Fronteras Nº10

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AÑO 5 - #10 JULIO-DICIEMBRE 2019 ARG $80 ISSN 2451-5590

FÁBRICA DE IDEAS La Universidad Nacional de Quilmes, en su 30° aniversario, reflexiona sobre su pasado como fábrica de hilados y colabora en recuperar la memoria de las industrias locales. Dossier especial sobre La Bernalesa, otro gigante que resurge como parque industrial.


SUMARIO

NOTA DE TAPA 30 AÑOS DE LA UNQ

DOSSIER LA BERNALESA

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¿TUTUMBA O QUIQUE?

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42 29 31 pág

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DEL LADO DE LA VIDA

LA BRECHA SALARIAL ENTRE VARONES Y MUJERES pág

CESTOBALL: DEPORTE DE TODES

SER TRANS EN ARGENTINA

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pág LECTOSAPIENS EN EXTINCIÓN

A NO HACER LA VISTA GORDA

pág

SUENAN LOS TAMBORES

pág

“GRACIAS AL FÚTBOL RECUPERÉ pág MI VIDA”

BARBI RECANATI, MÚSICA

DE TURKMENISTÁN A LA ARGENTINA

SILVINA OLSCHANSKY, AUTORA

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32 40 19 pág

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STAFF

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Revista de la Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Quilmes Año 5 - Número 10 Julio - Diciembre de 2019

DIRECTOR: Leonardo Murolo

EDITORIAL

DIRECCIÓN PERIODÍSTICA: Ximena Carreras Doallo

DIRECCIÓN GRÁFICA: Javier Vidal

EDICIÓN: Cora Gornitzky Mónica Rubalcaba

CONSEJO EDITORIAL: María Eugenia Fazio Natalia García Leonardo Mora Doldán Pablo Morosi Alejandra Pía Nicolosi Leticia Spinelli Washington Uranga

ASESOR EDITORIAL: Daniel Badenes

ADMINISTRACIÓN Y WEB: Marianela Di Marco

PARTICIPAN EN ESTE #10: Matías Aquino Magariños Florencia Baliani Walter Fernández Yazmín Fleckenstein Carla Martilotta Pablo Agustín Moro Ramiro Núnez Mariano Orlando Facundo Pérez Flavia Retamar Melanie Rodriguez Florencia Sosa Lourdes Valenzuela

CONTAR Un proyecto. Diez números y su versión cero. 15 docentes y administratives. 159 notas. 205 colaboradores. 5 años de la revista de la carrera de Comunicación Social en los 30 años de la Universidad Nacional de Quilmes. El pasaje de una idea a una revista semestral. La transformación de notas y fotos de las materias del área Gráfica a una producción de calidad para la versión papel o en las redes. No son sólo datos, también es la suavidad de las tapas y la aspereza de las hojas; el aroma intenso de la tinta; la brisa como pestañeo al pasar las páginas; la molestia por el error que se nos pasó, la satisfacción inmensa por cada nuevo número; el regocijo del debatir y pensar en equipo los enfoques, los manuales y la selección definitiva. Es como hilar, como tejer. Porque el texto es un tejido que narra, que cuenta historias. La UNQ fue creada mediante la Ley No 23.749 del Congreso de la Nación Argentina el 29 de septiembre de 1989 y su promulgación fue casi un mes después: el 23 de octubre. Luego llegó su normalización, que data del 12 de diciembre de 1992. En 1999, la UNQ inauguró su primera aula virtual y se originó la Universidad pública en Internet.

La revista Fronteras fue presentada en el marco de la 4ta Fiesta del Libro y la Revista en la UNQ, el 19 de septiembre de 2014. De ahí en más cuenta hechos, sucesos e historias en su versión papel y otras pensadas para el entorno digital, en Flyckr, Facebook, Instagram y en el portal de la Licenciatura en Comunicación Social. Nuestra universidad fue una fábrica de hilados, la Fabril Financiera: es y fue una usina de sueños. La revista Fronteras se enlaza en esa trama con palabras e imágenes de estudiantes y graduades. Y en sus secciones se despliegan con distintos trazos y puntos, historias de vida, ensayos, cuentos, entrevistas, análisis, noticias, notas, historias gráficas, perfiles, con las voces de la universidad pero sobre todo las de la calle, las del barrio, las de la comunidad. Fronteras avanza en números y genera nuevos espacios de diálogo y encuentro desde el conurbano con voz unquiana. La revista es un tejido desafiante y apasionado de sentidos. Este ejemplar es el resultante de una educación de calidad, que favorece la inclusión y donde se construye identidad propia. Fronteras nace en la universidad pública y se enorgullece de su origen, localía y porvenir.

Bettina Villalba Agustina Wroblewski FRONTERAS ES UNA PUBLICACIÓN DEL ÁREA DE PRODUCCIÓN GRÁFICA DE LA LICENCIATURA EN COMUNICACIÓN SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES. Editor responsable: Norberto Leonardo Murolo Roque Sáenz Peña 352, Of. 118, Bernal, Bs. As., Argentina /ISSN:2451-5590 /Contacto: revistafronteras@unq.edu.ar


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Dossier LA BERNALESA

TIERRA ADENTRO

CARLOS VENIER, EMPRESARIO

UN INDUSTRIAL INDUSTRIALISTA Criado como vecino de la textil La Bernalesa, trabajó un tiempo en esa empresa, en la que se formó y tomó impulso. Hoy se dedica al fomento de las industrias PyME. Carlos Venier dialoga sobre su vida, su relación con la histórica fábrica de Quilmes y su cruzada por que haya más industrias en esta zona y a lo largo del país.

Por FACUNDO PÉREZ Fotos JAVIER VIDAL Sólo es un vecino del barrio. Hoy es ajeno a lo que sucede en el predio en que se ubicaba la empresa. Eso no impide que la escena en la cual tiene lugar la entrevista genere un cuadro poético, con la luz del sol entrando por el ventanal y el plano que indica los lotes ocupados y por ocupar del Parque Industrial La Bernalesa (PILB). Pues se trata de un proyecto para favorecer la actividad industrial de Quilmes, que es lo que Carlos Venier siempre tuvo como meta en su vida, privada y pública. La historia del empresario siempre estuvo ligada a la industria, incluso desde antes de su nacimiento. Su familia se mudó a lo que antes era el límite entre las ciudades de Bernal y Quilmes, a pocos metros de La Bernalesa, porque su papá se quedó sin trabajo en La Plata y le dijeron que allí había una fábrica que estaba contratando. Ambos padres consiguieron un puesto y eso marcó su vida para siempre: “Mi relación con la fábrica es profunda porque mi papá y mi mamá trabajaban en La Bernalesa cuando nací. Me crié en la guardería que había acá”. Dice que el barrio fue creciendo desde que llegaron: en ese entonces había sólo cuatro casas. Y aclara que se llama Villa La Perla, aunque, en general, no figura con ese nombre en ningún lado. “Hay veces en que le digo a la gente de la municipalidad: ‘Miren

que esto siempre fue Villa La Perla’”. También cambió la conformación del lugar: La Bernalesa ya no es el centro. Todo se disponía entonces alrededor de la fábrica. Venier relata que el club del barrio estaba enfrente y era el punto de reunión para ver Titanes en el Ring. “El centro de nuestra vida era la fábrica”. Empezó a trabajar en La Bernalesa cuando todavía no contaba con 14 años, dice que tuvo la oportunidad de recorrer como operario todas las áreas del proceso de hilado. Aquí, gracias a la escuela secundaria técnica que la empresa abrió en el predio y fue la primera de su tipo en la región, también le fue posible recibirse de técnico textil. Además de ver y ser parte del avance tecnológico que atravesó la fábrica. “Entré en el montaje de todas las máquinas, con los técnicos que venían del extranjero, porque sabía algo de inglés; estaba estudiando, entendía los planos”. Le fue de ayuda que sus jefes fueran quienes habían sido los compañeros de su padre, porque lo ayudaron. Eso fue importante para su vida profesional. Su historia es una muestra de cómo la empresa textil acompañaba la vida de sus trabajadores, con la guardería, la posibilidad de seguir una carrera y, sobre todo, con la escuela técnica. Por convenio sindical, la fábrica debía ascender a sus empleados

después de que acumularan cierta cantidad de años. Así, antes de inaugurar el centro de formación, se encontraba con que un puesto era ocupado por una persona que no estaba capacitada para ello, incluso para el trato con sus compañeros desde otra posición. “Cuando estás en un grupo, acá abajo, y después tenés que mandarlos, es una transformación muy importante”. El conjunto de todo lo que conformaba La Bernalesa resultaba un sitio de prestigio en la industria nacional y de la región. ―Mientras trabajaba aquí, ¿era consciente de la importancia que tenía la empresa tanto para Argentina como América Latina? ―Totalmente (se ríe). Todos estábamos orgullosos de trabajar en la hilandería más grande de América. Creo que, mientras estuvo la fábrica andando, muy poca de la gente de Quilmes no trabajó en La Bernalesa. 5200 personas había. Y decir “trabajaba en La Bernalesa” era importante. Igual que en la Cervecería, o donde está la universidad [UNQ], la Fabril-Financiera. Es decir, trabajar en las fábricas que había en Quilmes era relevante. Sin embargo, su tiempo en la Textil no fue prolongado; alrededor de sus 20 ya contaba con un proyecto personal. Siempre investigando y buscando nuevas formas, sumado


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Dossier LA BERNALESA

Dossier LA BERNALESA

Carlos cuenta su experiencia de vida como operario primero y como participante de CAME después.

a un accidente que sufriera su padre y que lo dejara a cargo de su tejeduría, comenzó a tratar con el tejido de plásticos. “Descubrí fibras nuevas, tejidos nuevos que se usaban en el mundo sintético”. Un poco olvidado de que no sabemos tanto como él de su rubro, habla de la rafia sintética, y luego aclara que se trata del material con el que hacían las bolsas de compras y que hoy se usa para los pasacalles. Dice que este proceso le daba “una facilidad para empezar”, ya que no tenía intermediarios y la plata que ganaba la invertía de nuevo en hilados. En este punto su recorrido empieza a mezclarse con el otro pilar que lo hace la persona que es: la gremial empresaria. Se trata de agrupaciones de pequeños y medianos empresarios que buscan defender su lugar en la economía nacional, principalmente ante las grandes empresas con las que compiten. Mientras él seguía en La Bernalesa, su padre y unos colegas se habían lanzado en emprendimientos propios, con la modalidad

del trabajo fasón. Según cuenta, el “fasonier” es un trabajador que produce con la materia prima de un tercero y por pedido de este. “Hay uno que te trae la mercadería y te paga lo que quiere (ríe). Ellos dicen ‘lo que pueden’ pero yo decía siempre ‘lo que quieren’”. Cuenta que estas personas se agruparon en una Cámara y fundaron cooperativas a lo largo del partido, tal como la asociación «Los Cooperarios». Carlos manifiesta que siempre fue poderosa la industria textil en esta zona del conurbano. Su entrada en la cámara de fasones se dio cuando su papá le pidió que se hiciera cargo, a sus 18 años, porque él no podía. “A veces uno lo lleva en los genes. Fuimos madres (potenciadores), porque fomentamos también las Cámaras de Valentín Alsina y San Martín”. Años después, formalizarían esta cámara en la Unión Industrial de Quilmes (UIQ), de la que fue secretario, para hacer frente a la dictadura militar impuesta con el Golpe de Estado de marzo de 1976. El gobierno

represor buscaba sacar “de un plumazo a todos los que estábamos acá”, dice Carlos en referencia a las industrias del conurbano, y refiere a la Ordenanza General 285 con la que los militares buscaban limitar o trasladar toda la actividad industrial de la Ciudad de Buenos Aires y alrededores. Querían, de esa forma, evitar la organización obrera cerca de los grandes centros urbanos. Los industriales de esta zona, en particular de estas cámaras, se agruparon en la UIQ para luchar y fomentar la creación de uniones similares en otros partidos. Luego, consiguieron la derogación de la Ordenanza y su transformación en otra que determinaba el uso del suelo en la provincia. Según él, no existe información sobre la historia industrial de Quilmes, más allá de lo que pueden contar sus protagonistas. Pero aclara que, gracias a los trabajos de los propios industriales del partido, en esta ciudad se ubicó la primera zona industrial exclusiva: un parque industrial abierto si-


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Dossier LA BERNALESA

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“Mi relación con la fábrica es profunda porque mi papá y mi mamá trabajaban en La Bernalesa cuando nací. Me crié en la guardería que había acá”.

tuado entre las calles Emilio Zolá, Dorrego y Primera Junta. Más tarde llegará un momento para participar en lo que él llama su pasión por la gremial empresaria al nivel de la Provincia, cuando representó a la UIQ en la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA). Y siguió su camino en esta área: “Pasé de Quilmes a la Provincia y después hice algunos ensayos en la UIA (Unión Industrial Argentina)”. Pero aquí vendrá el momento del quiebre. Cuenta aún con risa que en estos años se enojó con las conducciones de las entidades gremiales y que se alejó de la actividad. Cuando habla de su familia sostiene que sufrieron su pasión porque sintió que descuidó esa relación. Pero, a la vez, aclara que su esposa Rosa lo apoyó y nunca lo cuestionó. Sobre todo en esta etapa de alejamiento que llegó a hacerle mal en lo anímico. Entonces, un amigo de Lomas de Zamora le ofrece la posibilidad de volver a la gremial empresaria. Le dice: “Te voy a llevar a un lugar en el que te sentirás bien, que va en línea con lo que siempre pensaste”. Así ingresa a la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Carlos re-

lata que la entidad siempre fue pura y de modo exclusivo comercial, y que su tarea fue crear allí la rama industrial. Y, mientras sonríe, avisa que el día anterior volvieron a nombrarlo presidente de dicha rama. Dice que la confederación tiene más de 1400 cámaras adheridas en todo el país: “Hasta tenemos la Unión Industrial de Palpalá (Jujuy). Tenemos el interior del interior”. ―¿Usted siempre acompañó a la pequeña y mediana empresa? ―Siempre con la PyME industrial. Soy industrial. En mi página dice “industrial industrialista” (ríe). Hoy el que no es industrial ya no apuesta a una industria. Es decir, ya no hay inversionistas en la industria. El que es industrialista lo lleva en la sangre. Es fierrero (ríe). No hay alternativas. Con todas las vicisitudes que tuvo que pasar la PyME... En todos estos años, había que tener coraje para ser industrial, querer a la industria. La continua relación con el mundo industrial y su cercanía con La Bernalesa le permitió, a pesar de no formar parte, estar al tanto de los últimos años de la empresa textil. Cuenta que la expansión de la fábrica, su avance tecnológico, fue una inversión en dólares con créditos bancarios. Esto vio su

límite cuando ocurrió una disparada de la cotización del dólar, “como estamos acostumbrados de modo permanente en Argentina”. Entonces, los ´60 significaron una crisis para su modelo económico porque “todo su movimiento económico era en pesos pero debía en dólares”. Se hablaba de importaciones y hasta se llegaron a pagar los sueldos con telas. Los años previos a la dictadura militar encontraron a La Bernalesa en manos de una administración sindical poco transparente. Y la llegada del gobierno de facto -con el plan de eliminación de los sindicatos- fue la sentencia para la fábrica, que dejó de producir en 1979. Queda claro que su vida personal también está atravesada por su carácter industrialista, porque las respuestas a las preguntas sobre su familia también derivan en ello. “Mi familia es clase media”. Rosa, su esposa, es de La Pampa y se conocieron en la ciudad de Banfield. Él solo cuenta que la conoció muy joven y cuando ya se dedicaba a la gremial empresaria. “Así que no me puede pegar”, cuenta. Tampoco lo que explica de sus hijos se separa de lo industrial: habla de los tres varones como una compañía para él en su desarrollo como empresario y gremialista.


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De Carlos aprendieron todo el amor que siente por la fábrica, tanto como el sufrimiento. Todos trabajaron con él. Tiene una idea particular sobre lo que su experiencia les puede brindar a ellos: “no les puede servir para nada porque empezaron desde un nivel distinto del mío”. Aclara su forma de pensar al decir que sus hijos tienen que saber de dónde vienen pero que la experiencia tiene que ser propia. Y, al igual que su padre, Carlos también dejó a los suyos a cargo de su empresa para dedicarse a su pasión, lo gremial empresario. Y lo hizo. Narra la anécdota de la compra del predio del batallón «Domingo Viejobueno», en Monte Chingolo, mientras estuvo a cargo de la UIQ. El depósito de Arsenales 601, conocido con ese nombre, fue el escenario del intento de apropiación por parte del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) del armamento que se guardaba en ese sitio, en diciembre de 1975. De un lado y el otro había informantes y el resultado fue una

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masacre. Desde la Unión Industrial, Venier y los suyos se enteran de la desafectación por parte del Ejército de dicho predio, y se aventuran a comprarlo. Después de trabas, el lugar se convirtió en un parque industrial en el que funcionan, en la actualidad, unas 120 empresas. Carlos recuerda el proyecto como un ejemplo del abandono que vivió su familia por su ocupación en sus tareas como gremialista empresario. No es fácil ubicar el discurso de Carlos bajo algún color político; su historia de fomento y ocupación por las PyME lo atraviesa más que cualquier otro signo. En sus palabras sobre la situación actual de la industria textil entiende que la crisis económica de estos años es más prolongada y profunda que otras, pero no deja de destacar que las pequeñas empresas nunca fueron bien aprovechadas en el país, indistintamente del gobierno de turno. Explica que las PyME “somos eficientes por más que nos digan que no lo somos”, y que esa ineficiencia la genera el Estado por las

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cargas impositivas. Compara sus precios con los de una fábrica que un primo suyo tiene en Italia y cuenta que allí los impuestos no son tantos, lo que resulta en mejores precios y más posibilidades de venta. Agrega que las empresas que él defiende desde su trabajo en CAME son flexibles, más que las grandes y las multinacionales. Al no contar con una estructura fija, una industria pequeña puede modernizarse en semanas. Además, no tienen el acompañamiento financiero, porque a una PyME “no le dan los créditos que a una empresa grande sí”. Es que no se manejan como requiere el sistema financiero: no invierten en plazos fijos, no ahorran en dólares. Lo hacen al comprar materia prima para seguir con la producción. Sus palabras lo definen: es industrialista de la pequeña y mediana empresa, realza con su discurso todo lo que estas fábricas hacen, todo lo que aportan al país. Es un industrial industrialista.


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Por FLORENCIA SOSA Rosalía Fuentes nunca fue delegada pero siempre abogó por todos. Como trabajadora lucha por sus derechos. Como madre cuida con amor a sus hijos. Como mujer se hace respetar. En los momentos de adversidad, siempre es su valentía la que le permite avanzar. Una antigua operaria de La Bernalesa dispuesta a contar su historia.

“Pasaba algo y todos gritaban y se quejaban: -Pero no puede ser que el supervisor esto, que lo otro. Bueno sí, vamos a juntarnos y vamos a hablar. Cuando nos juntábamos para hablar estaban dos pasos atrás y yo adelante”, dice Rosalía, mientras muestra sus dientes y larga una carcajada que interpela. Su rostro fresco, su mirada transparente y su cabellera blanca brillan a la luz del sol durante la hora de la siesta. De fondo, un bastidor de madera triangular sobre dos sillones, donde aún la dueña de casa teje bufandas que le encargan. Se muestra inquieta pero no se achica, por el contrario, se vuelve hipnótica: habla para que la escuchen. Tiene buen sentido del humor que lo aprovecha para reír en cada anécdota que cuenta, aunque esta no sea alegre. En épocas de la dictadura, Rosalía trabajó en una de las fábricas textiles claves de América Latina: la Bernalesa. La empresa fue intervenida por el coronel Lauría quien dejó de pagarle los sueldos a los trabajadores, motivo por el cual hicieron un paro. En esas circunstancias, Rosalía se enfrentó a un militar: “Estaban ahí apuntándonos ¿con qué necesidad? Hasta que un coronel o un sargento, no sé bien, dijo: ‘Ustedes tienen que trabajar por amor a la patria’. Y yo, revolucionaria como siempre le respondí: Perdón querido, lo podés hacer porque elegiste tu carrera. A mi hijo no le puedo decir: ‘hoy no comas por amor a la patria’. ¿Le harías eso a tu hijo? ¿A tu hijo le falta comida? No, entonces acá queremos al coronel Lauría que venga y nos pague, si en una hora no nos vienen a pagar, seguimos de paro”. -“Háganlo por la patria”, ¡dejáte de joder!, exclama indignada.

TOMAR LAS RIENDAS DE LA VIDA

ROSALÍA FUENTES Rosa, como la llaman todos, nació en Bernal y se crió en Quilmes Oeste con sus hermanos y su padre. Su madre los abandonó cuando tenía tan sólo 2 años pero ella no le guarda rencor, porque no se siente capaz de “enjuiciar a nadie”. Dice que al ser la más chica de la familia siempre fue mimada y a pesar de todo, tuvo una niñez feliz. Desde los 10 hasta los 15 años acudió al colegio pupilo “El Buen Pastor” que quedaba en Caballito. Era un colegio pago donde le enseñaban de todo: un mes limpiaba pisos, otro mes aprendía cocina, al siguiente le hacían planchar todos los hábitos de las monjas y así sucesivamente, durante toda la estancia. CASI MONJA Y ENFERMERA De tanto estar con las monjas, quiso ser una de ellas y entró en la Comunidad La Exaltación de la Cruz pero duró poco. ¿El

motivo?: su carácter. “Si me dicen que esto es blanco y lo veo negro y es negro, te lo discutiré de acá a La Quiaca. Si me decís esto es gris y digo que es blanco y es gris, te voy a decir: -Sí, perdoná, es gris. Pero la monja me vino a discutir que yo no había limpiado el piso y yo lo había baldeado y lo había fregado y ella decía que no. - Y ¡que sí! - ¡Que no! - ¡Que sí! - ¡Que no! Hasta que me cansé, tomé mis valijitas y me volví a mi casa”. “Soy de riendas tomar, ¿viste?”, dice con una sonrisa que emana seguridad. Años después le dijo a su papá que quería estudiar enfermería. Y por contactos con el colegio pupilo llegó al hospital Freyre de Rosario, donde la aceptaron a pesar de no haber terminado el secundario. Le fue bien con las pruebas teóricas pero el último día se llevó el susto de su vida. “Para el último examen te llevaban a donde incineran los cuerpos; hasta ahí, joya. Bueno, explica-


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Dossier LA BERNALESA

Dossier LA BERNALESA ron que pondrían los cuerpos en el fuego en un horno grande y dijeron: ‘No se asusten sentirán una especie de grito pero no son gritos, son nervios que se contraen y hacen ese ruido’. Pero cuando empezó todo: plum plum plum, nos desmayamos todas. Y dije ‘no’. Cacé mis valijitas, tomé el tren y aparecí en casa. Dije nunca más, y sin embargo, con el tiempo cuidé enfermos, hice de enfermera y se me murieron en los brazos”. SIEMPRE TRABAJADORA Rosa trabaja desde los 17 años. “Papá no quería que las mujeres trabajáramos y como yo era la más chica, le decía a papá: -Voy a ir a Quilmes a ver vidrieras a la calle Rivadavia (que hoy es peatonal). -Bueno hija, me respondía. ¿Y yo que hacía? Iba y levantaba suscripciones del diario Enfoque, me daban $10 durante el día por las sus-

cripciones. Hasta que descubrió papá que me iba a trabajar. Y dijo: -Esta hija me salió rebelde, andá a trabajar si querés trabajar. Y así siempre trabajé”. Rosa es curiosa. Cuando quiere algo le presta atención hasta que aprende cómo funciona y lo consigue. De esta forma, cada vez que entraba a un nuevo trabajo lo hacía con el menor cargo pero con el tiempo adquiría un puesto de mayor jerarquía. Durante su vida se desempeñó como cocinera en un restaurante, cuidó enfermos y limpió casas de familias, en una clínica psiquiátrica y en fábricas de producción de plástico y textil. ―Rosa, ¿cuándo entró a trabajar en La Bernalesa? ―En Bernalesa entré en 1977, el 15 de noviembre, en la época de la dictadura. Nunca había trabajado en fábrica y si no tenías experiencia, no te tomaban. Encima mi

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estatura. Fui a Terrabusi y a Bagley y me rebotaron por eso. Después mi hermano se había quedado sin trabajo y le dije: “Vamos, que están tomando en Alpargatas”. Él entró y yo no. Hasta que un día le digo a una amiga mía: “Che, decile a tu novio que me haga entrar a Bernalesa, que me ponga un numerito, quiero tener un sueldo”. Me mandó el legajo para llenar. “¿Cuánto mide tu amiga?” “1,56 m”. “Bueno ponele 1,58”. Y ahí entré y me pusieron a barrer, porque en las fábricas, cuando entrabas, los primeros tres meses teníamos que barrer toda la sesión. La sesión era el lugar donde se hacían las cosas, era un galponazo. -A los tres días de haber entrado, ¡paro! Viene la supervisora y me dice: “Señora Fuentes, no pare, eh, porque usted es nueva”. Luego pasaron los delegados y me dicen: “Usted tiene que parar, eh”. Y la cosa es que yo paré, dije “esta (la supervisora) está loca, no llego a parar, me matan”. Porque antes era así, te agarraban y te fajaban porque eras un carnero. Carnero es el que trabaja cuando los otros paran. Porque ahí en la jerga es quién es más valiente que el otro, y a mí no me busquen, porque… Termina lo que quiere decir y sostiene una mirada desafiante y cómplice. Pero para darse a entender añade: “Está bien reclamar por lo que uno necesita y por lo que le corresponde, no por lo que no le corresponde. Hoy si tuviera que vivir de mi jubilación sola, me muero de hambre. No me alcanza para nada, son $6900, porque me descuentan la moratoria de 10 años que no me aportaron.” Entre sus recuerdos de La Bernalesa, Rosa conserva los recibos de sueldo. Allí aparece el ítem “premio por asistencia”. Le preguntamos: ¿Eran muy exigentes? -Un minuto no pasaba nada, hasta diez minutos tarde la primera vez, podías entrar y no perdías el premio. Ahora, la siguiente vez que faltabas, si era medio segundo, perdías toda la asistencia. Y era plata, si sumabas el premio a la asistencia, el premio a la producción, todo eso sumaba al jornal diario que pagaban por hora. Así que lo cuidábamos. Y las mujeres trabajábamos de 6 a 14 y de 14 a 22, una semana de mañana y otra semana de noche. Después, si vos querías hacer horas extras también te pagaban. Cuando entrabas de mañana, entrabas a las 6 hasta las 18 y si no a las 10 hasta las 22. Era de trabajar, no de irte a tomar un cafecito. Y a la mañana tenías la media hora para ir al vestuario, tomar un mate cocido o lo que llevabas, el sanguchito; o fumabas un cigarrillo, si fumabas. Después seguías con la tarea hasta que tocaba la sirena y recién ahí te podías ir a cambiar a las 14. Cuando


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trabajabas las 12 horas hacías igual pero a las 16 te dejaban tomar algo unos diez minutos. ―¿Cómo fue ser madre mientras trabajaba? ―Las nenas estaban horas en la guardería y yo podía ir a verlas cada 2 horas porque daban ese permiso pero tampoco podías abusar. Aparte, cada vez que me veía la más chiquita, cuando volvía de nuevo a la sesión de mi trabajo, ella se quedaba llorando. Entonces trataba de no estar tanto tiempo. Patricia era bebé, ella nació con cinco meses de embarazo en 1979. Cuando me reintegré a trabajar ella estuvo en la guardería hasta los 6 meses. Y Romina tenía 4 años, eran chiquitas. Romina decía: “A mí me gusta entrar de noche, a la madrugada”. Porque yo salía a las 4 de mi casa con ellas ya que 5 y 10 pasaba por Calchaquí y Triunvirato (Quilmes Oeste) un micro que nos llevaba directo a la fábrica (Bernal). Si lo perdía, tenía que tomarme el 257 que me dejaba en Rodolfo López y Martín Rodríguez, y caminar con las nenas siete cuadras, y ya llegaba tarde. ―¿Quiénes las cuidaban? ―Ahí las cuidaban niñeras, maestras jardineras, enfermeras, médicos. Entrabas y le tomaban la fiebre y las revisaban todos los días. Si tenía una línea de fiebre te mandaban a tu casa y no perdías la asistencia, ni el presentismo ni nada, porque te mandaba el médico. Más de 50 chicos, que venían desde los 45 días hasta los 5 años que empezaban la primaria. ―¿Había muchas mujeres? ―Éramos un montón de mujeres en La Bernalesa. Era una ciudad, era como cuando ibas a Tecnópolis en el tiempo de Cristina [Fernández]. Eran más hombres que muje-

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res pero casi igual. Según la sesión también, porque en tejeduría después empezaron a poner mujeres. Estaban los hombres por las máquinas, por la fuerza. Pero después empezamos a demostrar que las mujeres también podíamos usar una máquina grande. EL AMOR Y LA FAMILIA Si bien Rosa es católica, nunca quiso casarse por iglesia. Tuvo dos maridos y su estado civil actual es viuda. Cuando entró a trabajar en Bernalesa tenía tres hijos y se estaba divorciando, porque encontró a su marido con otra. Entonces, le dijo determinante: “Tomá tus ropitas, chau. Puedo seguir con mis hijos sola”. Luego, cuando el amor volvió a tocar su corazón no se cerró pero era consciente de que siendo madre no podía aventurarse en otra relación, necesitaba seguridad. “En Panamérica Plásticos, ahí conocí a mi segundo marido. Un día vino y me dijo: -Quiero salir con vos. -Sí, cómo no. -¿Querés ser mi novia? -Sí, cómo no ¿Pero sabés qué pasa? Tengo tres hijos. Y donde voy, voy con mis tres hijos, de novia no.” Rosa siempre priorizó el bienestar de sus hijos. Sabía que para darles todo, tenía que trabajar y nunca le faltaron fuerzas para eso. “Después seguí trabajando, mi marido me decía: ‘No trabajes más, quedáte en casa’ pero yo sentía esa responsabilidad porque eran mis hijos y pensaba en el porvenir, por ahí me separo y no tengo un trabajo. Siempre traté de no depender de los demás.” UN CÁNCER DE MAMA El 29 de diciembre de 2004, Rosa descubrió que en cualquier momento podía morir. La internaron por la detección de un cáncer

de mama. El 30 -la noche que se incendió Cromañón- la operaron. Entre quimioterapia y rayos tuvo 21 sesiones en dos meses y medio. La fuerza y la fe en Dios y en sí misma, que la caracterizan, le permitieron seguir. “Voy a salir, no me haré la cabeza, lucharé hasta donde sea. Y acá estoy”. Supo desdramatizar la situación: dice que no le teme a la muerte, que ésta también es parte de la vida y que hay que aceptarla si viene. “Recuerdo que cuando me tenía que hacer quimio, mi marido -pobre, que en paz descanse- se me ponía así: -Ay, negra, te tenés que hacer la quimio… (Lo imita con voz de lamento). -¡Hombre, me harán a mí, a vos no, dejáte de joder! Y un día la enfermera se olvidó de ponerme una inyección y me desmayé. ¡Ay, para qué! Él se enteró y lo tuvieron que internar. Lo que pasa es que me puedo estar muriendo, que no te darás cuenta.” Desde que supo de la enfermedad hasta hoy, Rosa se dedicó al arte. Encontró en talleres de pinturas, vitral, herrería y folklore las ganas de vivir. En el pasillo de ingreso a su casa aún se encuentran unos respaldos de cama y sillones de hierro que hizo ella. Al entrar, cuadros, pinturas y souvenires decoran las paredes y las puertas de su hogar. “¿Estoy viviendo hace ya cuántos años de más, gracias a Dios?”, se pregunta y pregunta, como si otro pudiera darle una respuesta, como si el hecho de esta charla no fuera un verdadero milagro... Pero Rosa es una mujer determinada, que a veces no sabe lo que quiere pero sí lo que no quiere. Y mientras despierte en esta tierra cada día, nada ni nadie le quitará la seguridad y la posibilidad de tomar las riendas de su vida.


FRONTERAS

La Bernalesa fue una fábrica textil fundada en la década del 30 en Quilmes. Llegó a ser la hilandería más grande de Latinoamérica, con 5200 empleados, hasta que dejó de producir, en 1978, durante la intervención militar en la fábrica. Tuvo guardería, escuela secundaria técnica, médicos y enfermería para los empleados y sus hijos.

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Dossier LA BERNALESA

CONVENIO UNQ – BERNALESA La Universidad Nacional de Quilmes firmó un convenio con el Parque Industrial La Bernalesa y la Unión Industrial de Quilmes para la creación de un Centro de Formación Profesional que funcionará en la antigua fábrica. Además, la UNQ lleva adelante el proyecto“Puesta en valor del entorno social y la ex fábrica textil Bernalesa”, que promueve la recuperación de la memoria acerca de este emblemático lugar quilmeño.


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FRONTERAS

ENCRUCIJADAS

SER TRANS EN ARGENTINA Por YAZMIN FLECKENSTEIN y FLORENCIA BALIANI

Una persona transgénero es aquella cuya identidad o expresión de género difiere de las expectativas tradicionales de acuerdo a su sexo biológico. En particular, en Argentina, se estima que el colectivo trans está conformado por entre 7 y 10 mil personas, un número calculado por organismos independientes porque aún hoy, los censos responden de modo binario en cuestión de géneros. Al corresponder a una identidad que no condice con la atribuida por la sociedad, se encuentran ante una relación de poder asimétrica que las coloca en desigualdad frente a la efectivización de los derechos humanos, en especial el derecho a la salud, a la educación y al trabajo. La discriminación que sufren es constante a lo largo de su vida y viven en condiciones de vulnerabilidad. El rechazo comienza con la exclusión familiar, seguida por el acoso escolar, lo que provoca el abandono de los estudios, sumado a la exclusión laboral y el maltrato cotidiano en las calles. TRAVESTICIDIOS Y TRANSFEMICIDIOS: CADA 96 HORAS MUERE UNA CHICA TRANS El promedio de vida de una chica trans es de 35 años; solo un 1% logra llegar a los 60, mientras que la esperanza de vida general en el país es de 76 años. Las causas de muerte varían. Las más comunes suelen estar rela-

cionadas con los peligros de vivir en situación de calle, las enfermedades de transmisión sexual, la silicona industrial y los crímenes de odio o travesticidios/transfemicidios. El 14 de noviembre de 2012 se sancionó la ley 26.791, que incorporó la figura del femicidio/travesticidio/transfemicidio al Código Penal de la Nación, y los establece como tipos agravados del delito de homicidio. Estos asesinatos presentan la singularidad de ser efectuados con violencia selectiva y es consecuencia de la discriminación a la que se encuentran expuestas a diario. A pesar de esto, hay resistencia de las autoridades judiciales en su aplicación y no investigan estos crímenes y son excepcionales los procesamientos y aún más las condenas. Saya Sacayán, coordinador del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL) y hermano de Diana Sacayán, señaló la necesidad de empezar a “hablar de travesticidio […ya que] hay muchas travestis muertas que no están en las estadísticas, que son abandonadas, golpeadas y nosotrxs lo sabemos por nuestras compañeras, vecinas y hermanas”. Alba Rueda, referente trans y presidenta de Mujeres Trans Argentina detalla: “El travesticidio/transfemicidio social es parte de una cadena de violencias que se inscribe dentro de un sistema opresivo. Tiene como último eslabón la muerte de las personas trans.” Si bien no existen cifras estadísticas oficiales/reales, las organizaciones trans aseguran que aumentó el número de casos en el últi-

Desde temprana edad, las personas trans se ven marginadas de la sociedad. Ya sea en el ámbito escolar como luego en el laboral, la discriminación las acompaña en cada etapa de su vida. A siete años de la Ley de Identidad de Género y cuatro de la Ley de Cupo Laboral Trans, su expectativa de vida aún no supera los 35 años.

mo tiempo con al menos 50 transfemicidios en lo que va de 2019. LA FALTA DE SALUD INTEGRAL Un factor determinante en la baja expectativa de vida es la falta de tacto y contención de profesionales de la salud a la hora de tratar pacientes trans y travestis, lo que genera incomodidad y hasta pánico de entrar a un hospital por la discriminación que sufren, sumado a la falta de medicamentos para tratamientos que combatan enfermedades como el VIH, que afecta al 34% de estas mujeres. Según la encuesta realizada por el INDEC y el INADI en 2012, tres de cada diez mujeres trans o travestis presentan historias de abandono del tratamiento médico por discriminación en el ámbito de la salud. Por igual factor, cinco de cada diez dejaron de ir a los hospitales. El estudio señala una barrera significativa para acceder al sistema de salud: la falta de cobertura. Se calcula que el 80% del colectivo no tiene acceso a obras sociales o medicina prepaga. Es por ello que muchas recurren a la medicina casera o intervenciones domiciliarias, sin las condiciones de salubridad necesarias. Tomás Máscolo, activista de la diversidad sexual, reflexiona: “Más allá de los profesionales, me parece que el común denominador en todas las personas trans es el miedo a la institución médica. No se nos respeta la identidad pese a las leyes que supimos conseguir en nuestro país, como la de Educación


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Sexual Integral y la de Identidad de Género.” En lo que respecta al Tratamiento de Reemplazo Hormonal (TRH), si bien desde 2012 se incrementó el número de mujeres trans y travestis que consultan con médicos, es elevado el porcentaje que se automedica. Debido a la falta de información y de acceso a otros tratamientos, muchas continúan inyectándose aceite de avión para adaptar su apariencia corporal a su identidad de género. En conclusión, la mayoría de la población travesti y trans se mantiene excluida de las garantías que el Estado ofrece al resto de la población: atención hospitalaria, tratamientos médicos, acceso a medicación, asesoría en salud, entre otros. MALTRATO POLICIAL Las personas trans enfrentan pobreza, exclusión social y altas tasas de inaccesibilidad a la vivienda, se ven forzadas a realizar actividades criminalizadas, como el trabajo sexual o el narcotráfico, para poder sobrevivir. Como consecuencia, son perfiladas como peligrosas por la policía, son más vulnerables al abuso policial, a la criminalización y a ser encarceladas. Aquellos miembros de la comunidad pertenecientes a grupos étnicos o raciales históricamente discriminados son aún más propensos a entrar en este ciclo de pobreza y violencia. En la Argentina, el INDEC registró en la Primera Encuesta sobre Población Trans (2012) es fragmentada, escasa y desorganizada.

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que el 83% de las personas trans y travestis encuestadas habían sido víctimas de graves actos de violencia y discriminación policial. En este punto es destacable que las estadísticas y datos disponibles no reflejan la verdadera dimensión de la violencia, ya que además de los obstáculos que existen para denunciar a los victimarios -al ser estos

agentes del Estado- se debe sumar la falta de registros de este colectivo, lo que imposibilita conocer si la denuncia fue formulada por una persona trans si ella no ha realizado el cambio de identidad en el DNI. A pesar de las presiones internacionales, la información que el Estado produce a nivel nacional al respecto de esta problemática es

LA LEY DE IDENTIDAD DE GÉNERO El 9 de mayo de 2012 se sancionó la Ley 26.743 que implica una transformación para el reconocimiento político y legal de las identidades y corporalidades travesti-trans. Esta ley fue producto del activismo trans argentino y de sus alianzas políticas. Como señaló Emiliano Litardo, autor del texto de la ley, la norma contempla el derecho a la rectificación de los datos registrales cuando no concuerden con el género autopercibido de la persona. Garantiza, además, de manera integral, complementaria, autónoma y suficiente el acceso a la salud integral, que incluye el acceso a las hormonas y las intervenciones quirúrgicas de reasignación genital, total o parcial. Lo trascendental de ella en comparación a las leyes similares oriundas de otros países, tales como Estados Unidos, es que para el ejercicio de esos derechos la ley no requiere que se presenten diagnósticos médicos o la realización de procedimientos como la cirugía de reasignación de sexo. La ley considera que la voluntad de la persona es suficiente y no se judicializa ni administrativiza el derecho al reconocimiento de su identidad de género. Cualquier acto que perturbe, obstaculice, niegue o lesione los derechos que contiene, será condenado.


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fragmentada, escasa y desorganizada. Ayuda a la invisibilización de las violencias producidas contra las personas y obstaculiza la respuesta efectiva de las autoridades. En estos primeros años de vigencia de la ley de identidad de género se lograron avances en el reconocimiento de la violencia institucional, en particular contra travestis y mujeres trans. Sin embargo, son insuficientes y reflejan los limitados esfuerzos de los organismos estatales por implementar políticas que acompañen la ley. LA INVISIBILIZACIÓN DE LOS MEDIOS Mientras los femicidios alcanzaron un lugar en la agenda mediática, con las muertes de personas trans y travestis no ha sucedido lo mismo. Es necesario situar estos asesinatos en un contexto social que implica desde la invisibilización y naturalización de los hechos, hasta la voluntaria ausencia de cobertura de los medios de comunicación y la demonización de las víctimas. No hay personas transexuales en televisión, ni personajes transexuales en ficción, ni se usa lenguaje y términos integradores en los medios ni se visibiliza la realidad LGTB+ en general. Las figuras trans que aparecen en la televisión argentina no vocalizan los problemas de la comunidad y dejan un gusto amargo en las militantes. Romina Bustamante, representante de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA) comentó la falta de cooperación que sentía por parte de mediáticas como Lizy Tagliani, Gonzalo Costa y Florencia de la V. “Ellas son las que tienen el poder para decir “Nos están matando” y no dicen nada, se dedican a hablar de su vida privada y están cómodas porque ahora ya no pasan por los hechos de violencia que las compañeras sufren a diario. A nadie le importa lo que nos pasa, nosotros para la sociedad y el Estado no existimos. Somos números, no personas.”

SITUACIÓN LABORAL El acceso al empleo formal implica no sólo autonomía económica, sino también posibilidad de experiencia, capacitación y acceso a la seguridad social. Los datos disponibles revelan que seis de cada diez mujeres trans/ travestis están vinculadas al trabajo sexual en la actualidad. En la Argentina, la prostitución no se penaliza pero tampoco se regula. Estas personas son las que se definen en la investigación de ATTTA y Fundación Huésped como “trabajador/a por cuenta propia o autónoma/o” y que carecen de seguridad social y beneficios laborales. Solo el 18% de las entrevistadas tienen empleo formal.

La ausencia del Estado juega un rol vital en la baja expectativa de vida. Se denomina “víctimas del abandono estatal” a aquellas personas cuyas muertes se podrían haber evitado, por ejemplo, aquellas relacionadas con enfermedades de transmisión sexual a las que se ven más expuestas por recurrir a la prostitución como método de supervivencia. Esto se debe a que a la hora de buscar un trabajo, la transfobia y la ignorancia tienen como consecuencia la negación de empleos. La encuesta de 2012 realizada por el INDEC y el INADI consigna un 80% de informalidad laboral. En esa encuesta se menciona que siete de cada diez buscaban otra fuente de ingreso y ocho de cada diez declararon que

CUPO LABORAL TRANS Aprobada por unanimidad el 17 de septiembre de 2015 en la legislatura bonaerense, la ley 14.783 “Amancay Diana Sacayán” de cupo laboral trans de la provincia de Buenos Aires, aún no está reglamentada. No se aplica. La ley establece para el Estado“la obligatoriedad de ocupar en una proporción no inferior al 1% de su personal a personas travestis, transexuales y transgénero que reúnan las condiciones de idoneidad para el cargo y establecer reservas de puestos de trabajo a ser exclusivamente ocupados por ellas, con el fin de promover la igualdad real de oportunidades en el empleo público”. Diana Sacayán fue asesinada al mes de la sanción. El proyecto que originó la ley fue presentado por la diputada Karina Nazábal, del Frente para la Victoria. El reclamo por su implementación urgente continúa.


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EL CASO DE DIANA SACAYÁN Amancay Diana Sacayán fue asesinada el 11 de octubre de 2015 en la casa donde vivía, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Fue encontrada el 13; su cuerpo presentaba más de una decena de puñaladas. Las organizaciones LGBT+ lo caracterizan como un crimen de odio y un travesticidio. Diana era una de las principales referentes del movimiento travesti y de la diversidad sexual del continente, su crimen conmocionó a toda la comunidad. Era colaboradora de la revista El Teje, la primera publicación periódica producida por personas trans, y del suplemento Soy, del diario Página/12. Fue la creadora del texto de la Ley de Cupo Laboral Trans en la administración pública de la provincia de Buenos Aires sancionada en septiembre de 2015. La ley fue nombrada a partir de ella, quien falleció al mes siguiente. Como respuesta al asesinato de una de las más influyentes militantes de la comunidad, el 28 de junio de 2016 se realizó la Primera Marcha Nacional contra los Travesticidios.

la rectificación registral de sexo, nombre e imagen, de acuerdo a la Ley de Identidad de Género, garantizan derechos. Sin embargo, no establecen una obligación. Es decir, no sería requisito dicha rectificación para acceder a un puesto de trabajo contemplado por el cupo trans: basta asumir una identidad trans autopercibida. Resulta vital a la hora de discutir proyectos de cupo, reflexionar sobre lo que implica en términos de experiencia subjetiva, adecuarse a un puesto de trabajo concebido dentro de parámetros hetero normados, a una rutina laboral, a una sociabilidad en la que lo trans no pasaría aún de ser una excepción. Y en este camino, la ley es una herramienta más, un resguardo a conquistar, que no invalida, sino que por el contrario se sostiene, con la lucha y la organización de múltiples movimientos, espacios y activistas trans. Asimismo, requiere de coaliciones sociales y políticas potentes, en las que la agenda de demandas travestis sea tomada por el conjunto de la comunidad LGTB pero también por la sociedad toda. SITUACIÓN DE DISCRIMINACIÓN

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su identidad les dificulta esta búsqueda. El Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación creó en 2012 la línea Nacional de Inclusión Laboral para Personas Travestis, Transexuales y Transgénero con el objetivo de incorporar a las personas del colectivo trans a los programas de mejora de la empleabilidad. En el período 2013-2015 se incorporaron 1.069 personas, de las cuales el 58% realizó un trayecto formativo ocupacional y se vinculó a alguna actividad. El 17 de septiembre de 2015 se sancionó la Ley 14.783 de Cupo Laboral Trans, conocida

como Ley Diana Sacayán. La ley establece la creación en el sector público bonaerense de un cupo mínimo de, al menos, el 1% de los empleos para el colectivo travestis, transexuales y transgénero. La ley aún no está reglamentada. A partir de esa iniciativa, el gobierno bonaerense convocó a una mesa de diálogo con las organizaciones LGBTTTI, coordinada por la Secretaría de Derechos Humanos, en la que se elevaron las recomendaciones y aportes. Todos los proyectos mencionados aseguran que la condición de haber procedido a

La discriminación que sufren las personas trans se inicia desde temprana edad y es constante a lo largo de su vida. Existe una deshumanización grave en el trato hacia este sector de la comunidad. El Estado los margina de la sociedad. A pesar de los avances normativos en nuestro país, la población trans y travesti sigue bajo hechos de violencia orientados a la discriminación por su identidad de género. Esta segregación se sostiene, además, en obstáculos para el acceso a derechos básicos, como la educación, la salud, el trabajo, entre otros. Debido a esto las personas trans enfrentan la pobreza, la exclusión social y la inaccesibilidad a la vivienda. Las graves violaciones que existen hacia los derechos fundamentales de los travestis y mujeres trans en la Argentina guardan una relación directa con la situación de vulnerabilidad y exclusión social y económica que vive esta población. Es imposible la realización de un derecho social si los otros derechos de igual categoría son violados de manera sistemática.


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LECTOSAPIENS EN EXTINCIÓN Somos 4 billones de almas flotando en Internet y transformando hábitos culturales. En esta nota, voceros de las ciencias alertan sobre el peligro de incineración de las ideas vinculado al cambio cultural. La mutación de la lectura es una de las chispas más peligrosas.

Por FLAVIA RETAMAR, PABLO AGUSTÍN MORO, FERNANDO MARTINI

“-Es...estaba, pensando sobre el fuego de la semana pasada. Sobre el hombre cuya biblioteca liquidamos. ¿Qué sucedió? -Se lo llevaron, chillando, al manicomio.” ¿Nos volveríamos locos si dejásemos de leer? Es una de las preguntas, entre otras fundamentales, que cruza Farenheit 451, la novela que Ray Bradbury escribió en 1953. ¿Qué sucede con la lectura 65 años después de esta obra distópica sobre los libros y la cultura? Para Alejandra Valentino, lingüista de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), se lee más en la sociedad 3.0. Esta especialista en leguaje considera que las nuevas pantallas crean nuevas formas de leer y que se lee más porque hay más variantes que antes. “La palabra escrita no se pierde, aunque estemos todo el tiempo conectados a la web. Las personas no van a perder esa conducta, solamente la van transformando”, sostiene. En contra del apocalipsis cultural narrado por Bradbury, son variadas las voces académi-

cas que diagnostican que la aniquilación de la lectura bajo la luz de las pantallas será fallida. Mariano Gaudio, profesor de filosofía del Instituto de Formación Docente N° 24 de Quilmes, también entiende que las conductas de nuestra sociedad -eternamente esperando en línea- se modifican pero dentro de la lectura y que el hábito aún “ocupa un lugar importante en nuestras vidas.” Desde su perspectiva, se lee mucho pero en diferentes formatos. Internet permitió que haya variantes increíbles para desarrollar la lectura y sigue habiendo intertextualidad. “Creo que hay un cierto nivel de lectura que puede seguir creciendo”, sostiene el docente. Las impresiones académicas coinciden con datos cuantitativos recientes de los hábitos culturales en nuestro país. La Encuesta Nacional de Consumos Culturales (ENCC) de 2017 (Ministerio de Cultura, Argentina) indica que hay una caída de la lectura de libros, diarios en papel y revistas, que “va de la mano del crecimiento de la lectura de nue-

vos formatos textuales en Internet: blogs, portales y redes sociales.” Entre 2013 y 2017 la población argentina que leyó al menos un libro pasó del 57% al 44% (y en el nivel socioeconómico más bajo el porcentaje descendió del 41% al 22%). La lectura de diarios se redujo 16% y en el caso de las revistas se desplomó a la mitad. Contrariamente, la lectura de blogs y portales de noticias en Internet se duplicó en el mencionado lapso de cuatro años, y se convirtió en un hábito que actualmente el 27% de la población realiza todos o casi todos los días. Este último dato se complementa con el que indica que la población argentina que se conecta a Internet todos los días vía smartphone aumentó más del 60% en el período referenciado. Los cambios en la conectividad resultan incluso más abrumadores si se consideran las cifras mundiales. A julio de 2018, la consultora global Hootsuit asegura que de los 7


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“Si el drama es malo, si la película no dice nada, si la comedia carece de sentido, dame una inyección de teramina. Me parecerá que reacciono con la obra cuando sólo se trata de una reacción táctil a las vibraciones. Pero no importa. Prefiero un entretenimiento completo”. Farenheit 451

billones de personas que habitamos el planeta, más de 4 billones usamos Internet y más de 3 billones somos usuarios activos de redes sociales. Según estos datos, la ley de Lavoisier -bellamente musicalizada por el médico y cantautor uruguayo Jorge Drexler- sería otra vez demostrada: “Nada se pierde, todo se transforma”. La pregunta que sigue es cómo leemos, qué sucede con la forma y cómo esta condiciona los contenidos. Suenan las sirenas. PIENSO, EXISTO Leer es, en términos cognitivos, relacionar. Como explica Camila Zugarramurdi, bióloga y neurocientífica de la Universidad de la República (Uruguay), cuando nos entrenamos para leer, el desafío es ejecutar tres operaciones: identificar letras, asociarlas con sonidos y vincularlos con significados. Cuando ya somos lectores, la decodificación, es decir, la conversión ortográfico-fonológica se automatiza, reconocemos la palabra en forma visual y global –ya no letra a letra-, accedemos directamente a los significados y a la asociación entre ellos. Esa operación, la de acceder a los significados, es el trampolín para lo que Walter Barbosa, neurólogo infantil del Hospital de Alta Complejidad en Red “El Cruce” (Florencio Varela, Provincia de Buenos Aires), entiende que hace a nuestra existencia. “Leer es parte de una conducta social que nos convierte en

seres pensantes”, asegura. Y define el salto a los significados con la potencia del caso, “lo más inmenso que podemos tener como seres humanos, es la idea”. Pero, ¿qué sucede con las ideas, alimento de la existencia, en el cambio cultural que atravesamos? Por un lado, nada indica que estemos dejando de leer (ni siquiera libros en papel que, al menos entre los argentinos que leen, siguen siendo preferidos frente a los digitales). Por otro lado, hay elementos altamente inflamables: el tiempo y la atención. “Nuestro tiempo de atención exclusiva se vuelve cada vez más escaso”, concluye la ENCC 2017. Y explica: “la digitalización y la portabilidad favorecieron una modalidad de consumo ágil y con prevalencia de contenidos breves”. La extensión de los textos y el tiempo exclusivo exigido a los lectores están comprometidos en la lectura contemporánea, agregan los presentadores de esta encuesta. Para Barbosa, el hiperestímulo que caracteriza el consumo cultural actual es contraproducente para crear, imaginar y pensar abiertamente. “Nadie se mira a la cara porque todos estamos con el celular. Podemos correr el riesgo de deshumanizarnos: podríamos perder nuestro potencial como seres humanos”, sentencia. No es lo mismo leer ficción

o leer cuentos cortos que estar internado en la Play Station. La imagen bloquea al hemisferio derecho –responsable de la actividad emocional que nos permite crear, inventar y comparar, entre otras acciones- y prácticamente lo anula, explica el neurólogo. Natalia Bayaud, también neuróloga infantil del Hospital “El Cruce”, explica que “el negocio que más rinde después de los fármacos es el entretenimiento”, algo que a la gente le gusta, compra con facilidad y consume en lugar de otras cosas, como la lectura. El problema, desde su perspectiva, es que “el cerebro de personas que consumen mucho entretenimiento es altamente influenciable”, al contrario de lo que promueve el ejercicio de la lectura que “te da la capacidad de situarte en otro nivel” y estimula el sentido crítico. Barbosa coincide en ese punto. Una sociedad que no lee, que no critica y no debate, es una sociedad adormecida, sostiene este médico del Hospital “El Cruce”. Y concluye: “dejar de leer implicaría perder la idea”. LA EXPERIENCIA DE LA LECTURA GENERALIZADA En el cambio cultural que atravesamos, los datos indican que el principal depredador de las ideas nacidas al calor de la lectura no sería la desaparición del hábito


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LECTOSAPIENS EN EXTINCIÓN

sino su transformación, la experiencia de la lectura digitalizada. Desde el Laboratorio de Inteligencia Artificial Aplicada de la Universidad de Buenos Aires (CONICET-UBA), el doctorando Bruno Bianchi se refiere a los cambios en la atención al señalar que cuando leemos en el celular y aparecen notificaciones se genera una distracción y, por lo tanto, una diferencia en la atención que se pone sobre la lectura. Bianchi aclara, asimismo, que no se trata de una diferencia de leer en un dispositivo per sé, sino que el dispositivo tiene otras cosas. Estudios realizados con niños de 3 a 6 años indican, de hecho, que la atención y el diálogo se interrumpen con los dispositivos digitales, lo cual repercute en el aprendizaje y la memoria, explica Andrea Goldin, investigadora del Laboratorio de Neurociencia de la Universidad Torcuato Di Tella y del CONICET. Carolina Gattei, becaria posdoctoral del Laboratorio de Neurociencia de la Universidad Torcuato Di Tella, señala efectos vinculados al tiempo. Esta doctora en Lingüística explica que, por ejemplo, en tareas donde se miden los movimientos oculares (“eyetracking” en inglés), con las que podemos observar qué hacen nuestros ojos mientras leemos y realizar inferencias sobre “cuánto nos cuesta” leer lo que leemos, se ha visto que la frecuencia con la que lo hacemos (y por lo tanto el grado de habilidad lectora) correlaciona con medidas como el tiempo que pasamos en cada palabra, el tiempo de lectura global de las oraciones y la cantidad de veces y tiempo utilizado para regresar a regiones anteriores. A mayor tiempo y mayor cantidad de veces, se infiere que hay un mayor costo cognitivo, explica Gattei. Del otro lado del Río de la Plata, la investigación que lleva adelante Eleonora Achugar Díaz en el Centro de Investigación Básica en Psicología de la Universidad de la República (Uruguay), explora la lectura en la era digital bajo la premisa de que las tablets, celulares, computadoras e Internet modifica-

Walter Barboza y Natalia Bayaut, neurólogos del Hospital El Cruce,

ron las prácticas de lectura contemporáneas. Achugar Díaz sostiene que la atención es uno de los factores más afectados en este proceso y que las causas serían la sobreestimulación, la aceleración, la fragmentación de la información y las alteraciones en las habilidades de la lectura. Desde su perspectiva, los cambios en la atención dificultan la lectura prolongada de textos largos. Y propone la hipótesis de que estas transformaciones impactan en la construcción de la cohesión y la coherencia entre las ideas, y en la relación que deberíamos establecer entre los fragmentos textuales y la obra para construir sentido y comprensión. En suelo argentino hay datos que apoyan las hipótesis de Achugar Díaz. Las pruebas nacionales Aprender de 2017, si bien arrojan mejoras respecto a años previos, igualmente consiguen resultados para encender sirenas. Por ejemplo, entre los estudiantes argentinos de 5° y 6° año de secundario que viven en hogares de nivel socioeconómico bajo, el 60% apenas comprende un texto. Y los porcentajes son similares para los casi egresados del secundario que asisten a escuelas estatales o viven en zonas rurales. Si esa información no alcanza los 451 grados de Farenheit a los que se queman los libros, considerar la brecha con las posibilidades y

condiciones de lectura respecto a estudiantes que viven en situaciones más favorables termina de incinerar nuestra moral social. EL ARDOR DE LAS IDEAS En Farenheit 451, Bradbury crea un ejército de bomberos que hace arder los libros, los lectores y a todo el que piensa, para tener una sociedad más controlada, adormecida y, por lo tanto, “pacífica”. Una ilusión del totalitarismo, similar al que pareciera que distintos pueblos alrededor del mundo andan prefiriendo en las elecciones democráticas. Fuera de la obra literaria y en la realidad actual, lo que realmente está en peligro de extinción, lo que arde a temperatura Farenheit 451, son las ideas, los “lectosapiens”, los lectores que piensan. Tal vez el destino real no es la locura ni el manicomio. Pero sí hay indicios para temer por la suerte de los agentes que piensan, como Clarisse McClellan, el personaje de Bradbury que murió por preguntarse demasiado sobre el porqué de las cosas. Tal como sostiene el Capitán Beatty, jefe de bomberos incineradores: “¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho?”.


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SUENAN LOS TAMBORES DE LA REBELIÓN Texto y Fotos MELANIE RODRÍGUEZ

Cada noviembre, el espíritu del candombe se apodera de las calles de Monserrat, barrio limítrofe con San Telmo. Después de un año intenso de preparativos, ha llegado la noche de la llamada de los tambores: el Lindo Quilombo, donde miles de personas se unen para honrar a los pueblos que, en su paso por América Latina, dejaron esta tradición desperdigada por nuestras tierras.

Todavía me faltan un par de cuadras para llegar pero desde donde estoy puedo notar que esta no es una noche más, algo palpita en la ciudad y llega hasta lo más profundo. Aun antes de que el sol se esconda, las calles empedradas ya están vestidas para la ocasión: vendedores ambulantes, artesanos y distintos personajes recorren la zona, como cada año en esta fecha. Pero esta vez es especial, porque es el décimo aniversario del nacimiento de esta tertulia de tambores. En el entrecruce de México y Tacuarí me espera Nahir, quien se encargará, por primera vez, de encarnarse en la piel de un repique dentro de las treinta y un comparsas que harán latir el corazón del barrio porteño de Monserrat, conocido históricamente como el “Barrio del tambor” o el “Barrio del mondongo”, por la cantidad de esclavos negros que por allí vivían. Con la cabeza llena de rizos negros y la cara cubierta de brillos, Nahir camina por las calles del barrio como si siguiera el compás de quienes se preparan para salir a escena. Sus alpargatas se deslizan por el empedrado y la vestimenta colorida se sacude. Le pregunto qué siente, si está ansiosa, y me dice que, en realidad, está muy nerviosa porque es la primera vez que tocará en público y delante de tanta gente. Su nerviosismo casi no se nota. Miro a mi alrededor y puedo notar que a escaso tiempo de mi llegada la esquina está más abarrotada de gente que viene y va, extasiada por la magia de la noche. “En los ensayos no es igual, pero hay que ponerle el pecho”, dice Nahir y despliega una sonrisa de grandes dientes blancos que acompañan el resplandor de

sus ojos eufóricos.

La palabra ‘candombe’ viene de Ka Ndombe, perteneciente al dialecto Kikongo, lengua regional en la República del Congo, y significa gente baja, en relación al linaje de

El candombe resuena, sin dudas, con más fuerza que en otros lados, en la República Oriental del Uruguay, es allí donde se conforma como una tradición a partir de la confluencia de la cultura, la forma de ser y los sentires de más de veinte pueblos africanos que llegaron a Uruguay como esclavos.

los Reyes Congos. En dialecto Kimbundu, proveniente de Angola, Ka Ndombe significa: perteneciente a nosotros, nuestra gente, por eso es frecuente oír el término “cosa de negros”.

El candombe es hoy una de las expresiones culturales más significativas, pero inició como el grito fuerte y profundo de aquellos que estaban silenciados por la opresión. Los africanos encontraban en el

LA HERENCIA AFRICANA


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candombe una válvula de escape a la realidad que enfrentaban y fue a través de él que, no solo se comunicaban, sino que lograban sentirse vivos y libres de expresarse en una lengua que el amo no conocía. “Los amos no entendían el lenguaje de los toques. Pero ellos bien sabían que esos sones brujos son capaces de llamar a los dioses prohibidos o al Diablo en persona, que al ritmo del tambor baila con cascabeles en los tobillos”, describe Eduardo Galeano y no puede ser más exacto, pues a lo largo del suelo latinoamericano, las revueltas de los esclavos se desataban al ritmo de un tambor que iniciaba en un lugar de la plantación, a la espera de que otro contestara desde otro sitio. “Por eso se conoce como llamada de candombe”, cuenta Nahir. La noche tiene vida propia. El golpe de las manos en los parches de cada tambor resuena como los latidos de un corazón acelerado y las pulsaciones retumban en las calles, como la sangre caliente agolpada en las venas de un gigante que nos devora con su hechizo.

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Una tarde de verano de aquel año, Nahir miraba el inicio de su perfil de Facebook cuando fue sorprendida por un anuncio: en Florencio Varela, una incipiente comparsa de candombe, llamada “Raíces del sur”, abría la inscripción para todo aquel que deseara participar. Nahir no lo dudó: “Me sentí intrigada al instante, pero no imaginé que las cosas se darían de este modo”. Días después de contactarse mediante las redes, la invitaron a presenciar un ensayo y se enamoró por completo. Desde entonces dedica casi su tiempo completo al candombe y a investigar su cultura. No sorprende saber que la inquietud que movilizó a Nahir no es casual: su abuelo nació en Montevideo, Uruguay y vino a vivir a este país después de conocer a quien sería su esposa, y años después, la abuela de Nahir. “Mi abuelo no tocaba candombe, pero, aunque vino y se quedó en Argentina por voluntad propia, nunca dejó de extrañar su tierra”, cuenta y el énfasis en sus palabras me dice que está íntimamente conectada

con sus raíces. -Mi familia no guarda mucho vínculo con la historia de mi abuelo- dice, - todos respetan sus orígenes, pero creo que soy la única que siente la necesidad de hacer esto. Es como estar cerca de él-. Y su voz se mezcla con el rugir de las comparsas que se alejan y de las que se acercan. Nahir escucha silbidos que la llaman y levanta la cabeza para ver las señas de sus compañeros. Es hora del show. COMIENZA EL RITUAL Las cervezas compartidas giran en círculo en cada ronda de amigos, conocidos y familiares. Entre los músicos hay abrazos, palabras de aliento y gritos enérgicos que calientan la garganta y preparan el cuerpo para lo que se viene: seis cuadras a puro ritmo, color y sudor. Los tambores también tienen pasos que seguir: se colocan en ronda, alrededor de una fogata que crece, con la parte hueca que apunta hacia el fuego, que se hará


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parte del tambor para estirar el cuero del parche, lo que, como sabremos luego, le da un sonido especial. Los integrantes de la comparsa preparan las filas y se cuelgan los tambores: repique, chico y piano (los tres tipos de tambores que existen en una comparsa) listos para lucirse. Hacen las pruebas necesarias y todos se ríen a coro cuando algo sale mal. Son carcajadas llenas de euforia y un nerviosismo que se contagia. Por delante de toda la formación se encuentran las bailarinas, cinco chicas con polleras a lunares que sacuden sus caderas al son de la música, sobre tacos altos que se mueven de un modo asombroso sobre el piso empedrado. Un poco más atrás, los más vistosos: uno al lado del otro están la Mama Vieja y el Granillero. La primera es una mujer, lleva un vestido blanco largo y ancho en las caderas, cubierto por una capa también blanca. Su cabello se envuelve en un turbante colorido. Personaliza la sabiduría, el respeto a la ancianidad y a las nodrizas que, con la leche de sus pechos, traspasaron a los niños sus cantos, mitos y arrullos, así como la mística de la cultura africana. Por otro lado, el Gra-

Artes

millero, conocido como el brujo y yuyero, es un personaje clave en cada comparsa. Tiene barba blanca, un bastón y una valija que, por lo general, lleva inscripta la palabra “Doctor” y está cargada de yuyos que el gramillero usa para curar. Es el símbolo de la vida tribal y lleva en él la tradición africana: camina y danza con un temblequeo, como si entrara en estado de trance. Un poco más atrás está el Escobero, que dirige y anima la comparsa, y con su bastón da inicio y final a cada toque. Luego viene la tropa que lleva los tambores. La música comienza y la caminata avanza, lenta y segura, suma tras de sí a todo aquel que se entregue a la magia del sonido. Las manos y los pies parecen poseídos, como si se movieran por voluntad propia, y una vez que el embrujo te atrapa, no hay posibilidad de escapar. La comparsa se detiene en una esquina y las vibraciones llegan a todos los que la rodeamos. Desde donde estoy, se descubren manos lastimadas por un mal golpe y parches manchados de sangre y, aunque se ve muy doloroso, los percusionistas no dan muestra de sufrimiento ni cambian la sonrisa excitada, por el contra-

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rio, puede oírse el repiqueteo de la sangre que sube y baja por sus cuerpos, mientras el corazón bombea a mil, henchido de orgullo y satisfacción. Entre toque y toque se fueron las seis cuadras de caminata, mientras el fuego fulgurante sigue encendido en las esquinas. Los cuerpos se funden en abrazos fraternos que culminan en lágrimas de emoción por lo recién vivido, y por lo que vendrá. La noche va terminando y algunas personas ya emprendieron el camino a casa. Otros nos resistimos a la idea de volver, el fuego invita a quedarse y todavía puede escucharse, entre felicitaciones y saludos, el sonido perdido de algún tambor que no quiere ir a dormir. Las comparsas comienzan a guardar los tambores mientras piensan en la llamada del año siguiente. Sin dudas, la responsabilidad de llevar encima los tambores de esta tradición no es un juego de niños, pero ellos lo disfrutaron como tal, al igual que nosotros, y es inevitable pensar en la próxima vez. ¡Salú, candombe!


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FRONTERAS

30 años de la UNQ


FRONTERAS

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30 años UNQ

30 años de la UNQ 30 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES El 29 de septiembre de 1989 se sanciona la ley de creación de la UNQ. En 1991, recibimos una donación de terrenos de la fábrica textil Fabril Financiera y en 1992, las Aulas Sur abrieron sus puertas para los primeros 1805 estudiantes.


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ENCRUCIJADAS

“GRACIAS AL FÚTBOL RECUPERÉ MI VIDA” Cristian Fabián Cabral nació hace 38 años en el Policlínico Central de San Justo. Lo primero que se encarga de aclarar es que tiene dos hijas –Camila de 12 y Candela de 10, que son su “debilidad”- y lo segundo, que es arquero en el equipo de fútbol de Hecho Club Social, una extensión con fines sociales de la revista Hecho en Buenos Aires (empresa social y solidaria que ofrece a personas en situación de calle una oportunidad de obtener ingresos al venderla). Surgió como un taller para ayudar a personas en situación de vulnerabilidad social como indigencia, drogas, problemas familiares y de violencia, y una vez por año se realiza el torneo en distintas partes del mundo. En 2018 se disputó en México y participaron 42 países y 450 jugadores y jugadoras (el mundial masculino y femenino es en simultáneo). Las reglas son particulares: hay cuatro jugadores por equipo, la cancha y los arcos son más chicos, la pelota no se va nunca y ni los arqueros pueden salir del área ni los delanteros ingresar a ella. Dos tiempos de siete minutos intensos. Cristian nació en un barrio marginal de La Matanza, hoy conocido como Villa San Petesburgo. Hijo de un operario de fábrica y una empleada doméstica, es el tercero de seis hermanos. Si bien nunca le sobró nada, siempre que pudo le tendió una mano al que necesitaba. “Eso se lo debo a mi vieja que desde joven me enseñó a ser solidario aunque no te sobre nada”, aseguró.

La Matanza es cuna de arqueros famosos del fútbol argentino: Agustín Orión, Pablo Migliore, Sandro Guzmán, por citar algunos. A su vez, coinciden en haber defendido el arco de Boca Juniors, club de los amores de Cabral. “Los tres son unos arquerazos pero el único que jugó un Mundial fui yo”, sentenció entre risas. Cabral participó en 2011 en la edición del Homeless World Cup que se realizó en París, Francia. Si bien Argentina terminó en el décimo lugar de quince equipos, la experiencia le cambió la vida: “Fue la primera vez que viajé en avión, era algo muy lejano para mí. En menos de dos años pasé de vivir en la Plaza Congreso a estar en la Torre Eiffel y defender los colores de mi país”, aseguró. Aunque advierte que nunca pateó una pelota y por eso lo mandaron al arco, aprendió a querer el puesto y basta con observar la simbólica vestimenta que lleva: el buzo de Goicochea contra Italia en el Mundial 90’. La vida y la cabeza le jugaron una mala pasada y de un día para el otro terminó en la calle. Con el buzo del Goico, mate en mano y sonrisa tímida narra acerca de su vida: “Mi crié en un barrio muy humilde, mis padres fueron a parar a ese barrio porque el Estado les cedió una casa. Mi papá trabajó siempre como operario hasta que tuvo un accidente. Hoy tiene una heladería y una pañalera. Mi madre siempre fue muy exigente con la educación y el respeto a los demás; al principio fue empleada doméstica con cama adentro y después empezó a limpiar para la gente más pudiente del barrio. Cuando estaba en 7mo grado mi papá se quedó sin trabajo y tuvimos que salir a vender a la calle. A la mañana estudiaba y a la tarde, trabajaba. Recuerdo que no pude ir al viaje de egresados por falta de plata. Me quedaron dos materias para terminar el secundario. Ojalá algún día lo pueda completar.” Y da un sorbo al mate. -¿Cómo era tu vida antes de terminar en la calle? -Un día me salió la posibilidad de trabajar en la provincia de San Luis en una obra y me fui

seis meses como aprendiz. Cuando volví les di a mis hijas lo que correspondía de la cuota alimentaria y me fui a vivir a Capital. Me alquilé un departamento y pagué tres meses de corrido. Desayunaba, almorzaba y cenaba en algún bar de Capital, deambulaba mucho. Esos tres meses pasaron, se me acabó la plata y me quedé en la calle. Así como lo escuchás. ―¿Así? ¿De un día para otro? ―Estuve 3 días dando vueltas, literalmente. No quería volver a la casa de mis viejos ni ver a mis hijas porque no me sentía bien conmigo mismo. El hollín de la ciudad me dejó negro, mi piel era costra. Fui hasta la Plaza Congreso, vi un grupo de personas, me puse a hablar con ellos y me quedé ahí. Por suerte fue un grupo bueno, después me di cuenta que si te toca un grupo malo la podés pasar muy mal. Me enseñaron dónde comer, bañarme, pedir y defenderme. Hubo cosas que tuve que hacer sólo para sobrevivir. ―¿Cómo llegaste al equipo de Hecho en Buenos Aires y cuánto aportó para que puedas salir de la calle? ―Con mis compañeros de la Plaza Congreso nos acercamos al taller de fútbol que organizaba la revista Hecho en Buenos Aires. Ahí conocí al director técnico, Sergio Rotman. Me preguntó de qué jugaba y le dije que nunca en mi vida había pateado una pelota pero en el secundario era arquero de hándbol, entonces me mandó al arco. Gracias a él pude jugar el Homelees World Cup en Francia en 2011. Fue la primera vez que viajé en avión y la primera vez que salí del país. Nunca imaginé estar en Francia y como si fuera poco conocimos a Javier Pastore (exjugador de la selección argentina) que nos invitó a ver un partido del Paris Saint-Germain. Fue una experiencia inolvidable y me dio mucha fuerza para ponerme las pilas, buscar un trabajo, volver a ver a mi familia y reinsertarme en la sociedad. Y al llegar a la consulta obligada de cómo salió Argentina en ese Mundial, Cabral sentencia: “¡Un desastre! Perdimos casi todos


FRONTERAS ENCRUCIJADAS

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Cristian Cabral es arquero en Hecho Club Social, un desprendimiento de la revista Hecho en Buenos Aires. En 2011 viajó a Francia a disputar el Homeless World Cup. Vivió en la calle pero salió adelante gracias al fútbol y a sus hijas. Por MATÍAS AQUINO MAGARIÑOS

los partidos y me comí mil goles pero creeme que es lo menos importante. Si bien se te infla el pecho de orgullo cuando suena el himno antes de cada partido y te crees que sos un jugador profesional, la que más te queda es la experiencia de convivir por casi quince días con personas de todas partes del mundo que atravesaron problemáticas parecidas y pudieron salir adelante. Yo sigo teniendo como amigos en Facebook a gente de un montón de países y cada vez que suben fotos me hacen acordar un poco a ese viaje y me llena de fuerza para seguir.” ―Hoy que recuperaste tu vida, ¿te explicás cómo terminaste en la calle? ―Tenía una vida normal, no me sobraba nada pero tenía trabajo y familia; la cabeza me jugó una mala pasada. Pasé tres días sin comer y una semana sin bañarme. Quedé en stand by, como una semana. Gracias a Dios puedo decir que nunca caí en la droga; eso lo aprendí en el barrio y lo viví en carne propia con mi hermano. Vi el daño que hacía y siempre le tuve miedo. Pasó un mes hasta que me cayó la ficha que estaba en la calle y tardé dos años en salir. En la calle perdés la noción del tiempo. Muchos dicen que el tiempo vuela cuando algo te gusta pero a mí no me gustaba estar en la calle y el tiempo volaba igual, supongo que es un mecanismo de defensa del cerebro humano para aislarte de esa realidad. Llegué a dormir 16 horas por día. ―¿Cómo es la relación con la sociedad? ¿Intentaste conseguir trabajo? ―Cuando vivís en la calle y no tenés documento, el Estado sortea una dirección dentro de los paradores que ellos tienen y ese pasa a ser tu domicilio. A mí me salió un parador de Retiro. Había conseguido un laburo, pasaron los tres meses, me pidieron el documento para ponerme en blanco y como mi dirección era un parador, me echaron. Me pasó dos veces y es un golpe muy fuerte que impide la reinserción.

Te dicen que está todo bien, que laburás bien pero que no pueden correr el riesgo de contratar a alguien que vive en la calle. -Y con la Policía… -El tema de la policía se divide en dos: por un lado, la Federal que son los que tratás a diario y no hay tanto problema; por otro lado está la Metropolitana, que es una fuerza de choque que se creó para sacarte y la cordialidad no existe. De día la llevábamos mejor porque hay organizaciones que impiden que te desalojen sin una orden pero a la noche la Metropolitana solía venir de civil y rompernos todo. En la plaza había cámaras y cuando hacíamos la denuncia las cámaras nunca funcionaban. ―¿Corrió peligro tu vida alguna vez? ―Una vez cocinábamos pollo en la calle con un compañero que nos vino a visitar. Se cruzó con otro grupo de chicos que pertenecían a otra banda y estaba todo mal. Ese grupo tiró una piedra, nuestro compañero los fue a buscar y empezaron los palazos. De quince que éramos nosotros, nueve terminaron en el hospital. Eso es común: por ejemplo, si tenés buenas zapatillas a la noche las tenés que usarde almohada para que no te las roben o dormir con algo punzante en el col-

Selecciones argentinas de fútbol de calle.

chón por las dudas que pase algo. Estás siempre a la defensiva, dormís a medias. ―¿Cómo es tu vida hoy? ―Hoy estoy laburando como bachero y ayudante de cocina en un restaurante en Capital y vivo en la casa de mi hermana en La Matanza. Si bien a mis hijas las mantiene la madre, trato de hacerme cargo de algunos gastos y verlas lo más seguido posible. Sigo siendo parte del equipo de fútbol de Hecho Club social y colaboro con todo lo que puedo para darle una mano a los pibes que pasan por lo que yo pasé. Cabral sabe que esas vivencias le dejaron una experiencia valiosa: “El mayor aprendizaje son las historias. En la calle no están solo los pobres: conviví con gente que tuvo buenos laburos, abogados, hijos de gente con plata… En la calle aprendí que uno puede disfrutar de la familia y al otro día no sabés dónde podés estar. Me enseñó a disfrutar más lo que tengo. Aprendí a no prejuzgar a nadie y a tratar a todo el mundo con igual respeto. No me creo ejemplo de nada pero si tuviera que dar un consejo diría que sean humildes y que intenten volver cuanto antes con su familia; porque vivir en la calle no es bueno para nadie”.


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COORDENADAS

VASILIY BOGDANOV, MASAJISTA

DE TURKMENISTÁN A LA ARGENTINA, SIN ESCALAS Vasiliy Bogdanov nació en la actual Turkmenistán, ex Unión Soviética, hace 48 años. Salvarles la vida a hijos de millonarios argentinos -la leyenda dice que eran familiares de un reconocido empresario- le significó un pasaje para conocer Argentina. Solo sabía en castellano: Maradona, tango y Buenos Aires. Pasaron 20 años de aquellas vacaciones, hoy su vida sigue aquí.

Por RAMIRO NÚÑEZ

Situado al norte de Irán, a orillas del Mar Caspio y con una superficie parecida a la de España pero con poco más de 5 millones de habitantes, se encuentra Turkmenistán. El país que abastece de gas a toda Europa. “Siempre claro en lo que quieras hablar para que te entienda”, fue el consejo que me dieron para entrevistarlo. Vasily tiene un castellano fluido aunque deje entrever un hilo de su ruso natal y algunos verbos sin conjugar. Me encontré con quien apodan “el ruso”, un hombre de gran estatura y ojos de color agua tropical, una mañana soleada en un café de Lanús Oeste a pocas cuadras de donde él vive junto a su mujer argentina. Es entrenador, trabajó como colaborador de básquet en Boca Junios y hoy es el masajista del plantel profesional de fútbol del Club Lanús. Por conocer a Julio H. Grondona tuvo un paso en el cuerpo técnico de Arsenal de Sarandí. Fanático de Diego Maradona, recuerda con una sonrisa tan grande como su porte físico, la vez que lo conoció en 2007. Hoy exhibe su foto junto a Diego en su perfil de Whatsapp y Facebook. Junto con su mujer quie-

ren adoptar un hijo/a y hasta se reconoce como peronista. ―¿Es difícil la vida en su país? ―Si claro, es la ex Unión Soviética. Después de su separación se quedó dentro una cultura musulmana, explotó la religión árabe en la zona y por eso muchos se fueron. ―¿Qué religión práctica? ―Soy cristiano ortodoxo. Como los rusos, hablo ruso. Soy descendiente de ellos. ―¿Cómo era su vida en Turkmenistán? ―Vivía con mi familia, me formé en la Universidad del Deporte en la Unión Soviética y tuve el curso de masajista por 2 años más. En Argentina, también hice un curso porque la universidad de allá no tiene un convenio y aquí no me reconocieron el título. Laburaba como entrenador deportivo de chicos, yo siempre quiero salir campeón. -¿Cómo fue que terminó en Argentina? -Trabajaba en la pileta de un barrio privado de Asjabad, la capital del país, donde vivían argentinos que pertenecían a la empresa

Bridas, de la familia Bulgheroni. Turkmenistán tiene mucho gas, le provee a toda Europa y Rusia. Era un barrio hermoso, tenía canchas para todo tipo de deportes y piletas. Los padres me dejaban a los chicos y se iban a trabajar. Me confiaban a los hijos, sabían que no pasaría nada. Pero un día hubo una tormenta de arena. El día se hizo de noche, la arena tapó todo y hubo muchísimo viento, las mesas de mármol y sombrillas alrededor de la pileta en un segundo volaron, todo iba para el lado de la pileta donde había tres chiquitos. Escuché que una madre gritó como loca “¡Agustín!”, me tire a la pileta y agarré fuerte a los chicos para protegerlos de lo que volaba. La pileta se llenó de arena en un instante, de celeste pasó a ser negra. En agradecimiento, los padres de los chicos me dieron un pasaje para ir de vacaciones a Argentina. En el invierno de allá las piletas están cerradas y es más difícil trabajar. Cuando llegué era verano y estaba hermoso. “Me quedo acá”, dije. ―¿Cómo tomó su familia la noticia de que se iba? ―Vine de vacaciones pero volví a mi país a


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“Lanús significa todo para mí. Me arregló la vida, me hizo viajar por toda la Argentina y Sudamérica. Me dio todo, me quedo en Lanús para siempre.”

avisarle a mamá y papá que me iba a Argentina a vivir. Me dijeron que estaba loco, que no conocía el idioma, la cultura, que no tenía amigos y nada. Pero a mí no me importaba, me vine con mil dólares, que era lo máximo que se podía sacar de mi país. ―¿Qué sabía de la Argentina? ―Solo sabía tres palabras en castellano: Maradona, tango y Buenos Aires. Después conocí toda la cultura. Me encanta la comida argentina: como asado y tomo vino, a veces me toca cocinar a mí cuando mi señora viene tarde de trabajar. ―¿Hace cuánto tiempo está con su mujer? ¿Están casados? ―Mi señora es argentina, trabaja como asistente social en los colegios, hace 10 años que estamos juntos, nos conocimos en el

Club Lanús. No estamos casados, hoy casarse es relativo. Además yo ya me casé una vez, tengo una hija de 25 años, que es docente universitaria en Moscú. ―¿Con su mujer piensan tener hijos/as? ―Con mi señora queremos adoptar un hijo/a, estamos anotados en el Juzgado N° 1 de Lanús. Hace 5 años que luchamos y esperamos. Yo quiero construir la casa, mudarnos y adoptar un hijo/a. Hay familias que vienen atrás nuestro y ya le dieron un niño en adopción, a nosotros nos justifican: “porque son más jóvenes” ¡Pero si nos van a boludear 5 años más, yo ya estaré más viejo! Tengo 48 años, es ahora. ―¿Cómo se comunica con su hija y con su familia de Turkmenistán? ―Con mi hija hablamos seguido por Whats-

app, nos llamamos por video llamada. En mi país no se puede hacer eso, mi madre, mi hermana y mi sobrino están en Turkmenistán. A veces intento llamarlos por teléfono una semana entera y no me puedo comunicar. Con todo el progreso que hay en el mundo es increíble que no me pueda comunicar con ellos, es un país cerrado. Mi hija cuando puede me viene a visitar, por eso quiero construir una casa más grande que el departamento que alquilamos para que pueda venir y quedarse. Me sale más barato que venga ella que yo ir a Rusia ¡Ja! Además en Argentina hay muchos lugares para visitar. A las Cataratas ya fuimos, me falta conocer Bariloche y Salta. Programar las vacaciones con el fútbol es difícil; cuando tengo un mes de vacaciones porque termina el campeonato, mi mujer sigue con el trabajo en la escuela.


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FRONTERAS COORDENADAS

―¿Qué sintió cuando conoció a Maradona y cómo fue? ―En el club rumoreaban que podía llegar a ir a ese partido a beneficio del club Talleres de Remedios de Escalada. Cuando aparece en el vestuario, no lo podía creer, era chiquito. Me pidió que le masajee la espalda. Cuando le conté de donde venía me dijo: “Abramovich te voy a llevar a la selección”. No me llevó, pero no pasa nada, él a todos les prometía que los llevaría a la selección ¡Ja! Le di un beso, un abrazo y nos sacamos la foto. Se la mandé a mi hija en Moscú y ella se la mando a mi madre, no podían creer que tenía una foto con Diego. Es un ídolo mundial, en todos lados lo conocen y en mi país lo aman. ―¿Tiene DNI argentino? ―Sí lo tengo gracias al ex intendente de Lanús, Manuel Quindimil, por él soy ciudadano argentino. ‘Manolo’ me mostró una foto de Perón y Evita que tenía en su oficina y me contó cómo era la política acá. Entonces me hice peronista y lo soy con mucha honra. ―¿Cómo llegó a trabajar en el Club Lanús? ―Primero conocí una persona que me llevó a Boca Juniors, trabajé 2 años como ayudante y asistente en Básquet. Después me presentaron a Mónica Echeverría, entrenadora del básquet femenino de Lanús, ella me trajo al club, me presentó a Arturo Rellán y me hicieron entrar a trabajar en el básquet de Lanús. Trabajé hasta que me vinieron a buscar del fútbol. Entré al futbol y salimos campeones en 2007, fui una cábala ¡Ja! Después me fui un tiempo a Arsenal, porque gracias a Dios conocí a Julio Grondona, allí también salimos campeones. Volví

“Cuando Diego aparece en el vestuario, no lo podía creer, era chiquito. Me pidió que le masajee la espalda. Me prometió que me llevaría a la selección y no sucedió, pero no pasa nada”.

Vasiliy exhibe sus “manos mágicas” durante su paso por Arsenal de Sarandí. a Lanús cuando estaban los mellizos Barros Schelotto, después vino Jorge Almirón ¡y volvimos a salir campeones 3 veces más! Yo siempre quiero ganar, ser campeón. ―¿Cómo es su relación con los futbolistas? ―Maravillosa, es una relación muy especial. Ellos antes y después de entrenar me piden masajes. “Rusito me apretás un poquito acá”, me dicen. José ‘Pepe’

Sand bromea: “Acariciame rusito, no me hagas doler”. ―¿Qué significa el Club Lanús en su vida? ―Lanús significa todo para mí. Me arregló la vida, me hizo viajar por toda la Argentina y Sudamérica. Me dio todo, me quedo en Lanús para siempre.


FRONTERAS ENCRUCIJADAS

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SALARIO NO VA CON “A”: LA BRECHA SALARIAL ENTRE VARONES Y MUJERES EN ARGENTINA

DE GAME OF THRONES AL GABINETE NACIONAL DE MINISTROS Por CARLA MARTILOTTA

La actriz Sophie Turner que interpreta a Sansa Stark de Game of Thrones develó cobrar menos dinero que Kit Harington, (Jon Snow, Stark, Targaryen, etc…) y volvió a enfocar las luces sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres.

Turner, cuyo personaje creció a la par de miles de jóvenes alrededor del mundo y lleva en el aire igual tiempo que Jon Snow, dijo en declaraciones a la prensa: “Kit Harington gana mucho más dinero que yo” y agregó que como “él tenía más escenas nocturnas”, se dijo para sí: “Bueno, quedate esa plata”. Sin embargo, la actriz británica reparó en lo importante de la discusión salarial y concluyó: “Se consiguen algunas cosas pero creo que todavía llevará un tiempo.” Con la séptima temporada, las empresas de entretenimiento con la potestad sobre los derechos de Game of Thrones incrementaron sus arcas. En el último trimestre de 2017, el grupo Time Warner, a punto de concretar su fusión con ATyT, aumentó sus ganancias en un 6% y alcanzó los u$s 7,6 mil millones. De ese total, HBO, productora a la que pertenece la serie, tuvo un 13% más de ingresos y escaló a los u$s1,6 mil millones. No es la primera vez que una producción mega millonaria llama la atención de la audiencia por pagar de manera desigual a sus protagonistas. Previo al escándalo por abuso sexual que eliminó de una vez y para siempre al presidente de los Estados Unidos en House of Cards, Kevin Spacey, la actriz Robin Wright descubrió que la engañaron respecto a su salario. “Me dijeron que recibía igual paga y les creí,

Sansa Stark, Game Of Thrones, HBO y me enteré luego que no es cierto” dijo en diálogo con la revista Time. “Claire y Francis son equivalentes en cuanto a su poder, su unión y la trama. Puede que no tenga tantas escenas o palabras como Francis pero Claire no necesita verbalizar tanto”, manifestó al respecto la presidenta ficticia. En la actualidad el movimiento de actrices cobró relevancia en el mundo en lo que refiere a la lucha por la igualdad de derechos.

Sin embargo, así como sucede en el resto de los ámbitos laborales, aun no hay resultados efectivos para mostrar. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en los últimos 27 años la brecha salarial apenas disminuyó y, en el mundo, las mujeres ganan un aproximado de 20% menos que los varones. En el caso de Argentina, las mujeres ganan un 27,5% menos. En lo que respecta al último tri-


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FRONTERAS ENCRUCIJADAS

Claire Underwood y Francis Joseph Underwood House Of Cards, NETFLIX.

mestre de 2018, la brecha alcanzó el 30% y suma un total de $85 mil a la baja en el año. En medio de una crisis y ajuste del presupuesto nacional, todavía resulta necesario aclarar que las mujeres son las principales expulsadas de los ámbitos laborales y de la economía formal. Encargadas de las tareas domésticas, crianza y alimentación, en la economía informal la brecha salarial se acrecienta en un 36%. Según el INDEC, en Argentina el 32% de las personas son pobres y no alcanzan a cubrir la canasta básica que en el último año trepó a los $32 mil. A pesar de las cifras que arroja su propio gobierno, el presidente Mauricio Macri dijo en la última apertura de las sesiones ordinarias del Congreso que “no es justo” que las mujeres ganen menos dinero que los varones. Hay que prestar especial atención a las palabras de un jefe de Estado que en su gabinete solo cuenta con dos mujeres ministras, Patricia Bullrich en Seguridad y Carolina Stanley en Desarrollo Social. De esta manera, la problemática evidente sobre el tema en ámbitos cuyos presupues tos pagan sueldos exuberantes -en la actualidad se estima que un actor de Game of

Thrones gana más de U$s 2 millones por episodio y el sueldo de un ministro ronda los $ 200 mil- invita a la pregunta sobre los motivos por los cuales una mujer gana menos dinero que un varón y la respuesta vuelve a casa. En la práctica, el tiempo que las mujeres pueden dedicarle al trabajo es menor, ya que se encargan de las tareas domésticas y de cuidado. Esto lo saben las empresas, patronales y establecimientos públicos que relegan a puestos de menor cantidad de horas a las mujeres cuyos salarios se ven afectados de manera directa, o bien, no contratan personal femenino para ciertos puestos. Desde el gobierno, en tanto, aumentan las asignaciones familiares y

crece el asistencialismo social a la par de los comedores comunitarios y merenderos, a cargo de mujeres. Lejos de crear puestos de trabajo, desde el Estado se intentaría frenar el estallido social y se abandona por completo la perspectiva de género salarial y la creación de empleo de calidad. En la realidad como en la ficción, en Argentina y en Game of Thrones, sin las mujeres no habría manera de salir adelante. Las lideresas en la guerra, la política y el cuidado de los soldados datan de tiempos inmemoriales pero en la vida real la romantización de las tareas de cuidado y el trabajo no remunerado pone en desventaja a las más fuertes del batallón.

Macri en la presentación de su primer Gabinete, el 2 de diciembre de 2015, ocho días antes de asumir.


FRONTERAS COORDENADAS

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Deportes

CESTOBALL: DEPORTE DE TODES Es difícil describir la pasión que sentimos los argentinos por nuestros representantes deportivos, pero el apoyo desmesurado puede sucumbir ante un resultado inesperado. La rama femenina siempre ocupa un rol secundario y los flashes se encargan de cosificar a la mujer. El cestoball es un deporte argentino creado por Enrique Romero Brest, nació en 1897 bajo el nombre de Pelota al Cesto. Su objetivo era crear un juego orientado a las mujeres, promover la educación física y el deporte entre los jóvenes, al tiempo que lo incluía como parte estructural del sistema de enseñanza. Aquella creación del primer deportólogo y padre de la Educación Física argentina, con velocidad se instaló en la Capital Federal y en las provincias de La Pampa, Santa Fe y Corrientes. El cestoball, denominación que adopta a partir de 1985, se nutre en sus inicios de clubes tradicionales. Esta lógica acompaña su crecimiento dentro del territorio nacional. El hermetismo de las federaciones y la crisis económica del 2001, arrastraron con lentitud al deporte a su desaparición. Los personalismos guiaron en aquellos años el actuar de los clubes y se atentó de forma categórica contra su difusión. En ese periodo, los campeonatos argentinos gozaron de escasa participación de los clubes y las selecciones nacionales reflejaron desinterés en las jugadoras más jóvenes. Estos episodios socavaron las federaciones nacionales y obligaron a los directivos a cambiar su postura vetusta e idear planes de difusión con las jugadoras juveniles. El involucramiento de la nueva generación permitió derribar prejuicios relacionados a la vestimenta y al rol de la mujer como deportista. El nuevo plan de expansión contempló la participación en eventos de gran magnitud y la realización de clínicas en todo el país. La presentación del cestoball en los días olímpicos y las clínicas desarrolladas en las escuelas, expresaron la necesidad de incluir

la rama masculina. Otros deportes tradicionalistas como el rugby, polo e incluso el fútbol, ya habían avanzado en la inclusión de mujeres en sus confederaciones. La Confederación Argentina de Cestoball escuchó el pedido de sus representantes y obligó a las federaciones a fomentar la rama masculina. Ante esta orden la Federación de Capital Federal decidió convocar un representante para Avellaneda Cestoball. A pesar de todos los impedimentos y las limitaciones de espacio, se conformó un equipo masculino en Avellaneda. Con lentitud, el cestoball comenzó a instalarse en los clubes y generar entrenadores para las escuelas de iniciación deportiva. Esta condición permitió que los jugadores sean reconocidos ante los directivos y padres de las jugadoras. El proceso de integración tuvo su punto de inflexión en 2014, al anunciarse la realización de la primera Liga Nacional de Clubes Masculina, en la localidad de Villa Mercedes, provincia de San Luis. El entusiasmo de todos los jugadores fue intenso, aunque la realidad golpeaba porque no se logró completar un plantel y se contó con escasos recursos económicos. Ante esta limitación, Avellaneda Cestoball se unió con el equipo de la Municipalidad de San Martín y conformaron un equipo denominado “Municipalidades”. Gracias al entusiasmo y a la ayuda económica del Sindicato Bancario se participó en el Campeonato Argentino. El público mercedino se involucró en todo momento en el estadio José María Gatica, escenario principal del torneo -y hospedaje de algunas delegaciones- y apoyó a los 9 clubes que participaron del torneo. Las provincias de La Pampa, Santiago del Estero, Corrientes,

Por WALTER FERNÁNDEZ

Córdoba, San Luis y Capital Federal, dijeron presente con federalismo en la rama masculina y el talento de los santiagueños se vio plasmado en la cancha, y Judiciales levantó el primer trofeo de su historia. La Liga Nacional de Clubes es un caso paradigmático dentro del deporte nacional ya que la inclusión del sexo opuesto se dio de forma inversa. La práctica del deporte tuvo como protagonistas exclusivas a las mujeres desde 1930. En la actualidad, aunque exista resistencia, la rama masculina pudo desarrollarse en todo el país. Los estereotipos y las creencias en el deporte seguirán vigentes pero el cestoball demuestra que es posible pensar cualquier disciplina más allá de la condición sexual de cada deportista y que no existen límites.


TIERRA ADENTRO FRONTERAS

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ENTREVISTA A NÉSTOR PISTILLO

Por MARIANO ORLANDO

Néstor Pistillo es el Jefe de Servicios de Terapia Intensiva de adultos del mejor hospital universitario público de América Latina. Cree que será aburrido hablar de él. Terapista, médico clínico y cardiólogo, fue secuestrado a punta de pistola y luego encontró a su secuestrador en terapia. La charla se da a centímetros de pacientes politraumatizados, trasplantados y neurocríticos.

Hay un bebé acostado que mira al techo. Tiene los ojos y la boca abierta. No se mueve. En una camilla más grande, su padre. En el techo un parlante y un micrófono. Podría estar aterrorizado al ver una escena diaria de la sala de Terapia Intensiva de algún hospital. Pero no, hoy tengo guía “top”. “Son robots”, me explica Néstor. “Los residentes aprenden con ellos. Pueden levantar temperatura, abrir sus pupilas y tener diferentes síntomas. También contratamos actores que se hacen pasar por la familia para que tengan una experiencia integral”, explica. De igual modo el bebé me da un poco de miedo. Luego de visitar salas del hospital, mi recorrido VIP llega a su fin, pero acá comienza mi entrevista. Estoy con Néstor Pistillo, Jefe de servicio de Terapia Intensiva para adultos del Hospital de Alta Complejidad en Red “El Cruce-Néstor Kirchner”, en Florencio Varela. ―¿Cómo es su día? ―Trabajo 8 horas por día. Llego y superviso el pase de guardia. Todo sigue un protocolo. Desde transmitir conocimiento, hasta planificar una operación. El protocolo se cumple a rajatabla. Es como si fuera un piloto de avión que revisa la nave antes de volar. (Con anterioridad, el doctor me había mostrado una máquina un tanto particular. Era como una golosinera de medicamentos, dice: “Se activa sólo con la huella de los enfermeros. Yo no puedo sacar remedios, es para tener un control absoluto”. Hasta en eso hay un firme protocolo, pienso.) -Tengo un tablero de comando donde reviso de manera constante los problemas que apa-

recen. Por ejemplo cuántos pacientes tengo con una infección por gérmenes multirresistentes. Cuál es la mortalidad y que esté por debajo de lo esperado. ―¿Cómo controla la mortalidad? ―Cada paciente tiene estatificado cuál es su riesgo de muerte. Supongamos que un paciente tiene un riesgo bajo, de 40%, y se muere, estamos con un problema. En cambio si está con un riesgo de 85% y le salvamos la vida es que lo hacemos por encima de lo esperado. Así controlamos. Pero si aparece una alerta tengo que salir a identificarla, generar protocolos. (Me resulta fuerte que midan, en cifras, algo tan abstracto como la muerte.) ―¿Cómo llegó a este rol y tarea? ―Es un proceso largo que comienza con estudiar medicina, recibirse y comenzar la residencia. Tengo dos residencias: clínica y terapia intensiva. Además, una especialización en Cardiología. Empecé trabajando en el Hospital Fiorito (refiere al Hospital Interzonal General Agudos “Pedro Fiorito”) en terapia intensiva en donde estuve 30 años. ―¿30? ―Sí, y cuando se abrió este hospital me convocaron para venir como coordinador. ―¿Por qué estudiar medicina? ―Desde que tengo uso de razón… De los pocos recuerdos que tengo de mi mamá es que se enferma por cáncer de útero, un cáncer muy raro, un sarcoma, y antes de morir le


TIERRA ADENTRO FRONTERAS

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DEL LADO DE LA VIDA PERO TAN CERCA DE LA MUERTE dije que quería ser médico para curarla. Su preocupación era saber qué íbamos a ser mi hermano y yo cuando fuéramos grandes. Así que antes de morir juré con ella que sería médico pero en realidad era mi vocación, nunca pensé en hacer otra cosa que no fuera ser médico. Amo ser médico. ―¿Y por qué terapia intensiva? ―Me di cuenta de que me gustaba todo lo que era crítico, donde estaban pacientes extremadamente graves, aquello con una cierta dinámica respecto a lo que es la clínica. Acá tenés un determinado tiempo para resolver las cosas. Es todo estrés, todo correr, resolver rápido. Y esa adrenalina es lo que más me gustaba. Es como manejar un fórmula uno pero el que choca no sos vos, choca la gente… (Piensa un segundo, no digo nada, sé que quiere decir algo más.) Aunque a veces chocás, sufrís en la relación. ―¿Cuándo sufre? ―Por ejemplo, sufrís cuando no te adaptás a decirle a una mamá que se le murió un hijo de 17 años por una leucemia, no podés escaparte de esa situación. ―¿Se aprende a enfrentar esas situaciones? ―Aprendés. Se aprende pero no es fácil. Porque entablás un vínculo. Es fácil decirle que se salva. No es fácil decirle que la cosa no está bien, que corre riesgo de vida, o decirle que se murió. Es el peor momento que puede sufrir una madre, que se le murió un hijo. Es muy complejo.

―¿Cree que ese es el mayor problema de su profesión? ―El mayor problema es el error. Vivimos con el error. Pero aquí el error no es admisible. El error es llevar a un paciente que está en la cornisa, a la muerte. (Repite error muchas veces, no me parece casualidad, de verdad es un tema que le preocupa.) ―¿Y cómo lo maneja? ―Y… la experiencia te ayuda a identificar cosas que no son fáciles de leer. La medicina no es dos más dos son cuatro. Acá tenés que describir, encontrar los problemas, solucionarlos. Siempre se te abren como algoritmos. Pensás que es un problema de cierta área y termina siendo de otra. Entonces acá lo importante es evitar el error. Por eso siempre trabajamos en equipo, donde cada uno da su opinión y se toman decisiones tratando de que sean lo más acertadas posible. ―Y en el tomar decisiones ¿es importante la intuición? ―Primero hay conocimiento y después experiencia. Esta te ayuda a ver casos que tuviste en tu vida, parecidos, y para eso uno se entrena. Por eso vamos a los centros de simulación para que frente a situaciones críticas tomemos las mejores decisiones. No es que tenés tiempo o estás en tu casa escuchando música y tenés que tomar la decisión más acertada. Acá es todo en el tiempo más corto posible. Eso es lo que a mí me atrae. Estás obligado siempre a no equivocarte.


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FRONTERAS ENCRUCIJADAS

Hospital El Cruce de Alta Complejidad en Red Dr. Néstor Carlos Kirchner, situado en un punto estratégico de Florencio Varela. Abrazo simbólico a la institución en reclamo de mejores condiciones laborales, 28 de junio de 2018.

―Y en las decisiones está entre la vida y la muerte. ―No. Estamos de este lado. (Me mira como cómplice. Como diciéndome ¡estamos vivos!) -Nosotros no estamos del lado de la muerte. Nuestro objetivo es salvar la vida, o por lo menos si no podemos salvarla que el paciente no sufra, que tenga una muerte digna dentro de lo legal y ético. ―Y ¿qué efecto tiene estar en esta situación? ―Nos entrenamos para eso y estamos acostumbrados. Me estresa más manejar que hacer eso. Por ejemplo, hacer trámites me recontra estresa, no me gusta. Si tengo que ir al banco, me estresa. En cambio acá si me llaman por un paro yo salgo corriendo y lo hago. Sé que es lo que tengo que hacer ahí. Uno se acuerda no de los que ha salvado, sino de los que no ha podido salvar. Te afecta no tomar una decisión correcta. ―¿Va al psicólogo? ―No, por lo general no. Nosotros por esto no vamos al psicólogo. ―¿Hay un alto índice de suicidios en médicos y de terapia? ―No. Pero sí tenemos un alto índice de gente que deja de trabajar en terapia intensiva. Tiene que ver con que hay otras especialidades que son más redituables, o con que no te bancás hacer la guardia. ―¿Qué es lo más común que llega acá? ―Politraumatizados, trasplantes, pacientes neurocríticos. Traumatismo de cráneo, tumores, ACV. (Ahora entiendo mejor por qué puede ser que alguien no se “banque hacer la guardia”. Debe haber notado mi cara de sorpresa. Es que es muy raro verlo hablar de estos temas con tanta naturalidad. Por lo tanto me aclara) -Igual, acá ya vienen los pacientes más ordenados pero de altísima complejidad, son derivados de otros hospitales. En cambio en el Fiorito (en referencia al anterior trabajo) tenés que ordenarlo vos. Ahí sí se veía de todo, sin filtro. (Néstor no puede contarme casos particulares por secreto médico. Me quedo con las ganas, aunque algo insisto.)

―¿Cuál es el caso más común entre los nombrados? ―También hay alta incidencia de traumatismo de cráneo. Por ejemplo tenemos una entidad que se llama “moto sin casco”: personas que van en moto sin casco y tienen un accidente. Es como un cuadro. Decís “moto sin casco” y ya te imaginás el resto. Es mucho más frecuente que el incidente por vehículos. Además, muchos ACV. ―Y… ¿dijo en algún momento “uh, esto es demasiado”? ―Me ha tocado atender a nenes pero es mi responsabilidad hacerme cargo. Por ahí pensás “es demasiado” pero tenés que hacerte cargo. Estuve en la atención de Cromañón. Me han ingresado 8 paros juntos pero no, no hay un momento para discutir si lo acepto o no lo acepto. Es tu obligación. Después ves. ―¿Cromañón? ―Sí. De Cromañón tuve avalancha de pacientes con problemas. Cuando empecé, hace años, también tuvimos una intoxicación muy conocida por cianuro. Una ambulancia que entró a una casa en Avellaneda que habían tirado cianuro a la cloaca. Filtró ácidocianhídrico por la tapa de inspección del comedor y murieron todos los que estaban adentro de la casa. Y los que entraban para salvarlos también caían y morían. Así que recibí una cantidad enorme de paros, que tuvimos que reanimarlos. ―Y ¿qué hace en esas situaciones? -Tenés que ser lo más organizado posible y tratar de trabajar en equipo con todos los que estén. Tenés que recolectar médicos y enfermeros y todo el mundo te tiene que ayudar. Porque no podés sacar 8 paros juntos. ―Pero ¿puede sacar médicos clínicos que están trabajando y vengan a ayudar? ―Sí, vienen solos a ayudarte… no te dejan solo. Todo el mundo. Los cirujanos también tratan de ayudarte. Después se organiza y una vez que tenés todo organizado te hacés cargo. ―¿Le sucedió alguna vez que llegara a la guardia alguien cercano? ―Sí. Atendí gente mía. Ahí no podés ser ob-

jetivo. Cuando es un conocido tuyo, no se puede ser objetivo. Me tocó atender al hermano de una amiga que se cayó del Puente Pueyrredón. Lo reconocí en la guardia y lo atendí. Hice toda la reanimación inicial, entubarlo, colocarle el ventilador y demás. Una vez que hice todo eso llamé a la hermana y ya no tomé decisiones sobre el paciente. ―¿Eso fue lo más fuerte o loco que le pasó? ―No sé si fuerte. Pero lo más loco que me pasó fue cuando me secuestraron. Llegaba a mi casa del trabajo y me secuestran a mano armada. Me llevaron a pasear por todos lados. Ocho horas dando vueltas. Me llevaron a cajeros, me hicieron caminar por la villa... Creo que una villa que está en Pasco. Estaba vestido como médico y dentro de todo por eso me trataron bastante bien. Igual les dije que era de otro hospital. Para que no me caigan a buscar al trabajo. Y bueno, a los 15 días, un domingo, uno de ellos al robar un auto, choca en Pavón y termina en el Fiorito. El lunes lo veo, estaba ahí. Lo reconocí. Y me reconoció. Nos reconocimos pero nadie dijo nada. No lo atendí. Vino mi compañero y lo atendió por mí. Le dije a mi compañero que se haga cargo él, que yo prefería atender a otro paciente. Ahí cuando perdés la objetividad, no tenés que actuar. Pasa. No es que haría algo malo pero no quise pasar una situación mala yo por el tipo que me había secuestrado. No me causaba ninguna gracia. Pero si le tenía que salvar la vida, le salvaba la vida. ―Y si llegaba y estaba solo ¿le salva la vida al tipo que lo secuestró? ―Y sí. ―¿Qué siente cuando se salva una vida? ―Sentís satisfacción pero no es lo más importante. Porque es mi obligación. Salvar la vida es satisfactorio pero te acordás de los que no les pudiste salvar la vida. Qué hubiera pasado si hago esto o esto otro. ―Quizá hacía dos cosas distintas pero el resultado era el mismo… ―Sí, además es un mecanismo para aprender. Aprendés en el camino. Cuando caminás, aprendés pero cuando te caes y te levantás,


FRONTERAS ENCRUCIJADAS

eso te fortalece. Aprendés porque te tropezaste. Cuando no logramos el objetivo nos replanteamos las cosas y `bueno, la próxima vez lo haremos distinto. O intentaremos´. Obviamente no significa error, en medicina las respuestas son en construcción. No tenés respuesta a todo. Y quizá en ese momento la estás construyendo. ―¿Por ejemplo? ―Cuando vino acá el H1N1 nadie sabía lo que era. ―Lo que fue la Gripe Porcina ¿no? ―Exacto. Tenías que aprender sobre la marcha y ninguno conocía la entidad. Ni acá ni en Estados Unidos ni en ningún lado. Entonces nos pasábamos informaciones, tips, porque hacíamos lo que hacíamos de modo rutinario y no respondían (los pacientes). Entonces ahí es ver qué es lo que pasa. Y cuando no te responde, muerto por muerto empezás a usar otras estrategias. Y ahí por ejemplo a alguien se le ocurrió en Australia hacer oxigenadores con… bueno…cosas muy específicas. Pero son cosas que tenés que adaptar de manera continua. ―¿Cómo se entera? ―Inmediatamente salen alarmas que dicen qué se recomienda. La Sociedad Argentina de Medicina saca una alarma y te recomienda. Una cosa difícil que nos tocó y que no hubo, por suerte, es con el ébola.

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―¿Por qué es tan difícil? ―Porque entrenarte es complicado. Porque ahí corre riesgo tu vida. Un solo error y corre riesgo tu vida. El ébola es un virus contagioso y mortal. Y tenés que vestirte con una ropa especial. Y si por ejemplo al desvestirte tocaste el guante… (Me mira como diciendo, “perdiste”. Y perder acá significa morirse.) -Por eso tenés que usar una técnica para vestirte y desvestirte. No podés estar más de 15 minutos frente al paciente. Todo lo externo puede tener el virus. ―¿Por qué? -No soportás el calor del traje. Hace 40ºC o más con el traje. Ya ahí te empieza a faltar el aire. Empezás a pensar mal. Es re complejo y por suerte nunca llegó a la Argentina. Está en África... Espero que no llegue. ―¿Qué investiga? -Soy investigador de una patología crítica pulmonar que se llama síndrome de distress respiratorio agudo, hemos ganado premios con esto. Soy uno de los investigadores, trabajamos en eso, el hospital le dedica esfuerzo a la investigación. ―¿Qué significa esto? ―Cómo hay que hacer para minimizar el daño que le puede causar el respirador a un paciente. No es que soy un gran innovador, investigo y obtengo resultados de una pa-

tología conocida y muy investigada en todo lo que es el ámbito de medicina crítica. Ayudamos a encontrar las soluciones. Ya publicar fuera de Argentina, por ejemplo, es algo complejo y lo hemos logrado. Hemos tenido publicaciones en revistas extranjeras como “Intensive Care Medicine”. Es difícil investigar en Argentina por economía. Y encima, por lo general están abiertas las puertas a europeos y americanos, entonces Argentina no existe. E investigar cuesta el doble. Cuando intentás algo, por más bueno que sea el artículo lo miran con tres lupas. En cambio si es un norteamericano lo miran con una sola lupa. Entra una doctora y Néstor tiene que salir. Tuvo buen timming porque la entrevista llegaba a su fin. Mientras sale continuamos la charla. Me entero de que el Hospital de Alta Complejidad en Red El Cruce-Néstor Kirchner es el mejor hospital universitario público de América Latina, según datos obtenidos del ranking 2018 de Hospitales y Clínicas que realiza la Revista América Economía de Chile. Mientras salgo, me despido de los dos guardias de seguridad que me permitieron pasar, y una de las recepcionistas del hospital. Veo el llanto de una mujer y la felicidad de un abuelo medio rengo. El temblequeo del pie de un paciente a punto de ser internado. Muerte, vida, enfermedad, cráneos rotos, buenas y malas noticias. Un reflejo de lo que es la vida de un médico terapista.


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Artes

FRONTERAS COORDENADAS

BARBI RECANATI, MÚSICA

“EN ESTE ESPACIO FEMINISTA, LA AUTOGESTIÓN ES EL MEJOR LUGAR” Al lanzarse como solista, Barbi empezó a expandir su expresión artística. Decidió difundir y visibilizar a las mujeres en el rock a través de un sello discográfico independiente. Feminismo y rock and roll: combinación para la revolución.

En 2005, Barbi Recanati de 19 años, guitarrista autodidacta, formó una banda junto a sus amigos del colegio. Influenciados por Iggy Pop, Patti Smith y Talking Heads, Utopians se posicionó como una de los grupos revelación de su tiempo. Barbi transitó su embarazo en los escenarios durante 2016 y hasta la separación del grupo, en 2017. Música, productora, madre, feminista y solista desde 2018 emprende la tarea de modificar un mundo dominado por hombres. Dirige Goza Records, junto a la radio online Futurock, con una consigna inclusiva y el objetivo de realizar 12 discos al año. Tuvo enfrente a sus referentes musicales, abrió recitales de Garbage y The Cure, grabó con Jimmy Rip, de Television, e incluso se encontró al cantante de Stone Roses en la calle. Recanati ingresa al estudio con su hijo en brazos, sus músicos detrás de ella se acomodan cada uno con su instrumento. Distante de todos los estándares de belleza impuestos hasta para el rock and roll, ella viste ropa holgada, zapatillas y nada de maquillaje. Sus rulos ondean entre acordes hasta aterrizar en su cara. ―¿En qué se diferencia la Barbi Recanati de Utopians de la solista? ―En un montón de cosas, en primer lugar porque ahora tengo un hijo chiquito y los

tiempos son distintos en especial a la hora de componer. Me tomo momentos muy puntuales y es importante que la canción funcione o funcione. En segundo lugar, toda la composición pasa por mí. Después le entrego eso a Tomi (Tomás Molina Nera) y Juan (Juan Manuel Segovia) que son los productores con los que laburo y ellos hacen una lectura de esa canción. La graban y luego me hacen una devolución. A partir de eso empezamos a crear. Va y viene entre los tres. Desde dentro hacia afuera. ―En este primer año de Goza Records, ¿con qué desafíos te encontraste? ―Primero con el desafío de la curaduría. A veces tener que elegir 12 bandas implica no elegir un montón de otras. Sabés que miles de grupos esperan esa posibilidad y no tener el espacio para poder hacerlo, es lo más difícil. Creo que el desafío más grande es tener que lidiar con los no, con decir que no a otros artistas. Me encantaría nunca tener que decir que no. ―¿Como es la autogestión en tiempos de crisis? ―Más que en tiempos de crisis, creo que en este espacio feminista la autogestión es el mejor lugar. Tenés compañeras y compañeres que te ayudan y se arman equipos muy grandes de trabajo. Salís adelante a tu manera, con el mensaje que

Por LOURDES VALENZUELA

vos querés, para un montón de cosas es como el único camino. Durante mucho tiempo me manejé con productores grandes y definitivamente creo que hoy estoy en un lugar mucho más feliz. Puedo decir lo que quiero, como quiero y rodeada de la gente que quiero. ―¿Cómo se abrió tu entorno a partir del feminismo? ―No se si se abrió pero sí se modificó. Ayer me tocó hacer un videoclip donde el 15 % del staff eran hombres y la verdad es que se volvió muy distinto, no sé, la manera de trabajar. Por ejemplo, me tenía que cambiar de vestuario y no tenía ningún problema en quedarme en bombacha y corpiño por donde anduviera, algo que nunca me había pasado. Siempre tuve que aprender y adaptarme a estar rodeada de muchos hombres… en todo lo que hacía. Ahora estoy rodeada de pibas y pibis y tal vez algún chabón. Eso cambia un montón el clima en el que laburás, con las compañeras, con todo. ―¿Cómo afectó eso a tu percepción de los escraches en redes sociales a abusadores o presuntos abusadores en el rock? ―Creo que es un tema muy complejo y un camino que recién comenzamos a recorrer.


FRONTERAS COORDENADAS

Artes

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BRITPOP A LA PARRILLA -A cuento de los ídolos... ¿Cómo terminó Ian Brown, de Stone Roses, en tu casa? -Me lo encontré en la calle y pegamos buena onda, nos sacamos una foto. Él estaba en Buenos Aires gracias a la gente de Adidas y buscaba un lugar donde comer un pollo a la parrilla. Adidas vio la foto y le dijeron ‘che, vimos que Barbi Recanati subió una foto con vos, ella tiene una parrilla re copada ¿querés ir?’. Él respondió que sí, así que comió en mi casa.

Aprendemos y entendemos muchas cosas mes a mes. Me parece muy importante haber encontrado una forma de frenar tratos y violencias que antes naturalizamos o callamos por miedo; son una de las razones fundamentales de la falta de equidad y el abuso de poder para con otras identidades de género, en el rock y en otros lugares. También creo importante comenzar a reflexionar sobre qué hacer ahora, cómo lograr que ésta sea una etapa donde se reescriben

las reglas para destruir al patriarcado y no otra manera patriarcal de solucionar conflictos. Sobre todo porque cuando aplicamos formas patriarcales, el patriarcado siempre gana, y terminan víctimas hostigadas, a veces denunciadas penalmente por los abusadores, entre otras problemáticas que no podemos ignorar. ―¿Qué pasó con respecto a los ídolos con esta perspectiva? ―Mi perspectiva con mis ídolos cambió en

el sentido de que no tengo ídolos. Tengo muchos artistas que admiro, tanto masculinos como femeninos y otras identidades pero no tengo ningún ídolo de ningún género. Entiendo que si idolatrás a alguien, corrompés también el arte, de alguna manera. Ponés todas las expectativas en el artista que no se pueden abarcar, entonces siempre te decepcionarán.


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FRONTERAS

SILVINA OLSCHANSKY, AUTORA

ARMANDO (MARADONA) UN SUEÑO BENDITO Silvina Olschansky se autodefine “autora de televisión”. Entre sus trabajos más coronados está El Marginal. Pero no sale del centro de la polémica: hoy escribe Sueño Bendito, la serie que cuenta la vida de Diego. La presión y el trabajo detrás de la pantalla chica. Silvina nos recibe en su casa, en el corazón porteño de Palermo. Un departamento con detalles y combinaciones dignas de una revista de hogar&deco. Vive con sus hijos. Mientras sirve café en una jarra irlandesa de cristal, charla y me cuenta sobre sus estudios de Periodismo en TEA. En la actualidad, trabaja como autora de televisión. Pero no se considera escritora: “Siento que no es que soy una poeta que escribo televisión y después haré poesía. No sé si seguiré con la escritura de algo que no sea en este formato. Y este formato se hace con trabajo, no lo escribís para vos. Entonces no sé si derivará en otra cosa, o voy a escribir solo la lista del supermercado.” Silvina trabajó desde sus inicios asociada con Guillermo Salmerón (su ex marido), en los guiones de series como Televisión por la inclusión (2011-2012), Santos y pecadores (2013-2014) y Falsos Falsificados (2018). Junto a su socio, trabajan ahora en Sueño Bendito, la serie que contará la vida de Diego Maradona. La productora es Amazon, y la serie se podrá ver por Amazon Prime. Una producción biográfica que, aún sin fecha de estreno, da que hablar. ―¿Cómo se hacen los guiones en televisión, con ficción? ―Hay dos partes que me parecen son importantes. Una es la de estructurar el guión, y la otra el dialogado. Que en general no se empieza con estructura, sino a través del dialogado, que para mí es súper importante, porque además es guionado, planteas toda la acción. Y ahí es cuando en realidad el guión termina de tomar forma, y le das la real profundidad a los personajes. Porque la acción puede estar buena pero si se dicen pavadas no se termina de profundizar nunca. ―¿Ya lo pensás puesto en escena? ―Sí, todos me parece que empezamos con

los diálogos. A mí es algo que me re gusta, le doy mucho valor a eso y disfruto hacerlo. No termino de delegarlo. Me parece que están esas dos partes: la del dialogado y necesitás una estructura. Y lo que tiene la televisión es eso, como está tan dividida una cosa de la otra, esa es una de las cosas que hacen que el trabajo final sea más difícil de lograr en equipo. ―Uno de tus trabajos recientes fue El Marginal ¿Cómo fue narrar esas realidades, o temas tan delicados que aparecen? ―Hicimos mucha investigación porque no sabíamos nada. También con el equipo de dialoguistas, que entrevistaron gente. Y después lo llevamos más allá de pintar todo dentro de ese ámbito. Como si fuera una vida normal la de la gente que está ahí. Está tocada por el ámbito pero lo que tratamos es que las historias pudieran pasar ahí o en otro lado. Si sacás la cárcel y ponés una empresa, cambia un poco la onda pero la historia y lo que le pasa al personaje, las luchas de poder, serían similares. O el amor sería lo mismo entre dos personas que están presos o dos ejecutivos de una multinacional. Que eso me parece que es lo que le da un poco más de sustento a la historia, por lo cual la gente mira, más allá de lo anecdótico. Para mí la cárcel de por sí, ya tiene un… no sé si es morbo la palabra, no sé qué es lo que gusta de eso. A mí tanto no me gusta, me cuesta un montón ese ámbito, no le veo tanto la gracia a esa situación. No termino de entender qué es lo que gusta. ―Si no te gusta el ámbito, ¿cómo es escribirlo? ¿Podés hacer como una separación? ―Como era la mujer del equipo, trataba de sacarle a todo lo que llamo el “olor a huevo”. Pensaba que me tiene que interesar a mí. Creo que eso fue lo que le dio un poco más, para que no quede en la anécdota carcelaria.

Me parecía que me tiene que importar más allá del ámbito en el que están y así fue. La cárcel se metía pero la verdad es que no pensaba mucho en que estaban ahí. Después cuando sale el guión sí pero en el momento de pensar la historia decís “bueno, acá estos se enamoraron, no importa dónde están”. Las circunstancias son horribles sin embargo las cosas entre las personas suceden. Cuando empecé a hacerlo me costaba mucho pensar en las mujeres que trabajaban ahí adentro, porque era una cárcel de hombres, entonces pensaba “¿Por qué esas ahí? ¿Por qué te vas a enamorar de un preso, cuando podés enamorarte de alguien que está en libertad?” Pero lo que la investigación decía es que llega un momento que el preso es un otro, que no lo ves preso. Y además, todas las mujeres del ambiente dicen que el preso es el novio ideal, porque lo tenés ahí. No sé, una boludez (ríe). Habrá algo, una cosa particular de eso. El que viene de afuera tiene ese ámbito naturalizado y por más que se pueda ir, igual elige quedarse. -Sin embargo, la serie fue un éxito... -Sí, la serie gusta. Y es verdad el tema de lo


COORDENADAS FRONTERAS

Medios

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Por AGUSTINA WROBLEWSKI

carcelario da un condimento, que tal vez es algo que uno no ve, no está acostumbrado. Tal vez eso llama la atención. Después que está muy bien hecho, muy bien producido, eso es algo que suma un montón. No es solo la historia sino también lo bien que la contaron al producirla. Se armaron personajes que estaban bien delineados. ―Pero ¿por qué decidieron no participar en el guión de la tercera? ―En realidad, estábamos ocupados con otra cosa y era un problema hacerlo. Estábamos ya comprometidos. Trabajamos lento, y nos íbamos a meter en un brete horrendo donde te sentís mal de no poder cumplir con tus obligaciones, y decidimos que mejor no meter la pata. Y bueno, veremos qué pasa con la tercera. Pinta re bien. ―Sueño Bendito, ¿no? ―Sí, estamos con esa serie. Ya estábamos cuando se dio lo de El Marginal 3, por eso no quisimos seguirla. ―¿Cómo es escribir una historia desde una biografía? ¿Dentro del género “noficción”, cuáles son los límites y cuánta libertad hay? ―Es la primera vez que hacemos una biopic, así que es un aprendizaje. Ahora más relajados, entendimos un poco cómo hacerlo. Porque había que encontrar los personajes. Si bien son conocidos, había que ver nosotros cómo los delimitaremos, qué contaremos de cada uno. ―Muchísimo material… ―Maradona que tiene una vida súper rica y no sabés qué poner. Después te das cuenta que solo tenés que poner lo que lo convirtió a él, lo que lo transformó. Es decir, los hitos en los que decís: “bueno esto pasó y el tipo ahí salió cambiado”. Un laburo no solo de guionar, sino de elegir los momentos, y para elegirlos te tenés que conocer toda la vida. Hay momentos en los que hay muchísimo material y otros en los que no hay nada. Hay un mínimo lugar en lo que pasaba en su vida más chiquita, más privada, donde falta un poco de información.

Tres momentos en la vida de Diego plasmados en la serie “Sueño Bendito“. Más que nada fue esa la dificultad: acceder al material porque había mucho, y después encontrar de cada personaje qué era lo que mostraríamos y lo que no. Y seleccionar y separar lo que no sirve de nada a la construcción de la historia, es decir tratar de encontrar los matices, que todos sean buenos y malos en simultáneo. Además, hablás de gente real, y que si bien él dio los derechos de su vida y decidió que se cuente, también hay otras personas involucradas que se la llevan un poco más de arriba. Pero bueno, es la historia que vivieron y siento que se puede hacer, si la contás con responsabilidad. ―Eso tuvo una repercusión: Claudia Villafañe, la ex esposa dijo que verían según como armaban su personaje, para ver qué acciones tomaba... ¿Es una presión eso? ―No, presión no. Hay cosas que preferís cuidar. No porque ella sea mujer, pasa con todos los personajes. Si hay algún tipo de cuidado no es por presión, ya estaba antes. Y bueno, no es que te apretan para tal cosa, tiene que ver con la ética. Sabemos que tendrá repercusión, entonces vamos a contar aquello que por lo menos estemos convencidos que pasó. ―Hay temas muy delicados en la vida de Diego: drogas, prostitución... ¿Cómo es poner eso en una ficción con nombre y apellido? ―Él [Diego Maradona] está decidido a que su vida salga a la luz de esta forma. Igual, ya salió a la luz de 20 formas, esta sería una más. Pienso que, pasado un primer shock inicial, después se darán cuenta que no pasó nada con la serie. Que estuvo bien, que se cuidó lo que se tenía que cuidar. Con eso no quiere decir que será rosa, sino que cada uno se tiene que hacer cargo de su vida.

MIRADA Y CONSEJOS -¿Cómo ves la producción de ficción hoy en el país? -Paupérrima. Pero bueno, como todo... Se hacen algunas producciones y ya nos acostumbramos a que haya tres cosas y estar contentos. Pero en realidad está pobre. Hay un montón de gente sin trabajo. -¿Y qué críticas, qué sugerencias le harías, a los que producen? -¿Qué les puedo sugerir... que vayan a buscar plata afuera para ver si podemos hacer cosas? No, no sé. No estoy en condiciones de sugerir ni de criticar. Pienso que es una etapa en la que está duro y cada uno trata de hacer lo mejor que puede. Hay que esperar que soplen mejores vientos para que se empiece a producir un poco más, ojalá. Hubo una época que se trabajó mucho y que se empezó a profesionalizar. Empezó a trabajarse mejor, me parece. Por desgracia, para ser mejor tenés que practicar. Y había plata para hacer y eso hizo que se mejore. Ojalá que vuelva a haber plata para producir más.


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FRONTERAS

A NO HACER LA VISTA GORDA Cuando era chica, en la escuela, mis compañeros se burlaban de mí por un centenar de cosas: porque era gordita, porque era charlatana, porque tenía los dientes chuecos, porque mi pelo era un desastre, por todo tipo de cuestiones relacionadas a mi aspecto. Pero hubo un día en el que me miraron fijamente y me dijeron: “¿Por qué siempre venís con la misma ropa? Seguro son re pobres en tu familia”. Ese día tocaron un tema que me estremeció hasta lo más profundo del alma. Preferí decir que sí, que era lo único que mi familia me podía comprar. Preferí decir eso, antes que asumir que en realidad no encontraban ropa de mi talle -y acorde a mi edad- prácticamente en ningún lado. HABLEMOS DE GORDOFOBIA Es algo cotidiano ya: me despierto todos los días y veo por doquier publicidades con cuerpos con el tradicional 90-60-90, mujeres que me dan tips sobre cómo cuidarme, qué hacer para no engordar o para bajar “esos kilitos de más” o cómo disimular la panza, o cómo no aumentar de peso en invierno, o comentarios en las redes sociales que me ofrecen batidos, vitaminas, personal trainer y miles de otras cosas para que mi cuerpo deje de ser lo que es y pase a ser lo que otros quieren que sea. Nací en una sociedad que normaliza esto, que me plantea vivir pendiente de mi imagen tratando de encajar en los estándares de belleza, en el estereotipo del cuerpo perfecto, en el imaginario de que hay una única forma de belleza y que ante cualquier diferencia estoy mal, desencajada, equivocada, enferma. Esta normalización lo único que hace es llevarme a la autodestrucción, al autoaislamiento, al auto odio, a temerle al mundo y a sus opiniones. Manejan mi cuerpo y mi mente como quieren, y logran que todos y todas sigamos reproduciendo lógicas que

nos hacen creer que los y las gordas somos feas, vagas, inútiles, que no nos esforzamos, que nos vamos a morir, que vamos a estar solas para siempre, que nadie nos va a querer, que nos tiene que gustar el sexo porque estamos desesperadas y agarramos lo primero que vemos, que somos gauchitas, que no tenemos derecho a desear y elegir, y un etcétera eterno. Somos objeto de burla y de violencia, porque pareciera que la única belleza posible en esta sociedad está en las mujeres blancas, delgadas, jóvenes, sin celulitis ni estrías. Por mucho tiempo he sufrido en silencio viendo la televisión, mirando revistas, o desfiles, viendo mujeres hermosas siendo admiradas y declaradas como ejemplo de lo que debería ser una mujer. Sufro creyendo que nadie desea estar conmigo porque no soy como ellas. Sufro cuando salgo a comprar ropa y camino cuadras y cuadras y recorro miles de tiendas y en todas me reciben con un rotundo, desagradable y desespe-

ranzador: “No, para vos no hay, no tenemos talles especiales”. Sufro cuando viajo en el transporte público y la persona que tengo al lado me mira con desagrado, suspirando y quejándose porque está incómoda por estar sentada junto a mí. Sufro cuando como, lo hago con culpa, como si fuese un delito querer satisfacer el derecho humano más básico. Sufro por mi cuerpo, por mi mente, por lo que la gente piensa -o creo que piensa, o me hacen creer que piensan- sobre mí. Sufro, sí, pero con ese sufrimiento aprendí que el problema está en que no había podido comprender que la construcción de belleza es subjetiva y, al final, entendí también que todos los cuerpos son válidos, valiosos, y dignos de ser respetados. Quiero que seamos mujeres libres, libres de estereotipos, libres de comparaciones, libres de prejuicios, libres de dolor. Quiero y (y queremos, incluyendo a todes les que me comprenden) una revolución de los cuerpos. Entendí que las personas no so-


COORDENADAS FRONTERAS

Salud

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Por BETTINA VILLABA

mos trofeos, que la vida no es un concurso de belleza. No queremos ser la apuesta o el descarte en el boliche, no queremos estar destinadas a las casas de talles especiales, no queremos tener que vestirnos de cierta forma para que no se note nuestra gordura, no queremos ser la burla, la cosa de la que se pueden reír, no queremos cuestionar nuestra belleza. La mirada y los gustos de los demás no tienen por qué definir quiénes somos ni cuánto valemos. Reconocernos y amarnos implica cerrarles la puerta en la cara a las personas que nos rodean y nos juzgan, y que no respetan nuestro cuerpo, intentando decidir sobre cómo se tendría que ver. Y eso lo decidimos nosotras. Estamos expuestas a que se cuestione nuestra salud a causa de la obesidad, pero no se cuestiona el mercado de las dietas, el modelo hegemónico de salud, no se cuestiona que la gordofobia está institucionalizada, no se cuestiona que se habla de auto aceptación, o de body positive, pero que en el fondo –aunque uno lo intente- no sucede un cambio por arte de magia. A pesar del trasfondo esperanzador de campañas de auto aceptación, no es tan simple como que venga alguien y te diga: “Amate” y que con eso ya se solucionen todos tus problemas. Nos vamos a seguir encontrando con personas que nos tratan con desprecio, y eso pasa porque el cambio fue nuestro, no de ellos. Tenemos que comprender que vivimos en un mundo que lucra con nuestras inseguridades: para el resto siempre vamos a tener algo “mal”, nunca llegaremos a ser suficientes. Por ello es que hay que aprender a cambiar la mirada, entender que nuestros cuerpos son maravillosos, no importa cómo sean. ¿Por qué tenemos que luchar contra ellos toda la vida? No perdamos más tiempo; que la vida no termine siendo eso que pasa mientras nos hacen preocuparnos por si somos gordas o no. De lo que hay que

preocuparnos es del mayor conflicto por el cual hoy luchamos: por una Ley de Talles que nos permita vestirnos como nos gusta y sentirnos cómodas todas y todos, sea cual sea el cuerpo que tengamos. NUNCA MÁS “PARA VOS, NO HAY” La ONG AnyBody Argentina trabaja desde el 2010 en promover el cumplimiento de la Ley de Talles en todo el territorio nacional. En el país, no existe una Ley de Talles; sólo algunas provincias y jurisdicciones (12 en total) tienen normativas sancionadas que regulan el mercado textil. En el 2017, AnyBody presentó un proyecto de Ley Nacional de Talles que se elaboró junto con la diputada Victoria Donda, en el que se propone armar un sistema de talles unificados basado en un estudio antropométrico argentino. Esto significa que en nuestro país no tenemos un estudio de los cuerpos reales, eso hace que no tengamos idea de cuál es la tabla de talles correcta. Por ejemplo, un día vas a un local de ropa y te probas un pantalón y sos talle 40, cruzás la calle y vas a otro local y tu talle es 48. ¿Por qué pasa

esto? La Ley que promueve la ONG busca que se le exija a los comercios un rango de entre 7 y 8 talles, y que estos sean los mismos en todos los rincones del país. Las encuestas realizadas por AnyBody destacan que 7 de cada 10 mujeres alguna vez tuvo problemas para encontrar ropa. Lo que exigimos es que se haga un estudio de los cuerpos para que haya un mínimo de talles en cada marca. Porque no poder elegir la prenda que nos guste y nos haga sentir cómodas –o ni siquiera encontrares un problema que tiene que resolver el Estado y la sociedad civil. Vestirse es un derecho, no tenemos por qué adaptarnos a las reglas que se moldean en base a los cuerpos hegemónicos. No podemos permitir que invisibilicen nuestros cuerpos para ser funcionales a los estándares de belleza que degradan y destruyen nuestra identidad y autoestima. Basta de permitir los: “Tranquila que cede”, “Llevalo que se estira”, “Seguro que se adapta a tu cuerpo”. No, mi cuerpo es uno, es este, es así, y quiero –y repito, queremos- poder vestirlo cómodo y como nos guste.


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“EL PÚBLICO ME RECONOCE COMO TUTUMBA, PERO SIEMPRE FUI QUIQUE” Dueño de un extensísimo currículum dentro del mundo del catch, donde además da clases de lucha libre, Juan Arias “Quique para los amigos” no sólo luchó dentro del cuadrilátero, sino que desde muy joven fue -y es- un militante político comprometido con las causas sociales. “A mí, junto a otros compañeros de la Juventud Peronista (JP) nos detuvo una patota de la triple A y nos llevaron a la comisaría 5ta de La Cañada. No entraron a la Unidad Básica a los tiros por los vecinos, que nos apreciaban mucho, y estaban atentos a todos los movimientos. Cuando nos liberan el comisario me dice: `Dale gracias a Dios que salís caminando porque los muchachos nunca dejaron vivo a nadie´”. Mientras Quique cuenta su historia de militancia en la JP, deja admirar su imponente fisionomía. La altura –que araña el 1.87- y su larga cabellera y barba rala, siguen ahí, intactos desde sus primeras apariciones en tv.

”Trabajé como guardaespaldas de Sandro, Pappo y de artistas internacionales como Barón Rojo y Luis Miguel. En esos años yo era fanático de Pappo’s Blues ¡y trabajaba con el Carpo!”

―¿Cómo sobrellevó lo que acontecería luego con la dictadura de Videla? ―En 1977 me exilié en Brasil. Antes de viajar ya había tenido contactos con Martín Karadagián para participar en Titanes en el Ring. Allá formé parte del staff de Astros do Ringue. Volví a fines del ‘79. Extrañaba mi país. ―Cuando regresó, se dedicó de lleno al catch, sin dejar de lado su trabajo ni su militancia. ¿Cómo se organizaba para

encarar todas estas actividades? ―Trabajaba de 6 a 15 en el frigorífico y tenía la tarde libre para reunirme con los compañeros. De 20 a 22 entrenaba en San Telmo con los Titanes, así que gracias a Dios siempre hice lo que me gustaba, sin privarme. Hoy con mis 64 años estoy terminando la secundaria y además doy clases de lucha libre en el polideportivo municipal de Avellaneda. ―En Titanes en el Ring luchó como El Vikingo pero el personaje que lo consagró fue Tutumba el Enterrador... ―Así es. Tutumba explotó en Lucha Mundial, programa que se transmitió por América en 1993. Todavía me reconocen en la calle por ese personaje y también por el último: Molok el Vampiro. ―¿Con Molok se despedió de la televisión en 100% Lucha? ―En ese programa estuve apenas 4 meses. Tuve diferencias con Endemol (la productora del ciclo) y decidí irme. Algunos chicos acá en el barrio me preguntan por qué no seguí y les contesto que me echaron porque le gané a Viloni. Además Quique también formó parte de la troupe de Guerreros del Ring (2009), Astros de la Lucha (2009-2016), Catch Argentino (2015) y Lucha al Límite (2016). En este último, se disputó la Copa Quique Arias, en homenaje a su trayectoria. Todos estos espectáculos fueron itinerantes. Se realizaban en sociedades de fomento o en barrios populares.


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Juan Enrique Arias (64) es un ex luchador profesional argentino, reconocido por haber integrado -entre otrosel staff de Titanes en el Ring, mítico programa de Martín Karadagián.

―Con la lucha libre viajó por América Latina e incluso trabajó en cine. ¿Cómo fueron esas experiencias? ―Recuerdo cuando estuvimos en México. Nos alojamos en un hotel 5 estrellas. Yo hablaba con los empleados y les preguntaba dónde y cómo vivían. Les decía que quería conocer la periferia, sus lugares de origen. Y así fue que un día me fui a la casa de uno que trabajaba de limpieza. Compartimos unos mates, comí con su familia, nos sacamos fotos. ―¿Y su incursión en la pantalla grande? ―Fenomenal. Fui doble de riesgo de Víctor Bo en Los Superagentes. También hice cameos en la película Los Extermineitors de Guillermo Francella y Emilio Disi. ―Además fue custodio de músicos de renombre... ―Sí. Trabajé como guardaespaldas de Sandro, Pappo y de artistas internacionales como Barón Rojo y Luis Miguel. En esos años, Lucha Mundial era el boom de la televisión y los productores nos contrataban cuando venían al país. Yo era fanático de Pappo’s Blues ¡y trabajaba con el Carpo! Una vez le dije: “Pappo todavía no caigo de que laburo con vos”, y él me dijo: “Tranquilo, negro, que es verdad”. -¿Cómo manejaba la fama y el éxito? -Mirá, siempre tengo presente algo que me dijo Karadagián apenas arrancaba en este espectáculo: “Quique, usted tiene trabajo,

cuídelo. La lucha a veces da y a veces no”. Nos invitaban de todas las discotecas de moda de la época. Firmábamos autógrafos, nos pagaban las bebidas. Sin embargo, el personaje nunca se comió a la persona. El público me reconoce como Tutumba pero yo siempre fui Quique. El obrero matarife, el militante, el familiero. ―¿Qué es lo primero que le enseña a sus alumnos? ¿Existe algún requisito en especial para llegar a ser luchador profesional? ―Antes que nada, cualquier persona puede llegar. No es necesario tener una altura o un peso determinado. A los pibes que arrancan les digo que la destreza y la disciplina son importantes para brindar un buen espectáculo. Ahora, lo que se debe tener por sobre todo lo demás, es humildad. Uno de los objetivos principales que tenemos es incluir a los pibes en el deporte y sacarlos de la calle. ―¿Ese podría ser el sentido principal de enseñar lucha libre hoy? ―Totalmente. Además de ser un espectáculo familiar, la lucha te da valores importantes, sobre todo en este contexto, donde la desigualdad es más grande que en otros momentos. Hay ciertos deportes considerados de elite. El catch está pensado para que cualquier persona lo practique, sin importar condición social, sexo ni religión.

Por MAXIMILIANO DÍAZ


AÑO 5- #10 JULIO-DICIEMBRE 2019 ARG $80 ISSN 2451-5590

SER TRANS EN ARGENTINA

FRONTERAS Q

SUENAN LOS TAMBORES DE LA REBELIÓN


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