruguay, Uruguay, Uruguay!”.

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URUGUAYOS DERROTADOS EN

CALAMA Ernesto Vargas para los aurinegros, quienes no pudieron más ante la sólida, táctica y ordenada defensa naranja integrada por Mario Soto, Hugo Tabilo, Juan Páez y Raúl Gómez. Un 4-2 tras el pitazo del juez colombiano Alfirio Blanquiceth y Cobreloa a la final de la Copa Libertadores de América, invicto, en su primer torneo internacional jugado en su corta historia de cuatro años.

“Desde que llegué a Chile este tipo de partidos ante grandes, los perdíamos con un gol sobre la hora, por una falla del arquero o un penal inventado. Ahora no, esa pizca de suerte que tenían los cuadros extranjeros la tenemos nosotros”. Así comentaba Vicente Cantatore en su llegada a Calama, una frase cierta para un equipo que además del fútbol contó con la racha de los grandes. 28 de octubre de 1981, Cobreloa recibió a Peñarol en el Municipal de Calama y con la claridad de que si obtenía los tres puntos, se clasificaba directamente a la final ante Flamengo. Rubén Gómez, Víctor Merello de tiro libre y penal, Óscar Roberto Muñoz y Siviero marcaron para Cobreloa. Rubén Paz y

Y mientras los zorros festejaban, el entrenador uruguayo, Luis Cubilla se resarcía de sus dichos en Montevideo cuando apuntó que: “Los chilenos no pueden cambiar, continúan siendo chilenos, de qué se asustan, si Cobreloa es un equipito”. Tras el 1-0 allá y el 4-2 acá debió reconocer, “Me equivoqué. Aquí en Calama la altura y la gente hacen a Cobreloa un gran equipo difícil de vencer. Nuestra derrota fue justa”. ANTE NACIONAL PENSANDO EN FLAMENGO Cobreloa tenía que enfrentar a los tricolores de Uruguay en el último partido de la fase de semifinales en un encuentro que sólo sirvió para la estadística, ya que con la victoria se podía conseguir la canasta perfecta. Pero el empate 2-2 ante los charrúas impidió tal marca. Goles para los nortinos de Óscar Roberto Muñoz y un autogol de Arsenio Luzardo dieron los tantos para el equipo chileno. La final, Flamengo, el Maracaná, Zico, Junior y compañía a la espera.

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MERELLO, FLAMENGO Y EL TIRO LIBRE

Es el hombre con más goles por Cobreloa en la historia de la Copa Libertadores. Un volante creativo de una pegada exquisita, para muchos de las más técnicas y precisas del fútbol chileno. Su carta de presentación son los 15 festejos vividos con la casaquilla naranja. Pero hay uno que lo catapultó a la categoría de ídolo en el gigante del norte. Fue un tiro libre ante Flamengo, en la final continental de 1981 en Santiago.

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primeros 45 minutos en Brasil. Así, rápidamente el juez argentino Carlos Espósito pitó el 1-0 de los cariocas. Tras una notable jugada colectiva y una posterior pared entre Adilio y Zico, surgió un remate del 10 brasileño que Wirth no pudo contener, el “Pelé blanco” finiquitó de derecha ante la salida del guardapalos chileno. Y tan sólo 18 minutos después llegó el 2-0, en una falta penal que el mismo capitán Mario Soto reconoce haber cometido, “le pegué al delantero Lico en la rodilla, fui al balón, pero fue mucho más rápido y me tocó la pelota antes”.

EL MINERAL DE MARACANÁ Era el viernes 13 de noviembre de 1981 y Cobreloa saltaba a la cancha del Estadio Maracaná ante la mayor presencia de hinchas en su historia: 93.985 aficionados que integraban la torcida más popular de Río de Janeiro, la del Flamengo de Zico, Júnior y Mozer entre otros cracks que además integraban la Selección Brasileña. Los dirigidos por Vicente Cantatore entraron esa noche a la cancha del teatro más grande del mundo con: Óscar Wirth, Hugo Tabilo, Mario Soto, Carlos Rojas y Enzo Escobar; Armando Alarcón, Eduardo Jiménez, Víctor Merello, y Óscar Roberto Muñoz; Jorge Luis Siviero y Héctor Puebla. Pero más allá de las ganas, más allá de la ilusión, más allá del talento, lo cierto es que Cobreloa era debutante absoluto en estas lides coperas, a diferencia del cuadro dirigido por Paulo César Carpegiani que tenía roce, experiencia y clase para definir las chances creadas interminablemente en los

“Roce, fuerza, choque, fricción y guapeza”, son las palabras que enumera Víctor Merello al recordar cómo Cobreloa intentó dar vuelta un partido que en los primeros minutos del segundo tiempo se veía accesible. Para muestra Siviero entra al área y es bajado violentamente y el propio Merello convierte el 2-1 desde los 12 pasos en el minuto 66. Lo demás fueron “centros, cabezazos de Siviero y algo de mala fortuna en un encuentro que pudo ser mejor para Cobreloa”, según las crónicas de la época. s Si hasta el mismo Pelé lo ratificó: “Me sorprendió Cobreloa, para mí era un equipo desconocido pero el cuadro chileno no se achicó”. El TIRO LIBRE “Por lejos es el gol y el momento más importante en mi carrera”, así recuerda hoy Víctor Merello aquella pegada, esa comba endemoniada contra Flamengo, remate que con su mágica pierna derecha despertó la ilusión de Chile para conseguir su primera Copa Libertadores. Pero la historia de ese tiro libre empieza antes. La narración de ese relato data del 20 de noviembre de 1981 en el Estadio Nacional, “fue el todo o nada” recuerda Merello.

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Como en el segundo tiempo en Maracaná fue un partido dividido, donde los chilenos jamás entregaron terreno, incluso, las marcas nacionales resultaron positivas. Armando Alarcón anuló a Zico y Mario Soto le ganó siempre al peligroso volante Adilio. Pero más allá del buen despliegue y varias jugadas de peligro generadas por los de Cantatore, el gol no se veía en Ñuñoa hasta el minuto 79. Washington Olivera recibe de Mario Soto y prueba desde fuera del área, la pelota pega en la mano del defensa Claudio Figueiredo y el uruguayo Ramón Barreto pita tiro libre… “Tomé la pelota enseguida, todo el equipo sabía que la pelota quedó perfilada para mi mejor pegada, quizás de otro lado le pegada el Trapo o Puebla, pero ahí era mía y eso todos lo sabían”, rememora el “Chueco” Merello, momento en el que todo Chile puso la atención a esa jugada que cambiaría el destino de esa copa y alargaría las ilusiones hasta el Estadio Centenario de Montevideo en un tercer partido. “Le pegué con el alma, bien a colocar, pero no suave, sino con mucha fuerza y convicción. Sabía que si el balón iba a media altura y rá-

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pido iba a tocar en alguien y se iba adentro con arquero y todo”. Los recuerdos del 8 naranja se mimetizan con el relato de aquella explosión de alegría, cuando Merello corre hacia la pelota y en movimiento perfecto, de clase y talento para entrar al balón, remató en dirección al portero Raúl, pero la pelota antes de que entre al arco rozó en la cabeza de Leandro y terminó en las mallas del arco sur del Nacional. ¡1-0 Cobreloa!

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ANTE FLAMENGO LAS MANOS VACÍAS Rogerio Alves es un connotado periodista brasileño de Radio Carioca, y para la Libertadores de 1981 era reporteo de la prestigiosa revista deportiva brasileña Placar. “Recuerdo a un equipo de Cobreloa muy fuerte, con punteros muy hábiles y bravos en el área. Pero más allá de las individualidades chilenas, las de Flamengo marcaron esa diferencia: Zico”. Esa síntesis que hoy comenta este periodista es lo que terminó pasando la cuenta a Cobreloa. No fue un equipo de errores graves en defensa, tampoco un cuadro que permitió jugar a placer a los brasileños, menos una oncena que se entregó, lamentablemente para los nortinos “Flamengo tenía quizás al mejor jugador del mundo en ese momento”, aclara el periodista y relator uruguayo Alberto Kesman, quien relató todo ese torneo. Zico fue clave, en Brasil manejó los hilos del “Mengao” y en Santiago se retiró indignado: “Fue un desastre, aquó no hubo fútbol y el juez el responsable de lo que ocurrió. Hubo

una presión increíble y en Montevideo vamos a arrasar”. 23 de noviembre de 1981, Estadio Centenario de Montevideo. Cobreloa pisaba la cancha en la que hace un mes atrás había eliminado a Nacional y Peñarol, ahora se enfrentada al más difícil de todos. Así lo hizo ver Flamengo, que en los primeros minutos fue una tromba para la naranja, hasta que a los 18 minutos el mismo que se retiró enfurecido del Nacional marcó el 1-0 para el “Fla” luego de varios errores de la defensa. Adilio aprovecha el desorden al borde del área, cede para Zico y este de derecha sentencia la apertura. “Esa noche el creador de Flamengo estuvo certero en todo, pases, marcas, remates, hasta los lujos los hizo bien. Nosotros no convertimos las jugadas que tuvimos y fallamos atrás”, recuerda Merello en un partido donde cayeron 2-0, perdiendo la copa y la ilusión de lograr el primer título internacional para el fútbol chileno. Se acabó 1981, pero comenzó otro año y otra hazaña…

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Así da gusto quedar hecho Trapo, Washington Olivera siempre superó la marca de Diogo en el Estadio Centenario

El uruguayo Siviero ante las manos del gigante Raúl

Retrato de un minero del carbón. Víctor Merello desde Lota hasta el Estadio Maracaná

El gran capitán Mario Soto junto a su esposa y su hija

Duelo de capitanes, Mario Soto saluda a Zico en la visita naranja en Rio de Janeiro

Jorge Luis Siviero y su padre. El último abrazo tras el fallecimiento del mentor del uruguayo después de perder la final ante flamengo en 1981


El volante de Peñarol Victor Hugo Diogo jamás pudo ante la zurda del Trapo Olivera

Oscar Wirth, el arquero que fue puntal en la defensa de Cobreloa en sus primeras Copas Libertadores

Cobreloa campeón del torneo chileno 1982

Jorge Luis Siviero se consagró como goleador del torneo chileno 1982 con 18 goles

Washington “Trapo” Olivera y sus hijas Alejandra y Beatriz en el Estadio Municipal de Calama


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10 Nombre: Rubén Darío Gómez C. Apodo: El Nene Nacimiento: 16 de abril de 1956, Ovalle - Chile Posición: volante El mayor de los hermanos Gómez fue el dueño del número 10 en Cobreloa entre 1978 y 1985. Se inició en Deportes Ovalle, pero fue en Calama donde brilló con luz propia gracias a una zurda temible y una técnica que la mayoría de sus compañeros hoy define como “un lujo”. El “Nene” vivió el éxito naranja siendo campeón en 1980, 82 y 85, además de jugar dos finales de la Libertadores con la llamada “naranja mecánica”. “Fue lo mejor de mi carrera el haber estado en ese equipo. Era tal el cariño que nos entregó la gente que no podíamos fallarles. Lo único que no logramos fue la Libertadores”, apunta. “Era el jugador más hábil y dotado futbolísticamente que tuve en un plantel”, afirma hoy Vicente Cantatore. Es que claro, su capacidad de habilitar a compañeros a un toque, su pegada de media distancia, sus cambios de ritmos, su visión de juego, eran cualidades que lo hicieron nombre fijo en el equipo del norte, características que suplieron su poca potencia física. Luego de su paso por “El gigante del norte”, Rubén Gómez jugó en Naval de Talcahuano, Rangers y Coquimbo y tras una fuerte lesión en la rodilla se retiró del fútbol profesional desde su natal Ovalle en 1990.

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Nombre: Eduardo Hernán Gómez Cortez Apodo: El mocho Nacimiento: 2 de junio de 1958 Ovalle, Chile. Posición: Defensa central Destacado como una de las grandes figuras del fútbol de los ochenta y proveniente de una numerosa familia ligada al fútbol. Eduardo Gómez llegó a Cobreloa recomendado por su hermano Rubén el “Nene” Gómez en 1979, luego de cumplir una campaña brillante en Deportes Ovalle. “Pasé los mejores momentos de mi vida en Calama, no sólo en la cancha, sino también fuera de ella. Allí se me enseñó que todo costaba llegar arriba y que había que ser disciplinado para triunfar en la vida. Crecí mucho al lado de grandes tipos, tanto como futbolista que como persona”. Es el análisis de un hombre que siempre tuvo un espejo llamado Mario Soto, de él supo sacar lo mejor y pulir su propio talento. Y pese al anhelo de jugar en su llegada, Eduardo se fue a préstamo para Arica durante su primera temporada en Cobreloa. Cuando volvió el técnico Vicente Cantatore lo hizo debutar de entrada y ese año fue titular fijo del campeonato de 1982.

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“Considerado como uno de los jugadores más brillantes que tuve en mi carrera, pudo haber jugado en España tranquilamente por años”, destaca Vicente Cantatore del “Mocho” Gómez. Tenía una presencia en cancha que se hacía notar en cualquier parte del mundo. Por arriba era ganador gracias a un cabezazo certero. Por abajo “era duro como una piedra”, comenta Siviero quien en las prácticas sufría con la marca del ovallino. Jugador hábil con las dos piernas, salía jugando siempre. Talentoso en el ataque sabía jugar por las orillas cuando lo ameritaba el ritmo del partido. Gómez se transformó en baluarte de la defensa naranja en las hazañas de la Libertadores de 1982. En 1990 marchó a la “U” y enseguida emigró a Deportes La Serena, para rematar en Ovalle, donde decidió retirarse a fines del 2003. También integró largamente a la Selección Chilena, pero se destacó en la “Roja” que disputó las eliminatorias para el Mundial de México ‘86 y fue subcampeón de la Copa América en Argentina 1987.


Nombre: Oscar Raúl Wirth Lafuente Apodo: Chino Nacimiento: 5 de noviembre de 1955, Santiago – Chile Posición: Arquero

Oscar comenzó su carrera futbolística en las divisiones de menores de Unión Española, donde a los 18 años arrancó en forma brillante gracias a sus reflejos y su estatura predilecta. Luego continuó en Universidad Católica, Colo Colo y llegó a Cobreloa en 1980 como una de las figuras importantes del medio nacional. Su excelencia bajos los tres palos lo llevaron a defender los colores de Everton y Universidad de Chile. En 1985 emigró a Europa jugando para clubes de Alemania, España, Colombia y Perú. Según los expertos, rápido en las salidas, alto en los balones aéreos, sólido en el mano a mano. Y lo más importante es que era extremadamente valiente para disputar balones de peligro de gol, siempre se jugaba la vida para mantener invicta su vaya a pesar de arriesgar su integridad física.

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Con los “Zorros del Desierto” se consagró como uno de los mejores arqueros en la historia del fútbol chileno, ya que obtuvo el campeonato nacional de 1980 y disputó las finales de Copa Libertadores de 1981 y 1982. Pero es la última, contra el Peñarol jugando como local en Santiago, el partido que más recuerda Wirth, ya que no logró detener el remate de Fernando Morena que finalmente dio el título a los aurinegros. Pero es cierto también que el portero jugó ese partido con una lesión en su pierna, dolencia que se sintió en aquella jugada fatal para los naranjas, “Fue el gol que más me dolió durante toda mi carrera”, asegura el “Chino”.

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Nombre: Armando Alarcón Rivera Apodo: Negro, Papa Frita Nacimiento: 19 de agosto de 1955 Taltal, Chile Posición: volante

Desde la II Región de Antofagasta, al norte de Chile, Armando Alarcón, minero de la división Fluidos, se inició en el fútbol profesional luego de quedar en la Selección amateur de la Mina de Chuquicamata, en la década de los ochenta. “Pasar del amateur a un equipo que surgía como entretención para los trabajadores de la mina, fue algo extraordinario”. Su primer gol como profesional, fue también el primer gol en la historia de Cobreloa y el primer triunfo del cuadro por 2-0 frente al Club Regional de Antofagasta. Alarcón fue titular indiscutido en los triunfos del 80, 82, 85 y 88; además de la Copa Chile del 86 y lo más importante, dos grandes finales en Copa Libertadores en 1981 y 1982. Armando Alarcón fue un jugador fuera de serie, un volante de contención adelantado a su época, con una capacidad física superdotada y un poder de quite fino en la marca como muy poco en la historia del fútbol chileno. Fiero, rudo, bravo, son tres palabras que el preparador físico de Vicente Cantatore enumera para describir al “Negro” Alarcón en esas campañas internacionales. Así lo describe el mismo Papa Frita, hoy de 56 años: “Fueron los mejores momentos que viví como futbolista, ya que jugar dos finales de una Libertadores no cualquiera lo cuenta. Sin duda ese Cobreloa de los ochenta ha sido uno de los mejores equipos de la historia de Chile”

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Nombre: Hugo del Carmen Tabilo Avilés Apodo: Toti, Relojito Nacimiento: 15 de septiembre de 1956 (58 años) Socos, Ovalle, Chile Posición: Defensa

Es uno de los jugadores más recordados por los hinchas de Cobreloa. “Luchador incansable por salir adelante y un eterno agradecido de la vida”, como él mismo se califica. Inició su carrera en Deportes Ovalle donde se destacó entre el 76 y el 78. Al año siguiente entró a la línea defensiva de Cobreloa, destacándose al punto de ser calificado como el “relojito” entre los dirigentes y compañeros “por la extrema perfección de sus jugadas”. Pero una anécdota atenta contra su perfección: En una práctica en Calama erró un pase y tal como lo relata el delantero izquierdo de la época, Washington el “Trapo” Olivera, “nos dijimos con Siviero, viste erró el pase El Tabilo es humano, también comete errores. Te juro que fue la primera vez que lo vi errar una jugada, el tipo era perfecto”. Tabilo era un jugador incansable, imparable e inagotable. Era uno de esos hombres que cumple su función a la perfección, sin errores, sin fallas. No había porcentaje de equivocación según sus compañeros. Se desempeñó como lateral derecho con mucha proyección y marca. En cifras, Hugo Tabilo registra 553 partidos disputados en Cobreloa entre los años 1979 y 1990. Logró cuatro Campeonatos Nacionales y una Copa Chile, además de las dos históricas finales de Copa Libertadores del club. Es el segundo jugador con más partidos disputados por Cobreloa, después de Héctor Puebla. En su posición de lateral derecho, el “Toti” anotó 23 goles con la naranja tanto de jugada en movimiento como de tiro libre.

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Nombre: Jorge Luis Siviero V. Apodo: León Nacimiento: 13 de mayo de 1952, Montevideo – Uruguay Posición: Delantero Desde los años 60 se tiene noticia del desempeño futbolístico de Jorge Luis Siviero en la división de inferiores de Racing Club de Montevideo. Como profesional actuó en Cerro y Rentistas también del Uruguay; allí pasó al fútbol internacional con Atlético Potosino y Coyotes Neza ambos de México, para luego volver al club Sudamérica de Montevideo donde alcanzó el título de goleador en 1980. Al año siguiente, Siviero es convocado en la Selección Uruguaya y paralelamente en 1981 llega a Cobreloa como reemplazante del artillero charrúa Nelson Pedetti. “Cuando llegué la gente aún recordaba a Pedetti, pero luego todo fue de maravilla y logramos armar un tremendo equipo que lo ganaba todo”. Clásico delantero centro como hoy ya no existen, se movía en toda la amplitud de la zona de ataque. Con una altura que bordeaba 1,88 metros, Siviero basaba su juego en los balones aéreos, además de proteger con éxitos los ataques en el área chica, cualidades que lo llevaron a convertirse en el máximo goleador extranjero del cuadro loíno por casi dos décadas, con 62 anotaciones. Pero el gol más importante lo anotó ante Olimpia del Paraguay en la Copa Libertadores 1982. Con ese tanto los dirigidos por Vicente Cantatore accedieron a la final del torneo por segundo año consecutivo. Con la Naranja de Calama, Siviero logró el título de goleador en 1982 con 18 dianas. De Cobreloa se marcha para Deportes Arica en 1985 pero regresa un año más tarde a Calama para despedirse de su etapa como jugador y darle la bienvenida a su faceta de entrenador en un registro actual de 11 equipos de Chile y dos de Venezuela.

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Nombre: Washington Olivera Castro Apodo: “Trapo” Nacimiento: 25 de junio de 1954, Montevideo – Uruguay. Posición: Puntero izquierdo

Las divisiones inferiores de Nacional de Montevideo en 1971 fueron la partida del camino futbolístico de Washington Olivera. Pero su futuro no estaría ahí, ya que debió emigrar ante la presencia de ídolos tricolores como Luis Artime o Luis Cubilla. Así el “Trapo” fue a préstamo a Montevideo Wanderers, en el que jugó la Copa Libertadores de 1975, dejando eliminado a Nacional. Y tras un año en el Puebla de México pasó al año siguiente a jugar por Peñarol durante 1979 donde se consagró campeón Uruguayo. El salto a la gloria no lo vivió en su tierra, fue en el territorio chileno. Primero con O’Higgins de Rancagua en la Copa Libertadores 1980. Y al año siguiente con Cobreloa en la Copa Libertadores se consagró como ídolo tras convertir dos goles históricos para el fútbol chileno. El primero fue el de la victoria de 2-1 ante Nacional en el Estadio Centenario y después tras potente tiro libre ser el artífice de la victoria ante Peñarol por 1-0, siendo ambas los primeros triunfos de un equipo chileno en Uruguay. Fue un puntero izquierdo de gran potencia, velocidad, y un tremendo remate desde fuera del área, siendo este su gran cualidad como jugador. Sirvió penales, tiros libres, remates desde 30 y 40 metros. De un temperamento digno de los mejores exponentes del fútbol oriental. Solidario con sus compañeros a la hora de defender, fuerte en la marca, fino y certero en la definición tanto de cabeza como de pie. El “Trapo” supo ocupar la banda con excelencia siendo además de definidor, un pasador de goles por ese sector del ataque. En Chile, Olivera fue campeón en 1982 con el cuadro naranja y al año siguiente, a pesar de no repetir el título, consiguió el premio de goleador del año con 29 dianas, siendo el jugador de Cobreloa que ha convertido más goles en un torneo anual.

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Nombre: Mario Soto Benavides Nacimiento: 10 de julio de 1950, Santiago – Chile Posición: Defensa Central

Nació en 1970 en las inferiores de Magallanes para ser figura desde sus inicios. Posteriormente en el 74 con Unión Española, club con el que logró el campeonato nacional de 1975, fue subcampeón de Copa Libertadores cayendo ante Independiente de Avellaneda. Por su protagonismo en la cancha, Mario Soto llegó al Palmeiras de Brasil en 1977 donde se consagró en el plano internacional. Sus buenas campañas y su experiencia lo llevaron como refuerzo al Cobreloa de Vicente Cantatore en 1978, quien lo solicitó expresamente para buscar el título continental. Llegó a Calama para ser el capitán, “por su coraje, su respeto y su temple”, según afirma Vicente Cantatore. Se desempeñó como central y líder de la defensa del equipo minero por ocho años. Rápido en el juego aéreo, fuerte en el mano a mano, bravo en la defensa del balón y por sobre todo simple a la hora de la entrega. Mario Soto fue capitán durante toda su carrera en el norte. Mario Soto logró el Campeonato Nacional en el 80, 82 y 85 y el subcampeonato de la Libertadores el 81 y el 82. “Nadie nos ganaba en Calama”, recuerda el zaguero central del imbatible Cobreloa de aquella época. Tras su retiro como futbolista en 1985, Soto se ha desempeñado como entrenador de Unión San Felipe en 2004, Santiago Wanders entre 2005 y 2006 y su querido Cobreloa en 2010.

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Nombre: Héctor Puebla Saavedra Apodo: Ligua, Siete Pulmones, Misil Minero Nacimiento: 10 de julio de 1955, La Ligua – Chile Posición: Puntero, Volante Ofensivo y Defensivo, Lateral y Defensa Central.

“Cobreloa, en el 92, completó 27 fechas invicto. Luchábamos por mantenerlo”. De este modo Héctor Puebla recuerda con acérrima pasión su paso por el equipo de Calama que defendió por 14 años cuando había firmado inicialmente por dos en 1980, habiéndose iniciado en el fútbol profesional con Lota Schwager desde el 77 hasta el 79.

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Su entrega en la cancha y el amor a la camiseta lo llevó a pasar de puntero a volante, lateral y defensa hasta llegar a ser el capitán de Cobreloa entre el 90 y el 96. Su último partido oficial lo jugó en diciembre de 1996 contra Universidad Católica en San Carlos de Apoquindo. Su despedida oficial fue realizada en el Estadio Municipal de Calama, en febrero de 1997, en un amistoso contra Antofagasta. Con 41 años se convirtió en uno de los jugadores de campo más longevos en mantenerse activos. Y como no recordar su paso por la selección de Chile, cuando en la Copa América del 89, frente a Argentina, tuvo la difícil misión de marcar al talentoso mediocampista de la selección trasandina, Diego Armando Maradona. En esa oportunidad anuló completamente al 10, siendo elogiado por la prensa deportiva y premiado por su actuación, el “Diego” le regaló su camiseta por su juego limpio y leal.

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1 Nombre: Víctor Alejandro Merello Escobar Apodo: Chueco, Bigotudo, Chanfle de América, Capataz Nacimiento: 21 de diciembre de 1952, Coronel – Chile. Posición: volante Victor Merello registra su formación futbolística en Lota Schwager, donde debutó en 1970 y donde logró el subcampeonato de la Copa Chile de 1975, tres años después llega a Cobreloa a petición del técnico Andrés Prieto, conformando el memorable plantel del 80 al 85. Es el jugador con más goles en campeonatos internacionales de la institución, con 15 goles. Sus contribuciones al club incluyen el récord continental de mayor número de partidos invictos de local, con un total de 91 partidos. Tras su exitosa carrera por la “Naranja Mecánica”, Víctor Merello se traslada al Club de Deportes Naval en el 90, año seguido juega por Deportivo Ñublense siendo su última etapa como destacado centrocampista. Pese a su retiro, Víctor Merello regresa a los clubes donde jugó pero esta vez como entranador: Cobreloa 2001 a 2002, Deportes Concepción 2003, Lota Schwager 2007 y Deportes Naval desde el 2010.

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GALERÍA SUR:

LUIS BECERRA CONSTANZO Llegó desde Lota Schwager traído por Vicente Cantatore. “Cuando conoció las instalaciones me dijo que aquí hay mucho por hacer, pero eso me da fuerzas”, comenta la esposa del popular “Menta”, utilero de mil batallas en Cobreloa. Es que fue cierto, en sus treinta y un años en el desierto “el menta jamás tuvo una mala cara, todo lo contrario, siempre tuvo un consejo sabio”, afirma el ídolo loíno Víctor Merello. Desde 1979, hasta 2011, los hitos más importantes del gigante del norte vividos por este hombre y un final para concluir donde él siempre quiso: la cancha del Municipal de Calama. Por Enzo Olivera - Enviado Especial a Calama “Aló, don Vicente ¿Cómo está? Habla con Enzo Olivera”. “Bien mijo, cuénteme”, me respondió Cantatore. “Me gustaría preguntarle por el Menta, sobre su historia, ¿Cómo llegó a Cobreloa?”. “Lo traje desde Lota Schwager en 1979 porque trabajé con él ahí, fue el mejor utilero que vi en toda mi carrera, lo invité a Calama y no se fue más”. “¿Qué opina sobre el hermoso homenaje que le hicieron en el Estadio Municipal?”. “¿Cuál homenaje? ¿Qué le pasó?”, preguntó consternado el argentino. “Vicente pensé que usted sabía, pero Menta falleció hace una semana. Lo siento mucho, el sábado le realizaron un sentido adiós. “¡No te puedo creer. No sabía! ¡Qué pena más grande por Dios!”. Fueron las palabras entrecortadas por sollozos de Vicente Cantatore

al enterarse en conversación con FANATICOS, de la muerte del Menta. No fue una buena noticia, pero la persona que trajo a Luis Becerra a Cobreloa no sabía de su muerte, nadie le dijo, seguramente para no golpear el corazón de 76 años del viejo Vicente. Porque entre ambos había una complicidad máxima, se llamaban, se contaban anécdotas, se recordaban historias por el teléfono, desde la casa de Cantatore en Viña del Mar hasta Calama y aquí las lágrimas y el recuerdo de quien lo llevó a Cobreloa: “Un tipo profesional cien por cien. Era el primero en los entrenamientos y el último en irse. Jamás una mala cara, todo lo contrario, siempre tuvo aportes importantes, desde la motivación en cada partido al borde de la línea de cal, la risa, hasta las lágrimas por la derrota y las palabras fuertes cuando había que darlas. Jamás lo voy a olvidar”.

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si se moría iba a ser dentro de este estadio y así fue”. Tras perder el conocimiento fue llevado a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital del Cobre en Calama y no hubo cómo devolverlo a la vida, El Menta ya había tomado su propio camino, hace dos años atrás: Cobreloa y el fútbol. “NUNCA QUISE JUGAR, SIEMPRE ME GUSTÓ ENSEÑAR”

SU ÚLTIMO DÍA, EN SU QUERIDO ESTADIO “El pasado jueves, cuando llegué el camarín lo veo sentado afirmándose la cabeza… el viejo no era así, nunca estaba parado, siempre hacía algo. Le dije viejo ¿Qué te pasa? y me respondió que le dolían las amigdalas, pero me preocupé porque sabíamos que tenía problemas con la presión. Me dijo que estaba bien. Y cuando nos fuimos a almorzar nos encontramos con la desagradable sorpresa de lo que le había sucedido”. Dijo Nicolás Péric, último jugador de Cobreloa que vio con vida a Luis Becerra en el sector de camarines del viejo y glorioso Estadio Municipal de Calama. Luis tuvo múltiples complicaciones en el sistema cardiovascular producto de problemas con el alza de la presión, que “lo tenían un tanto preocupado hace como dos años”, dice su hijo Alejandro, “pero por más que le insistimos en que no trabajara tanto, jamás pudimos con su pasión. Me dijo mi papá que

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Y fue el fútbol el que lo llevó a trabajar en Lota Schwager en 1975. Se fue a probar y “como no tenía dedos para el piano” le ofrecieron quedarse en el club de ayudante, retoma el Vicente Cantatore”, de una época en que en el propio profesionalismo del fútbol chileno existía un dejo de amateurismo y un romanticismo por la camiseta, conceptos que describieron hasta el último día a Luis. Afectuoso, amable, directo, sincero, consejero, atento, amigo, trabajador, respetuoso, faltan palabras para definir al Menta, estas son sólo las más repetidas dentro de sus amigos del fútbol, deporte que vio la vida de un hombre que en cada momento reconoció que en algún momento “le hubiera gustado dirigir, por qué no”, revela su esposa, pero que “se dio cuenta que el respeto se lo ganó no como utilero, sino como amigo”, comenta su hijo. Menta siempre tuvo ese tiempo de más para conversar con alguien que necesitaba una palabra. Un ejemplo que reafirma el Víctor Merello “cuando en 1981 estaba pasando por unos partidos en que no la podía meter al arco, anduve mal como ocho fechas seguidas y no había caso. Comencé a caer en una pequeña depresión deportiva. Recuerdo que el propio Menta fue a buscarme a la casa, después de entrenar. Hablamos como tres horas, el tema es que no estaba pasando por un buen momento con mi mujer y él me aconsejó conversar con ella. A los días solucionamos el tema y el fin de semana le marqué a la U acá en Calama. Jamás lo olvidaré”, confiesa

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Merello, quien ese año fue uno de los goleadores de Cobreloa en Copa Libertadores, anotando un tanto histórico ante Flamengo en el Estadio Nacional de Santiago, el 1-0 a favor y el paso a la finalísima en Montevideo. “Un tipo callado, bueno, observador, profesional, fue lejos el mejor utilero de Chile por años”, son los recuerdos de Washington Olivera, con quien compartió cuatro años gloriosos en Cobreloa junto a Menta. El “Trapo” recuerda los primeros viajes del equipo en Copa Libertadores del 81, cuando el equipo recién debutaba en el plano internacional. “Se preocupaba de todo, los zapatos, calcetines, vendas, hasta de los calzoncillos que usábamos bajo el short. Incluso de los trajes, corbata y zapatos que teníamos que vestir obligados por el profe Vicente cuando viajábamos al extranjero”. Trabajo que Luis Becerra aprendió solo, nunca tuvo a alguien que imitar. Se dio cuenta de las necesidades de los jugadores y por la comodidad de ellos, Luis Becerra trabajaba duro. Pero más que un utilero Menta era indispensable en la logística del equipo, “manejaba los horarios de los vuelos, las cábalas fijas de jugadores como el mismo Trapo, que usaba una cinta blanca en la muñeca derecha siempre, “Si no estaba esa cinta no jugaba, era mi cábala, el menta hasta un día tuve que salir a una farmacia como a 10 cuadras para traerme la bendita muñequera, se quería morir porque se le quedó en Calama. Pero cuando me fui a vestir, ahí estaba él y su sonrisa. Una gran pena su partida”, recuerda Olivera entre lágrimas. Su sentido del humor y su sencillez también enseñaron a jugadores que venían desde otros lugares, otras realidades y se enfrentaban con una ciudad desértica sin las opulencias y lujos de las capitales. “Lo vi corriendo en la cancha cuando me fui. Cuando iba a irme se estaba subiendo a la bicicleta, y estaba frío. ¿A dónde vas Menta? Ni te duchaste”, le dijo Pa-

tricio Galaz. “Me voy pa la casa po huevón y allá me ducho”, le contestó Menta. DE LA MANO DE CANTATORE Era un soleado día de septiembre cuando Vicente Cantatore, quien había ido a buscar a Lota a Víctor Merello, habló con Luis Becerra, quien era oriundo de Coronel. Ahí le dijo “Lucho, me voy a Cobreloa, vas conmigo”. Llevaban tres años trabajando juntos en Lota Schwager y no faltó una sola palabra más para que este joven utilero tomara lo que tenía puesto y se fuera directo a Calama con “un hombre que admiró hasta el día de su muerte. No había momento, debate o conversación de fútbol en la que Luis no sacara ejemplos de Cantatore, por eso lo siguió”. Es que claro, la misma pasividad y amabilidad tenían tanto Cantatore como Menta, quien fue aprendiendo cada enseñanza del entrenador argentino. “Si hasta el día de hoy se mandaban mensajes, recados, tallas, les encantaba hueviar al par de viejos”, palabras entre sollozos que agrega el otrora goleador uruguayo Jorge Luis Siviero, quien ve todos los días a Vicente, ambos se juntan a jugar dominó en un café viñamarino. EL ADIÓS AL MEJOR DE TODOS “Un día, conversando del futuro en casa, me dijo, muy serio, que le gustaría quedarse para siempre en la cancha del Municipal de Calama”, afirma con certeza Alejandro, el hijo mayor de Menta. Asegura que fue una charla dura, ya que su padre le reconoció que no quería partir del club, a pesar de las muchas ofertas había recibido de empresas y otros clubes para entregar su experiencia y dedicación. Así fue, su familia respetó la palabra de Luis Becerra en un homenaje de casi una hora, repleto con cerca de mil personas, hinchas, simpatizantes, jugadores y ex loínos, dirigentes y amigos de Menta, todos sobre el verde de la cancha que contrasta con un cielo celes-

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te y un alrededor opaco en la inmensidad plena del desierto más árido del mundo, uno que por ese instante fue el más vivo de todos. En medio de todo esto, tomó el micrófono un emocionado Boris González, en representación del plantel, “Menta jamás te olvidaremos, tus consejos, tu tranquilidad para afrontar la adversidad, porque sabías que íbamos a salir de esa. Jamás olvidaremos tu profesionalismo, tu compañía, tu amistad incondicional. Te agarramos mucho cariño viejo y por eso estamos todos acá despidiéndote. Te fuiste antes, por eso estás obligado a quedarte aquí con nosotros para siempre”. Quien también lamentó la muerte del oriundo de Coronel fue el ex técnico campeón con los naranjas, José Sulantay. “Es una lástima. Conviví con él dos temporadas y es de aquellas personas que quedan en el alma. Lo siento por su familia, por Cobreloa pues son muchos los años que estuvo ahí. Una pena enorme, pues se pierde un hombre espectacular de una vo-

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luntad de oro”, indicó desde Coquimbo el ex seleccionador nacional sub 20. “Mis sinceras condolencias a la familia de “Mentita” y también al club Cobreloa donde trabajamos y pasamos gratos momentos. Estamos muy consternados con su muerte. El fútbol chileno y Cobreloa pierde a un tremendo trabajador y mejor persona”, indicó en el ex seleccionador nacional y técnico minero. Aplausos, lágrimas, gritos como ¡Grande Menta! Se escucharon contrastados con el silencio de la ciudad y el minuto de silencio para un hombre que entregó su vida a este club, un hombre que a pesar de las dificultades, “siempre nos enrostró lo grande que era este club, su historia copera de los 80 y su mística”, comenta Luis Fuentes, el zaguero de tantas batallas con la naranja en el pecho, esa misma que despidió al Menta con el regalo de darle su nombre a la Galería Sur del estadio a Luis Becerra Constanzo, su casa, el Municipal de Calama, lugar que ahora está más vivo que nunca.

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HOY

ENTREVISTA: NELSON ACOSTA, ACTUAL ENTRENADOR DE COBRELOA

“ME DAN PENA LOS ACTUALES DIRIGENTES” Es importante hacer un alto en la historia y ver los frutos de una exitosa relación entre dirigencia, cuerpo técnico y jugadores. Para ello es relevante hacer un paralelo en lo que sucede hoy en el norte, en un club que ya no recibe apoyo de Codelco como en los ochen-

ta y que ha sentido los embates del fútbol actual, ese que vive de los dólares, los jugadores de renombre continental y de la gestión de las sociedades anónimas. Para analizar ello el actual estratega loíno saca la voz y golpea la mesa de los actuales dirigentes.

Pareciera que con los títulos del Apertura 2003 y Clausura 2004, los todo sería fácil en Calama, y sin embargo la palabra problema ha ido reemplazando partido a partido a la palabra triunfo. Los constantes líos que ha tenido el entrenador con los regentes del club loíno, entre los que destacan los “buses en mal estado, hoteles de mala calidad, cancha descuidada e incluso dirigentes han llegado con alcohol a reuniones del directorio, una vergüenza”. Por Enzo Olivera desde Calama

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Nelson Acosta vive solo, un departamento en el piso siete de un lujoso hotel contrasta con lo que se ve hacia el exterior, calles empolvadas, un sol que quema todo a su paso, una ciudad que a pesar de tener en Chuquicamata la mayor fuente de ingresos de Chile, no avanza en relación a otras como Antofagasta e Iquique con el creciente turismo. “En Calama te mueres de pena. Si no tienes la opción de salir de aquí a otros lugares te querés matar. Por ejemplo mi señora vino de Santiago y está de viaje en Machu Pichu”. El otrora figura de Peñarol en los setenta y actual entrenador de Cobreloa recibió a FANATICOS en su casa, acompañado de un mate, un dominó y un partido entre Nacional y Peñarol que por lo demás, “Estos Bolsilludos nos ganaron otra vez carajo”, así de relajado nos habla Nelson Acosta, estado que cambió repentinamente cuando le hablamos de Cobreloa hoy ¿Está contento en Cobreloa? No. Estoy cansado. ¿Cansado de qué? Cansado del poco profesionalismo. De la falta de compromiso de los dirigentes de este club. Llegué para trabajar en un equipo sólido como era en el que fui campeón tres años hermosos. Pero Cobreloa ha cambiado tanto, sólo con un par de personas. Malos hoteles, malos buses. Para entenderlo… ¿Existe un hecho puntual? No me gusta dar nombres. Pero fijate que un día, en una fecha de este torneo de Clausura jugábamos contra Everton en Viña del Mar y un dirigente reservó hotel en Rancagua. ¿Te das cuenta el poco profesionalismo? Por no decir otra cosa peor. Y tras del hecho, como no había otro hotel dije que hiciéramos el viaje así, pero cuando esperábamos el bus nos dimos cuenta que era un desastre, pero un desastre, si hasta los jugadores me reclamaron.

¿Y ha hablado con la dirigencia para manifestar su molestia? Muchas veces, pero no llegamos a ninguna parte. Imagínate que un día un dirigente llegó con olor a alcohol a una reunión de directorio. Con eso te digo todo. No voy a dar nombres, pero ese es el ambiente que hay en Cobreloa, es una vergüenza, me dan pena los dirigentes de Cobreloa. Y no tengo problema en decirlo, se lo he dicho en su cara para revertir esto, pero no hay cambios. ¿Y aún así quiere seguir al mando del equipo? Yo asumí un compromiso con los jugadores cuando llegué, y ese fue que vamos a ir en la lucha por el título, hasta ahora no hemos decaído salvo el comienzo que fue muy difícil y no le encontrábamos la vuelta al juego, pero hoy nos afirmamos.

Le molesta eso… Me molesta mucho porque se pasa a llevar a los jugadores y al cuerpo técnico, pareciera que lo hacen a propósito. Yo me vine porque me pidieron por favor que llegara para salvar a un equipo que no tenía norte. Y mira donde estamos ahora, clasificamos segundos en la fase regular y tenemos claras opciones del título.

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avisan que mi madre falleció en Paso los Toros, al interior del Uruguay. Fue tremendo, me avisaron casi tres días después que falleció, fue al final de la gira y no la pude despedir, llegué seis días después del funeral. Es un dolor que llevo en mi corazón toda mi vida.

Le preguntaba si no ha pensado en irse del equipo… Yo tengo un sueño que es dirigir a Peñarol en Uruguay, es una deuda conmigo mismo. Los dirigentes lo saben, y pese a ello no han mejorado las condiciones de nuestro trabajo. Imagínate que hace unos días, el canchero, un tipo que ni siquiera conozco entró al entrenamiento y se llevó a dos jugadores sin pedirme permiso ni nada. Dijo que los llevaba al registro civil a sacar sus papeles, claro, eran extranjeros. Pero hay un respeto mínimo. Se me pasó a llevar así nomás. Un desastre. ¿Si hoy lo llamaran de Peñarol y le ofrecen dirigir se va hoy mismo? A Peñarol lo dirijo gratis, el tema es que no me lo han dado. Creo que tengo los méritos suficientes para ser el entrenador de un equipo que defendí durante cinco años, desde 1972 hasta 1976, y fui cuatro veces campeón. Han sido injustos conmigo y eso me duele mucho. Pero ya fue… Se emociona al hablar de Peñarol… Si, fue una etapa muy linda en mi vida, me acuerdo de mi madre… ¿Hay alguna anécdota que lo haga recordar a su madre? La verdad es que si. Mientras yo jugaba en una gira que hicimos por Europa, donde nos dirigió el gran Roque Gastón Máspoli, me

Volvamos a Cobreloa, a esa misma pasión que aún lo mantiene con ganas de dirigir ¿O no es así? Todavía me siento en una banca, entro a un estadio, doy una charla, entreno, dirijo, con la misma pasión que me vio nacer como futbolista y entrenador. El día que deje de sentir esa adrenalina que siento desde el primer día, ahí me voy para la casa, tengo diez nietos que acompañar y disfrutar. ¿Qué lo une a Cobreloa hoy a pesar de los problemas que usted menciona con dirigentes? Me une la hinchada, el estadio, la gente en la calle, los tres títulos hermosos que logramos aquí. Es difícil vivir en Calama, para qué te voy a mentir, es una tierra complicada y brava, como dice el letrero de bienvenida a la ciudad en la carretera “Bienvenido a Calama, tierra de sol y cobre”. ¿Y el día que se acabe esa relación? Todo tiene su fin. Aunque mi respeto, admiración y sentimiento hacia la gente de Calama, hacia el minero serán eternos, he vivido años espectaculares en esta tierra. Imagínate que lo último que hizo una minera que auspicia a Cobreloa, la Minera Gaby, me invitó a una de las secciones de Chuquicamata hace unas semanas para ir a dar charlas motivacionales a los mineros de las diferentes secciones, fue una tremenda experiencia. Me imagino lo difícil que es estar ahí laburando, eso sí que es ganarse la vida, la plata, un trabajo muy honrado y bueno. Por ellos me exijo al máximo con los jugadores, Cobreloa nació para darles a ellos una alegría y el día que ellos no me quieran acá, agarró mis pilchas y me mando a cambiar.

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LA REVANCHA Quedó dolido tras perder la Copa Libertadores ante Flamengo en un tercer partido. Cobreloa inició este año con dudas, principalmente en sus jugadores. Se fueron Juan “Roly” Núñez, Juan Páez y Eduardo Jiménez. Se mantuvo a los uruguayos Siviero y Olivera y el gigante del norte se reforzó con el lateral Sergio Martínez de Linares. Además llegó a Calama la joya del momento gracias a un día de trabajo que cedieron los trabajadores de Codelco para comprar el pase del jugador del momento: el wanderino Juan Carlos Letelier. También se sumó a una joven promesa de Rangers de Talca llamado Hugo Eduardo Rubio.

“Vicente Cantatore tenía un capricho que no lo dejaba ni dormir y ese era la Copa Libertadores porque él mismo me lo dijo”, relata con Luis Saavedra, el preparador físico de Cobreloa durante los años del entrenador rosarino en Calama. Con esa afirmación se entiende el afán del estratega argentino en armar un equipo que ese año compartió el Grupo 4 con Colo Colo, Liga Deportiva Universitaria de Quito y Barcelona de Guayaquil.

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En el debut copero de 1982 el remozado equipo de Cantatore se enfrentó a Colo Colo en el Estadio Nacional. “Leonel Herrera me marcó todo el partido y me siguió cundo intenté desplazarme hacia atrás y los costados”, decía Juan Carlos Letelier en su primer partido internacional y un 0-0 muy poco atractivo. Poco a poco se conformaba una rivalidad entre albos y naranjas que ya venía prendida a fuego desde el año anterior y el título logrado por el equipo de Santiago.

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EN ECUADOR COBRLEOA ESTUVO A SU ALTURA Los 2.600 metros de altura en los que está situada la ciudad de Calama hacen que sus jugadores vivan, jueguen y se desarrollen en un clima y ambiente propicio para aguantar lugares con más presión que este”, reconoce Armando Alarcón, minero de la división de fluidos de Chuquicamata y uno de los fijos en los planteles de Vicente Cantatore. Según el volante de quite así fue en Guayaquil y Quito, en la primera ciudad al borde del río Guayas, el equipo chileno tuvo su primer cara a cara fuera de casa por la Libertadores 1982.

Barcelona de Guayaquil era el rival de Cobreloa en esta etapa el 18 de agosto, “un equipo sin grandes figuras pero que sabía aprovechar la altura y la humedad de su cancha”, comenta Cantatore. En este partido fue pieza relevante el puntero Juan Carlos Letelier, quien marcó el 1-0 tras un globo brillante en el minuto 18. Sin duda el ex ariete de Santiago Wanderers y Audax Italiano “era un fenómeno, un goleador nato con el arco en la mente, un tipo que era capaz de romper todos los esquemas y abrir todas las defensas por más cerradas que sean”, recalca el zaguero Eduardo Gómez en relación al aporte del puntero. Pero la igualdad del elenco local llegó en el minuto 78 tras un penal “que el portero Óscar Wirth casi detuvo. Fue un gol evitable para un equipo nacional que se conformó con la cuenta mínima y eso le pasó la cuenta”, narran las crónicas periodísticas de aquel año. Cuatro días más tarde Cobreloa cambió la humedad de Guayaquil por la temida altura de Quito, ciudad emplazada a 2.800 metros sobre el nivel del mar. “Ahí no nos costó el tema de la altura que tanto se hablaba en las horas previas en la prensa, de hecho nos sentimos ambientados, fuimos a la terraza del hotel, nos sacamos fotos, nos sentimos como en casa”, cuenta riéndose el mismo Juan Carlos Letelier, quien a pesar de no haber jugado en la Copa el año anterior, ni siquiera sintió el efecto de la altura. Liga Deportiva Universitaria fue el equipo que se paró ante los chilenos en un duelo muy cerrado, muy analizado por ambas escuadras y de poco riesgo asumido desde las bancas, el 0-0 es el ejemplo de ello. Cobreloa así cerró su negocio, consiguió tres empates en tres partidos de visita y al igual que en el año anterior: ahora todo se finiquita en su casa, en Calama.

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CALAMA INEXPUGNABLE Desde que Cobreloa debutó en Copa Libertadores en 1981, jamás perdió un solo partido. Una marca muy valiosa para un equipo “que apostó a robar unidades de visita y nunca regalar puntos, pero en casa siempre fue a ganar y así se hizo fuerte”, como lo dice el periodista deportivo Edgardo Marín al analizar la apuesta de este equipo de forastero y de de dueño de casa. “Barcelona de Guayaquil ni siquiera sabía dónde estaba Calama”, cuenta entre risas Hugo Tabilo cuando recuerda el partido ante los ecuatorianos en el Estadio Municipal ese 7 de septiembre, día en que Cobreloa debutaba como local en su segundo periplo continental. Y a pesar de que el equipo extranjero viajó a Chile con la esperanza de obtener al menos un punto, el cuadro que había sido revelación de la versión pasada de la copa se impuso por 3-0 con goles de Washington Olivera de volea, Juan Carlos Letelier de cabeza y Armando Alarcón en el área chica. Pero Cobreloa no se quedó tranquilo con derrotar a los del Guayas y fue más alto, recibió la penúltima fecha del Grupo 4 el 10 de septiembre ante Liga Deportiva Universitaria de Quito. Y a pesar de sufrir más en la zaga que en el duelo anterior, finalmente se quedó con la victoria por 3-1 con dos goles de Juan Carlos Letelier y el tercero de Víctor Merello tras preciso lanzamiento libre. Así llegó Cobreloa con 7 puntos a retar a Colo

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Colo que con 8 era el líder. En Calama se definía todo. “En una final espectacular y apelando a todos sus recursos futbolísticos, el cuadro nortino dejó en el camino a un empecinado Colo Colo, para grabar por segundo año consecutivo una consigna que hay que gritar más fuerte que nunca: Y OTRA VEZ COBRELOA ES CHILE”. Esa fue la síntesis de la victoria de la naranja sobre la alba en la Revista Deporte Total. Un triunfo por 2-0 ante un equipo santiaguino que trajo figuras de la talla de Elías Figueroa, Roberto “Cóndor” Rojas, Leonel Herrera y Lizardo Garrido, pero que sucumbió ante la viveza de Juan Carlos Letelier en la apertura y el grito de júbilo de las 10.809 hinchas que llegaron al estadio esa tarde. Finalmente fue Víctor Merello quien aumentó y cerró un partido imposible para el cacique pues se enfrentó a un equipo que en sus dos primeras participaciones clasificó a semifinales en forma invicta. Ahora en el camino estaba Olimpia del Paraguay y Deportes Tolima de Colombia. La historia esperaba por Cobreloa…

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OLIMPIA Y EL GOL DE SIVIERO El 5 de noviembre Cobreloa viajó a Asunción, “fuimos a ver qué tenía el experimentado equipo de Olimpia de Luis Cubillas”, recuerda el entonces preparador físico Luis Saavedra, sobre el plantel del mítico uruguayo Luis Cubilla, quien era el entrenador de Peñarol cuando fue eliminado en Calama por 4-2 el año anterior. Pero Cobreloa estaba para cosas grandes, no para rencillas, y se trajo un valioso empate 1-1 con un gol de penal marcado por el “Chueco” Merello. En el comienzo de las semifinales de 1982, un 17 de octubre, Cobreloa enfrentó a Deportes Tolima en el Estadio El Campín de Bogotá, ahí el equipo loíno perdió por primera vez en una copa en una fase que no fuera la final. Un error en la defensa entre los centrales Mario Soto y Eduardo Gómez lo aprovechó el argentino-colombiano Víctor Hugo Del Río que en el minuto 87 produjo una verdadera fiesta para los 55 mil aficionados cafeteros. Nueve días después del peor resultado para Cobreloa se enfrentó la revancha ante los colombianos en el Estadio Nacional. “Resarciéndose de sus errores en el país caribeño los dirigidos por Vicente Cantatore golearon por 3-0 en un estadio que a pesar de estar lejos del desierto de Calama, fue naranja total”, cuenta con certeza el periodista deportivo Aldo Schiappacasse. Las cifras fueron obra de Jorge Luis Siviero, Washington Olivera y Víctor Merello.

Sólo hubo una semana de trabajo para el equipo del norte y debía recibir a los guaraníes en Ñuñoa. 30 mil personas en el Nacional, Cobreloa tenía la chance de alcanzar su segunda final consecutiva y ser el cuarto equipo chileno en lograr una final libertadora. “Pero el partido fue cerrado, de pocas llegadas y mucho nerviosismo. Y aquí es donde quiero detenerme para referirme a un equipo de hombres que ha demostrado que el fútbol no es sólo para jugarlo, sino para sentirlo y vivirlo. Porque cuando falta el aliento, se pone el corazón, el amor propio…” resumía el narrador Gerardo Ayala en ese momento para explicar el ambiente de lo que se vivía. Hasta ahí sólo un gol separaba a Cobreloa de la final hasta el minuto 88, cuando se hizo historia de nuevo. Jorge Luis Siviero recibió un pase magnífico de Hugo Rubio y empalma de derecha al arco. Estalla la fiesta, gol y final para los calameños y para Chile. ¿El rival?... Peñarol.

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ENTREVISTA: JORGE LUIS SIVIERO, EX DELANTERO DE COBRELOA

“A VECES SUEÑO QUE GANAMOS LA COPA” Cuando lo llamamos para esta nota se quebró ante la noticia de que queríamos hablar de Cobreloa, de la Copa Libertadores, de sus goles, del equipo, de la gloria y la pena de lo haber levantado un trofeo merecido según muchos. Pero de igual forma su pasión futbolera pudo más. Este uruguayo de 59 años, radicado en Viña del Mar, recibió a FANATICOS en su departamento del séptimo piso con vista al mar, un paisaje muy diferente en el que lo sumergimos por este túnel de la nostalgia, un viaje entre el desierto de Calama, Montevideo, y el Estadio Nacional de Santiago… Por Enzo Olivera – Enviado especial a Viña del Mar Copa Libertadores de América. Semifinal. 1982. Estadio Nacional. 0-0. Olimpia del Paraguay. Cobreloa no jugaba bien y no lograba llegar al arco guaraní. Cantatore había conformado una delantera con tres en punta: Hugo Rubio por la derecha, Washington Olivera por la izquierda y Jorge Luis Siviero en el medio, sólo, esperando cazar un error de la defensa liderada por el inequívoco Rogelio Delgado. Pero en el minuto 43 Rubén Gómez envió un toque profundo para Rubio por la derecha, este sacó desde la línea de fondo un pase de primera recto al primer palo y el “León” como le apodaron el Calama, sacó un empalme de derecha perfecto. “Fue el gol más importante de mi vida”, dice hoy el uruguayo quien con ese tanto dejó a los loínos en su segunda final continental.

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¿Cómo recuerda ese gol? Fue una pelota que quitó Mario Soto desde muy atrás. Nosotros arriba estábamos muy adelantados porque necesitábamos ganar ese partido como sea. Mario la tocó en un cambio de frente para Sergio Martínez que estaba jugando de lateral reemplazando a Hugo Tabilo que estaba lesionado del abductor ese día por el esfuerzo de toda la temporada. Sergio controló impecable y adelantó rápido para el “Nene”, Rubén Gómez, un tipo bárbaro y quizás el mejor volante de ataque que he compartido y he visto, con una zurda privilegiada. Rubén toca profundo para el Hugo Rubio por la derecha, este espera llegar a línea de fondo y me saca un pase rápido al primer palo. Esa jugada la hicimos mil veces con Cantatore en los entrenamientos. Era Rubio por la derecha y el Trapo Olivera por la izquierda, para aprovechar que yo tenía buen perfil en ambas piernas. Y bueno, yo venía muy marcado por Rogelio Delgado, el paraguayo barbudo ese muy fuerte, por ello sólo tenía tiempo para tocarla de primera, y ahí justo le gané la posición. Fue un gol rápido, que lo grité con toda el alma, fue el gol más importante en mi vida. El grito me salió del alma, fue una máxima expresión, tremendo… Te emocionas al recordarlo… ¡Uff!... Para mí la camiseta de Cobreloa significa lo mejor de mi vida. Imagínate que fui campeón con la Selección Uruguaya en la Copa de Oro de 1980, un mundialito con todos los campeones mundiales, un lujo. Pero sabés, Cobreloa fue diferente, es romanticismo puro, es esfuerzo, es ir contra la adversidad y eso hace que cada triunfo sea más valioso. Por eso que se me caen las lágrimas al recordar esa época… Y ese gol, con ese tanto clasificamos a la final de la Copa contra Peñarol, nuestra segunda final consecutiva, ¡Qué te parece! Y a pesar de un equipo que derrotó gigantes, volvieron a caer ¿Dónde encuentras el porqué? Y bueno, la Copa Libertadores tiene sus cositas, todo se maneja desde arriba y lo sentimos con el arbitraje, principalmente con Peñarol

en el Estadio Centenario. Hubo jugadas mal manejadas por el árbitro brasileño Assis de Aragao, fue un desastre esa noche, hubo muchos golpes de parte de los dirigidos por Don Hugo Bagnulo que el juez pasó inadvertido. Además de que a mí no me gusta hablar de la suerte, pero en esas instancias debo reconocer que la suerte influyó mucho, me refiero a la final contra Peñarol en el Estadio Nacional. Tuvimos todo para ganarla pero tuvimos desaplicaciones defensivas que nos costaron caro y ya, se nos fue la copa, qué va a ser… ¿Quedó esa espinita clavada o pasó al olvido? No, estás loco. Hasta el día de hoy sufro por no haber ganado esa copa. Es demasiada la diferencia entre decir fuimos dos veces vice campeones de América a decir ganamos la Copa dos veces. Podrás creer que a veces tenía sueños con la copa, que la ganábamos, que locura. ¿Cómo son esos sueños? No que hacíamos más goles que Peñarol, o que Fernando Morena erraba el tanto de Peñarol, eso no aparece en el sueño. Sino que simplemente me veo junto al equipo levantando esa copa que tanto anhelamos. Es que fue demasiada la impotencia, jugamos mejor que ellos, llegamos mejor parados que ellos a ese partido en el Nacional. Y repito, fueron errores puntuales. Quizás la marca debió ser más fuerte con Morena. ¿Pero de quien? No me gusta dar nombres, pero Carlos “Chifli” Rojas estaba en ese lugar, quizás él debió marcar más fuerte a Morena y no dejarlo recibir tan solo como lo hizo, casi a placer. Aunque le pegó medio incómodo, pero estaba casi solo. Interpreto que Rojas fue el responsable del gol… Yo creo que sí, quizás debió marcar mejor esa jugada, porque Mario Soto estaba en la primera línea con el brasileño Jair. Pero no

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vamos a reparar nada culpando a alguien hoy, ya pasó. No quiero referirme más a ello, lo que dije es lo que pienso, pero ya fue. Te molesta recordar esa jugada… Y qué te parece, si con esa jugada se me fue la ilusión de ser campeón de América, claro que me da bronca recordarla, me da pena… pero ya aprendí a convivir con ello. Me molesta también que no se recuerde a ese equipo con la gloria con que se debe recordar, hay tan poca gloria en Chile, y nadie habla nada, todo es moda, nadie te reconoce nada aquí. No hay libros de historia del fútbol chileno, de sus jugadores, por eso te di la nota, porque creo que es importante recordar lo bueno que se hizo antes, para aprender y mirar hacia adelante. ¿Es cierto que los dirigentes fueron a buscar a Uruguay a Waldemar Victorino y llegaste tu? Si, es verdad, y es más meritorio aún. Fíjate que Sergio Stoppel, presidente de Cobreloa fue en el verano de 1981 a Montevideo en búsqueda de un goleador, querían a Victorino que brillaba en Nacional, venía de ser campeón de América y del Mundo con Nacional. Pero era muy caro el costo de traerlo. Finalmente, recomendado por Luis Garisto, Stoppel me fue a buscar al club Sudamérica, en el cual en 1980 yo me había anotado como goleador del Campeonato Uruguayo y llegué a un gran equipo de Cobreloa. Hablemos de ese equipo, más allá de lo futbolístico ¿Era muy unido ese plantel? Imagínate que antes de lo que estamos hablando, en 1981, justo después de la final que perdimos la Copa Libertadores ante Flamengo en Montevideo, Don Sergio Stoppel entró a mi cuarto y me dijo “Jorge, tienes que ir urgente a tu casa, tu padre ha muerto”. El Trapo se portó muy bien esa vez, nos unimos en un abrazo y lloramos juntos. Y no sólo él, todo el plantel se también, fue un momento duro, el más duro de mi vida, imagínate, perdí a mi padre y la Libertadores… Tremendo…

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Toda esa fortaleza también se plasmaba en la cancha por ese equipo… Claro, era un equipo muy maduro, con grandes jugadores de fútbol, grandes personas, comprometidas y profesionales a morir. La mayoría estaba en el pick de su carrera. Partiendo por Wirth en el arco. Mario Soto, Eduardo Gómez, Eduardo Jiménez, Hugo Tabilo, Enzo Escobar, Hector Puebla, Armando Alarcón, Víctor Merello, el Trapo Olivera, y yo, la columna vertebral de casi todos los partidos, hombres maduros, como personas y futbolísticamente e una edad que bordeaba los 26 años. ¿Pero en ese equipo sobresalían las individualidades o el colectivo? El equipo por sobre todo. Podía salir cualquiera en esa oncena y entraba uno que lo suplía de gran forma incluso mejor. Imagínate que los partidos que teníamos con los reservas en Calama en los entrenamientos eran mucho más difíciles que los que jugábamos domingo a domingo, ¿Me entendés? Una locura, nos matábamos por jugar de titulares, salía Letelier y entraba Rubio. Y sobre lo que me decías, cuando el equipo no andaba, ahí surgían las individualidades que eran letales. Dentro de esas individualidades Jorge… ¿Cómo se describe? Bueno me complicas ahí, no soy bueno para hablar de mí, pero haber, yo era un nueve clásico, de esos que quizás hoy no existen. Iba como delantero centro de punta punta. Era muy bueno en el juego aéreo, debido a mi buena altura tenía facilidad para conectar de cabeza y la mayoría de los goles que convertí los hice de esa forma. Aproveché muy bien el juego de mis compañeros por las orillas, porque casi siempre Don Vicente ocupaba tres arriba, yo de punta en el medio y por las orillas jugaba el Trapo Olivera, Héctor Puebla que eran zurdos, o por la derecha era muy bravo Hugo Rubio, gracias a ellos fui goleador en 1981 con 18 tantos, es lo que le entregué a este equipo, más que goles, pasión.

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LA ESPERANZA

CENTENARIA Aparece Peñarol nuevamente en el camino de Cobreloa al título del campeón de América, esta vez no en las semifinales, tampoco de visita en Calama, sino en la final y en el Estadio nacional y el Centenario. La fecha fue el 26 de noviembre en Montevideo, en un ambiente en el que los loínos ya palparon el año pasado y en una cancha que ya conocían con muy buenas actuaciones. “El equipo dirigido por el uruguayo Hugo Bagnulo no dudó ante el equipo naranja y comenzó atacando desde el pitazo inicial”, recuerda el comentarista deportivo Sergio Livingstone, quien estuvo en la transmisión del encuentro relatando cada jugada para Televisión Nacional de Chile. Eso lo aprovechó el equipo de Cantatore para ocupar espacios dejados por la defensa del carbonero y se generó chances claras de poder marcar un gol que sería valioso para cerrar en Santiago. Pero finalmente ninguno se hizo daño y negociaron futbolísticamente un empate 0-0 del que el propio capitán Mario Soto analizó con felicidad antes de ir a camarines: “Este partido lo sacamos delante de puro hombres que somos. En Chile vamos a imponer nuestro juego”, palabras que iban a tener su confirmación ante un Estadio Nacional lleno.

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PEÑAROL, LA FINAL Y NADA Fiesta minera ante 70.400 personas en el “Coloso de Ñuñoa”. El fútbol chileno volvió a vestirse de gala para recibir la final de la Copa Libertadores en los pastos santiaguinos, ahora ante los uruguayos de Peñarol. Como todos los encuentros de los nortinos en etapas decisivas, el partido fue extremadamente cerrado, con pocas ocasiones, de mucho respeto al arco contrario. “Cobreloa esperó mucho, debió atacar antes. Estaba mejor físicamente y había logrado una igualdad importante en Montevideo, pero se mostró nervioso e impreciso”, recuerda hoy el periodista Igor Ochoa hoy al analizar las causas del poco despliegue de los chilenos. Y cuando ambos equipos ya cerraban un duelo para definir en un tercer partido en

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Uruguay, vino lo que todos temían. Un desborde por la derecha de Venancio Ramos y el gol más triste, doloroso, al corazón de cobre del hincha de Cobreloa, ese corazón duro y grueso, un gol que caló hondo y acabó con la ilusión de la copa. “Fernando Morena recibió de Ramos y empalmó de zurda ante la salida de Óscar Wirth, quien no logró contener un remate casi pifiado”, recuerda el propio Vicente Cantatore, un toque que bastó para clavar una estaca a todo el país futbolero de Chile. Y si Zico había sido el verdugo en 1981, este año Fernando Morena se llevó consigo la bronca de los nortinos, y el título que volvió a mirar de reojo, pero que no se pudo conquistar.

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ENTREVISTA: FERNANDO MORENA, EX DELANTERO DE PEÑAROL

“SÉ QUE PARA LA GENTE DE COBRELOA SOY SU PEOR VERDUGO” De los 668 goles que “El Potrillo”, “El Nando” ó simplemente “Morena”, convirtió en toda su carrera, el que hizo esa noche de un 30 de noviembre de 1982 en el Estadio Nacional fue “el más emocionante de mi carrera”, según él mismo revela en esta entrevista a FANATICOS. Pero para los chilenos, especialmente para la gente del norte, fue el gol más doloroso en sus 34 años de vida. Hoy Morena está lejos del fútbol, de hecho es un hombre de negocios que administra bencineras en el sector más acomodado de Montevideo, específicamente Carrasco, un balneario muy importante al este de la capital uruguaya. Pero siempre hay un espacio para el recuerdo y para la gloria que el mismo llama “gol y título”, para Cobreloa fue gol y olvido.

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¿Cómo recuerda ese gol? Lo recuerdo como el gol más trascendente de mi carrera, y eso que marqué varios. Te lo resumo así: fue gol y título, nada más. Lo grité con el alma, con toda la emoción de estar con todo el estadio en contra, sólo se escuchó el grito de nosotros y un estadio en silencio. Fue muy emotivo porque todo indicaba que nos íbamos a un tercer partido en Buenos Aires. Lo indicaba el transcurso de un partido apretado, de poco ataque, de resguardo, de mucho roce. Nosotros sabíamos que Cobreloa era un equipo muy fuerte, que te daba muy pocas opciones de gol, por ello a lo poco mucho… Me refiero que en las pocas chances había que marcar la diferencia. Y gracias a dios apareció la opción de convertir y no fallé. Pude concretar ese gol. Fue una jugada de muy pocos toques… Claro, casi cuatro toques desde el arquero hasta el gol. Venancio Ramos y yo estábamos en el campo contrario, él recibe una pelota desde el centro de parte de Mario Saralegui, en ese momento se me pasó por la cabeza ir

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hacia donde estaba él en la diagonal pro preferí seguir derecho hacia el arco, por instinto nada más. La jugada fue rara porque no me esperaba ese centro tan repentino, yo pensé que se iba para la línea de fondo y ahí iba a sacar centro atrás. Pero la pelota me llega, logro controlar la pelota con mi zurda, pero no logro controlar mi cuerpo, porque venía lanzado de lleno en carrera al arco. Ahora veo la jugada y siento que tuve mucha suerte ya que la pelota me quedó ahí servida y la toqué casi con la canilla, fue increíble… Por eso el arquero no entendió cómo le pegué, si le llego a pegar bien, de lleno, estoy seguro que Óscar Wirth me la saca y otra habría sido la historia. Hay gente que dice que Cobreloa mereció ganar, no Peñarol ¿Qué opina? La verdad es que Cobreloa empató en Uruguay en el Estadio Centenario, por eso ellos llegaban con una chance mayor que la de nosotros a esta final en Santiago, llegaban más confiados, más crecidos, pero hay que jugar los partidos no por la frase “merecimos ganar”, de esa frase no se acuerda nadie.

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Pero ese Cobreloa sólo perdió un partido y 14 goles a favor, mejores cifras que Peñarol… Creo que los dos partidos eran para un 0-0, eso en torno al frente a frente, reconozco que Cobreloa venía mejor armado que nosotros y que estaba haciendo las cosas bien desde el año pasado, no cualquier equipo llega dos veces consecutivas a dos finales de Copa Libertadores, es un mérito tremendo para un club recién formado, y de provincia, con todo lo difícil que es jugar copas internacionales para esos clubes que no son capitalinos. Pero si analizamos a ambos equipos, yo lo que te puedo decir de Peñarol es que hicimos una gran Copa Libertadores. Dejamos atrás a Sao Paulo, Gremio, River Plate y Flamengo, grandes cuadros del continente. Mirá, A River Plate con todas sus figuras le ganamos en Montevideo 2-1 y en Buenos Aires creo que dimos el gran paso al título y les hicimos un 4-2 tremendo en Núñez con Américo Gallego a la cabeza, seguido por Tarantini, Pato Fillol, Alzamendi y Merlo. A Flamengo lo derrotamos en Maracaná con Zico y Junior incluidos por 1-0 y en el Centenario cerramos esas semifinales con un reñido 1-0 a favor. ¿Qué te parece?

Cobreloa dejó atrás a Olimpia, Liga de Quito y Colo-Colo… ¿A qué atribuye el juego naranja? El mérito de Cobreloa se lo atribuyo a su entrenador, de los mejores que vi en mi carrera, a Don Vicente Cantatore, un tremendo estratega, gran conductor, bueno, a pesar de no lograr la copa con Cobreloa, los éxitos de su juego en equipo le valieron dirigir en España muchos años. Un gran tipo, recuerdo que tras el partido fue a saludarnos al camarín de Peñarol, los mejores recuerdos de él. ¿Usted sabe que en Chile no es muy grato su nombre? Me refiero por el gol a Cobreloa… Yo no sabía que en Chile se recuerda tanto ese gol que marqué en esa final. Me di cuenta cuando dirigí a Colo-Colo que en un partido que fui a enfrentar a Cobreloa en la ciudad de Calama me pifiaron todo el partido, fue tremendo. pero que va a ser, si les quité una Copa Libertadores con ese gol, sé que para la gente de Cobreloa soy su peor verdugo.

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LOS AÑOS DE GLORIA PUEDEN VOLVER Por Carlos Gómez B. – Autor del libro: Cobreloa, “Un Impacto en el Desierto” “Cobreloa ya no es el mismo”, comentan todos los hinchas chilenos a los fanáticos zorros. Y claro, volver a ese mágico elenco es algo difícil, que incluso en el fútbol nacional irrumpen cada 25 ó 30 años. Siempre está la ilusión de ser aún más grandes, pero la actual diferencia puede tener varias explicaciones. La irrupción de las Sociedades Anónimas en el fútbol no fue bien tomada por los dirigentes de Cobreloa. Quizás por la mala costumbre de depender de Codelco (hoy en forma administrativa más que la económica de los 80’s) es que el club del norte no se ha adaptado muy bien al nuevo formato del fútbol. Actualmente es una sociedad anónima cerrada y para muchos es más conveniente una sociedad anónima abierta para adquirir acciones y dejar, por ejemplo, un 49 % para alguna minera que tenga interés en invertir en uno de los cuatro clubes más grandes del fútbol chileno. Incluso hace rato hay rumores de las ganas de invertir de consorcios mineros extranjeros…pero ahí se atasca todo, algunos piensan que aún es conveniente depender administrativamente en Codelco. En lo personal, ya es hora de destetarse de la empresa estatal. También hay otros factores que determinan el antiguo dominio naranja. Los clubes hace años saben afrontar mejor la altura y llegan físicamente más preparados e incluso la hinchada que había en los primeros años (que superaba las 9 mil personas) está lejos de las actuales 4 a 5 mil que alientan fielmente en el Municipal. Esa antigua presión en las gradas también se extraña, con la bandita y la alarma. Pero sin duda, uno de

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los principales factores, fue esa generación dorada que apareció en el norte. Pese a haber más dinero en refuerzos, el mítico Cobreloa se armó con jugadores que no eran grandes figuras, provenientes de Coronel (Lota Schwager), Ovalle e incluso un par de mineros (Carlos Rojas y Armando Alarcón). Claramente el ojo dirigencial en refuerzos estaba mucho más afinado y las comodidades que se les entregaban a los jugadores eran bastante más atractivas que las actuales. En cuanto a los extranjeros, la histórica escuadra minera se nutrió de la siempre competitiva sangre charrúa: Ladislao Mazurkiewicz, Luis Garisto, Baudilio Jáuregui, Correa, Pedetti, Jorge Luis Siviero y Washinton Olivera son algunos de los potentes ejemplos del laureado fútbol uruguayo. Todo se dio para lograr una mágica escuadra que perfectamente pudo ganar la Copa Libertadores en dos oportunidades seguidas y pudo –sin discusión alguna- transformarse en el mejor equipo de la historia del fútbol chileno. Pero hay esperanzas…en lo inmediato, Cobreloa ha mejorado en la calidad de jugadores que egresan de sus canteras (un déficit histórico que tenían los naranjos) y todos esperamos con entusiasmo la construcción del nuevo estadio. Además, aunque suene a algo más mítico que tangible, la historia de grandeza se sigue llevando en la sangre, como lo demostró el cuadro de Nelson Acosta que el 2003-2004 llegó a cuatro finales, alzando tres nuevas estrellas para los mineros…por eso todos esperan seguir celebrando en estos años.

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WASHINGTON TRAPO OLIVERA

Tuve la suerte de convertir históricos goles para la “Naranja mecánica”, era lindo jugar en Calama en aquellos tiempos, toda la familia de cada jugador en el estadio, nadie se perdía un partido ni enfermo, incluido el cuerpo técnico. Era una fiesta, 15 mil almas para gritar “¡Cobre, cobre, Cobreloa¡”, y el sonido de la sirena y la celebración en las calles para festejar con caravanas todos los partidos, por todo eso no se podía fallar a ese esforzado minero que en el fondo nos pagaba a todos, y nosotros éramos recíprocos con ellos. Gran grupo que supo capitalizar Don Vicente Cantatore con el profe Luis Saavedra, que no jugaba ni a las canicas jajaja, pero era un tremendo observador del fútbol. Imaginen sólo una cosa que les cuento, en cuatro años y medio que estuve en Cobreloa, vi a gente de la Comisión Directiva del club muchas veces para invitarnos a la mina de Chuquicamata, para compartir con los mineros de las distintas secciones, algo increíble, nosotros trabajábamos en cancha y ellos bajo tierra. Nos veíamos con algunos en los viajes, porque siempre había un Jefe de Barra que era minero, por eso fue lo que fue Cobreloa en esa época, gran relación entre los mineros, trabajadores y los jugadores, verdaderos hombres, con talento, con hambre de logros y mucha entereza. Cuando no nos salieron las cosas que nos prometimos, seguimos adelante hasta obtener el campeonato, por ello me saco el sombrero ante todos los compañeros con los que me tocó convivir y todo el cuerpo técnico, grande Cobreloa por siempre en mi corazón.

Con esa motivación llegamos a la Copa Libertadores de América, torneo que me tocó jugar en muchas oportunidades antes: Con Montevideo Wanderers, con Peñarol, con Nacional y en Chile en el O’Higgins de Rancagua junto a otros ídolos como Nelson Acosta y Miguel Ángel Neira. Con Cobreloa éramos debutantes, pero eso no se notó. Clasificamos bien a las semifinales tras dejar atrás a los peruanos y a la Universidad de Chile, pero en el camino ahora estaba Nacional y Peñarol. En el primer partido no jugamos bien, hasta el ingreso del “Ligua” Puebla, ahí cambió la cosa, desde su gol del empate, hasta el pase que me dio a mí para cerrar un 2-1. La vi venir desde la derecha y la pelota me picó alto, la amortigüé con el mismo izquierdo y vi que se me tiraba con todo el Víctor Espárrago, le enganché de zurda y me quedó para la de madera, nunca le pegué con esa, pero era lo que había que hacer, derechazo abajo al palo izquierdo de Rodolfo Rodríguez. Recuerdo que lloré con ese gol, mi padre estaba en la tribuna y se lo dediqué a él, a nadie más que a él. También le dediqué a mi viejo todo lo del año siguiente, pero el destino dijo que no, siempre me dijo que si, en todo en la vida, pero esta no fue el más doloroso, miramos la copa de cerca dos años seguidos, y será una frustración que jamás se sanará, si se sanara es porque no tendría pasión, esa pasión que llevó a Cobreloa a ser un grande entre los grandes.

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