Fronteras Nº12

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AÑO 7 - #12 ENERO-JUNIO 2021 ARG $100 ISSN 2451-5590

EL VIRUS MUNDIAL

Una crónica de cuando el capitalismo pone en riesgo la salud de la población y el fetichismo de la carne es invisibilizado: todo el mecanismo de producción desde que nace una vaca hasta llegar a nuestros platos.

FRIGORÍFICOS, FANTASMAS DEL CONURBANO

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SUMARIO EL MÁS HUMANO DE LOS HÉROES

NOTA DE TAPA MAURICIO “DAMON” GALLARDO

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DE CANTANTE FAMOSO A PERIODISTA SOLIDARIO

#QNOTICIAS10AÑOS

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CON EL VIRUS EN LA MANO

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pág DE LOS PIZARRONES A LAS PANTALLAS pág GACHI ASTONE, MOTOCICLISTA

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HARD ROCK GLOBALIZACIÓN

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LEJOS DE CASA

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pág LAS ABEJAS NO SON MOLESTIA

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pág ANALIA CHILLEMI, TRABAJO SOCIAL

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RELATOS DE PANDEMIA EN LOMAS

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ESTHER PASTOR, ENFERMERA

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pág EL PRESO ES UN OBJETO FETICHIZADO

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DANIELA BULAICH, VOLEIBOLISTA

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STAFF

FRONTERAS

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Revista de la Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Quilmes Año 7 - Número 12 Enero - Junio de 2021

DIRECTOR:

Leonardo Murolo

DIRECCIÓN PERIODÍSTICA: Ximena Carreras Doallo

DIRECCIÓN GRÁFICA: Javier Vidal

EDICIÓN: Cora Gornitzky Mónica Rubalcaba

CONSEJO EDITORIAL: Pablo Esteban María Eugenia Fazio Natalia García Leonardo Mora Doldán Pablo Morosi Alejandra Pía Nicolosi Leticia Spinelli

El ídolo completo, generoso con todos y referencia mundial. El artista futbolístico y sus firuletes mágicos, hacedor de hazañas. El de las recuperaciones épicas, incluso cuando todo estaba perdido. El de los excesos inexplicables, aunque a veces entendibles. El pibe de Villa Fiorito que quería a su familia ayudar. El embajador con conciencia de clase, abanderado de las alegrías del pueblo. El de los errores imperdonables y las contradicciones constantes. El de los códigos con los pares y amigos, dentro y fuera del rectángulo. El que se volvió icono luego de cumplir su sueño en México. El hasta ayer único mito viviente, y desde hoy, leyenda absoluta. Todos esos 10 maradonas en uno solo. Y para todxs.

EL MÁS HUMANO DE TODOS LOS HÉROES

ASESOR EDITORIAL: Daniel Badenes

ADMINISTRACIÓN Y WEB: Marianela Di Marco

PARTICIPAN EN ESTE #12: Julián Berenguel Agustín Cohelo Santiago Ferrer Yazmín Fleckenstein María Agustina García Alejandro Gómez Néstor Daniel González Caroline Keller Mariano Luna Ribezzo Carla Martilotta Soledad Miranda Camila Montalván Milena Morbelli Ana María Puente Sheila Diaz Satailo Jorge Nicolás Terradillos Marco Antonio Valdéz Gustavo Zanella FRONTERAS ES UNA PUBLICACIÓN DEL ÁREA DE PRODUCCIÓN GRÁFICA DE LA LICENCIATURA EN COMUNICACIÓN SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES. Editor responsable: Norberto Leonardo Murolo Roque Sáenz Peña 352, Of. 118, Bernal, Bs. As., Argentina /ISSN:2451-5590 /Contacto: revistafronteras@unq.edu.ar

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DIEGO MARADONA (1960-2020)

EL MÁS HUMANO DE TODOS LOS HÉROES

Por JULIÁN BERENGUEL

Un recorrido por anécdotas sobre el futbolista Diego Armando Maradona (1960-2020), el pibe de Villa Fiorito que ganó un Mundial y nunca se olvidó de sus raíces. Un héroe generoso de 1,65 m, el que gambeteaba las injusticias y sentía un inmenso amor por su bandera y por su pueblo. Despedidas en Facebook, Instagram y Twitter. Tendencia mundial. Diarios y canales de todo el planeta informan la noticia: murió Diego Armando Maradona. El Diez. El que metió un gol con la mano y le dio una revancha simbólica al pueblo argentino en 1986, cuatro años después de perder la Guerra de las Malvinas y a más de 600 pibes caídos en combate. Un mito viviente. Alguien que se volvió bandera y canto de hinchada. Tres días de duelo nacional. Velatorio en Casa Rosada. Bandera a media asta. UN PIBE DE FIORITO Diciembre de 1973. Diego Armando Maradona tiene trece años. Participa de los Juegos Evita en Embalse, provincia de Córdoba. Una foto conmovedora lo registra mientras trata de consolar a Alberto Pacheco, jugador correntino y mayor que él que había perdido contra un equipo de Entre Ríos. Alberto llora y Diego le acerca la mano a la cara, para calmarlo. Después de ganar la Copa Mundial en México, Diego habla por teléfono con su mamá y le confiesa, con la voz quebrada: “Yo juego para vos, mamá”. Es junio de 1986. Diego Armando Maradona tiene 25 años. Otra escena: Maradona y su mamá cenan en una pizzería. Se gastan todo el primer sueldo de Diego, se comen todo. Se fue Diego, el de las jugadas maravillosas. El que gambeteaba a todo un equipo de fútbol de primer nivel y el que decía las cosas de frente. “Lo que nunca le voy a perdonar a Menem es el indulto. Estoy a muerte con las madres de esos chicos desaparecidos”, dijo Diego en 2000. Veinte años después, Estela de Carlotto se acuerda de esas palabras. Así despidió a Maradona: “desde Abuelas sólo tenemos agradecimiento, recuerdo y amor hacia él, porque siempre demostró

acompañamiento y solidaridad”. “El Pelusa”, como lo apodaban, había expresado su respaldo al proyecto de ley de Aporte Solidario y Extraordinario para aquellos patrimonios que superen los $ 200 millones. El 30 de octubre, el día de su último cumpleaños, Diego había inaugurado “Las 10 del 10”, una campaña de diez acciones solidarias en diez ciudades del país, junto a la Cruz Roja Argentina. Donó obras de infraestructura, camisetas firmadas y alimentos. En agosto, había donado mil camisetas a chicos hinchas de Gimnasia en el marco de una campaña por el Día del Niño. También participó de la campaña “Juntos por Sudamérica” que organizó la Conmebol y donó una réplica autografiada de la camiseta que usó en el Mundial de México de 1986. Además, durante la pandemia colaboró con comedores populares de barrios humildes. SOLIDARIO POR GOLEADA El escritor Ernesto Sabato, tan ajeno al mundo del fútbol, dijo de él: “Maradona es un luchador, un ejemplo para muchos en un país en el que todo el mundo pone la mano en la lata”. Diego nunca se olvidaba de sus orígenes. Lo sabía bien, en este mundo desigual, él tenía privilegios: “Presión tiene el tipo que se levanta a las 5 para ir a laburar y ganar $10. No nosotros que andamos en BMW o Mercedes Benz”. El tenista serbio Novak Djokovic contaba: “La destreza de Diego Maradona fue útil para recaudar medio millón de dólares que se destinará a los niños rusos enfermos de leucemia. Maradona hizo alarde de su puntería para acertar en los diez tiros al blanco que, a 16 metros de distancia, escondían cantidades de dinero que oscilaban entre los US$ 25mil y los US$ 300mil”. Otra anécdota. Un nene entra a un restau-

rante en Uruguay para vender flores. Maradona lo ve y lo llama. “Te compro todas”, le dice, “dale una a cada una de las mujeres acá y volvé así te pago”. Cuando el chico vuelve, le paga de más y lo invita a comer a su mesa. Fue un futbolista excelente. “¡Qué jugador!”, exclaman los más veteranos. Tal vez esta frase aplique también para los goles verbales. Porque afuera de la cancha, Maradona hacía goles simbólicos. Como cuando exigió que Bolivia tenga salida al mar. O cuando dijo: “Yo crecí en un barrio privado de Buenos Aires. Privado de agua, de luz y de teléfono”. Se equivocan cuando dicen que Maradona fue un dios. En realidad, fue un héroe. Un héroe astuto y sagaz, como el Ulises de la Odisea. El más humano de todos los héroes.


FRONTERAS

Por MARIANO LUNA RIBEZZO EN UNA VILLA NACIÓ, FUE DESEO DE DIOS… TAL VEZ JUGANDO PUDIERA A SU FAMILIA AYUDAR Esas dos frases que cantaba el cuartetero Rodrigo Bueno en “La mano de Dios” (quizás la mejor canción que le dedicaron al Diego) resume de manera perfecta los comienzos de este pibe de Fiorito, que con esfuerzo y dedicación, logró cumplir su sueño de ganar la Copa del Mundo. Y que pudo ayudar y nunca olvidarse ni de

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ALGÚN DÍA LOS HIJOS DE TUS HIJOS PREGUNTARÁN POR ÉL su familia ni de sus raíces.⁣ El 25 de noviembre de 2020 sucedió lo impensado y ese ser mitológico contemporáneo del conurbano argentino dejó de estar entre nosotros. Su leyenda a partir de ese momento, pasó a formar parte de la eternidad. El mundo se paralizó porque El Diego, a pesar de haber nacido en suelo argentino, no era sólo nuestro, sino que era mundial. Era amado y odiado por millones de personas, pero nadie, absolutamente nadie, desconocía quién era ese petisito calentón de rulos, el que según Galeano: “fue adorado no sólo por sus prodigiosos malabarismos, sino también porque era un Dios sucio, pecador, el más humano de los dioses”. Hace unas semanas me preguntaron por ⁣ qué era tan fanático de Maradona si no lo había visto jugar, y les respondí que tenían razón, que no había tenido esa suerte; no pude más que mirarlo en videos de Youtube o en el vhs “He visto a Maradona”, pero sin embargo lo amaba y admiraba, porque era a mi parecer el ejemplo perfecto de lucha y superación personal. Pasó de ser un humilde niño que sólo comía milanesas una vez por mes a ser una de las personas más importantes del último siglo; de no tener nada, a tener el mundo a sus pies. Se plantaba ante los más poderosos por más que eso luego lo perjudicara, nunca dejó de ser solidario con los demás y siempre que aparecía una chance de ayudar a alguien que la estaba pasando mal, El Diego, a su manera, se hacía presente. Pero creo que lo más admiro de él fue que a pesar de haberse transformado en millonario, su esencia de pibe de barrio nunca desapareció, la conciencia social de D10S no se manchó ni manchará nunca: nació, creció y murió siendo puro pueblo. ALGÚN DÍA LOS HIJOS DE TUS HIJOS PREGUNTARÁN POR ÉL Cuando me enteré de la noticia de su muerte recién me habían dado de alta por tener Covid, estaba inmunizado así que aproveché y ese día volví a jugar a la pelota después de meses. Me puse una camiseta del Napoli, tuve la oportunidad

de meter un gol y en el momento que la pelota cruzó la línea del arco, me puse a llorar como un nene chiquito. Si existe un mejor homenaje al ídolo popular más grande de la historia que meter un gol, yo no sé cuál es. Y como no podía ocurrir de otra manera, al día siguiente fui a despedirlo a Plaza de Mayo con “los negros” que tanto lo amamos. Agradezco haberme animado a ir. El tipo era tan, pero tan polémico y fana del bardo, que se murió en medio de una pandemia mundial y logró que el 2020 sea recordado como el año en que falleció El Diego y no como el año en que llegó el Coronavirus a nuestras vidas. La Plaza y sus alrededores eran una mezcla rarísima de tristeza y bronca, euforia y agradecimiento. Una sensación difícil de olvidar y que dudo que se repita con otro personaje argentino. Gran parte del mundo estaba de luto pero el velatorio se realizó en Buenos Aires y eso fue algo que nos envidiaron en todo el globo. Lo lloraron famosxs, pobres, ricxs, niñxs, abuelxs, las redes se vieron inundadas con fotos, vídeos, anécdotas e ilustraciones sobre este petiso cabrón.⁣ Recuerdo que, de adolescente fui a mi primer recital de La Renga con una remera negra con la cara de Diego y la frase “Algún día, los hijos de tus hijos preguntarán por él”,que sintetiza, creo yo, por qué produce tantas emociones, ya sea en los fanáticos como en la gente menos futbolera. Pasarán generaciones y generaciones y sus logros y hazañas jamás quedarán en el olvido, porque Diego es una semilla que renacerá en todas las épocas, sumará gente que lo ame y admire por todo lo que fue. Me hubiese encantado ver al Diego vacunarse contra el Covid, como participante de alguna edición de Masterchef, como DT campeón de algún club, como escritor de una segunda parte de “Yo soy el Diego de la gente”, como cantante de un disco de boleros…Será siempre mi fantasía, ver hasta donde pudo haber llegado este semi Dios si no nos abandonaba a los 60 años. Gracias por haber nacido en Argentina, gracias por haber existido, gracias, simplemente gracias.


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Salud

COORDENADAS FRONTERAS

EL VIRUS EN LA MANO La pandemia mostró heroísmos cotidianos y ocultó otros, como los de aquellos que todos los días testean la sangre de los contagiados.

Por GUSTAVO ZANELLA

Un giro sorpresivo en los acontecimientos a veces nos impacta de lleno. Lo aprendimos todos. Un día el mundo era el de siempre y al siguiente, un virus venido de quién sabe dónde, nos cambió la geografía. Los más pesimistas dirán que nos achicó el mundo, otros dirán que lo agrandó. Opiniones sobran. Anabella se especializó en fertilidad, pero siempre se interesó por otras áreas de la profesión. Al comienzo de la pandemia en la Argentina, allá por marzo, empezó a diagnosticar Covid-19 de un día para el otro. Fue cuando el Instituto Malbrán descentralizó el análisis de los testeos para hacerle frente al aumento de los contagios. Alguien apuntó el dedo al hospital donde ella trabaja, el Ramos Mejía, que hasta ese momento derivaba los casos. Le preguntaron si se sumaba a reestructurar el funcionamiento del laboratorio y decidió ponerle el pecho a las balas. Podía dedicarle tiempo porque su trabajo habitual, como casi todo, se detuvo. Tenía los conocimientos teóricos pero no prácticos. Tuvo que entrenarse en procedimientos y protocolos de bioseguridad para manipular un virus que, de modo literal, puede matarte. A estas alturas sabemos que no es exagerado. Anabella cuenta que su laboratorio ya contaba con un termociclador, un aparato que somete muestras a un sube y baja de temperaturas muchas veces para que los patógenos reaccionen o no con químicos y productos. Sirve para detectar muchos de los virus que afectan a las personas, no sólo el SARS-CoV-2. Hubo que calibrarlo para el nuevo virus, armar protocolos validados, es-

cribirlos, enviarlos a las autoridades sanitarias y esperar su aprobación. Todo eso con los enfermos contándoles el tiempo. De repente, cuenta Anabella, había 16 bioquímicos que trabajan las 24 horas. Porque la gente se enferma de otras cosas que también hay que testear. Y, además, hay que controlar al personal del hospital e incluso a ellos mismos, los profesionales de la salud. Su trabajo específico es realizar el diagnóstico por PCR (reacción en cadena de polimerasa), una técnica que reproduce copias de un fragmento de ADN a gran escala. En realidad, ella lo que hace se llama RT-PCR, porque el SARS-CoV-2 no sólo es extraño por su impacto en el mundo, sino porque lo que afecta a los humanos no se encuentra en su ADN sino en su ARN. La técnica, entonces, no es la tradicional. Una vuelta de tuerca más para algo que ya es complicado desde el vamos. Anabella no es la primera en la cadena de producción de los testeos. Como en esas cintas de ensamblaje industrial en las que se agregan partes a un producto, saber si alguien está enfermo o no, involucra etapas. Por eso los protocolos y los procedimientos, por eso las medidas de seguridad, los barbijos, los delantales y los guantes. Lo que entra al laboratorio en forma de muestra es una pregunta. Nadie quiere esa respuesta con errores. La vida en un laboratorio es una vida de fases, dice Anabella, y con los testeos hay tres. Un análisis preanalítico, en el que se toman dos muestras: una de las secreciones nasales y otra de la garganta. Se completa una planilla con preguntas al paciente. Se

realiza un triple empaque para que nada salga o entre, y se envía al laboratorio. La segunda fase es la analítica, la que realiza Anabella, la parte interesante. Dice que trabajar ahí es vestirse de astronauta. Dentro de la cabina de seguridad vidriada hay un flujo laminar que purifica el aire para poder abrir las muestras. Como no es un virus común y corriente, para trabajar con él hay que transformarlo. Eso se llama transcripción inversa o retrotranscripción. Con reactivos y soluciones se lo transforma en ADN copy. El virus que causa la Covid-19 tiene una cápside, una envoltura con genes específicos que buscar. La prueba RT-PCR que hace Anabella busca tres genes (el N, el E y el RDRP) que son los que impactan en el cuerpo humano. Para detectarlos hace falta que se copien así mismos miles y miles de veces, y eso se consigue con ciclos de calor. Si están en la muestra, brillan gracias a una solución fluorescente. A mayor o menor coloración, mayor o menor presencia del virus en una persona. La última fase es la pos analítica, en la que un bioquímico interpreta los resultados y un médico informa al paciente. Anabella cuenta que tardó en darse cuenta que estaba enferma. Creyó que el cansancio era por causa del desgastante trabajo de análisis. Al contarlo parece como si se hablara a sí misma, como si no pudiese creer que se contagió a pesar de todas las medidas de seguridad que tomó. Le cayó como un baldazo de agua fría porque los bioquímicos son obsesivos con la seguridad. Gajes del oficio, comenta, tenés el virus literalmente en la mano pero nadie cometería


FRONTERAS COORDENADAS

Salud

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la locura de llevársela a los ojos o a la nariz. No estuvo en contacto con los pacientes. No sabe cómo es en otros lugares, pero en el Ramos Mejía nunca le faltaron insumos de seguridad. Está segura que ni ella ni el protocolo fallaron. Ninguno de sus compañeros está enfermo. Ella transitó bien la enfermedad. Javier, su pareja, la pasó peor pero ya no tiene síntomas. Hasta que no pasó la primera semana no estuvo tranquila. Sabe lo que saben todos los profesionales de la salud sobre el virus, pero al ver la televisión se quería morir. Escuchaba que había gente joven que moría y eso la angustiaba. Siente que tuvo suerte por poder estar aislada en su casa. No lo contó a sus vecinos. Nunca se sabe cómo reaccionan los otros ante el miedo, piensa. Cuando empezó a mejorar, se animó y lo contó. Desde hace días aguarda los resultados del segundo hisopado que le confirme que Javier y ella ya están curados. Pero como el sistema privado está saturado, tienen que esperar. De la municipalidad la llaman todos los días para decirle que no salga de su casa, y que si la ART le pide que se movilice

que les diga que no. Como estuvo en su casa, tuvo tiempo de mirar la televisión. Y se horrorizó: “Nadie sabe nada, no entienden que hasta los más expertos tienen dudas”, se queja Anabella. Estamos tan desesperados por certezas que cualquiera que escucha algo ya lo cree. “Mi familia me llama todo el tiempo para preguntarme si tal o cual cosa es cierta o si tal o cual kit es mejor que otro”, comenta. Está cansada de explicar que los kit rápidos, los que se comenzaron a utilizar en estaciones de trenes como las de Retiro o Constitución son una herramienta más pero la PCR, aunque más lenta, es mejor. Detecta de modo precoz y con especificidad. Los test rápidos detectan de manera indirecta, son una inmunocromatografía. Tienen pegados proteínas del virus que cuando se le pone una gota de sangre, reacciona el anticuerpo si es que está, como si fuera un test de embarazo que se hace al bajar del tren si uno tiene ganas de sacarse la duda. Pueden generan falsos negativos, no siempre se hacen bien o en las condiciones adecuadas. Sirven para estadísticas epidemiológicas de la población, para búsqueda de nuevas

cepas del virus, entre otras cosas. Pero no curan ni previenen el contagio. “Hablan del testeo y lo reclaman como si fuera una vacuna… nada que ver”. Así como se desinforma, también se omiten reconocimientos. Anabella reniega porque a los bioquímicos nunca los nombran, como si en los hospitales sólo hubiera médicos. Se olvidan de ellos, de los enfermeros, de la gente que hace laburos de maestranza, los administrativos, los cocineros. Se resigna a un piadoso olvido, al menos ningún vecino le dejó mensajes intimidatorios en el ascensor. Anabella, como tantos otros alrededor del globo sintió, poco más poco menos, el impacto del giro inesperado de los acontecimientos. Lo sintió en su cuerpo, en su trabajo, en sus afectos. Tuvo suerte, una que muchos no tuvieron. Sabe que cuando se recupere deberá volver a viajar de Monte Grande al barrio de Once. Subirse al tren Roca, tomar el subte, viajar apiñada, para otra vez volver a poner el virus en sus manos y responder la pregunta que hoy nos desvela a todos: ¿positivo o negativo?


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FRONTERAS

Por YAZMIN FLECKENSTEIN Cantante, productor, comunicador y por sobre todo, solidario, cuenta su experiencia de vida y qué lo llevó a emprender esta labor de difusión en los medios.

Periodista en C5N, Justo Lamas nos acerca su experiencia en el trabajo con las ONGs solidarias de Florencio Varela, con su columna “En el lugar justo”. La reivindicación de la juventud como motor de cambio y la lucha por visibilizar las buenas obras es sólo un aspecto de su activismo. En la actualidad, participa en el movimiento “Varela Solidario”, donde busca contagiar las ganas de ayudar a todos los vecinos varelenses. Frente a la dureza de la actualidad social, Justo Lamas ve cómo las desigualdades crecen y el poder de turno se muestra indolente. Pero él redobla su apuesta por la solidaridad y la comunicación como herramienta de cambio. -¿Cómo fueron tus comienzos en el periodismo? -Nací en el periodismo. Mi padre es periodista, fue vocero del vicepresidente de la Nación en la época de [Raúl] Alfonsín. Entonces de algún modo nací entre papeles, grabadoras de radio y televisión (risas). Después de vivir 15 años en Estados Unidos, vuelvo a la Argentina y conozco a Daniel Hadad, que era el dueño de C5N, y le propongo hacer una columna que tenga que ver con los jóvenes. Porque cada vez que regresaba a la Argentina de vacaciones veía que lo que se representaba acerca de la juventud era negativo. Me acuerdo que se ponían cámaras afueras de los boliches y se los mostraba a los chicos que peleaban, o salían drogados o borrachos. Entonces pensé: quiero mostrar la otra cara de los jóvenes, los que salen de las adicciones, que van a trabajar, que tienen sueños. Y Daniel [Hadad] me pregunta,

JUSTO LAMAS “¿crees que funcionará?”, “¡Sí!” le digo, bien decidido, “dame la oportunidad”. Me la dio y hace siete años que estoy trabajando en C5N. Fue mi primera experiencia como periodista en un canal de televisión, y es apasionante. -Y ¿Cómo te iniciaste en la música? ¿Qué escuchabas cuando eras chico? -Me inicié cuando era muy chico, no de manera profesional, sino que sentí que comenzaba a ser mi pasión. Cantaba todo el tiempo, todo el día. Y en cuanto a qué escuchaba, en general escuchaba lo de mis papás, Julio Iglesias, Sergio Denis, Abba en aquel tiempo. Hasta cuando empecé a tener mi propio gusto musical seguí más o menos por esa línea. A mí me encantaba Luis Miguel, creo que era el único del grado al que le gustaba, en aquel tiempo sólo a las chicas les gustaba. Así que a mis ami-

gos no les decía porque me daba vergüenza (risas). Él fue mi inspiración, de alguna manera, como cantante solista. -Qué recuerdos te quedan de ese joven cantante? -Los recuerdos que me quedan como músico son memorables. Siempre digo que no hay carrera más linda que la del cantante, porque llegás al lugar para hacer el concierto, la gente te espera, te recibe, te aplaude, te mima, te mira. Por supuesto que después uno vuelve a la normalidad, al lugar al que pertenece, se encuentra consigo mismo. Por eso después del show si el artista no está bien plantado pasan las crisis. Recuerdo los lugares donde hice conciertos en Estados Unidos, los lugares que visité, los escenarios, los aplausos, las canciones, son recuerdos que nunca se me borrarán.


COORDENADAS

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-¿Cómo se desarolla tu trabajo solidario? - Mi ayuda se desarrolla en dos puntos. Primero a través de C5N, donde comunico y visibilizo a la gente. Intento que la repercusión de mi visita sea que la persona pueda recibir colaboración, así puede ayudar a otros. Al visibilizar se producen cosas preciosas y la gente ayudar más. Y también todo lo que tiene que ver de mi persona está rodeado de la ayuda social, tengo un centro comunitario en el centro de Berazategui, donde trabajamos en la solidaridad. Desde este lugar, con voluntarios y amigos lo desarrollamos.

DE CANTANTE FAMOSO A PERIODISTA SOLIDARIO -¿Después de ese momento de tu vida, decidiste ir más por el lado solidario? -Sí, porque cuando conocí el mundo de la juventud, muchos de ellos estaban metidos en asociaciones. Y ahí conocí el mundo de la solidaridad. Aunque siempre estuve involucrado con la ayuda ante el otro, en este caso, esto de recorrer los barrios, las villas, y estar con gente con muchísima necesidad, me hizo dar cuenta la importancia que tiene la pantalla de televisión para poder ayudar, para ser una herramienta entre la necesidad y el que quiere ayudar. Hace ya cuatro años que hago de modo puro y exclusivo, temas que tienen que ver con lo social. -En relación con tus trabajos sociales, ¿qué es Varela Solidario? -Florencio Varela es un distrito que amo muchísimo, donde pasé parte de mi vida.

Y Varela Solidario es un movimiento vecinal donde invitamos a los vecinos a que colaboren de manera solidaria en propuestas y proyectos sociales para ayudar a los que menos tienen. Ya hace un año que hemos hecho proyectos que tienen que ver con el alimento, con juntar abrigo, con colectas de sangre, para Reyes Magos también hicimos acciones y eventos donde invitamos a los vecinos a que colaboren. -¿En qué otros proyectos participás? -El mundo de la solidaridad es muy grande. Cuando te metés y la gente ve que tenés ganas de ayudar, sos convocado. Por ejemplo, visité un hogar de niños que está a punto de cerrar porque tiene un déficit de $60mil por mes, y ya casi no se pueden sostener. Entonces utilizo la pantalla, cuento una historia e invito a la gente a ayudar.

-Desde que trabajás como comunicador, ¿sentís que cambiamos como sociedad, que somos más solidarios o menos? -Creo que la Argentina es un país muy solidario. Hay dos tipos de solidaridad, el que lo siente y lo hace porque tiene compasión, y el otro, para jactarse de salvador, para que lo miren, porque quiere ser reconocido. Hay más de este último tipo... Pero los dos suman. Lo importante es que la ayuda llegue. Si somos más solidarios o menos, somos solidarios, ahora está en uno si lo hace en realidad porque se compadece ante el sufrimiento, o lo hace para el aplauso. Pero en definitiva lo importante es que lo haga, porque la gente necesita ayuda. -¿Qué reflexión te merece este tiempo de cuarentena que vivimos? -Todo lo que vivimos por supuesto me ha hecho reflexionar. Primero me hizo dar cuenta lo chiquito y finito que somos, tan frágiles, que un bichito que no es visible para nosotros nos puede hacer tanto daño. Nos creemos superhéroes, pero ahí nos damos cuenta de que somos frágiles. También me hizo dar cuenta que tenemos una libertad que no apreciamos, tenemos la posibilidad de caminar, de estar con nuestra familia, y no lo apreciábamos. Las reuniones, los encuentros con amigos, las salidas al cine a veces nos daban fiaca o no las valorábamos, y ahora nos damos cuenta que en realidad era algo que teníamos, que era precioso. Creo que cuando nos volvamos a encontrar con eso, con esa libertad, sabremos apreciarla mejor. VARELA SOLIDARIA Si te interesa y querés saber más sobre cómo ayudar a los que más lo necesitan, podés contactarte con Varela Solidaria a través de su página de Facebook o por la Municipalidad de Florencio Varela. Aceptan donaciones.


TIERRA ADENTRO FRONTERAS

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EL FANTASMA DEL MODELO AGROEXPORTADOR RECORRE EL CONURBANO Un fantasma recorre zonas del conurbano bonaerense: es el fantasma del modelo agroexportador. A pesar de que no creía en el, temo decirles que existe, se lo puede ver, oler y sentir. Por cierto, ¡da escalofríos! Este modelo se instauró en el país alrededor de 1880, después dee que naciera el Estado argentino. Consistía en producir materias primas, como vegetales y carne para ser exportado a otros países a un precio barato; algunos nos decían que éramos el “granero del mundo”. Mi abuelo me contaba que los mejores cortes se los vendían a Gran Bretaña y los huesos quedaban para nosotros pero a un precio alto. De ahí surgió el “asado argentino”, de los huesos y sobras que a alguien inteligente se le ocurrió ponerlos a la parrilla y descubrió que tenían un mejor sabor. A pesar de que este modelo en 1930 fue reemplazado por el de “Industrialización por Sustitución de Importaciones” (ISI) y luego, en la década del 70’ por el que instauró la última dictadura militar, el “RentísticoFinanciero”, todavía hoy produce carne en cantidad y se dejan los desechos a merced de los vecinos. La contaminación que genera este fantasma afecta la calidad de vida de los vecinos, no es algo nuevo, pero la contaminación de los frigoríficos es algo de lo que no se habla. Quien se imaginaría todo el proceso por el que pasa un churrasco o el asado del domingo hasta llegar a nuestra mesa. *** Es sábado 11 de julio por la mañana en el barrio Primavera del partido de Berazategui. La televisión dice que la pandemia del Covid19 está en su peor estadio; a pesar de eso, hay que salir a comprar alimentos para la semana. Es invierno, aunque es un día cálido. Cruzo la Avenida 21, a la altura de Calle 108 comienza un camino de tierra y mi bicicleta rebota por los baches. De repente los pe-

rros empiezan a ladrar, muy furiosos: tengo que pedalear más rápido, no sé si me ladran a mí o a ese fantasma que por primera vez vi en mi vida. Empecé a percibir su olor nauseabundo, parece ser una mezcla de animales muertos, agua estancada, bosta de vacas y gomas podridas. A pesar del barbijo, lo huelo muy de cerca, hasta siento que me atraviesa. Ya en las intersecciones de las Calles 18 y 19 pude observar su escondite: el frigorífico SUBPGA, es inmenso, mide de modo aproximado, 8 hectáreas. Avancé para el otro lado del establecimiento, por la Calle 110, por suerte está asfaltada. Un hermoso gatito amarillo cruzó delante de mí hacia una zanja que parecía ser desagüe, los pastizales crecidos no me dejaban ver su contenido; todo indicaba que parte del olor venía de ahí. Por distraerme, casi choco con un auto quemado, desmantelado, sin llantas, asientos, ni puertas, similar al camión que vi a la vuelta. - ¡Tomás, vení para acá!, exclamó un niño al gato que miraba fijo el zanjón. Me imaginé que también había percibido al fantasma. - ¿Qué hace tu gatito? le pregunté. - Quiere cazar una rata, son tan grandes que me lo van a comer. Como en todos los barrios, una “doña Rosa” limpia su vereda y mira quién se asoma: “¿Buscás a alguien? Mirá que volvimos a fase uno”. Le respondí que no. - ¿Sabe en qué horarios atiende la carnicería del frigorífico, señora?, parece que no hay nadie. - A la mañana siempre están, debe ser por la cuarentena que no atienden. Estuvo casi una semana parado porque un trabajador tenía Covid-. Le agradecí la información y le pregunté por la molestia de ese olor intenso. - Y qué te puedo decir, a veces es insoportable el olor y también los ruidos molestos,

El frigorífico SUBPGA de la Avenida 21 en Berazategui tiene 70 años de historia. Desde 2006. comenzó a ser gestionado por una cooperativa integrada por sus 300 trabajadores.


TIERRA ADENTRO FRONTERAS

Una crónica de cuando el capitalismo pone en riesgo la salud de la población y el fetichismo de la carne es invisibilizado: todo el mecanismo de producción desde que nace una vaca hasta llegar a nuestros platos. Por MARCO ANTONIO VALDEZ

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pero bueno, hay gente del barrio que trabaja ahí. - ¿Qué ruidos?, me sorprendo. - Y, el de las vacas, parece que agonizan o se quieren escapar. Le pregunté si habían hecho reclamos. - Estoy cansada de llamar a la Municipalidad para que limpien el zanjón, la última vez se burlaron de mi porque les dije que hay ratas del tamaño de los gatos. Rara vez vienen, limpian un poco y se van. Ese día, el frigorífico en apariencia no trabaja, no se escuchaba nada y el portón de entrada estaba con candado. Pero el fantasma merodea la zona y espanta a todos los que no son del barrio. Al día siguiente, domingo por la tarde, volví al lugar. Nunca me quedo de brazos cruzados cuando descubro algo, sobre todo si se trata de un fantasma. El cielo está nublado, el olor nauseabundo se siente más fuerte que el día anterior, pareciera haberse dado cuenta de que lo descubrí. Esta vez acompaña un sonido de fondo: las vacas que mugen, como si suplicaran ayuda y las voces de los trabajadores que gritan “¡Ay, ey, ya!”, como si corrieran y atajaran a las vacas o como si fuera un partido de fútbol. Ese día tocaba faena. Esta vez no había nadie en la calle, ni los perros furiosos, ni el gato Tomás. Toqué el timbre de un almacén, me atendieron por una ventanita con rejas, cubierta de un plástico transparente, compré agua y me fui. Me imaginé que estarían todos encerrados mientras cumplen las medidas del aislamiento social obligatorio; no me molesté en buscar a alguien para preguntar por el frigorífico. Mientras me iba, por casualidad miré hacia arriba del frigorífico: uno de sus lados estaba cubierto de palomas y pájaros negros con pico largo apoyados en los cables, las tuberías, en los caños y embudos, como la imagen que vemos en las películas. Me sorprendió porque nunca había visto tantas aves juntas. Por un momento imaginé que en esos embudos gigantes se tirarían las vacas o lo que queda de ellas, quizás algunas palomas se cuelan y por algún tubo salen las salchichas. En fin. El cineasta alemán Harun Farocki, en su documental “Cómo vemos” (1986), para referirse al fordismo dice: “Henry Ford inventó la cadena de montaje, parece que la idea la sacó del matadero (…). El matadero descuartiza, la fábrica ensambla. Si es posible descuartizar en serie de modo meticuloso [a las vacas], también debe ser posible ensamblar a la perfección [un automóvil]”. Llegué a mi casa, sentía que el fantasma me acompañaba, me duché y me dormí. Cuando desperté, no sabía con precisión si todo era un sueño o era realidad. Recordé entonces que me habían comentado sobre un grupo de Facebook de los vecinos del ba-

rrio y mandé solicitud. Fui incorporado, así que pedí sus opiniones sobre el frigorífico -sin mencionarles nada del fantasma- pero tenía que ser aceptado por el administrador. No pude volver a dormir, no dejé de pensar en lo que me había pasado en el barrio Primavera. A las 5 del día siguiente me llegó una notificación al celular; decía que había sido aceptada mi publicación: ya estaba en el muro del grupo. No pasó mucho tiempo y empecé a recibir comentarios y likes. “Consideramos que ese frigorífico debería funcionar en otro lado más alejado de la población. Sabemos que es una fuente de trabajo pero no debería estar en ese lugar”, escribió una vecina. Me imaginé que leería un sinfín de quejas sobre la empresa. Sin embargo, a las pocas horas, un vecino comentó: “El frigorífico hace años que da trabajo a mucha gente del barrio, hoy es una cooperativa y sería una picardía difamarlo, más en este momento de crisis que atravesamos”. Una vecina le respondió “Tal cual, mucha gente del barrio trabaja ahí, no entiendo por qué quieren molestarlos”. Me dije a mí mismo, ¡me van a linchar virtualmente!, ¿o es el fantasma que se hace pasar por los vecinos? Para mi tranquilidad varios comentaron que el olor era un asco y aún peor los días de lluvia. Otro puso: “Aún tiran carne podrida a la cámara, ¡averígualo! Cuando arrancó la cuarentena empezaron a guardar carne, hasta que se les quemó un motor, ahí empeoró la cosa, porque la puerta de la cámara estaba abierta, y de madrugada se ve que sacan la pudrición”. Otro vecino suma: “Cuento dos cositas: a la madrugada se siente un olor terrible, queda impregnado en los colectivos que están en el playón de atrás, amanecen con ese olor y cuesta sacarlo. Hay días que salen camiones ¡llenos, pero llenos! de carne en mal estado ¿dónde tirarán todo eso? ¿y por qué se les pudre tanta carne?”. No cabe duda que el fantasma también viaja en colectivo y recorre el conurbano bonaerense, seguro tiene más escondites. También comentaron algunos trabajadores:“Yo laburo ahí y se matan 10 mil corderos y mil vacunos por día y jamás pasó nada raro”. Me pareció muy alta la cifra, todavía no puedo creer que se sacrifiquen tantos animales en un día; tal vez se confundió y habría que sacarle un cero. Con respecto a esto, lo debe saber bien el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria de la Argentina (SENASA), que es el organismo encargado de ejecutar las políticas nacionales en materia de sanidad, calidad animal y vegetal. También se encarga de verificar el cumplimiento de la normativa vigente. Y en una resolución dice que los organismos nacionales y/o provinciales de aplicación, fijarán la cantidad máxima de faena diaria de acuerdo a las condiciones de


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operatividad por especie y categoría animal. - Mirá, hoy por hoy estoy lejos de SUBPGA, vivo en Gutiérrez, pero cuando trabajaba ahí, hacía limpieza semanal del mingitorio y el olor siempre fue el mismo. Hay desperdicio vacuno y ovino como cualquier frigorífico, incluso trabajé en zonas rurales y el olor es igual, es lo normal, comenta un ex empleado del lugar. Se trata de Marcelo Arrieta, quien trabajó desde 1987 hasta 1998. Se sumaron testimonios: “En el barrio vivimos con cortes de agua, la Municipalidad no se hace cargo y el frigorífico nos provee de eso cuando lo necesitamos, mientras que en el country Abril derrochan el agua como si nada y nosotros quedamos a la buena de Dios”. Pero lo más curioso fue otro comentario: “Trabajé dos veces en el SUBPGA, controlaba caja y dirigí el bufete, hasta que se cerró porque los dueños lo fundieron, no pagaron los sueldos y luego los trabajadores lo recuperaron. ¡Así que el SUBPGA es de todos nosotros! ¡Nada de difamarlo!”. No duré demasiado en el grupo de Facebook. Después de unos 100 comentarios, el administrador y algunos vecinos empezaron a decir que mi perfil era “trucho” porque no tengo muchos datos ni fotos personales y que la política del grupo es ser del barrio y yo no lo era. Les contesté: “Es verdadero, está configurado para que mi información sólo puedan verla mis amigos y de todos modos no cuento mi vida, ni muestro a mis lindos perros o gatos, ni cuento mis viajes o lo que hago en mi vida cotidiana, mucho menos le brindo mis datos personales a Facebook”. Una vecina dijo “¿Quién es el tipo?, el hombre misterioso y justiciero que

se esconde detrás de un perfil trucho, jajá”. Al final, el administrador escribió:“No queremos tener problemas con la empresa, ya suficiente todo lo que nos pasa”. Fui eliminado del grupo y mi publicación también. No pasó ni un minuto y recibí mensajes alentadores; otros, que contaban su experiencia y afirmaban que siempre eliminan a los que opinan diferente y “te bardean”. Otro vecino me decía: “Estaría bueno hacer algo colectivo, porque la empresa no se rige por las normas de salubridad”. - La zona del frigorífico está llena de ratas, palomas, moscas y malos olores. Esto vulnera el derecho de los vecinos a la salud y a un ambiente sano-expresa Lourdes Ontiveros, estudiante de la Licenciatura en Gestión Ambiental de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), que investiga sobre este frigorífico desde marzo de 2020. Agrega: “Es lamentable, hay poca educación ambiental y la gente no hace nada, porque el frigorífico es una fuente de trabajo para la zona, además está naturalizado ver fábricas por todos lados en la zona sur, sobre todo en Berazategui ¿Por qué no instalan frigoríficos en Palermo o Caballito?”. Durante décadas, el frigorífico fue una empresa privada y en 2005 una crisis produjo despidos masivos y un vaciamiento. Gracias a las movilizaciones de los trabajadores, la justicia ordenó que se los reincorporara y se realice un ajuste salarial. Ante esto, los propietarios la declararon en quiebra. Tras marchas, desalojos policiales y campamentos frente al establecimiento, en 2006 los trabajadores lograron transformarlo en una Cooperativa de Trabajo y

pasó a llamarse SUBPGA (Subproductos Ganaderos Argentinos). Según los vecinos, los antiguos dueños dieron los primeros pasos para la construcción de una planta de tratamientos de todos los residuos que genera la empresa, pero quedó en la nada y los trabajadores heredaron eso. Las normas en este sentido dicen mucho: en la reforma constitucional de 1994 se declaró al ambiente sano como un derecho, tal como lo dicen los Tratados Internacionales de Derechos Humanos que el Estado firmó y ratificó. Es claro que los que gobiernan no creen en fantasmas y este es tan astuto que pasa desapercibido. Cabe mencionar a la española Yayo Herrero, antropóloga, ingeniera, profesora y activista ecofeminista y ecosocialista. Herrero propone dejar de tener una mirada economicista del cuidado del ambiente -es decir, sólo buscar un mercado “sustentable”- y plantear como sostenible a la vida humana y de todas las especies, porque somos “ecodependientes” de la naturaleza y parte de ella: no somos superiores, ni debemos hacer de ella un recurso a explotar. También habla de la “interdependencia” social pues necesitamos de los cuidados de los otros, de la familia, de los vecinos, de las políticas públicas, etc. ¿Cómo conciliar la posición de los vecinos que quieren un ambiente sano en el barrio, frente a los que cuidan la fuente de trabajo? Quién se hubiera imaginado que los fantasmas existen y están entre nosotros ¿Alguien creería esta historia?


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La pandemia que se vive en casi todos los rincones del globo aisló a todas las personas en sus mundos individuales y los obligó a guardarse deseos que anhelaban. ¿Qué sucede con aquellos a quienes esta catástrofe atrapa a mitad de sus proyectos de estudio en la otra punta del hemisferio?

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LEJOS DE CASA Por JORGE NICOLÁS TERRADILLOS

CRÓNICA DE ESTUDIANTES DE INTERCAMBIO DURANTE LA PANDEMIA Al final del período, el balance es claro: esto no era lo que esperaban. Los oigo hablar, en un principio, con exasperación y arrastran las palabras e ideas como pies perezosos. Cuando Maximiliano y Ramiro supieron que realizarían su intercambio estudiantil al extranjero, la cabeza se les llenó de imágenes de nuevos lugares, de gente que conocerían y de la oportunidad de experiencias inolvidables. Las primeras semanas en España fueron prometedoras pero la realidad mundial los arrastró a una molesta situación, de la forma que le sucedió a millones. La epidemia de coronavirus COVID-19 transformó una cómoda temporada en el Viejo Continente en unos meses de reclusión y aislamiento a más de un nivel. ¿Cómo vivir el distanciamiento cuando estás a miles de kilómetros de todo lo que conocés?

tecnólogo, una profesión solicitada en Argentina, siente el impulso de llevar su trabajo a un escenario como el europeo. Al llegar hubo presentaciones e intercambio de contactos entre los estudiantes que realizaban la movilidad desde sus respectivas universidades. Estar mezclado con estudiantes de todo

el ámbito europeo, como los pertenecientes al programa Erasmus, llamó la atención de Ramiro. Eran alegres y no paraban de hablar de las jornadas nocturnas que ya planeaban: -Era como una fiesta para ellos, parecía que venían de viaje de egresados. En la pequeña ciudad de Vic, al norte de

LA LLEGADA Ambos estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, Ramiro y Maximiliano, eligieron hacer un último tramo de sus carreras en el exterior, con los programas ofrecidos en la universidad. -Siempre quise ir, mi papá vivió un tiempo en España, así que siempre supe que iría – cuenta Ramiro, estudiante de la licenciatura en Comunicación Social. Por su parte, el origen del deseo de Maximiliano es un tanto opuesto. No quiere ponerse en contacto con algo familiar. Sólo desea alejarse del país por un tiempo, incluso explorar cuán viable es rehacer su vida en España. Pese a haber terminado sus estudios como bio-

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LEJOS DE CASA

Ramiro en Barcelona

Barcelona, se respiran aires tranquilos. La universidad privada homónima donde Ramiro planeaba asistir, es una casa de estudio antigua pero cuyo reconocimiento es reciente, de las últimas décadas. Distinto fue el destino de Maximiliano: la célebre Universidad de Barcelona es ubicada por algunos analistas como la líder en el mundo hispanohablante. Las primeras semanas pasaron sin sobresalto. Los dos se hicieron duchos en entender el catalán y se sintieron bienvenidos en sus respectivas ciudades, Ramiro en Vic y Maximiliano en Tarragona, al oeste de Barcelona. De a poco asentaron sus rutinas de estudio y vida diaria en lo que llamarían hogar por los próximos seis meses. -Las primeras semanas, los españoles se lo tomaron para la joda, cuando empezaron a escuchar del brote en Italia hacían chistes sobre tanos–cuenta Maximiliano. Al decir esto suena cansado, exasperado de la ligereza al encarar el asunto. El relato que realizó Ramiro es similar. Como Vic es una ciudad de menos de 50 mil habitantes,

la perspectiva de que una epidemia global los tocara, era reducida. Las calles de Vic son de edificios bajos, muchos de ellos muestran su origen antiguo y el peso de la historia parece garantizar una tranquilidad adusta. Pero el impacto sucedió. Para mediados de julio, el virus infectó a más de 300 mil personas en España y se cobró la vida de 28.403 de ellas de acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud. Esto lo ubica como el séptimo país con más fallecimientos a causa del COVID-19 en el mundo. ENCERRADOS Lo que más le costó a Ramiro fue el tema del control en la comida. Levantarse, aunque solo a veces, era el preludio para la consumición de lo primero que llegara a sus manos. Durante ese tiempo convivió con un compañero de cuarto, un local, pero el trabajo que realizaba le dejaba poco tiempo para que se formara un trato estrecho. Los días transitaban con la velocidad de la for-

mación de glaciares. El descanso y la sensación de almuerzo continuado sólo eran interrumpidos por unos breves conatos de tareas enviadas por la universidad. Como en otros lugares, la Universidad de Vic apuntó a una continuidad del estudio por medio de una plataforma virtual. Se sucedieron clases virtuales y materiales de lectura, sin que ninguna de ellas lograra llenar el lugar que debía ocupar esa nueva experiencia de estudio, esa experiencia de vida por la que había recorrido miles de kilómetros. -Con esto perdí un montón, no me dan las materias prácticas ahora– se queja Maximiliano. Ya iniciado en la investigación científica en su país, uno de los atractivos del viaje era conocer el trabajo de laboratorio en un lugar de vanguardia. Quizás hasta ayudar a vincular proyectos a ambos lados del Atlántico. Para él, esta continuidad virtual anulaba de modo total esa posibilidad. –Igual tan mal no la pasé– agrega– con que a mi compañero le regalaron la tele, zafamos un montón-. Gracias a que trabó buena relación con un par de catalanes en


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las primeras semanas de cursada, se pudieron poner de acuerdo en el alquiler de un departamento en Tarragona. De allí en adelante, los casi 60 días que duró su cuarentena sólo tuvieron el pesar de que las materias que realizaban no valieran. –Eso me caga la existencia–. -No, no, no podía volver. Era todo al pedo si volvía – dice Ramiro. Las becas de estudio entregadas eran por el valor de unos €3 mil euros al momento del concurso. Cuando en 2019, la devaluación asestó sus peores golpes en Argentina, Ramiro veía impotente cómo su eximio capital de viaje se tornaba cada vez más escaso. Cuando desde el Consulado se propusieron los vuelos de repatriación para extranjeros, el exorbitante precio del pasaje lo disuadió. Tenía que capear la tormenta o volver con las manos más que vacías. Maximiliano también dudó. ¿Qué lo retenía, al fin y al cabo? Sus prácticas estaban truncadas, su perspectiva de radicarse en España se perdería en la burocracia atascada por la situación a mano, ¿con qué motivo perder todo el tiempo de cuarentena alejado de la gente que conoce y ama? CABOS SUELTOS En las principales comarcas de Catalunya, la cuarentena por el COVID-19 duró desde mediados de marzo hasta mediados de junio. A partir de entonces, con la desaceleración de las muertes y los contagios, se permitieron salidas en horarios limitados del día. El paso de las semanas aflojó la dureza de las medidas iniciales. Sin descuidar los nuevos protocolos que rigen todo aspecto de la vida diaria, amigos y compañeros se reencontraron en las calles. También finalizó el semestre universitario. -Me gusta mucho cocinar –confesó Ramiro– por eso andaba con ganas de encontrarme un trabajo de algo de eso-. La hermandad con otros “sudacas” lo puso en contacto con un brasileño que también se encuentra en Vic, dueño de su propio local de comidas. –A nosotros no nos discriminan. Pero a los marroquíes no los quieren–. Dice sentirse uno más entre los habitantes de Vic. Salvo el idioma, por lo demás se confundirían entre la masa de gente que circula en los subtes de la Ciudad de Buenos Aires. “Por ahí tirar hasta septiembre es una opción”, baraja en su mente. Unos meses más en la patria de su padre. -No sé, por ahí me interesaba más viajar– escucho decir a Maximiliano, desde el departamento en Tarragona. –Tenía esta idea de sacar pasajes para Francia, Alemania, Gran Bretaña, Polonia, y todavía analizo si

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por mi familia por ahí saco la ciudadanía italiana–. La idea es real, el proyecto concreto y, aún con la muerte en los talones y con un desastre de sus ideas iniciales, es lo que hará. Juega con una lapicera y unas monedas de recuerdo mientras se le enciende la mirada ante ese posible panorama. Quizás ya vea el paisaje de media docena de países más. En la Generalitat de Catalunya, durante las últimas dos semanas se ha vivido un nuevo brote de coronavirus, con un pico de más de 1200 casos nuevos en sólo 24 horas. El rebrote es el más grande en el país desde que el estado de alarma se había dado por finalizado en junio. Cuando hablé con ambos, ninguno demostró preocupación por esto. Quizás hasta pareciera algo insolente la forma en la que se desentienden de una pandemia con sus planes personales. Pero si vamos al caso, el virus tampoco entiende de la vida de las personas.

Maximiliano en su llegada a Cataluña


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ANALÍA CHILLEMI, SECRETARIA ACADÉMICA EN LA FACULTAD DE TRABAJO SOCIAL DE LA UNLP

“SI NO PARTICIPÁS, LAS COSAS NO CAMBIAN” A pesar de que en la casa de Analía nunca se militó, de todas maneras había un sentimiento de solidaridad marcado. Quizás ese fue el principio de todo.

“Nunca salir a comprar fue tan estresante como lo es ahora”, comenta Analía Chillemi mientras la vemos aparecer delante de la cámara de su computadora. Las primeras imágenes que observamos son su pelo negro, una sonrisa cansada, una campera beige y un póster colgado en la pared que reza “con los puños en alto deseando al final hacer la revolución con una canción de amor”. -Me lo hizo una amiga, está lindo —comenta con simpatía. Analía es Licenciada en Trabajo Social y podríamos decir que esa frase de la canción “Había una vez” del Indio Solari y los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, la describe a la perfección. En este momento ocupa el cargo de Secretaria Académica en la Facultad de Trabajo Social de La Plata, donde también ejerce como docente. “Es una vorágine de cosas todos los días”, afirma con un tono preocupado. -La otra vez, en una clase de Programación Estratégica, hablaba con mis alumnos que ahora nuestra tarea es planificar en la incertidumbre. Es decir, estamos ante la presencia de la caída de todas las certezas, todo se pone en tensión. Hoy nuestro trabajo es por

completo distinto- dice con convicción. Analía nació en Don Bosco, en el Hospital del Vidrio. Vivió la mitad de su vida en Berazategui hasta que se mudó a La Plata. Fue a un jardín de monjas, al que recuerda con cierto desprecio. “No sé cómo caí ahí, la verdad, seguro si le preguntás a mi hermana y se acuerda de todo, yo no. Lo único que sé es que le pedí por favor a mis papás que me cambiaran”. Cuando era chica le gustaba bailar, tanto que llegó a ser profesora de Danzas Españolas con 15 años. Pero lo que más ama hacer en la vida es ir a recitales. Todavía recuerda esas noches en el Club Ducilo de Berazategui: “¡Ahí tocaron TODOS!”, donde vio a Soda Stereo, Los Abuelos de la Nada, Virus y Charly [García] (“cuando todavía tocaba con Fito [Paez]”). -¿Por qué te decidiste a estudiar Trabajo Social? ¿Qué te motivó? -Fue raro. De chica siempre tuve en la cabeza, cuando pensaba en trabajo social, la imagen de las asistentes del gabinete de la escuela, lo cual me parecía lo más horrible

y aburrido del mundo. No era algo que me llamara la atención. Pero luego de un test vocacional, que me recomendó carreras de Ciencias Sociales, dije “bueno, ya fue” y me anoté en la Universidad Nacional de La Plata. Los primeros años le costaron, como a todos se podría decir. Pero hubo dos situaciones que le cambiaron la forma de ver y entender el mundo. La primera fue que, alrededor de su tercer año, comenzó a militar en una agrupación estudiantil y hacer las prácticas profesionales. -Si no participás, las cosas no cambian. Y recién en los 90 la política volvió a la juventud. La militancia, más las prácticas donde conocí trabajadores que me volaron la cabeza, me hicieron encontrarle la vuelta a mi profesión. Siempre odié la idea absurda de los oficios quietos y chatos; para mí eran mediocres. Pero cuando vi lo que esa gente hacía en los barrios, ahí me cayó la ficha. Y, por otro lado, a pesar de que en mi casa nunca se militó, de igual modo había un sentimiento de solidaridad marcado. Siempre recuerdo que mi viejo, para el día del Niño, armaba una mesa llena de chocolates


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Por AGUSTÍN COELHO Producción SANTIAGO MANUEL FERRER para todos los chicos del barrio. El segundo hecho fue la desaparición de Miguel Bru el 17 de agosto de 1993. Miguel tenía 23 años y estudiaba en la Facultad de Periodismo de la UNLP cuando fue detenido de manera ilegal y torturado hasta su muerte por policías de la comisaría 9na. de la ciudad de las diagonales. — Yo solo viajaba a la facultad y volvía a mi casa. Ya está, eso era todo. Pero, en cambio, que pasara algo tan cercano me hizo pensar: venimos de una dictadura. No era mi amigo, pero era un estudiante como yo, tocaba en una banda de rock, cursaba, podría haber sido cualquiera de nosotros. A partir de ahí empecé a meterme más en cuestiones de organización y participación. Hay hechos que te despiertan y te hacen ver las cosas de distinta manera. Este puede ser uno. Desde su militancia y su lugar en la Facultad pudo conocer a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, pero más a Hebe de Bonafini. “Ella venía, nos daba charlas y nos formaba. En esa época los Organismos de Derechos Humanos apoyaron a los estudiantes universitarios porque, en pleno me-

nemismo, se los necesitaba. Había hermandad en las luchas.” Ya recibida, Analía trabajó en la Universidad de las Madres como docente en la carrera de Trabajo Social. También, hace algunos años, participó en la Mesa por los Derechos Humanos que se realiza en La Plata, la que se armó en 2014 pero tomó más impulso cuando asumió Mauricio Macri. “Hay que mantener viva la memoria para tener presente de dónde vinimos”, afirma convencida.

ayudante. No sé si lo que me movió fue la docencia, pero sí puedo afirmar que tenía la idea de querer construir el Trabajo Social como profesión. Después, con el tiempo, me fue gustando enseñar y la participación en la vida universitaria. Con respecto a los miedos, hoy tengo que dar un teórico por plataforma de video conferencia y me da nervios, no me salen las palabras, etc… El miedo siempre está pero me gusta mucho lo que hago.

-¿Por qué te decidiste por la docencia? ¿Qué te motivó? ¿Qué te asustó al principio? -O me asustan todavía... La docencia fue de la mano con mi construcción -agrega mientras la hija la interrumpe-. Antes, la Facultad de Trabajo Social era una de las pocas escuelas superiores de la Universidad; nacimos como una carrera que dependía de la Medicina, en otras palabras, éramos auxiliares médicos. Luego de mucho tiempo de pelear por la autonomía de la profesión, en 2005 logramos el pase a Facultad. Traigo este recuerdo porque, en mi tercer año, me invitaron a participar de una cátedra como

-En este sentido… ¿Hay algún evento del que hayas participado que recuerdes con aprecio? -Recuerdo un acto en el que tuve que realizar la presentación y la primera parte con todas las Madres de Plaza de Mayo presentes. Tener que hablarles fue difícil -agregó con una risa-. Aparte si o si tenía que hacerlo porque, antes de ser Secretaria Académica, fui Directora de Derechos Humanos de la Facultad. También hubo otro evento, que fue el 23 de marzo de 2017, donde participé en la Mesa por los Derechos Humanos. En esta realizamos una lectura en conjunto con Estela de Carlotto


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ENTREVISTA ANALÍA CHILLEMI de un documento. La modalidad era que cada una leía una parte. Un día muy lindo, sentí una emoción impresionante. -¿Cómo pensás el futuro en lo académico y social desde tu rol en la Universidad? -En estos momentos uno no puede detenerse, pero tampoco puede seguir como si nada hubiera pasado. Está claro que todo el tiempo nos preguntamos si hay que continuar o parar, darse un tiempo de duelo o no, la cuestión central es qué hacer. Para mí tenemos la responsabilidad de garantizar que la Facultad esté en funcionamiento. Con respecto al acceso de las pibas y los pibes, habrá que ver sobre la marcha. Entregar becas, conseguir insumos, etc., son posibilidades y hay que analizarlas ya que hay chicos que no tienen ni para cargar datos móviles en el celular. Tenemos que acompañar en estas situaciones. De todas maneras, este puede ser el momento para empezar a tener visibilización de las cuestiones de desigualdad que sufren las y los estudiantes. Es decir, tenemos que aprender de lo que pasó para que el futuro no nos vuelva a agarrar así de desarmados. Y que no se mal entienda, mi pensamiento no apunta a romantizar una crisis, sino a diagramar nuevas formas, miradas y esquemas que permitan pensar de distinta manera la sociedad para que los problemas que vienen no nos golpeen tanto. A esta altura de la entrevista, la convicción y el amor que siente Analía por su trabajo es innegable. Cada palabra que dispara a quemarropa, una crítica (constructiva o no), una idea o pensamiento, lo hace desde una posición que busca un futuro mejor para todos. Analía Chillemi afirma que este lapsus sin tiempo llamado cuarentena fue un parate que le permitió reencontrarse con sus dos hijos, sobre todo con Carmela, que es la menor. “Estar en casa no lo padezco, pero es debido a mi situación. Es decir, tengo para comer, un trabajo que lo puedo hacer desde acá y un hogar, en concreto no lo sufro porque tengo las necesidades básicas cubiertas. Eso me genera una responsabilidad de cuidarme a mí y a los demás”. -¿Cuál es el significado que tuvo y tiene tu familia para vos en estos momentos de pandemia? -En estas situaciones uno se da cuenta que los afectos son el motor fundamental

Analía junto a Hebe de Bonafini (arriba) y en un acto por el día de la memoria (foto: Rocío Irle)

de la vida. Recién en la soledad tomamos real dimensión de lo valioso que es estar conectado con el otro, la importancia que tiene un abrazo, un beso, tomar un café o mate en una plaza. En ese sentido, los amigos, amigas y amigues son como mi familia también. Siempre todos me acompañaron en las buenas y en las malas, y si no fuera por ellos me hubiera costado muchísimo salir adelante. -Uno se construye con la gente que tiene alrededor. -Si. Cuando se me inundó la casa en 2013, mi hermana me llamó a la madrugada y me dijo “no te muevas de ahí, yo como sea, te voy a ir a buscar” y a las 8 estaba acá junto con Ernesto, mi otro hermano, eso no me lo olvido más. Luego, el proceso de recons-

trucción fue ver mi casa llena de gente que se acercó a dar una mano, como las personas del barrio Villa Elvira (donde mi marido trabaja junto a un movimiento social) que, a pesar de tener que ganarse el pan a diario, vinieron y nos ayudaron. O Javier, el albañil, que trabajó un montón de tiempo gratis porque no teníamos cómo pagarle. Y tantos otros amigos… En fin. El hecho de que todas esas personas, sean amigos, familia o conocidos, estuvieran presentes para nosotros fue increíble. Si eso no es un motor de vida, no sé qué lo será. En ese sentido, de no ser por todos ellos no hubiéramos podido reconstruir nuestra casa -dice con lágrimas en los ojos-. Todo eso, para mí, demuestra lo necesarios que son los vínculos en nuestra vida.


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MAURICIO “DAMON” GALLARDO, COMENTARISTA DE AUTOMOVILISMO

UN RELATO APASIONADO

Mauricio “Damon” Gallardo es relator y comentarista de automovilismo y motociclismo. En 2009 condujo el programa central del Rally Dakar emitido por la Tv Pública, además se desempeñó como presentador y comentarista en Fox Sports. Desde entonces su vida profesional no paró de crecer y en la actualidad es un referente en el deporte motor. Por SOLEDAD MIRANDA

Nacido en Las Parejas, Santa Fe, Mauricio Gallardo, más conocido como Damon, apodado así por su parecido físico al ex corredor de Fórmula 1, Damon Hill, es uno de los relatores de automovilismo más reconocidos no sólo en nuestro país, sino también en Latinoamérica. Su carrera comenzó a los 14 años cuando por primera vez hizo un programa de radio en el pueblo de donde es oriundo, “las oportunidades de aprender en el hacer se dan sólo en los pueblos chicos. En las ciudades grandes si no te llevan, es difícil”. Ya a esa edad, recorría el pueblo a bordo de su bicicleta en busca de lo que siempre soñó, relatar. La pasión por el automovilismo lo llevó a ser bombero. Su decisión, además de poder ayudar a la gente, tuvo que ver con la posibilidad de presenciar las carreras y sentirse parte de la competencia. Pensó, “si soy bombero puedo ir a las carreras”. Después de cuatro años de instrucción en el cuartel se dio esa oportunidad. Para 2007, Damon ya estaba en Buenos Aires al frente de un programa de radio de la mano de Fernando Tornello, histórico relator de la Fórmula 1. “Tu carta de presentación es que te escuche la persona

indicada” y así fue, la generosidad de Fernando Tornello lo llevó a lo máximo de su carrera cuando al tercer programa que hicieron juntos, le presentó a los productores de Fox Sports, “seis meses más tarde, me convocan para hacer las audiciones en el canal”, explica. El paso de Santa Fe a Buenos Aires, si bien significó una ocasión para concretar lo que tanto había buscado, representó un cambio en el entorno personal del relator. La relación con sus amigos del pueblo ya no fue igual: “comparto más con mis compañeros de trabajo”, asegura, y dice haber perdido momentos con sus amigos del barrio. Alguna vez sintió que el desapego le costaba, fue entonces cuando Jorge Valdano, también de Las Parejas, exjugador de fútbol y campeón del mundo con la selección de Maradona del 86, con quien desde España intercambió correos electrónicos, le dijo: “pensá si no te hubieras ido, si no lo hubieras intentado, qué pensarías hoy veinticinco años más tarde”. Eso lo ayudó a entender que si bien perdió cosas en su pueblo, también ganó en su profesión, “hacer lo que me gusta, compensa todo lo que puedo extrañar”, dice orgulloso.

Mauricio Gallardo supo desde 2008 que sería convocado como uno de los presentadores del Rally Dakar, pero como aún no estaba firmado el contrato, prefirió guardarse el secreto por miedo a que se caiga la propuesta. Aunque el deseo de compartir semejante ilusión, lo llevó a contar la noticia a quien le había dado el primero de sus trabajos en una radio de Las Parejas, “lo llamé antes que a mi papá porque sentí que eso era un pedazo de él. Lloramos juntos, yo desde la vereda de Canal 7”, dice emocionado. Conserva la humildad y no olvida a quienes estuvieron ahí para darle una mano cuando aún no era conocido. Durante 2009, año del Rally Dakar, el primero de Sudamérica con sede en Argentina, Mauricio “Damon” Gallardo es convocado por la TV Pública para conducir el segmento central de la competencia, labor que continuó en las posteriores ediciones, y en Fox Sports como presentador y comentarista. Por primera vez estaba frente a la televisión de Buenos Aires. Lejos de ponerse nervioso ante el debut, el relator asegura que lo tomó con total naturalidad, sintió que toda la vida se había preparado para ese momento.


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Damon recuerda la primera transmisión del Dakar en el Obelisco ante miles de personas, no tomó dimensión de lo que significaba esa primera edición tanto a nivel local como internacional, “sólo pensaba si en Las Parejas me veían por televisión”, dice entre risas. Al momento de relatar más allá de lo deportivo, la historia detrás de un piloto es lo que más le apasiona. Para él es una manera de humanizar a los competidores, “contar el lado emotivo de ellos implica sensibilizarlos”, explica y comparte una anécdota en la que Valentino Rossi, hoy nueve veces campeón del mundo en motociclismo. La primera vez que el piloto italiano hizo una prueba de 100 metros arriba de su moto cayó y el instructor le dijo al padre que no serviría para competir. “Eso es lo que me gusta, las historias de inspiración y superación de cada deportista”, fiel a la humildad que lo caracteriza y a su propia historia de vida, a Damon le gustan las historias que nacen a fuerza de voluntad y trabajo. El haber convivido tantos años cerca de los pilotos en las carreras le permitió entender el costado humano de los deportistas, hecho que toma relevancia a la hora de relatar. “Ellos tienen problemas igual que nosotros, a veces están mal y eso repercute en el rendimiento, son seres humanos”, dice convencido que la crítica de algunos

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periodistas es resultadista. En este sentido, Damon se aleja de comentarios que se generan tanto en las redes sociales como en el entorno periodístico “es una pérdida de energía, no me cruzo con nadie, no contesto agresiones y trato de marcar lo bueno de un deportista más allá del resultado”, sostiene. A través de los años su relato ha pasado por varias categorías y de todas ellas la que marcó su sueño fue la Fórmula 1, desde niño escuchó relatos de las carreras, aunque reconoce que el motociclismo es otra pasión. Su vida profesional se centra en el relato, pese a estar tan cerca de los motores, nunca quiso ser piloto, siempre tuvo en claro que su lugar estaba frente al micrófono. Su compromiso social lo llevó a hacer un programa para la Prevención en Seguridad Vial junto Sebastián Porto, piloto argentino en motociclismo. Cuenta que al estar frente a las transmisiones del mundial Superbikes que se emite para 19 países, comenzaron a llegar mensajes de los televidentes con historias de seres queridos que han perdido la vida a bordo de una moto, desde entonces ofrecen charlas de concientización con el fin de disminuir accidentes, “fuimos por todo el país con este proyecto. Ahora nos paró la pandemia, pero nuestra intención es seguir con los encuentros presenciales”, dice con entusiasmo. No sólo pasó por cada rincón de nuestro país gracias a su profesión, sino que tam-

bién lo hizo por el mundo, “disfruto cuando viajo, me gusta visitar museos, cuarteles de bomberos, no sólo los lugares turísticos”, explica. Mauricio Gallardo mantiene su condición de fanático y no se impide mostrar admiración por sus íidolos y sacarse una foto con ellos, “hay determinadas líineas periodísticas que dicen que no podés admirar a un deportista porque perdés la capacidad de ser objetivo, yo me lo permito”, sostiene. Y cuenta que en unos de sus viajes pudo sacarse una foto con Valentino Rossi. Para el relator es fundamental disfrutar mientras se trabaja y si eso implica romper las “reglas” ahí está él para hacerlo, “soy fan de Valentino Rossi, lo admiro como puedo hacerlo con cualquier deportista que haga algo fuera de lo normal”, dice entre risas. En lo profesional, el relator siente que cumplió con los objetivos que se propuso, y a medida que su carrera creció se dio cuenta que obtuvo más de lo que se imaginó, “soy un agradecido de todo lo que vino después casi sin buscarlo”, asegura y siente que hay que devolver todo lo bueno que le dio la vida a través de las personas que se cruzó, “me ayudó mucha gente, cuando no tenía plata para pagarme un hotel hasta me dieron un lugar en una casilla”, cuenta emocionado y siente que debe ayudar a que la gente se abra camino para cumplir su sueño, “lo hicieron alguna vez conmigo, cómo no voy a ayudar a otros”.


FRONTERAS

10 AÑOS DE Q.NOTICIAS MEMORIA AUDIOVISUAL E IDENTIDAD COMUNICACIONAL

El año 2010 se inició con los resonantes debates en materia de democratización de la comunicación que dejó la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en octubre de 2009. Sumergirse en los desafíos que proponía la Ley implicaba poner el foco en varias cuestiones. Por un lado, adaptaciones y nuevas propuestas académicas, como así también proyectos de investigación y extensión que contengan el nuevo paradigma, y el conjunto de debates por la democratización de la comunicación desde donde las universidades jugaron un rol protagónico. Pero por otro lado, había que prepararse para dar cumplimiento a derechos de la Ley como Art. 89 que establecía que “cada Universidad tiene el derecho de ser autorizado a prestar servicios de comunicación audiovisual y que se reserve la frecuencia “En cada localización donde esté la sede central de una universidad nacional, una (1) frecuencia de televisión abierta, y una (1) frecuencia para emisoras de radiodifusión sonora”. Para una Universidad joven como la UNQ que para entonces tenía sólo dos décadas, situarse

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ante un proyecto que incluye lo académico junto a la producción de contenidos mediáticos implicaba formar recursos humanos y desarrollar diversidad de formatos audiovisuales. En definitiva, instalar una capacidad humana, técnica, tecnológica y comunicacional que siente las bases de sustentabilidad a largo plazo. En 2010, desde la Dirección de la Licenciatura en Comunicación Social, junto a un grupo de alumnos y docentes pusimos en marcha el primer experimento, el noticiero Q.Noticias que su vez inauguraba la plataforma UNQTV. No sólo era la exploración de un formato, sino que a su vez buscaba dar respuesta a un servicio cada vez más demandado institucionalmente, que era el de comunicar la ciencia, la extensión, las jornadas académicas, entre otras cosas. Empezó siendo un proyecto sin recurso económico, con el formato de la militancia audiovisual tan característica

FRONTERAS

Texto NÉSTOR DANIEL GONZÁLEZ Fotos NATALIA GARCÍA MELINA PROCICCHIANI


FRONTERAS

#QNOTICIAS10AÑOS en nuestro continente, y a la luz de una ley que consideraba a la comunicación un derecho. Q.Noticias fue también laboratorio de otros formatos informativos audiovisuales que luego se independizaron y llegaron a varias pantallas. Huellas, programas en vivo por streemings, Contextos, Q.Regional, QACtv y hasta Cronistas Barriales. Ese grupo de alumnos creció y se consolidó un plantel con fuerte protagonismo de graduados y paridad de género. Y formó a muchos otros que también se esparcieron por el medio productivo. En 2020 y en medio de la pandemia, Q.Noticias cumplió sus primeros 10 años y se reinventó para seguir ejerciendo el derecho a comunicar. Memoria audiovisual de la UNQ, identidad comunicacional...una cámara en la mano y una idea en la cabeza.

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“LAS ABEJAS NO SON MOLESTIA, SON NECESARIAS Y DEBERÍAMOS PONERNOS CONTENTOS DE VERLAS”

A pesar de que un 70% de la agricultura depende de la polinización de las abejas se registra un declive de su población. La disminución se adjudica a los efectos combinados del cambio climático, la agricultura intensiva, el uso de pesticidas, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. Pese a estas influencias negativas, la evolución de la producción mundial de miel natural muestra una tendencia positiva. En Argentina, se observan ciclos de importantes crecimientos y abruptas caídas. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), Argentina es el tercer fabricante de miel del mundo con un promedio de 65 mil toneladas de producción y apenas un consumo interno anual de 200 gramos per cápita. Con un consumo tan bajo, los apicultores están atados a los precios que regulan 4 o 5 exportadores. El campo se asocia con vacas y caballos pero raras veces con la cría profesional de abejas. Si te picaron una vez, tomarás precauciones para tenerlas lejos. No así Rodrigo Campomar, que maneja –sin guantes– un promedio de 100 colmenas que equivalen a alrededor de 60 mil abejas. Es estudiante avanzado de Ingeniería Agronómica de la Universidad Nacional de La Plata y el tema de su tesis es la apicultura. Además, es emprendedor de la “Tienda Apícola Don Juan”, que fundó en noviembre de 2014 junto a un amigo. Su sueño es establecerse como referente para la ciudad y generar nuevos productos de miel. Rodrigo, con entusiasmo y pasión, comparte acerca de la profesión, las ventajas de la miel y la importancia de la abeja. -¿Qué te llama la atención de la apicultura? -Arranqué con dos amigos con una materia optativa y la seguimos porque tuvimos buena onda con el profesor. Además, la abeja siempre me llamó la atención. Empezamos y un día dijimos: “Che está bue-

no, tiene lo suyo.” Hoy puedo decir que lo que me gusta es el aislamiento mental que te genera, o sea en el momento que estás ahí no podés pensar en otra cosa. Es un cable a tierra genial, te lleva, te compenetrás en la tarea, no hay forma de que pienses en otra cosa, porque la abeja no te lo permite. Tenés que prestar atención a un montón de circunstancias. -¿Cómo cuales? -La apicultura requiere que uses todos los sentidos para trabajar. Desde el oído, la vista, el tacto, hasta el olfato. Así, por ejemplo, se siente un olor mucho más rico cuando la colmena está en buen estado y trabaja. En la primavera se siente un aroma de néctar casi a miel. El oído, porque las colmenas suenan diferentes según las circunstancias. Una colmena que perdió la reina o la tiene defectuosa hace un sonido diferente a una colmena alterada, o sea el zumbido que hay dentro de la colmena es más grande. La vista por cuestiones obvias, pero porque además lo primero que tenés que hacer es observar el estado de la colmena. Lo ideal es observar antes de generar un disturbio por querer resolver el problema. -¿Cómo es un día típico de apicultor? -Mi día arranca en mi otro laburo. Hasta el mediodía trabajo en el servicio penitenciario, en el área agropecuaria donde fomentamos el trabajo de los internos en sistemas agropecuarios en siembra hasta huerta, apicultura, de todo un poco y en toda la Provincia de Buenos Aires. Luego me dedico a la apicultura, muchas veces también el fin de semana. Los días de verano son arduos por el calor. El mejor momento es cuando terminaste, ves todo el trabajo realizado y te quedás tranquilo y contento. En el campo siempre hay un mate antes de pegar la vuelta. Casi siempre al atardecer, son lindos momentos, la verdad. Son buenos días esos.


COORDENADAS FRONTERAS

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“Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres.” Por CAROL KELLER

-¿Hay diferencia en las estaciones del año? -Sí. Lo particular de la apicultura es que cambia de modo rotundo en las estaciones del año. Cada estación tiene su trabajo particular. Podemos arrancar desde el invierno, cuando la colmena está más quieta -chicaestá invernando. Rompe la hibernación en primavera. La actividad más productiva es el verano y luego en otoño que es la temporada de preparación de la colmena para entrar a la hibernación. Son bien diferentes las estaciones del año y también cada año

lleva una variedad en rendimiento. Se nota el cambio climático y no terminamos de entender en qué tipo de clima nos ubicamos en la Argentina. -Como apicultor, ¿cuál es tu mayor desafío? -Uh. Desde lo económico, sería como una especie de sueño lograr una rentabilidad que permita vivir de la apicultura. Nuestra idea es establecernos como un punto de referencia, por lo menos en la ciudad de La Plata. En cuanto a la miel y como apicultores, lo que más nos importa es pensar las abejas no sólo como una fuente de ingreso, sino como un recurso natural, indispensable

Albert Einstein

para todos nosotros.

-¿Cuáles son los tres productos clásicos de la apicultura argentina? -La primera sobre todo es la miel, pero también, el polen, el propóleo y la jalea real, incluso la cera que se utiliza en cosmética o para hacer tablas o pisos. Algo que por ahí no se ve, pero me gustaría rescatarlo, es el servicio más grande, que es la polinización. No se compra, no es tangible pero sin la polinización de las abejas no tendríamos una buena parte de nuestra dieta. -¿Alguna vez te pican? -Siempre... Siempre.

-¿Te duele más a vos o te duele más la pérdida de la abeja? -Nooo. Duele donde te pica. La pérdida de la abeja en sí es ínfima. Uno por ahí piensa la abeja como individuo pero en realidad, los apicultores pensamos que el individuo de nuestro trabajo es la colmena. La colonia está sana o la colonia está enferma. La colonia tiene hambre o tiene buenas reservas. Para que te des idea en invierno tenés 10 mil abejas y en verano tenés 60 mil abejas por colmena. El hecho de una no hace la diferencia. -¿Qué problemas puede haber? -Los problemas puntales son pocos. Loque americana, por ejemplo, es una bacteria que genera un olor feo y afecta a las larvas de la abeja. El más grave a nivel mundial es el ácaro varroa destructor, un piojito, que se pone sobre el lomo de la abeja y le chupa la sangre. Otro problema grave es la fumigación. Sobre todo, la fumigación por piretroides, un agroquímico que hace que


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la abeja se pierda, incluso que se despueblen las colmenas. También existe el síndrome del despoblamiento, que todavía no se encuentra del todo el sentido pero deja las colmenas con el material en perfecto estado sin rastros de las abejas. A veces se puede encontrar la colmena muerta, que puede ser por un hongo, un virus o una bacteria. El síndrome del despoblamiento no te permite hacer ningún tipo de análisis. Encontrás la colmena en perfecto estado, limpio, como si nunca hubiese existido una colonia. Este es otro problema bastante grave. No sé si tanto a nivel local, pero sí a nivel mundial. -¿Por qué disminuyen las abejas? -Uno de los factores más graves creo que es el avance de la frontera agrícola. Antes se sembraba menos y crecían las flores autóctonas que son el alimento para la colmena del lugar. Hoy, se puede sembrar casi en cualquier lugar. Esto genera una pérdida importante de abejas. Otro problema grave es la deforestación, que tiene una doble culpabilidad. Por un lado, la eliminación del espacio de la colmena y, por otro, porque quita espacio a la flor autóctona. Los cultivos que se siembran en la mayoría de los casos- soja, trigo, maízno son visitados por la abeja, porque no puede sacarle demasiado de esto. Tampoco es conveniente debido a la fumigación. La fumigación es un gran problema a nivel mundial, porque el químico se queda en los cultivos y cuando la abeja consume este néctar le causa problemas en su sistema nervioso. -¿Qué posibilidades hay de frenar eso? -La naturaleza demuestra que cuando paramos de maltratarla, se repone. La realidad es que habría que generar un cambio de paradigma para que se dejara de usar

los agroquímicos. No es fácil y no creo que sea algo que vaya a pasar. Por lo menos no en Argentina. En otros lugares por ahí se da más bola a la restricción de agroquímicos y la observación de la vida silvestre. Cuesta porque es algo que incluso toca al bolsillo de la economía mundial.

dar que ellas tengan todas las comodidades para que salga la mejor producción en mayor cantidad posible. Después nuestro trabajo consiste en la extracción de la miel y tenemos que cumplir con las condiciones necesarias del saneamiento. En nuestro caso no es nada más que eso.

-¿Qué podemos hacer para cuidar a las abejas? -Por un lado, se puede poner en un lugar de la casa las plantas melíferas, que son aquellas que las abejas visitan, puede ser lavanda o si tenés lugar para plantas de cítricos o frutales. Algo más fácil de aplicar es consumir miel y comprarla a apicultores. Eso genera una retribución a la apicultura, es un ingreso económico, pero también un retorno a la actividad que realiza, y con eso de modo indirecto cuidás a las abejas también.

-¿Qué recomendación tenés para aquellas personas que quieren iniciarse en la apicultura? -Que arranquen, que prueben, siempre aconsejamos empezar con pocas colmenas, para no volverse loco. Prestar atención a todo, siempre se aprende algo nuevo, todos los días se aprende algo. Que se asesoren, que hablen con otro apicultor, si quieren pueden contactarse conmigo, por lo que necesiten. Pero sobre todo que se inicien sin miedo.

-¿Hay algo que debemos tener en cuenta al comprar la miel? -La miel debe cristalizar en invierno salvo que sea miel de catay. Esta miel viene de una flor del delta que se mantiene líquida todo el año. Entonces si vamos al super en invierno y vemos una miel líquida debemos leer la etiqueta. Si dice que es miel pura y está líquida, entonces es miel recalentada. Esto significada que perdió las proteínas, aquello que hace a la miel un producto diferente. También puede ser que la etiqueta diga miel en grande, alimento a base a miel o miel rebajada. Estas dos observaciones son importantes. Si comprás de un apicultor, será miel de calidad, porque el apicultor cuida su producto.

-¿Hay algo que te parezca importante remarcar? -Mucha gente viene al negocio a preguntarnos cómo deshacerse de una colonia que tienen en el árbol de la casa. Es importante recordar que la abeja no molesta, aunque a veces es complejo convivir. Si bien en algunas circunstancias es entendible, por ejemplo, si la colonia está cerca de la pileta, o si hay chicos. Pero lo más común es que la gente viene y me dice: “Están en el fondo, no voy hasta allá, pero me molesta, me da miedo verlas.” Entonces les digo no pasa nada, no te harán nada. Hacen su trabajo, no se dedican, ni viven de picarte a vos; lo último que quieren hacer es picarte. Somos nosotros los que las molestamos. No son molestia, son necesarias y deberíamos ponernos contentos de verlas.

-¿Cómo producís la miel? -La mayor parte del trabajo lo hacen las abejas, lo que hacemos nosotros es cui-


FRONTERAS COORDENADAS

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RELATOS DE PANDEMIA EN LOMAS DE ZAMORA

-¡¿Miedo?!- Se enojó, para variar. Pero tiene razón- ¡No podés tener miedo! Menos cuando ves a alguien que tiene hambre. O cuando llegás a un lugar y ves ojos vidriosos. El otro día una abuelita de casi 80 años me dijo “gracias”, se me puso a llorar porque era lo único que comería en el día. No. No podés tener miedo. Así me responde Sebastián Japas cuando le pregunto si le teme a la responsabilidad que asumió desde el comienzo de la pandemia, de que tantas personas dependan de su reparto de viandas: fue su respuesta frente al hambre de los vecinos de Lomas. *** Martes 17 de marzo de 2020 en Lomas de Zamora. En el Palacio Municipal de Manuel Castro 220, Melisa, Flavia, Pato y yo empezamos a mirar mal a quien nos pide un mate, desinfectamos el teléfono con alcohol después de usarlo y prohibimos los estornudos. No éramos conscientes de que ese sería el último día en que cuatro personas podríamos compartir un cubículo de dos por tres, durante horas. Ni de que las paredes de madera y vidrio con fotos de recuerdos juntos y posters de Eva y Perón quedarían solitarias al mirar nuestros puestos vacíos; aún siete meses después. Ni que esa era la última vez que miraríamos la puesta del sol por la ventanita que da al hall del HCD (Honorable Concejo Deliberante de Lomas de Zamora). Ya no nos divertimos al imaginar la vuelta para encontrar a Kicillof en las escaleras de mármol. Tampoco pensábamos que nunca más íbamos a poder compartir el mate. Comenzaba esta nueva era. Al día siguiente, resolvimos nuestros espacios domésticos de trabajo para loguear-

nos, cumplir horario y acostumbrarnos al mundo del home working que tantos problemas familiares y dolores de espalda nos causa. Nosotros cuatro, y algunas voluntades, producimos todo el material para las tres redes de un funcionario municipal, entre otras tantas responsabilidades y tareas administrativas. La temática de las publicaciones cambió de una manera inimaginada e interesante pero el ritmo no. Cubrimos entre dos y tres actividades presenciales por día de lunes a viernes y una los fines de semana, más el contenido que hacemos para las efemérides y fechas familiares importantes (y no hablemos de los acontecimientos repentinos no planificados). Ya manejamos el tema con cancha, rutinas y roles como si fuéramos un medio digital. Es que somos tres “unquinianas”: dos Licenciadas en Comunicación Social y yo -en vías de serlo- de la Universidad Nacional de Quilmes; y un “casi” Diseñador Gráfico de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. En Argentina hay 11,7 millones de personas pobres, el 40,9% de la población, según el informe del primer semestre del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) y, este año, la cifra se engrosó por las consecuencias económicas de la pandemia mundial que desencadenó el COVID-19. En los 24 partidos del Conurbano Bonaerense hay 10.894.664 habitantes, lo que representa el 25% del total del país y el 64% de la población de la Provincia de Buenos Aires. Cuando encaramos esta nota se cumplían 220 días desde que el presidente Alberto Fernández decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio y Lomas de Zamora acumula 20.827 casos confirmados y 511 muertos, según la Secretaría de Salud local. Ocupa el tercer puesto en el ranking de municipios del AMBA con más contagios.

Por MARÍA ANA PUENTE

Historias de realidades y actores permiten recrear los nudos de la red humana del segundo distrito más poblado del AMBA.

Pegada al Riachuelo, limita con el sur de la Ciudad de Buenos Aires. Puente La Noria es el brazo de hormigón que permite al tránsito de CABA adentrarse en este Partido que también limita con Lanús, Quilmes, Almirante Brown, Esteban Echeverría y la mismísima Matanza. A 159 años de su fundación es una ciudad de comercios y edificios al tiempo que es La Cava de Fiorito y la feria de La Salada. El barrio inglés de Temperley y “La Chanchería” de Villa Albertina. Es la Reserva Santa Catalina, el Arroyo del Rey y el Pozo de Banfield. Lomas es un tejido complejo de realidades que se vinculan y comunican entre sí todo el tiempo. Es cierto que algunos prefieren no reconocer las desigualdades e injusticias que ocurren a la vuelta de la esquina y sólo se enteran que a pocas cuadras de sus casas hay hambre cuando pasa una camioneta con una montaña de diez metros de bolsones de cartón y tres docenas de personas colgando por la puerta del local donde se compran una prenda de ropa en Las Lomitas, donde el metro cuadrado vale 3300 USD. Pero, pensar las cosas como dicotomías, nunca es sincero. Quizás todo está más vinculado de lo que creemos y la sociedad civil, las organizaciones sociales, el Estado, las entidades privadas, las expresiones religiosas, convergen en un escenario inédito en la historia que deja que pensar, que muestra las falencias del sistema en carne viva, pero que saca lo más humano de muchos. Aquí una pequeña selección de historias observadas por una ventana que permitió lo laboral acompañado de un compromiso que excede eso. ***


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FRONTERAS COORDENADAS

ENSAYO LAS VIANDAS SOLIDARIAS DE JAPAS -Apenas se decretó la cuarentena, yo estaba en mi casa tomando un vino tranquilo – cuenta Sebastián con su característica voz ronca- y un amigo mío en Quilmes, sabonim de taekwondo como yo, Walter, también estaba tomando un vino en su casa solo. Empezamos a charlar que no podíamos quedarnos encerrados, teníamos que hacer algo. “Algo hay que hacer, algo hay que hacer, ¿y qué hacemos para la gente?”– recrea el diálogo y se acelera- La gente la pasará mal y después, ¡peor! Y ahí le dije: “Bueno, hagamos viandas”. Y fue así. Cinturón negro, instructor, presidente de la Asociación de Taekwondo Provincial (TAP), lomense de nacimiento, 44 años, fotógrafo y escritor. Todo eso es secundario desde que Sebastián Japas arrancó con la iniciativa “Me sumo a las viandas” y empezó a armar una red solidaria cuyos alcances no imaginó esa noche. Organiza a personas que se comunican con él porque tienen ganas de ayudar para que preparen ricas porciones de comida que luego, con sus estudiantes de taekwondo, se ocupa de retirar y entregar en comedores, merenderos y ollas populares de todo Lomas de Zamora. -Las necesidades de las personas las vi siempre porque di Taekwondo gratis en villas de Lanús, Monte Chingolo, Barrio La Fe, barrios muy pobres. Pero lo que te impacta es llegar a un lugar y ver a las mamás o los papás, con tristeza y la cabeza gacha, hacer una cola en la búsqueda de un táper. Porque no es digno eso. No es digno. Quiero ver si agarrarías un táper y te fueras a hacer una cola para llevarle un plato de comida a tu hijo porque no te queda otra. Sebastián tiene carácter fuerte, es calentón, disciplinado y prolijo. Todos los que lo conocemos sabemos que es así. Con Fla, Pato y Meli más de una vez lo vimos por el municipio con un nuevo pedido para el desarrollo esta y otras actividades solidarias. Lo que hace, es admirable, lo bancamos. Es transparente, alguien que no para y que siempre hace algo para los demás, sin esperar nada a cambio. Un hombre que “no tiene nada que ver con la política partidaria”, recurrente denunciante de injusticias y de gran corazón. En la actualidad lleva más de seis meses con esto y 10 mil viandas entregadas. La iniciativa tomó dimensiones inesperadas, algunos espacios dependen de esta ayuda para brindar comida al barrio. Las personas que cocinan y

colaboran ni saben que Sebastián es el motor de todo, ¿no le da miedo o vértigo a dónde terminará todo esto? - ¡¿Miedo?!- Se enojó- No. No podés tener miedo. TODOS SOMOS UNO Suena el despertador, son las 7:30. Salto de la cama, voy al living, abro las cortinas y agarro el celular. Dedico un largo rato a responder mensajes y ver qué quilombos hubo durante la noche y la madrugada. Recién ahí, preparo el desayuno para dos. Mientras lo tomamos y miro el noticiero, acomodo, hago la cama, barro el cuarto, me preparo el automate y me siento en el hueco que queda entre la puerta de mi cuarto y la de mis hijos donde encastra justo un “escritorio”. Ahí está mi amada PC, pegada a la pared que es tan antigua que se desintegra y cae sobre mis pies de modo constante quién sabe hasta qué hora. Los cuatro días de home working son iguales hace siete meses. Son las 9, empezó el día laboral y es la hora de contactar a una de las responsables de la actividad de hoy: Julia. ¡Ah! Me olvidaba: “¡Hijos! Son las 9, ¡arriba!” Julia Zurita vive en Saladillo entre Marsella y Puerto Argentino en Villa Albertina, pegada al barrio Provincias Unidas, muy golpeado por la pandemia. Ahí todos la quieren porque siempre ayuda a los demás, aunque nunca la habían necesitado tanto como ahora. Enseguida atiende con su dulce voz para contar lo que hace. Ella es una gran cocinera, trabajó en el Johnny B Good de Las Lomitas y, cuando arrancó la pandemia, puso sus conocimientos al servicio de la olla popular más grande de Lomas de Zamora: “Todos Somos Uno”. Una iniciativa de un grupo de vecinos del Barrio 17 de Noviembre, más conocido como “Campo Tongui” y también cercano a

la casa de Julia. Allí, desde que se decretó el aislamiento hasta mediados de julio, se dio de comer a más de 400 personas de lunes a lunes sin suspender un solo día ni por los más crudos fríos ni por lluvia. La cola de cuadras con cientos de personas que esperaban la comida fue una de las postales más crudas de la pandemia. Esa unión vecinal nació de la necesidad. Ninguno de los que integraban el grupo que fue el motor de esa tarea, se conocía de antes. Los casos positivos de COVID-19 en el Tongui y entre los organizadores los obligó a retirarse para aislarse unos días. Pero la situación no mejoraba y cada vez había más casos en el barrio. Julia no aguantó más y arrancó de vuelta: -La verdad, fuimos un grupo muy hermoso. Pero, bueno... Se puso difícil la situación y tuvimos que abandonar. Un día, con mi hijo Nahuel, decidimos arrancar la olla de vuelta. Acá, afuera de mi casa. Nada, con 6 paquetes de fideos y dos pollos que me compró una de mis hijas. Tengo tres mujeres. Y arrancamos con donaciones de ellas. Estoy sin trabajo y mi hijo también… Pero con la voluntad hacemos algo para la gente. Dos de los chicos que me ayudan son chicos que consumen. Los integré a la olla porque creo que había que integrarlos para que ellos también se sientan útiles. Son chicos que están super entusiasmados, muy contentos, se sienten parte de algo que es… es muy lindo. Tres veces por semana 40 familias cenan las delicias de Julia, su hijo y toda la gente que la acompaña. A las 14 arranca a preparar la verdura, los fideos o el arroz y la carne y a las 19 se prende la leña en la vereda, no tienen gas natural. A las 20 salen los primeros tápers humeantes y Julia, otra vez, rezonga porque los nenes del barrio se acercan sin sus padres a retirarlos. -Andá, llevá y decile a tu mamá que la espero para hablar ¡Bendiciones!


FRONTERAS

RELATOS DE PANDEMIA EN LOMAS DE ZAMORA SEMBRANDO VIDA CON LOS VETERANOS Los Veteranos de Malvinas de Lomas de Zamora están organizados hace años y, desde el inicio del aislamiento, trabajan juntos para llevar ayuda a distintos puntos del Partido. Ellos caen con la olla y la leña en alguna de las iniciativas que brindan comida para reforzar o aliviar la tarea, al menos por un día, y compartir toda la mañana junto a los grupos que le ponen el alma a cada jornada. Así llegaron al Barrio Obrero en Santa Catalina donde el comedor de la Iglesia Cristiana Sembrando Vida hace años que hace un gran trabajo por sus vecinos y, con la pandemia, comenzó a cocinar tres veces por semana en cuatro ollas donde sacan comida para cientos de personas y, gracias a los excombatientes, ese día se sumó una olla más. Diego y Johanna son el matrimonio que está al frente de la institución y es admirable lo clara que tienen su misión solidaria y evangelizadora y cómo usan la experiencia personal como testimonio de fe y transforma-

29 ción. Diego fue nuestra fuente de la iglesia: -Vengo de una familia destruida y Dios transformó mi vida. Cada vez que me paro adelante de la gente a orar por los alimentos y dar gracias a Dios y los veo, me veo a mí hace 6 años. Ellos se conocieron mientras cocinaban en la sede central de Sembrando Vida en Banfield. Juntos pensaron que debían buscar otro lugar con más necesidad y justo vieron en la tele que en el Barrio Obrero había chicos con sarna. Solitos agarraron el coche y se presentaron en el barrio que les abrió las puertas. Consiguieron un “conteiner”, lo instalaron y arrancaron ahí adentro. Hoy, ya tienen la iglesia y una parte del comedor edificadas y aseguran que el objetivo es terminar para que alguien pueda continuar con su trabajo ahí y ellos seguir camino con el container a hacer esa tarea en otro barrio. Ese día estábamos en la Semana de Mayo y los Veteranos no la dejarían pasar. De repente, Diego sacó el equipo de audio que usa para las celebraciones religiosas a la puerta del pequeño templo y puso nuestro Himno Nacional. Era cerca del mediodía. Los chicos con los pies sobre la calle de tierra con bolsitas vacías en la mano porque venían a buscar su táper, inflaron el pecho y, con toda la fuerza que tenían contenida dentro por no ir a la escuela, cantaron tan fuerte que se sintió en todo el barrio. Pato, el responsable de imágenes de redes sociales, al verlo compartió el video, que entusiasma y anima a todes. *** Ahora en toda América Latina se imponen las ollas populares, manifestación física de

MIENTRAS TANTO, EN LA UNQ Comprometida con la comunidad frente a la pandemia, la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) en 2020 abrió sus puertas para la instalación de un centro de aislamiento para personas infectadas asintomáticas o con síntomas leves, en conjunto con la Municipalidad de Quilmes. Desarrolló junto a la UNSAM un test rápido de detección del coronavirus. En marzo montó un laboratorio de diagnóstico que ya lleva mas de un año en funcionamiento y superó los 90.000 testeos. Además instaló

un centro de telemedicina (CeTeCU). En este 2021 se sumó a la Campaña Nacional de Vacunación contra el Covid-19 y en el gimnasio montó, junto al municipio y al Ministerio de Salud de la Provincia, un Centro de Vacunación y hoy emprende la tarea del armado de un nuevo centro de aislamiento en el Campo de Deportes, debido a las necesidades de la segunda ola.

la organización barrial frente al hambre y el olvido. En Lomas las rodea un significado especial. Cada olla impacta en la vida social y revive la tradición que comenzó en 1989 como reacción ante la crisis terminal del gobierno de Raúl Alfonsín, cuando la mitad de la población del distrito tenía hambre y comía de esas ollas. En 2001 fue igual. El pueblo lomense siempre salió a la calle para asistir la necesidad, sin pensar antes cómo. Con su capacidad de conectarse y su esencia solidaria. Y esta mezcla de historias lo simboliza: unión y alianza solidaria. Historias que merecen ser contadas. El germen de nuevos vínculos y relaciones desinteresadas.


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FRONTERAS

ENTREVISTA HISTORIA DE VIDA DE LA ENFERMERA ESPAÑOLA ESTHER PASTOR

“ES UNA PROFESIÓN EN LA QUE TÚ LO DAS TODO” Por MARÍA AGUSTINA GARCÍA Producción SHEILA DÍAZ SATAILO A los 22 años finalizó sus estudios e inició sus primeros trabajos como enfermera. Hace 13 años que ejerce la profesión en la ciudad de Madrid. Sin embargo, su vida transcurre entre los cuidados a sus pacientes y los reflectores de los escenarios. Esther cuenta acerca de su rol como enfermera en los tiempos de distanciamiento social, su pasión por la psicología y la actuación. La historia de Esther es una historia repleta de afectos, solidaridad y sobre todo fortaleza. La fortaleza que le ha permitido sobrellevar los días más difíciles y la cual ha transmitido a cada uno de sus pacientes. Su rostro se ilumina y sonríe cada vez que cuenta acerca de su profesión y recuerda con afecto cada una de sus vivencias. Desde otro hemisferio, con 5 horas de diferencia y mediados a través de una pantalla, Esther aun así irradia con su sensibilidad hacía la vida desde su casa en Madrid,, ciudad en la que en la actualidad vive y en la cual dedica su tiempo a la enfermería y la actuación. Sin embargo, no siempre ha vivido en Madrid. Creció en Valladolid, una ciudad que se encuentra a unos 200 kilómetros al norte de Madrid. Allí, en un barrio de clase media transcurrió su infancia. Con los años habitó institutos que dieron paso a su carrera universitaria. Con una sonrisa que se abre paso en su rostro asegura que dedicarse a la enfermería no estaba en sus planes de estudio: “pues tampoco fue una de mis primeras

opciones, porque de hecho en mi familia hay mucha gente sanitaria y mucha gente dedicada a la docencia. Fueron como dos vertientes que rechace de primeras, no quería saber nada de ninguna de las dos (menciona con seguridad). Mi primera opción fue psicología, mi segunda opción óptica y optometría porque durante el bachillerato tuve una profesora que me hizo enamorar de la física, y mi tercera opción fue física. Enfermería no estaba para nada en mi lista.” Dice con su pronunciado acento madrileño. Su pasión por la enfermería se despertó en plena acción, como si esta profesión de modo inesperado la encontrara a ella. Fue durante un verano cuando Esther tenía solo 19 años, que se presentó el momento decisivo que la acompañaría hasta hoy: “hice un curso de salvamento y socorrismo para trabajar en piscinas de socorrista. Trabajé el primer verano y fue como... (hace una breve pausa y entona con emoción) pues al final me tiraría la vena familiar y... esto de curar y preocuparse por la gente no está tan mal, ni tan alejado de lo que quiero hacer.” En Valladolid consiguió un empleo para pagar sus estudios, los que finalizó a la edad de 22 años. Pronto comenzaría a ejercer su profesión: “A mí me llamaron un miércoles por teléfono para empezar a trabajar un jueves en Madrid. Cogí mi maleta el miércoles y el jueves estaba en Madrid en el trabajo. Me vine para un mes...no he vuelto (dice entre risas) Lle-

vo 13 años en Madrid.” Desde entonces ha pasado por muchos servicios a lo largo de estos años: “Como somos enfermeros generalistas estamos preparados para trabajar en cualquier sitio, aunque cada servicio tiene sus especificidades y cada vez que cambias de sitio tienes que formarte en ellas. He pasado por el quirófano, por el servicio de endoscopias, por neumología, neurología, urgencias, oncología, infectología... Por todas las especialidades excepto pediatría”. Aunque confiesa que sus sectores predilectos son aquellos donde puede hablar y vincularse con sus pacientes. Hoy trabaja en el sector de maternidad, planta a la que llega todo los días en “patinete” en un trayecto de 20-25 minutos por las calles –ahora- vacías de la ciudad de Madrid: “Es una planta muy bonita y en la que pasamos la pandemia de una forma muy diferente al resto del hospital. Hemos tratado mamás con coronavirus, hemos tenido gente aislada y todo pero mucho más ‘light’. Allí hablo con las mamás, les enseñó cómo tienen que cargar a los bebés, cómo tienen que darles pecho... educación para la salud de ellas y luego aparte todos los cuidados que les hacen falta por el proceso que atraviesan. Aunque también se viven situaciones duras ahí, en las que acompañas a las familias y les das apoyo emocional.” En sus tiempos libres estudia interpretación y lee libros acerca de psicología, su primera pasión. Comenta con firmeza que “todos llevamos nuestra persona a nuestra


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sido seguro hasta este momento, con sus más y sus menos. Pero que nunca te ha hecho tener el miedo que ha habido ahora.”

profesión.” Y que la psicología que es parte de ella, que la ha ayudado en más de una oportunidad a desempeñar su actividad en el hospital desde el entendimiento hacia el paciente: “Me considero muy buena enfermera y creo que soy muy capaz de ayudar a la gente, en un aspecto que no todo el mundo que trabaja en el hospital puede. Está más relacionado con la psicología, ese acompañamiento, ese consuelo, esa forma de comprender y escuchar a los pacientes que hace tanta falta, eso no lo tiene todo el mundo.” Esther destaca su buen vínculo con sus pacientes y entre risas comparte una de sus anécdotas:“Los pacientes podían salir y pasear por todo el servicio, le veías y no era raro que estuviesen por ahí (sonríe). Viene uno de los pacientes que se había ido y me regala un clavel. Y digo ¿de dónde habrá sacado este hombre un clavel? Con voz de asombro y entre risas, imita al paciente: “Toma, que es que te has portado muy bien conmigo y te regalaré un clavel”. El hombre ya se había ido a su habitación, cuando suena el teléfono. “Me llama el cura

desde la capilla del hospital y me dice: ‘oye, mira, tienes a un paciente tuyo por aquí, que me ha robado los claveles del jarrón que tengo en el altar’. Y yo… ‘ah, vale’ (se ríe). Ya sé de dónde ha salido el clavel”, dice a carcajadas. Esther es una mujer carismática, sencilla y siempre dispuesta a brindarle su apoyo y darle una mano a quienes lo necesiten. Pero estar en contacto y acompañar a sus pacientes en la época del distanciamiento social, no es tarea simple: “Ahora entras a las habitaciones, hablas con los pacientes y te acercas a ellos lo mínimo... lo mínimo (repite y remarca), de hecho hablar con los pacientes y ofrecerles un consuelo no se está haciendo como sería esperable de parte de la gente que cuida. Pero se entiende que lo hacen por tu seguridad y por la de los demás... ¡Vamos! en general. Pero sí se nota el distanciamiento social.” Sin embargo, desde su lado más vulnerable expresa:“Aquí entra en juego la personalidad de cada uno, sus miedos, cómo cada uno se enfrenta a las circunstancias. Entonces tú estás en un entorno que para ti ha

-¿Cómo es enfrentarse a esta situación de COVID19 desde la profesión que ejerces? -Ha sido una situación muy difícil, de las más difíciles a las que me he enfrentado. A nivel emocional es muy duro. Es una profesión en la que lo das todo. Es una profesión en la que lo que quieres, es ayudar y ves que no puedes, es mucha impotencia y frustración. No puedes ni dar apoyo emocional, no puedes curar. Miras a la gente muriéndose sola en las habitaciones porque su familia tampoco puede ir, dice, y se emociona. Continúa su relato cargado de angustia y emotividad, en el que cuenta cómo ha sido trabajar en el medio de la pandemia por COVID-19 desde dentro del hospital: “Ha provocado un clima de incertidumbre, de descontento, de angustia y de miedo en todo el hospital. El primer día de todo esto estabas en el vestuario mientras te cambiabas y no hablaba nadie, todo el mundo intentaba no pasar cerca de nadie, no tocar nada, era muy raro. Una sensación de cambio de un día para el otro. Había tensión en el ambiente. Luego de los primeros días que ya se sabía lo que había en el hospital, se veía el panorama y en los pronósticos que todo iba a peor y muy rápido. La gente venía y se sentaba a llorar en el vestuario después de trabajar”. Sus ojos comienzan a ponerse vidriosos y su voz se quiebra un poco, añade: “Y llegaban al día siguiente de su casa y antes de ir trabajar a su sector... lloraban (enfatiza). Ha sido…uf… muy difícil, muy difícil.” Mientras lo dice, seca una lágrima que cae por su mejilla. En un contexto plagado de dificultades de esas que sacuden las sensibilidades, toman lugar la revalorización de los abrazos, la empatía y apoyo colectivos. En tiempos de confinamiento y COVID, es el apoyo del otro que se hace presente a la distancia en forma de ese abrazo que tanto se anhela: “Ha habido ayuda por parte de la población,” dice con un brillo en sus ojos. “Al hospital nos llevaron muchísimas cosas, nos han llevado de comer, vitaminas, tapabocas y pantallas. Aquí la gente ha vivido y empatizado tanto con nosotros que desde el día uno como iniciativa de la población se ha instaurado que a las 20 se sale a aplaudir a los sanitarios.” -¿Qué sentiste al escuchar los aplausos por primera vez? -Escuchar los sonidos de los aplausos ya era emocionante. Los aplausos son reconfortantes, porque a diario te encuentras con conflictos en el hospital (...) y era como recibir


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los abrazos que no te daban. Nunca buscas el aval por lo que haces, pero cuando te viene de afuera y tan a gran escala (suspira), te da como un empujoncito para seguir. Entre lo que más satisfacción le generan de su trabajo en el hospital destaca el trabajo en grupo y el apoyo mutuo de sus compañeros frente a los casos que han tenido que asistir en una época signada por la incertidumbre: “Trabajaré de enfermera y aunque esté con otra enfermera en mi planta, no trabajo sola. Le ayudo a ella y ella me ayuda a mí. Igual con los auxiliares de enfermería y con el resto del personal que trabaja en la planta. Es un trabajo en equipo y eso se agradece.” Esther también menciona la satisfacción que se desprende frente a las respuestas de los pacientes: “Se hacen también lazos entre la gente, te dan cosas bonitas. Los pacientes son súper agradecidos. Aparte de lo que tú les das, te enseñan cosas. Ya no es sólo el que te sientes satisfecho con lo que haces, sino también con lo que recibes.” En relación a esto recuerda su paso por el sector de Oncología: “Eran jornadas duras, con mucha carga asistencial y días difíciles por las situaciones que veías. Pero siempre... siempre (remarca) todos los días que he trabajado ahí alguien me había dado un abrazo, alguien me había dado un beso, me había dado las gracias por cómo le había tratado, por cómo le había ayudado”. Se emociona al recordar. En la actualidad hace un curso de formación de marketing para actores, otra de sus pasiones. Cuenta que hace unos años ha dejado el trabajo en el hospital para po-

sicionarse frente a los reflectores: “Había empezado a hacer cosas de interpretación, ya trabajaba en publicidad y moda. Empecé a hacer un curso de formación de la carrera de interpretación, mientras trabajaba en el hospital. Llegó un momento en el que entre las clases, las opciones que tenía para trabajar y el hospital no podía compaginarlas todas. Entonces cuando acabé mi último contrato en el hospital, dije (entona con decisión) ‘me voy a dedicar a la interpretación ahora’. Acabé la formación y después hice una formación en teatro musical y también he estado otros 6 años sólo como actriz. Pero el año pasado me llamaron de la comunidad de Madrid para trabajar en el hospital y volví. Decidí volver a trabajar pero no con la jornada completa sino sólo 11 días de cada mes. Por lo cual me deja margen para hacer ambas profesiones y he estado así hasta... bueno, la pandemia que trabajo más” (se ríe). Esther cuenta con entusiasmo cómo la interpretación le ha brindado herramientas para su trabajo en el hospital: “La verdad es que son dos carreras que tienen mucha carga emocional. De hecho la interpretación es desarrollo personal al 100%. (...) Tienes que trabajar con tus miedos, con tu pasado, con tu presente, con tus relaciones, con tu forma de expresarte y más. Eso me ha dado herramientas para la diaria y también para la vuelta al hospital. Son dos profesiones que parece que no tienen que ver, pero de las dos sacas algo para la otra.” Sin embargo, considera que este no es un contexto favorable para una actriz que también desarrolla el rol de enfermera to-

dos los días: “A corto o medio plazo me veo más como enfermera que como actriz, en gran parte por la situación. Primero porque en el hospital hace falta personal y tengo las capacidades como para poder estar ahí, y segundo porque la gente ahora relaciona los hospitales con las zonas peligrosas (se ríe) a las que nadie se quiere acercar. Entonces es mejor elegir a una actriz que lleva en su casa 72 días o más, que a una que va todos los días a trabajar a una zona de riesgo.” Con un espíritu libre y con seguridad afirma no tener pendientes. Recuerda con un tinte nostálgico aquellos momentos entre amigos, por lo que confiesa que le gustaría “tener 10 años menos” para poder volver a disfrutar con ellos sin las responsabilidades que hoy se le presentan. Aunque asegura que no cambiaría nada de su pasado: “Siempre hay cosas que cuando las ves pasado el tiempo, dices pues si las hiciese con mi experiencia de ahora, las haría diferente. Pero si las hubiese hecho diferente, no habría llegado a donde estoy. Todas las experiencias, las decisiones tanto más acertadas como menos acertadas te llevan al punto donde estás en el presente y te hacen ser la persona que eres. Si tu experiencia hubiese sido diferente, tú también lo serías. (...) Tengo cosas en las que me he podido equivocar pero son de las que más orgullosa estoy hoy. Porque son con las que más he aprendido y con las que más me he demostrado la fortaleza y la valentía que puedo llegar a tener para salir de ellas.”


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ESTUDIANTES EN CUARENTENA: DE LOS PIZARRONES A LAS PANTALLAS Por MARÍA AGUSTINA GARCÍA En un contexto signado por el distanciamiento social, las universidades llegan a las casas a partir de una nueva modalidad virtual. Poner el agua, preparar unos mates, cambiarse ese sweater de dormir por otro o quedarse en pijamas, peinarse. Recorrer la casa en busca de un lugar, de una sala a la otra. Quizá con menos desorden, menos ruidos y más luz. Se enciende la computadora, entre clics, enlaces, usuarios y contraseñas se inicia sesión. El reloj marca las 18, se apaga la televisión y se enciende la cámara web. Entre ecos diferidos puede oírse “Buenas tardes a todos, en la clase de hoy vamos a hablar sobre...”. Se inicia la clase. *** Hacía fines de diciembre de 2019, un aluvión de casos de neumonía fueron notificados por la Comisión Municipal de Salud

de Wuhan (provincia de Hubei, China). Sin embargo, aquellos aparentes casos de afecciones pulmonares comenzaron pronto a expandirse por el resto del país oriental. Tras una investigación de los casos, las autoridades de China confirmaron la identificación de aquel virus como un nuevo coronavirus. Nombre que resonará en cada rincón del mundo y otorgará una impronta particular a 2020. Este virus, desconocido y de fácil contagio comenzó a expandirse, cruzó mares y océanos. El 11 de marzo de 2020 la OMS lo declara como pandemia mundial, tras registrarse 118 mil casos en 114 países a nivel mundial. El territorio nacional no fue la excepción. El 3 de marzo se registró el primer caso local –el primero de los que vendrían-. A julio, en medio de un húmedo y helado in-

vierno de esos que se observan a través de las ventanas empañadas del hogar, se escucha una voz en las noticias que anuncia: — ¡Noticia de último momento! la Argentina supera la barrera de los 100 mil casos de COVID -19, con un total de 100.166 positivos en el país... *** En marzo, en un clima de incertidumbre y alerta mundial tras la rápida propagación del llamado 2019-nCoV o COVID-19, que acapara la tapa de todos los diarios y noticias, el presidente Alberto Fernández, tras un anuncio oficial en la noche del 19 de marzo decreta un “aislamiento social preventivo y obligatorio” del 20 de marzo al 26 de abril. Uno de los primeros comunicados


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de los que vendrían: distanciamiento social preventivo y obligatorio, cuarentena, fases de aislamiento estricto, aislamiento administrado y de segmentación geográfica, nueva normalidad... La cuarentena que se transformó en una “nueva normalidad”, trajo consigo nuevos modos de socialización en medio de una pandemia atravesada por el distanciamiento social. Las clases de los distintos niveles educativos no fueron excepción. Debieron adaptar sus metodologías de trabajo a la virtualidad, con modificación de los calendarios académicos y planes de clases. *** En la era de la virtualidad, los “streamings”, “home office”, “fiestas online”, “vivos”, las redes sociales se convirtieron en una de las únicas alternativas de contacto en un contexto de aislamiento en diferentes ámbitos. El educativo fue uno: plataformas, campus virtuales, Google Class, Moodle, JitsiMeet, Zoom, BigBlueButton e inclusive Whatsapp son sólo algunas de las formas que asumieron las clases presenciales en la nueva modalidad virtual. Una modalidad que colocó diferentes sitios web al servicio de la educación. Se produjo el pasaje de las universidades -aquellos espacios colmados de historia y conocimientos, con estructuras que se transforman en el hogar de estudiantes durante años y uno de los recuerdos más preciados por parte de múltiples profesionales

de renombre- a la intimidad del hogar. Mientras la consigna “Quédate en casa” resuena en todo el país, cocinas, habitaciones, patios, comedores y otros rincones de la casa se transforman en aulas. Sitios de cotidianeidad que se convierten en salas de conferencias. —Mi casa no sólo pasó a ser un aula sino también el lugar de trabajo de mi hermana, que trabaja para un call-center de lunes a viernes. Al principio fue todo un caos, mi hermana trabajaba con la computadora en la cocina, no se podía ni hablar. Tenía que estar al resguardo de que el teléfono y el timbre no suenen, para que ella pudiera trabajar tranquila. Fue una adaptación compleja. Cuando empecé a cursar tuve que encontrar mi espacio, mi lugar de encuentro para las videoconferencias. Mi habitación es mi lugar predilecto para eso. Pero mi casa pasó a ser el lugar de trabajo de mi hermana, mi lugar de cursada, el lugar donde se convive, donde se duerme, donde hago ejercicio, terapia y mi espacio de ocio, nada más ni nada menos. Todas las actividades se redujeron a estas cuatro paredes- dice Fernanda Cruz (27), estudiante del Profesorado de Artes Visuales de la Escuela Municipal de Bellas Artes de Quilmes, a través de un audio de WhatsApp. *** Videoconferencias, el único espacio donde está permitido no utilizar tapabocas en medio de la pandemia. Palabras que resuenan,


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rostros iluminados por el brillo de las pantallas, dedos que bailan y se deslizan sobre los teclados, ecos que tardan en regresar, interferencias. Micrófonos abiertos que dejan escuchar todo tipo de sonidos, otros silenciados. Personalidades representadas por usuarios; algunos con fotos, otros sin; algunos ausentes, otros duplicados como si estuviésemos ante el encuentro con sus doppelgänger e inclusive usuarios intrusos, que han ingresado a conversaciones equivocadas mientras deambulaban por la web. Clases por videoconferencia que permiten compartir un espacio juntos -pero a la distancia- que a su vez se trasforman en pequeñas ventanas desde la intimidad de cada hogar. Clases que pueden volver a vivirse, a verse -sin ningún tipo de artilugio de teletransportación- sino a través de las herramientas de las plataformas que permiten grabar. Lugar de encuentros y desencuentros virtuales. La odisea de los auriculares, cámaras y micrófonos rotos, fallas en las redes Wi-fi, cortes de luz y tantas otras formas de desconexión. Que imposibilitan una comunicación e intercambios fluidos. Que podrían definir un estado sentimental con la cursada como complejo. *** La frase célebre “saquen una hoja”, capaz de paralizar el corazón de más de un estudiante, hoy en el contexto de pandemia se encuentra transformada por la modalidad de parciales por video-llamada. El establecimiento de una fecha de evaluación y asignación de turnos por hora, llegan en forma de correos electrónicos personalizados para cada estudiante.

Debatir los temas del parcial en grupo en los

pasillos de la universidad momentos previos al examen, ingresar rápido al aula en la búsqueda de aquel banco cuya superficie sea lisa y no presente inconvenientes a la hora de escribir y al final sacar del cuaderno las hojas necesarias. Todos estos rituales, se encuentran de momento reemplazados por una notificación que presenta el enlace al cual se deberá ingresar para efectuar el parcial. Es posible que en la soledad de alguna habitación de la casa, el estudiante hable solo frente a una máquina, mire ala cámara web y espere del otro lado ecos con una devolución a su favor. *** Algunos lo llaman educación a distancia. Una distancia en la cual la calidez de la presencialidad se disuelve. Lo inmediato, el contacto con el docente y los compañeros, el aquí y ahora. Se transforman en un contacto mediado. Vincularidad que desde la comodidad del hogar no se alcanza. Un escenario que nos recuerda y nos permite valorizar aquellas cualidades de la modalidad presencial. —Hay mucha soledad –reflexiona Fernanda con aires de nostalgia. No hablar cara a cara con los docentes, no ver a los compañeros aunque hagamos trabajos grupales. Es extraño tener que encontrar un punto de encuentro con el otro que no sea físico, sino que es en definitiva virtual y parece que queda ahí en la virtualidad. Pareciera que no hay intercambio, no hay contacto humano. A diario se notan más las diferencias entre la virtualidad y lo que es cursar de modo presencial. *** PDFs, textos en línea lejos del papel, materiales descargables, audiovisuales, videos. Clics, mails, chats, foros y entregas. La forma que adquirieron algunos recursos en la enseñanza y aprendizaje hoy. Materializaciones del trabajo de los docentes, que se encuentran detrás de las pantallas y en muchos casos debieron adaptar sus métodos. Pero no para todos, la experiencia resulta satisfactoria. En algunos casos, la esencia de la presencialidad se disuelve en este nuevo escenario virtual. En el caso de María Sol Martelli (23), en su primer año como estudiante en IGI (Instituto Gastronómico Internacional) para profesional gastronómico y pastelero, las complicaciones que traspasan las pantallas se hacen presentes. —Se complica la parte práctica. Los docentes nos mandan videos con las recetas, nosotros los vemos, tenemos la receta y aparte un manual de guía. Pero no es como estar con el profe al lado, que te indique si

amasas mal el pan o le pusiste mucha harina o algo. Es más complicado al no poder usar las aulas prácticas con los chefs, determinados utensilios e ingredientes. A veces se complica conseguir algunos productos para las recetas. Porque dentro de mis posibilidades, en los comercios de barrio que tengo cerca no los venden– expresa Sol a través de Zoom. Por su parte Fernanda Cruz, quien transita las últimas materias de la carrera, expresa: —Hago la especialidad en Grabado –arte impreso- y no puedo hacer nada más que bocetos, es como una especie de planificación todo el tiempo para “cuando volvamos” a la vieja normalidad digamos. Porque se utilizan materiales, que usábamos en el taller de la escuela. No tengo tintas en casa, menos una prensa para hacer los trabajos. Igual que en el taller de pintura, no pintamos. Sólo hacemos bocetos y tenemos videoconferencias de 40 minutos para abordar los trabajos de manera conceptual, porque hay materiales que no se pueden conseguir. *** Semanas que se transforman en fases, anhelos de tiempos pasados y una “nueva normalidad” donde prima lo virtual. En este contexto no sólo se modificaron los espacios del hogar para dar lugar a las más diversas actividades, sino también los tiempos. Tras cien días de cuarentena y contando, desde la monotonía del hogar, los tiempos de estudio y cursada se desdibujan. Acaparan fines de semana y feriados. Horas y horas frente a las pantallas. Unirse a una reunión, clic, introducir ID de reunión, clic, recordar mi nombre para futuras reuniones, clic, conectar con audio o sin, conectar con video o sin, clic. Abandonar sala, salir de una videoconferencia para ingresar a otra. —El aula está en mi casa, está dentro de todas mis redes sociales, está todo el tiempo presente. Si bien hay un medio formal, que es el campus, también se utilizan medios informales, como el WhatsApp y Facebook. Los tiempos se modificaron de manera completa, porque cada uno responde a las consignas cuando puede. No hay otra cosa, desde el encierro no hay otra situación en sí. El tiempo se volvió rarísimo-menciona Fernanda con un tono de asombro que se escucha en altavoz. *** El tiempo se volvió rarísimo. Cerrar sesión.


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INFLUENCERS

“CUANDO ARRANQUÉ NO HABÍA MUJERES QUE CORRIERAN, ERA LA ÚNICA DE MI CATEGORÍA”

Por ALEJANDRO GÓMEZ

Graciela Astone cuenta cómo fue empezar en el mundo del motociclismo y cómo se ganó su lugar en la competencia. La piloto de 28 años relata también cómo creó la categoría femenil y cómo es competir en el GP3 de las Américas, en la federación bonaerense y en el campeonato. Todo esto como mujer en un terreno de hombres. Astone hace más de cinco años que corre en diferentes categorías del motociclismo argentino y latinoamericano, es una de las primeras y únicas mujeres en Argentina en aventurarse al deporte de alta velocidad en dos ruedas de manera profesional. Pasó de su primera moto de 125cc con la que aprendió a andar, a correr en el GP3 de las Américas. En un deporte con competitividad y burocracia de por medio, logró sobrevivir y hasta ser en ocasiones su propia mecánica. -¿Cuándo te diste cuenta que te gustaban las motos? -Las motos desde chica ya me gustaban, no sé de dónde saqué mi gusto porque mi familia toda la vida fue más de la política, de la militancia, yo era como la ovejita negra que siempre prefirió el deporte, ya hacía crossfit aparte de las motos. -¿Qué dijo tu familia cuando les comentaste? -Y, a mi viejo nunca le gustó, desde los 12 o 13 años, le pedía una moto y él siempre me decía: “Si pasás de año te compro una chiquita para andar”. Así todos los años hasta que terminé el colegio y con mi primer laburo me compré una moto. Era

un desastre pero era mi primera moto, tenía todo el cuadro doblado, pisaba el freno de atrás y se me cruzaba. Era la peor del mundo pero le tenía amor. -¿Y cómo llegaste al motociclismo? -Ya hace unos cinco años empecé con el motociclismo deportivo, primero corrió mi pareja con un amigo y yo sólo iba al autódromo a ayudarlos más que nada, ya que siempre me di mañas con las herramientas y las motos. Hasta que un día mi novio me ofreció una moto muleto, que es una moto de reserva que se usa para entrenar y no romper la que sería para competir, los últimos seis meses de ese año los usé para perfeccionarme y al año siguiente me lancé a competir. Igual en realidad llegamos los dos por nuestro mecánico, que fue siempre el que nos hizo las motos de calle, las nuestras y las de nuestros amigos. Un día le dijo a mi novio que vaya a correr, en ese momento era una categoría chica de 250cc, él armó la moto y fue así, a ciegas, la moto explotó en la primera carrera pero ahí fue donde comenzó todo. -El motociclismo es un ambiente con-

currido en su mayoría por hombres ¿Te costó entrar? -Sí, es un deporte de hombres. Cuando arranqué no había mujeres que corrieran, era la única de mi categoría, en toda la federación bonaerense y en el campeonato argentino, que es el más importante del país. Al principio sufrí un montón de actos discriminatorios, comentarios, roces en pista, maniobras malintencionadas. Pero bueno, hay que hacerse, así me gané mi derecho de piso, siempre tuve un carácter muy fuerte así que practicaba más para poder devolverle los motazos en la pista y quedar a mano. -¿Cuál consideras tu mayor logro? -No tengo un logro específico; considero importante todo lo que hice. No conseguí un campeonato, estuve cerca el segundo año que empecé pero por unos desacuerdos con la federación y mi orgullo me llevaron a no correr la última fecha y eso me hizo quedar afuera de modo automático. Igual, toda mi carrera en general es un triunfo para mí; poder correr en la mayoría de todos los autódromos del país con los mejores pilotos de toda Latinoamérica, saber cómo empecé y dónde estoy hoy, ha-


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ber creado una categoría femenina. Toda mi carrera para mí es importante y la hice con esfuerzo.

sabemos lo que hizo el otro y así, es como una relación de amor-odio pero igual nos bancamos un montón.

-Como todo deporte el motociclismo tiene sus riesgos ¿Sufriste algún accidente? -Por suerte no me he lastimado tanto, hago actividad física para generar masa muscular y no lastimarme demasiado si me caigo, aparte de eso también tengo uno de los mejores equipos, que es el mono de cuero que siempre te protege. Sin embargo, el accidente más importante que tuve fue uno en el que perdí el conocimiento, no me había lastimado nada en lo físico, pero cuando me levanté no sabía ni cómo me llamaba, ni qué día era, sólo sabía cómo había sido el accidente que tuve y nada más. Cuando estaba en la ambulancia y me hacían esas preguntas pensaba dentro mío: “Me jodí, me arruiné la cabeza, me quiero matar”. Es un deporte donde te podés lastimar, te podés raspar y listo te recuperás, podés quedar bien o mal pero estás vivo. La cabeza es complicada, el mayor miedo del piloto es lastimarse la cabeza o en una de esas caídas quedarse en el piso y que el piloto que viene atrás te pise, son los dos casos más extremos que hay en el motociclismo.

-¿Cómo surgió la idea de crear la categoría femenil? -Nuestro equipo siempre tuvo buena relación con la gente de la federación bonaerense y el año pasado mi pareja con sus amigos abrieron más categorías amateurs porque faltaba un semillero que atrajera más gente al deporte y yo al ver eso también quería que se sumen más chicas. Siempre veo que practican y cuando me acerco para invitarlas a las competencias me dicen que no porque los hombres son muy brutos y tienen miedo de lastimarse. Así que dije bueno, creemos una categoría exclusiva para chicas amateurs y después una vez que comiencen a agarrar confianza se soltarán para ir por más. Arrancamos en un principio con siete chicas y después se sumaron más, algunas se fueron, por ahí se lastimaban y ya a la otra fecha no podían ir pero siempre tenemos chicas que se quieren sumar y somos bastantes.

-¿Cómo es correr a la par de tu pareja? -Es complicado, todas las categorías que corrí, las hice con él. Tiene un par de años de práctica más que yo y eso lo hace tener más experiencia, más dominio. Siempre mi primera presa, la primera persona que tengo en mente es a él, siempre me ayuda en todo aunque igual hay competitividad, en la casa después nos matamos porque

-¿Qué le dirías a una chica que se quiera adentrar al motociclismo o a cualquier deporte que es considerado de “hombres”? -Primero que tiene que ser fuerte y darle para adelante con constancia. Cuando sos mujer, en primera instancia, lo que atinan es a desconsiderarte, para ellos como que no sos nada, ni siquiera un competidor. Una tiene que ir a demostrarles que están equivocados y que también podemos estar a la altura de ellos o ser mejores. En el motociclismo en particular me pasó que en un entrenamiento, por ejemplo, me

digan: “Mirá, en esta curva vamos a entrar en este cambio más tranqui así no te lastimás” y a los hombres no, a ellos les dicen “capo, allá me tenés que entrar a fondo y si te explotás, te explotás”. Es diferenciada la relación y lo que esperan de una y del otro, sobreviví porque soy una chica rea, de barrio, siempre me junté con mi hermano y sus amigos, era un chico más. Pero si le tengo que recomendar algo a una chica es que si tiene que ir, que vaya igual, porque la constancia lo es todo.


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PESE A LA RAE, EL LENGUAJE INCLUSIVO LLEGÓ PARA DESAFIAR Según Luisa Martín Rojo, en su texto “El orden social de los discursos”, nuestras formas de hablar pueden contribuir a que se profundicen diferencias sociales, ya que el papel de algunas es contribuir y mantener el orden social, mientras que el de otras es desafiarlo. El lenguaje es el proceso a través del que interpretamos y representamos al mundo pero ¿cómo quedan representadas las mujeres y las personas no binarias si no son nombradas? En este sentido, es que debemos pensar si el lenguaje inclusivo llegó para desafiar el orden social al que refiere Martín Rojo, para reconocer esas identidades invisibilizadas a lo largo de la historia. Ejemplos de esto en nuestro país son Petrona Rosende de Sierra, quien creó el diario La Aljaba, el primer periódico en Sudamérica realizado por una mujer y con contenido destinado a la comunidad femenina por lo cual se la considera la primera periodista argentina; Rosa Guerra, la primera dramaturga publicada; María Remedios del Valle, capitana de infantería; nombres que no aparecen en la historiografía oficial. El lenguaje inclusivo es una práctica lingüística que evita el masculino genérico, para no ser sexista y androcentrista, y para incorporar tanto a identidades femeninas,

masculinas y no-binarias. La guía para el uso de un lenguaje no sexista e igualitario en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación de 2015 lo define como “aquel que ni oculte, ni subordine, ni excluya a ninguno de los géneros y sea responsable al considerar, respetar y hacer visible a todas las personas, reconociendo la diversidad sexual y de género”. El lenguaje que utilizamos no es inocente, si nombramos sólo al masculino, y no a todos los géneros existentes, se entiende que las personas pertenecientes a los grupos no mencionados son secundarias y prescindibles. En este aspecto, la Convención Nacional Constituyente de 1994 señala que: “es un derecho inalienable el poder nombrar y ser nombrado y nombrada con respeto a la propia identidad. Cuando el lenguaje común, universaliza el masculino como patrón para abarcar toda la realidad, expresa a través de la lengua el estado de discriminación de la mujer”. Como señaló Saussure, la lengua es mutable, evoluciona, lo que quiere decir que cambia y se resignifica, por ejemplo, los emojis, forman parte de nuestro lenguaje virtual; y en Argentina, como en otros países de América Latina, el “vosotros” dejó de usarse, a diferencia de España.

Por MILENA MORBELLI El libro de estilo de la lengua española de la Real Academia Española (RAE) señala que “no se considera válido el uso de la arroba, la e o la x para hacer referencia a los dos sexos: l@s niñ@s, les niñes, lxs niñxs. Estos recursos contravienen las reglas gráficas y morfológicas del español”. Si bien la RAE rechazó otra vez el lenguaje inclusivo en enero de 2020, luego de que la vicepresidenta de España les pidiera incluirlo, esto no quiere decir que no se utilice o que esté mal hacerlo. En diálogo con El Confidencial, Victoria Marrero, profesora de lingüística, afirmó acerca de las fluctuaciones de la lengua en nuestra época que “el cambio lingüístico es más rápido porque las vías de profusión con las tecnologías son más rápidas. El ‘todes’ no tiene mucho futuro pero son evidencias de un mundo que ha cambiado. Me sorprendería que se asentara pero podría ser”. Además, señaló que en la actualidad las personas necesitan definirse como parte de una identidad, y que el lenguaje no sexista es un cambio político. En nuestro país, sin embargo, la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), ordenó la confección de un manual de estilo con el fin de garantizar la igualdad de todas las personas, por lo cual usará el lenguaje inclusivo y no sexista en documentos oficiales. De esta manera, la ANSES se unió a PAMI y al Banco Central, que ya emplean el uso de este tipo de guía. En nuestra época, el uso del lenguaje inclusivo y no sexista es cada vez más utilizado en redes y en la cotidianeidad, incluso en series, películas o por figuras públicas. Aunque todavía encuentra resistencia por diferentes sectores de la población, no hay dudas que llegó para librar batalla a los discursos patriarcales de nuestra sociedad.


FRONTERAS

CAPITÁN ÁCIDO: EL “CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE” VERSIÓN DEVOTO

Por CARLA MARTILOTTA

El chocolatero más famoso del cine hollywoodense, de dientes blanquísimos y anteojos prominentes dejó en más de una generación la impresión de que el mundo puede ser dulce, colorido, lleno de música y la idea que, si sos bueno y humilde, la vida te premia con una enorme e invaluable fábrica de chocolates. Un hermoso panorama ficticio. Mientras tanto, desde la cárcel de Devoto el alter ego de Willy Wonka, “Capitán Ácido” se presenta: “Quise construir un mundo de LSD y MDMA pero el Estado no me dejó y terminé preso”. Su nombre y cara

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“EL PRESO ES UN OBJETO FETICHIZADO” son una incógnita, sin embargo es el preso más famoso de las redes sociales argentinas. Con más de treinta mil seguidores en Twitter y otros doce mil en Instagram, saltó a la fama después de la represión en la cárcel federal el pasado 24 de abril. ¿El primer preso influencer? -¿Desde cuándo estás privado de tu libertad? -Estoy detenido desde agosto de 2017 por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización. Cometí una infracción a la ley 23.737 (ley de drogas). Estuve un año y un mes en prisión preventiva a la espera de un juicio que nunca llegó porque el Poder Judicial, una vez más como es costumbre, me forzó a llegar a un acuerdo a fin de evitar un juicio donde se suponía que me podían llegar a dar de seis a ocho años de prisión. Por ende, arreglé por cuatro años y dos meses. Llevo dos años, diez meses y monedas. -¿Siempre en Devoto? -Est u ve un a ño e n E ze i z a , e l r e s t o e n De vot o.

-¿Cómo recordás el primer tiempo en prisión? -Me encanaron en agosto de 2017 y hasta marzo de 2018 no hice más que jugar al ajedrez y leer libros. Después comencé la carrera de abogacía de la UBA. Hice primero el CBC y metí las seis materias correspondientes al ciclo introductorio en el primer cuatrimestre de ese año. A partir del segundo cuatrimestre de 2018 inicié los trámites para poder comenzar a cursar la carrera de Derecho en el Centro Universitario de Devoto y durante los primeros meses me trasladaban todos los días de Ezeiza para acá, para poder cursar. -¿Cómo es estudiar en la cárcel? -Es muy deficiente y desde el Servicio Penitenciario Federal buscan desgastar y desanimar a que uno estudie. Lo hacen a través de prácticas lamentables e institucionalizadas. Por eso comencé a manifestar mis quejas a través de hábeas corpus, por la ineficiencia y malos tratos que experimentábamos los estudiantes que éramos trasladados de Ezeiza a Devoto todos los días. Nos levantábamos a las 4 y el camión de traslado llegaba a las 10, a las 12 o nunca llegaba. Me quejé tanto por ese tema, por la estructura edilicia y el hacinamiento en mi pabellón que un día se cansaron de mí y me trasladaron a Devoto. Ahora ya llevo 16 materias aprobadas y estoy por terminar la primera parte de la carrera, conocida como el “Ciclo Profesional Común (CPC)”. -¿Qué importancia le atribuís al estudio en contextos de encierro? -Estudiar es importante, te permite salir del pabellón y aislarte de un montón de cosas tóxicas que pueden llegar a tu mente producto de estar en un lugar donde se multiplican por día las chances de poder morir asesinado o que te pasen otras cosas terribles. Hay mucha violencia debido a una el reclamo del preso, que sólo pide lo que dice la Ley 24.660, que si bien es pésima,


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CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE, VERSIÓN DEVOTO muy deficiente Ley de Ejecución de la Pena (24.660). No existe el tratamiento progresivo, no existe la reinserción social y es todo una mentira que funciona muy mal. De movida la Ley está mal redactada y si a eso le sumamos que lo negativo se aplica de manera potenciada y a lo poco positivo se lo desoye, estamos en un problema... digamos que cuando les conviene es “letra viva” y cuando no les conviene y es un beneficio para el preso es “letra muerta”.

-¿Qué pasa cuando reclaman por estas falencias? -Desde que estoy en Devoto todos los meses se invita al Ministerio de Justicia, a los juzgados, se sacan hábeas corpus que reclaman para que las cosas mejoren, pero lo único que uno recibe tanto del Poder Judicial como del Ejecutivo es una dilación del problema hacia adelante. Dicen que ya se ocuparán y nunca pasa nada. Las pocas veces que uno logra una victoria a través de un hábeas corpus y el juzgado lo otorga, el Servicio se encarga de que no te lo den nunca. Ejemplo: hace más de diez años que se dictaminó que cuando se trata de traslados para ir a estudiar, el preso no tiene que viajar con grilletes. A hoy, 2020, se viaja con grilletes a pesar que hay un fallo judicial que contradice esa práctica. -¿Cómo ves las coberturas mediáticas que se hicieron de los reclamos durante la pandemia de COVID - 19? -Hay una criminología mediática de la mano de cruzadores morales y periodistas nefastos, llámese Jonatan Viale, Eduardo Feinmann o Ángel de Brito. Uno llega a escuchar barbaridades y todo lo vuelcan para el lado de los violadores y asesinos. Cuando estábamos cerca de lograr algo post reclamo y en aras de negociación en la mesa de diálogo, salió la madre de Ángeles Rawson a hablar de Mangieri, cuando ni siquiera él se preocupa por querer un beneficio. Sin embargo, cualquier excusa es buena para poder meter a toda la gente que está por narcomenudeo o delitos menores en la misma bolsa. Los llevan al nivel de un violador o femicida. A partir de esta criminología mediática y esta pandemia de desinformación, lo único que se busca es desligitimar

tiene aspectos positivos y derechos que uno merece tener. -Después del reclamo del 24 de abril de 2020 se abrió una mesa de diálogo permanente, ¿Cómo funciona? ¿Tuvieron alguna respuesta concreta? -Gracias a los cacerolazos de la gente, producto de que fue mal informada de forma mal intencionada por los medios de comunicación, ahora está todo congelado y hay una politización del tema. Hay internas entre “cristinistas” y “albertistas” y todo eso genera un caldo de cultivo en el cual la pobre mesa de diálogo con Claudia Cesaroni, que es una gran mujer, el juez Hornos, el juez Morini y otros tratan de hacer lo que pueden, limitados a llegar a un acuerdo rápido y con Blanco y Mena –como gente de Alberto [Fernández] y Cristina [Fernández]– enfrentados. Lamentablemente podemos decir, y me incluyo, que los presos fuimos muy hábiles para aprovechar el momento. Pudimos ver que ante tanto vacío de información producto del coronavirus, era un momento para sacar provecho y romper los techos para salir a reclamar por nuestros derechos. Sin embargo todo lo logrado de una forma interesante, práctica y directa se perdió de la forma más pava y tonta como es una mesa de diálogo. Lo más difícil se logró pero en los papeles vemos semana tras semana cómo nos embarran la cancha y frenan todo. -¿Cómo era tu vida antes de estar preso? -Tenía una vida muy vacía, salía mucho de noche, trabajaba en el subte Metrovías como boletero. También estudiaba Licenciatura en Marketing en la UADE y a la vez agarraba todo negocio que me dejara algún rédito económico: si me ofrecían comprar neumáticos al por mayor y venderlos, y había un público que estaba interesado y resultaba una buena ganancia, lo hacía. Si me acercaban un peluche para vender, y era un buen negocio, lo hacía. Así me acercaron “caramelos”, por así llamar al éxtasis y al LSD. Nunca tomé, ni vendí ni me interesé en la cocaína. Cuando me plantearon el negocio me pareció interesante e hice un par de ventas durante 6 meses y después de ese tiempo me botoneó otra banda que trabajaba en lo mismo y bueno, acá estoy. Tenía una vida tranqui-


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la, iba a comer solo, iba al cine solo. No es como el imaginario popular que piensa que uno cita gente abajo del puente o con tres matones en la espalda. Yo tenía una bandita, operaba con un peruano, un gay y una lesbiana y ellos vendían para mí y todos sacábamos un rédito. Nos juntábamos a veces a comer, caíamos al cumpleaños de alguno. Sí, a veces había problemas de plata, se ganaba o se perdía pero siempre se llevaba adelante con altura. Era una empresa, turbia, que vendía un producto ilegal pero que ajustaba a parámetros y reglas de una empresa legal. -¿A qué le atribuís el hecho de haber ganado tantos seguidores en el último tiempo? -Se lo atribuyo a tres fenómenos: primero a Tik Tok porque una chica con más de 120 mil seguidores hizo varios videos míos. Por otro lado, al fenómeno de la convictofilia o “marketing del preso” como le digo yo, y también a que así son las redes. Hoy soy yo, mañana será un pibe que vive en Florencio Varela o un cartonero. No deja de ser una enorme nube de polvo de estrellas. Lo tomo con tranquilidad, antes me hubiera encantado pero ahora uno sabe que hay otras cosas más importantes en la vida y que esto va y viene. Eso no quita que uno es agradecido y está bueno, tengo otras ventajas respecto a mis compañeros porque puedo interactuar con muchísimas personas. No me alcanzan las horas del día. Por más de que esté preso 24*7 no puedo responderles a todos. Trato de ser lo más cordial, agradecido y buena onda con todos. Está bueno, uno agradece y a veces te sacan una sonrisa y te hacen más entretenido y ameno el día. -Me interesó el término “Marketing del preso”, ¿podrías explayarte un poco sobre eso? -Es lo que ves en el capítulo de Los Simp-

son cuando Marge le da una y mil chances al convicto que sale bajo su custodia. Ve en él como un halo atractivo que le genera cierto magnetismo que hace que no pueda dejarlo de lado y seguir con su vida. A partir de ese ejemplo, me refiero al fetichismo que hay con los presos por parte de las mujeres como algo prohibido. Al verlo tras las rejas, sin posibilidad de acceso a muchas cosas se puede producir una idealización o fantasía, que puede ser sexual o no. El hecho de estar privado de la libertad es una situación turbia, sórdida, medio morbosa y que genera una atracción de la persona que está en el ámbito libre. Siempre la atracción a lo prohibido, lo oscuro, o lo “malo”, malo en el sentido Lana del Rey, el tipo jodido, picante, frio, eso atrae. Podemos decir que lo prohibido es adictivo, lo que está en cautiverio interesa, como un animal en un zoológico. Todo lo que es oculto, turbio o sucio genera lo que es una variante de romanticismo extraño, bizarro, morboso. El preso tiene levante, es como el barman. Son esas cosas que decís ¿Por qué? ¡Pero pasan! Supongo que es porque rompe la norma, el preso es un objeto fetichizado. -Se puede ver en tus redes una cantidad de mensajes de mujeres que dicen tener fantasías con vos, ¿cómo lo ves? ¿lo tomás en serio? -Me tomo en serio el 1%. Hace casi tres años que no tengo visitas ni encuentros con el sexo femenino de forma personal. Estoy insensibilizado. Por momentos me vuelven las ganas de interactuar con alguien, de hablar con alguien pero son ratos. Ante la falta de contacto con otra persona uno se enfría. Y en las relaciones que construye y fomenta se encuentra. Al no poder construirlas más allá de lo virtual, genera la nada misma, genera hartazgo y pereza. A diario te volvés más perezoso para construir una relación.

-Hablamos de los medios pero sos un cinéfilo, ¿cómo analizás la construcción de identidades carcelarias en las ficciones argentinas? -Mirá, el año pasado vino a vernos Luis Ortega y cuando le pedimos por favor que incluya en El Marginal un personaje que estudie y que haga bien las cosas, nos dijo “eso no vende”. Así que a partir de eso podemos decir que es todo una inmensa bola de mierda en la que eligen potenciar todo lo malo y ocultar todo lo bueno. No hay que ser muy inteligente para plantearse “che, en El Marginal hasta los presos que hacen de decorado son todos una mangas de hijos de puta, ¿o puede haber alguno que zafe y haga bien las cosas?”. Acá hay un montón de gente que hace bien las cosas, pero vende lo malo, vende lo turbio, vende la pelea con faca. Hay un montón de presos que saben hablar y conjugar los verbos y esas no son las cosas que te muestran por televisión, nosotros vemos El Marginal y nos reímos de la basura que le venden a la sociedad. Realmente es muy gracioso. -Entre tantos personajes ficticios relacionados al mundo lisérgico, ¿por qué elegiste a Willy Wonka? -Era el avatar que usaba en Whatsapp y en Telegram cuando vendía droga, tanto yo como la bandita que armé después. Era esa foto de perfil. Lo elegí por la analogía con los caramelos y las drogas... me pareció graciosa, un poco risueña y marketineramente interesante. -¿Tenés algún plan concreto para cuando salgas? -Sí, continuar con la carrera de derecho como sea ¡como sea! Aunque tenga que ir con la misma ropa y las mismas zapatillas todos los días, no me importa, como sea la voy a terminar. También exterminar a ese bichito diabólico que me inspira adrenalina y gusto por hacer lo incorrecto.


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DANIELA BULAICH, JUGADORA DE VOLEY

“EL DEPORTE ES ESFUERZO, PERO TAMBIÉN DIVERSIÓN” A sus 23 años, Daniela Bulaich equilibra sus estudios del profesorado en Educación Física en el ISFD nro. 101 con su carrera como voleibolista. Luego de su largo paso por Boca Juniors, se desempeña como punta receptora en Las Matadoras de San Lorenzo y en la Selección Femenina de Voleibol de Argentina, mejor conocida como Las Panteras.

-¿Durante toda tu vida el vóley tuvo un papel fundamental para vos? -Diría que sí. Empecé a jugar desde muy chica, tenía nueve años y ya jugaba en Boca. Era algo que me divertía pero con el paso del tiempo dejé de verlo sólo como una diversión y me di cuenta que podía tener una oportunidad, que podía aspirar a transformar el vóley en algo más que un pasatiempo para mí. Al principio cuando me puse esta meta fue difícil porque era muy autoexigente, hasta que pude darme cuenta que presionarme tanto me hacía mal y me jugaba en contra. Hoy entiendo más el deporte, que implica un gran esfuerzo pero que también puede ser diversión y así lo vivo. -Pasaron 14 años desde que arrancaste, ¿qué fue imprescindible para que llegues donde estás hoy? -Mi familia sin dudas. Tuve mucho apoyo de su parte cuando empecé y eso hace una diferencia, te ayuda a crecer. Están siempre pendientes de mi carrera, me acompañan en todo torneo, a los entrenamientos, todo desde el día uno. De hecho, gracias a ellos empecé en el vóley. Fue mi papá el que me alentó a entrar a Boca. Mis hermanas mayores jugaban por hobbie y a él se le ocurrió preguntarme si quería probar yo también porque como somos de Avellaneda, Boca nos quedaba cerca. Les debo todo. -Once de esos catorce años de carrera fueron en Boca, ¿qué fue lo que motivó tu salida del club? -En principio había planteado irme sólo a ju-

Por CAMILA MONTALVAN gar la Liga Argentina Femenina a otro club y la idea era volver a Boca después pero todo se complicó. Era una decisión personal porque no había tenido una buena experiencia en la liga pasada. El club no lo tomó de buena manera, me preguntaron qué podían hacer para que me quede, y aunque mi postura era inamovible no querían dejarme ir. Me pusieron trabas y complicaciones en el camino con las que al final lograron que me vaya de manera definitiva del club. -Boca propuso vender tu pase, ¿por qué no prosperó ese acuerdo? -Sí, dieron la opción de venta pero a una cifra muy alta que ni siquiera es común en la liga masculina. Fue muy duro, y como yo la pasaba tan mal, mi papá ofreció pagar de su bolsillo una parte de la cifra y el resto la pagaría el club al que me trasladaría. Cuando creíamos que por fin se destrabaría la situación, los directivos de San Lorenzo se enteraron que Boca quería dar sólo un pase provisorio, darme en préstamo pero que vuelva. Por eso obvio que se cayó el acuerdo. Por suerte, al mes siguiente me llamó Daniel Angelici para que le cuente qué era lo que pasaba y me aseguró que Boca daría el pase libre para que pueda arrancar con Las Matadoras de San Lorenzo. La verdad que todavía sigo sorprendida por su intervención pero se lo agradezco.

-¿Cómo quedó tu relación con Boca? -Fue una decepción grande para mí lo que pasó. Crecí en Boca, pasé toda mi adolescencia ahí pero no volvería. Cuando tomé la decisión de irme nunca me había imaginado lo que se venía. Estuve desde diciembre de 2017 a marzo de 2018 sin jugar, la pasé mal. Cuando me fui, uno de los entrenadores del club era una persona fundamental para mí y nunca me llamó por teléfono para ver cómo estaba, qué era lo que pasaba con mi pase, nada. Eso me dolió. -En la actualidad además de jugar en San Lorenzo sos parte de la Selección Nacional, ¿cómo vivís esa experiencia? -Es increíble. Los entrenamientos son duros y la competencia a nivel internacional también. Pero para mí como deportista no se compara con nada. En la experiencia de cada partido con Las Panteras te das cuenta que el esfuerzo vale la pena. Salir a la cancha con la camiseta a cantar el himno de la mano de tus compañeras es muy emocionante, lo más lindo.


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Daniela con la casaca de Las Panteras.

-¿Cómo sobrellevaste los entrenamientos virtuales durante la cuarentena? -Los entrenamientos en casa los manejé muy bien. Eso también fue mérito del preparador físico que siempre estuvo presente y que se adaptó a las circunstancias de cada jugadora, porque no es igual vivir en un departamento que en una casa. Al principio no contábamos con los materiales y había que encontrar la vuelta para crearlos, ver cómo podíamos lograr ejercicios con peso. Después nos llegaron insumos de parte del Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD) a Las Panteras. De todas maneras, sobre el final se tornó agotador a nivel mental porque entrenar desde casa es distinto. El vóley es un deporte en equipo y necesitás de tus compañeras, con Zoom no se reemplaza. Por eso empecé con algunas compañeras a hacer físico juntas y demás hasta que por suerte el 7 de septiembre pudimos arrancar a entrenar con la Selección de manera presencial.

-¿Se siente la presencia de los protocolos sanitarios en los entrenamientos? -Sí. Al principio es raro, incómodo. Entrenamos en la sede del CeNARD y tenemos que hacer todo con barbijo y estar atentas todo el tiempo por uno y por el otro. Pero cuando te acostumbrás, se hace llevadero, es ir a hacer pesas y antes de empezar tirarle alcohol a los materiales, cuando terminás también limpiar todo porque detrás tuyo viene una compañera que también tiene que usar el elemento, pero bueno, es cuestión de costumbre. Después de tanto tiempo sin entrenar, volver a tener el contacto con la pelota y con tus compañeras es liberador. -¿Cuáles son las desventajas más grandes de que la liga de vóley femenino no sea profesional? -Creo que una de las desventajas más grandes es que se hace difícil que el vóley crezca a nivel nacional porque al no haber una competencia interna como sucede a nivel internacional hace que las jugadoras se vayan al exterior. Estamos lejos del nivel de otros equipos extranjeros y eso se refleja en los torneos internacionales. -¿Creés que están las condiciones para que se genere un cambio como sucedió con el caso del fútbol femenino?

-Sí, se nota que hay aires de cambio porque en el vóley también hay desigualdades. Hay un abismo no sólo en lo económico o los contratos, también en la ropa, los cuidados, ellos tienen un cuerpo técnico con más profesionales, los mejores lugares de entrenamiento. Vamos a paso lento pero estoy segura que a futuro se logrará. Si las chicas del fútbol pudieron lograr la profesionalización, nosotras también. -¿Pensaste en irte a jugar al exterior por estos motivos? -Sí, de hecho, era mi plan para este año pero se interrumpió por la pandemia así que preferí quedarme en casa y aprovechar este tiempo para dedicarme a terminar mis estudios ya que la virtualidad me permite cursar más materias de las que hubiera podido en una situación normal. Espero poder cumplir mis planes 2021. Por suerte tuve propuestas para jugar en las ligas de Italia, Suiza, España. -¿Cómo equilibrás una carrera de nivel superior con un deporte de alto rendimiento? -Fue difícil lograrlo. Hubo años en donde tuve que dejar materias porque no lograba coincidir los horarios para ir al Instituto y al CeNARD a entrenar, así que decidía priorizar los entrenamientos con Las Panteras. Por suerte el entrenador entiende estas situaciones, comprende que acá tenemos que estudiar sí o sí porque no vivimos del vóley y me permitió ausentarme a veces. Es muy cansador.


FRONTERAS Q AÑO 7 - #12 ENERO-JUNIO 2021 ARG $100 ISSN 2451-5590

EL MÁS HUMANO DE TODOS LOS HÉROES DIEGO MARADONA (1960-2020)

GACHI LA MOTOCICLISTA

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